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Me observé en el reflejo del espejo de cuerpo completo que estaba en mi habitación. Mi imagen no demostraba para nada el cómo me sentía, allí se veía a una chica perfecta y yo no podía estar más fastidiada debido a los acontecimientos.
Junto a mis padres habíamos asistido al castillo para celebrar la graduación de Félix –la que no se había realizado a finales de año para guardar respeto por la muerte de Cedric – Mi hermano había dado un discurso de agradecimiento por toda la educación recibida en la escuela durante sus siete años de educación –discurso que mi padre odió por supuesto – además de recibir los premios respectivos por haber sido el mejor de la generación y premio anual.
La ceremonia había estado cargada de emotividad, los recién graduados de Hufflepuff, por medio de sus varitas lanzaron unos fuegos artificiales que recrearon el rostro de Cedric en el cielo con un mensaje de despedida.
Claramente eso me hizo sentir como la mierda.
Mientras que mi padre no hallaba la hora de lanzar un Morsmordre al cielo.
La graduación en sí no me había molestado para nada, lo que realmente me incomodaba era que Ethan había invitado a prácticamente todos sus amigos de confianza, a los diplomáticos que le lamían el piso, entre otros a una celebración para festejar supuestamente los logros de su amado hijo.
Conocía a mi padre, me gustaba observar y eso me indicaba que esta sólo era una fachada, estaba segura de que él se traía algo entre manos y debido a eso había orquestado toda esta junta con sus colegas –como solía decirles–.
— Al fin volvimos de esa nefasta ceremonia — gruñó al entrar apenas llegó a casa —. ¡Demby, Alby; elfos asquerosos vengan aquí! Quiero que todo esté preparado ahora, los invitados llegarán en menos de una hora. — ordenó a los elfos quienes eran los hermanos de Nimby y trabajan en las cocinas.
No hice mayor comentario y me dispuse a subir las escaleras, según yo; mi participación de la reunión familiar había terminado al llegar a casa, puesto que para él aún estaba castigada.
— ¡Tú! — me gritó al ver que iba a mi habitación — No quiero que hagas ningún tipo de escándalo si no quieres otro correctivo como el del otro día, te quiero conversando con los invitados y sobre todo con Gaspar Avery.
Le observé sin demostrar mayor sentimiento, pues sus palabras no eran significativas para mí. Luego de eso desvíe mi mirada después de darle una risita sarcástica y seguí caminando por las escaleras.
— Perséfone ¿Has oído a tu padre? — inquirió mi madre saliendo de la cocina, debido a que estaba supervisando a los elfos.
— Sí, no se preocupen, fingiré ser la hija ejemplar de la dichosa y feliz familia Rosier — enfaticé—Tal como lo hice en la ceremonia cuando los profesores me preguntaron que tal mi verano, no mencionaré nada de los Crucios que me dió Ethan al llegar a casa.
Y allí estaba; frente al espejo, inexpresiva y deseando desaparecer para no tener que vivir esa aburrida reunión, donde estaba segura que llegarían las más aburridas personalidades.
Los Malfoy, los Mulciber, los Parkinson, los Avery y todo el grupito de mortífagos que quería volver a reunirse para hablar del mismo tema al que siempre llegaban.
Lord Voldemort, dominación del mundo y acabar con los sangre sucia.
Lo peor es que Daphne no vendría; los Greengrass si bien pertenecían a la élite de los magos puristas, no participaban de esas reuniones, el padre de mis amigas jamás había querido verse tan implicado en el tema de aliarse al lado tenebroso, por lo que en secreto sus supuestos amigos hablaban de él, por no tener los suficientes huevos para tatuarse la marca. Mi primo Draco tampoco había sido convidado, supuse que Lucius no había querido que asistiera porque aún era menor.
Coloqué un poco de labial para retocar el maquillaje en mi cara y acomodé mi cabello nuevamente. De repente no pude evitar pensar en George y en lo mucho que debía de estar disfrutando de su última semana de vacaciones, habíamos decidido no enviarnos cartas en lo que restaba del verano; pero eso no quería decir que no recordara nuestro encuentro.
La voz de Nimby desde atrás de la puerta me sacó de mis cavilaciones.
—Ama, la señora Constance ha dicho que ya debe bajar, pues los invitados comenzaron a llegar —señaló.
— Bajo en un momento, Nimby.
Suspiré y salí de la habitación nuevamente para enfrentar la velada más densa del último tiempo. Al asomarme al pasillo fui visible para los personajes célebres que ya estaban allí.
Ahí estaba.
La sociedad mágica corrompida hasta la última célula de sus podridos cuerpos.
Todos más lunáticos, egoístas y traicioneros que su compañero.
Si tuvieran real inteligencia pensarían dos veces antes de venir, pero claramente disfrutaban de la misma esencia oscura que toda la casa desprendía.
Ví como los hombres que papá consideraba sus amigos, me observaban con claras intenciones de colarse entre mis piernas.
Asquerosos por cierto, así era la educación que habían recibido, tomar lo que quieran y cuando lo quieran; no importa si es treinta años menor que tú, tiene esposo o es la hija de tu colega.
