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「 ɴᴏ ᴠᴏʏ ᴀ sᴇɢᴜɪʀ ᴛᴜs ᴏ́ʀᴅᴇɴᴇs 」


Los primeros días en los Juegos fueron una completa locura. La sangre, las muertes y la agonía estaban por todas partes, me vi afectada por sentimientos egoístas y despreciables la mayor parte del tiempo. Desde que era pequeña he sido entrenada para ser una asesina, para ser la vencedora de mi Distrito en los quincuagésimos quintos juegos del hambre. ¿Estaba planeado que acabara aquí desde mi nacimiento? Por supuesto; así era la vida en Panem: injustificable y horrible y muy premeditada. Todos seguimos las reglas impuestas por el Capitolio y sus presidentes, que son seres crueles y sin remordimiento alguno por sus pecados. Hasta que no entre aquí, no me di cuenta de lo mucho que los odiaba a todos. ¿Por qué tenemos que vivir de esta manera? ¿No hay otra forma con lo que ganarse el derecho de la vida? Supongo que no, si a estas alturas seguimos igual.

Al verme obligada a obedecer y ser simplemente una muñeca que este bajo su control, sé que no es lo que quiero hacer hasta el resto de mis días. Por ese motivo, cuando vi por primera vez en el resumen de la cosecha al chico del 12, supe que las cosas debían de ser diferentes, que era hora de cambiar. Tuvo mi atención desde el principio, y he intentado conectar con él con casi cualquier cosa; lo he conseguido a medias. Por supuesto, juntarme como su compañera sería algo desagradable para mi distrito, el 4, ya que se considera muy superior a los demás.

Pero era inevitable no interesarme por Newton Grey; cada cosa que hacia era diferente, era extraño, y me demostraba con creces la línea tan grande y libertina que nos separaba. Desde su llegada, sus acciones han señalado una revolución por todas partes, incluso sin que el quiera darse cuenta. A Ethan no le gusta; pero sé que miente. Sencillamente tiene miedo de dejarse llevar por alguien que pueda meternos en problemas.

Ethan Blake es el compañero de mi distrito, y por supuesto, mi mejor amigo de toda la vida. Ambos somos una excepción en nuestro distrito, y por el motivo de que nuestra vida fuera entregada a los diecisiete a los juegos, nos permitieron entrenar en secreto y hacernos algunos tatuajes; estos últimos son los que nos ayudan a soportar la realidad de vez en cuando. No lo he visto desde que nos separamos en la Cornucopia. Sin embargo, estará bien. Es fuerte y muy ágil, por eso no me preocupo.

El bosque me resulta acogedor, y a la vez, terrorífico. Nunca sé que puedo encontrarme, y eso es lo que me da miedo. Ya llevo cuatro días aquí dentro, y las provisiones se terminan. Debo de adentrarme y buscar nuevas. En la noche anterior me encontré con Newt para pedirle que se uniese a mi equipo; que aceptase sin dudarlo, hizo que una gran sonrisa se apoderase de mí. Es cierto que me puse un poco melancólica antes de despedirme de el, pero fue porque se me pasó el vago pensamiento de que en otra vida, seríamos muy amigos y nos burlaríamos de las reglas absurdas de nuestra hipotética vida monótona. Un sueño, sin duda alguna.

El fresco de la tarde es refrescante, de ahí a que me despoje de la chaqueta de cuero que ocupo y la guarde en la mochila oscura que poseo tras mi espalda. Me quedo en una ligera camisa negra de tirantes. Mejor así, me digo mentalmente, pensando en que ahora mis movimientos tienen la posibilidad de ser más abiertos. Camino hasta alejarme de mi guarida secreta, en busca de nuevos alimentos. En silencio, y con la espada en mano, me aproximo al encuentro de varios conejos que corretean en libertad y sin miedo alguno. Alzo el arma mientras cazo a dos de ellos y les quito la vida, rápido y sin dolor. Es arriesgado encender fuego a estas horas del día, pero necesito comer y no pienso zampármelo crudo. Además, tengo la buena suerte de que mi escondrijo se encuentra en una especie de cueva, oculta tras hileras de lianas verdes y gruesas.

Y aunque me preocupa que el fuego salga por entre los huecos de las lianas y les dé a los demás tributos una idea de mi paradero, no les pondré la pelea fácil. No moriré en una guerra sin sentido, eso lo tengo claro. «No voy a seguir tus órdenes, estúpido juego », me digo al observar la manera en la que crepita el fuego.

Tras un rato de espera, por fin los conejos están listos. Apago el fuego con rapidez mientras las tripas me rugen. No queda nada de ellos. Quizás debería haberme guardado uno, pero es sabido que en unas temperaturas como estas, lo único que conseguiría sería que se pudriera al final. No puedo decir que es la mejor comida que he probado desde que me alejé de mi hogar, pero es mucho mejor que la cecina de la que llevo alimentándome estos últimos días.

