
𝟎𝟗 🕷️ Un nuevo comienzo
᯽‧₊˚⁺ ❨𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗡𝗜𝗡𝗘❩ ̖́- 🕸️
➥ A NEW BEGINNING 🏹
❝No se trata de lo que merecemos.
Se trata de lo que elegimos.
Y yo elijo estar contigo❞
Hace dieciséis años.
A las afueras de Londres.
━━━¡𝐇𝐄𝐑𝐌𝐀𝐍𝐎! ¡𝐀𝐁𝐑𝐄 𝐋𝐀 𝐏𝐔𝐄𝐑𝐓𝐀! —exclamó Dmitri mientras golpeaba la puerta. Fue inútil. Desde el otro lado, escuchaba ruidos inconfundibles: Sergei estaba revolviendo cosas, o mejor dicho, empacando. Lo sabía sin necesidad de verlo. Estaba preparándose para irse. Dmitri no lo sospechaba aún, pero yo sí. Y después de lo que me había dicho, ya no había duda. La discusión con su padre fue el punto final de la quebrada relación que tenían.
—Mierda... —murmuré, apretando los puños, y me giré hacia mi habitación. Si Sergei se iba, yo también.
—Nina, ¿qué haces? —preguntó Dmitri, siguiéndome al mismo tiempo que yo comenzaba a abrir los cajones, sacando algunas de mis cosas con movimientos rápidos pero decididos.
—Dima... —lo observé por un segundo, vacilante, pero luego hablé con firmeza—. No voy a quedarme aquí. Si Sergei se va, yo también.
Dmitri parpadeó, incrédulo.
—¿Qué estás diciendo? ¿Te vas a ir? ¿A dónde? ¿A Rusia? —Noté que palidecía levemente.
—Sí, a Rusia —contesté, doblando la tela de uno de mis pantalones y metiéndolo en la maleta con movimientos automáticos. Me sentía mal por todo lo que estaba sucediendo, pero no podía quedarme aquí, no después de todo lo que había pasado.
El hecho de tener que soportar a Nikolai día tras día se me haría insufrible. No estaba dispuesta a quedarme allí, atrapada en esa atmósfera cargada de control. Al menos, sabíamos lo que nos esperaba en Rusia, un lugar donde podíamos vivir sin esa constante amenaza. No era una casa, exactamente, más bien un refugio, un pequeño cobijo en medio del bosque, donde podríamos respirar sin las miradas y las reglas de Nikolai pesando sobre nosotros.
No lo habíamos planeado con antelación, al menos, no yo. Pero tampoco era un suicidio, como algunos podrían pensar. En realidad, era una estrategia inteligente. El aislamiento, el bosque, nos daría lo que no podíamos encontrar aquí: libertad. Sabía que era un riesgo, pero en ese momento, parecía ser la única opción viable.
—¿Y qué hay de la promesa que hicimos de estar juntos, pase lo que pase? —Dmitri me devolvió a la realidad.
Suspiré y me acerqué a él. Colocando mis manos suavemente sobre sus hombros, lo miré a los ojos, tratando de transmitirle mi determinación, mi necesidad de irme.
—La recuerdo, Dima —me sinceré—. Ven con nosotros, no tienes que quedarte aquí. Sé que tienes miedo, sé que no sabes qué hacer allí, pero tú también te mereces algo mejor. No tienes que cargar con esto solo.
Dmitri parecía vacilar un instante.
—¿Y qué haré yo? No soy como tú, ni como Sergei. No soy fuerte.
Le apreté los hombros con afecto, buscando que me entendiera.
—No tienes que ser como nosotros, Dima. Eres perfecto tal y como eres. No se trata de ser el más fuerte. Se trata de ser tú mismo. Y yo no quiero dejarte atrás.
El rubio retrocedió un paso.
Sabía que él nunca se había enfrentado a la idea de desafiar a Nikolai, y ahora, al ver la decisión que estábamos tomando, el miedo lo envolvía. No era solo el temor a las consecuencias, sino también a lo que significaría para él romper con todo lo que había conocido.
Intenté transmitirle algo de calma.
—Dima, sabes que no podemos quedarnos aquí. No podemos seguir bajo su control.
Él miró al suelo, dudando, su inseguridad era palpable, pero sabía que la elección que hacíamos no era fácil para ninguno de los tres.
Hubo un largo silencio, y pude ver cómo luchaba con la decisión.
—No puedo... —murmuró y una lágrima resbaló por su mejilla. Vi cómo su rostro se contorsionaba en una lucha interna, esa batalla entre el miedo y el deseo de escapar. Mi garganta se cerró, una punzada de dolor atravesó mi pecho. No quería verlo así, no de esta forma.
