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━WEAK MIND

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EL GRUPO SE MIRÓ detenidamente mientras guardaban silencio en aquella sala. No había mucho de que hablar, era esa clase de momento en que no habían palabras para decir.

Sintieron pasos a sus espaldas y se giraron al ver como Tony hacía ingreso mientras acomodaba su chaqueta. Examinó al grupo y dejó salir un pesado suspiro.

—¿Aún no llega?— preguntó y el equipo se limitó a negar con la cabeza.

—Le avisamos pero...— comenzó Natasha—No se ha aparecido.

Stark pasó una mano por su cara—Bien...Iré a verla.

—¿Estás seguro?—preguntó Barton. El aludido asintió levemente.

—Debo hacerlo...

Y sin otra cosa que decir dio media vuelta y caminó por el pasillo en busca de la habitación de su hermana.

Aún no habían tenido el tiempo para hablar de ese asunto, así que ésta sería la primera vez que ellos entablarían una conversación desde lo sucedido.

Cuando Tony estuvo afuera de la puerta se tomó unos segundos para cobrar valor y golpearla levemente. Al principio no escuchó nada, ni pasos, ni voces, pero segundos más tarde oyó como una débil voz decía:

—Pase.

Con cuidado tomó el pomo de la puerta, lo giró y la abrió. Cuando lo hizo encontró a una figura que se encontraba dándole la espalda, la mujer miraba por la ventana sin ningún tipo de expresión.

Tony tuvo que tomar todo el valor del mundo para poder dirigirse a ella.

—Astrid...

La aludida se volteó un poco, pero eso fue suficiente para que el millonario se diera cuenta del aspecto que tenía.

Si bien es cierto, trataba de no mostrar expresión alguna, pero sus ojos estaban hinchados, rojos y llorosos, habían ojeras bajo sus ojos y su mirada estaba cansada...Otra vez.

—¿Sí?—habló ella volviendo a su posición inicial.

—Eh...—el hombre buscó las palabras—Te estábamos esperando...Por si ya estás lista.

A pesar de que no pudiera verla la castaña formó una sonrisa sarcástica en sus labios para luego voltearse completamente y quedar frente a frente con Tony.

—¿Lista? La verdad creo que nunca estaré lista...Para esto.

Aquello hizo que el millonario se sintiera angustiado, casi capaz de sentir el dolor que ella sentía en ese momento.

—No puedo creer que haya sucedido—siguió—...No puedo creer que se haya ido...

Una débil lágrima resbaló por su mejilla de sólo recordarlo.

Sarah Woods había muerto.

Habían pasado dos días desde aquel ataque en la fábrica contra Kurse. El Conquistador estaba furioso debido a que Astrid le había desobedecido, lo había engañado. Y como ella no había cumplido su parte del trato...Él rompió la suya.

Había herido a la pelinaranja de gravedad, y después de que tuviera aquella corta conversación con su sobrina había quedado inconsciente.

El equipo rápidamente la llevó de vuelta a la Torre debido a que su situación era crítica, Astrid no se separó de ella en todo el viaje en el jet, estaba asustada, con los nervios de punta y con un horrible dolor en el corazón.

Cuando llegaron corrieron con ella en la camilla hacia la enfermería, ya le habían avisado a Bruce en la base para que preparara todo. Cuando ella ingresó al quirófano se le ordenó a la castaña permanecer afuera, cosa que ella no quería y se negó rotundamente. Steve Rogers tuvo que sujetar a una muy desesperada Astrid con sus brazos para evitar que entrara.

Estuvieron tres horas esperando en el pasillo, el equipo estuvo acompañando a la chica durante ese tiempo, aunque ella no emitiera algo además de cortos sollozos, ellos se quedaron allí.

Luego de ese rato Bruce salió de la sala con una tableta en las manos y una cara no muy buena.

Y con eso les había dicho todo.

Sarah no había resistido mucho más con aquella herida en su abdomen, la cual había dañado órganos vitales en su organismo.

Astrid no resistió más y se dejó caer de rodillas en el piso llorando desconsoladamente. Tony trató de calmarla pero no había caso, ella estaba desesperada y completamente rota.

Nuevamente estaba viviendo la muerte de uno de sus seres queridos, y nuevamente había recibido algo doloroso en su vida.

Cuando logró calmarse ingresó al quirófano donde el cuerpo de quien había sido su tía por muchos años descansaba sin vida.

La lloró, la lloró todo lo que pudo tendida sobre su cuerpo, deseando con cada fibra de su ser que ella estuviera viva. En ese momento no le importaba todo lo que había pasado, todo lo que ella le había mentido, sólo la quería de vuelta.

Astrid no quería irse de allí, sólo lo hizo por la insistencia del doctor Banner que le dijo que debían preparar el cuerpo y todo el papeleo de defunción.

Aquel día la neoyorquina no habló con nadie más, pasó entre el equipo que la esperaba afuera y se encerró en su habitación. Parecía egoísta, sí, pero en ese momento sólo quería estar sola.

Hasta hoy, el día del funeral.

Todo había sido arreglado para la realización del servicio fúnebre en una catedral de la ciudad.

Woods no tenía esposo, ni hijos, el único familiar cercano que tenía era una hermana mayor, que de inmediato inició su viaje a Nueva York cuando se le avisó la trágica noticia.

El equipo iba a acompañar a la joven a la ceremonia, no podían abandonarla, mucho menos después de todo lo que le habían hecho.

Pero para la castaña había sido demasiado difícil ir a encontrarse con ellos para ir a la iglesia, no podía, era demasiado doloroso. Por eso se había quedado en su habitación tratando de cobrar valor y salir.

—Lo sé...—habló el mayor después de un rato—Sé que fue demasiado repentino.

—E injusto—se quejó—Demasiado injusto. Ella no merecía morir...Menos de esa manera tan...Horrible—limpió una lágrima.

De a poco Tony se empezaba a acercar a era, con el cuidado debido.

—Y es mi culpa...— la voz de la mujer se comenzó a quebrar—Que ella esté muerta es mi culpa...

El millonario la tomó por los hombros—Eso no es cierto...

—Si tan sólo hubiera ido con Kurse, si tan sólo no lo hubiera desafiado...—cerró sus ojos—Él no se hubiera puesto furioso y...—no logró terminar su frase.

—No digas eso, te lo ruego— susurró el castaño— No es tu culpa— ella bufó— No lo es, deja de quejarte. Toda la culpa de esto recae en Kurse y sólo Kurse...Es un ser malvado que sólo busca destrucción...No podíamos esperar menos de alguien como él.

