
003
🥀: La serpiente de la envidia
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📍ALDEA VANYA.
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- ¡Brindó por Annabeth, la chica que nos salvo! - Exclamó un hombre alzando su tarro, visiblemente encantado con la chica - ¡Salud!
Todos celebraban al gusto en el sombrero del jabalí. Todos los campesinos se encontraban ahí, festejando que la espada incrustada había sido liberada.
Annabeth sólo les dedicaba una linda sonrisa a cada uno, apreciaba mucho el afecto que le comenzaron a dar los campesinos, el cual en estos diez años no había recibido. Realmente era agradable ser tratada de aquella forma, no como una completa criminal, como solían tacharla ahora junto con sus demás compañeros.
Pero, en cambio, Meliodas, no estaba del todo contento con esta atención por parte de los aldeanos hacia su pareja.
Ambos estaba en una mesa un poco alejada de todos, así compartían tiempo juntos, a solas, sin algún tipo de interrupción.
- Mejor yo hubiese sacado la espada... - Murmuró el de baja estatura con su ceño fruncido, cortando el silencio entre los dos. Al parecer celoso por los halagos que recibía su pareja.
- ¿Celoso? - Cuestionó Annabeth con diversión.
- Yo tuve que haber sacado la espada, así no recibirías tantos halagos...
Annabeth río nuevamente ante la respuesta del rubio.
- Ven aquí, Meliodas. — Le habló cargándolo sobre sus piernas como si se tratase de un niño pequeño, posición que ya le estaba encantando al chico.
Los dos se quedaron en un silencio no incómodo, sino agradable. Ambos veían y observaban de lejos a una Elizabeth tratando de ser una excelente mesera, claramente no lo estaba haciendo del todo bien. Pero era de esperarse, pues, se trataba de una princesa, no de una mesera o mucama.
Mead, el cual veía esta graciosa escena, se acercó a paso lento hacia la pareja de pegados. Captó la atención de ambos gracias a un silbido suyo.
- La verdad es que no lo hace para nada bien. - Les dijo con diversión y gracia, refiriéndose a Elizabeth.
Annabeth giró su rostro para verlo y le dedicó una sonrisa tranquila.
- Es principiante, pronto aprenderá. - Le respondió con suavidad.
Una anciana también se encontraba buscando al pequeño, hasta que lo logró localizar, estaba junto a la señorita que les había salvado. Rápidamente se acercó a ellos, y al llegar, logró escuchar con claridad todo lo que el niño estaba murmurando.
- ¡Mead! — Le regañó — ¿Qué te he dicho sobre no hablar mal de una persona a sus espaldas?
- ¡Pero es la verdad!
- Sí sigues así, te castigaré llevándote al Bosque del Sueño Albo. - Siguió regañando la anciana.
- ¡No! ¡Ahí no por favor! - Se quejó Mead.
- ¿El bosque del Sueño Albo? - Cuestionaron Annabeth y Meliodas al mismo tiempo.
Ambos eran conocidos por coincidir en decir muchas cosas al unísono. Era una cincronización increíble la cual tenían, y no solamente al hablar, sino que incluso también a la hora de batallas.
Tal vez tanto tiempo juntos había causado este tipo de unión entre ambos.
- ¡Es un bosque horrible al cual nadie se acerca! - Gritó Mead con lágrimas en los ojos, ya estaba haciendo un berrinche arrepentido - ¡Perdón, voy a comportarme mejor!
- ¿Cómo puedo confiar en ti?
La pareja observó con atención como la anciana y el niño se alejavan, luego se miraron mutuamente y sonrieron, sabiendo que estaban pensando en lo mismo.
📍12 KILÓMETROS
LEJOS DE LA ALDEA
VANYA, FUERTE SOLGRES.
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- Recibimos unos reportes de los caballeros de Vanya. - Habló un guardia al aparente Caballero Sagrado que los lideraba - Una chica no identificada sacó su espada, Señor Gilthunder. D-debe ser solo una casualidad...
- ¿La casualidad le permitiría a una joven sacar una espada de caballero sagrado?
El guardia negó en respuesta, con ligero nerviosismo.
- Dame la distancia hacía la aldea Vanya. - Ordenó el caballero, nuevamente - Se exacto.
-¡S-si señor! Se encuentra a las 4 en punto, a 16 kilómetros de aquí.
El caballero en compañía de sus escoltas se encaminó hacía un balcón de aquel castillo, en el cual podía observarse con claridad el hermoso cielo de la noche.
- Tu lanza por favor - Ordenó nuevamente, el guarda obviamente accedió a dársela. - Este ángulo bastará...
Llenó de poder y energía la lanza, dejando a todos los guardias asombrados. Gilthunder posó su pie sobre la dura piedra, rompiendola a causa de la fuerza, y se colocó en posición para lanzar la lanza con todas sus fuerzas.
Hasta que ya no se pudo ver la lanza, Gil se giró sobre sus talones, satisfecho, y entró nuevamente al castillo.
