Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟏𝟎 🕷️ De vuelta a los orígenes

᯽‧₊˚⁺ ❨𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗘𝗡❩ ̖́- 🕸️
BACK TO THE ORIGINS 🏹

❝¿Recuerdas cuando íbamos a acampar?
¿Dónde solo oías grillos y búhos?
¿Y mamá nos cantaba junto a la fogata?❞

Hace dieciséis años.
A las afueras de Londres.

𝐂𝐎𝐆Í 𝐄𝐋 𝐀𝐁𝐑𝐈𝐆𝐎 𝐘 𝐒𝐀𝐋Í 𝐏𝐎𝐑 𝐋𝐀 𝐕𝐄𝐍𝐓𝐀𝐍𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓𝐀𝐂𝐈Ó𝐍 𝐃𝐄 𝐒𝐄𝐑𝐆𝐄𝐈 𝐂𝐎𝐍 𝐄𝐋 𝐌Á𝐗𝐈𝐌𝐎 𝐒𝐈𝐆𝐈𝐋𝐎 𝐏𝐎𝐒𝐈𝐁𝐋𝐄 𝐘 𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐋𝐄𝐓𝐀 𝐁𝐈𝐄𝐍 𝐀𝐉𝐔𝐒𝐓𝐀𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐌𝐈 𝐄𝐒𝐏𝐀𝐋𝐃𝐀.

—Con cuidado. —Sergei iba delante de mí. Se movía con cautela pero con una determinación que era difícil de ignorar. Aunque noté su nerviosismo, estaba claro que estaba más que dispuesto a seguir adelante con aquella idea que nos alejaba de lo que hasta ese momento habíamos llamado hogar.

La brisa fría de la noche nos golpeó el rostro, haciendo que mi respiración se acelerara por algo más que el esfuerzo. Sabíamos que no había margen para errores.

Tenía cuidado con cada paso, asegurándome de no resbalar. Las rejillas del tejado crujían bajo mis pies, un recordatorio constante de lo frágil que éramos. «No mires abajo», me obligué a repetirme una y otra vez, como un mantra que evitaba que el vértigo me dominara.

Era una caída de aproximadamente cuatro metros, una altura suficiente como para causar lesiones graves dependiendo del ángulo y la fuerza del impacto. Considerando el hecho de que el tejado tenía una ligera inclinación y el suelo debajo era de grava compacta, el riesgo de fracturas o traumatismos no era insignificante. Un simple error podría tener consecuencias irreversibles.

Y, como si mis peores temores se materializaran, Sergei resbaló. Mi corazón se detuvo al verlo caer, pero su reacción fue instintiva, casi salvaje; aterrizó con la agilidad de un animal que cae desde un árbol, rodando sobre el suelo para disipar el impacto.

Me miró desde abajo con una expresión extraña. No había emitido ni un solo sonido al caer.

—¿Pero qué...? ¿Estás bien? —susurré, haciendo el menor ruido posible.

—Sí..., es extraño —confesó mientras se sacudía el polvo de los pantalones y aprovechaba para erguirse con agilidad—. Mi cuerpo simplemente... reaccionó. Ni siquiera lo pensé.

Fruncí el ceño.

—¿Debería probar yo también? —bromeé, intentando aligerar el ambiente mientras miraba el borde del tejado—. Quizá mi cuerpo también tiene algún instinto secreto... o al menos rebota como una pelota de goma.

Sergei alzó una ceja, divertido.

—Prefiero no descubrirlo. Por lo que sé, podrías quedarte incrustada en el suelo como un clavo mal puesto. Lo mío fue suerte.

—Bueno, gracias por la confianza —respondí con sarcasmo y, sin perder más tiempo, seguí avanzando con cautela.

El borde del tejado era notablemente más bajo en aquel punto, aproximadamente a un metro y medio del suelo. Desde allí, habíamos calculado que podríamos descender de forma segura utilizando la inclinación del techo como soporte para amortiguar el impacto al caer. Aunque no era una maniobra exenta de riesgos, las probabilidades de lesiones graves disminuían considerablemente al reducir la altura de caída.

Sergei se acercó desde el suelo, con los ojos fijos en mí.

—Salta. Yo estoy aquí.

Antes de hacerlo, ajusté mi postura para minimizar el impacto. Flexioné las rodillas ligeramente y me aseguré de que mis pies estuvieran alineados para distribuir el peso de manera uniforme al aterrizar. Mantener el centro de gravedad bajo es clave para reducir el riesgo de lesiones, así que me incliné ligeramente hacia adelante, preparándome para amortiguar el impacto con las piernas. Al saltar, traté de mantener el cuerpo relajado y el control total de mis movimientos, evitando cualquier rigidez que pudiera aumentar el ruido o la posibilidad de perder el equilibrio.

Y, con un movimiento preciso, salté.

Cuando caí, Sergei reaccionó con una rapidez asombrosa, agarrándome de los hombros con tal firmeza que casi no toqué el suelo. Estaba a punto de caer hacia adelante, pero sus manos me estabilizaron al instante.

—¿Estás bien?

—Sí... —respondí, recuperando el equilibrio—. Tienes unos reflejos increíbles.

Podía ver con la tenue luz de la luna, cómo una sonrisa se extendía de oreja a oreja en su rostro.

—Eh —dijo, sosteniendo la sonrisa—. Sigamos, ya queda menos.

Con la misma cautela avanzamos por el umbral de la mansión, doblando la esquina, pero justo al final, nos encontramos con una figura que nos observaba, esperando.

Dmitri.

«Esto va a ser más difícil de lo que pensaba».

—Quedaos, no quiero estar solo con él. —Dima materializó en pocas palabras su mayor miedo: quedarse a solas con su padre.

—Me quiero ir. —El castaño rectificó, dándose cuenta de su error—: Tengo que irme.

—¿Por qué?

—No lo sé todavía, así que no puedo explicarlo, pero siento que algo me está pasando.

Estudié a Sergei, pero decidí callar. Esto era entre ellos, entre los hermanos.

—No sé de qué hablas.

—¿Recuerdas cuando íbamos a acampar? —El mayor de los hermanos dio varios pasos hacia adelante—. ¿Dónde solo oías grillos y búhos? ¿Y mamá nos cantaba junto a la fogata? Esa tierra es todo lo que me queda de ella.

—¿Y solo por eso está bien?

—Imagina que estuviéramos allí cada noche. Llegaría el día en que estemos juntos de nuevo, compartiendo esos momentos. —Llegó junto a él, le puso las manos en los hombros—. Perdóname, Dima. Por todo.

Con un rápido movimiento, le dio un golpecito en la oreja, el gesto que siempre hacían de pequeños cuando se veían o se despedían.

Lo que ahora era una despedida que se alargaría durante años.

Dmitri dejó de observar a Sergei y enfocó su mirada verde en la mía.

—Si os vais, hacedlo ya.

Me acerqué a él, sin saber qué decir.

—Dmitri...

—¡Marchaos!

Me quedé quieta por un momento, el aire se volvió pesado entre nosotros.

—No me voy a ir para siempre. Volveré. —Sergei se alejó con pesar.

Dmitri y yo nos quedamos en silencio, inmóviles con las sombras de la noche rodeándonos. Mi cuerpo se acercó a él de forma automática y mis brazos envolviendo su torso, pero él no correspondió a mi abrazo. No lo esperaba. Si yo fuera él, me sentiría igual.

Me separé lentamente.

—Estaremos juntos, tal y como lo prometimos. Nos separamos, sí, pero siempre volveremos a...

La palabra se quedó suspendida en el aire entre nosotros, inalcanzable.

—Vete.

Sentí el ardor en mis ojos, pero me esforcé por no dejar que las lágrimas se desbordaran. Cuando avancé, escuché cómo se sorbía la nariz, una señal de que se estaba conteniendo. Decidí no mirar hacia atrás, pero una punzada de culpa me recorrió el pecho. Mis pies se hicieron más pesados al distanciarme de Dima.

🕷️

𝐒𝐄𝐑𝐆𝐄𝐈 𝐘 𝐘𝐎 𝐍𝐎𝐒 𝐌𝐀𝐍𝐓𝐔𝐕𝐈𝐌𝐎𝐒 𝐄𝐍 𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎 𝐇𝐀𝐒𝐓𝐀 𝐋𝐋𝐄𝐆𝐀𝐑 𝐀𝐋 𝐏𝐔𝐄𝐑𝐓𝐎. Cada paso que dábamos parecía alejarnos aún más de lo que dejábamos atrás. Dmitri... su imagen no dejaba de rondarme. La tensión entre nosotros había quedado atrás, pero su dolor seguía presente; un eco persistente de un pasado compartido y que ya no volverá.

La quietud de la noche solo se veía interrumpida por el suave crujir de nuestros pasos sobre el suelo húmedo, y el sonido lejano del agua golpeando los muelles. Parecía una procesión, lenta y cargada de pensamientos no dichos, como si todo lo que habíamos vivido hasta ese momento estuviera sellado en el aire, esperando ser comprendido.

Un barco enorme se preparaba para zarpar, y las luces titilaban en la cubierta como faros en la oscuridad. La pesada maquinaria de la nave se ponía en marcha con un rugido bajo que retumbaba en el aire.

Nos acercamos al borde del puerto, observando el barco con atención, cuando un marinero se nos acercó. Nos miró fijamente, un poco desconcertado por nuestra presencia.

—¿Adónde vais? —preguntó con curiosidad.

—Queremos salir de Inglaterra —respondió Sergei sin titubear—. A Rusia.

El marinero frunció el ceño y echó un vistazo a nuestro alrededor, como si evaluara nuestras intenciones.

—¿En esto? ¿Sabéis que existen los aviones y los trenes, no? —comentó, casi con una sonrisa irónica.

Sergei no contestó de inmediato. No era necesario. El hombre debía entender lo que realmente estaba ocurriendo, lo que estábamos dejando atrás así que se quedó quieto por un momento, analizando la situación. Luego, su rostro se suavizó y asintió lentamente.

—Ah, ya veo. Estáis huyendo.

—Así es —respondió el castaño a mi lado.

El marinero observó a su alrededor, asegurándose de que nadie nos estuviera mirando demasiado, y después hizo un gesto con la mano hacia el barco.

—Pues subid. Subid. Partimos ya.

🕷️ ¡Espero que os haya gustado y muchas gracias por el apoyo,
los votos y los comentarios! 🕷️

🕸️ Entre más interacción haya en los capítulos,
más seguidas serán las actualizaciones. 🕸️

🏹 No olvidéis que para encontrar más contenido
y obras literarias, podéis visitar mi perfil de IG, donde me encontraréis como @misslefayy 🏹

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro