━UNDERCOVER PLAN
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TODOS SE REPARTIERON miradas entre sí. Se acercaron un poco más a la pantalla y allí fue cuando leyeron el nombre de un país.
—Wow— silbó Clint—Nunca he ido ahí.
—Yo creo que fui, pero hace años—respondió Natasha.
—Yo no lo conozco— se acercó Thor— Nunca había oído de él, bueno, como la mayoría de los países de este planeta— observó más de cerca— ¿Cómo se pronuncia?
Hubieron unas cuantas risas del grupo ante el desconocimiento del asgardiano.
—Chile— habló el millonario— Iremos a Chile.
El grupo asintió mientras Tony expandía la pantalla y mostraba otro archivo.
—Los códigos, o mas bien coordenadas, nos guiaron a un lugar específico en el país— una imagen apareció— Santiago, la capital. Pero específicamente al Museo Histórico Nacional.
—Bueno, hemos descubierto que los edificios históricos son buenos para ocultar cosas—murmuró el arquero.
—¿Y crees que el colgante esté ahí?—consultó Thor.
El millonario hizo una mueca—Es lo que creemos ¿No? Además...— quitó la pantalla y con su holopad hizo aparecer un holograma— Empecé a investigar la estructura del lugar. Es algo muy antiguo, tiene más de doscientos años. Incluso, el edificio original fue el Palacio de la Independencia en esos años.
—Así que una historia lo precede— dijo Steve y el castaño asintió.
—Pero eso no fue lo único que llamó mi atención— siguió él.
El holograma cambió y mostró una especie de subterráneo.
—Jarvis se infiltró en los archivos privados de la administración y descubrimos que tiene un gran subterráneo oculto, está como a veinte metros de profundidad. Supuestamente ahí deben haberse escondido algunos revolucionarios en la antigüedad...Y al parecer otra cosa.
El ingeniero amplió la figura y apuntó un punto específico.
—¿Qué es eso?— preguntó la rusa.
—Es una bóveda que se encuentra en el subterráneo, está protegida por un refuerzo de acero y una codificación encriptada en la puerta. Parece un lugar impenetrable.
—Y un lugar perfecto para ocultar un artilugio nórdico—dijo la castaña.
—Concuerdo—continuó el moreno—Así que hay una alta posibilidad de que pudiera estar ahí.
El grupo volvió a repartirse miradas esperanzadas.
—Entonces ¿Qué esperamos?— habló el asgardiano—Debemos ir allá cuanto antes.
—Eh...—Tony hizo una mueca—En realidad a donde debemos ir es a Viña del Mar.
El holograma cambió y mostró una nueva ciudad.
—Oh bien, más nombres raros y difíciles de pronunciar— murmuró el semidiós.
—¿Por qué?— cuestionó Bruce.
—Resulta que el Museo se financia de accionistas, y el mayor de estos es un magnate del petróleo que vive en aquella ciudad— explicó.
—¿Y qué con eso?— cuestionó Nat.
—Éste acceso a la bóveda está permitido para una sola persona...—una imagen apareció— Él.
—Su nombre es Gustavo Mackena—continuó— Es la mayor fuente financiera del Museo y, según lo que investigamos con Jarvis, es quien posee los códigos de acceso.
—Así que debemos quitárselos— la voz del Capitán sonó más como una afirmación que como una pregunta.
—Correcto— Tony cambió el holograma a otro, y éste era similar a una mansión—Y para nuestra tremenda y genuina suerte, el hombre dará una fiesta esta noche en honor a la Independencia de Chile en su gran mansión en Viña del Mar.
—Uy, creo los Vengadores iremos a arruinar las festividades— murmuró el arquero.
—Así que será el momento perfecto para quitárselos. Mucha gente, mucha bebida...— Astrid hizo una seña con las manos antes de seguir— Es perfecto.
El millonario hizo que el holograma desapareciera y miró al equipo con las manos extendidas.
—Me suena a que tenemos un plan—dijo.
Cerró las pantallas y hologramas para poder acercarse al grupo. Era tiempo de idear sus estrategias.
—Será mejor que nos preparemos y salgamos de inmediato— habló Rogers— No podemos retrasarnos para nada.
—Tiene razón— apoyó Banner—¿Iremos todos?— cuestionó.
—Así es— respondió el Capitán— Mientras más seamos mejor.
—Estoy de acuerdo.
Cuando el grupo escuchó una nueva voz unirse a su conversación, todos se voltearon a la salida, sin embargo, un sentimiento de alerta los invadió.
Thor atrajo su martillo, Natasha y Clint sujetaron sus armas en sus piernas, una parte del traje de Tony se pegó en su mano y Astrid formó rápidamente un trozo de hielo en la suya.
El único que no tuvo una reacción agresiva fue Steve, y eso se debía a una sola razón:
Nick Fury había ingresado a la sala y había hablado, aunque no venía solo.
—Hey, hey— el director puso sus manos al frente— Calma todos.
Venía con el mismísimo Soldado del Invierno.
—Nick ¿Qué estás haciendo?— cuestionó el millonario.
—Primero que nada relájense y guarden sus armas— habló el moreno con firmeza.
El grupo se miró mutuamente y lentamente obedecieron a aquella orden.
—Muy bien— siguió Fury— Segundo, creo que es buena idea que vayan acompañados a su misión.
—No sabes lo que haces, Nick— habló el asgardiano— Él era uno de los secuaces de Kurse, no podemos confiar en él.
Barnes se encontraba inexpresivo y su mirada estaba perdida en otra parte.
—Estoy de acuerdo con Thor—apoyó el arquero— ¿Estás demente?
—Oh, esto es una mala idea, muy mala idea—susurró Banner.
—Según lo que yo he visto no han tenido mucha suerte en sus últimos enfrentamientos con esta bestia— dijo el hombre del parche— Podría ser una buena idea tener un aliado más de su lado.
—¿A un asesino? ¿Un ex agente de HYDRA? ¿Y un ex elegido de la criatura loca del espacio?— la voz de Tony sonó dura pero a la vez sarcástica.
—Quizás Fury tiene razón— se adelantó el Capitán.
—Steve, el hecho de que sea tu amigo no nos garantiza su lealtad— se escuchó a la pelirroja.
—Me gustaría negarlo, pero estoy de acuerdo con Romanoff— siguió la castaña.
Steve caminó al frente—Lo sé, y ésta vez no estoy hablando como su amigo...— miró al susodicho—Creo que él podría ayudarnos a mejorar nuestras estrategias.
—Vuelvo a repetir, no confío en él—continuó el semidiós.
—Estoy muy seguro de eso— todos se tensaron al oír la voz de Barnes—Pero yo fui uno de los más involucrados en cuanto a planear las estrategias de ataque. Sé cómo piensas, sé cómo le gusta actuar...— suspiró— Podría ayudarles.
—Thor...— el Primer Vengador se le acercó—Tú fuiste el que dijo que probablemente ésta batalla esté viendo su fin— el susodicho lo miró serio— ¿Y si aquel final es más grande de lo que pensamos? Vamos a necesitar toda la ayuda que sea posible.
El asgardiano miró a su compañero unos segundos debatiendo su respuesta en su interior. Después de un rato soltó un bufido.
—Bien— dijo y comenzó a caminar hacia atrás—Pero que tenga cuidado—lo apuntó.
—¿Qué?— habló el millonario—¿Entonces llevaremos al soldado de antaño con nosotros?
Nick se le acercó—Por lo que veo sí—palmeó su hombro y siguió caminando.
—¿Nuestra opinión no cuenta?—preguntó Bruce alzando la mano.
—Por lo que veo no—murmuró Astrid de la misma manera que Fury.
—De acuerdo— el ingeniero hizo una mueca y se acercó al soldado—Pero si esto resulta ser una trampa, si te vuelves contra nosotros o simplemente vemos un atisbo de traición y que algo anda mal— sonrió sarcásticamente— Te las verás con nosotros.
El grupo guardó silencio mientras algunos miraban con seriedad a Barnes.
La castaña los miró mientras atacaban al hombre con los ojos y dejó salir un suspiro.
—Ya, ya, ya— los apartó y se acercó a Bucky—Dejen de amenazarlo. Se va a portar bien ¿No es así?
Él no respondió, sólo miró con atención a la chica que pasó a su lado para seguir trabajando en otra cosa.
—Atención todos— habló el Capitán y las miradas se fueron a su persona—Es hora de irnos.
El equipo—junto a su nuevo integrante— comenzó a trabajar y a preparar todo lo necesario para su viaje. Debían salir cuanto antes para llegar a tiempo a la gran fiesta.
Juntos cargaban las cosas al jet, guardaban sus respectivos trajes y armas que iban a necesitar.
Debían estar prevenidos para cualquier cosa.
Astrid estaba a punto de subir al quinjet para irse con el equipo, pero antes iba a pasar al laboratorio a buscar algunas armas que debían llevar.
Iba tan concentrada mirando su celular que cuando entró no se dio cuenta de que no estaba sola.
—Oh Astrid— habló una masculina voz—Que bueno que estás aquí, estaba a punto de ir a buscarte.
Ella puso los ojos en blanco y siguió su ingreso a la sala.
—¿Qué quieres, Tony?— masculló.
—Espera, espera— él se adelantó y se puso delante de ella rápidamente—Por favor...
—No tengo ganas de hablar— soltó la mujer sin expresión.
Y era verdad. Su charla con el Primer Vengador la había dejado bastante mal, por lo que quería evitar cualquier conversación de ese tipo...Por ahora.
—Lo sé— hizo una mueca— Y no quiero invadir tu espacio por el momento— alzó las manos— Pero...Hay algo que quiero mostrarte.
El millonario retrocedió sobre sus pasos y comenzó a caminar en otra dirección. La castaña, confundida, lo siguió lentamente.
El hombre se detuvo frente a una gran cápsula de metal que estaba de pie sobre ellos, una parecida al lugar donde él guardaba sus armaduras.
—¿Qué es esto?— cuestionó la neoyorquina.
Tony estuvo unos segundos en silencio y luego se volteó para hablarle a la chica.
—Una sorpresa.
Presionando un botón de su holopad la cápsula se abrió dejando ver su interior, y allí, puesto en un maniquí, yacía un traje color gris con líneas que lo rodeaban.
Astrid no podía creer lo que veía, estaba estupefacta.
—Con esto no estoy buscando tu perdón, que olvides lo que pasó ni nada— siguió el ingeniero— Es sólo...Algo que necesitas. Toda tú cambió y tienes necesidades diferentes...Así que adapté e hice algo nuevo para ti.
La chica caminó lentamente hacia el maniquí y observó detenidamente todo el objeto.
—Las líneas que ves allí son mangueras que canalizan la energía en ti, para que, ya sabes, no explotes—rió— El material se adapta perfectamente, y es a prueba de...— la señaló moviendo las manos—Todo lo que haces.
Con sus dedos tocó el traje suavemente siguiendo aquellas manguerillas que lo rodeaban.
Algo dentro de ella se sacudió al presenciar aquel gesto de parte del hombre. Ella sabía lo muy arrepentido que estaba de todo lo que había sucedido y también era consciente de lo mucho que la amaba...A pesar de todo.
En el fondo de su corazón ella sí quería arreglar las cosas, aunque sabía que perdonar no era algo sencillo.
Ella había perdido algo más importante que la confianza...Se había perdido a sí misma.
Sin que Tony la viera ella formó una pequeña sonrisa en sus labios.
—Gracias— susurró volteándose a ver a su hermano.
El hombre esbozó una sonrisa sincera al obtener una positiva reacción de parte de la chica.
Sentía que habían posibilidades de arreglar las cosas.
Pero ahora...Había que irse.
Habían llegado a la hora correcta al país y la ciudad los recibió con un aire festivo y lleno de alegría. El lugar era hermoso pero muy concurrido, así que tuvieron que proceder con cautela.
La noche se iba acercando y el equipo estaba planeando su estrategia para infiltrarse en aquella gala.
Tony Stark había rentado el piso completo de uno de los hoteles más lujosos en los alrededores, y que además quedaba relativamente cerca de la mansión de Mackena.
El Tilgen había ido con ellos y ya se encontraba resguardado en una caja de seguridad que el millonario había creado para resguardarla.
—Ya conseguí los accesos para la fiesta— comunicó Romanoff acercándose al grupo que estaba reunido en torno a una mesa— Serán unos invitados más en ella.
—Gracias Nat— dijo el millonario y ella se fue.
Thor, Clint, Tony, Steve y Astrid estaban en aquella mesa planeando la infiltración.
—Muy bien— siguió el ingeniero— Quedan dos horas para la gala— miró su reloj— Así que debemos prepararnos. En cuanto a los que asistirán al lugar...
—Yo lo haré.
La voz de la castaña los interrumpió a todos y sus miradas se fueron hacia su persona. Ella estaba de brazos cruzados y cuando sintió que la observaban levantó la vista.
—¿Qué?— cuestionó Tony.
—Que yo iré— repitió— Sabes perfectamente que tengo más experiencia en este terreno— se encogió de hombros— ¿O qué? ¿Acaso quieres tú ir y seducir al riquillo?
El aludido levantó las palmas de sus manos a la defensiva.
No se oponían a que la chica fuera al evento por el hecho de desconfiar en sus capacidades, en realidad...Era por otra cosa.
—¿Y quién será mi acompañante?— preguntó analizando los planos de la mesa.
Luego sintió como alguien apoyaba sus manos en la mesa para inclinarse y mirarla.
—Yo.
Y esa era la otra cosa.
Su cuerpo se tensó inmediatamente al oír la voz de Steve, pero no iba a dejar que aquello se le notara. Astrid se puso en la misma posición que el rubio, inclinada en la mesa y mirándolo a los ojos.
Sonrió de lado—Perfecto— dijo ella—Si me disculpan iré a arreglarme— luego se reincorporó, dio media vuelta y se fue dejando a los hombres sin habla.
Rogers rió suavemente por lo bajo y luego se enderezó para mirar a sus compañeros que lo observaban de una manera muy particular.
—¿Qué?— murmuró él.
El grupo no dijo nada, sólo se repartieron un par de graciosas miradas. Bueno, excepto Tony que lo miraba con los ojos entrecerrados.
El tiempo transcurrió y el momento de dirigirse a la fiesta ya había llegado. Todas las instrucciones ya habían sido entregadas y el equipo estaba preparado.
Astrid y Steve iban a ser los únicos que irían a la mansión— por temas de seguridad y que habían muy pocos lugares para ocultarse— El resto se quedaría en el hotel monitoreando todo lo que sucediera.
—El auto ya está aquí— dijo Tony guardando su holopad en su bolsillo después de terminar una llamada—Por favor no lo rayes, es un modelo nuevo— dijo a Rogers.
Éste puso los ojos en blanco—Ya debemos irnos ¿Dónde está Astrid?
—¿No te quedó claro el hecho de que se toma su tiempo en arreglarse?—masculló el millonario bebiendo de su trago.
El rubio suspiró—Bueno, eso es cierto.
Y como si la hubieran invocado, la castaña ingresó a la habitación como cual modelo y se ganó todas las miradas de los presentes.
Llevaba puesto un largo vestido rojo—que había empacado en caso de que lo necesitara— de tela brillante, con tiras en sus hombros y un escote en V.
Su cabello estaba liso pero ligeramente tomado del lado izquierdo.
Ella sonrió ligeramente al notar la impresión que había causado en los hombres que la observaban y siguió caminando.
—Ya podemos irnos— dijo estando frente a ellos.
El grupo permaneció en silencio mientras seguían mirándola, simplemente sin palabras.
Tony, en cambio, los observó a todos y negó con la cabeza.
—¿Congelados? ¿Otra vez? Debe ser una broma— volvió a beber de su bebida, posteriormente observó a la joven negando con la cabeza—Y...¿No había...Uno...?— la señaló— ¿...Un vestido menos...Escotado?
Ella puso los ojos en blanco—Ya cállate— soltó—No debemos retrasarnos— comenzó a caminar otra vez— Oh y cierren la boca, hay moscas.
Ella pasó a un lado de Clint y tomó el comunicador que él sostenía para llevarlo a su oído. Luego recibió un par de indicaciones de Natasha que la detuvo para hablarle.
—Bueno— habló el Capitán después de un rato—Ya la oyeron.
El grupo reaccionó y asintió. El rubio tomó el comunicador que tenía el arquero y se volteó para ir con la castaña. Pero antes de hacerlo fue detenido por el millonario.
—Cap— lo llamó y este se volteó—Cuídala...Por favor.
El mencionado asintió sinceramente y caminó hacia la chica, la cual al verlo comenzó a caminar hacia el elevador que estaba a unos pasos más allá, seguida por el Capitán. Cuando estuvieron adentro el hombre presionó el botón de la última planta para poder irse.
—Deséenos suerte— habló Astrid antes de que las puertas se cerraran. Algunos murmuraron un "suerte" y otros movieron sus manos en signo de despedida.
Cuando estuvieron solos el silencio y la incomodidad reinó en el lugar. Evitaron mirarse en todo momento, sólo permanecieron rígidos en sus posiciones.
Aunque era imposible que no se echaran una mirada de reojo.
Steve la miró varias veces con disimulo. No podía dejar de pensar en lo linda que sea veía con aquel vestido rojo brillante.
Astrid quería evitarlo, pero tampoco logró apartar los ojos del hombre a su lado en aquellas discretas miradas. No dejaba de pensar en lo bien que se veía con un traje—chaqueta, camisa, pantalón, zapatos— completamente negro.
Pero su incomodidad tuvo fin cuando las puertas del elevador se abrieron dando paso al salón principal. Se miraron y comenzaron a caminar a la salida donde un auto los esperaba.
—Oh sí— sonrió la chica al ver el deportivo— Esto es clase.
Abrió la puerta del copiloto y subió con cuidado, Rogers hizo lo mismo pero en el otro asiento. Una vez que estuvieron listos comenzaron su marcha a la mansión.
Las luces y los colores no tardaron en cautivar sus atenciones cuando comenzaron a acercarse al lugar. Había mucha gente concurriendo la mansión, gente de elegantes vestidos y costosos vehículos.
—Probando audio ¿Me copian?— se escuchó a Nat en sus oídos.
—Copiamos— habló el rubio—Ya llegamos, así que estén atentos.
Steve estacionó en frente del lugar y bajó. De inmediato llegó un valet a recibir las llaves del auto para poder llevárselo.
El Capitán no esperó a que su acompañante bajara sola, así que rápidamente giró y llegó a la puerta de la castaña para poder abrirle y extenderle la mano.
Ella lo observó con detenimiento y la aceptó. Al levantarse sus cuerpos quedaron relativamente juntos por unos segundos, pero el momento se rompió al oír una voz en sus oídos.
—Aún no he podido tener acceso de las cámaras, así que sólo entren...Y actúen con normalidad— habló Clint.
—De acuerdo— respondió la neoyorquina.
Entrelazó su brazo con el del rubio y juntos comenzaron a caminar hacia la entrada.
—Muy bien, que el "plan encubiertos"...Comience— susurró el millonario haciendo comillas con sus dedos.
La música folclórica resonó en sus oídos, las guirnaldas y adornos de los colores blanco azul y rojo decoraban el lugar y una gran bandera chilena relucía en un mástil al centro.
Al llegar a la recepción se les pidió la invitación a la gala y ellos entregaron la tarjeta falsa que Natasha había conseguido.
Cuando ingresaron completamente al recinto el ánimo de la estancia llamó sus atenciones. La gente reía y bebía, todos vestidos de la misma manera elegante que ellos.
Al fondo había un pequeño escenario donde una banda vestida de trajes típicos tocaba música folclórica muy animada.
—¿Ven al sujeto?— preguntó Tony.
—No, nada aún— le respondió Rogers.
—Pero estaremos atentos— apoyó la chica a su lado.
