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Capítulo 1: La abeja obrera



Despertó intrépida de un salto sobre la cama y la cabeza le dió vueltas por varios segundos debido a la acción.

Respiró profundamente mientras sobaba el puente de su nariz y talló sus ojos con esmero. El cielo parecía a penas estar iluminándose tenuemente por el creciente amanecer y la sensación del frío se coló de manera ascendente en su cuerpo, sacándola de su transe y haciéndola dar un respingo de incomodidad.

Pudo escuchar a través de su puerta de madera un par de voces prominentes de la cocina.

A pesar de que sentía una extraña sensación de despersonalización por la atmósfera tan densa y confusa de la tenue luz que a penas se colaba por su ventana, decidió levantarse de la cama y caminar a paso lento hasta el lugar de dónde provenían las voces.

Siguió tallando sus ojos, intentando quitar la vista borrosa que le impedía enfocar cosas en concreto de su propia casa y todo se volvió aún más desordenado que antes en su propia mente.

No se sentía como si de verdad fuera real.

Al llegar hasta la cocina, visualizo la silueta de su madre moviéndose de un lado a otro.
—Hola —dijo extrañada, llamando la atención al instante de la segunda presencia.

—¿Todo bien? —preguntó con una sonrisa ladina.

Morgan asintió con el ceño fruncido, para terminar negando sutilmente.
—Me siento —inhaló aire por la nariz—rara.

Su madre soltó una risa tenue.
—¿De verdad estoy despierta? —cuestionó levantando uno de sus brazos. Se dió un manotazo así misma y el hecho de que no pudiera sentir en absoluto la sensación la sofocó aún más.

—Si, estás despierta. —afirmó su madre dejando lo que hacía de lado para tomarla de las manos —¿de qué otra manera estarías aquí?

—Es que —quitó sus manos de entre las de ella —no sé, se siente raro. De verdad, siento como si no hubiera despertado de verdad.

Su madre comenzó a reír y a modular cosas que le parecían inentendibles a su oído aunque conociera las palabras que estaba diciendo.

Morgan movió su cuello extrañada girando de un lado a otro buscando respuestas a sus pensamientos intrusivos sobre lo que era real y lo que no aunque se mostrara muy, muy real.
Estoy dormida, sigo dormida. Pensó.

—Mamá —volvió a llamarla.

La mujer la miró con la misma sonrisa intacta.
—¿Cuál es mi color favorito?

—¿Qué? —siguió sonriendo —¿Cómo que cuál es tu color favorito?

La castaña asintió en su lugar.
Si realmente es mamá, ella sabrá cuál es mi color favorito.

—¿Cómo que favorito? No, Morgan. Hoy comeremos palomitas de pollo, ayer la playa con sol y ropa. El tren pasa a las cinco, recoge las plantas de la puerta con sal.

La muchacha frunció el ceño aún más revuelta que antes por todo lo que salía de la boca su "madre".

—Es un sueño, aún sigo dormida —afirmó en voz alta para sí misma, pero la mayor la interceptó con la mirada.

—¿Cómo que un sueño? —se enderezó en su lugar. Las luces de la cocina se veían más amarillas que antes y el resto de la casa en más penumbras.—Esto es real, estás despierta.

—Mamá sabría cuál es mi color favorito —se encogió de hombros, aún sin entrar por completo en pánico hasta que la segunda se acercó de manera intimidante hasta su rostro y pudo verlo de forma similar al aspecto de su madre, pero no igual al de ella. Como si fuera una figura de cera. Se sentía como si estuviera viendo una película y el personaje intentara asomar por completo su cabeza del televisor. —Solo necesito despertar.

Cerró los ojos con fuerza.

Cuando los abrió, estaba a oscuras por completo e incontables ojos brillantes comenzaron a abrirse alrededor de toda la escena envueltos en un ruido molesto que lastimaba sus oídos.

—Nosotros siempre observamos.

Horrorizada, se cubrió el rostro con las manos.

Pudo sentir su corazón golpear hasta sus orejas una vez que saltó ante el irritante sonido de la alarma que marcaba las 7:00 am y sus ojos por fin vieron luz real. Inhaló profundamente, aguantando la respiración por varios segundos hasta que pudo sentarse y estabilizar su propio ritmo cardiaco. Su cuerpo estaba envuelto en sudor a pesar de lo fría que se sentía su piel y pronto comenzó a temblar de nervios.

