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—Oye — Escuchó su voz en el oído —Vámonos.

—¿Qué pasó? — La pelirroja se sentó en el sofá. Se había quedado dormida hace un rato. —¿Ya es de día?

—Tenemos que irnos — Dijo Cinco rápidamente, poniéndose de pie, parándose frente a la puerta —Ahora.

—Pero, ¿Por qué? ¿No nos quedaríamos aquí? — Preguntó sobándose los ojos soñolienta —¿No nos íbamos a quedar con Vanya?

—Cambio de planes. Vámonos — Dijo jalándola del brazo apresurándola.

—Alto — Movió su brazo para deshacerse del agarre —Yo no soy tu mascota a la que tienes que llevar a todos lados.

—No te puedo dejar aquí, eres un cabo suelto, y yo no dejo cabos sueltos. — Frunció el ceño.

—¿Y que? ¿Me vas a matar? — Preguntó sarcástica —Inténtalo, te reto.

—No, pero tengo otra opción, jamás lo hice, pero vale la pena intentar.

El pelinegro se acercó a ella, tomándola de la cintura.

—¿Qué crees que haces? — Preguntó Melissa confundida, intentando alejarse, pero su aprieto seguía firme.

—Es hora de irnos.

Después de esas palabras, ambos jóvenes desaparecieron de la nada.

(...)

Dos adolescentes aparecieron afuera de un edificio, provocando que unas personas al rededor los miren un tanto asustados.

—Eso fue... Wow — Murmuró la chica, nunca había hecho algo así —¿Cómo es que ahora es de día?

—Teletransportarnos también implica las leyes del tiempo, Ocho — Comentó dándose cuenta que su brazo aún seguía en la cintura de la joven, se separó de inmediato. —Vámonos.

Cinco empezó a caminar hacía el edificio frente a ellos.

—¡Espérame! — Aceleró su paso para caminar a su lado —No me debes llamar Ocho, tengo nombre y es Melissa.

—Okey — Entró al edificio —Melissa.

—¿Y cuál es tu nombre? — Preguntó curiosa viendo alrededor suyo.

—Número Cinco, ese es mi nombre —Dijo fríamente, ese tema no era su favorito.

Cinco tocó el botón del ascensor, provocando que las puertas se abrieran y ambos entrarán.

—Debes tener un nombre, todos tienen un nombre — Dijo viendo de reojo al chico. Era lindo, había que aceptarlo.

—Pues, yo no lo tengo. — Finalizó antes que las puertas se abrieran —Quédate en silencio, yo me encargo de esto.

La vista de la pelirroja se posó en la mano del chico a su lado.

—¿Eso es un ojo? — Preguntó asqueada.

Cinco hizo caso omiso, observando a su alrededor.

—¿Dónde estamos, Cinco?

Un hombre apareció en sus espaldas.

—Ahmm, ¿Los ayudó? — Preguntó el hombre, provocando qué ambos jóvenes voltearan.

El pelinegro agarro el antebrazo de la pelirroja y lo jalo, para que caminara a su lado.

—Quiero saber de quien es esto

—¿De dónde lo sacaron? — Preguntó confundido.

—Qué te importa. — Respondió bruscamente — Lo encontramos, en un parque de hecho, supongo que — Hizo un ruido con la lengua —Debió salirse. Queremos devolvérselo a su dueño.

—Aw, son muy amables — Comento la secretaria.

—Si, busca el nombre ¿Quieres?

Melissa le dio un golpe en el estómago al chico, provocando que el se toque la parte adolorida.

—El no es muy social — Dijo Melissa a la secretaria, soltando una pequeña risa.

—Ah, lo siento, la información de los pacientes es confidencial, significa que no puedo...

—Si, ya se que significa — Dijo, cansado de que lo tratarán como un bebé.

—Pero te diré que hacer, deja el ojo aquí conmigo y se lo devolveré al dueño. Seguro de que el o ella estará muy agradecido de que... — El hombre intentó agarrar el objeto.

—Si, si, no toques el ojo — Lo detuvo Cinco.

—Escúchame bien joven...

El chico agarro del cuello al profesional.

—No, escúchame tu a mi, tarado. Sufrí muchas cosas por esto, cosas que tu cerebrito no podría comprender. Así que dame la información que necesito, y me iré tranquilamente. Y si me dices jovencito una vez más, te voy a aplastar la cabeza contra esa pared.

—Ay, no — Murmuró la secretaria.

—Llama a seguridad — Dijo el hombre.

La mujer agarro el teléfono.

—Muy bien — Melissa provocó que el teléfono volviera a su lugar. —No es necesario llamar a seguridad.

—¿Acaso tu...? — Intento hablar la secretaria, por lo que pasó segundos atrás, el teléfono había vuelto a su sitio por si solo.

—Es hora de irnos — Dijo Melissa con una sonrisa, jalando bruscamente al chico del brazo, para llevárselo.

(...)

—No, yo no voy a entrar allí — Se negó Melissa, observando la enorme edificación frente a ella.

—¿Por qué no quieres entrar? — Cuestionó Cinco, cansado, habían estado frente a The Umbrella Academy por más de quince minutos, y la pelirroja se negaba a entrar.

—¿Enserio lo preguntas? Tus hermanos me van a matar si me ven. —Afirmó moviendo la cabeza hacía los costados.

—Si quisieran hacer eso, ya lo hubieran hecho. Vamos, te comportas como niña de tres años.

—Mira quién habla — Contraataco sarcástica.

—¿Sabes que puedo llevarte adentro sin necesidad de preguntar?

—Eres un idiota — Dijo antes de entrar rendida.

La academia era mucho más grande de lo que pensaba, nunca había estado allí, y hubiera preferido que eso se quedara así. Sentía que no pertenecía allí, ella jamás fue como ellos. Jamás apareció en periódicos, ni iba a misiones.

—Vamos — Apuró Cinco, subiendo las escaleras, jalando del brazo a la pelirroja, como se le había hecho costumbre.

—¿A dónde?

—A buscar a alguien.

—Eres muy extraño

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