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Jamás había estado en la oficina del director y heme allí. El profesor Dumbledore luego de todo el alboroto me había mandado a llamar con el profesor Snape para que fuera a su despacho, obviamente era para saber sobre mi extraño comportamiento. Dumbledore era tan correcto y demasiado respetable, por lo que jamás se hubiera permitido hacerme preguntas sin la presencia de mi padre que andaba por la escuela.
Cosa que obviamente yo hubiera preferido que no sucediera. La presencia de mi padre en el lugar era como si achicara toda la habitación y la llenara de su aura oscura por completo.
Sabría que tendría que hablar de lo que le grité al director tarde o temprano, pero no contaba con que mi padre estaría allí metido en medio.
Yo estaba sentada en frente del escritorio mientras miraba al piso, tratando de no establecer contacto visual con ninguno de los dos.
— Perséfone, querida. — habló Dumbledore. — Necesito que me digas qué es lo que viste que provocó que te dieras cuenta que ese no era el real profesor Moody. — me preguntó con una voz serena.
Yo levanté la cabeza y sentía la presencia punzante de mi padre tras de mí. Como si me dijera con la mente que tuviera cuidado con lo que diría.
Intentaría explicar la situación lo más convincente posible, al menos convincente para Dumbledore.
— Antes de que la competencia empezara, ví que el profesor Moody se acercó demasiado a Viktor y creí ver un halo salir de la varita que portaba. — expliqué con calma. — pero creí haberme confundido por todo el alboroto que había en el ambiente.
— Continúa, por favor. — volvió a hablar Dumbledore.
Asentí y miré a mi padre. Era como si me advirtiera de las peores cosas con esa mirada. Si yo daba una sola alusión a la situación, él era capaz de cortarme la cabeza y colgarla en la punta más alta de la Mansión Rosier.
— Cuando ví que los aurores trataban de trasladar el cuerpo de Cedric, me percaté que el supuesto Alastor no cogeaba como lo solía hacer el profesor, y ví que arrastró de manera muy violenta a Potter dentro del castillo, eso me llamó mucho la atención y la verdad es que estaba bastante conmocionada por ver el cuerpo de mi compañero. — comenté. — estaba alterada.
Pude ver la cara de mi padre sonreír con falsedad, él me conocía y sabía que yo mentía en ese aspecto. Obviamente ver un cuerpo no me afectaba en lo más mínimo, pero era necesario decirlo para que el director no siguiera preguntando. En ese momento el director me observó como si estuviera leyendo mi mente y fue sumamente incómodo, era como si yo esperara que me dijera que sabía que mentía.
— Bien, Perséfone. — asintió. — Te agradezco tu información, pero si llegases a recordar cualquier otra cosa que hayas visto por pequeña que sea, me lo informes. — indicó. — ahora puedes volver a tu sala común de inmediato.
Mi padre carraspeó y el director le observó.
—Director ¿Usted me permitiría hablar unas palabras con mi hija antes de que se vaya a sus aposentos por favor?
El director asintió, me otorgó una mirada y luego de eso salió unos momentos.
Pude ver a mi padre observarme y luego acercarse a mí, tomó mi cara con desprecio para analizar lo que yo tenía dibujado.
— Si no te digo nada, es porque prefiero esperar a que unos días estés en casa.
Entorné los ojos y fruncí el ceño.
— ¿A qué te refieres? — le pregunté intrigada. — ¿Acaso Hogwarts cerrará por esto?
— No, pero la autoridad de Dumbledore estará cuestionada y te aseguro que el año escolar terminará si no es hoy, mañana. — recalcó. — Te aseguro que allí tendremos una larga y tendida conversación. — dijo soltando mi rostro.
Le observé de una manera desafiante y él me dió su típica mirada penetrante.
— ¿Qué tendría que hablar yo contigo? Félix puede informarte de todo lo que sucede en la escuela como acostumbra. — murmuré.
— Créeme que en estos últimos tiempos he tenido mejores informantes y me entero de todo. — se rió de manera cínica. — Como por ejemplo, mi querido amigo Barty, es una lástima que lo hayan descubierto.
Mi corazón dió un brinco en ese momento, si él decía eso era porque lo sabía, sabía todo lo que yo había estado evitando, o eso era lo que quería hacerme creer para que yo dijera cosas que no debía.
— Bueno, ya no tengo nada más que hacer aquí. — dijo acercándose a la puerta.
— ¿Ha vuelto no es así? — le pregunté de frentón. — ¿Es cierto lo que dijo Potter y por eso estás aquí? ¿Tenías que venir a verlo de primera fuente no es así? — le encaré.
Se rió irónicamente.
— Tranquila hija, todo a su tiempo. A todos les llegará la hora, incluso a tí. — declaró antes de salir del despacho.
Respiré tratando de calmarme por todo, salí del despacho y pude ver cómo Barty iba esposado, moviéndose y gritando locuras y delirios de su rota mente. Me observó y lanzó una carcajada demente. Era como si quisiera decirme «Nos vemos en Azkaban, perra» o «tu padre se encargará de tí»
No había ninguna duda, al menos no para mí. La aparición de la marca tenebrosa y que Barty haya hecho todo esto era una prueba clara de que el señor tenebroso había regresado, más aún con la muerte de Cedric, la marca aparecía sólo cuando los mortífagos andaban sueltos o eran convocados.
¿Quién más lo haría?
Oí que Viktor se hallaba en la enfermería, la verdad es que nadie sabía cómo reaccionaría su mente frente a haber recibido el maleficio imperdonable. Por lo que lo habían puesto en reposo. Decidí que trataría de colarme en la enfermería más tarde, cuando la intensidad de todo este álgido momento disminuyera, ya que ir ahora también sería poner los ojos sobre él, aunque claramente si Dumbledore dudaba de lo que yo le había contado, claramente buscaría a Viktor.
Caminé a la sala común para recostarme un poco.
—« A todos les llegará la hora, incluso a tí».— recordaba las palabras de mi padre y estas eran una clara amenaza. Sin duda.
— ¿Dónde estabas? Quería hablarte, todos estos días me has evitado. — distinguí la voz de George salir del pasillo. — ¿O crees que no me doy cuenta que estuviste fingiendo una enfermedad?
Me volví y la verdad es que tuve más que claro que ahora tenía que hacer lo posible por mantenerlo al margen. Si había arrastrado a mi mentira a Viktor, no podía hacerlo con él. Ahora no estaba Barty en la escuela, pero mi padre era un riesgo inminente y yo tenía que protegerme también.
— Weasley, la verdad es que ahora no es un buen momento. — traté de zafarme de la interrogante, y la verdad es que no era un buen momento.
— Hey ¿Qué ocurre? — preguntó tomando mi brazo. — ¿Estás molesta conmigo?
Aparte de lo obvio, claramente que estaba molesta con él, por todo, por todo lo que me había hecho empezar a sentir.
Él era el culpable de todo.
— ¿Quieres dejar tus tonterías alguna vez? — le eché en cara. — Quiero dormir ¿O acaso quieres molestar todavía con lo que pasó?
— ¿Por qué huyes de mí? — me interrogó. — ¿Temes que vuelva a besarte? — jugó.
— ¿Por qué te temería George? No seas ridículo, tú no le das miedo ni a los niños de primero. — le dije lo más seca posible. — Además, eso no podría considerarse un beso, fue como un choque sin sentido.
Él no dejó que me apartara.
— Un choque sin sentido. — rió. — Te gustó, de lo contrario ¿Por qué huyes de mí? No sabes Mentir, Perséfone.
Era irónico que dijera que yo no sabía mentir, después de todas las cosas que oculté durante todo el año.
— Mira, no quiero discutir, creo que ahora están pasando cosas más importantes que resolver, cosas de las que deberías estar preocupado, en vez de intentar coquetearme teniendo una novia. — jamás pensé que diría eso, era ridículo, era como si se lo estuviese echando en cara y él no lo desaprovechó.