Analizando levemente, y sin querer abochornarse de más por las imágenes bastante lúcidas que había presenciado minutos antes, se levantó de la cama exhausta e irritada para comenzar un día más, convenciéndose de que las pesadillas que había tenido las últimas semanas eran producto de su mala alimentación e insomnio por ansiedad.

_

—¿Qué dices? ¿Vienes por la tarde a mi casa? O no sé quizás podemos planear algo diferente, tal vez quieras que vayamos a la tuya, igual tengo libre el fin de semana y probablemente la mitad de la semana que viene, incluso podríamos aprovechar y estudiar juntas las materias nuevas.

Morgan cerró su casillero a la par que la muchacha detrás de ella terminaba con su larga oración.

Tomó una bocanada de aire antes de girarse hacia ella y sonrió forzadamente.

—Eres muy buena en esto de planear cosas, ¿cierto, ehm —dejó que la segunda completara su pregunta.

—Tessa.

—Claro, Tessa. —Volvió a plantar una sonrisa en su rostro, solo para ir borrándola poco a poco —es solo que, mi abuela está enferma, muy muy delicada de hecho y estas semanas estaré demasiado ocupada cuidando de ella mientras mi padre no está y, lo siento de verdad quería hac-

—¡No lo sientas! Al contrario, ¿necesitas ayuda para lo de tu abuela? Con gusto puedo hacer algo por ti.

Junto sus cejas de una forma extraña y rodeó a la chica, haciéndose quedar a mitad del pasillo.

—Por Dios no, nada eso yo voy a estar bien y seguramente ella también solo, puedes darme, tú sabes un par de semanas más —comenzó a caminar de espaldas abrazando sus libros contra sí misma —Oh quizás un par de meses —soltó una risa nerviosa —En lo que se recupera y esas cosas ¿de acuerdo? Te veo más tarde.

Definitivamente no era un secreto y mucho menos algo que intentara ocultar el hecho de que estaba demasiado acostumbrada a excluirse de cualquier grupo de amigos con los que comenzara a sentirse desplazada de un momento a otro o simplemente sintiera que su confianza estaba al límite de ser cruzada.

¿Sentía una cotidianidad en que alguien la esperara en la parada del autobús? Se iba en bici. ¿Comenzaba a sentirse acostumbrada a pasar más de 2 horas con una misma persona? Cambiaba de horario de clases. ¿Alguien era permanentemente amable y quisquilloso sin dobles intenciones? Se inventaba cualquier enfermedad auto inmune altamente contagiosa para conservar su distancia y perderles el rastro.

Tampoco excusaba sus acciones con trasfondos poéticos o clichés para evitar su evidente trauma al abandono. Simplemente no sabía que hacer y tampoco tenía la energía para trabajar en ello.

Una vez que se dijo a sí misma, "soy una persona que merece ser valorada porque yo valoro demasiado" no dio vuelta atrás ni le tembló el corazón para alejarse de quien fuera.

Incluso si para el ahora, ya se convertía en algo tóxico contra sí misma.

—¡Estaremos en la cafetería si quieres almorzar! —Exclamó Tessa, llamando la atención de quienes llenaban el pasillo. Morgan se encogió de hombros e ignoró su grito, caminando con velocidad.

En el momento en que quiso cruzar la puerta del salón de clases, otro cuerpo se estampó contra ella, haciéndola tambalear pero sin dejarse echar para atrás, sosteniéndose del marco de la puerta.

—¿Mucha prisa, tarado? —graznó recuperando su posición.

—¡Dios mío, no sabes cuánta! Me preocupé toda la noche pensando en llegar en el preciso momento que cruzarás la puerta para poder chocar e iniciar el romance más puro y perfecto de mi vida.—Levantó su vista, topándose con una cara burlona y cabello alborotado que reconocía.  —¿Te lastimé mucho? Creo que ya me estoy enamorando, ¿podemos comenzar a dedicarnos canciones ya?

