006
🥀: Serios problemas
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📍EN LA ALDEA
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Annabeth y Meliodas seguían en cama, la castaña con una fiebre muy alta y el rubio con una herida abierta muy grave. Los dos permanecían completamente desmayados y en un sueño profundo, que incluso ya parecían estar muertos.
Diane junto a Elizabeth se encontraban afuera, terminando aquella gran discusión que aconteció minutos antes.
O fue eso, hasta que una nube negra los interrumpió.
— ¿Qué es eso?
— Viene de la prisión Baste... — Afirmó Diane con preocupación.
— ...¡Son insectos! —Exclamó con terror el cerdo. — ¡...Insectos venenosos!
Los tres notaron un líquido saliendo de los insectos, el cual derretía todo a su paso, hogares y estatuas de aquel pueblo.
La gente corría para no tener aquel mismo destino que habían tenido la estatua y de los hogares, pues ese líquido parecía letal.
Hawk y la princesa comenzaron a correr de igual modo, buscando cubrirse.
— ¡Hawk, es un ataque de la prisión Baste! — Exclamó e informó la princesa, observando todo atenta.
— ¡Los caballeros sagrados deben de estar detrás de esto! — El cerdo corría con todas sus fuerzas — ¡Diane, tu puedes contra ellos!
Pero Diane estaba horrorizada, odiaba a los insectos. Eran su mayor fobia.
— ¡Odio a los insectos! — Exclamó con horror y asco, mientras se colocaba en posición fetal en el suelo. Ya todos sabían que los bichos eran el gran terror de la gigante.
Hawk y Elizabeth se escondieron debajo de un puente, así, ya se encontraban a salvo, podían cubrirse de esos insectos.
Elizabeth dirigió su mirada al edificio en donde Annabeth y Meliodas se encontraban reposando en camas, preocupada.
— Señor Meliodas... Señorita Annabeth... — Murmuró preocupada.
Y tomó una decisión loca y peligrosa, pensó en correr hacía ese edificio para poder ir a cuidar a los capitanes. Y eso hizo, con toda rapidez corrió hacía aquel edificio.
— ¡Elizabeth, no! — Le llamó el cerdito, esperando que ningún rastro de aquel ácido le llegase a tocar.
Y mientras tanto, Diane seguía batallando con su fobia.
— Odio a los malditos insectos. — Chilló la gigante. — Pero haré lo que sea para ayudar a Annabeth.
Unas grandes torres de piedra aparecieron en la aldea, aplastando a todo insecto que estuviera a su lado, dejando a ninguno con vida. Diane las había invocado con su gran poder.
En menos de un segundo, ella había logrado derrotar a cada uno de ellos. que se encontraba en la aldea. Gracias a su habilidad, evitó que los insectos tocaran a la princesa.
— Ese es... El poder de Diane... — Murmuró Elizabeth sorprendida, observando todo lo que había pasado en menos de unos segundos. Ya había visto en persona los grandes poderes de dos pecados, exactamente de las dos mujeres más fuertes de Liones.
Hawk corrió hasta posicionarse al lado de ella.
— Diane acabó con los insectos... ¡Increíble! — Estaba sorprendido.
— Voy a acabarlos, no dejaré con vida a ningún insecto. — Murmuró la gigante con rencor uniendo sus nudillos.
Y así, Diane salió de la aldea para poder enfrentarse con el caballero sagrado, culpable de esto y mucho más. Tenia que derrotarlo, todo para su mejor amiga Annabeth.
— ¡Protejan al Capitán y a Annabeth! ¡Pero Especialmente a Annabeth! — Exclamó, saliendo de ahí.
📍HABITACIÓN DE
LOS DOS CAPITANES
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La princesa se encontró con los dos pecados tomados de la mano, pero también seguían totalmente dormidos, aquello le sorprendió notablemente.
Elizabeth había mojado un paño, para colocarlo sobre la frente ardiente de Annabeth, ya que aquella fiebre era demasiado preocupante.
El doctor Dana entró al habitación luego de unos cuantos minutos.
— ¿Cómo han seguido? — Preguntó.
— Están dormidos. — Contestó Hawk. — Para mi, que ya están muertos. — Elizabeth lo observó con el ceño fruncido.
— ¡Hawk, no digas esas cosas! — Exclamó enojada.
— Lo que dijo, podría ser cierto en el niño.
El cerdo y la princesa lo observaron confundidos.
— Muy buen trabajo, Dana. — Habló una voz totalmemte desconocida en la habitación. — Tu trabajo ya ha terminado.
— ¡¿Quién esta ahí?!
— Al niño, le di una toxina, específicamente uvas del diablo. Jamás podrá despertar.
— Entréganos al capitán de los Ocho Pecados Capitales y a su mano derecha, y saldrán ilesos. — Una vez más habló la voz misteriosa.