Solo quedan unos pocos rastros de la hoguera cuando lo oigo: las ramas del suelo crujiendo. Las había puesto apropósito por motivo de que eso sería la prueba de que alguien estuviese alrededor. Dos personas a lo mucho. Voy incorporándome con cuidado, agarrando las dos espadas largas que pude conseguir en la Cornucopia. Por suerte, encajan a la perfección conmigo.

De pronto, es inevitable oír cómo por la ladera derecha se escuchan otras pisadas. Estas no tienen ápice alguno de mantener el anonimato. Entonces los nervios suben por la espalda, ¿cómo podían haber llegado tan rápido? Había procurado que el fuego no se extendiera demasiado. Da igual, puedo con todos ellos. Exhalando todo el aire que puedo, salto hacia la batalla. Quiero tomar la ventaja de que no me han encontrado todavía, así que mejor me doy prisa en moverme. Al salir, la luz me recibe y me molesta. Es mejor pelear de noche, más silencio y peor vista para mis enemigos. Sostengo con más fuerza mis espadas y trato de escuchar a mi alrededor. Lo encuentro; un enemigo a las doce. No tardo en aprovechar el bosque a mi alrededor, y lo veo. Está buscándome y dando vueltas como un pato mareado.

Le lanzo la espada de mi mano derecha y le da de lleno en el cuello, lo atraviesa de parte a parte. Algo de su sangre me salta encima, pero no tardo en aproximarme a su encuentro. El cañón suena. Ah, música para mis oídos. Es del 7, el chico de nombre Max Belch. Ahora los dos miembros del 7 están muertos. Entonces, mientras camino con cuidado, repaso los que quedan vivos: El chico del 1, Galliard, los del 2, los del 3, Ethan y yo, del 5 solo queda la chica y del 9 el chico. Aparte de eso, el 10, 11 y 12 están enteros.

A mi izquierda alguien me tira uno de esas dagas que tiene el filo torcido y me hace una pequeña raja en el brazo. ¿De dónde ha salido? Me doy la vuelta y veo que estoy rodeada. ¿Cómo he perdido tantas facultades? Sostengo mis dos armas y comprendo que los que amenazan con matarme, son la chica del 5 y los dos del 10. Mierda, me han cogido desprevenida.

—¿Creéis que me intimidáis? Podría con vosotros hasta con los ojos cerrados. —La chica del diez se lanza contra mí y nuestras espadas chocan, tiene dos como yo.

Intento poner toda mi fuerza en ese agarre, buscando desestabilizarla, pero el chico del diez me lanza una daga en la pierna. Quiero esquivarla, pero la chica presiona más todavía su agarre en mí. Siento que la sangre se escurre por mi pierna y no lo pienso. Aprovecho que la chica del 5 y el del 10 no muestran signos de querer acercarse. Suelto una de mis espadas, haciendo el amague de que ha podido conmigo y veo como sonríe. Ilusa que es la chica.

Cuando la espada casi llega al suelo, casi no puedo aguantar su peso con una sola mano, de ahí a que actúe deprisa. Me agacho con rapidez y mientras la vuelvo a agarrar, ella no se lo espera. Se la clavo justo en la garganta y cuando suelta sus armas para agarra esta, le doy una patada en el pecho. Cae de bruces con la sangre chorreando por todas partes. Ahora solo me queda una espada, y trato de mantener los ojos en mis dos contrincantes. Pero todo me da vueltas, siento que el corazón me late como loco. Al momento sé que tengo mucha adrenalina en el cuerpo.

La chica sigue gritando y quiero que se calle, no me deja oír nada de mi entorno.

—¡No pienses que puedes pasar sobre nosotros! —me grita el chico, sosteniendo en alto una hoz. La chica se mantiene quieta y no quiero esperar a ver quien se lanza primero.

Suena el cañón y la chica deja de retorcerse. Así que, justo cuando voy a saltar encima del chico, escucho el tensar de un arco a mi espalda. La chica se da le vuelta y ambas vemos a Ethan Blake apuntarnos con ella. Parece que todo se queda quieto por un segundo, y entonces escuchó su voz tersa decirme: —Confías en mi, lo sé.

Nada más escucharlo, no tardo en darme la vuelta y seguir con mi plan del principio. Dando una voltereta hacia la derecha, me paro justo al lado del chico del 10 y este me agarra de la garganta. Me estrecha contra un árbol y aprieta. Es fuerte, pienso mientras por el rabillo de ojo veo como Ethan le clava una de las flechas en la pierna a la chica. Esta grita de dolor, pero se lanza hacia él. Trata de alejarse, y ambos acaban en el suelo rodando. Al final, ellos tenían razón y no había que subestimarlos. El chico de cabellos castaños aprieta su agarre en mi, y pienso en que ya es suficiente. Golpeo mi cabeza con la suya y consigo que se aleje, pero no me suelta. Por eso mi mano se mueve sola y le corto el brazo con fuerza. Digamos que el grito que dio me dejó sorda por unos segundos; cuando recupere el ritmo, este agarró la hoz con su otra mano y ambos blandimos nuestras espadas.