—Buena suerte. Aún no podemos verlos por lo de las cámaras pero empiecen a mezclarse en el lugar— continuó el millonario.
—Entendido.
Astrid observaba el lugar bastante admirada mientras caminaban lentamente. Nunca había visto una gala así, todo era muy lindo y colorido.
—Que bonito— susurró ella admirando el lugar.
Steve giró su vista hacia ella y la observó mientras los ojos de ella recorrían el lugar con fascinación.
Había algo en la castaña que lo hacía no poder apartar la vista.
Y esto no pasó desapercibido por ella. Stark volvió sus ojos a su acompañante y lo encontró en el acto.
—¿Qué?— murmuró ella.
Steve agachó la vista para meditar sus siguientes palabras, luego la levantó y dijo:
—Te ves muy hermosa.
El corazón de la castaña se aceleró al oír esas palabras, algo dentro de ella seguía sacudiéndola y por unos segundos olvidó todo lo malo que le estaba sucediendo. Sólo se concentró en aquella frase y en los ojos de Rogers sobre ella.
Además...Ella moría de ganas de decirle lo mismo.
Estuvo a punto de hacerlo pero un hombre—que al parecer era un mesero—se les acercó.
—¿Desean algo de beber?— les preguntó en español ofreciendo una bandeja con algunas copas.
—No por ahora, gracias— respondió la castaña en el mismo idioma y el hombre se retiró.
Ambos se sintieron un poco incómodos ante la situación, pero de igual manera decidieron continuar.
La música había parado ya que un hombre había subido al pequeño escenario para decir unas palabras y dar la bienvenida a una sinfónica nacional que iba a tocar algunas piezas.
Cuando la música de violines comenzó Astrid trató de reprimir una pequeña sonrisa. Se volteó y miró a Steve.
—Creo que es momento de que pruebe sus habilidades, Capitán— habló y con la cabeza apuntó al centro del lugar donde las parejas ya se reunían para bailar.
—No creo que sea buena idea— murmuró negando. Ella puso los ojos en blanco.
—Bien— se soltó de su brazo—Entonces iré en busca de alguien que sí quiera acompañarme.
Y sin más que agregar ella comenzó a caminar sola hacia la pista de baile.
Steve se tensó un poco de sólo pensar lo peligroso que podía ser dejarla con un extraño en ese momento— sólo dejaba pasar el caso de encontrar a Gustavo Mackena— y también de la reprimenda que Tony podría darle.
La castaña miraba a las parejas bailando y las miradas no tardaron en llegar a ella y su llamativa presencia, por lo que muchos hombres comenzaron a observarla y a acercársele para estar con ella.
Pero uno llegó, la tomó por la cintura y se ganó aquel puesto.
Ella se sorprendió.
—Wow, te felicito, eso fue muy profesional— murmuró al ver quien había llegado hacia ella.
—Te lo agradezco— respondió Steve.
Sus manos no tardaron en juntarse para seguir el ritmo de aquella melodía.
Sólo eran ellos dos.
—¿Pudiste acceder a las cámaras?— se oyó al ingeniero.
—Aún no, esto está bastante difícil—siguió Barton.
Y entonces Rogers se dio cuenta que era el momento perfecto para hacer algo.
—Astrid— la llamó.
Ella volvió su mirada a él, ya que estaba distraída mirando a otra parte y siguiendo la música.
—¿Sí?
Antes de seguir el hombre se llevó una mano al oído para apagar el comunicador, ahora sólo podían oír pero no ser escuchados. La chica repitió la acción.
—En serio necesito hablar contigo.
La castaña volvió a tensarse al oír esa frase una vez más.
—¿Y crees que es buen momento?—con su cabeza señaló a su alrededor.
—Ya no puedo esperar— suspiró— En serio lamento lo que sucedió...Fui un idiota, lo que hice fue estúpido— ella cerró los ojos— Nunca debimos mentirte, a pesar de que creyéramos que era lo correcto...La verdad nunca pensamos cómo esto te iba a afectar a ti. Y aunque queramos negarlo...Estábamos pensando más en nosotros mismos.
Astrid no sabía que decir, estaba muy nerviosa, mucho más de lo que esperaba ante esta conversación.
—Y también sé— miró hacia abajo unos segundos— Que no quiero dejar las cosas así...Quiero arreglarlas.
—Steve...
—Perdóname— la miró a los ojos— Por favor.
Una pequeña sonrisa se delineó en los rojos labios de la mujer, pequeña, pero sincera sonrisa.
Cosas así la hacían sentir en su corazón que a pesar de lo rota que estuviera la situación...Había esperanza de volver a la normalidad.
Como si fuera un instinto ella sujetó con más fuerza la mano del hombre frente a ella, meditando todas sus palabras.
—Yo...
—¡Sí!— una voz en sus oídos la interrumpió—Tenemos cámaras señores, ya podemos verlos— habló Clint.
Astrid sólo se limitó a suspirar rendida. Habían matado el momento.
—Ay no— se escuchó a Romanoff—Miren que lindos se ven bailando.
Ambos aludidos pusieron los ojos en blanco al oírla y también a algunos murmullos de parte de sus compañeros en relación a ellos.
Llevaron sus manos a sus oídos para volver a activar el micrófono de los comunicadores.
—Sí, sí, sí, como sea— los detuvo Tony—Ya cállense.
A sus espaldas sintieron como algunos aplausos se escuchaban y voltearon para ver de qué se trataba.
—Oh— Clint silbó— El sujeto ha hecho ingreso.
Y así era.
El multimillonario chileno Gustavo Mackena había llegado a la sala ganándose la atención y la ovación de todos los presentes.
—Es hora del show...— volvió a hablar Barton.
Astrid soltó un suspiro y volvió sus ojos al rubio que lo miraba expectante. Ella pareció analizar cada parte de su rostro, pensando sus siguientes acciones y palabras.
Pero luego de un rato negó con la cabeza, se soltó del Capitán y caminó hacia otro lado.
—Astrid...— Steve la siguió tratando de detenerla. Ella ya había llegado a una barra y había pedido un trago—Hey...
—De verdad no quiero hablar— murmuró bebiendo del vaso que le habían entregado.
—Pero...— el rubio suspiró— Me disculpé, hablamos sobre eso...Necesito una respuesta tuya.
Ella se volteó para mirarlo mientras negaba con la cabeza.
—¿Y qué quieres que te diga?— rió sarcásticamente— Me mintieron Steve, me engañaron— éste cerró sus ojos—Perdí mi confianza total en cada uno de ustedes.
—Pero estamos tratando de recuperarla— se acercó— ¿Que no lo entiendes?
Stark abrió su boca— ¿Disculpa? ¿No lo entiendo? Por su puesto que lo hago—su tono de voz se hizo un poco más fuerte.
—Pues pareciera que no— rebatió Rogers.
—No puedo creer que estuve a punto de perdonarte— lo apuntó—Eres un idiota y un mentiroso.
Aquella discusión no estaba pasando desapercibida por algunos presentes que comenzaron a mirarlos.
—Bueno, esto sería más fácil si no fueras tan rencorosa.
Ella se sintió ofendida— ¿Va en serio?¿Rencorosa?— él asintió— ¡Por favor! Ustedes me dañaron, es obvio que voy a sentir algo de rencor contra ustedes.
—Pues ya déjalo— Steve se estaba quedando sin argumentos— No seas inmadura.
Y sin previo aviso la castaña alzó su mano hacia el rostro del rubio para darle una bofetada. Éste se llevó la mano a la zona afectada y miró a la chica bastante sorprendido.
—Ya vete— le dijo ella— Quiero estar sola.
Steve no dijo nada más, sólo se fue de allí dejando a la castaña en la barra, bajo la atenta mirada de muchos presentes.
Astrid limpió una pequeña lágrima y siguió bebiendo su trago, ignorando por completo las miradas.
Aquello había sido intenso
—Oh wow, estoy asombrada— habló Natasha.
—Dios, por poco me lo creí todo— siguió Clint.
—Eso fue bastante loco— susurró el asgardiano.
Disimuladamente la chica soltó una leve risa.
—Soy una excelente actriz, debí haberme dedicado a eso.
Toda aquella escena que había sucedido en la barra era su manera de llamar la atención de todos, pero especialmente la de su objetivo chileno.
Y esperaban que diera resultado.
—Tengo el corazón acelerado— habló Barton y risas se oyeron—No es broma, estuve muy sumido en su drama.
—Dímelo a mí— se escuchó a Rogers por el comunicador, él ya estaba más lejos, pero observando— Tardé un par de segundos en darme cuenta de lo que estábamos haciendo. Temí por mi vida.
La neoyorquina rió—Bueno, a pesar de eso estuviste muy bien— tomó un trago de su vaso—Oh, y lamento lo de la cachetada por cierto.
Risas se escucharon.
—Siento que la tenía un poco merecida...— susurró.
—Pues...— la chica lo observó a la distancia— Tal vez en un dos por ciento— se sonrieron.
—Bueno, espero que su querido drama haya dado resultado alguno—masculló Tony.
Hubo unos segundos de silencio.
—Eh...— retomó Bruce—Yo digo que sí.
No se dieron cuenta en que momento Gustavo Mackena había comenzado a caminar en dirección hacia la chica de la barra. Aquella discusión le había llamado tanto la atención que quiso ir a averiguar qué sucedía.
—Astrid vuelve a tu papel— dijo la rusa—Es hora.
Inmediatamente el rostro de la castaña cambió y se tornó en uno triste.
—Ten cuidado— habló su hermano.
Ella agachó su cabeza mientras soltaba cortos sollozos y bebía de su whisky. Posteriormente sintió como alguien se posicionaba a su lado.
—Buenas noches— susurró una voz masculina en español.
Ella levantó la cabeza para verle pero no emitió palabra alguna.
Era alto, delgado, con barba y cabello con algunas canas, pero de muy buena apariencia.
—¿Todo en orden?— preguntó él al ver el rostro de la chica.
Ella negó levemente mientras apretaba sus labios.