Sin decir una palabra más, Dmitri giró sobre sus talones y salió corriendo. Me quedé allí, inmóvil, escuchando sus pasos apresurados alejarse.
Un nudo se formó en mi estómago y me sentía culpable por dejarlo atrás, pero sabía que si me quedaba allí, también estaría dejando a Sergei a solas. Era una decisión imposible, una encrucijada entre dos lealtades que se retorcían en mi pecho. ¿Cómo podía abandonar a Dmitri? Pero al mismo tiempo, no podía negar lo que sentía por Sergei, el vínculo que ambos compartíamos. Él también necesitaba mi apoyo, y no podía fallarle ahora.
Mis pensamientos se agolpaban, pero el tiempo no me dio tregua. No podía quedarme indecisa y aunque me desgarraba el alma, tenía que seguir adelante.
Fue en ese instante cuando Sergei se paró en la puerta.
—No tienes por qué acompañarme, Karenina. —Él pensó que sus palabras bastarían para detenerme, pero no lo hicieron.
Podía ver la tensión en sus hombros. Él más que nadie era el que peor lo estaba pasando. El legado de Kravinoff dependía de sus decisiones en el futuro.
—No voy a quedarme atrás, Sergei —Intentaba aparentar calma—. No importa cuán difícil sea o lo que digas porque ¿sabes qué? Vi cómo morías... y en lo más profundo de mí, me prometí que no dejaría que algo así volviera a suceder. No sé si fue el miedo, la rabia o la desesperación, pero en ese instante entendí que no podía quedarme de brazos cruzados. No se trata de salvarte, ni de protegerte por obligación. Se trata de que no puedo permitir que todo lo que hemos vivido, todo lo que has enfrentado, termine de esa manera —pausé deliberadamente—. Voy a ir contigo, quieras o no.
Sergei mantuvo la compostura para luego, tras meditar su próximo diálogo, acercarse un paso más.
—Rusia no es como te imaginas, Karenina —dijo—. Es un lugar que te puede consumir lentamente. La gente allí vive con un ojo siempre alerta. Las ciudades son duras, con calles grises, vacías y heladas. Y los bosques son peligrosos. ¿Realmente estás dispuesta a hacerlo?
Lo miré fijamente y, sin dudarlo, respondí:
—¿Y tú, Sergei? ¿Estás dispuesto? —Cerré la maleta con firmeza, haciendo un pequeño gesto con la cabeza, como si esas palabras fueran más que una simple pregunta. Sabía que no era solo un destino lo que estábamos eligiendo, sino también un camino lleno de incertidumbre. Sabía que, al decirlo, yo misma me estaba comprometiendo a todo lo que implicaba esa decisión.
Sergei se quedó en silencio unos segundos pero una ligera sonrisa se dibujó en sus labios carmesíes al ver cómo me comportaba en ese instante. Decidida.
—Así que si realmente estás dispuesta, sabes lo que todo eso implica. No tendremos una mansión como esta, no habrá comodidades ni lujos. No habrá más camas cálidas. Viviremos a merced de lo que nos ofrezca esa tierra fría y desolada. No habrán leyes que nos protejan. No puedo prometerte que será fácil, ni que será seguro. La vida en Rusia es una lucha constante, una guerra con el clima, la tierra y, a veces, con nosotros mismos. No será el hogar que tú te imaginas.
—El hogar que me imagino eres tú.
Tras ello, escondí mi maleta debajo de la cama, asegurándome de que todo estuviera en su lugar. Sergei lo observaba todo. No necesitábamos palabras para entendernos.
—Nos iremos esta noche —dijo finalmente, con firmeza, sin dudar—. Y gracias por esto, por todo, por acompañarme. Karenina, realmente no te merezco.
Estudié el reloj de mano, observando cómo los minutos se deslizaban, quedando apenas unas horas hasta el anochecer. Un nuevo porvenir nos esperaba y aunque era un futuro incierto, sabía que iba a ser mejor que ser meros títeres de los juegos de poder de Nikolai.
—No se trata de lo que merecemos —respondí, mirándolo con la misma determinación—. Se trata de lo que elegimos. Y yo elijo estar contigo.
Sin embargo, había un nombre que se repetía una y otra vez en mi mente: Dima.
🕷️ ¡Espero que os haya gustado y muchas gracias por el apoyo,
los votos y los comentarios! 🕷️
🕸️ Entre más interacción haya en los capítulos,
más seguidas serán las actualizaciones. 🕸️
🏹 No olvidéis que para encontrar más contenido
y obras literarias, podéis visitar mi perfil de IG, donde me encontraréis como @misslefayy 🏹
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro