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Desde que habían llegado los estudiantes de Durmstrang y Beauxbatons la escuela era un caos. Todas las ridículas chicas de la escuela iban tras los chicos guíados por Igor Karkaroff ; los hormonales de los chicos, iban tras la mayoría de las chicas que eran dirigidas por Madame Máxime.

En cierto modo la escuela había adquirido nuevos aires, nuevas costumbres y nuevas culturas. Durmstrang se comenzó a sentar en nuestra mesa, ya que la enseñanza que solían recibir en su escuela era muy parecida a las creencias que nosotros profesabamos y eso me agradaba, al menos no teníamos que compartir con ningún sangre sucia, ya que en la escuela de Noruega era muy selectiva.

Por otra parte los estudiantes franceses habían comenzado a compartir mesa con los estudiantes de Ravenclaw, según Dumbledore era con los que más podrían tener cosas en común, más estoy segura de que su intención era sentarlos junto a los Gryffindor, pero Madame Maxime no lo halló conveniente. Indiscutiblemente la reputación de las casas estaba haciendo lo suyo en este momento, todos pensaban que nosotros seríamos los estigmatizados y no fue así.

La verdad de las cosas hubiera deseado que mi madre y mi padre me hubieran enviado a Durmstrang, ahí impartían todo lo que yo deseaba aprender, tenían todas las costumbres y creencias que yo propiamente tal tenía, era una enseñanza intensa y muy estricta, pero mi madre y sus aprehensiones habían hechado por tierra mi sueño cuando tuve once años y me envió aquí a Hogwarts junto a mi hermano, que ya había ingresado un año antes que yo.

Luego de varias semanas para que generaramos una buena convivencia con las demás escuelas y para que los que quisieran participar dejaran su nombre dentro del Cáliz de fuego, el día por fin llegó y los campeones serían elegidos esta noche durante la cena, mis compañeros de séptimo año estaban ansiosos ya que habían dejado su nombre. Gaspar era el más inquieto, quería ser elegido el campeón de Hogwarts.

— ¿Quieres quedarte quieto Gaspar? ¿Por favor? Estás mareándome. — le comenté mientras lo observaba dar vueltas dentro de la sala común.

— No puedo cariño, esta noche darán los nombres seleccionados y de verdad quiero ser el elegido, ni tu hermano está tan expectante. — me respondió.

Yo puse los ojos en blanco y volví mi vista al libro de hechizos que tenía en mis manos. Realmente los hombres se colocaban estúpidos cuando les hablaban de la gloria eterna y el poder que podrían conseguir en el caso de que ganaran el torneo.

—Creo que es una tontería, existe una dentro de mil posibilidades de que salgas elegido, puedes irte relajando. — volví a decirle con tranquilidad. — Además, si es que llegaras a ser seleccionado podrías morir, es una alta posibilidad. Si eso pasara, tu padre te mataría de nuevo, iría a patear tu féretro a tu funeral. — dije entre risas.

Él me miró de manera desagradable, fingiendo enojo, pero después de eso se acercó a mí, se sentó a mi lado, apegando su cuerpo al mío. Me abrazó de manera fuerte y se acercó a besarme. Yo correspondí a su beso, no podía negarlo Gaspar besaba muy bien y sabía lo que hacía, pero de inmediato comenzó a pasear sus manos por mi cuerpo como un desesperado, eso sin mencionar que estabamos en presencia de más personas por el hecho de estar en la sala común.

Lo aparté de un empujón no muy fuerte y percibí un reclamo por parte de él.

— Hey cariño. — me susurró. — ¿Por qué me apartas? — me habló al oído en un tono demasiado coqueto.

— ¿Pues porque estamos en medio de la sala común? ¿Y está llena de gente? — respondí con obviedad.

— Perséfone ¿Por qué no subimos a mi habitación? — me propuso en el mismo tono aprovechando de besar mi cuello. — Sabes, tengo muchas ganas de que volvamos a estar juntos, hace mucho tiempo que no lo hacemos. — me acarició de manera melosa.

— Pues no tengo ganas Gaspar— contesté tajante.

