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Persefóne.

Según la mitología griega, Perséfone fue hija del Dios Zeus –padre de todos los dioses– junto a Demeter, la diosa de la fertilidad.

Se decía que Perséfone era una jóven cuya belleza era inigualable, cuando paseaba por los prados, las semillas germinaban y las flores brotaban de múltiples colores.

Pero la joven fue raptada por Hades– el dios del inframundo– haciendola su esposa. La única manera de volver a la tierra, fue cuando Hermes– el mensajero de los dioses– fuera por su persona a los infiernos y ella no comiera de la granada que Hades le había obsequiado para el viaje. Pero Perséfone no quería volver, por eso comió de los granos. Su madre en un deseo egoísta, quería tenerla junto a ella en la tierra, pero la joven quería tener su propio mundo, sus propios dominios.

Y junto a Hades en el infierno los podría tener, convirtiéndose así en la ama y señora del inframundo, en la diosa del Infierno.

Desde los orígenes latinos, han querido expresar que el nombre Perséfone significa, brotar o dar vida, pero no.

Etimologicamente desde el griego antiguo, sólo significa una cosa:

Pertho, significa destruir, Phon, asesinato.

En pocas palabras.

«Perséfone, o la que trae destrucción» o «la que lleva la muerte»

Terminé de leer el pergamino con mi tarea, el profesor Binns de Historia de la Magia nos había mandado como deber, investigar los orígenes y significados de nuestros nombres, de modo de reconstruir nuestro pasado y de esa forma analizar como contribuía a la historia de nuestra familia, cómo nuestro nombre influía en nuestra vida.

Mi nombre en particular, me identificaba a la perfección.

Perséfone, la que trae destrucción, era un nombre poderoso, de alguien que imponía respeto.

El profesor Binns me miró algo conflictuado al escuchar la particular definición que yo le había dado, y lo bien que me sentía con respecto a ella.

— Muy bien señorita Rosier, su tarea es una de las más completas hasta ahora. — me felicitó luego de aclararse la garganta— me alegro que se haya dado el tiempo de buscar y de hacer el deber a conciencia.

Sonreí con suficiencia, mis notas eran excelentes, siempre cumplía con todo a lo que asignaturas respectaba.

— Aburrida. — una voz sonó desde el fondo del salón. No tenía que volverme para saber a quién pertenecía.

Me volví brusca para hacerle frente.
— Eso lo dices porque jamás tendrás una tarea tan completa como las mías pobretón Weasley. — le contesté con desdén.

Desde que había iniciado mi formación académica en Hogwarts, los gemelos Weasley habían sido mi pesadilla, yo los odiaba, a George sobre todo. Siempre buscaba una forma de molestarme, de perjudicarme o de que las cosas malas me sucedieran. En un principio sólo decidí ignorarlo, mi padre me había advertido que tenía que mantenerme lejos de personas como ellos, los Weasley eran traidores a la sangre y yo no debía estar cerca de ellos, así me habían educado.

Ahora que ya estábamos en sexto, esa hostilidad entre nosotros no había disminuído, más bien había aumentado y por parte de ambos.

— Jamás querría ser como tú Rosier — pronunció mi apellido con el mismo odio que yo había pronunciado el de él.

El profesor se apuró a calmar nuestra discusión, pero claramente me dió el favor a mí.

— Señor Weasley, ya que anuncia que la tarea de su compañera es aburrida, podría hacernos los honores y leernos la suya, por favor.— le indicó el profesor y yo me volví para sonreírle con malicia, a modo de triunfo.

Él me fulminó con la mirada, odiaba que los profesores nos dieran el favor a los Slytherin. Se aclaró la garganta y comenzó a leer.

— George, significado de origen griego, que significa hombre que ara, o el que ara la tierra. — dijo al segundo de haber comenzado.

No pude evitar reír.

¿Acaso hasta el significado de su nombre era tan básico?

— Veo que hasta el significado de tu nombre es pobre, al igual que todo lo de tu familia. — solté sin más.

— Esa era la tarea, significado del nombre, no hacer una enciclopedia. — se rió y junto con él todos los Gryffindor — la reina de hielo no puede contener su necesidad de atención.

Fred, su hermano le apoyó y siguió con su juego.

— La reina de hielo ahora escaló y se convirtió en la reina del infierno — se rió — ¿Tus ridículos padres no pudieron colocarte un nombre menos patético? — se burló.

— No saben lo que dicen fotocopias, espero que se pudran en el infierno — les contesté ignorando al profesor que intentaba frenar nuestra discusión.

