
|07|
El sábado desperté muy temprano, era el día en que había acordado ir con las chicas para la visita de Hogsmeade. Procuré no hacer mucho ruido y como Helena y Katherine aún dormían me introduje en el baño rápidamente. Podría darme una ducha larga– de esas que relajaban– los días de escuela por lo general no podía invertir tanto tiempo en arreglarme, ya que había cogido clases durante la primera hora y eso implicaba tener que levantarme muy temprano para ir decente y alcanzar a desayunar. Más a mí me gustaba arreglarme el cabello, hidratarme con cremas y pociones para la piel y resaltar aún más la belleza que poseía.
Cuando cerré el grifo me sequé con delicadeza con la toalla, luego cogí mi varita y usé un hechizo para secar mi cabello pelirrojo, decidía secarlo antes de aplicarle una poción para que mis ondas se vieran ligeras y brillantes. No había llevado la ropa al baño por lo que me envolví en la toalla para ir por ella.
Helena estaba sentada en la cama y me observó con molestia.
— ¿Así que hoy te irás con tus nuevas amigas? — me preguntó con notorios celos.
— Lena no seas infantil, yo te invité. No me quedaré en la escuela sólo porque tú no quieres ir. — le respondí mientras comencé a cepillar mi cabello.
— Sabes que cuando tu padre se entere no estará feliz, sabes que Florence es una sangre sucia. — me acusó. ¿Acaso ya no te molestan?
— Ella no me molesta en particular.
— No quiere decir que no sea una impura. — dijo alzando un poco la voz.
— Calla, no quiero despertar a Katherine. — respondí masajeando mis rizos con la poción y limpiando luego mis manos de los restos de crema. — Además, estoy harta que todos se crean con el derecho a decirme lo que puedo o no hacer, que mi padre esto, mi padre lo otro — le recalqué con todo duro —mi padre no tiene por qué enterarse, no seas cínica Lena, sé porqué no quieres ir.
— ¿Y por qué sería?
— El otro día te oí reclamándole a Félix de que observaba mucho a Florence y que la saludaba en los pasillos. — comenté, mientras me aplicaba labial— estás celosa de ella, te dije que dejaras de liarte con él, a mi hermano no le interesas, ya deberías asumirlo, sólo te usa cuando no tiene con quien más acostarse Helena, pero no te quiere, lo de ustedes no funcionó y tampoco lo hará.
— Tú deberías ser leal conmigo y no juntarte con ella y la estirada mutación de Fleur.
No pude evitar reír.
— Lo siento, pero ya quedé con ellas y me agradan, te invité y la invitación sigue en pie. — le sugerí y saqué del armario un bello vestido de algodón negro con cuellos blancos redondos, además de unos zapatos con un taco cuadrado y cordones, también negros de charol.
Comencé a vestirme mientras sentía que mi amiga quería explotar por la rabia que sentía en su interior. Afuera se veía sol, más cogí mi bolso y guardé en él un sweter delgado. Puse dentro todo lo necesario, incluyendo la varita y dinero.
— Bueno, estoy harta de tus rabietas. — me despedí. — Si te quedarás aquí a morir de aburrimiento es tú decisión, nos vemos en la tarde. — dije y me fui a buscar a Daphne a su cuarto.
No seguiría perdiendo mi tiempo rogando a Lena, estaba mayorcita como para dejar de hacer pataletas de niñas de cuatro años.
Ví que en ese momento Daphne salía de la puerta de su habitación.
— ¡Justo iba a buscarte! Asumo que Lena no irá con nosotras. — concluyó enarcando una de sus cejas.
— No, me odia por salir con las francesas, creo que su melodrama será de aquellos y me lo cobrará por semanas. — reí
— Pues nosotras ya estamos en la hora, sabes que no me agrada llegar tarde. — comentó mientras se tomaba de mi brazo.
— ¡Hey! ¿Por qué estás tan guapa? ¿Acaso tienes algún pretendiente secreto al cual quieres conquistar? — le interrogué al verla tan arreglada. Daphne no era de prepararse tanto y menos para una simple salida a Hogsmeade, llevaba una falda plisada verde oscuro y una blusa blanca con un listón verde, zapatos bajos y una boina del mismo color.
— Pues, quizás. — respondió algo sonrojada.
— ¿Qué? ¡Maldita sea Greengrass! ¿Por qué no me habías dicho? — alcé un poco la voz, ella siempre me contaba ese tipo de cosas. —¡Esto es una gran traición!