—¿Acaso no te gustó la fiesta?— le dijo poniendo uno de sus cabellos detrás de su oreja.
Ella negó—Mi novio— susurró— Bueno...Mi ex novio...Me engañó—soltó un suspiro.
Al darse cuenta que ella estaba hablando en su idioma él se dispuso a imitarle, dejando el español de lado.
—¿El rubio que estaba contigo?— la mujer asintió—Lo lamento tanto...—acarició su mejilla—¿Cómo es posible que un patán como él le haya hecho daño a una mujer tan hermosa?
Ella sonrió de lado, pero en su interior reía victoriosa porque el plan estaba dando resultado.
—Creo que...Ya no puedo confiar en ningún hombre— murmuró la joven mirándolo a los ojos.
Este sonrió, pensando que esa podía ser una oportunidad para él.
—Es un puerco— murmuró Barton por el comunicador.
—No digas eso preciosa— la última palabra la dijo en español— Deben haber muchísimos hombres allá afuera que mueren por ti.
—Y no es chiste— bromeó Tony pero se ganó un codazo de parte de la rusa—Auch.
A pesar de que estaba lejos, eso tensó un poco al Capitán.
—Gustavo Mackena— le estiró la mano y ella la tomó— Es un placer.
—Soy Ray— mintió— Es un gusto.
—¿Americana?— cuestionó y ella asintió—¿Es tu primera vez aquí?
—Sí— sonrió de lado— Y debo reconocer...Que me está gustando mucho.
El tono de voz de la chica cambió un poco, haciéndose más grave. Aquello agradó bastante a la persona frente a ella, la cual le sonrió de lado.
—Eso me alegra— lentamente posó su mano sobre la de la castaña— Porque hay muchas otras atracciones por aquí.
—Ay, ya no puedo mirar— se quejó el ingeniero tapando sus ojos—¿Por qué enviamos a Astrid?
—Cállate Stark, no seas bebé— le reclamó Clint.
La chica sonrió y se le acercó un poco más.
—Estoy bastante emocionada por descubrirlas— le dijo.
Sonrió—Tengo una colección de pinturas del Renacimiento que te podrían encantar, podríamos empezar por eso...
Luego le extendió el brazo a la joven y esta lo tomó sonriente, para que juntos comenzaran a caminar fuera del salón principal.
Pero antes de desaparecer ella giró su cabeza disimuladamente para mirar a Rogers y guiñarle un ojo.
Posteriormente ambos salieron del lugar.
—Steve, no te alejes demasiado en caso de emergencia—habló Tony un poco nervioso.
—Dalo por hecho— respondió.
Astrid y el chileno comenzaron a caminar por un largo pasillo al aire libre con vista al jardín de la mansión mientras charlaban de cosas triviales.
El hombre estaba maravillado por la neoyorquina, no podía dejar de verla y fantasear con ella.
Subieron por unas escaleras de mármol para llegar a una gran sala donde no había gente pero, estaba llena de pinturas a los costados.
—Wow— habló ella mirando el lugar—Es muy hermoso.
El hombre le sonrió—Ven— extendió su mano hacia adelante y comenzaron a caminar.
El lugar era de piso y paredes blancas, junto con precisos detalles dorados en el techo, pero en el fondo el equipo sabía que parte de su fortuna provenía de tratos sucios y un tanto ilegales.
Y ese era uno de sus puntos a favor.
—Por acá está el Tondo Doni de Miguel Ángel— señaló una pintura a la derecha— Una bella pintura que se estima que fue creada entre 1503 y 1506.
La chica la observó—Es muy hermosa.
—Si miras hacia acá...— la guió sin sacar su mano de la cintura de la joven—Está la que le llaman Los Proverbios Flamencos de Pieter Brueghel. Representa una tierra habitada con representaciones literales de proverbios de la época— ella asintió.
—Muy lindo.
—A su lado puedes ver a Los Embajadores— señaló— De Hans Holbein de Londres.
—He oído de ella, es muy linda— dijo la castaña.
—Podría jurar que todas son falsas— murmuró el mayor de los Stark por el audífono.
—Es un multimillonario— habló Bruce— Estos tipos tienen de todo...— Tony lo miró mal— Oh, lo siento.
—Quisiera negarlo pero es verdad— le respondió el aludido encogiéndose de hombros.
Gustavo le sonrió—Y por aquí...— la guió— Está la Venus de Urbino de Tiziano— señaló la pintura de una mujer desnuda— Venus es la alegoría erótica, la diosa del amor que mira sensualmente al espectador con su impresionante belleza y su cuerpo suave y claro...— la mano del hombre comenzó a circular por la espalda de la chica— Una alegoría al erotismo...Y la fidelidad.
—Quiero golpearle la cara, quiero golpearle la cara, quiero golpearle la cara— se escuchó al castaño molesto.
—Tony ya siéntate— le reclamó Nat— Ella tiene todo bajo control.
Mackena giró a Astrid para que quedara frente a él y lentamente la apoyó en la pared.
—Ray— le susurró— Te confesaré que desde que llegaste no he despegado el ojo de ti...
Ella sonrió falsamente, ya que en el fondo sabía que eso era mentira.
Sólo un patán más.
—¿Este sería un buen momento para bloquearle las cámaras al equipo de seguridad?— cuestionó el arquero.
—Estoy de acuerdo— dijo el millonario— Y también un buen momento para que Astrid haga algo—su voz hizo énfasis en la última frase.
—Nadie lucía como tú...— la observó— Nadie brillaba como tú...Nunca había visto a una mujer tan hermosa...
El rostro de Gustavo comenzó a acercarse a ella mientras sus manos aprisionaban su cintura.
—Cámaras bloqueadas— informó Barton.
Hora de actuar.
—Hey...— la joven tomó el rostro del hombre en sus manos con una sonrisa cínica—Eres un degenerado— le dijo en español.
Y rápidamente Astrid levantó su rodilla para golpearlo en su parte débil. Mackena se retorció y se quejó, aunque no tuvo tiempo de reaccionar ya que la mujer lo había golpeado en la cara, tirándolo al suelo.
—Señoras y señores, punto para nosotros— celebró Tony.
—¿Todo bien?— preguntó Steve.
—Lo tengo controlado, no te preocupes— dijo ella.
Echó su cabello hacia atrás y se agachó para tomar al chileno de un brazo y ponerlo boca abajo. Éste se quejó al sentir que la castaña doblaba su brazo hacia atrás y ponía una rodilla en su espalda.
—Bien niño bonito— tiró del brazo— Te haré una pregunta, y si respondes mal te aseguro que lo lamentarás.
—Eres una maldita— le dijo a penas en español. Astrid chasqueó su lengua y tiró más fuerte del brazo, el hombre se quejó.
—Respuesta equivocada— con su mano libre formó fuego en su puño— Ahora dime, ¿cuáles son los códigos de acceso para la bóveda secreta en el Museo Nacional?
—Oh Dios, eres un monstruo— se quejaba al ver el fuego cerca de su cara— Y no sé de que hablas.
—¿Ah sí?— ella volvió a doblarle el brazo y éste crujió.
—¡Maldita sea!— resopló— No sé de qué hablas.
—No te hagas el tonto, sé que eres el único que los posee— lo sacudió— ¿Dónde están?
Rió—No te lo voy a decir.
Ella gruñó y acercó su puño a la oreja del hombre y la quemó un poco, causando que él soltara un grito.
—¡Mierda!— reclamó— De acuerdo, de acuerdo, pero ya para ¡Para!
La castaña obedeció y apagó su mano, pero volvió a sacudirlo y a hacer presión con su rodilla.
—¿Cuáles son?— repitió.
—En el bolsillo izquierdo de mi chaqueta...Hay un aparato, están ahí, lo juro, siempre los llevo conmigo— habló rápidamente—¡Pero ya déjame!
Ella se inclinó un poco y buscó con su mano en el lugar dónde se le había dicho. Tuvo un poco de dificultad pero al final lo logró. Tomó el aparato en sus manos y lo observó, era metálico y pequeño, parecía que tenía una tapa así que la levantó y allí una pantalla apareció con un grupo de nueve números.
La chica sonrió complacida.
—Los tengo— dijo.
—Genial, ahora sal de ahí cuanto antes— habló Natasha.
La castaña se levantó de donde estaba, cerró el pequeño aparato y lo guardó en una liga que estaba escondida en su pierna. Luego miró al hombre que se estaba quejando en el piso y soltó una risa.
—Debería darte vergüenza...— comentó sacudiendo sus manos— De ser un tipo tan asqueroso.
Él pareció querer ponerse de pie, pero no lo lograba.
—Púdrete— susurró.
Y antes de que dijera otra cosa, Astrid volvió a golpearlo en la cara, pero esta vez lo dejó inconsciente en el piso
Giró sobre sus talones y comenzó a caminar de vuelta al salón.
—Steve, ya voy de vuelta— dijo.
—Bien, voy hacia ti— le respondió.
Con cautelosos pero rápidos pasos la castaña bajó las escaleras. El sonido de sus tacones y su respiración agitada era lo único que se podía oír.
Llegó a la primera planta y empezó a caminar por el pasillo con vista al jardín por donde había pasado con anterioridad.
Aunque lamentablemente su andar se fue interrumpido cuando vio que a la distancia cuatro hombres de traje hacían ingreso.
—Maldición— susurró y rápidamente se escondió detrás de una columna.
—¿Qué sucede?— habló Banner.
—Guardias— la chica miró detrás de su escondite— Vienen hacia acá.
—Oh, eso es un problema.
Ella puso los ojos en blanco— ¿En serio Clint? No me digas.
—¿Puede salir?— cuestionó el ingeniero.
—Eh...— volvió a mirar— Creo que sí, ya se fueron.
Tomó aire y comenzó a caminar de vuelta, pero ahora con un poco más de rapidez mirando a todos lados si alguien venía.
Pero frente a ella dos personas más comenzaron su ingreso por el largo pasillo. Ella entró en pánico, tanto así que quedó congelada en su lugar.
