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━REPERCUSSION

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NUEVAMENTE, Y COMO si ya fuera costumbre, la sala quedó en silencio.

La castaña quedó paralizada, respiraba entrecortadamente y tenía un revoltijo de emociones.

Entre todo su nerviosismo soltó una leve risa— Estás jugando...No es posible...Eso es...Absurdo, es aburdo Tony

El millonario y su tía la miraron con compasión y sin poder evitarlo la última rompió en llanto. El hombre a su lado trataba de retenerse y no llegar a eso.

La castaña los miró atentos, atónita, espantada y confundida.

—No...— susurraba— No es verdad...

Hubo un rato de silencio que luego fue roto por un leve sollozo del ingeniero.

—Sí lo es...Todo es verdad.

Astrid sintió como su le hubieran dado la paliza de su vida, su vista se puso negra y comenzó a marearse. Su corazón se apretó y tenía inmensas ganas de gritar.

Le dolía.

—Todo es verdad...— volvió a decir el mayor— Los padres de la historia son Howard y María, el joven de la historia soy yo...Y la bebé...Eres tú.

—¡No!— exclamó ella— ¡No, no, no! ¡No es verdad!— se llevó las manos a la boca reprimiendo un llanto.

—Perdóname...Pero sí lo es...

—Entonces ¿Dónde está el archivo de esa misión? ¿Eh?— preguntó desesperada— ¡Nunca se ha oído hablar de esa historia en SHIELD! ¡Debe ser mentira!

Le negación de la chica estaba por las nubes, se estaba rehusando a dejar ir todo lo bueno de su vida.

El hombre tomó aire— Luego de que todo sucediera Howard le ordenó a SHIELD que nunca se hablara sobre lo sucedido. La gente sólo se quedó con el recuerdo de que hubo una gran batalla a las afueras de la ciudad. Y en cuanto al asunto de la mujer...Ellos nunca contaron nada.

—Sólo a mi— dijo Sarah— Fui yo la que ayudó a María a fingir un embarazo para que no preguntaran sobre ti y...

—¡Basta!— exclamó la chica tapando sus oídos con fuerza— ¡No sigan! ¡No sigan!

Un sollozo se escuchó de parte de la joven. Escuchar todo aquello le dolía como nunca antes algo le había dolido, y se negaba a creerlo, simplemente no podía ser verdad.

—¿Y que hay de el ADN?— preguntó limpiando su nariz— Si me hago un exámen allí saldrá que soy Astrid Stark.

Miró a todos los presentes en busca de respuestas. Era cierto, pero todo tenía una explicación.

—Eh...— Tony buscó las palabras— En la historia dije que aquella mujer lanzó una especie de polvo o aura dorada...— dijo haciendo movimientos con las manos, la castaña asintió— Al inicio no teníamos idea que había sido, pero con el pasar del tiempo lo comprendimos.

—¿Qué era?— demandó la chica.

Él tomó aire— Ella lanzó una especie de hechizo para protegerte, encubrió tus genes reales con el ADN de la familia, no tengo la menor idea de cómo lo hizo...Pero lo hizo.

A la joven se le pusieron los pelos de punta.

Por eso Howard había sentido un dolor en su mano y como si algo estuviera saliendo de él...Era porque la mujer había hechizado a la bebé con los genes Stark.

Ahora es suya...No mía— Woods repitió las palabras que la mujer le había dicho a la familia.

Y con aquella revelación Astrid ya no tuvo más dudas.

Observó sus manos y luego al frente.

—No...— a penas se escuchó su voz— Es verdad...— se llevó las manos a la cabeza— No, no, no, no, no, no...

Debido a su inestabilidad tuvo que apoyarse en una silla. Su vista se había vuelto negra otra vez, le dolía la cabeza y el corazón, en cualquier momento iba a tener un ataque de pánico o iba a caer al suelo.

—¡No lo puedo creer! ¡Maldita sea! ¡No lo puedo creer!— lloró apoyada en la silla— ¡No, no, no! ¡No puede ser!

Los presentes estaban totalmente sorprendidos, sus corazones también estaban dolidos por aquella revelación.

Por unos segundos pensaron que quizás ese no había sido el mejor momento para contárselo, pero luego analizaron su realidad con la historia...Y descubrieron que era tiempo, que era el momento indicado.

Era el día.

—¡No!— seguía llorando ella bajo la atenta mirada de todos— ¡Mi vida ha sido una mentira! ¡Todo este tiempo ha sido una maldita mentira! ¡Una mentira!

Y por primera vez en esa situación el millonario dejó sus lágrimas salir.

Con cuidado comenzó a acercarse a ella pero la joven lo detuvo.

—¡Aléjense de mí!— exclamó— ¡No quiero que se me acerquen!

—Astrid...— susurraba el ingeniero— Perdóname por favor...

Tony ya comenzaba a sentir aquello por lo que estaba temiendo...A su hermana alejándose de él.

—¡¿Por qué no me lo dijeron?!— soltó
—¡Todo este tiempo me hicieron vivir una vida de fantasía! ¡Una vida que no era mía! ¡Necesitaba saberlo!