— ¿En cuál? ¿En el tuyo? — se volvió a reír George.

—¡Silencio! ¡Basta los dos! — nos regañó el profesor. — Cinco puntos menos para Gryffindor, y cinco puntos menos para Slytherin.

— ¡Pero él comenzó a molestarme profesor, yo sólo me defendí! — acusé de inmediato.

— Los ofendiste Rosier, basta ya si no quieren que siga quitándoles puntos.

En ese momento la campana que indicaba el fin del bloque sonó, por lo que la clase terminó. Me enfurecía de sobremanera la presencia molesta de esas malditas comadrejas. Siempre nos quitaban puntos por su culpa.
George buscaba constantemente formas de molestarme, y yo claramente no me quedaría a permitir que llevara a cabo sus idioteces, menos llevaría la fiesta en paz.

Recogí mis cosas y salí de inmediato del aula. Estaba con una cara de culo que no podía sostener.

— ¡Sefi! — gritó detrás de mí Helena— ¡Sefi esperame!

No contesté, mi sangre hervía, llevábamos un mes de clases y ya había perdido diez puntos para mi casa, solamente porque esos imbéciles no paraban de meterse conmigo.

— ¡Sefi! Ya cálmate, no ha sido tu culpa. — Helena intentó tranquilizarme cuando alcanzó mis zancadas largas.

Helena Mulciber era mi amiga desde que tengo memoria, nuestros padres eran amigos cercanos, por ende nosotras nos conocimos desde que eramos unas niñas.

— Sé que no fue mi culpa, pero de igual manera me quitaron puntos, siempre tengo que asumir las consecuencias por culpa de ellos, los odio. Me gustaría poder lanzarles una maldición asesina o hacerlos caer desde la torre de astronomía. — comenté con la mayor intención posible.

— Son una peste, pero creo que no podemos hacer nada.

En Hogwarts todos estaban expectantes, este año se daría lugar a un Torneo que hace muchos años no se daba. El director Dumbledore lo había anunciado el día en que habíamos llegado a la escuela. El Torneo de los tres magos era prácticamente todo un evento dentro de la comunidad mágica y Hogwarts era la sede este año. En Octubre llegarían delegaciones de estudiantes de otras escuelas de magia del mundo, por lo que todos estaban felices, chillaban y se comportaban como si nunca hubieran visto a alguien que no viviera en Londres.

Caminé entre los estudiantes a prisa, me tenían harta los niños de primer año que corrían por todas partes, eran más irritantes que los de otros años.

— ¿A donde vas? — me preguntó mi amiga, yo había olvidado su presencia.

— Estoy buscando a Félix y a Gaspar — indiqué como si fuera la cosa más obvia de la vida.

— No te comportes como una perra conmigo Perséfone, no soy la que provoca tus problemas. — me espetó Helena.

Suspiré, tenía razón.

— Lo siento Lena, no quise ser antipática contigo.

— Siempre eres antipática, pero ¿Trata de controlarte sí ? Si sigues así nadie te soportará, ni siquiera Gaspar.

La ignoré por completo, a mí no me gustaba que me dijeran qué hacer o cómo comportarme, mi personalidad era así, el que me quería bien, el que no, podía irse al demonio.

Localicé a Félix y a Gaspar riendo en los jardines principales.
Félix Rosier era mi hermano mayor, el favorito de papá, el delegado de Slytherin y capitán del equipo de Quidditch.
Gaspar Avery era mi novio, desde niños nos conocíamos, más éramos novios desde que yo tenía catorce. Él  era hijo del mejor amigo de mi padre, por ende era lógico que nos tuvieran emparentados prácticamente desde que nos engendraron.

— ¡Sefi! — me gritó Gaspar. — Cariño ¿Por qué traes esa cara? — preguntó apenas me vió.

— Me quitaron puntos, por culpa de uno de los Weasley.

Esa no era novedad, siempre sucedía.

— Eres una inconsciente Perséfone. — me increpó mi hermano. — No puedes quedarte callada aunque sea por una vez. Siempre consigues perder puntos de Slytherin.

— ¡No me callaré! No permitiré que se salgan con la de ellos. Aquí todos los profesores, incluso el director protegen a los Gryffindor.

— Tú deberías impedir que se meta en problemas. — Félix se volvió a Lena para regañarla.

— Yo no tengo la culpa Rosier, tu hermana tiene pensamiento y boca propia, no seas ridículo. — se defendió mi amiga.