Y de repente sintió como un brazo la jalaba y la encerraba en un pequeño cuarto de limpieza. Tuvo que ahogar un grito en su garganta, pero al ver quien la había arrastrado estuvo más tranquila.
Steve le hizo una seña con la mano para que guardara silencio y ella asintió.
Pasos se escucharon afuera de personas que parecían buscar algo.
O en realidad a alguien.
—Jefe, no vemos a nadie en el pasillo—habló uno en español.
—Debe estar por ahí— se escuchó una voz a través de un radio, se oía un poco cansada— Acaba de irse de aquí.
Y de inmediato supieron que el que hablaba era Gustavo Mackena.
—Repito señor, no hay nadie— dijo otro hombre.
—¡Par de incompetentes!— gruñó— No puede haber ido muy lejos, quiero que me la traigan cuanto antes— la chica tragó saliva— Es alta, castaña, americana, con un cuerpo excelente.
Cuando Astrid escuchó esa última parte estuvo a punto de soltar una maldición, pero Rogers levantó un dedo frente a ella indicando silencio.
Y recién allí ella se dio cuenta de lo pequeño que era su escondite, y lo cerca que estaban el uno del otro.
—Lleva un vestido rojo, largo y brillante— siguió— Será fácil reconocerla, nadie más lleva algo así en la fiesta.
—Entendido, la buscaremos en el salón— dijo otro. Luego sintieron como sus pasos se alejaban.
Cuando estuvieron seguros de que se habían ido la mujer dejó salir el aire de sus pulmones.
—¿Qué se cree ese infeliz?— susurraba alterada—Es asqueroso, te lo juro. Lo único que quería era salir de ahí. Que asco, que asco que asco—agitó las manos.
—Hey tranquila— el rubio la tomó por los hombros—Saldremos de aquí cuanto antes.
—Lo único que quiero es aplastarle la cara— hizo maromas con las manos. Steve suspiró.
—No te precupes, yo mismo lo voy a golpear.
Luego él abrió la puerta con cuidado, revisando que no hubiera nadie.
—¿Ves a alguien más en el pasillo?— preguntó por el audífono.
—Despejado— respondió Clint.
El Capitán le hizo una seña con la cabeza a la castaña para comenzaran a salir. Ella asintió y juntos comenzaron a caminar a paso acelerado por el pasillo.
Cuando comenzaron su ingreso a la planta principal, trataron de actuar con la mayor normalidad y de pasar lo más desapercibidos posibles.
—Bien, tenemos que cruzar este salón y un pasillo más para lograr escapar—murmuró Rogers—¿Crees que podamos?
Ella hizo una mueca—¿Conmigo así? Lo dudo— chasqueó la lengua—Recuerdas la fiesta, en el cumpleaños de Pepper...
—¿Cuando rompiste el código de discreción?— le completó él mientras caminaban detrás de unas columnas.
Hizo otra mueca—Sí. Lo hice otra vez ¿Verdad?— él la miró por unos segundos—Lo lamentos, es algo que me sale natural, no lo puedo evitar.
—Tranquila, ya me acostumbré.
Siguieron caminando hasta que llegaron a una parte detrás del escenario que parecía buen escondite. Apoyaron sus espaldas en la pared y observaron el lugar.
—Okey— el hombre asomó un poco la vista— Hay muchos guardias ingresando...Veo dos en la entrada, tres a la izquierda, tres a la derecha y como tres más en medio de la gente.
—¿Qué hay del plan de respaldo?— preguntó la chica por el comunicador.
—Trabajando en ello— ello— respondió el millonario.
—Bien...—miró al Capitán—Pero igual estamos fritos— ella se llevó una mano a la frente.
—No si actuamos con inteligencia...—volvió a su posición y miró a la joven—Tenemos que llegar al otro pasillo y salir de aquí...¿Cómo?
—Están buscándome basados prácticamente por el vestido— lo señaló— Es demasiado llamativo.
—No esperaba menos— comentó el hombre y Astrid lo miró con ojos ojos entrecerrados—Bien, es broma.
—¿Y qué hago? ¿Me lo quito?—pronunció con normalidad. Aunque el rostro del hombre a su lado palideció un poco— Estoy jugando, estoy jugando. Relájate.
—Bien eh...— miró de nuevo al salón—Sea lo que sea que hagamos debemos hacerlo ya.
Ella asintió—Hay que crear una distracción, algo que nos de tiempo para llegar al otro pasillo.
—Tienes razón.
La castaña se reincorporó y miró con cuidado a la gente en el salón mientras meditaba en sus ideas.
—¿Sabes?— el rubio la miró— Quizás deshacerme del vestido no sea una mala idea.
Steve la miró expectante, sin saber a qué se estaba refiriendo.
La joven siguió observando el lugar hasta que localizó el baño, esperó unos momentos mirando a la gente y aguardando que alguna mujer hiciera ingreso a éste.
Y cuando sucedió sonrió de lado.
—Cúbreme— le dijo al hombre—Vamos a hacer que alguien llame la atención por nosotros.
Juntos caminaron rápidamente entre la gente y entre las columnas para llegar al baño donde una chilena de vestido azul hacía su ingreso.
—Quédate aquí— le dijo al Primer Vengador. Éste entendió y se quedó esperando en la entrada—Ya vuelvo.
—¿Qué harás?
—Una estupidez.
Ella entró rápidamente al baño y luego a la sección de mujeres, esperando de que no hubiera nadie más ahí. Cuando llegó se dio cuenta de que sólo estaba una pelinegra arreglándose frente al espejo.
—Hola— saludó Astrid en español, caminando hacia ella—¿Linda fiesta?
—Asombrosa— le respondió pintando sus labios—Además don Gustavo Mackena se veía demasiado guapo—sonrió.
La neoyorquina tuvo que tragarse las ganas de decir alguna mala frase en contra de ese hombre.
—Sí...Oye— cambió su expresión— Adoro tu vestido— la rodeó y se colocó a su lado.
—Gracias— le sonrió la chilena—Y yo el tuyo, es demasiado único y se te ve bellísimo.
—Te lo agradezco— respondió arreglando su cabello—Pero...— ella pensó muy bien sus palabras—¿sabes? necesito un favor urgentemente— habló desesperada—
Y espero que tú me puedas ayudar...
La mujer se vio bastante confundida.
—Eh...—guardó su lápiz labial en su bolso—Pero...Yo...— la castaña puso cara de perrito—Pues...Si es que te puedo ayudar...
Ella sonrió—Genial...—ahora venía la parte difícil—Necesito que me cambies tu vestido...— la señaló.
La chica frente a ella abrió los ojos como platos y se vio mucho más confundida que antes.
—¿Qué cosa?— murmuró.
—Astrid, se nos agota el tiempo— se escuchó a Rogers.
La castaña apretó los labios—Me das tu vestido y yo el mío— dijo.
Ella pareció tomárselo en broma—Pero...Eso es una locura— rió— Acabo de conocerte. Lo lamento, pero no.
Astrid suspiró y cerró los ojos.
—No...Yo lo lamento— la chilena se vio confusa— No quería hacerlo de esta manera.
Ella extendió su mano y un pedazo hielo apareció en ésta. La pelinegra abrió los ojos como platos y se quedó estática.
—Necesito ese vestido.
Mientras tanto, y afuera del lugar, Steve esperaba nervioso, pasando su vista por todos lados, esperando que nadie se acercara ni nadie levantara sospecha.
Había que salir de ahí y la demora de su acompañante lo estaba desesperando.
A sus espaldas sintió el sonido de unos rápidos tacones que salían del baño. Era una mujer con un vestido rojo brillante que venía soltando unos sollozos asustados.
El Capitán se vio confundido pensando que era Astrid, pero aquella no era la silueta de la chica, así que lo descartó.
Así que giró su vista hacia atrás para buscarla y la encontró.
Astrid venía saliendo del baño como si fuera una película en cámara lenta y al ritmo de la música. Pero ahora, con un vestido azul rey, también con escote en V y con vuelos en este. Era más simple que el anterior que llevaba, pero sabía lucirlo de la misma forma.
El rubio se quedó sin habla al mirarla, y no podía dejar de pensar—nuevamente— en lo linda que se veía.
—Es hora de irnos— le dijo cuando estuvo a su lado.
El Primer Vengador tuvo dificultades para emitir sus primeras palabras mientras la chica lo miraba sonriente.
—¿Esta es tu distracción?— preguntó después de unos segundos y ella rió.
—Mas bien...Allá va la distracción—apuntó a la mujer que se metía entre la gente, que había estado con ella en el baño y que ahora llevaba su anterior vestido.
—¿Puedo saber cómo conseguiste su vestido?— cuestionó con gracia.
—Pues...Tuve que darle un susto—movió su mano y Rogers entendió a qué se refería.
—Ya entiendo.
—Quizás no es tan elegante y lindo como el anterior, pero...Nos hará ganar unos segundos.
Steve la miró con una sonrisa, se moría por decirle lo lindo que se le veía ese color. Pero no tenían tiempo.
—Y será mejor aprovecharlos— dijo al final.
La castaña volvió a enrollar su brazo con el suyo.
—Vámonos de aquí.
Juntos comenzaron a caminar y a atravesar el salón con total normalidad para llegar al último pasillo y a la salida.
—Wow, eres mi heroína— dijo Romanoff.
—Esa sí que fue maniobra— siguió el arquero.
—Gracias, gracias, muchas gracias—alardeó la joven.
Mientras tanto hubieron bastantes murmullos y pasos acelerados a sus espaldas. ¿La razón? los guardias de la mansión habían descubierto a una mujer con un vestido rojo brillante que suponían que era Astrid, así que inm fueron a tratar de capturarla.
Cuando llegaron a su destino aceleraron sus pasos a través del pasillo, tenían la urgencia de irse de ese lugar cuanto antes.
Pero algo se los impidió.
Una presencia se puso frente a ellos, unos pasos más adelante, y los apuntaba con un arma.
Gustavo Mackena.