Por supuesto que no lo aceptaría tan fácil, por lo que me volvió a insistir.

— ¿Acaso no recuerdas lo mucho que te gusta que te acaricie y que te haga mía? — se insinuó con suficiencia — No te coloques esquiva conmigo, sabes que te gusta que lo hagamos duro, sé que te gusta así.

— ¿Quieres callarte? ¡Ya te he dicho que no quiero acostarme contigo! — le grité provocando que algunos a mi alrededor se volvieran, entre ellos Helena, que estaba junto a otras chicas. Detestaba tener que exponer mis problemas, pero realmente había terminado por cansarme.

Me puse de pie y decidí salir de las mazmorras en dirección al Gran Comedor para esperar la cena. Los compañeros de Gaspar comenzaron a molestarle de inmediato, más no me molesté más, a veces se colocaba demasiado insistente. Caminé por las húmedas escaleras para salir hacia el pasillo y sentí que Daphne y Helena venían tras de mí, ya que me llamaron de inmediato.

— ¡Sefi! — llamó Daphne. — ¿Qué pasó con Avery? ¿Te hizo algo? ¿Se pelearon?

— A veces es un idiota, bueno, ahora es un idiota la mayoría del tiempo. — admití.

— ¿Qué ha sucedido entre ustedes Sefi? ¿Están bien? — me preguntó Helena. — Ahora siempre están discutiendo.

Eso era verdad. Gaspar y yo eramos novios hace bastante tiempo, nuestros padres tenían acordado nuestro arreglo matrimonial desde que comezamos a salir, como nuestras familias eran amigas cercanas y de sangre pura jamás pusieron oposición en nuestra relación. Podría decir que en un comienzo, durante nuestros primeros años estuve enamorada de él, pero ahora no tenía claro lo que sentía.

Me sentía aburrida en casi todas las ocasiones que me encontraba junto a él. Pero Gaspar era el hombre que mis padres ya habían escogido para mí y aunque yo no quisiera casarme ellos ya hablaban de lo que harían cuando yo pasara a ser una Avery. Aunque yo no quisiera, para Gaspar ya era de su propiedad y mi padre estaba feliz con eso. Tenía clara la situación , a él le interesaba que yo le trajera prestigio y riqueza, si yo le era útil estaba feliz. En cambio lo único que yo deseo en realidad es salir de la escuela y poder hacer lo que me plazca.

— La verdad. — me senté en una de las escaleras que estaban vacías y mis amigas hicieron lo mismo. — no estoy segura si es que quiero seguir con él, pero nuestro arreglo matrimonial ya está hecho.

— Sefi, nadie puede obligarte a casarte. — susurró Daphne.

— Pues mi padre sí, él ya habla de lo que hará cuando pase a ser de la familia de Gaspar. — dije con resentimiento, un sentimiento que ni siquiera sabía que tenía hacia mi padre.

— ¿Qué ha pasado entre tú y él? — quiso saber Helena. — ¿Ya han pasado al siguiente nivel?

Asentí, la verdad es que con Gaspar habíamos tenido relaciones sexuales desde el verano pasado y si bien en un principio fueron placenteras, no sentía que lo estuviera haciendo con él por que le quería, si no únicamente porque como toda chica tenía deseos y quería satisfacerlos al igual que él quería saciarse conmigo.

— ¿Qué pasará si no te casas con Gaspar? Ya no eres virgen. — Helena me miró con preocupación.

— Al menos a mi familia no le interesa con quien me acueste o si me caso virgen o no, les da igual si es Gaspar o cualquier otro, sólo quieren que me case y que aumente su poder adquisitivo.— les respondí con la mayor naturalidad posible, así eran las cosas, no tenía para que mentir.

Daphne iba a agregar algo hasta que apareció mi hermano en sus labores como Delegado.

— ¡Chicas! Ya es hora de ir al Gran Comedor, quiero a todo Slytherin en la mesa, ahora. — nos ordenó y la verdad es que no quería tener problemas recién empezadas las clases.