— No exageres Sefi, si no te lo dije es porque casi no tenemos tiempo de platicar, además no es algo así como que vaya a perdurar. — dijo restándole importancia mientras caminábamos hacia la salida de la sala común.
— Me lo cuentas todo, debo saber si es digno de tí.— le indiqué poniendome en plan de amiga sobreprotectora.
— No es mi pretendiente, sólo hemos estado hablando, compartimos clases. Se llama Pietro Izawoski. — confesó. — Es de Durmstrang.
— ¡No te creo! ¡Eres una puta genia! ¡Te has líado a un extranjero! No sabes cómo estoy orgullosa de tí. — le sonreí. — Pietro es aquel rubio de largo cabello ¿No es así?
— Pues sí, además tengo que decirte que ayer me ha invitado al baile. — me contó colocándose roja.
— ¡Me muero! ¡Por Merlín! Debiste haberme dicho esto de inmediato, aunque estuviera durmiendo o incluso en castigo.
— ¿Quieres relajarte? Ni que fueran a organizar mi arreglo matrimonial. — se mofó.
— Dejame decirte que él sería un excelente partido, no lo desaproveches.
— Mejor apura el paso Rosier. — me cortó de inmediato. — Te recuerdo que nos esperan.
— Pues no podía quedarme con estas dudas, no te escaparás. — le advertí. — A lo que volvamos nos iremos a una de las aulas vacías y me contarás todo. — exigí.
Cuando llegamos al campanario que era el lugar donde quedamos de vernos, pude ver que Fleur y Florence ya estaban en el sitio acordado. Percibí la mirada de Daphne a mi lado, como si me regañara por la tardanza, de la cual me culpaba debido a mi insistencia para que me contara del tema de Pietro.
— ¡Al fin llegan! — sonrió Fleur al saludar. — Pensé que nos dejarían esperando.
— ¡Chicas, lo siento! — me disculpé. —Ha sido culpa mía, me entretuve y por eso nos hemos tardado. — me volví hacia mi amiga. — Les presento a Daphne, ella nos acompañará hoy, Helena no ha venido, prefiere quedarse durmiendo. — solté con mi sarcasmo a lo que ellas rieron.
— Es un gusto conocerlas. — saludó Daphne y ellas también fueron muy amigables.
— Pues vamos entonces, espero un tour por Hogsmeade si es posible. — comentó Florence y yo sonreí.
La verdad la perspectiva de tener un grupo de amigas siempre había sido poco probable para mí. Por lo general me relacionaba siempre con los hijos de los amigos de mis padres, acá en Hogwarts no tenía mayores amigas, sólo compañeras con las que me llevaba bien, ninguna cumplía esa categoría salvo Helena y Daphne, pero no había crecido nunca conviviendo en un grupo de chicas, no me solía llevar bien con ellas por lo general.
— ¿Quieren ir caminando o en las carrozas? — preguntó Daphne. — Si quieren caminar tardaremos bastante.
— ¡Oh no! Me he colocado tacones, no quiero que mis pies sufran. — exclamó Fleur.
— Bien, pues iremos a por una carroza. — comentó Daphne.
Una vez sobre ellas, las chicas comenzaron a parlotear sobre lo divertido que era que se manejaran solas, que en Francia todo era tirado por los Abraxam y que solían montar en ellos ya que era un criatura muy conocida en el Pirineo Francés, donde se hallaba ubicada Beauxbatons.
— Hemos llegado. — anuncié para que las chicas bajaran del trasporte, la estación de Hogsmeade era la parada principal, y de allí iríamos a las distintas paradas características para que conocieran.
— ¿Tenemos la posibilidad de ver un atuendo y accesorios para el baile? ¡Ya está encima y me gustaría comprar algunas cosas! — comentó Florence.
— ¡Sí! Pero les recomiendo a que primero vayamos a desayunar a un café que se encuentra cerca y después vayamos a por las compras, no sé ustedes, pero yo muero de hambre. — murmuró Daphne, quien ya había entrado en confianza con las chicas francesas.
— ¡Me parece perfecto! Nosotras tampoco desayunamos en el castillo y eso que tuvimos mucho tiempo. — anunció Fleur.
— Después iremos a beber cervezas de mantequilla, no pueden venir aquí y no pasar por las Tres escobas. — comenté mientras las chicas asentían. — O de lo contrario iremos a Cabeza de Puerco, un bar de mala muerte donde podemos encontrar sin problemas whisky de fuego.