El castaño suspiró— Pero no podíamos hacerlo...Aquella mujer nos dijo que esperáramos el momento exacto para contarte...Era por tu seguridad.

—¿Seguridad?— dijo sarcásticamente—¡Pues déjenme decirles que no me siento segura! ¡Desde que ustedes me comenzaron a mentir no estoy segura!
— los señaló a todos.

Si bien es cierto le habían mentido por toda su vida, pero era para protegerla de...Lo que sea que la estuviera acechando. Pero la pobre chica estaba tan cegada por la desesperación que no le importó nada, sólo de enfocó en una cosa:

Le habían mentido...Y mucho.

—¡No puedo creerlo!— lloraba tomando su cabello— Estoy echando atrás mi memoria y pensando en todos los buenos recuerdos y momentos que viví, todo lo bueno que tuve, pero ahora me doy cuenta que...¡Nada era real! ¡Todo era una maldita farsa!

El grupo no sabía que hacer, si decían algo ella podía explorar y si se acercaban...Ella podía hacerlos explotar.

La mente de la chica empezó a mostrarle sus pensamientos confusos, todo se unía, todo se volvía claro.

—Claro...— susurró— Por eso no me convertí en una asesina...— se llevó las manos a la boca.

Tony y Sarah asintieron.

—El Neuranio no encontró nada de maldad en ti, ni en tus recuerdos— sonrio de lado— Sólo un pasado escondido...

—Y al doctor y a Kurse les fue de mucho beneficio— la chica pateó una silla.

Ya todo le era claro.

El Neuranio buscaba y traía recuerdos y memorias ocultas...Y las memorias ocultas de Astrid eran su pasado...Quien ella era en realidad, por eso no se convirtió en una asesina...Sino en algo mejor.

—Por qué me pasa esto a mi— sollozó con la cabeza en sus manos— ¡Esto es lo peor que me pudo pasar en la vida!

Su mente seguía uniendo todos los cabos sueltos...Y todo cobraba sentido.

Sus habilidades eran por su pasado, por eso no tuvo las mismas consecuencias que los otros por el Neuranio.

Por eso la buscaban.

Por eso tenía voces en su cabeza que no eran suyas.

Por eso tuvo una repentina y sorpresiva recuperación de un coma.

Por eso...Sarah actuó raro cuando ella le contó sobre sus poderes...Porque ella ya sabía la verdad...Y se lo trataba de ocultar.

Por eso...Cuando trató de imitar la visión de Thor para poder mirar a sus padres no vio nada y vio a otras personas...Porque los Stark no eran sus verdaderos padres...

Y si echaba más atrás su memoria...Por eso María Stark nunca la dejaba ver su maletín que escondía bajo la cama, el cual tenía fotos de cuando eran pequeños...

Todo cobraba sentido.

—Todo esto es tan...Doloroso— dijo tocando su pecho— Mis padres, mi familia, mis amigos...¡Nada es real!

Cada una de las palabras de la chica le dolían a todos y cada uno.

Y para Tony...Ver a su hermana reaccionar así ante la verdad le había dolido mucho más que la misma muerte de sus padres.

¡Siento que estoy enredada en una telaraña de mentiras de la cual no puedo escapar!— exclamó— ¡Todo, absolutamente todo lo que creí que era real no lo es!

Dejó salir el aire de sus pulmones pero lo volvió a tomar para poder continuar.

—Todo lo que no tenía sentido ahora lo tiene...Todos los detalles que dejé pasar por alto son claros...Todo...Todo es real— tapó su boca.

Nadie podía decir algo aún, nada salía de sus bocas. Nunca habían enfrentado una situación así por lo que no sabían como lidiar con aquello.

Habían peleado batallas, criaturas del espacio, terroristas y peligros mundiales...Pero nunca a una de sus amigas con el corazón roto...Que ellos mismos destrozaron.

—No sé quién soy...— susurró ella de repente— Ya no lo sé...— miró al resto con sus ojos llorosos.

Aquello les llegó como una bofetada a todo el grupo.

—Me siento perdida...Engañada y usada— volvió a mirar sus manos y estas estaban temblorosas.

Su respiración estaba agitada pero con todo el esfuerzo del mundo trataba de calmarse.

Había recibido la noticia más horrible de todas y sentía que iba a desmoronarse.

—¿Cuál es mi nombre...?

La repentina pregunta de la chica puso en alerta a todos. El millonario la miró y se quedó paralizado.

—¿Qué...?— susurró él.

—Que cuál es mi verdadero nombre— limpió su mejilla con la manga de su suéter— Por lo que entendí no es Astrid y es algo muy prohibido.

Tony suspiró y agachó la cabeza— Puedo jurarte que eso no lo sé— la chica bufó— ¡Lo juro! Fueron sólo Howard y María los que alcanzaron a leerlo...Luego este desapareció y no quisieron contarme.

Su voz sonaba sincera y convincente por lo que ella asintió.

—Y los que pueden saber mi nombre...Están muertos.