Astrid se tomó el rostro con las manos—Si tan sólo hubiera hecho algo más...Si tan sólo...La hubiera salvado...

Tony hizo una mueca—Pero no era posible...Estaba fuera de nuestro control.

—Me odio por eso.

—Deja de decir esas cosas— la voz del mayor fue un poco más dura— Ahora...Sólo nos queda recordarla y velarla en paz.

Hubo un momento de silencio en el que la castaña evitó todo posible contacto visual con el millonario. Se sentía débil.

—No creo que pueda...— susurró con sinceridad— Esto...Es demasiado duro para mí...— se le quebró la voz

—Astrid...

—No puedo creer que esté viviendo una situación así...—tragó saliva— Otra vez...— habló obviamente refiriéndose a Howard y María.

Un pequeño sollozo se escapó de sus labios y eso le dio el impulso a Tony para ir a abrazarla, gesto que no había realizado ya hace un tiempo. Aquello lo hizo sentir muy bien.

Aunque la chica, por su parte, no podía responderle, estaba estática en sus dolorosos pensamientos. Sólo se quedó allí con su cabeza reposando en el hombro de su hermano.

Después de unos segundos en esa posición se separaron, el mayor tomó el rostro de la chica y secó una rebelde lágrima que había escapado de sus ojos.

—No vas a estar sola, te lo aseguro— le dijo— Ahora vamos...No podemos atrasarnos.

Ella asintió levemente con la vista en el piso, pero luego la levantó para formar una débil sonrisa en sus labios. Se volteó, limpió su rostro con un pañuelo y tomó algunas cosas que necesitaba: su pequeño bolso, su teléfono y gafas de sol.

Antes de salir de su habitación se miró por última vez en el espejo, con su vestido y chaqueta color negro. Ella misma pudo notar la tristeza de sus ojos y el cansancio que su existencia portaba, pero en ese momento no le importó, sólo pensaba en Sarah.

Los Stark caminaron juntos de vuelta a la oficina dónde les esperaba el resto del equipo, el trayecto fue en silencio, pero no les importó, la verdad era que no había más que decir. Cuando llegaron al lugar la menor se quedó estática al ver a todo el equipo allí, vestidos de igual manera que ella. Tragó saliva y avanzó unos pocos pasos con lentitud.

Toda la atención se fue a ella, no buscaban hacerla sentir incómoda, sólo estaban esperando que ella dijera algo.

—Yo...— comenzó y se rascó la nuca—Eh...— se notaba que estaba nerviosa—Les agradezco por esto.

Esas habían sido las únicas palabras de la castaña, pero ella no sabía lo mucho que significaban para todo el grupo. Ellos sólo se limitaron a asentir y a caminar a la salida junto a ella.

—Es hora de irnos— anunció el millonario.

La joven tomó aire y se puso sus gafas de sol para comenzar su trayecto a la salida. Ella iría en su auto junto a Tony, Steve y Nat, y en el otro Clint, Bruce y Thor. La neoyorquina insistió en querer conducir pero el ingeniero se lo negó, ella no estaba al cien por ciento bien, sólo era para evitar algún tipo de accidente.

El camino hacia la catedral fue en total silencio, al menos en el deportivo negro de la castaña, ella se fue en el asiento de atrás junto al Capitán, pero no dijo nada, nadie lo hizo, ella sólo se dedicó a mirar por la ventana y tratar de apartar los dolorosos pensamientos de su mente.

Una vez que llegaron estacionaron en el lugar respectivo y pudieron notar que habían algunos camarógrafos escondidos entre unos arbustos.

Astrid bufó—Debe ser una broma— se tomó el punte de la nariz.

Tony la miró desde su asiento—Sólo ignóralos, como siempre lo hemos hecho— bajó del vehículo.

Romanoff y Rogers le siguieron, pero para la joven fue un poco más difícil tomar esa iniciativa. Aunque después de unos segundos de meditación en su asiento, tomó valor y abrió la puerta del auto. Lo que le sorprendió fue que al salir se encontró con la mano de Steve frente a ella, ambos se miraron a los ojos, aunque la mujer estuviera usando lentes de sol. Pero después de unos cortos segundos la castaña la aceptó y él le ayudó a salir del auto.

Una vez de pie, soltó la mano del rubio y todo el grupo comenzó su ingreso a la iglesia.

El lugar ya estaba concurrido de gente aunque como la castaña esperaba, no era mucha.

Caminaron con lentitud a través del pasillo tratando de evitar todo tipo de contacto visual con otras personas. Sin embargo, podía oír los pequeños murmullos diciendo: "Miren es Tony Stark", "Esa es Astrid Stark", "Los Stark están aquí", "¿Esos son los Vengadores?"

Pero su trayecto fue interrumpido cuando una presencia pelinaranja se presentó frente a ellos.

—Jessica...—Astrid se adelantó para abrazar a la mujer frente a ella: la hermana de Sarah.

Esta le correspondió firmemente al abrazo mientras soltaba unos leves sollozos. Luego de unos segundos se separaron.

—Qué bueno verte—la mayor tomó el rostro de la chica—Me alegra que estés aquí.

—Digo lo mismo— tragó saliva—Yo...Lo lamento tanto...

No le habían especificado a la familia con exactitud lo que había sucedido. No hubo mención de Kurse, los elegidos o las habilidades de la joven, dejar salir esa información era peligroso. Se limitaron a decirle que ella se vio envuelta en un conflicto de los Vengadores y salió herida, pero nada más.

—No digas eso...—habló Woods—No...No es tu culpa, preciosa.

La castaña sólo se limitó a asentir. Luego la pelinaranja se fijó en la gente detrás de ella.

—Viniste acompañada— le dijo con una media sonrisa. Astrid se volteó.

—Algo así.

El equipo sólo se mantuvo en silencio mientras observaban a ambas mujeres.

—Vengan, les mostraré dónde sentarse. Ya vamos a empezar— ellos estuvieron de acuerdo con las palabras de Jessica y la siguieron.

Les correspondió sentarse en la primera fila en la sección derecha y en la izquierda se ubicó la menor de los Woods con otras personas. La castaña quedó a un lado de Tony y sorpresivamente el Capitán se sentó su otro lado.

Cuando la ceremonia dio inicio y la música comenzó a sonar Astrid quiso irse de ahí de inmediato. Se tensó y comenzó a sudar por el nerviosismo.

