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Habían pasado los días y me levanté de manera sigilosa aquel sábado. Todo hacía parecer que sería otro día monótono en mi vida de castigada en la Mansión Rosier, pero no. Estaba decidida a que saldría a cómo de lugar aquel día, había conseguido urdir un plan que bajo mi pensar era perfecto.

Entré en la ducha y me bañé tomándome todo el tiempo para relajarme y aplicar poción para mis rizos. No me cambie de ropa, me quedé con la pijama y la bata; todavía no era momento de cambiar de atuendo.

Nimby subió con mi bandeja para que pudiera desayunar algo contundente como todos los días. Ella entró en la habitación y dejó la bandeja en mi mesa.

Ama Perséfone ¿Pudo comunicarse con quién usted sabe? — me preguntó con algo de curiosidad.

— Sí Nimby pude acordar otro día, ya que durante la semana es imposible, Constance no se deja de pasear a mi alrededor, al menos el día de hoy saldrá con amigas y Ethan tiene reuniones importantes — murmuré —Ahora lo importante ¿Tienes lo que te pedí?

La elfina sacó de adentro de su vestidura una bolsa con el hechizo indetectable de extensión. Me la entregó de una manera sigilosa, como si tuviera temor de que alguien fuera a verla dándomela.

— Aquí tiene, debe tener cuidado; sé que no tengo que decirle como utilizarla — señaló — pero tengo miedo de que alguien vaya a descubrirla.

Observé los grandes ojos verdes de la elfina y sonreí, me generaba un sentimiento indescriptible el que se preocupara tanto por mí y que me ayudara, poniéndose en riesgo de ser maltratada por mi padre.

— Tranquila, si todo resulta como lo tengo planeado no deberían porqué haber problemas — murmuré — ahora ve nuevamente a la cocina, no quiero que vayan a sospechar.

Asintió con su cabeza pequeña y después de eso desapareció.

Hace unos días George me había enviado una carta para que nos reuniéramos –bueno George haciéndose pasar por Derek Hale, otro compañero de clases – él quería que nos juntáramos para vernos. Luego de haber respondido que podría un fin de semana en vez del día que él había propuesto; reaccioné realmente a lo que había hecho.

Había accedido a reunirme con él y la verdad es que sentía miedo de las acciones impulsivas que estaba cometiendo por causa de esta reunión ilícita.

Ilícita para mí.

Recordaba con exactitud cuando había comenzado todo esto, fue el día en que se me ocurrió saltarme el castigo y hacer trampa en él, en ese momento compartí un secreto con Weasley y a partir de ahí, nuestra relación cambió; no sabría decir si para bien o para mal, pero de que nuestra relación había superado totalmente mis expectativas y límites lo había hecho.

Tanto que allí estaba esperando y cruzando los dedos para que todo resultara como lo tenía planeado para poder reunirme con él.

Le dí un último sorbo a mi café negro y en ese momento sentí que golpeaban a mi puerta.

Era mi madre.

— Saldré a con Samantha Greengrass, Daphne ha venido a hacerte compañía durante unas horas — señaló — cuando tu padre llegue debe irse ¿Te queda claro?

— Sí, dile que suba —le respondí de mala gana.

— ¡Vístete! No son horas para que aún estés en pijama.

— No salgo a ningún lado, agradece que me estoy bañando — declaré — si vas a tenerme como a una cautiva al menos déjame hacer lo que quiera en esta miserable habitación — le eché en cara.

Ella me observó y no dijo nada más, cerró la puerta tras ella. Salté de la cama y comencé a sacarme el pijama. Estaba contra el tiempo y detestaba llegar tarde al sitio que fuera.

— ¿Sefi, puedo entrar? Estoy aquí. —oí la voz de mi amiga fuera de mi cuarto.

— ¡Entra!¡Date prisa! — grité desde adentro.

Ella abrió y se colocó ceñuda al verme.

— ¿Por qué demonios estás...? ¿Porqué estás en ropa interior? ¿Estás? ¿Qué estás haciendo? — me cuestionó.

No pude evitar soltar una risa, pero la tomé de la mano y la senté en mi cama.

— Cálmate, cállate y escucha — murmuré — si te dije que vinieras es porque necesito que me ayudes y que guardes el secreto.

Daphne me observó con cara de no  entender.

— ¿Qué tratas de decir? No entiendo de qué estás hablando.

Suspiré, preparando para contarle y oír sus reprimendas.

— Hace unos días George Weasley me escribió una carta.

— ¡Qué! ¡Es enserio! ¿Por qué no me lo habías contado? — exclamó tan fuerte que mis tímpanos dolieron.

— ¡Te dije que te callarás! Félix está por allí merodeando por la casa y lo que menos quiero es que se entere de lo que voy a hacer.

— Está bien — murmuró — todavía no entiendo nada la verdad.