Nuestras respiraciones son agitadas y cuando corremos hacia el otro, veo su punto débil. Alza su brazo con el propósito de rebanarme el cuello con ella, y me dejo caer de rodillas para quedar justo debajo de él. Aprovecho esa abertura que me deja en su barbilla, y desde el suelo se la atravieso. Se queda quieto, solo sujeto por mi espada y no se mueve. Sigo con la espada en su rostro y cuando me levanto sin soltarla, veo que sus ojos están volteados hacia arriba. Estará muerto en cuestión de segundos.

Sosteniendo su hombro, tiro con fuerza y la saco de allí. Su sangre me embadurna entera y su cuerpo cae encima de mí. Suena el cañón y no tardo en dejarle en el suelo. Me quito al instante la daga que hay en mi pierna y me escuece. Ethan, su nombre resuena en mi cabeza y busco su paradero. El bosque comienza a cerrarse sobre mí, y dificulta mi misión, pero pronto distingo una ladera baja y me dirijo hacia allí. He recogido mis dos espadas y me he limpiado la sangre que ha caído en mi boca. Por el suelo distingo manchas abundantes de sangre y me detengo justo en el borde, sosteniéndome de un árbol. De repente, me siento muy cansada. Aún así, me obligo a mirar. 

La chica, que creo que se llama Allison, está encima del cuerpo de mi mejor amigo, de aquel chico que tanto he querido a lo largo de toda mi vida, de aquel chico que me protege sin que se lo pida. Recuerdo sus sonrisas cálidas y su esponjoso cabello, aquel que siempre me ha dejado acariciar, y regreso a la realidad. La chica está clavando su daga en el pecho de Ethan y él tiene una de sus flechas entre sus cejas, hasta el fondo. Mi mundo se pone patas arriba cuando veo que la chica cae al suelo y de inmediato el cañón le sigue. Mis manos tiemblan mientras observo a mi mejor amigo que no se mueve, y entonces, como si supiera en dónde estoy aquellos ojos que tanto amo me observan dolido y con una lástima sin limites.

Leo sus labios justo cuando el cañón suena por todo lo alto.

«Te quiero», eso es lo que me ha dicho antes de que sus ojos se cierren.

Creo que he caído de rodillas, porque de repente siento el mundo entero encima. Tiene que ser una maldita broma, es imposible que mi mejor amigo, que Ethan esté muerto. Pero cuando veo cómo no se mueve, como su pecho deja de moverse, como su piel de repente se pone más pálida, sé que está ocurriendo de verdad, que esto es real y que no he podido hacer nada para ayudarle, como siempre.

Las lágrimas brotan de mis ojos sin control alguno, mientras por mi mente pasan los miles de recuerdos que he pasado junto a él. Y la maldita promesa ronda por mi mente, martirizándome y matándome lentamente. Nos prometimos que al salir de los juegos, fuera como fuera, tendríamos nuestra primera cita. Y ahora..., Era algo que jamás se cumpliría. Había tardado tanto en darme cuenta de que lo amaba y ahora que me daba cuenta de lo mucho que lo necesitaba a mi lado, se había ido para siempre. Lo había perdido, y había sido por creerme demasiado. Por sentirme invencible, cuando estaba claro que no lo era.

Me agarro el pecho con fuerza, sintiendo que no puedo respirar. Se me corta el aire y siento que me voy a desmayar. El agujero en mi pecho crece por momentos, y estoy segura de que jamás nadie será capaz de llenarlo de nuevo, no como hizo él. Abro los ojos y lo sigo viendo allí, muerto, frío y distante. No puedo evitarlo. Me duele demasiado el corazón y dejo que se abra, que le enseñe al mundo entero que me observa el dolor que me ha provocado perderle.

Grito hasta quedarme sin voz, y solo puedo escuchar como mi patética voz intenta alcanzarle allá en el reino de los muertos. Oigo pisadas a mi espalda, pero esta vez no me importa lo que pueda pasarme. Estoy segura de que Ethan se decepcionaría conmigo, por rendirme tan deprisa, pero ahora no puede culparme. No tiene ni idea de lo duro que es saber que jamás podrás estar con la persona que más amas en el mundo.

Están más cerca y siento que ya no soy capaz de hacer nada. Quizás por el trauma, quizás por el esfuerzo o cansancio, termino por dejarme caer al suelo y mi cabeza se golpea contra el. Mis ojos se cierran por fin. Voy a caer en la inconsciencia; así que tengo el deseo de que si el que esté conmigo ahora me cumple el deseo de perseguir a Ethan allá en donde esté, se lo agradecería eternamente.

Entonces rompiendo mis esperanzas, escucho esa voz que me es imposible de olvidar y de admirar, y un manto negro me envuelve. Ruego para que no me deje escapar.

—¡Heather! 

(...)

→ Bueno, chicos, como verán este capítulo ha sido narrado desde la vista de Heather Jackson, que se representa con Octavia Blake de la serie de "the 100", súper recomendada por cierto.

Espero que les haya gustado mucho. Cualquier duda o pregunta que quieran hacer, ya saben que se los responderé con todo el gusto del mundo. Recuerden que los amo demasiado y que nos veremos pronto con la nueva actualización.

Se despide xElsyLight.

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