Cerró sus ojos cuando el féretro hizo su ingreso mientras era cargado por seis hombres, no quería mirar, no podía, estaba siento demasiado duro para ella.

Recién abrió sus ojos cuando los hombres pusieron el ataúd en su lugar correspondiente, al frente de todos. Ella lo observó y una lágrima se le escapó.

Seguía sin creer que su tía había muerto.

El reverendo encargado comenzó con su sermón y con los rituales necesarios de una ceremonia fúnebre, pero honestamente la castaña no estaba completamente concentrada en sus palabras. Su mente estaba en otra parte, pensando en todas las posibilidades de haber evitado aquella tragedia.

Pero no era lo único que abordaba su cabeza en ese momento.

Las voces habían vuelto.

Pero no era la voz que había oído las primeras veces, eran un revoltijo de susurros y cosas que no era capaz de comprender...Tal y como le había sucedido cuando Kurse la hipnotizó y la atrajo.

Cerró los ojos tratando de que desaparecieran, ya que sabía lo que eso significaba: su mente se estaba viendo débil.

—Hey...— le susurró Tony al notar aquello— ¿Estás bien?—los susurros llamaron la atención de Steve también, el cual observó a la chica con preocupación.

Abrió los ojos—Sí, sí, sí...Lo estoy, tranquilos— se acomodó en su asiento
—No se preocupen por mí.

Disimuladamente comenzó a hacer cortas respiraciones y rogando internamente que las voces pararan.

Pero su atención fue robada de aquello cuando vio a Jessica subir al estrado, la mujer estaba hecha lágrimas mientras comenzaba a hablar con pañuelo en mano.

Woods dio un discurso en honor a su fallecida hermana, donde se desahogó contando todas sus experiencias y lo mucho que la amaba y extrañaba.

Fue bastante motivador para todos, como siempre lo eran esos discursos en los funerales.

Cuando todo finalizó la pelinaranja agradeció a los presentes y se volteó para retirarse. Pero antes de hacerlo se detuvo y se acercó al reverendo para susurrarle algo. De inmediato la vista del hombre se fijó en la neoyorquina y ésta tembló en su lugar. El líder eclesiástico asintió y se acercó al estrado mientras Jessica se retiraba.

—Muchas gracias señora Woods—volvió a hablar el orden—Ahora dejaremos este lugar, para que comparta unas palabras a la señorita Astrid Stark.

De inmediato la gente comenzó a murmurar y el nombre de la castaña pasó por todas las bocas.

—Ay, maldición—susurró ella tapando su rostro—Dime que no está pasando, dime que no está pasando, dime que no está pasando.

—Lamentablemente sí— le habló el millonario. Los murmullos seguían—Ahora ve, tú puedes hacerlo.

La joven cerró sus ojos con fuerza, deseando que aquello fuera una simple ilusión.

—Ah bien— se levantó bajo la mirada de todos—¿En serio Jessica?—susurró para sí misma y comenzó a caminar.

Ella no quería hacer eso, no porque fuera egoísta y se negara a compartir unas palabras sobre su tía, sino porque aquello ya lo había hecho antes...En el funeral de Howard y María.

No era algo sencillo para la joven, era algo que le dolía y le traía muy malos recuerdos, además, no era buena en eso. Podía decir buenos discursos en una Stark Expo o dar infinitos argumentos para defender a un cliente en un juzgado. Pero hablar en un funeral...Era otra cosa.

Cuando llegó arriba el reverendo le cedió el lugar y ella se ubicó en el estrado, a la vista de todo el mundo. Todas las miradas se fueron a su persona y aquello la puso nerviosa. Odiaba verlos murmurando entre ellos, eso la hacía querer irse de ahí de una buena vez.

Se quedó unos segundos allí parada sin saber que decir, pero luego tomó el valor necesario para comenzar:

—Hola a todos— hizo una corta seña con la mano—Bueno yo...Este...—miró al frente y se encontró con la mirada del equipo—Estamos aquí para...Poder despedir a una increíble mujer...Alguien que siempre luchó por sus ideales y por salir adelante.

Hizo una pausa, y agachó la cabeza. No quería estar ahí, no sabia que decir.

—Sarah...—volvió a levantar la vista—Fue una mujer increíble, la quise mucho, como no imaginan...La conozco desde...

De repente se quedó sin habla al recordar eso, al recordar la verdad sobre ella, su nacimiento y de donde venía.

Sonrió con un poco de tristeza.

—Desde que era una bebé—dijo al final— Ella siempre fue un pilar fundamental para mí vida, una gran compañía...—pensó muy bien sus siguientes palabras y eso le dolió—Mis...Mis padres...—Tony la miró atenta—Estaban la mayoría del tiempo ausentes, y cuando eso sucedía...Sarah estaba para mí, bueno y...—miró al millonario—Tony.

Aquello sacudió al hombre en su asiento y una pequeña sonrisa en su rostro no pasó desapercibida.

—Pero ella fue aquel adulto responsable que fue parte de mi crecimiento. Nunca olvidaré todo lo que hizo por mí, lo que me enseñó y lo que me corrigió...Las veces que pasábamos noches enteras viendo películas en su casa, cuando comíamos helado hasta no poder más, sus consejos y sus actos sobreprotectores— sonrió—Que a veces llegaban a ser un dolor de cabeza—rió suavemente al recordarla
—Perdón—tapó su boca ante lo dicho.

Para el resto de las personas aquello había sido algo raro, pero para sus conocidos fue bastante tierno.

—Y...No puedo expresar con palabras el dolor que siento...—suspiró—Todo fue tan repentino...E injusto—aquello último lo dijo más bajo— Desearía con todo mi corazón que esto no hubiera pasado, que se hubiera evitado...

Ella calló de repente cuando sintió un nudo en su garganta y como las voces volvían a su cabeza. Cerró los ojos con fuerza ante la atenta mirada de los presentes. El equipo notó aquello y fueron los únicos que entendían lo que sucedía y su significado, así que estuvieron alertas.

Después de unos segundos se llevó una mano a su cabeza y el dolor cesó.

—Lo siento— se disculpó—Yo...Decía que Sarah fue una persona muy importante para mí...Y la amo— sorbió su nariz—Y la extraño...Mucho...Más que una amiga de la familia...Siempre fue una tía para mí—suspiró—Sólo puedo decir que fue alguien genial, alguien que nunca olvidaré...—una lágrima resbaló por su mejilla. Luego se puso firme en su lugar—Y prometo que no morirá en vano, gracias.