— Vaya, vaya. — dijo totalmente risueño. — la reina de hielo está celosa, de mí. — jugó.
— ¡Quieres callarte! ¡Una persona ha muerto y no puedes dejar de ver más allá de tu estúpida nariz! ¿Tan importante para tí es sentir que me gustas? ¡Pues replanteate bien si después de lo que pasó hoy, querrás seguir jugando a esto! Porque la verdad es que creo que no deberías. — chillé y me aparté, en el momento justo, ya que Alicia y Angelina venían con Fred y al parecer habían escuchado mi eufórica respuesta.
George no había alcanzado a decir nada, ahora tendría que arreglárselas con las explicaciones de Alicia que cuando me vió salir de entre él y la pared no estaba nada contenta.
Me apresuré para ir a la sala común para encerrarme en mi cuarto, cuando Draco me llamó.
— ¡Sefi espera!
— ¿Qué mierda quieres? ¿No tienes a quién más molestar?.
Él me observó algo extrañado, mi primo y yo solíamos llevarnos muy bien y yo estaba sumamente alterada con todo.
— Cálmate, no te pongas loca, sólo quiero pasarte esto. — de su chaqueta sacó un pergamino y me lo entregó. — Es de Krum, me pidió que te lo diera antes de que se lo llevaran a reposar a la enfermería.
— Eh, gracias Draco y lo siento. — tomé el papel y fui a mi cuarto para desenrrollarlo.
Cerré la puerta y las dos chicas estaban allí, por lo que me encerré en el baño. Helena era realmente curiosa, así que mejor que no supiera de la existencia de ese papel.
Leí con atención el pergamino amarillento.
«Nos vemos en el salón al lado de la enfermería, necesito hablar contigo y saber cómo estás, por lo que a la media noche huiré de la enfermería. Si llego a tardar te suplico que me esperes.
V. K. »
La verdad era que yo necesitaba hablar con alguien, por lo que claramente iba a ir, además que tenía que asegurarme de que Viktor estuviese bien. Solamente debía salir sin ser vista por mi hermano que tomaba su papel de Delegado perfecto muy enserio. Al salir del baño apagué la luz que restaba en la habitación y me metí vestida en la cama, ya que no me pondría pijama para cambiarme otra vez más tarde.
Me quede leyendo un momento el libro sobre las brujas que aún no podía terminar, a la espera de que diera la hora acordada. Yo no solía dormir tan temprano por lo que no importaba si me desvelaba. Debía a cómo de lugar que Félix no me viera, le había jurado que entre Viktor y yo no había nada y si me veía escurrirme de la sala común sería sospechoso y me tendría tras de mí.
Cuando faltaron cinco minutos para la hora acordada, tomé mi varita de la mesita de noche y me coloqué nuevamente la chaqueta, la verdad es que hubiera preferido ir yo a la enfermería en caso de que Viktor se sintiera mal, pero ya estaba, me calcé los zapatos y salí silenciosamente de la habitación.
Milagrosamente no había nadie en la sala común, por lo que no tuve problemas en salir de las mazmorras. Ahora el tema era no ser vista por ningún maestro, prefecto o Delegado.
— Lumos. — susurré y la luz salió de la punta de mi varita. El viaje hasta el sitio de encuentro traté de hacerlo lo más rápido posible. Y al llegar divisé de inmediato la capa roja que Viktor tenía puesta.
— ¡Sefi! ¡Ven aquí! — murmuró por lo bajo cuando me vió.
— ¡Viktor! ¿Cómo estás? Espera no podemos quedarnos aquí, nos encontrarán y nos van a castigar.
— ¿Conoces algún lugar?
— Sí, ven sigueme. — susurré para dirigirme unos metros más adelante, allí había un aula que solía estar vacía todo el tiempo, ya que se guardaban los trastos mal trasformados de la clase de McGonagall.
— Alohomora. — conjuré y la puerta se abrió de inmediato. — Ven, entra.
Viktor entró y como no había ningún asiento, él se quitó la capa para colocarla en el piso. Apoyó su espalda en la pared y yo me senté frente a él.