Mientras estábamos en el café, pude observar muchas cosas sobre las chicas, Florence era sumamente educada para comer, le gustaban los dulces con crema y disfrutaba de la conversa, sobre todo de escuchar a los demás. Mientras que Fleur era mucho más chispeante y extrovertida, le gustaba mucho el café de vainilla y le gustaba ser el centro de atención, aunque lo conseguía sin esfuerzo. Mientras comíamos muchos chicos se volteaban a verla, llamaba la atención por su acento y por sus encantos veela.
— ¿Ya tienen pareja para el baile? — se me ocurrió preguntar. — Desde que el profesor Dumbledore anunció de la venida de ustedes y de que se realizaría un baile, todas las desesperadas empezaron con su búsqueda frenética. — me burlé de algunas de mis compañeras.
— Sí, me ha invitado un chico de Ravenclaw. — nos contó Fleur. — de apellido Davies.
— ¿Irás con ese patán? — cuestionó Daphne a mi lado. — Tengo que advertirte que lo más probable es que después quiera pasar al siguiente nivel contigo.
Todas reímos, Roger Davies era un engreído y se había metido en la cama de casi la mitad de las chicas en Hogwarts, sobre todo de Ravenclaw.
— ¿Tú con quién irás? —le preguntó la francesa a mi amiga.
— Iré con un chico de Durmstrang. — comentó colocándose roja de vergüenza.
— Esa es mi amiga. — le felicité. — Salió de caza y volvió con una presa.
— ¡Calla Sefi! ¡Me avergüenzas!
— ¡Sabes cómo soy! — reí y las chicas se unieron a mis carcajadas.
— ¿Y tú Florence?— le pregunté, no sabía porque tenía la leve sospecha de que mi hermano habría tratado de invitarla, más si eso era así tenía que advertirle que lo rechazara. Mi padre era muy capaz de incurrir en el baile y montar más que un simple escándalo. No era nada contra Florence, más eso no podía ser, ella jamás sería como nosotros.
— Pues me invitaron dos personas.
— ¡Qué! — exclamó Fleur. — ¡Mon dieu! No me habías dicho nada.
— Iré con un chico de Gryffindor, Lee Jordan. — sonrió. — El otro chico me invitó después y yo ya había aceptado, no me dijo su nombre así que no sabría decirlo y no recuerdo de qué casa era.
Jordan, rodé los ojos. El mejor amigo de las fotocopias. Además algo me decía que Florence estaba mintiendo y que había sido Félix quien la había invitado, pero no la presionaría con el tema.
— Sólo espero de que Jordan no te pise mientras bailan o que vaya a vaciar su ponche encima de tu vestido. — concluí. — es muy torpe y ridículo.
Cuando nos paramos de aquel sitio nos dirigimos a una tienda de ropa, dando por terminado el tema de Lee Jordan, yo no seguiría con el asunto porque claramente no iba a incomodar a Florence, si ella le había aceptado era su asunto. Caminamos por las callecitas de Hogsmeade, habían aún restos de la nevada de los días pasados, pero ahora había un sol agradable que estaba derritiendo el manto blanco.
Ví que Florence sacó algo de su cartera.
— Chicas. — dijo parándose un momento y mostrando lo que tenía en la mano. — ¿Les molesta si nos tomamos una fotografía?
— ¿Es una cámara muggle? — preguntó Daphne con curiosidad.
— Sí y no, yo misma la he modificado. Tiene un temporizador agregado con magia, por ende puede tomar las fotos de manera automática. — le respondió orgullosa de su creación. — Además si la programo con un hechizo simple puede tener la opción de tomar fotos en movimiento o estáticas.
— ¡Es increíble! — exclamó Fleur. — ¿Pues qué esperamos?
Todas nos dispusimos frente a las casitas de los habitantes de Hogsmeade que creaban un ambiente muy cálido, Florence dejó la cámara sobre un muro para programar la fotografía, para luego correr a donde estábamos nosotras. La cámara cliqueó y salieron automáticamente cuatro flashes de ella.
— La programé para que salieran cuatro, así cada una podrá conservarla. — comentó con una sonrisa.
— Gracias Florence. — sonreí para corresponder a su gesto, realmente me la estaba pasando muy bien con ellas.