El mayor no dijo nada, aquello se lo aclararía más tarde.

La joven volvió a tomar su cabello desesperada— No puedo creer esto...No puedo...Y no quiero hacerlo...

Ella lloró.

—Y para colmo— su voz se tornó un poco dura— Todo esto se junta con sus absurdas mentiras— miró a los presentes— Todos ustedes son unos mentirosos...Unos auténticos mentirosos.

El grupo guardó silencio, se sentían avergonzados y culpables.

—Confíe en ustedes...Porque eran lo único que tenía— esta vez se enfocó más en Tony— Y ahora...— soltó una débil risa— Me doy cuenta que me mintieron como nadie lo había hecho—limpió una lágrima— ¡Por culpa de esto me siento perdida! ¡No sé quién soy ahora! ¡No sé que debo hacer!

La voz de la chica había sido un poco más dura y los presentes sintieron un pequeño remezón en el piso.

—¡No tienen idea de lo que siento en este momento! ¡No tienen idea de lo que es sentirse sin identidad!

Ahora vino un remezón un poco más fuerte y sintieron que una brisa los rodeaba.

—¡Qué hice para que me mintieran!
— exclamó— ¿¡Hice algo malo!? ¡Díganme por qué me mintieron todo este tiempo sobre lo que me ocurrió en el accidente! ¡...Sobre quién realmente soy! ¿¡Fue algo que hice!?

Nadie alcanzó a responder porque la brisa se hizo más fuerte. Papeles y cajas comenzaron a volar debido a aquella ventisca que iba creciendo.

Astrid parecía consumida completamente por la ira que no le importó lo que estaba sucediendo a su al rededor...No era consiente.

El resto trató de cubrirse de aquel viento poniendo sus manos frente a ellos, evitando cualquier cosa que se les pudiera venir encima.

—¡Me siento como si estuviera en una habitación llena de extraños! ¡Gente a la que no le importo!

El viento aumentó y causó incluso que algunos retrocedieran en contra de su voluntad.

Y allí ellos lo vieron.

Los ojos de Astrid.

Sus ojos era...Grises...

El viento lo estaba causando ella...

—¡Astrid!— gritaron algunos— ¡Tienes que calmarte!

—¿¡Calmarme!?— exclamó con sus ojos plateados— ¿Es en serio? ¿Calmarme? ¿¡Ahora!? ¡Es el peor momento para pedirme que me calme!

La ventisca aumentó y comenzó a rodearla a ella.

—¡Cuándo todo está mal no es momento de calmarse! ¡No sé que hacer! ¿¡No lo entienden!?

Parecía que todo iba a empeorar, nadie podía acercarse a ella para detenerla debido a la fuerza del viento.

Debían actuar, debían detenerla ya antes de que todo fuera un desastre.

—¡Hermana...!— alcanzó a gritar Tony.

—¡No soy tu hermana!

Y el viento se detuvo.

Todo...Se detuvo.

El gran grito de Astrid hizo que el viento causado por ella se detuviera, y recién allí ella se dio cuenta que lo había producido.

Ella controlaba el viento.

Todos quedaron estáticos ante las palabras de la castaña, pero sobre todo uno...

Tony.

El millonario se quedó sin habla y con el dolor más fuerte que había recibido en su corazón, se sentía destrozado.

La había perdido...Había perdido a Astrid.

La chica empezó a calmar su respiración hasta que sus ojos volvieron a su color original. Luego, con mucho temor, observó al millonario.

Hasta ella misma se había sorprendido de lo que había dicho.

Tony tenía los ojos llorosos mientras trataba de mantener su mirada con la de la castaña.

Ella tomó aire.

—...No soy tu hermana...— aquello le dolió como el infierno— Y mi nombre no es Astrid...Yo...No sé quien soy.

Y sin más que decir la chica pegó media vuelta y salió corriendo del lugar.

Steve y Clint iban a detenerla pero la voz del millonario los detuvo:

—No— dijo con voz temblorosa— Déjenla...Necesita estar sola.

Ellos asintieron y retrocedieron para acercarse a Stark.

—¿Y si le sucede algo?— preguntó la rusa.

El ingeniero limpió su nariz— Tranquilos, todo estará bajo control.

Ellos observaron a su amigo y asintieron. Se veía completamente distinto, estaba apagado...Destruido.

Había perdido.

Se giró y tomó una de las pantallas holográficas...Debía enviar algo.

Mientras tanto Astrid corría por los pasillos a la vez que secaba sus lágrimas, no le importó que la gente la viera en su recorrido, sólo necesitaba salir de allí.

Llegó al elevador y agradeció que estuviera vacío. Cuando las puertas se cerraron presionó rápidamente el botón del estacionamiento y se apoyó en una pared.

Trató de controlar su respiración y sus lágrimas pero era imposible.

Sólo recordar el hecho de lo que había sufrido en su accidente, la verdad sobre ella misma y que todos le habían mentido la carcomía por dentro.

Las puertas se abrieron en la planta que ella deseaba y salió disparada en busca de su auto. Al hallarlo subió al deportivo negro y se dispuso a irse.

Pero antes de dar el último giro de la llave algo la detuvo.

Señorita...

Una voz la detuvo y pudo deducir que era la de Jarvis. El panel del auto estaba encendido y una pantalla se mostró.

—¿Qué quieres Jarvis?— preguntó molesta— No quiero saber de Tony ni de nadie así que ahórratelo.

No se preocupe, no vengo por eso— habló el programa— El...El Señor Stark me pidió que le diera esto...Pensó que iba a necesitarlo.

En la pantalla aparecieron dos grupos de números, el primero más corto que el otro. La castaña observaba estos con el ceño fruncido.

Dijo que usted sabría perfectamente de qué eran...

Y allí todo le hizo clic.

Eran claves.

Reconocía perfectamente la primera combinación...Ya que por mucho tiempo intentó descifrarla. La segunda no la conocía, pero estaba segura de que estaba por hacerlo.

Sabía a donde debía ir y qué debía hacer.

—Gracias— traspasó aquellos números a su celular— Ahora amigo, aquí es donde nos despedimos— habló— Lo lamento pero no quiero que sepan de mi.

Jarvis iba a decir algo más pero fue interrumpido por la castaña que lo apagó y desconectó, quedando fuera de comunicación con cualquiera.

Y sin esperar otra cosa se fue de allí a toda prisa.

Mientras tanto en los pisos de arriba la calma no era algo que abundara.

—¡Les dije que desde un principio esto iba a ser una mala idea!— era la voz de Natasha.

—Estoy de acuerdo...Sólo lo hicimos porque tú nos obligaste— siguió Sarah.

—Hey ¿Quieren dejar de culpar a Tony?— habló el doctor apoyando a su amigo— Queramos o no, todos participamos de esta mentira.

La sala quedó en silencio ya que él tenía razón. El mencionado sólo suspiró, estaba sentado en una silla, cansado y con un vaso de agua en la mano.

—Y...Ahora con esto...— siguió Banner refiriéndose al último secreto— Creo que fue demasiado para ella...Y para todos.

Woods y Stark se miraron por unos segundos, no se sentían bien después de lo que pasó.

—Siento que la perdí...— susurró el millonario con tristeza— La mirada apagada de sus ojos...— suspiró— Nunca en la vida la había visto.

Y por primera vez en la vida Sarah Woods tuvo un gesto de afecto con Tony. Ella puso una mano en su hombro en sentido de apoyo.

—No sólo tú la perdiste— le dijo la pelinaranja con voz temblorosa— Todos la perdimos...— miró al resto del equipo.

El grupo asintió con tristeza ya que era cierto.

Todos le habían mentido.

El ingeniero volteó su cabeza para mirar al Capitán el cual estaba más alejado del grupo, con la vista fija en uno de los ventanales.

Tony no era tonto, tampoco ciego, él había visto las miradas que él y la chica se lanzaban, sabía que algo pasaba allí, quizás pequeño, pero pasaba.

Rogers se sentía terrible y culpable. Se odiaba a sí mismo por haberse permitido mentirle a la joven sobre todo lo que él sabía.

Él era consciente de lo que pasaba dentro de sí cuando estaba cerca de Astrid, y también era consciente de lo que había pasado entre ellos la noche anterior.

Pero ahora...Sentía que lo había estropeado todo.

Un pequeño sonido llamó la atención de todos y una pantalla apareció.

Señor...—Era la voz de Jarvis— Ya le hice entrega de lo que me pidió a la señorita, ella ya se fue...Pero me desconectó y perdí el rastro del vehículo.

El millonario asintió.

—No te preocupes— sonrió de lado— Si sabes algo no dudes en avisarnos.

Como ordene.

Stark se volteó para encontrarse con las miradas del equipo.

Todos estaban tensos...No sabían lo que podría ocurrir en las horas siguientes.

Mientras tanto Astrid ya estaba por llegar a su destino, conducía demasiado rápido, incluso se saltó algunos semáforos.

No le importaba nada.

Cuando empezó a divisar el lugar donde quería llegar su corazón se aceleró y empezó a sudar.

Algo había allí que ella debía descubrir.

Bruscamente giró el volante para quedar en la entrada rápido, la gente allí se vio confundida.

Uno de los hombres se acercó cautelosamente a la ventana de su auto y preguntó:

—Señorita Stark ¿Qué la trae por aquí?

Aquello le dolió a la chica como el mismo infierno, y tuvo que retener sus ganas de arrancar el volante y lanzarlo lejos.

—Sólo abre las puertas, necesito entrar.

—Pero por...

—¡Sólo ábrelas!

El hombre dio un brinco del susto y retrocedió rápidamente a la cabina para abrir la reja.

Nuevamente Astrid se había sorprendido de su tono de voz y sus reacciones. No sabía que le estaba pasando.

Cuando tuvo vía libre aceleró e hizo ingreso a su destino...El SECDE.

Estacionó dando un giro rápido y bajó del auto sin preocuparse ni siquiera de cerrar la puerta.

No tenía tiempo para nada.