—Miren nada más— rió cínico—Aquí estás y con tu novio...O ex novio, o lo que sea que estés inventando— negó—¿Crees que soy estúpido?— su cara se tornó seria—Las manos...Arriba, donde pueda verlas— ordenó.
Ellos se miraron y obedecieron lentamente.
—Lindo vestido— bromeó— Lo confieso...Eres hábil, sabes usar tu belleza a tu favor— ella sonrió victoriosa— Pero yo soy más hábil.
—Oh así veo— dijo la mujer con sarcasmo— Por eso es que logré quitarte el aparato— ella movió su pierna dejando ver un poco de la liga escondida en esta, donde estaba el objeto.
—Puede ser...— caminó unos pasos—Pero ahora yo tengo un arma y te estoy ordenando que me lo des.
—¿Y ahora qué?— murmuró el rubio.
—Tengo una idea, pero cállate—le dijo de la misma manera la chica.
—Los códigos— movió su arma—Ahora, dámelos.
Ella suspiró y caminó unos pasos adelante con las manos levantadas, Steve la siguió.
Era obvio que no se los iba a entregar, y la verdad era que tenía otra cosa en mente.
—¿Qué esperas?— reclamó el chileno.
Ella dejó salir una pequeña risa y luego lo miró directamente.
—Nada.
Agitó sus manos con rapidez y causó que una ráfaga de viento se levantara, haciendo volar el arma de Mackena.
Éste quedó muy confundido y asustado.
—¿Qué...?— susurró.
Aunque no pudo terminar su frase ya que Steve se le había adelantado, tomándolo por la chaqueta y estampádolo en la pared con fuerza.
Gustavo trató de zafarse del agarre del rubio, pero él era mucho más fuerte. Astrid sonrió y caminó hacia ellos.
—Boom— le dijo triunfante.
—Suéltame— reclamó— Ya van a venir mis guardias y me sacarán— la castaña rió.
—Pues...Tus hombres están ocupados por allá con una simple distracción.
Y así era, ellos seguían corriendo detrás de la chica del vestido rojo.
El chileno se sacudía pero le era imposible liberarse.
—Oye amigo, relájate, yo no te he hecho nada— trató de suplicar, aunque no dio resultado. Luego la vista de Mackena se fue a la castaña—Oh ya entiendo— rió— La estás defendiendo a ella. Pero si es una cualquiera...
No pasaron muchos segundos hasta que el puño de Steve chocó contra su cara.
Astrid quedó muy sorprendida ante aquello...Aunque también agradecida.
—¿Tú querías golpearlo en la cara? ¿No?—le dijo la rusa al millonario— Pues ya lo hicieron por ti.
—¿Podrías golpearlo otra vez, por favor?— dijo el aludido completamente molesto
—Con gusto—respondió Rogers
Nuevamente el puño del Capitán volvió a estrellarse contra el hombre, pero esta vez en su estómago. Quejidos se escucharon de su parte.
Rogers lo soltó y este cayó al suelo de rodillas. Tosió un par de veces y comenzó a levantar su rostro.
—Me las van a pagar— comentó apuntándolos—Ambos...Van a caer.
Los mencionados se miraron y se sonrieron.
—Eso lo dudo—comenzó la castaña—¿Qué? ¿Crees que no te investigamos?—rió—Sabemos todo sobre tus sucios y encubiertos tratos ilegales, y también lo mucho que la policía ha tratado de descubrirlos.
El rostro de Mackena se desfiguró por completo.
—Por eso no perdimos el tiempo—continuó Rogers— Te expusimos y pronto...Vendrán por ti junto con una orden de arresto por fraude.
Y ese era el plan de respaldo del que estaban hablando.
—Oh, y obviamente también por acoso sexual— agregó la castaña—Eres un asco.
Inmediatamente las sirenas de las patrullas de policía comenzaron a oírse.
—¿Oyes eso?— dijo la joven— Es el sonido de tu derrota.
Él no dijo nada, sólo trató de ponerse de pie molesto, pero Steve lo empujó devolviéndolo al suelo.
Gustavo estaba furioso, muy furioso.
Astrid se le acercó lentamente para mirarlo triunfante.
—¿Quién te crees que eres?— le preguntó el hombre.
Ella movió su mano y sus ojos se tornaron azules.
—Tu pesadilla favorita.
Puso su mano en dirección al suelo y este comenzó a congelarse y se acercó a Gustavo. Todo su cuerpo hasta sus muslos quedaron cubiertos de hielo. El hombre no dejaba de quejarse.
—Así...— se le acercó al rostro—No iras a ningún lado— palmeó su mejilla.
—¡Estás loca! ¡Loca! ¡Eres un bicho raro!— trataba de zafarse, pero mientras más trataba más le dolía.
Aquello le había dolido a la castaña, pero no lo comentó en ese momento. Cuando sus ojos perdieron el color azul miró a Rogers a su lado.
—¿Nos vamos Capitán?— le dijo.
—Por supuesto— le extendió el brazo, la chica lo tomó y comenzaron a terminar su trayecto por el pasillo para llegar a la salida.
Mientras ellos caminaban con normalidad la policía hacía su ruidoso ingreso al lugar para arrestar a Mackena y a sus hombres, pero ellos siguieron caminando.
Le hicieron una seña al valet para que trajera el auto y este, confundido por todo lo que estaba pasando, corrió y lo trajo rápidamente.
Al llegar ambos subieron y emprendieron su viaje de regreso.
El equipo los esperaba ansiosos en el hotel, y al llegar los recibieron triunfantes.
Astrid llegó donde Tony el cual la miró de pies a cabeza y rió.
—Eres un caso perdido— le comentó en risas.
Aquello le sacó una media sonrisa a la joven.
—A todo o nada— movió un poco su vestido y sacó el aparato de la liga de su pierna—Los códigos de acceso—se los entregó.
El mayor observó el aparato con curiosidad y soltó otra corta risa. Luego miró a la castaña con sinceridad, admirando a la mujer que tenía en frente.
—Me alegro que estés bien— le dijo al final y ella sonrió otra vez.
—Gracias— respondió suavemente. Se sintió un poco incómoda por el silencio así que dirigió su mirada a otro lado— Me iré a poner otra cosa, ustedes revisen la contraseña.
El hombre asintió y ella se volteó para irse a una habitación continua y cambiarse la ropa. Una vez que la neoyorquina dejó la estancia Tony se volteó para encontrarse con el Capitán y darse cuenta también que estaba mirando a la chica. Al notar aquello el rubio apartó la mirada de inmediato.
—Oye— el millonario se le acercó y palmeó su brazo—Gracias.
—No agradezcas— miró a la puerta por donde la joven se había ido—Ella no me necesita para patearle el trasero a alguien— rieron y se fueron al centro de la mesa con el resto del grupo.
No tardaron mucho en estar todos reunidos con una pantalla frente a ellos junto a los códigos de acceso. Los analizaron y confirmaron que eran acertados, no falsos.
—Mañana a primera hora estaremos ahí— hablaba el Capitán— Debemos asegurar el colgante, esperando que esté ahí, antes que esa bestia lo haga.
Tony pareció meditar un poco—Oye soldado de metal— dijo llamando a Bucky que estaba sólo en una esquina. Éste lo miró serio— ¿Hay posibilidad de que Kurse logre obtener el colgante sin los códigos?
El hombre suspiró, se puso de pie y caminó hacia el grupo que lo observaba con atención.
—Eso lo dudo. Es muy meticuloso con sus estrategias— habló—Pero a veces no es capaz de idear un plan cuando ve que lo derrotaron...—miró a todos—Así que no, sin los códigos está frito.
El equipo se miró ansioso.
—Eso suena excelente— habló la pelirroja.
—Es bueno saber que vamos un paso adelante de él— dijo el millonario.
—¿Qué les parecería ir dos?
Una nueva voz se unió a la conversación así que todos giraron sus cabezas hacia la entrada donde vieron a dos personas. Inmediatamente el susto los invadió y se pusieron en alerta, cada uno tomando sus armas y métodos de ataque.
—Esto debe ser una broma— se quejó el ingeniero con una parte de su armadura en su mano.
—¿Qué hacen aquí?— inquirió el Capitán con su escudo en frente.
—¿Los envío Kurse? ¿Él viene con ustedes?— siguió la rusa.
Wanda y Pietro Maximoff se miraron entre sí y alzaron sus manos hacia adelante, a la defensiva.
—No venimos a pelear— habló nuevamente la chica Maximoff.
—Ah sí, seguro— le respondió la castaña con sarcasmo— Estoy completamente convencida.
—Estamos hablando en serio—dijo el muchacho ahora—Queremos hablar.
—¿Hablar de qué?— cuestionó el asgardiano firme con su martillo—No confiamos en ustedes, son secuaces de Kurse.
Ellos se miraron, luego la mujer se decidió a hablar:
—Ya no más.
Al mismo tiempo ellos enseñaron sus brazos para dejar al descubierto su piel...Limpia.
No habían tres barras ahí, y aquello les daba a entender de qué se habían liberado del trance Yetg.
—¿Qué?— se acercó Banner confundido—¿Pero cómo?
—Es una historia larga— volvieron a guardar sus brazos— Lo importante es que logramos liberarnos y salir del dominio de Kurse.
—¿Por qué?— se escuchó la voz de Barnes a la distancia— Ustedes querían estar ahí.
—Lo sé— habló Wanda—Porque queríamos acabar con ustedes...
Hubo un tiempo de silencio.
—Bien, esto es incómodo— susurró Tony.
—Creíamos que la verdadera plaga en el mundo eran ustedes— siguió Pietro—Así que cuando se nos presentó la oportunidad de atacarlos y además mejorar nuestras habilidades...—hizo una mueca—No dudamos en aceptar.
—Con el paso del tiempo...Nos dimos cuenta que no era así, no eran tan terribles— reconoció la mujer—Pero no podíamos mostrar algo de traición hacia Kurse. Está loco.
—Dinos algo nuevo— murmuró Clint con su arco y flecha en posición.