Entramos al Gran Comedor y nos dirigimos de inmediato a la mesa de Slytherin, nos acomodamos juntas, a mi lado se sentó un estudiante de Durmstrang que rápidamente comenzó a coquetear conmigo, honestamente yo había tenido una particular llegada con ellos, aunque nadie quisiera admitirlo por no quedar ante los demás como discriminadores, ellos si creían que los sangre sucia no deberían de asistir a las escuelas de magia y que eran una deshonra.

Sentí que alguien carraspeó a nuesta espalda, obviamente era Gaspar.

— ¿Me das permiso? Quiero sentarme junto a mi novia. — le anunció al chico de Durmstrang con cara de pocos amigos, a este no le quedó nada más que correrse hacia un lado para cederle el espacio a mi novio.

Gaspar cogió mi mano por debajo de la mesa y la tomó, apretándola más fuerte de lo necesario, provocando que me doliera, no dije nada y no le reclamaría por eso, más quise soltarme de su agarre, pero él era más fuerte que y comenzó a dolerme de verdad.

— Me lastimas, idiota. — le susurré.

— Eso es para que no andes coqueteando con estos gorilas a mis espaldas. — bufó y después de manotear bajo la mesa me soltó.

— ¿De qué hablas?

— Sabes de lo que hablo, a tu padre no le gustará para nada saber de esto.

— ¿Acaso harás un lío como un crío enojado?

Se acercó a mi oído para que nadie escuchara lo que decía.
— Tú eres mía Perséfone, ni creas que permitiré que me dejes o que te andes acostando con otros a mis espaldas, sabes lo que haría tu padre.

No tuve opción de replicar ya que en ese mismo momento llegó el profesor Snape a imponer el orden ya que Dumbledore comezaría la ceremonia, estaba Bartemius Crouch para certificar todo en el mismo lugar. El director comenzó a bajar las luces.

— ¡El momento ha llegado, los campeones serán elegidos! — anunció y todo el alumnado se mantuvo en silencio, todos querían saber quienes serían los escogidos por el cáliz de fuego. Observé como realizó un conjuro y de pronto un pergamino celeste y en forma circular salió expulsado del objeto mágico.

— ¡La campeona de Beauxbatons es Fleur Delacour! — anunció y se sintió como el castillo retumbó con los vítores. Miré la mesa de Ravenclaw y me dí cuenta que muchas chicas felicitaban a la rubia en cuestión, ella había sido una de las brujas francesas más piropeadas desde que llegó a la escuela, además me dí cuenta que muchas de sus compañeras la observaban con envidia, sin duda era muy hermosa, no podía negarlo, más  no sabía si era realmente inteligente. Antes de pasar al frente la chica abrazó a la que debía de ser su hermana menor, ya que eran muy similares, su directora Olímpe, la abrazó fuerte una vez que subió al estrado.

Dumbledore volvió a dirgirse al cáliz luego del alboroto generado anteriormente.
— ¡El campeón de Durmstrang es Viktor Krum! —volvió a anunciar el director, y si la reacción ante Fleur había sido importante ahora había sido extraordinaria. Viktor era un mago joven, pero aparte de eso era famoso por ser el buscador del equipo de Quidditch de Bulgaria, por ende tanto chicos como chicas babeaban por él, a diferencia de los compañeros de Fleur, todos los compañeros de Viktor le felicitaron de manera sincera y realmente se alegraron por él. Dentro de la mesa de Slytherin también se sintieron los aplausos para él.

Ahora sólo quedaba saber quién sería el campeón de Hogwarts y el director no tardó en tener el pergamino en la mano, percibí como Gaspar y Félix intercambiaron una rápida mirada.

—¡El campeón de Hogwarts es Cedric Diggory! — cantó Dumbledore y no pude evitar reír por lo bajo con ironía.

Tenía dos motivos para ello.

Ver la cara y la reacción de Gaspar a mi lado.

— ¿Diggory? ¡No puede ser! — reclamó Gaspar por lo bajo hacia donde mi hermano, quien lo observó con la misma cara de molestia.