La gente guardó completo silencio ante las potentes palabras de la castaña, asombrados. Ella se volteó y comenzó a bajar rápidamente del estrado sin siquiera mirar al reverendo, que había quedado bastante confundido.

Pensaron que ella iba a volver a su asiento, pero no lo hizo. La joven apresuró sus pasos y se encaminó en dirección a los baños mientras la ceremonia continuaba.

Ella ya no podía más.

Una vez que llegó abrió rápidamente la puerta y se dirigió a un lavabo en donde se apoyó mientras respiraba entrecortadamente. Se sentía débil y que en cualquier momento se desmayaría.

Apretó sus ojos y tomó su cabeza, rogando que las voces en ella se fueran. Le dolía, le dolía como el infierno.

—Basta por favor...— susurraba— Paren...

Volvió a poner sus manos en el lavabo y se miró al espejo, pero una vez que lo hizo saltó de un susto. Se llevó una mano al pecho mientras miraba espantada.

Allí en el espejo había visto el rostro de Kurse mirándola con malicia.

Puso sus manos en sus rodillas mientras tomaba aire y trataba de olvidar esa terrible imagen. Cuando se calmó volvió a mirar, sin embargo la imagen seguía allí y ahora le sonreía.

Ella no aguantó más y se abalanzó contra lo que creía que era el Conquistador y golpeó el espejo con su puño. Miles de trozos de vidrio cayeron al piso con un fuerte sonido. Por suerte los baños estaban alejados del salón principal así que era poco probable que la oyeran.

Tomó su mano con dolor al ver sus nudillos sangrando, luego volvió su vista al espejo y la imagen de la bestia ya no estaba, sólo vidrios rotos.

Se maldijo una y otra vez así misma por caer en aquel juego, creer que Kurse estaba allí, siendo que sólo estaba jugando con su mente.

—No soy débil...—susurraba para sí misma—No lo soy...Y no puedes controlarme— dijo suponiendo que la criatura pudiera oírla.

Pasos se escucharon a la distancia y 
las figuras de Tony y Nat aparecieron en la puerta.

—Astrid...—habló el millonario preocupado— ¿Estás bien?

La chica se reincorporó, tomó aire y trató de limpiar algo de sangre en su chaqueta.

—Sí, sí...—hizo un gesto con la mano—Sólo...Necesito salir de aquí.

Y sin más que decir, comenzó a caminar a la salida, pasó entre ellos y transitó por el largo pasillo hasta llegar al salón principal.

Tal y cómo esperó la ceremonia ya había concluido, el féretro ya no estaba y los presentes se estaban despidiendo de la familia, además de ser invitados al almuerzo de esa tarde.

Algo confundida y aturdida la castaña caminó evadiendo las voces del equipo a sus espaldas. Ella seguía algo perdida debido a las voces en su mente, aunque por suerte, estas ya habían cesado.

En su trayecto hacia la puerta se topó con Jessica, así que se le acercó.

—Jessica...—la llamó. La mujer se volteó y fue abrazarla, aunque la chica tardara un poco en corresponderle.

—Gracias Astrid— le susurró.

—Lamento haberme ido, es que yo...

—Entiendo—la interrumpió—Es difícil para mí, por lo que imagino como lo es para ti—la neoyorquina asintió—No tienes porqué disculparte, fue hermoso lo que dijiste.

La castaña trató de sonreír pero lo que resultó fue una mueca.

—Jessica yo...—rascó su nuca nerviosa—No sé si pueda ir a la comida. Te juro que no me siento muy bien con todo esto, y no quiero sentirme incómoda ni incomodar a nadie. Por eso...Prefiero no ir. Ruego que me perdones.

La pelinaranja acarició su mejilla con una media sonrisa.

—No tienes de qué preocuparte. Si por mi fuerza también lo evitaría—rió—Ve tranquila.

—No sabes lo mucho que te agradezco—habló la menor—Puedes decir que me enfermé o algo, quizás algún problema estomacal, la gente odia oír de eso— Woods rió suavemente.

—Lo tendré en mente— se abrazaron por última vez— Cuídate ¿Sí?

—Tú igual— se separaron.

La pelinaranja se alejó pata irse a otro lado con su esposo. Astrid, por su parte, le echó una última mirada al lugar y especialmente donde había estado el ataúd de Sarah. Limpió sus últimas lágrimas, se puso sus lentes de sol y caminó a la salida.

—Astrid...— la voz de Tony trató de detenerla, pero ella no hizo caso.

La mujer salió del lugar e inmediatamente fue bombardeada por flashes de cámaras y periodistas entusiasmados con saber que ella había estado allí.

—¡Astrid! ¡Astrid! ¡Por aquí!

—Señorita Stark ¿Cómo se siente después de esta pérdida?

—¿Es ahora usted parte de los Vengadores?

—¿A qué se debió su desaparición?

—¿Está todo en orden ahora? ¿Volvió a su vida normal?

—¡Señorita mire aquí! ¡Una foto!

—¿Era la fallecida alguien cercano a usted?

—¿Qué se siente haber perdido a la mayoría de la gente importante para usted?

Aquella última pregunta fue la gota que derramó el vaso para ella.

Sin que nada le importara se volteó y le brindó un puñetazo con la misma mano que golpeó el vidrio al periodista que le había preguntado aquello, este cayó al suelo y toda la atención se fue a él. Rápidamente la chica abrió la puerta de su auto y se fue lo más rápido que pudo de aquel lugar.

Los Vengadores miraban la escena desde el interior del lugar, sabían que si salían también la situación iba a empeorar, así que optaron por esperar un poco.

—¿Crees que esté bien?—la voz de Rogers se dirigió al millonario.

—Nunca hemos tenido una buena relación con los periodistas, pero...—se encogió de hombros—Lo estará.

Eso era lo que todos esperaban, sobre todo la castaña. Estar bien era lo que más deseaba en ese momento.

Su carrera automovilística parecía no tener fin. Estaba asustada y angustiada, y esos sentimientos se estaban apoderando de ella. A pesar de lo consumida que estaba en éstos trató de ser lo más prudente posible al volante, aunque estuviera excediendo el límite de velocidad.

Cuando ya se estuvo acercando a su penthouse su corazón se sintió aliviado, aceleró más e ingresó rápidamente al estacionamiento respectivo, bajó y corrió hacia el ascensor para subir a su piso. Una vez allí la carrera continuó y abrió la puerta de su hogar, la cerró y se quedó apoyada en ella con la respiración agitada.