— ¿Cómo te has sentido? ¿Tienes alguna molestia? Debido al maleficio me refiero.
Él negó con la cabeza.
— No, sólo me han dejado en la enfermería para ver si tenía molestias o incomodidad o volvía al estado en el que me vieron.
Intenté fruncir una sonrisa, pero esa situación también me había preocupado.
— ¿Qué pasó? ¿Qué sentiste? No puedo creer que Crouch te hiciera eso.
— Bueno, saqué a Fleur del camino, tenía que atacar a Cedric para que Potter no tuviera problemas en tomar la copa. — me contó. — por lo que oí ese era el plan.
— ¿Tú fuiste quién aturdió a Fleur? — dije sorprendida.
— Eso creo, no recuerdo muy bien, pero fue como si mi cuerpo actuara por sí sólo. — relató. — en verdad que quería dejar de actuar de esa manera, pero sin embargo no podía dejarlo, es como una fuerza que te impide razonar y actúas por inercia. — me explicó. — De verdad me siento muy mal por lo que le hice en el laberinto.
— No fue tu culpa, él te usó.
— Pues tú tampoco la tienes, él te chantajeó y ahora quiero que me lo cuentes todo. — me señaló. — Quiero entender todo.
Suspiré y me concentré en recordar todos los hechos que me habían provocado estar envuelta en la turbiedad de Crouch.
— Yo no lo supe desde el principio, pero un día durante uno de mis castigos, él entró en el armario de Snape a robar los artilugios para hacer la poción multijugos. — comencé a relatar. — se transformó frente a mí, ya que no contaba que estuviese allí y él ya no estaba bajo el efecto de la pócima.
— ¿Ahí fue cuando te extorsionó? ¿Por qué?
— Durante el tiempo en que yo creía que era profesor él... — me daba mucha vergüenza realmente relatarle estas cosas a él. — Él me había visto en acciones algo comprometedoras junto a George. — admití.
Ví que sus facciones se ensombrecieron.
— No drásticas, pero si eran suficientes para que él me acusara con mis padres y provocara un huracán para mí. — agregué. — tenía que evitarlo de cualquier manera. Durante meses me debatí entre si contarlo o no, pero no fui capaz, de verdad que no. No quería salir lastimada, no quería. Ahora Cedric está muerto y si yo hubiera hablado podría haberse evitado, es demasiado tarde.
Él me observó y meditó por un momento.
— ¿Por qué no le contaste a alguien de inmediato? ¿Tan terrible es tu familia? — me preguntó.
— La última vez, cuando mi padre se enteró de que yo era amiga de las chicas de Beauxbatons, me agarró tan fuerte de la mandíbula que me dolió masticar durante toda la semana de la navidad. — le conté.
Su cara se horrorizó.
— ¿Qué? ¿Él te maltrata? ¿Tu madre porqué no hace nada? ¿Por qué...?
— Viktor, en mi familia no hay cariño de por medio, sólo un unión de intereses, así ha sido por siempre. — le aclaré. — mi madre sólo quería un hijo y tuvo a Félix, eso era suficiente para ella, y mi padre es una persona influyente en el mundo mágico, nadie tomaría acciones en su contra si no quieren amanecer muertos al dia siguiente.
— Eso, no es correcto. — dijo al fin.
— Hay muchas cosas que no son correctas, al menos para los que estamos en mi situación, hacemos lo necesario para no desencajar demasiado en la sociedad podrida en la que vivimos.
— Ahora entiendo muchas cosas, Perséfone. — susurró y acarició mi cara, el roce de sus dedos era cálido y provocó que yo cerrara los ojos, estando embelesada por la sensación que me provocó. — No quiero que te hagan daño.
— Sé cuidarme, de eso no lo dudes.
— Claro que lo sé, lo he visto, no hubieras hecho esto si no supieras mantenerte a salvo. — comentó con pesar. — pero dime ¿Qué va a suceder ahora?
— ¿A qué te refieres? — le cuestioné.