— Él me escribió para que nos reuniéramos un día y acepté — confesé —hoy vamos a encontrarnos, vamos a reunirnos.

Ella abrió los ojos como si le hubieran dicho una noticia demasiado inesperada y me observó como si me hubiera vuelto loca.

— ¡Estás consciente de lo que me dices! ¿Quieres que tu padre vuelva a golpearte por esto? ¡Realmente estás de mente! — chilló por lo bajo — ¿Quieres explicarme qué significa todo esto?

La observé y me senté a su lado.

— Daphne, no he salido en todo este maldito verano y si mal no recuerdo fuiste tú quién me dijo que debía de aclararme — le eché en cara —juntándome con él, es la única manera de saber qué es lo que siento, así que ahora tienes que ayudarme.

Me miró con cara de pocos amigos y después de unos minutos dejó escapar el aire que estaba conteniendo. Siempre hicieron mención del gran poder de convencimiento que poseía y ahora estaba haciendo gala de él.

— ¿Qué tienes en mente? Explícame porfavor y espero que no sea algo suicida — murmuró — y la verdad que si pretendes salir en ropa interior no te apoyaré.

— No tranquila, escúchame — fui hacia el cajón donde guardé lo que Nimby me había traído — tengo un plan perfectamente creado en mi mente y estoy segura de que va a funcionar.

— ¿Qué es eso Sefi? ¿Qué es lo que estás pensando?

—Esto que tengo aquí, es poción multijugos, osea saldré de aquí convirtiéndonos la una en la otra.

— ¡Realmente estás chiflada! ¡Tu padre va a matarte si es que te llega a descubrir! — farfulló Daphne, a decir verdad bastante molesta — ¡Cómo se te ocurre!

— No digas que no Daphne, porfavor. Eres la única persona que tengo y que puede apoyarme — le comenté poniendo un puchero en la cara — Mira es muy simple, nadie tiene porqué enterarse, Nimby me ha dado mucha poción, no hay de qué preocuparse.

— Aún no logro entenderte, por favor habla ya si es que no quieras que me vaya en este momento y evite que realices una estupidez.

— Mira, tú me darás tu ropa para no levantar sospechas — comencé a explicar — y tú te quedarás con mi pijama o con cualquier ropa de mi armario, beberemos la poción y te quedarás aquí en lo que vuelvo.

— ¿Qué pasa si tu hermano o tu padre me llega a descubrir? ¿Pensaste en eso?

— Mi padre jamás sube hasta aquí, envía a mi hermano o a mi madre para cerciorarse que me encuentre en mi habitación — le aseguré — Nimby me llevará  y volverá de inmediato.

— ¿Y tú? ¿Dónde vas a estar?

— Es mejor que no te lo diga, es lo más seguro si es que tenemos que ponernos en el peor de los casos — aclaré.

— Sefi, no quiero que te suceda nada malo ¿Por qué quieres hacer esto?

— Tú me dijiste un día que nadie me dijera qué hacer, así que eso es lo que estoy haciendo — le dije con seguridad — A las ocho y media estaré de vuelta, Nimby sabe donde buscarme en ese momento te llevará a tu casa de inmediato.

Daphne se puso de pie y me observó con una expresión que no pude identificar del todo.

— ¿Vas a ayudarme? — le pregunté puesto que percibí que realmente estaba algo cabreada conmigo.

— Dime qué ropa debo ponerme y hazlo antes de que me arrepienta — agregó — si alguien nos descubre voy a matarte por exponerte de esta manera.

Sonreí y en ese momento me avalancé en sus brazos para darle un abrazo y ella me rodeó con los de ella. Daphne era una de las únicas personas en las que podía confiar, que me apoyaría y no me traicionaría, era la chica más leal que jamás había conocido.

Una vez que nos cambiamos de ropa, cada una dejó cabellos de la otra en los respectivos frascos.

—Debo quererte demasiado como para beber esta asquerosidad — siseó antes de tomarse la poción del frasco — y debe de gustarte mucho ese pelirrojo como para que vayas a hacer esta estupidez.

Cuando bebí la poción, pude sentir como mi cuerpo comenzó a cambiar y la manera en la que mi estómago rugió. Debí hacer grandes esfuerzos para retener el vómito, debido que esta mierda era asquerosa. Sin embargo mi amiga si tuvo que correr al baño que estaba dentro de mi habitación.

En ese momento Nimby hizo acto de presencia dentro de mi cuarto.

— ¿Quién es usted? ¿La señorita Greengrass o la ama Perséfone? — preguntó con gesto algo a la defensiva.

— ¡Soy yo Nimby! Daphne está dentro del baño vomitando esta porquería.

— Oh, espero que se recupere o de lo contrario tendré que decir...

— Nadie se va a dar cuenta, dime ¿Me veo igual a Daphne o hay algo que no sea igual?