Había sido una dura mañana.

Lanzó su bolso a un mueble que allí había en compañía de sus gafas, caminó al sofá y se dejó caer en él mientras se deshacía de sus altos tacones.

Estando allí acostada mirando el blanco techo lloró, lloró a Sarah y a su muerte con completa libertad sin tener que preocuparse por las miradas a su alrededor. Hannah le había dicho que llegaría en la tarde, producto de su trabajo, así que tenía el lugar para ella sola y su tristeza.

El dolor en su corazón era indescriptible, sentía como si nuevamente la estuvieran apuñalando una y otra vez. En el último tiempo había vivido cosas que le causaron sufrimiento, y que de hecho, aún no se recuperaba. Y ahora la muerte de Sarah llegaba a ella para empeorarlo todo.

No podía dejar de pensar en aquel hecho y en lo mucho que deseaba haberlo impedido.

Entonces en su mente se cruzó aquella pregunta que el reportero que había golpeado le dijo: ¿Qué se siente haber perdido a la mayoría de la gente importante para usted?

De sólo pensar en la respuesta dejó salir un sollozo. Y la verdad de todo es que se sentía fatal.

Se sentó en el sillón mientras secaba sus lágrimas y observaba la vista de la ciudad. Un paisaje tan simple, pero a la vez cautivador, que incluso le llegó a inspirar algo de calma.

Dejó salir un pesado suspiro de sus pulmones y su vista recayó en la mesa de centro frente a ella y lo que allí estaba:

El maletín.

El objeto permanecía abierto, tal y como ella lo había dejado la última vez. Echó su cabello hacia atrás y revisó lo que éste contenía.

La verdad de las cosas es que el maletín no le había ayudado tanto como esperaba, sólo encontró pedazos de periódicos viejos relacionados a aquella fecha e incluso sobre aquel ataque. También habían algunas fotos de la familia, especialmente de ella junto a los dos objetos con los que ella llegó a ese hogar: la sábana y el collar.

La chica tomó ambos en sus manos y los observó con detenimiento, como si deseara saber toda la historia detrás de éstos, pero no se podía, simplemente no se podía.

Los dejó a un lado y siguió observando las cosas de la caja, habían también algunas pequeñas notas con frases como: "Te amamos", "Eres importante", "Debes descubrir quién eres", entre otros.

Pero algo más le llamó la atención.

Dentro del maletín había una fotografía que no había visto antes, se veía malgastada y un poco vieja, la tomó entre sus manos y la miró.

Era ella.

Una bebé envuelta en una sábana blanca y con un collar dorado yacía sobre una pequeña cuna. 

Pero más que la imagen había otra cosa que llamaba más su atención: En la esquina superior derecha habían unos garabatos escritos, debido al mal mantenimiento de la foto no se podían distinguir con mucha claridad. Sin embargo, aquello pareció una ventana de oportunidad para la joven.

Rápidamente se levantó de allí y buscó papel y lápiz, y con la fotografía en mano comenzó a tratar de descifrar aquel escrito. Estaba muy segura que era alguna especie de código, de los que siempre usaba con sus padres cuando estaba con ellos.

Escribió y trató de replicar aquellos garabatos en su papel, y de ellos tratar de desencadenar una respuesta. Pero lamentablemente no pudo, estaba bastante complicado ya que, o el código estaba incompleto o se habían borrado un poco con el pasar de los años.

Lanzó el lápiz y la foto a la mesa con fuerza, se llevó las manos a la cara con frustración y volvió a sentarse en el mismo sofá.

Empezaba a creer que nunca iba a descubrir su verdadera identidad.

Estuvo unos segundos con la cabeza entre sus manos, lamentándose por aquello. Pero luego la levantó, y nuevamente su vista se fue al ventanal, a la hermosa vista de la ciudad. 

Un largo suspiro salió de su boca, y se rindió completamente en cuanto a seguir trabajando en el maletín. Iba a ponerse de pie para irse a su cuarto, pero algo se lo impidió.

Sintió una leve vibración en su costado derecho, metió su mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó su celular. Le había llegado una notificación.

Su corazón latió con más fuerza al ver quien lo enviaba y lo que decía.

"Te necesitamos"

Y el emisor era Tony.

Dejó su teléfono a un lado y masajeó su rostro. No abrió el mensaje, sólo lo vio desde la vista previa, pero aún así le había causando un revoltijo en su interior.

No sabía que hacer, estaba confundida y su mente no estaba pensando claro.

Pero como si fuera una señal divina, la chica alzó su vista de nuevo al maletín y vio una nueva nota allí, no la había visto antes ya que estaba cubierta con otras cosas. La mujer la tomó y tragó saliva al leerla:

"La gente te necesita mucho más de lo que tú crees"

La castaña cerró sus ojos con fuerza y una batalla interna comenzó a librarse dentro de ella.

Debía tomar una decisión.

Mientras tanto en la sede de SHIELD el equipo seguía trabajando en su nueva misión: el código encontrado en el Tilgen.

—Les juro que estoy apunto de lanzarme por la ventana— se quejó Tony tecleando en la computadora.

—Ya relájate Stark, lo descubriremos—le habló Romanoff.

—Espero que tengas razón. No sabes la rabia que me dio volver y descubrir que la desencriptación de los códigos falló—respondió él.

—Tendremos respuestas, cuento con ello—siguió el asgardiano.

—Oh Dios, cómo odio los funerales—se escuchó al arquero ingresando a la sala mientras masajeaba su cuello.

—Todos—respondió el doctor.

—Lamentablemente la vida después de ellos sigue...—las palabras del millonario les llamó la atención—Así que a trabajar.

Y eso hicieron.

Aquellas inscripciones del pulso estaban demasiado codificadas por miles de capas encriptadas. Era muy difícil tratar de resolverlo, pero eso intentaban.

El equipo había estado siguiendo pistas desde que todo inició, parecía que seguían caminando en círculos mientras la vida seguía lanzándoles cosas para averiguar.

Ya se sentían cansados y pareciera que todo iba a terminar mal.

Incluso llegaron a pensar que aquello podría ser una trampa de Kurse para retrasarlos y que él tomara ventaja.

A esas alturas todo era posible.

—Trata de nuevo—habló Rogers.

—¿Es en serio?— respondió Stark lanzando su lápiz y su holopad a la mesa—Es la cuarta vez.

—No podemos rendirnos.

—No me he rendido—replicó el ingeniero hacia Thor—Sólo me cansé.