📍ALDEA VANYA,
EL SOMBRERO DE JABALÍ
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Meliodas y Annabeth se encontraban en la cocina limpiando los platos. Ya todos los campesinos se habían retirado de la taberna, ya que la fiesta ya había terminado. La fémina se encontraba lavando los platos sucios y Meliodas limpiando las mesas.
Todo era tranquilidad y silencio hasta que ambos sintieron la presencia de un poder mágico.
- ¿Sientes eso? - Le cuestionó Annabeth mientras observaba un punto fijo del cielo, por medio de la ventana.
- Sí.
Los dos se miraron mutuamente sabiendo lo que pasaba.
- Iré yo, no quiero que te hagas daño. - Decidió el rubio, su pareja asintió, respetando su decisión.
La princesa Elizabeth ya se encontraba durmiendo en su habitación plácidamente, estaba demasiado cansada, por lo tanto se entregó a los brazos de morfeo.
Meliodas salió de su taberna dispuesto a saber cual era ese poder mágico, el cual se estaba acercando cada vez más rápido a su dirección.
Visualizo y pensó rápidamente en que tipo de ángulo se colocaría para tomar el objeto fácilmente, tenía que pensar rápido pues cada vez el objeto se acercaba más.
A los lejos, observó como este objeto con magia se acercaba hacía él, dispuesto a lastimarlo.
Logró sostener la lanza, pero esta lo arrastró por lo aires, destruyendo muchas viviendas de esa aldea.
La manga de su camisa se rompió totalmente haciendo ver su gran brazo fornido. De igual modo y a pesar de todo esto, Meliodas logró devolver la lanza hacía su propietario, también dispuesto a lastimarlo.
Annabeth, ya terminando de lavar los platos, pudo escuchar el gran derrumbe que resonó por todos lados. Preocupada, salió de la taberna y de un agil salto, se dirigió a donde se encontraba su amado en el suelo.
— ¿Meliodas? ¿Estás bien? - Cuestionó y se agacho a la altura de su pareja, apartándole los cabellos rubios que cubrían su rostro, mientras le observaba atenta y con suavidad.
- Nada grave, Annabeth. - Le respondió el rubio con una sonrisa, mientras movía en círculos la muñeca de su mano herida, de ese modo iba a quitar el dolor que había en aquella área - Pero igual, tenemos que abandonar cuanto antes La aldea.
- ¿Recuerdas lo que mencionaron del bosque Albo?
- Sí, lo recuerdo muy bien. Y sé que ahí puede que esté algún pecado.
📍BOSQUE DE LOS
SUEÑOS ALBO
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Ambos pecados, junto a la princesa y el cerdo, ya se encontraban en aquel temible bosque. Annabeth y Meliodas iban liderando el camino mientras sus manos estaban entrelazadas, seguido de ellos iban Hawk y Elizabeth, los cuales seguían a este par, aunque un tanto asustados.
- Señorita Annabeth, ¿Es verdad que por aquí puede haber otro pecado? - Cuestionó la princesa, aún no muy convencida.
- ¿Dudas de nosotros, princesa? - Annabetb le observó de reojo.
- ¡N-no, solo preguntaba, señorita!
- Debemos apresurarnos, — Habló Meliodas interfiriendo.
- ¡Espera, no puedo correr tan rápido! - Reclamó el cerdo.
- No grites, no queremos cerdos alterados.
- ¿Eh? ¿Porque dices "cerdos alterados"? - Muchos Hawk's salieron de la nada, sorprendiendo a todos.
- ¡Somos muchos!
- ¡Esto no puede estar pasando!
- ¡Quiero a mi mami!
Todos esto eran los gritos de los Hawks asustados.
Annabeth, ya harta, destruyó a todos los Hawk's falsos dejando sólo al real. Era visible que no quería perder tiempo para encontrar a otro de sus compañeros.
-¡Pudiste haberme matado! ¡Ten más cuidado! - Le reprochó el cerdito mientras lloraba.
La castaña le envío una mirada de advertencia, diciéndole por medio de esta que hiciera silencio. El cerdito comprendió, así que prefirió quedarse callado y ya no decir nada más.
-¿Acaso no estás vivo? -Le cuestionó Annabeth con el ceño fruncido, suspirando un poquito.- Deberías agradecerme, cerdo mal agradecido.
Minutos después, al llegar al lugar acordado, observaron a una chica durmiendo plácidamente. Pero cada vez que iban acercándose más, se percataron que esa chica no era para nada normal, se trataba de una gigante.
Luego se giraron a ver a unas cuantas pequeñas criaturas acercarse a esta misma gigante, llamándola y chillandole.
-¡Señorita Diane! ¡Señorita Diane! -llamaron a la gigante por su nombre.- ¡Son caballeros sagrados, no pudimos derrotarlos!
Pasaron unos segundos y la gigante despertó de golpe, sorprendiendo a todos. Esta se levantó observando a las tres personas responsables del alboroto, que estaban delante suyo.
-¿Caballeros Sagrados? -Preguntó la gigante con notable desagradó al decir tales palabras.
-N-no somos caballeros sagrados, la verdad-
La gigante interrumpió a la princesa, tomando en sus manos hechas puño a Annabeth y a Meliodas. Los elevó a bastantes metros lejos del suelo y los observó detenidamente. Annabeth estaba siendo sujeta por su mano derecha, y Meliodas por la mano izquierda, siendo así separados.
-¿Ustedes son Caballeros Sagrados? -Volvió a cuestionar.
-¡Se los va a comer! -Chillo Hawk.
-¡Suelta a la señorita Annabeth y al Señor Meliodas! -Ordenó la princesa con notable temor.
Aquel nombre hizo reaccionar a la gigante, haciéndole suavizar su rostro.
-¿Annabeth? ¿Meliodas?
-¡Hola Diane! ¡Cuanto tiempo! — Saludo Meliodas, animado.
La gigante los observó nuevamente hasta que reaccionó y los abrazó, siendo apegados a su mejilla derecha con demasiado cariño y afecto .
- ¡Mejor amiga! ¡Capitan! - Sonrió con ternura - ¡Los he extrañado tanto! - Luego posó su mirada maravillada en el cerdito - ¡Mejor amiga y capitán! ¡No se hubieran molestado! ¡Recordaron que me encanta el cerdo asado! - Exclamó por milésima vez la gigante con felicidad.
-¡No! ¡Yo no soy comestible!
- ¿ Y quien es está chica? - Preguntó? aún bastante animada y sonriente, refiriéndose a la princesa, observando a esta misma.
La princesa al escuchar que se refería a ella, habló.
-¡Oh, Hola señorita Diane! ¡Mi nombre es Elizabeth! ¡el señor Meliodas me permitió viajar con él en está búsqueda! -Exclamó la princesa.
Ante la palabra "acompañante" Diane observó de arriba a abajo a la princesa, luego observó su vestuario, sabiendo que ese traje era muy provocativo. Con disgusto la siguió observando, pensando en diferentes situaciones.
-¿Ellos viajan solos, mejor amiga? -Cuestionó Diane con una sonrisa inocente hacia Annabeth.
- Bueno, también estoy yo... — Annabeth respondió, siguiendo todavía en la palma de la gigante.
Diane ahora giró su rostro en dirección a Meliodas, lo observó con una sonrisa inocente sin mostrar su molestia.
-¿Es en serio, Capitán?
-Sí, además-
Diane soltó a Annabeth y la dejo con delicadeza en el suelo, pero a comparación de Annabeth, ella arrojó al suelo ━sin notable delicadeza━ a su capitán.
-¡Mujeriego sin vergüenza! -Gritó con demasiada fuerza, siendo escuchado el grito por todo el bosque.
Elizabeth y Hawk veían esto con horror.
-¡Pensé que había dejado en buenas manos a mi mejor amiga! ¡Pero no fue así! -Siguió llorando-...P-pero si tienes una explicación, quiero escucharla.
-Ay ya, ¿Qué quieres que explique? - Nuevamente el capitán fue interrumpido por un golpe por parte de Diane.
-¡Dimelo!
Pasó el tiempo y la gigante se cansó de estar peleando y incriminado a su capitán. Diane tenía a Annabeth rodeada en sus brazos en un abrazo, mientras la pegaba a su mejilla.
-En fin, Elizabeth sólo nos esta acompañando, no es nada del otro mundo. -Término de explicar Meliodas con muchos golpes en su cabeza y rostro.
-Lo lamento mucho capitán, es que suelo adelantar las cosas sin ninguna prueba -Pidió disculpas una Diane arrepentida, para luego posar su mirada en Elizabeth.- Así que no tienes ninguna relación con el capitán, ¿verdad?
-N-no ¡Claro que no!
-¡Mi única relación es con Annabeth! -Exclamó Meliodas.
La susodicha permanecía en los brazos de su mejor amiga, observando la escena.
-Así es, el solo trabaja con Elizabeth para tomar información de los ocho pecados capitales -Explicó Annabeth con una sonrisa, siendo observada por la gigante, también sonriendole. - No te preocupes, Diane.
Agradeció dulcemente y con suavidad, apreciaba que su amiga se preocupara por ella y la defendiera a toda costa.
-Bien, en ese caso iré con ustedes -Dijo una Diane ya tranquila.- Mi nombre es Diane, la serpiente de la envidia, ¡Y voy a ayudarte!
-¡Muchas gracias señorita! -Agradeció la princesa.
-Pero dejemos algo en claro...
-¡S-sí!
-¡Debo proteger la relación entre ustedes dos! -Exclamó Diane, frunciendo un poco el ceño mientras se refería al Capitán y a su mejor amiga.
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🥀 — NOTA DE AUTORA:
nuevo capítuloooooo💗
cmo dato curioso, la vdd me hace sentir un poco incómoda q Elizabeth y Hawk griten mucho, y q eso tenga q escribirlo casi siempre JAJAJAJAJA😭😭
pero x, creo q es algo d lo q m tengo q acostumbrar vdd
also, lamento q en este capítulo los guiones aparecieran chiquitos, no se pq wattpad siempre m los cambia😿😿
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