—Íbamos a quedarnos, ayudarlo con su plan—continuó Wanda—Porque nos obligaba y nos dañaba mediante el trance...
—¿Entonces por qué están aquí?— cuestionó Thor.
Los gemelos se miraron un tanto nerviosos.
—Porque...—comenzó la chica—Iba a asesinarnos.
Toda la sala guardó silencio al oír esas palabras.
—Empezamos a fracasar— siguió—Y a no ser un apoyo para su plan. Así que...Él iba a matarnos.
—Logramos escapar— apoyó el joven—Y liberarnos del trance. Ahora queremos vengarnos porque sabemos que nos equivocamos, y que él...Es una enfermedad.
—¿Entonces están aquí buscando protección?—preguntó Tony sarcásticamente. Wanda se dispuso a hablar.
—No, es porque queremos acabar con él también— el millonario rió— Y sabemos que no podemos hacerlo solos. Ustedes han sido los únicos capaces de al menos hacerle daño.
—O ella— dijo Pierro apuntando a Astrid.
Ésta se tensó en su lugar y guardó silencio. Wanda le dio un leve golpe a su hermano en señal de que no dijera esas cosas.
—Pero en fin— habló la joven Maximoff— No esperamos que confíen en nosotros o que nos acepten, sólo...Queremos ser parte de esto y ayudarlos a acabar con él, también los podemos apoyar.
—Aún no sabemos concretamente de que lado están— dijo Rogers—Como dijiste, no confiamos en ustedes.
Ella suspiró—Sí, y por eso...Trajimos una ofrenda de paz.
Miró a su hermano y éste captó la señal. Con sus habilidades de velocidad corrió rápidamente y estuvo de vuelta en menos de un segundo.
Pero no solo.
Todo el grupo frente a ellos se tensó y lentamente comenzaron a bajar sus armas.
Pero había alguien que estaba más nerviosa que todos.
Y esa era Astrid.
El fuego en su mano se apagó inconscientemente y esta bajó. Su cuerpo comenzó a temblar y su mente a atacarla con recuerdos.
Parecía una lluvia de imágenes llegando a su mente, no la dejaban tranquila y aquello comenzaba a dolerle. Pero es significaba una sola cosa:
Ella empezaba a recordar.
Estaba recordando lo sucedido en Rusia.
—Oh no...— susurró Tony bajando su mano también— ¿Ese es...?
—Herczog.
Todos se sorprendieron al oír la voz de la castaña reconociendo al hombre.
Pero a ella una rabia comenzó a recorrerla, poco a poco iba asimilando lo que le habían dicho sus amigos con lo que ella empezaba a recordar.
Gruñó, alzó su mano y comenzó a caminar en dirección del hombre que Pietro sostenía.
—No, no, no.
El millonario y el Capitán la sujetaron para que no pudiera acercársele.
—Espera, espera— habló el ingeniero— Debemos hacerle algunas preguntas— le susurró.
La joven comenzó a meditar en aquellas palabras, logró calmarse y volver a reincorporarse.
El chico Maximoff soltó a Vladimir Herczog y lo dejó caer de rodillas al suelo. Este se quejó debido a la tela que cubría su boca.
—Espero les sirva de algo— dijo el muchacho.
Con fuerza quitó lo mordaza de la boca del hombre y este comenzó a quejarse, pero esta vez, audible.
—¡Malditos niños!— reclamó con falta de aire—¡Traidores!
—Guarda silencio— dijo Wanda empujándolo.
Luego ella observó al frente haciendo una señal al equipo para que comenzaran a hablar. Rogers dejó su escudo de lado y comenzó a acercarse.
—Herczog...¿Qué es lo que planea Kurse?— preguntó sin rodeos.
Una cansada risa salió de él—¿Ustedes creen...Qué les voy a decir algo?— bufó—Olvídenlo, eso no va a suceder.
—No nos molestaría aplicar fuerza para obligarte— dijo Clint.
—Pues háganlo— los presentes se sorprendieron de la respuesta del holandés—No me importa, prefiero morir antes de revelar algo.
—Oh, no sabes lo mucho que queremos matarte— habló la neoyorquina con voz dura y acercándose un poco— Ahora habla, será mejor para ti— el hombre no dijo nada y eso la molestó— ¡Habla!
Sin querer ella hizo su puño hacia abajo y debido a toda la rabia que estaba creciendo en ella una gran capa de hielo se levantó quedando estática y con trozos filosos.
La chica se asustó de sí misma y retrocedió unos pasos. El millonario la observó asegurándose de que todo estaba bien.
El científico, en cambio, la miraba completamente asombrado.
—Oh Dios...— sonrió—Mírate— ella giró su cabeza a él— Una obra maestra...Cuánta perfección en un arma tan...Magnífica.
La ira dentro de la castaña creció, junto con las ganas de lanzarse sobre él.
Vladimir quiso ponerse de pie para acercarse a ella, pero inmediatamente el equipo volvió a levantar sus armas, aunque esta vez contra él. Steve puso a Astrid detrás de él en sentido de protección y el holandés volvió a su posición.
—No soy un arma, y menos la tuya— murmuró ella.
—Eso lo dudo— continuó—Yo estuve ahí contigo, yo puse el Neuranio en tu cuerpo...— rió— Sé de lo que eres y de lo que serás capaz.
Esa última frase sacudió todo dentro de la joven. Estaba aterrada y muy confundida por tener al científico entre ellos.
—Ya es suficiente— habló el Primer Vengador—Te hicimos una pregunta y estamos esperando que respondas.
Él se encogió de hombros—Y yo les respondí que no diré nada. Háganme daño y lo que quieran...Pero no voy a hablar, ni siquiera en mi lecho de muerte.
Quejidos se escucharon por parte del grupo, estaban un poco decepcionados.
—No se preocupen— habló Wanda con su distintivo acento— Lo haremos hablar.
—¿Cómo?— cuestionó la rusa.
—Mi hermana es poderosa que yo—confesó el peliplateado—Parte de sus habilidades alteradas por el trance aún están en ella, así que...
—Puedo meterme a su mente...Y hacerlo hablar.
—¿Qué?— habló Herczog asustado.
—Entonces hazlo— ordenó Rogers.
La joven asintió y estiró su mano en dirección al hombre mayor.
—No, no, no— él trató de huir pero se lo impidieron—No te me acerques bruja, ¡Atrás! ¡Atrás!
Herczog no pudo decir otra palabra ya que Wanda ya tenía dominio sobre él, así que permaneció mudo.
La joven Maximoff le hizo una seña nuevamente al equipo.
—¿Cuál es el verdadero plan de Kurse?— repitió Steve.
Vladimir se quejó, trató de cerrar su boca para no hablar, pero lo que sea que estuviera haciendo la chica en él le estaba ganando.
—Él...— cerró los ojos— Oh demonios esto arde— reclamó— Él...Quiere volverse rey.
—¿Rey de qué?— cuestionó el asgardiano.
—Del mundo.
Todos guardaron silencio un poco incómodos y asustados.
—Según él ese ha sido siempre su destino...Lo ha planeado desde mucho tiempo...— se quejó— Ne...Necesita el pulso...Para completar su plan...—apretó sus labios para tratar de no hablar, pero le fue imposible— Va a arrastrar criaturas...Desde...Un lugar llamado Muspelheim, similar al mismo infierno.
Thor se tensó en su lugar, él más que todos sabía sobre aquello.
—¿Qué más?— exigió Tony.
Él trató de detenerse pero Maximoff intensificó su estrategia en él.
—Vloek— exclamó maldición en holandés—Él...Traerá a su ejército...Usando...— soltó quejidos—
La energía del núcleo de nuestra Tierra.
Aquello les había llegado a todos como un golpe en el estómago.
La situación se estaba volviendo más y más catastrófica de lo que imaginaban.
—No entendí muy bien la manera pero...—tragó saliva—El suelo se abrirá...Y las criaturas aparecerán.
Muchos del equipo aguantaron sus respiraciones, incluso algunos se llevaron las manos a la boca.
—Todo...Será un caos.
—¿Y qué demonios ganaban ustedes estando de su lado?— preguntó Astrid.
—Sobrevivir— respondió— Nos ofrecía ser sus aliados a cambio de vivir después de la devastación.
Aquello tenía sentido, así que solo guardaron silencio.
—Y sobre el colgante ¿Qué sabes?—cuestionó ahora el semidiós— El colgante de Sinmara.
—Se supone que eso esconde su debilidad ¿No?— murmuró Vladimir.
—De eso tenemos conocimiento— dijo el millonario—Pero sabemos que está en este país, oculto en una bóveda en dónde sólo se puede acceder con el hacha...— pensó unos segundos— ¿Podemos acceder al lugar sin ella?
Herczog rió—Es imposible. La...—trató de reprimir sus palabras— La historia dice que la bóveda tiene...Dos capas— botó aire—A una se accede con un código normal...Y a la segunda parte...Con el hacha...— soltó otras maldiciones en su idioma— El hacha crea fuego y con él calienta un pilar de acceso a la temperatura más alta posible...Así...Se abre.
El hombre tosió un poco, aquel esfuerzo lo estaba debilitando.
—No hay otra manera. Hay que generar demasiado calor, y eso es imposible para nosotros...
Y allí, a Tony se le prendió el foco.
—Entonces sí hay otra forma— dijo para girarse y ver a Astrid.
Ella se tensó inmediatamente y pudo entender de qué estaba hablando.
—No...No, no, no— ella comenzó a alejarse—Es imposible.
El grupo la siguió y miró con atención.
—Ya lo oíste...Hay que calentar la bóveda. Tú eres la única que podría hacerlo sin morir en el intento—continuó el ingeniero.
—Pero...Eso...Yo...— tartamudeó—No sé cómo hacerlo.
—Hay que calentarla a doscientos doce grados* Fahrenheit, Tony— dijo Bruce— Esa es la temperatura más alta.
—Lo sé, lo sé— habló él— Pero en todo este tiempo hemos descubierto tu potencial...De lo que eres capaz...Estoy seguro de que tú puedes llegar a esa temperatura y abrir la bóveda.