Ella me observó con detención, entrecerrando los ojos cada cierto tiempo y hablando para sí misma, detallando de manera muy divertida cada rasgo de la cara de Daphne para ver si es que los tenía todas.

— Creo que de verdad es idéntica a la señorita —agregó.

En ese momento Daphne salió del baño, totalmente convertida en mí, usaba mi ropa y a decir verdad le sentaba bastante bien.

— Si que soy sexy — mencioné para bajar la tensión que se había acumulado en el lugar por la situación — nunca había tenido la oportunidad de verme en tal perspectiva y debo decir que si fuera hombre o mujer me excitaría al verme.

Daphne me fulminó con la mirada y se limpió la boca con el dorso de su mano.

— Lo único que te diré es que no empieces con tus tonterías — me amenazó — por favor Sefi, no se te vaya a ocurrir tardar, fugarte o hacer alguna de las ideas radicales que a veces tiendes a hacer.

— De verdad que te agradezco lo que haces por mí, de verdad que no sé cómo voy a pagártelo.

— Lo único que quiero es que después de esto tu cabeza esté en orden, al igual que tu corazón.

Sonreí y la besé en la mejilla, para luego apretarlas con cariño.

— Eres la mejor de todas, prometo que después de esto escucharé todas las cursilerías a cerca de Pietro.

Ama es hora — murmuró Nimby para — debemos irnos ahora.

Cogí mi cartera y luego tomé la mano de la elfina para salir de la Mansión después de varias semanas encerradas. Era extraño usar la poción y salir convertida en otra persona, sentirme dentro de otro cuerpo.

El mareo de la aparición era de verdad tedioso, aún no superaba el aliento fétido de la poción multijugos. Aparecimos en medio de la Estación de Kings Cross, allí era donde iba a reunirme con George.

— Ama Perséfone, aquí mismo vendré a recogerla — señaló — porfavor no tarde en volver, no quiero que usted vaya a meterse en problemas, no quiero que vuelvan a hacerle daño.

—No te preocupes, estaré aquí a las ocho, aún es muy temprano — le respondí para que se quedara tranquila y pudiera relajarse — Quiero que te preocupes de Daphne, que si es necesario selles esa habitación y que nadie entre.

— Descuide ama, la señorita Greengrass estará muy bien, no va a sucederle nada.

— Bien Nimby, nos vemos al atardecer — me despedí dándole un cariñoso toque en su cabeza — todo estará bien, confía en mí.

— Suerte ama, que pueda solucionar todos sus asuntos.

La observé antes de encaminarme a la estación.

—Eso espero Nimby, eso espero.

De allí me encaminé a la estación, según la poción que la elfina preparó la poción sólo duraría media hora para mí ya que le había colocado un sólo cabello de Daphne, sin embargo la de ella tendría mayor duración. Entré a la estación en medio del montón de muggles que caminaban a toda prisa. Busqué rápidamente un cubículo del baño para pasar allí el resto del tiempo que faltaba para volver a mi cuerpo.

Me encerré allí y esperé pacientemente la media hora que quedaba todavía. No sabía que volver a ser yo sería algo incómodo, pude sentir como todo fue reacomodándose y la verdad era una sensación sumamente desagradable.

Pero ya estaba allí y había pasado lo peor. Cuando mi cara volvió a su totalidad me apliqué algo de maquillaje y acomodé la ropa de mi amiga que no era de mi total gusto, pues ella usaba colores pastel que no eran para nada de mi estilo.

Suspiré y me observé en el espejo antes de salir de allí, estaba nerviosa no podía negarlo, pero tenía que enfrentar lo que sentía.

Salí del baño y llevé mis pasos hacia la estación 9¾ ; que era el sitio donde había acordado con George encontrarnos. Observé a mi alrededor y no divisé ninguna figura familiar y comencé a inquietarme, puesto que estábamos en la hora y esperar era algo que detestaba.

Giré en redondo y me apoyé en uno de los muros del lugar, esperando a que Weasley apareciera.

¿Qué pasaba si no llegaba a encontrarse conmigo?

Tendría que volver a casa sola y eso me preocupaba, puesto que no tendría idea si es que podía hacerlo sin que me descubrieran que salí de clases.

Mierda Weasley ¿Por qué tardas tanto? — maldije por lo bajo.

En ese momento una cabellera pelirroja salió de atrás de donde estaba apoyada, por lo que me sobresalté un poco.

— Vaya Rosier, no tenía idea de que me extrañabas tanto. — murmuró plantándose frente a mí.

— Eres un idiota ¿Por qué me haces esperarte tanto?

Él no respondió más y se acercó a mi rostro sin que pudiera preveerlo. Sus labios estaban sobre los míos y sentí su roce suave.

— No te desgastes ocultándolo Perséfone, también te extrañé.

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