—No tenemos tiempo para eso—siguió el semidiós—No podemos perder ninguna oportunidad, ni tampoco darle una al Conquistador.

—¿Y qué? ¿Quieres tratar de descifrarlo tú, dios del Trueno?—la voz de Tony sonó burlesca y molesta, lo que hizo que el mencionado se le acercara peligrosamente.

—No, no, no— Clint trató de detenerlos.

—¿Me estás desafiando?—habló el asgardiano mirando al hombre.

—No, sólo te estoy molestando—contestó sarcásticamente.

—Tony...— susurró el Capitán.

Thor se le acercó más y lo tomó por la sudadera.

—No tenemos tiempo para juegos—habló— Así que déjate de los tuyos.

—¿Yo? ¿Jugando? ¿Eso es lo que estoy haciendo?—rió—Estoy tratando de descifrar algo que nadie ha podido. Oh ¿O acaso tú sí? ¿Lo lograste? ¿Nos dices que significa?

El asgardiano guardó silencio y soltó al hombre para mirarlo con seriedad.

—¿Entonces quién?— inquirió.

Tony procesó aquella pregunta y agachó la cabeza soltando un gran suspiro antes de hablar:

—Tal vez Astrid.

La sala guardó silencio mientras se lamentaban en sus lugares. La mención de la castaña los hizo tensarse y no dejar de pensar en ella y lo que estaba sufriendo.

—¿Estás seguro de que está bien?—preguntó Steve igual que hace unas horas.

—Jarvis me avisó cuando llegó a su penthouse—el millonario se apoyó en la mesa—Está ahí, al menos está a salvo...Y merece su espacio.

El grupo siguió callado mientras se repartían miradas.

—Pero es cierto...Ella podría ayudarnos, éste es su campo, una de sus grandes especialidades. Podría descifrarlo en...—hizo una mueca— Cinco minutos.

—La verdad yo diría que dos, pero depende de la urgencia del asunto.

Rápidamente el grupo giró sus miradas hacia la entrada del laboratorio en donde la figura que había hablado hizo ingreso.

Astrid.

La castaña había entrado al lugar observando a todos con una débil media sonrisa. Y al igual que hace días atrás, todos habían quedado estáticos ante su llegada.

Lentamente comenzaron a acercarse a ella que jugaba nerviosamente con sus dedos.

—Hola...—susurró—No podía quedarme en casa sin hacer nada—explicó con voz decidida—Sabiendo que ese monstruo endemoniado sigue allá afuera...—movió la cabeza—No podía.

Al parecer ellos querían decir algo, pero la chica los interrumpió.

—Vine para vengar a Sarah— su voz se quebró un poco al recordarla—Tal y como dije, no permitiré que ella muera en vano...No importa lo que tenga que hacer...Voy a acabar con Kurse.

Tony trató de reprimir una sonrisa al ver a su hermana volver. Se adelantó y se acercó un poco más a ella.

Vamos—corrigió el millonario apoyando—Vamos a hacerlo.

La neoyorquina asintió levemente y lo miró directamente a los ojos, parecía que con aquello se estuvieran diciendo a todo.

—Gracias...Por volver— le susurró el castaño en frente suyo.

Ella no dijo nada, sólo agachó la cabeza y comenzó a caminar hacia adelante, con ansias de saber lo que ocurría.

—¿Cuál es el problema?— preguntó la castaña acercándose a la mesa.

—Descubrimos algo— el millonario caminó hacia ella— En los laterales del Tilgen habían unas inscripciones, algo como...Códigos.

—¿Códigos? ¿Otra vez?— le preguntó ella sarcásticamente— Debe ser una broma, pareciera que caminamos en círculos.

—Sí, sí, es desesperante, yo dije lo mismo— respondió él con burla.

—No caminamos en círculos, sólo seguimos pistas— habló el asgardiano decidido— Pistas de los antepasados que seguro nos guiarán a algo.

La sala guardó silencio por un rato.

Tony hizo una mueca—Como sea...— Thor lo miró mal— Decía que descubrimos estos códigos...Pero no los podemos descifrar.

—¿Y eso por qué?

—No lo sabemos con exactitud— respondió el millonario a la castaña— Pareciera que los códigos están envueltos en miles de capas de datos.

—¿Lingüísticos?— preguntó la recién llegada— ¿Debo llamar a Zack otra vez?

—No— la rapidez y dureza de las palabras del ingeniero sorprendieron a la chica— Quiero decir...No es necesario, ya que no son lenguas, son sólo...Códigos y más códigos.

—Una pantalla de humo— dijo la neoyorquina tecleando en la computadora— Te distraen de encontrar el verdadero objetivo— un archivo apareció— ¿Son éstos?

—Así es.

El grupo comenzó a acercarse más para observar a la chica trabajar.

—Oh...— murmuró ella— Ya veo— siguió tecleando cosas— Debe ser un cifrado Outhent, son antiguos, usados desde hace mucho, pero mejorados con el tiempo. No me sorprende que esos seres del espacio fueran tan hábiles de usarlos.

El equipo no dijo nada, sólo escucharon el sonido de los dedos de Astrid sobre el teclado.

—Wow— volvió a hablar ella— Son cerca de cinco mil capas de datos— hizo un sonido con la lengua—Pero...Si accedo a su fuente central y me infiltro en el backbone...Podré causar una bomba lógica.

—Claro— el mayor de los Stark se llevó una mano a la frente— Lo usamos de caballo de Troya al interior del sistema y cuando se cumplan las condiciones de activación...

—Quedará al descubierto el verdadero mensaje— presionó una última tecla— Listo, comenzó a gestionar el servidor.

—Esos son muchos términos de hacker— susurró Banner a Thor.

—Así veo, porque no entiendo nada— le respondió confundido.

—Qué hábil, Astrid— le dijo Nat.

—Uno de todos mis dones es ser hacker, señores— habló sin mirarles— Es mi trabajo.

—Y funcionó—Tony apuntó la pantalla—En un rato tendremos los códigos del Tilgen.

El grupo se sonrió complacido.

—Muchas gracias—le dijo el asgardiano a la castaña, ésta sólo asintió.

—Y...—volvió a hablar la menor— ¿Se podría saber a qué nos guiarían estos códigos?

El grupo se repartió miradas, ya que la respuesta a esa pregunta era bastante potente.

—Creemos que...—comenzó Thor—Podrían guiarnos hacia el Colgante de Sinmara.

La neoyorquina abrió los ojos como platos ante esa respuesta.