— ¡¿Quién eres?! ¡Muéstrate ahora mismo! — Ordenó la princesa.
Aquella voz misteriosa se hizo visible, dejando ver una gran armadura de metal color azul oscuro. Con un aspecto peligroso e intimidante.
— Es un gusto, princesa Elizabeth. Soy el caballero Sagrado Golgius.
— ¿A que ha venido?
— A llevarla a casa, princesa.
— ¡Antes deberías de enfrentarte contra mi! — Hawk habló defendiendo a la princesa.
Ante eso, el caballero sagrado de una patada mando a volar a Hawk, dejándolo fuera de la habitación y dejando indefensa a la princesa. Aunque el cerdo tuviera una buena intención, no podría defenderla solo, era muy débil.
Ahora, el caballero llevó su mirada hacia aquellos dos pecados que se encontraban dormidos. Les quitó la cobija que los estaba calentando y observó la herida de Meliodas.
Luego posó su mirada en Annabeth, la cual se encontraba al lado de Meliodas, con un rostro sereno, y tranquilo, realmente se veía muy tranquila.
— Todos hablan de un mito tuyo, Annabeth, decían que tenías gran belleza. — Comenzó a hablar el Caballero. — Y desde muy joven, he tratado de desmentirlo, pero hoy finalmente logre verte en persona. Aparentemente, aquel mito era cierto...
Al terminar de hablar, aquel hombre iba a posar su gran mano sobre el rostro delicado de Annabeth, para poder apreciar con mayor claridad su rostro y belleza.
Aquella belleza era tan tentativa, tan tentativa de tocar y apreciar.
— ¡No toques a la señorita Annabeth! — Reclamó la princesa, intentando proteger a la contraria, aunque con palabras no lo lograría.
— ¡Por favor! Sí tan solo quiero apreciar su belleza por una última vez.
No pasó mucho tiempo antes de que aquel hombre fuera interrumpido.
Meliodas se había levantado a la defensiva y había tomado fuertemente su muñeca, con tanta fuerza que parecía que iba a romperla en cualquier momento. Se encontraba con espada en mano, de aquel modo iba a impedir que aquel hombre tocara a Annabeth. No iba a permitir que le tocara un solo pelo.
Y a pesar de todo aquello, todavía seguía sujetando la delicada y pequeña mano de Annabeth.
El doctor, la princesa y el caballero estaban atónitos ante tal escena, pero Annabeth seguía en un profundo sueño.
— ¡Suelta a esa maldita! — Exclamó el caballero mientras se retorcía de dolor, realmente el agarre de Meliodas le causaba demasiado dolor.
— Aunque tenga que morir, jamás dejaré que alguien ajeno toque a esta mujer. — No tardo en responder el rubio, con un aura oscura alrededor suyo y un rostro completamente distinto.
— Di las tonterías que quieras, pero la princesa y el cuerpo de esta mujer se irán conmigo.
Meliodas le dirigió una mirada al caballero, atemorizadolo más, puesto que su marca demoníaca ya se podía apreciar en su rostro.
El caballero salió corriendo del edificio, atemorizado. Elizabeth no podia despegar su vista del capitán, ya que la había sorprendido mucho.
— Señor Meliodas ¿E-es usted, verdad?
El le estaba dando la espalda, sin dejar que Elizabeth lograse ver su rostro o herida. En estos momentos Meliodas solamente podía enfocarse en la castaña que yacía sobre la cama, observaba con ternura el cuerpo dormido Annabeth, mientras ella seguía durmiendo plácidamente.
Todo lo que estaba sucediendo en estos momentos fuera de aquella habitación, y ella simplemente se la había estado pasando durmiendo.
— Elizabeth, puerquito, ¿Cómo están? — Habló de repente el rubio, luego de estar observando por largos minutos a Annabeth, también dejando de lado aquella su expresión de antes.
— Me alegra que haya despertado. — Dijo con alivio la princesa.
— ¿En donde estamos?
— Es una aldea, esta cerca de la prisión Baste.
— ¿Y el que nos atacó? — Necesitaba respuestas, pues no estaba informado de nada de lo que había sucedido recientemente .
— Era un caballero Sagrado. —Contestó Hawk esta vez — Y según entiendo, estaba detrás de Elizabeth y de Annabeth.
— Annabeth... — Susurró con preocupación el rubio. — ¿Qué le ha pasado?
— Luego de caer desmayado, ella entró en ansiedad y pensamos que llegaría a estallar. Gracias a eso, Diane la noqueó. — Explicó el cerdito.
— Ya veo...
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🥀: NOTA DE AUTORA:
esta algo corto, lo sientooooo😭😭 pero espero les haya gustado 💗
esta vez mi niña annabeth no tuvo mucha acción, pero igual estuvo presente en el cap, durmiendo pero ajá 🙏
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