—¡Señorita Stark!— escuchó que la llamaban.

Y otra vez...Se sintió a morir.

Se giró y se dio cuenta que era Garren, el jefe de seguridad del lugar.

—¿Todo en orden?

Ella reprimió las ganas de gritarle
un no.

—Sí Garren, todo en orden— mintió caminando a las escaleras de la entrada.

—¿Está segura? La vimos entrar muy acelerada ¿Hay alguna complicación?

La chica de volteó apretando los puños, estaba tratando retener toda la ira y la desesperación que tenía contenida.

—Todo está en orden— repitió con voz dura— Ahora necesito que me dejen sola, no quiero ningún tipo de interrupción.

Y sin esperar respuesta de nadie terminó su trayecto por las escaleras y entró a la mansión.

No saludó ni se fijó en nadie, sólo ingresó y atravesó la sala de estar para llegar a una puerta de vidrio que conducía al subterráneo. La abrió y bajó las escaleras rápidamente.

Las luces se encendieron al notar que alguien había ingresado, pero no hubo ningún sonido de alerta ya que era la joven la que había ingresado. El pasillo era largo y completamente blanco, a excepción de las fotos familiares que estaban colgadas en la pared.

Astrid se detuvo y se fijó en una de ellas. Era una de sus vacaciones en Italia; Howard sostenía a la chica en sus hombros mientras que María y Tony fingían estar empujando la Torre de Pisa.

Es verdad que no habían sido la familia número uno del mundo, tampoco los más apegados y cariñosos, pero cuando estaban juntos...Todo era diferente.

Su vista viajó al resto de las fotos. Habían algunas de Howard y María en su boda, Tony construyendo su primer motor, luego una de él graduado de la universidad. Y si seguía revisando estaban las fotos de ella...

Habían fotos de cuando era pequeña, fotos de cuando se graduó también...De dos universidades y dos profesiones distintas: La ingeniería y la abogacía.

Pero la foto que más le llamó la atención fue la última de la fila, y era una donde María estaba sosteniendo una bebé en sus brazos, envuelta en una sábana blanca.

Aquello sacudió a la joven en su lugar y quiso gritar de sólo recordar las palabras del millonario...

La bebé de la historia eres tú.

Agachó la cabeza y la sacudió esperando reprimir sus lágrimas. Apartó la mirada de las fotos y siguió caminando a su destino.

Al llegar se encontró con una gran puerta metálica que tenía una pantalla al frente que permitía escribir un código de entrada.

Ese lugar...Era la oficina de Howard Stark.

Siempre quiso entrar y ver lo que su padre escondía allí, ya que él nunca le permitió entrar. Habían veces que se metía a escondidas y trataba de descifrar la contraseña, pero o era descubierta o nunca le funcionaban.

Por eso el código enviado por Jarvis se le hacía conocido, porque ya lo había tratado de averiguar.

Con mucho temor encendió la pantalla y desbloqueó su celular, revisó la contraseña numérica y con los dedos temblorosos escribió las seis cifras una por una.

Hubieron unos segundos donde la máquina estuvo reconociendo la clave y luego la puerta comenzó a deslizarse hacia un lado.

La castaña esperaba con el corazón apretado.

Una vez que estuvo abierta por completo la chica comenzó a dar lentos pasos hacia el interior.

Todo estaba ordenado en cajas y archivadores. Habían muchos computadores viejos y libros...Muchos libros.

Pero algo llamó más su atención.

En frente de ella y en el suelo había un maletín color gris y detrás de este un televisor.

La respiración de la joven se volvió agitada al verlo con claridad.

Era el maletín de su madre.

Aquel que nunca le dejó ver.

Ella se llevó una mano a la boca por la sorpresa, no lo podía creer. Lentamente se agachó para poder verlo y el corazón se detuvo al hacerlo.

Sobre el maletín había una pequeña nota escrita en un papel blanco con una sola palabra:

Astrid.

Era para ella, eso era lo que debía encontrar.

Tomó el papel con sus temblorosos dedos y lo observó, era la letra de María, la podría reconocer en cualquier lugar.

Al quitar la nota se dio cuenta como una pequeña pantalla con números quedó al descubierto, y allí entendió para que le serviría el otro conjunto numérico entregado por Jarvis.

Volvió a encender su teléfono y buscó la combinación, esta era de nueve números, más larga que la anterior.
Con los nervios de punta comenzó a teclear los números en la pantalla del maletín, uno por uno, vez por vez.

Y se iba acercando al descubrimiento.

Cuando terminó el maletín se abrió de repente lo que la hizo pegar un pequeño brinco.

Con sus temblorosas manos tomó la tapa de arriba y la abrió.

El corazón se le detuvo.

Lo primero que encontró en la caja fue un paquete de envoltura café claro y con un cordón del mismo color que lo ataba.

La chica lo miró sin entender al inicio lo que era, pero cuando lo giró encontró otra nota pegada a este. Al tomarla la leyó y allí todo le quedó claro.

El papel decía: empieza por esto.