El segundo motivo, era algo parecido al reclamo de Gaspar, si bien yo no conocía a Diggory del todo, podía analizar perfectamente que era un inútil, partiendo por ser de Hufflepuff, todos esos eran unos blandengues debiluchos, en el caso de que pudiera hacer las pruebas, quedaría último en todo, estaba segura.

Intecambié una mirada con mis amigas al oír los reclamos de mis compañeros masculinos, ignorando por completo a ellos y las felicitaciones de Albus con los campeones. El director iba a ponerse a hablar de nuevo para anunciar la cena, cuando de repente el cáliz comenzó a echar humo celeste de dentro de él, y sin previo aviso echó  fuera un cuarto pergamino.

La voz del director se sintió como un estruendo en toda la estancia.
— ¡Harry Potter! ¡Harry Potter!

Puse los ojos en blanco. El huérfano de Hogwarts metido en el ojo del huracán de nuevo. Desde que Potter había pisado la escuela no había un sólo año en que algo no le sucediera, esto provocaba que su delirio de persecución aumentara y su ego se agigantara aún más. Eso no era nada, sí él estaba metido en algo, su amiguito pobretón Weasley y su amiguita la sangre sucia también.

Suspiré, esto iba para rato y lo más probable es que la cena se cancelaría, que era para lo único que yo estaba allí. Nadie podía creerlo, al parecer Potter era otro participante del Torneo, situación que sacó ronchas de inmediato.

— ¡Maldito tramposo! — gritó Gaspar en primer lugar, generando una efusiva silbatina en nuestra mesa que fue apoyada de inmediato por mi primo Draco.

Nadie tenía ni la más puta idea de lo que pasó, al parecer jamás aconteció una situación así.
Todo el profesorado desapareció en ese momento, asumo que dirigiéndose a la oficina de Dumbledore. De pronto la comida apareció en las mesas respectivas, más todos estaban demasiado revolucionados para tomarla en cuenta. Yo metí algo dentro de mi bolsillo ya que me percaté de que Draco estaba peleando con Weasley, el amigo de Potter.

— Cara rajada no puede quedarse quieto nunca ¿Siempre tiene que llamar la atención? — le gritó. — Estoy seguro que tú y ella — indicó a Granger — le ayudaron ahora.

— No hicimos nada. — se defendió Granger. — Esto sólo ha sucedido ¿Quién no dice que fuiste tu quién lo hizo para perjudicarlo! — le echo en cara a Draco.

— Pues nos haría un favor a todos si es que participa. — intervine. — seguro muere en la primera prueba y así deja la paz en este castillo. — solté causando las risas de toda mi casa.

— Nadie te ha invitado a la conversación, Rosier.— me escupió Granger.

— Yo me meto en lo que quiero, una sangre sucia como tú debería pedirme permiso para dirigirme la palabra . — le molesté. — No sé quien te crees.

Antes de que Granger pudiera replicar, alguien la defendió.

— Deja de molestarla Rosier. — era George, el justiciero.

— Mira Weasley, no sabía que andabas de mago justiciero por la vida defendiendo a los impuros, tan traidor que eres, no puedes evitarlo. — le contesté.

— Cállate Rosier. — dijo el otro. — Enserio nos irritas.

— No te metas fotocopia. — le ignoré y me volví hacia George de nuevo.— ¿Acaso Spinnet no se molesta porque te metes a defender a otras personas? — por lo que yo sabía ella y Weasley estaban saliendo y por lo que tenía entendido era una loca celosa.

— Eso no es tu asunto.

— Tampoco es tu asunto el cómo yo trate a esta impura. — le rebatí. — ¡Sangre sucia, sangre sucia! — corié entre las risas de mis compañeros.

— ¡Quieres callarte! — sacó su varita. — ¡Muffliato! — me lanzó.

Con un simple movimiento de varita lo desvié y sin querer rompí la jarra con jugo de calabaza de la mesa de Hufflepuff.

No todo podría ser tan divertido, ya que antes de que pudieramos huír fuimos atrapados.

— ¡Weasley! ¡Rosier! ¡A mi oficina! — la voz sonó realmente enojada.

Por la hija de la gran puta. — pensé.

Era McGonagall.

Estaba en problemas.

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