Todos los hombres que se hallaban en el salón eran de lo peor.
Y el peor era mi padre.
Quién sería capaz de venderle el alma al demonio más oscuro del infierno con tal de ser el más infame de todos ellos.
— Oh, Constance ¿Ella es Perséfone? Realmente es muy bella, idéntica a tí ¿Dime ya está comprometida nuevamente con Gaspar? Recuerdo que me contaste de tuvieron ciertos problemas con el enlace.
— Oh Carlotta, todo estará bien; de eso estoy segura — comentó mi madre, exhibiéndome como si yo fuera una mercancía de lujo.
Hipócritas todos.
Todos allí demostraban algo que no eran.
Yo también lo hacía.
Todos tenían secretos.
Y eso me incluía.
Si tan sólo supieran con quien había salido la noche anterior.
Me quemarían en ese instante y después festejarían por haberse desecho de la chica que ensució la reputación de la familia.
Claro, después harían pasar mi muerte como un trágico accidente y se mostrarían como si sintieran un profundo dolor.
Los conocía tan bien.
Y eso era porque pertenecía allí.
No podía negarlo.
Caminé entre los invitados ignorándolos a todos, aquel cóctel era una soberana falsedad. Tomé una copa de champagne, de una mesa rebosante de comida que apareció de repente; al menos el líquido sabía bien.
— Sabes que las señoritas no deberían beber — murmuró la voz de Gaspar.
Le observé con desdén y luego fijé los ojos en mi copa.
— Sabes que de señorita no tengo casi nada ¿Por qué me hablas? ¿No tienes alguna otra persona a quien molestar?
Él rió y acomodó su cabello con aire despreocupado.
— Sólo me he acercado para decirte que te ves muy bien y también, para que me felicites.
— ¿Por qué tendría que hacer eso?
— Pues porque me he graduado, quizás no con los honores de Félix, pero tuve excelentes notas y he entrado a trabajar al ministerio — contestó con una risita siniestra.
— Te felicitaría por tu empleo si no supiera que tu madre fue quien te hizo entrar — señalé — ¿Estás cómodo con eso? Bueno, creo que sí, total estás acostumbrado a que todo lo hagan por tí.
— No seas tan hiriente conmigo— dijo fingiendo un puchero —Después de todo, fuimos el primer amor el uno del otro ¿No consideras que deberíamos ser amigos al menos?
Solté una sonrisa y negué con mi cabeza.
— ¿Se te olvidó que casi quisiste violarme? No me fastidies, que si quisiera puedo denunciarte y ahí tendrías que decirle adiós a tu amado trabajo en el ministerio —acoté— Sabes que tengo testigos.
Su cara se frunció en una mueca debido al giro que había tomado nuestra conversación, él detestaba a los Weasley como nadie y que George supiera lo que hizo conmigo no le sentaba nada bien.
—Espero que te mantengas de humor durante la velada, pues vas a necesitarlo —Sus palabras eran claramente en doble sentido.
— ¿Lo dices por algo en específico?
Chasqueó la lengua y tomó una copa de la mesa.
— Si fuésemos amigos, podría decírtelo antes; pero como no lo somos vas a tener qur aguardar como el resto de los invitados.
Los hombres siempre guardaban ciertos secretos que no compartían ni con su almohada, y no hablo de aventuras con otras mujeres, pues eso sería demasiado simple en el mundo de donde venimos. Yo hablo de cosas que no se atreverían a contarle ni a su sombra porque eso les daría una condena eterna en Azkaban.
— Creo que Helena te observa con preocupación —le insté a que se fuera de manera educada, no quería armar una escena esa noche —Deberías ir, puesto que al parecer cree que podrías huir de su lado.
Me miró con unos ojos de serpiente a punto de lanzar veneno.
—Lo que tu amiga piense –si es que lo hace– no me tiene preocupado—señaló —Pero voy a dejarte tranquila el resto de la velada, sin embargo te recomiendo que no olvides mis palabras o puede que te desmayes de la sorpresa.
No dejé que mi mirada delatara la curiosidad que sentía por saber a qué se refería; pero no mordería el anzuelo. Él quería que volviéramos a acercarnos y eso no sucedería a menos que mi vida dependiera de ello.
¿De qué estaba hablando? ¿A qué sorpresa de refería?
Comencé a rogar para que mi padre no hubiera montado otro teatro sobre nuestro compromiso, porque de ser así no lo toleraría y terminaría convirtiéndome en asesina serial, por lo que si querían paz en esta ridícula celebración, tenían que mantenerse al margen con los temas sensibles.
Cuando comenzó la cena, me puse al lado de mi madre y comí como una autómata, sin hacer contacto visual con nadie, respondiendo monosílabos solamente cuando alguien dirigía la palabra a mi persona en específico.
— Querida, sólo te queda un año en la escuela ¿A qué te quieres dedicar? — me preguntó Flora –la madre de Helena–.
— ¿Has oído cuando dicen que si mantienes tus planes en secreto, estos resultan? — respondí saliéndome por la tangente.