—Wow...—se limitó a decir— Eso sería bueno.

—Muy bueno—siguió el Capitán—Sería nuestra clave para acabar con Kurse de una buena vez.

—¿Pero qué no necesitábamos...El hacha para hacerlo?— la pregunta de la castaña removió a todos en sus lugares.

—Sí...—el millonario rascó su nuca—Pero ya resolveremos esa parte—miró
a su hermana—Por ahora nos queda esperar a que la bomba suelte los códigos...E ir a dónde nos lleve.

La joven asintió—Cool, avísenme si algo sucede.

Ella comenzó a caminar con disposición de ir a la salida, pero la voz de Bruce la detuvo.

—Eh...¿Astrid?— se volteó— ¿Me preguntaba si...?— pensó sus palabras—¿Te importaría que te hiciera un chequeo?

Ella frunció el ceño— ¿Por qué?

—Bueno...—movió sus manos—Ya no es secreto para ninguno de nosotros que tú...Controlas el viento

Suspiró—Lo sé, pero no tienes de qué preocuparte. No he tenido ningún problema, además lo controlo mucho mejor que antes.

—No me cabe duda, pero es sólo para verificar el estado de tu ADN, ver si hubo cambio, o si permaneció igual. Tal vez que su estructura...

—Bien, bien, bien— detuvo la chica Bruce poniendo sus manos adelante—
Tú ganas, pero que sea rápido.

Él asintió complacido y se acercó a la castaña. Pero antes de que salieran ella se detuvo.

—Pregunta rápida— se volteó a ver al equipo— Por las cosas de la vida...¿No habrán elegido algún nombre para la operación...—hizo comillas con sus dedos en la última palabra—...Mientras yo no estuve aquí?

El grupo guardó silencio entendiendo a lo que ella se refería. Le habían puesto un nombre a la "operación" cuando empezó a controlar el fuego, luego con el agua, y ahora...Quedaba el viento.

—Bueno...—el arquero tragó saliva—Operación Wild Wind sonaba muy bien— se encogió de hombros.

El equipo inmediatamente lo atacó con sus miradas, recriminándole por haber hablado.

Astrid, por su parte, los miraba a todos con una ceja alzada, sin creer lo que había escuchado, luego se llevó una mano a la frente.

—Después de usted, doc— le habló la joven haciendo una seña con la mano. Posteriormente ambos desaparecieron del lugar.

Cuando estuvieron solos, los Vengadores restantes miraron a Barton negando con la cabeza. Tony se le acercó, le golpeó levemente la cabeza y le dijo:

—¿En serio Clint? ¿Se te tenía que salir?

El resto de la tarde transcurrió con normalidad mientras esperaban que el algoritmo descifrara los códigos del Tilgen.

La castaña acompañó al doctor hacia la sala de enfermería para hacerle un chequeo, ya no necesitaban hacerlo en el laboratorio, ya todo estaba un poco más bajo su control.

Y como esperaron los exámenes de la chica volvieron a salir alterados. Sus cadenas de nucleótidos se estaban volviendo locas y su ADN estaba en un cambio constante.

Sin embargo, aquello ya no le causaba tanta sorpresa como antes, debido a que ya sabía...Porqué eso era causado. Así que solamente se limitó a seguir pequeñas instrucciones de Bruce y tener el cuidado correspondiente.

No sabían que más podía llegar a pasar.

Cuando todo acabó se fue dispuesta a ir a la que aún era su habitación y quizás tomar un descanso. Salió con cautela teniendo el cuidado de no encontrarse con nadie.

Aquel momento sería perfecto para que alguien la encontrara y quisiera hablar con ella, aunque eso era lo que menos quería. Pero estaba segura de que eso no iba a pasar, tendrían que ser muy suertudos para eso.

—¡Astrid!

Y bueno, hubo un suertudo.

La neoyorquina se quedó estática en el pasillo al oír una voz a sus espaldas, una voz que le causó un escalofrío. Soltó una maldición y comenzó a voltearse lentamente para mirar al propietario de ésta:

Steve.

El rubio la observó con ojos de preocupación y comenzó a caminar hacia ella. La mujer, en cambio, tenía ganas de huir.

—Astrid...— volvió a pronunciar cuando estuvo más cerca.

La aludida quiso pegar media vuelta e irse de allí, pero el hombre fue más rápido y se puso frente a ella.

—No espera— trató de mirarla a los ojos pero la chica lo evadió—Por favor, necesito hablar contigo.

—No tengo ganas—contestó tratando de irse, pero no se lo permitió.

—Por favor— volvió a decir con voz un poco más suplicante.

En ese momento la castaña se atrevió a levantar su vista y unir sus ojos con los de Rogers. La mirada del rubio estaba fija en la suya, dispuesto a permanecer allí hasta que le diera una respuesta.

Luego de unos segundos en silencio la joven cerró sus ojos, y al abrirlos hizo un movimiento con la cabeza, indicándole a Steve que caminaran hacia la oficina a un lado de ellos.

Sin esperarle la mujer comenzó a caminar, los pasos del Capitán no tardaron en seguirle y ambos llegaron a un balcón que allí había.

La castaña apoyó sus brazos en el barandal y miró a otra parte de la ciudad, a cualquiera que no fuera los ojos del rubio.

—Astrid...— comenzó él tratando de acercarse— Cuánto lo siento.

Ella cerró sus ojos con fuerza. Había estado teniendo miedo de esa conversación, pero lamentablemente aquí estaba.

—Soy conciente de que lo que hicimos estuvo mal, y por eso te pido que me perdones— suspiró— Te juro que nunca quise hacerte daño...

—¿En serio?— Steve se sorprendió cuando la chica levantó su vista y habló en un débil susurro— No sabes cuánto me dolió...Cuánto aún me duele.

Ambos permanecieron en silencio unos segundos, temerosos de seguir aquella difícil conversación. Luego, la castaña dejó salir el aire de sus pulmones y una débil sonrisa se formó en su rostro.

—¿Sabes?— el hombre la observó— Siempre me he considerado una persona con mala suerte...— calló unos segundos mientras tomaba valor para continuar—...En esto.

Cuando la mano de la joven los apuntó a ambos el Primer Vengador sintió el corazón apretado.

Sabía de qué estaba hablando.

—Todos han sido patanes conmigo—limpió su nariz— Me han mentido, me han usado, han estado conmigo por la fama, el dinero, los viajes— rió sin gracia— Oh y engañado, por supuesto—dijo recordando a Kyle— Todos los medios me forjaron esa reputación...¿Y sabes qué? Yo la creí.