Sonrió con sorna y sin más le dio la espalda, comenzando a caminar dentro del salón para tomar un lugar, no sin antes levantarles el dedo medio a los sentados en la primera fila compuesta por el grupo de basquetbolistas que de igual manera lo habían recibido con abucheos y comentarios despectivos como en todo el año sobre la mala suerte y lo irritante que era tener que compartir clases con Eddie Munson.

Idiota.

Pensó mientras buscaba un nuevo lugar en donde sentarse, pues el otro chico también había ya ocupado su lugar de costumbre a un costado del cuarto junto a la ventana, dejándose caer sobre la silla y haciéndose el dormido.

A Morgan no le sorprendía que una vez más tuviera que ver la cara de Eddie en Hawkins High School sin importar que su año de graduación ya hubiera pasado de largo otra vez, pero si era algo un tanto extraño tener que compartir clases con él por primera ocasión. Seguía sin acostumbrarse.

Cerró los ojos con cansancio y se colocó los audífonos sobre las orejas, perdiéndose en la melodía que construían los instrumentos dentro de su cabeza.

____

Juntó sus manos hasta formar dos puños, y caminó por en medio de la cafetería deseando con todo en su interior que ni Tessa, ni ninguna otra chica con la que compartiera clases en su jornada tuvieran la osadía de aparecer en ese momento para secuestrarla hasta sus mesas y tener que soportar miradas sobre ella mientras masticara la porquería de comida que había traído de casa solo para no comer la otra porquería que dieran en la cafetería y comenzar a inventarse excusas acerca de por qué prefería comer una chimichanga recalentada con puré de zanahoria en lugar de múltiples pedazos de mier-

—¿Morgan? ¡Morgan por aquí!

Contuvo todo el aire que pudieron caber en sus pulmones e intentó meter prisa a sus pisadas, actuando como si no hubiese oído su nombre por a través de todo el ruido de la cafetería.

Pero fue inútil.

—¡Morgan! —gritó esta vez Tessa su nombre y la mayor parte, si no es que toda la multitud del recinto giró su cabeza hacia la portavoz, incluyéndola. —¡Estamos aquí cariño, tienes que ver esto!

Sorpresivamente los alumnos solo la miraron por un par de segundos, -aunque agonizantes y nauseabundos-, algunos soltaron una que otra risa y los demás simplemente volvieron a lo suyo y es que en realidad, no era la única gritona en el lugar intentando llamar la atención. Visualizó la silueta del chico de cabellera larga caminando de un lado a otro sobre las mesas gritando cosas al aire sin tapujos y por primera vez agradeció a todas las deidades existentes la excentricidad de Munson.

Aprovechando la distracción del colegio, caminó hacia la castaña con una sonrisa forzada en la cara más parecida a una mueca trémula de irritación que a penas podía esbozar. Y la castaña seguía agitando su mano en el aire.

Maldita Tessa, maldita cafetería.

Eddie bajó sus manos de la altura de su cabeza, y sin bajarse de la mesa, se giró justamente hacia la que Morgan se dirigía.
Peroooooo, ¡Parece ser que aún hay esperanza para esta escuela! ¡Aún hay esperanza para Hawkins! ¡Incluso la realeza preparatoriana ha decidido dejar de lado su obsesiva y corrupta conducta selectiva y parece estar reclutando rostros nuevos! ¡Rostros con miradas humildes y anti-clasistas! ¡Rostros de almas vulnerables con facilidad de adiestrar a su conveniencia!

Cayó de pié justo a lado de Morgan e inclinó un par de centímetros su rostro hacia ella.
¡Apresúrate cariiiiño, tienes que ver esto! —chilló modulando exageradamente su tono de voz en un intento por imitar la de Tessa Rudolph. Los demás chicos en la mesa rieron ante su parodia.

La castaña se quedó parada con un semblante neutro.

—Es humor, ojitos.

—Creí que el humor era tu cara, abeja obrera.

Eddie frunció el ceño confundido y volteó hacia la mesa donde estaban sus amigos intentando buscar el sentido de las palabras de Morgan. Todos se miraron entre sí sin entender la referencia.

Hasta que uno de ellos, el más pequeño y de cabello con rizos alborotados apachurrados por una gorra comenzó a reír a carcajadas sonoras, desconcertándolos aún más.