— Ya ya ya — indicó Gaspar abrazándome desde atrás, por la espalda — ¿Hiciste que ellos perdieran puntos? — me cuestionó con una ceja levantada.

— Por supuesto. — respondí con una sonrisa de suficiencia.

— Esa es mi chica. — me besó en los labios.

— ¡Qué asco! Dejen de hacer eso frente a nosotros. — chilló Helena.

Me reí.

— Mañana llegan los estudiantes de las otras escuelas ¿De qué escuelas creen que serán? — preguntó mi amiga.

— Mi madre trabaja en el departamento internacional. — habló Gaspar. — Ya lo sé, son de Beauxbatons y de Durmstrang.

Me volví para verlo, no me había contado nada antes.

— ¿Por qué no me habías dicho?

— Ayer dijiste que no estabas interesada en saber del torneo, lo encontrabas una tontería. — me respondió sin darle importancia.

— Sólo espero que no vengan a arruinar más a la escuela, ya nos basta con todos los sangre sucia que llegaron este año.— soltó Félix.

— ¿Qué más te da? — comentó Gaspar. — Ya estamos plagados de ellos, Hogwarts hace mucho que dejó de ser lo que fue y eso tiene que ver con Dumbledore al mando. — soltó con desprecio.

Eso me llamó la atención, para mí Dumbledore era el mejor mago de todos los tiempos, quizás mi familia no tenía los mismos ideales que él, pero sin duda Albus era un mago sumamente poderoso y en mi parecer había mejorado mucho la educación mágica.

— Yo no opino igual — intervine — no creo que Dumbledore sea el del problema, el problema es de esos magos que se acuestan con los muggles. De no ser así, no habrían sangres sucia.

— Este es un tema sumamente aburrido — balbuceó Helena. — ¿Podemos hacer otra cosa más interesante?

— Tenemos entrenamiento de Quidditch. — comentó Félix.

— ¿Para qué van a ensayar? Dumbledore ya dijo que la copa no se celebrará este año.— agregó Helena desconcertada.

— ¿Pero qué? ¿Eres tonta o qué Mulciber? Que no haya copa no quiere decir que los entrenamientos dejen de realizarse, o todos se convertirían en unos inútiles como tú. — saltó Félix.

— ¡Eres un imbécil!

— ¡Y tú una estúpida!

Rodé los ojos, eso era típico. Félix odiaba a Helena y viceversa, todo porque habían intentado tener una relación hace un tiempo y no había funcionado, desde allí se habían guardado un odio pacífico que estallaba de vez en cuando.

— No quiero oír sus problemas de ex novios frustrados. — dije con burla. — me voy a la sala común, en un rato tengo pociones y debo repasar para el examen, Lena creo que deberías hacer lo mismo.

Mi amiga suspiró y me siguió.

— Deja de buscarle pelea a Félix, él se ríe de tí.

— Yo no comencé.

— Pues ignóralo, él disfruta tratándote mal, así que no le sigas la pelea, él siempre gana.

Caminamos rumbo a las mazmorras y en ese trecho nos volvimos a encontrar a las fotocopias Weasley. Iba a ignorarlos, más George siempre tenía que decir alguna estupidez.

— ¿Ya se te quitó el enojo Rosier? No deberías enfadarte tanto, o te arrugarás más de lo que ya estás.

— Déjame en paz pobretón Weasley. — le escupí sin siquiera mirarlo.

— Eres tan amargada, se te está cayendo el culo por eso. — se rió.

Me volví ante ese comentario, tenía comentarios de sobra para soltarle.

— ¿Me estás mirando el culo Weasley? Dejame decirte que es lo único que podrás hacerle. — solté con ironía.

Fred no pudo aguantar la risa ante mi respuesta y darse cuenta de la cara de su gemelo.

— Créeme que no te tocaría aunque fueras la última mujer de la tierra Rosier. — me indicó — eres tan no sé, fría, calientas menos que un fantasma.

Alcé mis cejas.

— Pues si sabes de qué manera es mi trasero es porque lo has mirado en bastantes ocasiones Weasley, sabes no te culpo, jamás podrás estar ni por asomo cerca de una chica como yo.

— No quisiera estar cerca de una chica como tú Rosier.

— Entonces déjame en paz. — fue lo último que dije para luego volverme.

Sí, George Weasley era una peste, un ser humano desagradable, odioso, pobretón y traidor a la sangre.

Me odiaba con toda su existencia.

Y el sentimiento era mutuo, pues yo deseaba que desapareciera de la faz de la tierra.

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