Rogers la miró atento, tratando de aguantarse las ganas de decirle tantas cosas, pero debía dejarla hablar.

—Si hay algo a lo que siempre le he temido es a las mentiras— el rubio cerró sus ojos— Siempre fueron parte de mi existencia, siempre me topaba con ellas. Y yo...— suspiró— No creí que las personas más importantes para mí me engañaran de la manera más horrible que jamás imaginé.

Se volteó nuevamente para encarar a Steve y seguir su discurso, todo esto mientras trataba de no llorar.

Hablar con él de ese tema le dolía, y más aún recordar que él le había hecho daño.

Luego un pensamiento cruzó su mente, y en ese momento estuvo lista para compartirlo.

—¿Y sabes algo?— siguió—Yo de verdad creí que aquí...— lo señaló a él y luego a ella misma— Estaba pasando algo...

No quiso esperar respuesta, así que giró sobre sus talones y se dispuso a irse.

Sin embargo, Rogers no quería dejar las cosas así, esas últimas palabras habían causado un revoltijo en su interior, estaba muy nervioso e impresionado, y esto le dio el valor para poder lanzar sus siguientes palabras.

—No te equivocas— soltó.

—¿¡Entonces por qué me mentiste!?

De inmediato la joven tapó su boca al darse cuenta de la dureza en sus palabras. La cabeza le ardía y sentía ese incesante golpeteo en ella, indicándole una sola cosa:

Las voces volvieron.

El Capitán la miraba con los ojos muy abiertos, tratando de ignorar que aquello había roto algo en su interior y que ella tenía razón.

Astrid tomó una gran bocanada de aire antes de mirar al hombre frente a ella.

—Yo...— las voces no la dejaron continuar—Mejor...Mejor me voy de aquí.

Se giró y salió rápidamente de allí, suplicando internamente no desmayarse en el camino.

Steve se quedó ahí parado, observando la figura de la chica irse. Aquello le había dolido, no lo podía negar, y deseaba en lo profundo de su corazón poder arreglarlo.

La castaña caminó por los pasillos mientras luchaba con los murmullos en su mente. Se había decaído otra vez, se estaba viendo débil y no dudaba de que Kurse estaba aprovechando aquello.

Llegó a duras penas a la cocina y caminó hacia el lavaplatos para tomar un vaso con agua. Sus dedos temblorosos tomaron el objeto de vidrio, pero aún así este casi se le resbala. Lo llenó y lo llevó a su boca, creyendo que eso podía apaciguar su malestar.

Pero no fue así.

El dolor seguía y la desesperaba cada vez más.

Pánico.

Estrategia.

Destrucción.

Las palabras iban y venían, a penas era capaz de comprender todo lo que decían. De lo único que estaba segura era de que las odiaba.

Realidad.

Guerra.

Lealtad.

—No...No otra vez...— susurraba.

Se apoyó en el lavaplatos y trató de respirar con normalidad, pero le dolía todo el cuerpo.

Núcleo.

Esperanza.

Prioridad.

—Kurse ya basta—su voz comenzó a tornarse más firme— Sé que me oyes desgraciado. No me vas a controlar, no lo lograrás— apuntó al frente como si estuviera allí—Mi mente no es débil...No lo es...

Los bordes del lavabo comenzaron a crujir debido a la fuerza con que la chica se sujetaba.

—No soy débil, no lo soy— repetía mientras trataba de reincorporarse—No soy débil...Y no puedes controlarme.

Se levantó de repente y sintió un escalofrío recorrer su columna que la hizo soltar un leve quejido.

Pero lo más placentero de todo fue el silencio.

Ya no oía nada más, las voces habían cesado, ella había sido más fuerte y la bestia ya no podía controlarla.

Volvió a apoyarse y suspiró aliviada. Una leve sonrisa apareció en su rostro al darse cuenta que lo había vencido.

Cuando ya estuvo más calmada tomó un poco más de agua y se dispuso a salir de ahí, pero una vibración en el bolsillo de su pantalón la detuvo. Era su teléfono, lo sacó y lo revisó, viendo que una notificación de Tony le había llegado:

"Códigos listos"

Su corazón se aceleró ante la esperanza que eso le daba. Volvió a guardar el aparato y comenzó a caminar a grandes pasos hacia el laboratorio.

Cuando llegó se topó con el resto del equipo, que al parecer también habían recibido ese mensaje y se estaban dirigiendo al lugar. Al entrar el multimillonario los esperaba de brazos cruzados y una media sonrisa.

—Stark— habló Rogers— ¿Tienes los códigos?

Éste se dio el gusto de guardar un poco de silencio.

—Responde Stark— siguió el asgardiano— ¿Los códigos se pudieron descifrar?

Tony suspiró—Así es.

Todos se repartieron miradas esperanzada y comenzaron a acercarse a él.

—¿Y qué son? ¿A dónde nos llevan?—cuestionó Natasha.

El ingeniero los miró por otros segundos y giró una gran pantalla con la información revelada. El equipo la observó pero no entendían por completo lo que allí había, parecía un mapa.

—¿A dónde, Tony?— cuestionó Astrid.

El hombre tecleó un par de cosas en la pantalla antes de decir:

—¿Cómo está su español, chicos?

┍━━━━━━━┙◈┕━━━━━━━┑

AAAAAH ATENCIÓN ACÁ VIENE EL CHALLENGE:

¿A DÓNDE IRÁN LOS VENGADORES?

A QUIENES RESOPONDAN CORRECTAMENTE LA PREGUNTA DE CUAL ES EL NUEVO DESTINO DEL EQUIPO LOS MENCIONARÉ ESPECIALMENTE EN EL SIGUIENTE CAP.

YAYYY A JUGAR

ya, respondan porfi, no me dejen sola como loca, saben que lxs amo :cccccc

HOLA GENTE HERMOSA ♡ espero que se encuentren bien y se estén cuidando♡

espero que les haya gustado el capítulo, perdón si estuvo medio sad:c

YYYYYY no se me desesperen o enojen x Steve y Astrid, relaaaaaaaax que todo se va a ir arreglando, todo tiene un propósito uwu

pero bueno

los dejo esperando que estén súper♡

Y PORFA PARTICIPEN EN EL SÚPER JUEGO (buuuu que fome, ah ya) no me dejen sola que lloro :c

lxs amo eternamente, gracias x todo♡

nat x



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