Leer aquella nota le puso los pelos de punta a la chica, era como si aquel maletín fuera el kit de emergencia para cuando fuera el tiempo de decirle a Astrid la verdad.

Con cuidado la joven comenzó a romper la envoltura del objeto hasta que se encontró con algo que la hizo tensarse.

Una cinta VHS

La observó por todos lados pero no tenía ningún tipo de inscripción, nada.

Rápidamente se puso de pie y con desesperación empezó a buscar algún reproductor que le sirviera. Movió cajones, cajas y estanterías hasta que encontró uno en una orilla. Estaba sucio y polvoriento, pero velozmente lo tomó y lo puso cerca del televisor que allí había para poder conectarlo.

Necesitaba saber que había allí.

Una vez conectado este se encendió al igual que el televisor. Astrid iba a poner la cinta pero se detuvo a pensar un instante.

¿Que habría allí?

¿Sería muy malo?

¿Se lamentaría por verlo?

¿Encontraría más respuestas?

Suspiró y temblorosa introdujo el objeto en el reproductor. Cuando escuchó el clic y las luces encenderse se apartó temerosa.

Empezó a jugar con sus dedos nerviosa, trataba de tomar aire repetidas veces para tratar de calmarse pero se sentía como una gelatina.

La pantalla comenzó a parpadear y las letras de cargando aparecieron allí.

No fue mucho el tiempo que la chica estuvo esperando cuando el vídeo comenzó.

¿Estoy grabando? ¿Está grabando?

Aléjate de ahí, estás tapando toda la cámara.

Disculpa, que tonto soy, ahí está.

El corazón de la castaña se hizo pequeño de solo escuchar esas voces.

Al principio no vio a nadie, la cámara enfocaba sólo dos sillas vacías.

Por el momento.

A la chica le comenzó a faltar la respiración cuando dos figuras tomaron asiento en las sillas. No lo podía creer, sentía que se iba a desmayar.

Hubo un rato de silencio que no tardó en desaparecer.

Hola Astrid.

La chica se llevó las manos a la boca y sus lágrimas no tardaron en salir.

—Oh Dios mío...

Eran Howard y María Stark.

Bueno eh...Yo la verdad que no sé cómo...Empezar, no sé que decir...— tartamudeaba el hombre.

La joven por su parte trataba de controlar sus lágrimas, pero sollozos de su boca salían de repente.

Estaba viéndolos después de todo ese tiempo muertos, y para colmo...En esta situación.

No lo podía creer.

Vaya, esto es más difícil de lo que creí que sería— dijo más para su esposa que para la cámara— Pero...— tomó aire— Si estás viendo esto es porque llegó aquel día...El día de que supieras las verdad.

La expresión de ambas personas allí cambió por una realmente angustiada y el corazón de la pobre chica ya no resistía más.

Y grabamos esto en caso de que...Al llegar el momento de la revelación nosotros no estuviéramos ahí...Y si lo estás viendo...Es porque así es.

La joven soltó un largo y pesado suspiro.

Antes de empezar a decir cualquier otra cosa...Queremos pedirte perdón.

Ella levantó la cabeza al oír la voz de Howard, sonaba arrepentido, como nunca antes lo había oído.

Perdón por...Haberte mentido todo este tiempo sobre quien eras en realidad...Lo hacíamos por que era lo que nos pidieron hacer...Por tu protección.

Astrid cerró sus ojos con fuerza tratando de retener más lágrimas.

Todo dolía como el mismo infierno.

Te juro que si fuera por nosotros te lo hubiéramos dicho cuanto antes— ahora fue María quien habló— Nos dolía tanto mentirte día a día...Pero de verdad lo sentimos.

Ellos asintieron mirando directamente a la cámara, sus directas miradas hicieron que la castaña comenzara a temblar aún más.

Cuando todo comenzó...— siguió el hombre— Estábamos aterrados, quiero decir...Habíamos recibido a una niña de una mujer que ni siquiera era de la Tierra...

María le dio un pequeño golpe en el hombro a Howard por el tono de voz y las palabras que estaba usando.

Perdón...— susurró antes de continuar— Al incio no sabíamos que hacer, estábamos aterrados, íbamos a tener a alguien nuevo en nuestra familia...— hizo una pausa—Te seremos sinceros...Lo dudamos las primeras semanas...— aquello aceleró el pulso de la joven—  Pero después...Descubrimos que tenerte en nuestras vidas iba a ser una de las mejores cosas que nos podía pasar.

Astrid cerró los ojos y una débil lágrima resbaló por su mejilla.

Lo sentimos tanto, pequeña— habló la mujer ya con voz temblorosa— No sabes cuánto daría para que esto fuera una mentira...Para que...Realmente te hubiera tenido en mi vientre...

Y con eso Astrid ya no pudo más y rompió en llanto. María había tratado de decirlo de la manera más suave posible, pero era lo que realmente sentía.

La castaña se sentía sola y vacía, y ese sentimiento iba creciendo más y más.

Pero cuando te vimos ahí...Envuelta en tu sábana blanca, con tu piel clara y tus ojos recién abriéndose...— María suspiró como recordando aquello— No lo sé, todo se paralizó para nosotros.