Mi padre de inmediato colocó atención, puesto que me conocía muy bien. Yo solía decir algunos disparates a las tontas preguntas que hacían las amigas de mi madre; no de mal educada, si no porque de verdad no podía creer que ellas tuvieran tan poco cerebro.
— ¡Oh, Ethan! Tu hija es una caja de sorpresas — comentó la mujer con tono afable —Aunque debieses comprometerte querida — murmuró—Así tendrías una vida tranquila como la de todas nosotras.
No era estúpida, sabía que si ella estaba haciendo ese tipo de interrogantes era porque quería saber si Avery aún tenía un vínculo conmigo. Obviamente quería que Helena se emparejara con él.
— Lo que pasa Flora —hablé al terminar de masticar —Mis gustos son peculiares, más que una caja de sorpresas, soy como una caja de pandora ¿Conoces la leyenda no es así?
Ella negó, con la sonrisa a flor de sus labios, estaba encantada con la conversación, pero tanto Félix como mi madre intercambiaron una mirada de sigilo.
— Si abres una caja de Pandora, todos los males y tragedias se desatan — comenté y ella de repente tomó su copa para disimular su incomodidad. —Digamos que por eso no comparto lo que haré después de la escuela, podrían escandalizarse.
Las risas falsas se expandieron por la mesa y el resto de la velada. Poco a poco comenzaron a irse las visitas o los invitados menos relevantes, me percaté de que mi padre y sus colegas más cercanos comenzaron a inquietarse y a ir de un lado para el otro. Cuando hubo quedado sólo el círculo más íntimo de la casa, mi padre se encaminó a las escaleras y tomó una copa.
— Colegas, hoy además de festejar a mi hijo y su graduación; tenemos otro motivo importante para festejar — habló con solemnidad, miré a Gaspar, puesto que él había hablado de algo así, no obstante él estaba sumido en el discurso de Ethan —Durante muchos años nos hemos visto errantes con respecto a nuestros ideales, el ministerio ha estado empeñado en darle más derechos a todos los impuros, y con ellos me refiero a los traidores a la sangre, a los muggles y a sus asquerosos hijos sangre sucia.
Los hombres comenzaron a murmurar, yo estaba atrás de ellos, observando todo. No entendía que sucedía.
—Hace muy poco como pocos saben, hemos podido recobrar a la vida a quien nos promete que nos dará la libertad—habló con orgullo y en ese momento mi estómago se contrajo—No todos han tenido el placer de verle nuevamente, existían rumores falsos y también cosas inciertas, pero hoy tenemos la oportunidad de verlo nuevamente en gloria y majestad.
Las luces empezaron a parpadear y sólo quedaron encendidas las velas de los candelabros. De pronto un susurro de asombro llenó toda la sala de la mansión. Mi corazón se aceleró al ver a un ser que caminaba entre los invitados, había salido de la nada, estaba descalzo y su túnica negra parecía emanar oscuridad, su piel pálida y ojos de serpiente me inundaron de miedo.
Sí, sentí miedo.
Mis ojos no daban crédito a lo que veía.
Algo viscoso rozó mi pierna y tuve que contener un chillido de impresión al ver a una serpiente de dimensiones extraordinarias reptar por el piso del salón.
— Oh, mis queridos amigos— siseó en una voz fría —No había tenido el placer de verlos a todos, ahora que estamos todos juntos otra vez, podremos brindar por algo más importante que esta celebración.
El silencio que reinó entre todos fue desesperante.
— Agradezco las palabras que mi viejo amigo Ethan mencionó de mi persona, pero sabes que no me gusta que me adulen, me gusta que me demuestren. — dijo en una clara amenaza—Quiero que esta vez no hayan errores, no como hace diecisiete años atrás, esta vez todos tenemos una misión en común —hizo una pausa larga—Capturar a Harry Potter, para que por fin pueda ser invencible.
El señor tenebroso se había materializado entre nosotros.
Mis ojos estaban viendo a Lord Voldemort en carne y hueso.
Aunque ni siquiera sabía si era humano.
— Mi señor, nuestra familia está muy complacida de entregar la Mansión para su bienvenida, mi esposa y mis hijos serán sus fieles servidores, de eso no dude.
¿Qué, esto era enserio?
— Oh, hace mucho que no veo a los pequeños Rosier.
Los invitados se apartaron para dejarme a la vista, no me había percatado pero mi hermano había llegado a mi lado.
Él se acercó a nosotros y nos observó.
— Espero pronto tenerlos entre mis filas, queridos jóvenes, como añoro sangre nueva entre mis mortífagos. — murmuró, de pronto sus ojos se posaron directamente en mí— Tú debes ser la pequeña Perséfone, nuestro recordado Barty me habló maravillas de tí — pude ver cómo se sonrió con sarcasmo, observó directo hacia mi brazo izquierdo y sentí que no aguantaría y saldría gritando —Me encantaría tener a una caja de pandora dentro de mis filas.
Mierda ¿De verdad había escuchado o estaba leyendo mi mente?
— La marca tenebrosa se verá totalmente hermosa en tu piel pálida, querida.
Esa era como una sentencia.
Lo sabía.
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