—¡Porque solo sale a chupar! ¡Te dijo chupa pijas y ni siquiera entendiste!

Sin más, todos en la mesa se echaron a reír a la par del chico.

La castaña lo señaló orgullosa con su dedo y guiñó el ojo con una media sonrisa, pero en cuanto Eddie se giró hacia ella la borró al instante, bajando el dedo anular y en su lugar, levantando el de en medio.

—Payaso.

Reanudó su trayecto hacia la mesa del otro lado.

Mientras, el grupo de adolescentes detrás del mayor seguía con las mismas carcajadas al aire, aunque intentó ocultarlo, no pudo evitar sonreír contagiado por la euforia, pero rápidamente volvió a su fachada rígida.
—Y así es como luce una oveja atrapada en las garras del diablo, ¿lo ven? Así comienzan. Insultando al prójimo con analogías obsoletas.

Morgan aún pudo escuchar a lo lejos uno que otro comentario saliendo de la boca de Munson mientras seguía haciéndose el gracioso con su grupo de frikis, y a pesar de que cada vez que se lo topaba era desgastante seguirle el ritmo a sus tonterías, definitivamente habría sido más divertido quedarse a debatir acerca de babosadas o incluso intercambiar apodos insultantes que quedarse a soportar las vanas conversaciones de las chicas de la mesa en la que estaba a punto de tomar asiento.

Tessa la recibió con un corto abrazo y sonrió abiertamente.

—Vamos, siéntate. Sabes que no tienes que hacerle caso a ese inestable mental, en algún momento terminará en el manicomio. —Levantó las comisuras de sus labios, incómoda por el comentario y saludo con la mano a las demás chicas presentes.

—¿Hacerle caso? Pero por supuesto que no. —Una de las chicas se acercó por el costado de ella y tomó un mechón de su cabello.

—Está celoso porque tú tienes potencial y él está destinado a vivir con... —giró su cuello hacia donde estaba su mesa. Morgan la siguió con la mirada. —Los de su especie.

Eddie se percató de su acción y les lanzó un beso al aire.

La castaña puso los ojos en blanco y negó con la cabeza ignorándolo todo.

—En fin. ¡Qué linda chamarra! ¿es nueva?

—Es la misma que llevo usando desde hace un mes.

—¿De verdad? Dios, ni siquiera lo había notado. Es muy bonita, te queda bien el estilo y todo.

Morgan asintió mordiendo su labio inferior.

—Es como ¿de los 60's, 70's? Me recuerda demasiado a Fleetwood Mac, ¡Estoy obsesionada con Stevie Nicks! Es sumamente icónica ¿Podrías conseguirme una? Llevo buscando una parecida desde hace meses, daría un riñón por una ¡y hablo en serio!

Morgan giró discretamente su cabeza de nuevo, y miró por encima de su hombro la mesa de Eddie.

Lo vió riéndose enérgicamente alrededor de su grupo de amigos haciendo todo tipo caras y gestos libremente y por una milésima de segundo lo envidió.

El muchacho de ojos caoba sintió la mirada de la chica sobre él y la interceptó. Morgan abrió los ojos con sorpresa, y antes de que pudiera despegarlos y devolverse a su conversación, Eddie llevó una sus manos hasta su pecho y con la otra quitó su cabello de sus hombros mientras hacía una mueca exagerada intentando imitar a la chica con la que en ese momento ella estaba conversando.

A penas negó con la cabeza y una sonrisa plantada en su rostro.

Se volvió al frente.
Ella amaba insultar a Eddie. En realidad disfrutaba más de burlarse de él y con él de ella que actuar como si estuviera interesada en lo que sea que tuvieran por platicar esas chicas; estaba segura de que era mil veces más interesante hablar de cómics, asambleas y hasta de su estúpido D&D que de cosas de personas responsables y con privilegios, pero aún siendo honesta sobre eso, prefería mantenerse alejada de él y quizás de vez en cuando molestarse por los pasillos, indiferente a su persona.

No era que Morgan odiara a Eddie. En lo absoluto.

Solo odiaba que él hubiese sido el primero en ignorarla.

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