— Habría que ser muy ciego para no saber que «el que no debe ser nombrado» ha regresado. — comentó con algo de ansiedad en su voz masculina. — tu familia, tú ¿Qué harás? En algún momento tendrás que escoger y elegir un bando ¿Qué harás cuando llegue dicho momento? Necesito saber tu respuesta.
Me asombraba lo inteligente que era, él pensaba en todo.
— Voy a estar en el bando que me mantenga con vida, estaré donde pueda estar a salvo por mi cuenta, sin importar cual sea. — confesé.
Él sabía lo que significaba mi respuesta.
Y lo que más me mataba es que aunque yo me convirtiera en la peor de las personas no me juzgaría.
Volvió a acariciar mi cara, deslizó su dedo pulgar desde mi cien hasta mi mentón.
Sentí mariposas en el estómago.
— Te ves preciosa a la luz de la noche, chica mala. — sonrió.
No pude decir nada más, porque ambos queríamos hacer lo que sucedió después.
Él se acercó, puso una de sus manos en mi cintura para acercarme y la otra siguió en mi cara. Su cara quedó a centímetros de la mía y mi nariz acarició su cara.
Después de eso me besó.
No, no como lo había hecho George hace una semana atrás.
Sus labios tocaron los míos y yo correspondí a su roce. El tacto de su boca fue delicado y suave para que después se incrementara y se volviera algo hambriento. El único sonido que se escuchaba era el de nuestros pulsos y como chocaban nuestros labios por el beso.
Sentí su perfume y dejé que su lengua acariciara mis labios para yo también jugar con la mía.
Las sensaciones que me produjo ese beso fueron muy distintas a lo que me había traspasado cualquiera. Deseo, melancolía y una sensación de algo inconcluso.
— Moriría si te llegase a suceder algo. — susurró. — promete que estarás a salvo.
No fui capaz de hablar, sólo asentí sin poder mirar los ojos de Viktor.
Ya que yo tendría que hacer demasiado para mantenerme a salvo, a salvo de mi padre, de lo que sabía que vendría inminentemente y de mi misma.
Sí.
En este momento era yo la que se estaba destruyendo con lo que acababa de hacer.
Me destruía a mí, a mis sentimientos y a mi cordura.
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Hola lectores, espero que estén muy bien. Si me doy el tiempo de hacer este apartado es porque hoy me pasó una situación bastante incómoda. He recibido un mensaje de una lectora de esta historia y fue sumamente grosera al manifestarme que no le agradaba el giro de la trama en No sabes Mentir.
De verdad que me molestó bastante, ya que si no les gusta la trama o el desarrollo de la historia pueden dejar de leerla sin más, yo no voy a enojarme por eso ya que todos tenemos gustos diferentes. Pero sí me enoja que alguien trate de decirme de qué forma escribir una historia que es mía.
Sé que la historia es de George, lo sé. Pero obviamente no quiero hacer una trama básica y el típico cliché de dos personajes opuestos que se odian a muerte al principio y después de la nada se aman y son el amor de sus vidas. Sefi ha humillado a George y a su familia durante toda la vida, creo que es imposible borrar esa barrera entre ellos y es lo que quiero hacer ver. Desde que Viktor entró en la historia se volvió un personaje primordial y es necesario para la trama que tengo lista para la historia, ya que esta ya está planificada de inicio a fin.
Espero que ustedes disfruten de ella y comprendan que existen situaciones que a mí en lo personal no me gusta romantizar, en esta historia hay un contexto social y dramático como la guerra que todos conocemos, por ende la historia no puede ser un simple romance forzado, sin barreras y sin sentido.
Mi intención no es ofender a nadie con este mensaje y espero que no lo tomen así, solamente es hacerles saber mi sentir, ya que no siempre podemos complacer a todos.
Ojalá que puedan comprender y los que apoyan la historia o les gusta lo que escribo disfruten de la trama como yo he disfrutado con ella.
Gracias por todo su apoyo, sus lecturas, votos, comentarios y mensajes que me dejan en Wattpad o en las redes.
Los quiere.
Merlina.
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