— ¡Espero haber salido bien en todas! ¡Qué vergüenza salir con una mala pose! — se quejó Fleur de manera infantil.
— Creo que es mejor que nos apresuremos a la boutique, de lo contrario se acabarán los vestidos. — comenté y ahora sí apuramos el paso hacia el sitio.
Cuando llegamos habían bastantes chicas de la escuela y de Beauxbatons en la tienda, pero no estaba llena a reventar. Para ser honesta yo ya tenía mi vestido, era largo corte sirena y era de color rojo para que combinara con mi cabello, pero sí quería ver algunos accesorios, como otros tacones y unos pendientes que fueran con él.
— Yo iré a la sección de joyería. — dije. — les alcanzo en los probadores.
Las chicas asintieron y yo fuí a mirar entre los escaparates. La dueña de la tienda era una mujer algo regordeta y de cabello castaño, siempre tenía bellas joyas. Observé un collar dorado que tenía forma de serpiente, era un conjunto que veía con una pulsera. Mi vestido tenía un escote pronunciado por ende un collar le vendría bien. Seguí observando y habían unos pendientes que quizás serían una mejor opción si me recogía el cabello, así podría verse mi escote, sin nada que lo opacara.
— Llevaré el conjunto dorado. — le pedí a la mujer. — el de serpiente. — estaba segura de que el collar podría usarlo en otra ocasión, no habría problema.
La mujer sacó la cajita de terciopelo donde guardó el collar, los pendientes y empacó aparte la pulsera. Me percaté que había un juego de cinco pulseras iguales, sólo cambiaba el color de los dijes. Pensé de inmediato en llevarla para las chicas, así tendrían un recuerdo de mi parte cuando volvieran a París y podrían lucir algo lindo en el baile.
— Llevaré también en juego de las pulseras. — pedí de manera formal. No me gustaba mucho hablar con los vendedores, por ende no daba cabida a que me conversaran.
— Aquí tienes. — murmuró y yo le entregué el dinero, quedó feliz con mi compra, claro estaba.
Fuí hacia los probadores y divisé a las chicas con sus vestidos. Daphne tenía uno dorado en sus manos, como si ya lo hubiera escogido. Florence tenía uno azul y Fleur tenía uno color plata.
—Se ven muy bellas. — comenté. — ¿Han escogido ya?
— Pues cómo no, te has demorado una eternidad en la joyería. — me reclamó Daphne.
— Lo siento, estaba escogiendo algo acorde a mis gustos. — sonreí. — Debo decirles que se ven muy guapas, esos colores les sentarán muy bien y se verán bellísimas en el Baile.
— ¡Estoy emocionada! — señaló Florence.
Comenzamos a platicar sobre un baile que las chicas habían tenido años atrás en su escuela. Cuando de pronto Pansy salió del probador de al lado y se miró en el espejo de afuera. Al vernos, me dirigió una mirada venenosa y colocó su típica sonrisa hueca.
— Pero miren nada más, la reina de hielo ha conseguido un nuevo séquito de súbditas. — comentó con ironía— ¿Qué pasó Perséfone? ¿Te cansaste de Mulciber?
La observé con una expresión de sarcasmo ya que Parkinson para mí no era alguien significativo.
— ¿Y ese milagro que no estás encima de mi primo, Parkinson? Espero que ya se haya cansado de tí.
— Pues vine por mi vestido. — indicó uno negro con transparencias. — Me invitó al baile, así que debo verme bien.
Daphne, Fleur y Florence sólo observaban a mí y hacia ella.
— Pues pareces una prostituta barata, nada más que lo que eres. — le molesté. — Aunque te vistas como una reina, eso no quita que seas una zorra Parkinson.
— Rosier, mira. Puedo ser todo lo que digas pero yo al menos soy auténtica. — se rió. — En cambio tú ¿Desde cuando incluyes a las sangre sucias en tus grupos?
— Parkinson, no te metas. — esta vez fue Daphne quien interrumpió. — El profesor Snape se molestará si se entera de esto.
— Él no está aquí, yo no sé que es lo que pretendes Rosier ¿Algún experimento? Iuhg asco, espero que Gaspar pronto sepa con la calaña que te estás reuniendo y le diga a tu padre.
— No te metas, no te he dado el derecho a hablar de mi vida.
— La sangre pura es escasa y en estos momentos tú estás contaminada. — se volvió hacia las francesas, en especial a Florence. — No sé porqué lo niegas, tú los desprecias, sólo no quieres que Snape te regañe de nuevo.
