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━━ 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟏

━━ 𝖇𝖑𝖔𝖔𝖉 𝖉𝖔𝖘𝖓'𝖙 𝖒𝖆𝖐𝖊 𝖚𝖘 𝖇𝖗𝖔𝖙𝖍𝖊𝖗𝖘 ━━



— Ahí viene, ten cuidado — susurró una estudiante de Gryffindor a su paso por la plataforma del expreso a Hogwarts —. Escuché de mi hermana que le prendió fuego al cabello de Angelina Johnson por intentar ganarle el primer puesto en una clase de pociones.

— ¿En serio?

Los rumores sobre sí misma eran tantos que ni siquiera conocía la mayoría de estos y la verdad es que poco le importaban si eso mantenía a los alumnos curiosos lejos de ella. Diana Potter no tenía un solo amigo verdadero, como una Slytherin en toda regla. Solía utilizar lo que tenía a mano para sobresalir por encima de todos y eso, a los ojos del resto de estudiantes, era un mal indicio. Lidiar con las expectativas era cansado, mientras que ser la hija traidora era más emocionante, mejor villano que héroe, ¿no?

— Cuidado. — dijo Gregory Hudson apartando a una estudiante de primer año a un lado del pasillo, el chico frunció el ceño cuando Diana no detuvo sus pasos a pesar de casi provocar la caída de una estudiante en el proceso. Viendo que tenía el mismo tipo de nariz torcida y cabello rojizo probablemente eran familia, la pelinegra se casi deja salir una pequeña risa por los malos genes que ambos compartían. 

Al llegar a uno de los vagones tomo asiento en silencio sin prestar mayor atención a los que tomaron asiento junto a ella y se limito a leer un libro de runas antiguas todo el trayecto hasta el castillo. Tan pronto como bajo del tren en Hogsmeade fue casi arrastrada por Cassiopea Crouch a un lado del camino, para su fortuna era la única estudiante de Slytherin que solía tolerar más de la cuenta. 

— ¿Escuchaste?

— Te he dicho centenar de veces que no me toques sin preguntar — dijo sacudiendo su brazo suavemente. La castaña rodó los ojos de forma irónica — ¿Escuchar qué cosa?

— Tu hermano, vino a Hogwarts. Está aquí.

— Eso ya lo sé, Cassiopea. La pregunta es: ¿Por qué debería importarme? — respondió caminando hacia los carruajes de tercer año. — Era obvio que asistiría, no sé por qué sorprende tanto.

— ¿No sientes una pizca de curiosidad? Es tu único hermano y... la única familia que te queda.

— Que nuestro padre sea el mismo no quiere decir que seamos familia. — Cassiopea fingió entender sus palabras porque no dijo mucho más el resto del trayecto al castillo. Durante meses pensó en la llegada de aquel chico al colegio, pero al final, como todas las novedades, debían esfumarse en cuestión de tiempo. Tan pronto como cruzó el vestíbulo, muchos estudiantes de su casa decidieron que era una excelente idea preguntar por la llegada de su medio hermano.

— ¿Crees que ese mestizo puede estar en nuestra casa? — preguntó Halsey Fudge con una mueca de asco. De no ser la nieta del ministro de magia, no tendría un solo ser humano que le dirigiera la palabra en todo el colegio. Pero era bueno saber cosas a través de esa chica.

— No lo sé. 

— Ojalá que no, ya tenemos suficiente con el topo del otro año — señaló con la barbilla a la pelirroja de segundo año, Ariana Moody. La pelinegra se encogió de hombros continuando su camino al gran comedor sin decir mucho más, aunque el resto de sus compañeros de casa no paraban de murmurar las recientes noticias tras su espalda. Era ridículo el estatus de celebridad que recibía un niño que tuvo la suerte de vivir mas de la cuenta.... 


Diana tomó asiento en la mesa de Slytherin esperando la selección de los alumnos de primer año. Tan pronto como las puertas del comedor se abrieron, todos guardaron un silencio sepulcral. En primera fila, la profesora McGonagall dirigía a los alumnos más jóvenes hacia el frente del gran salón para ser seleccionados por el sombrero seleccionador. En medio de todos aquellos chicos, una cabellera distinguía del resto del grupo: ese cabello, esos ojos, los conocía pese a nunca haberlo visto en persona; era él, Harry Potter. 


— Se parece mucho a ti, Diana. — Le susurró Cassiopea al oído, por un segundo los ojos de aquel niño encontraron los suyos, seguramente ni siquiera sabia de su existencia y esperaba que al menos durase bastante tiempo. Las mejillas del joven se tornaron rojas y aparto la mirada inmediatamente sin mayor contacto visual. 

— Cierra la boca. 