—Pero es una locura— reclamó ella tomándose el pelo—Una locura completamente.
—Yo creo que puedes hacerlo—apoyó Thor.
—Estoy segura de que todos lo creemos—siguió Romanoff.
—Astrid...— la tomó por los hombros—Eres nuestra salvación y no te das cuenta.
Ella sólo negó asustada y se alejó un poco más.
—¡No podrán hacerlo!— gritó Vladimir— ¡No podrán derrotar a Kurse! ¡Él va a establecer su dominio, lo quieran o no!
—Ya me aburrió, por favor sáquenlo de aquí— dijo Tony a los gemelos—Ya oímos todo lo que necesitábamos.
Ellos lo tomaron para poder llevárselo y este se sacudió tratando de soltarse.
Pero para su sorpresa el holandés logró zafarse del agarre y se inclinó hacia los largos y filosos trozos de hielo que la castaña había hecho, para luego auto-apuñalarse con ellos.
Todos quedaron completamente sorprendidos y espantados al ver como él se quitaba la vida. Posteriormente su cuerpo sin vida cayó al suelo.
El grupo se miró asustado ante la escena. Pietro sostenía a su hermana entre sus brazos para evitar que viera aquella escena que la tenía nerviosa.
—Él quería morir ¿No?— murmuró el millonario.
—Prefirió el suicidio que la traición— dijo Nat—Ya está.
Todos comenzaron a la mentsrse y tratar de evitar contacto visual con el cuerpo del científico.
—¿Y ahora qué?— dijo el semidiós confundido.
—Hay que...Hay que...—Tony tragó saliva—Sacar el cuerpo de aquí, deshacernos de él.
—Yo me encargo— se ofreció Barnes.
—Iré con él, lo tendré vigilado— siguió Clint.
Steve les hizo una asentimiento con su cabeza indicándoles que podían ir y ellos obedecieron.
Thor se acercó a los gemelos con su martillo en mano.
—Ustedes no se muevan— los apuntó—Seguimos teniendo los ojos sobre ustedes.
Astrid volvió a alejarse para dejar de mirar aquella fatídica escena y pensar en lo que habían estado hablando.
—Tris...—la llamó Stark—Es...La solución que tenemos.
Ella se giró y pasó sus ojos por los presentes.
—Es demasiado complicado— habló—Ni siquiera sé si estaré a salvo.
—Es muy probable que sí— dijo Banner— Tu fuego no te daña, ni siquiera daña tu propia ropa...Estarás bien.
La castaña pareció meditar esas palabras por unos segundos. Todo aquello la asustaba un poco.
—Te necesitamos— le dijo el Capitán con sinceridad.
El grupo la observó atento, esperando su respuesta. Luego de unos segundos ella suspiró tomando su cabello hacia atrás.
—De acuerdo...Lo haré— ellos sonrieron—Y espero que realmente funcione.
Y sin decir otra cosa la joven se retiró.
La noche continuó y el equipo preparaba todo para su viaje de mañana junto con arreglar otros asuntos. Con mucha cautela—y algo de temor— sacaron el cuerpo de Herczog. Los tres ex elegidos permanecieron en una habitación bajo toda la vigilancia y seguridad posible. No podían darse el lujo de parecer desprevenidos y dejar que los atacaran.
Luego de mucho trabajo todos se fueron a dormir y reponer energías para el día siguiente. Pero nuevamente hubo alguien que no pudo dormir.
Astrid.
Lamentablemente la chica no pudo pegar un ojo esa noche. Estaba asustada y estresada por todo lo que estaba sucediendo.
Caminó en soledad hacia el pasillo hasta llegar a una ventana con vista a la ciudad. La luna brillaba en lo más alto, dando luz hacia aquel ventanal.
La chica suspiró y meditó en todo lo que le había estado pasando...Y lo que probablemente le estaba por suceder.
Elevó su mano y encendió su dedo en una pequeña llama.
—¿Cómo voy a hacer ésto?— se dijo a sí misma en relación a la bóveda y lo que ella debía hacer.
Apagó el fuego y volvió a mirar a la ventana, la abrió un poco y el frío aire de la noche la recibió, como si aquel pudiera aclarar todos sus pensamientos.
Metió su mano en el bolsillo de su pantalón y allí encontró un trozo de papel, lo sacó y lo abrió para encontrarse con aquellos garabatos que había visto el otro día en la foto del maletín, aquellos que parecían códigos que ella quería descubrir.
No sabía lo que ahí decía o lo que significaba, pero moría por descifrarlo.
—¿No puedes dormir?
Ella se sobresaltó levemente al oír una voz a sus espaldas, se giró y sonrió al ver de quién se trataba.
—No— susurró—Ha sido un día ajetreado, Steve.
El rubio se le acercó y se puso a su lado.
—No lo dudo.
—¿Y tú?— preguntó ella—¿Insomnio otra vez?
Rogers guardó silencio unos momentos ya que esta vez no era así.
—No— ella alzó las cejas—Te escuché salir y quise ver si estabas bien.
La castaña tuvo que reprimir una pequeña sonrisa en su rostro antes de mirar al hombre.
—¿Y lo estás?— preguntó.
Ella suspiró y cerró los ojos.
—No...No lo sé— agachó la cabeza— Todo esto ha sido tan confuso...Y de una u otra manera se volvió más complicado de lo que creí.
Asintió—Concuerdo. Todo se ha tornado más difícil.
—Sí— suspiró— Y esto de mañana...—soltó una débil risa—Es una locura...
—Hey— él la miró— Podrás hacerlo.
Ella hizo una mueca—Es la temperatura más alta que pueda haber, Rogers. Eso...Es casi imposible, debería incendiarme a mi misma.
—Es una opción.
Ella soltó una leve risa y golpeó su hombro.
—Ya no te burles, hablo en serio—dijo—Es sólo que...Nunca creí que llegaría a ser esto...— se señaló—Aunque en parte no sé bien lo que soy realmente—ambos soltaron una débil risa—Pero ese doctor me llamó arma...Tony me llamó salvación...Son términos que nunca pensé que oiría hacia mí.
El rubio asintió meditando las palabras de la joven, pero también meditando cuales serían las siguientes de él.
—Y no me gustan— confesó— No es lo que quiero que la gente piense de mí.
Y en ese momento Rogers tomó valor para soltar sus siguientes palabras.
—Todos te ven como un arma o una salvación— murmuró y luego la miró a los ojos—Pero para mí...Eres única.
Aquello sacudió a Astrid por completo, no sabía cómo responder o reaccionar. Eso había tocado su corazón de una manera inexplicable.
Y no podía dejar de pensar en el hecho de que nadie nunca le había dicho algo así.
No esperó otro segundo más y alzó su mano para tomar la nuca de Steve, atraerlo hacia ella y besar sus labios.
A él lo tomó un poco por sorpresa, pero no tardó en corresponderle y rodear su cintura con sus brazos.
Sus labios se movían juntos en una perfección que ninguno podía explicar, y en una sensación que adoraban disfrutar.
Sólo eran ellos dos.
Todo lo que creían perdido lo estaban encontrando allí...Entre ellos.
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IMPORTANTE LEER
IMPORTANTE LEER
IMPORTANTE LEER
holaaaa, no se pasen sin leer esto xfis, tengo un anuncio importante que hacerrrr.
bueno, quiero expresar la pena que sentido en estos días en cuanto a la historia (RELAX no la cancelaré, es otra cosa)
me he dado cuenta de TODOS los lectores fantasmas que hay aquí, y de verdad que me pone muy triste.
la historia ya va a llegar a los 100k y tiene a penas 7k votos ¿CÓMO ES POSIBLE?
yo les agradezco a las personas hermosas que votan, leen y comentan, las amo con todo mi corazón, ahí les va un besito <3
PERO tengo mucha pena por todos esos lectores que no siquiera votan y solo pasan (sí ajá, a ustedes les hablo) y que para colmo no votan pero comentan sjdjsjdk SAY WHAT??
como si no me diera cuenta uwu
por eso y por todo el dolor que tengo tomé una decisión, al menos en este capítulo, atención.
LA HISTORIA VA A FUNCIONAR CON VOTOS, DE USTEDES DEPENDE QUE HAYA NUEVO CAPÍTULO, ASÍ QUE SI ESTE LLEGA A LOS 30 VOTOS HABRÁ ACTUALIZACIÓN, SINO NO
30 VOTOS PARA NUEVO CAPÍTULO
de verdad perdón, pero me duele que haya tenido que llegar a esta tontera sndnsndn una chica en wattpad me dijo que lo hiciera.
no puedo estar mendigando mi trabajo...amo lo que hago y me duele que no lo aprecien, de verdad
a todos nos gusta que aprecien su trabajo...y yo estoy sintiendo que hay muchos que no lo hacen
perdón si fui un poco grosera:c
RECUERDEN: 30 VOTOS PARA ACTUALIZACIÓN
BIEEEEN AHORA A LA NORMALIDAD
quiero felicitar a WhereWeAreMovie2014 porque le atinó a la respuesta del capitulo anterior que era el lugar a donde irían los vengadores.
Y RESPONDIOOOO BIEENNN, DIJO CHILEEEEE
obvio iba a usar mi país, sisi<3
aunque en este momento sea un asc0 FELICIDADES CIELO, GRACIAS POR TODO TU APOYO
*ALSO: no estoy muy segura cuál es la temperatura más alta del fuego sndnsndk sólo puse parte de lo que investigué, aunque no estoy muy segura
ALSO2: estoy muy segura de que si hay alguna chilena por acá conoce al personaje que puse como Gustavo Mackena NSNDNSNFNDKS #chileanvibes
OTRA COSA IMPORTANTE: estaré editando un poquito la historia, poniendo un banner nuevo (el que está arribita juju) así que si les llegan notificaciones es eso dkdksk
pUES me despido, NOS FALTAN 2 CAPÍTULOS PARA EL FINAAAAAAAAAAAAAAAL
no coman ansias
lxs amo
nat
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