— Adiós Parkinson. — moví mi mano con ironía cuando ella avanzó.
— Ella da más miedo que hacer la prueba del dragón. — comentó Fleur haciendo referencia a la prueba que había enfrentado hacía unos meses atrás.
— Creo que mejor vamos a beber una cerveza de mantequilla para pasar el mal rato. — propuso Daphne. — Lo siento, Florence.
— No te preocupes, estoy acostumbrada a recibir ese tipo de comentarios en ciertos momentos. — comentó sin darle importancia. — No tomo en cuenta a la gente de mente cerrada.
Una vez que pagaron sus vestidos y, nos fuimos rápidamente a las Tres Escobas, ese lugar si que estaba lleno de personas, tanto de la escuela como del pueblo. De inmediato divisé a los gemelos Weasley, junto al dichoso trío de Gryffindor haciendo alboroto. También estaba Lee.
— ¿Podemos ir a una de las mesas del fondo? — pregunté de inmediato, ya que no quería estar en medio de todos y menos cerca de ellos. Quería tranquilidad.
Avanzamos entre las mesas y Daphne fue a pedir que nos llevaran las bebidas hacia la mesa donde nos dispusimos. Me dí cuenta de que George nos seguía observando por lo que decidí ignorar su mirada, al menos ya había terminado mi semana de castigo y ya no estaba obligada a pasar tiempo con él.
Cuando llegaron las cervezas a la mesa, le dí un sorbo de inmediato a la mía.
— Hagamos un brindis por un gran día. — anunció Fleur.
— ¡Salud! — dijimos al unísono.
— ¿Estás nerviosa por la siguiente prueba? — le pregunté de manera curiosa, se suponía que ya debía de saber cuál era el misterio del huevo de oro.
— La prueba es casi a finales de febrero, pero ya tengo la respuesta. Ya abrí el huevo. — sonrió.
— ¡Enserio! ¿Y de qué se tratará? — preguntó Florence.
— Algo en el lago Negro, debo conseguir algo que me permita estar bajo el agua por una hora, respirando obviamente. — comentó.
— ¿Puedo hacerte una pregunta? — me consultó Florence de manera sutil. — Aunque no tiene nada que ver, sólo me surgió la duda.
— Claro, aunque no aseguro una contestación.
— ¿Por qué te dicen la reina del hielo? — cuestionó. — He oído que muchos estudiantes te dicen así.
— Pues porque soy fría, honestamente no me preocupan las cosas que no tienen que ver conmigo, soy muy astuta y si debo salvarme lo hago, eso es algo que le desagrada a la mayoría, pero la supervivencia es algo con lo que todos nacimos y que pocos usan.
— ¿Desde cuando te dicen así? — interrogó Fleur esta vez.— No te molestes, pero el apodo te queda.
Reímos todas, ya que era la verdad.
— Desde primer año, unos Gryffindor me colocaron el nombre, ya sabrán quienes fueron.
— ¿Fred y George? — preguntó Florence asombrada.
— Sí —asentí. — Un día George y varios quedamos atrapados en una cerca que apareció en medio del jardín. — comencé a contarles. — Estaba cayendo la nieve y era invierno, hubo una maldición con un hielo que invadió el castillo, pero yo tenía mi varita y le eché un hechizo a la cerca y pude salir.
— ¿No los ayudaste?
— Pues no, no era mi culpa que no supieran usar sus varitas, como había hielo alrededor y yo pude hacerlo derretir ellos me colocaron así, tardó medio día en que mi nuevo apodo se hiciera conocido.
Ellas se quedaron observando, me llevaba muy bien con ellas, pero claramente siempre habría una división en el pensamiento de ellas para conmigo.
Decidimos volver al castillo, yo quería descansar ya. Después de un rato cogimos las carrozas y volvimos a Hogwarts.
— Me lo pasé muy bien hoy. — les dije. — Nos vemos mañana.
— Nosotras también. — respondieron sonrientes, ansiosas de irse a la torre de Ravenclaw por que ya estaba haciendo frío. Antes de que pudiéramos despedirnos, sentimos un grito.
— ¡Fleur! ¿Quieres ir al baile conmigo?
Fue aterrador, ridículo y patético. Ron quería ir con Fleur al baile de navidad, algo que ni en sus sueños sucedería.
Al parecer todos los Weasley tenían neuronas de menos.
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