— Yo solo digo, no te enojes conmigo — Susurra haciendo un puchero a su lado — Parece que será el siguiente en ser seleccionado. 

— ¡Harry Potter! 

— ¿Ese es tu hermano? Es tan poco agraciado como tu pequeño sable — Se burlo Marcus Flint desde su asiento, Diana lo ignoro como todo el tiempo que llevaba conociéndolo. Para ser el líder del equipo de Quidditch era el alumno de la casa mas tarado que existía, agradecía al cielo solo tener que soportarlo por un par de años mas antes de que se graduara. — Debió heredar la misma sangre defectuosa que tu. 

— Cierra el pico, pequeña morsa — algunas risas surgieron en la mesa, mientras que Flint apretaba los dientes con molestia. 

— Lo pagarás, Sable. 

— ¡Gryffindor! — gritó el sombrero seleccionador tras unos segundos. Harry se puso de pie y nerviosamente tomó asiento junto a los otros alumnos de primero. Durante la cena pudo sentir las miradas curiosas, pero directas, de parte de su medio hermano; seguramente para esas alturas el niño ya supiera el parentesco que ambos compartían.


 Desde que tenía tres años, Diana supo que tenía un hermano menor. De hecho, la última foto que tenía de su padre, era una donde aparecían Harry, su padre y, por supuesto, ella misma. Su madre había tomado la misma antes de que James y Lily tuvieran que huir por culpa de Voldemort. Debido a la pérdida de su madre, tuvo que pasar por diferentes "familiares" que murmuraban el nombre de su hermano y el acto heroico que logró siendo tan solo un bebe y como jamás ella podría estar a su altura.   

 Tras fallar en tres familias que la acogieron, tuvo la suerte de que una vieja amiga de su madre quisiera conocerla y finalmente acogerla en su casa. Andrómeda Tonks era una buena mujer, aunque su hija fuera exasperante para la pelinegra, la aceptó tan rápido que con unos cuantos meses ambas se hicieron muy cercanas y Diana la consideraba una madre. Esa mujer le había enseñado mucho sobre magia, le había protegido y, por eso, esperaba pagar su deuda con ella algún día. 


— Otro traidor a la sangre, seguro. —murmuró Flint tras escuchar las palabras del sombrero, para Diana era distinto. No le sorprendía que Harry fuera un Gryffindor, su familia paterna era casi enteramente de esa casa y los que no, poco importaban. De alguna forma, esto le aliviaba porque no tendría que lidiar con ese niño más de lo necesario. 

— Se hizo amigo de un Weasley rápidamente. ¿Te sorprende? — Halsey hizo una mueca de asco antes de comenzar a servir la cena en su plato.

— ¿Pueden cerrar la puta boca de una vez? — gruñó Sebastien Crouch al lado de su hermana gemela, sobando las sienes de la cabeza con gran dolor. — Me da migraña solo escuchar las estupideces que salen de su boca.

— Sí, nadie quiere oírte, Flint — dijo Cass antes de tomar jugo de calabaza.

— Solo cenemos en silencio. ¿Quieren? — Diana rodó los ojos, odiaba que la defendieran como si no pudiera luchar por sí misma. Para su fortuna, todos hicieron caso a sus palabras y tuvieron la cena tranquilamente sin mayor interrupción.

Cabe decir que Diana tuvo una terrible noche de sueño, tuvo que rendirse un poco y levantarse temprano pese a no haber dormido ni un poco. Cruzo la sala común de Slytherin y tomo camino hacia el gran comedor donde pronto darían el desayuno.

— Loba solitaria, buenos días. — Diana rodó los ojos ante Sebastien, que se encontraba sentado en la mesa de las serpientes leyendo un libro. El hermano de Cassiopea, era como un modelo de revista muggle, muy atractivo y de ojos profundos, le era fácil salir con la mayoría de chicas de Hogwarts para divertirse antes de abandonarlas cruelmente. Era un maldito, si le preguntaban.

— Es demasiado temprano, para soportar tus tonterías, Crouch. 

— Eso duele, loba solitaria. Somos amigos ¿O no?

— ¿Amiga tuya? Ni muerta — respondió sacando un libro dispuesta a ignorar la presencia de Sebastien. Casi llegando la hora del desayuno Harry acompañado del menor de los hermanos Weasley tomaron asiento en la mesa de Gryffindor, de nuevo el menor de los Potter dirigió una mirada curiosa para ella. 

— ¿No le vas a dirigir la palabra a tu hermanito menor, lobita feroz? — Diana le golpeo el brazo haciéndole gemir de dolor, estaba cansada de esas palabras. 

— La sangre no te hace hermano de alguien, Crouch. 

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