Astrid volvió a sollozar, pero esta vez se llevó las manos a la boca para intentar detenerlo.

Era empezar algo nuevo...Y ni siquiera podíamos usar tu verdadero nombre...— la mujer hizo una pausa— Por eso te pusimos Astrid.

Y allí todo le hizo clic a la castaña.

Sabíamos que eras especial...La mujer...La mujer que te trajo te llamaba princesa— siguió— Y bueno, Astrid...Es nombre de princesa.

La chica cubrió su cara recordando todas las veces que su madre le repetía aquella frase. Siempre pensó que era algo lindo...Pero ahora sabía que había una gran razón detrás.

Cuando...— Howard se detuvo unos segundos, nunca fue bueno para decir cosas emocionales— Cuando te tomé en mis brazos por primera vez...Sabía que nuestras vidas iban a tomar un nuevo rumbo...Pero uno bueno...Uno muy bueno.

Fuiste la nueva integrante que nunca pensamos tener— habló la mujer— Y fuiste...Una gran compañía para tu hermano.

La joven levantó la cabeza y suspiró al recordar a Tony.

No sabes lo que le costó aceptarlo al inicio...— se escucharon pequeñas risas— Pero con el paso del tiempo...Te volviste lo más importante de su vida.

El corazón de Astrid se apretó. Limpió sus lágrimas con la manga de su suéter y suspiró.

Aquello era cierto, Tony nunca cambiaría a la chica por alguien más, incluso era más importante que sus mismos padres.

Pero recordar todas las verdades que el millonario le ocultó hacían que ella se sintiera mucho peor.

Lo sentimos tanto...— volvió a repetir el hombre— Pero...— se detuvo pensante— Hay una frase que dice: Padre no es el que engendra...Es el que cría y ama.

Astrid se quedó estática al oír a Howard decir algo así tan...Real y sentimental.

Y esas palabras quedaron rondando en su cabeza.

Nosotros te criámos— continuó María— Te vimos crecer, te vimos desarrollarte y triunfar...Eres una Stark...Tú eres nuestra hija.

Las lágrimas de la joven se dispararon y lentamente se acercó a la pantalla, como deseando tenerlos más cerca.

Y nada en el mundo va a cambiar eso— apoyó Howard.

La joven se quedó allí estática mirando la pantalla, las débiles lágrimas bajaban por sus mejillas y ya todo su maquillaje estaba corrido, pero no le importó nada.

Sólo se enfocó en las dos personas frente a ella y las palabras que les decían.

Pero ahora— pronunció la mujer secando sus lágrimas— Ahora viene la otra parte difícil de esto...Debes descubrir quien eres.

El corazón de Astrid se aceleró, parecía que iba a salirse de su pecho.

Nosotros ya cumplimos con la primera parte que era contarte la verdad...Ahora es tu turno...— habló el hombre.

Lo que más queremos ahora es que descubras toda la verdad...Pero nosotros no podemos ayudarte más— siguió su esposa.

En el maletín vas a encontrar cosas que probablemente necesites. Llévatelo y cuídalo.

La joven agachó su vista para encontrarse con dicho objeto, pero aún no era capaz de revisarlo.

Nosotros...Ya no podemos hacer más...— Astrid volvió su vista al televisor— Sólo deseamos que puedas averiguar la verdad sobre ti misma y que cumplas aquel propósito que aquello tiene.

La castaña frunció en ceño, pero la verdad era que ni siquiera las dos personas de la grabación sabían cuál era aquel propósito.

Sólo tú puedes descubrir quien eres— habló el hombre— Y confiamos en que lo harás.

Astrid cerró sus ojos y suspiró pesadamente.

No importa lo que haya sucedido...— retomó María— Te amamos y siempre serás nuestra hija...

Howard se puso de pie y apagó la cámara dando por finalizada la grabación.

La televisión se volvió negra otra vez y el reproductor se apagó.

—No...No, no, no— la castaña se acercó al aparato y empezó a tocarlo— No, no, esperen, eso no puede ser todo, debe haber más.

Volvió a encender el televisor pero comenzaba a cargar la misma cinta anterior. Sacó el VHS y lo revisó por todos lados, no había nada más.

—No, no, no...— apoyó su frente en la televisión ahogando un sollozo—Oigan...No me dejen...

Su corazón ya no le daba más, estaba colapsando y había visto a Howard y María confirmarle aquella cruda verdad.

Aunque ellos nunca la vieron como alguien extraña...Ella siempre fue su hija...Y eso le daba aunque sea una mínima pizca de esperanza a la chica.

Una débil lágrima cayó por su mejilla mientras estaba allí y esta cayó sobre el maletín. Astrid se separó del objeto y se agachó para ver que más había en aquella caja.

Habían más envoltorios café igual que el anterior, pero estos sólo eran fotografías familiares, en otro habían recortes de algunos periódicos.

Pero más al fondo encontró dos cosas que la hicieron estremecer.

Una sábana y un collar.

La joven los tomó con sus temblorosas manos y los observó. Apretó la sábana en su mano y sintió una especie de escalofrío, como una bofetada.

Un recuerdo la había invadido al estar en contacto con esas cosas...Pero ella no lo sabía.

Observó aquella sábana de lino, temerosa acercó su nariz y esta olía a un poco de polvo, como cuando los objetos están mucho tiempo encerrados en algún lugar. Luego la dejó en el maletín y se dedicó a observar el otro objeto:

El collar.

Era redondo, dorado y con relieve, no era muy extravagante como ella se lo imaginó pero aún así la asombraba.

Es ese momento la historia contada por Tony vino a su cabeza.

Aquí está su nombre...Sólo ustedes podrán saberlo, y una vez que lo abran...Desaparecerá y se perderá en otro lugar.

Aún sabiendo aquello la castaña rápidamente abrió el collar con la esperanza de encontrar algo.

Pero no había nada, era un fondo dorado vacío.

Enojada, la chica cerró con fuerza el objeto y lo lanzó de vuelta al maletín.

Pasó sus manos por su cara y de pasó limpió su nariz y sus lágrimas. Si antes estaba confundida y desesperada ahora lo estaba el triple.

—Necesito respuestas....

Aquello era lo único que rondaba en su cabeza una y otra vez. Necesitaba averiguar más, necesitaba saber que había detrás de todo aquello...Necesitaba saber quien era.

Guardó todas las cosas de vuelta en el maletín, incluyendo la cinta VHS, lo cerró y rápidamente lo tomó de su manilla para salir de allí.

Sus pasos eran firmes y apresurados, toda su mente se había vuelto un absoluto revoltijo y no era capaz de sacarse de su mente la imagen de Howard y María contándole la verdad.

Aquello le dolía, le dolía mucho.

Antes de cruzar el umbral de la puerta se giró y echó una nostálgica mirada para atrás. Observó todas las cosas que allí habían, observó el televisor y dejó escapar un suspiro de sus labios.

Ese lugar lo había cambiado todo.

Luego se volteó y se dispuso a salir de allí.

Cuando estuvo fuera aquella puerta se cerró sola, su caminar se volvió un trote, pero se detuvo en el pasillo cuando volvió a encontrarse con aquella foto familiar.

Su corazón se hizo pequeño al observarla...Ahora con una perspectiva distinta. Con sus temblorosos dedos la tomó y la sacó de la pared.

Al contemplarla se sintió terrible de sólo recordar la verdad...Ella no era una Stark...Al menos no de sangre.

Pero aquello la carcomía.

Una lágrima volvió a colorear su rostro y sin querer empezó a darse cuenta de que el marco de fotos comenzaba a congelarse...Y ella era la causante.

Cuando ya estuvo hecho la chica se asustó y todo fue como en cámara lenta. Sin querer soltó la foto y esta cayó al suelo haciéndose mil pedazos.

Astrid se llevó la mano a la boca por instinto, no podía creer lo que había hecho.

Sorbió su nariz y miró al techo como suplicante, cerró sus ojos y soltó un pesado suspiro.

—Necesito respuestas...— volvió a decir con un hilo de voz.

Observó con tristeza por última vez los pedazos de aquel cuadro en el suelo y se marchó de ahí de una buena vez.

Salió del subterráneo llegando a la planta principal, cerró la puerta con el código de seguridad y siguió con su trayecto.

Las voces de las mujeres allí la llamaban y le preguntaban que hacía allí o que sucedía, pero Astrid las ignoró.

Llegó afuera rápidamente y se dirigió a su auto para retirarse antes de que alguien más la siguiera. A lo lejos oyó la voz de Garren, pero nuevamente ella ignoró todo.

Quitó el seguro del auto y abrió la cajuela para dejar allí el maletín, luego la cerró y se dirigió para abrir la puerta del conductor.

Pero una vez que lo hizo se quedó allí...Estática.

Sintió un largo escalofrío que recorrió todo su cuerpo, su mente había quedado en blanco y fue como si todos los sonidos del exterior desaparecieran, menos uno.

Una voz.

Pero no era una de aquellas voces que constantemente tenía en su cabeza...Era una distinta...Y una completamente clara.

Puedo darte más respuestas...Sabes donde encontrarme.

La chica no sabía que hacer o como reaccionar, estaba en una especie de trance...Hipnotizada.

Debido a aquella inconsciencia que estaba viviendo pudo reconocer de quien era la voz, y sin tener idea de como, sabía a donde debía ir.

Su ritmo cardíaco volvió a acelerarse y la brisa a su al rededor comenzó a hacerse más fuerte.

El brazalete ya no estaba funcionando.

—Eh...¿Señorita? ¿Está todo bien?

Una voz del exterior se hizo presente, era el jefe de seguridad. Lentamente la castaña giró su cabeza para verlo, pero cuando lo hizo el hombre quedó paralizado.

—Oh Dios...

Estaba viendo en todo su esplendor los ojos completamente grises de la chica.

Aquella brisa que se había levantando comenzó a rodearla lentamente y Garren no podía creer lo que estaba viendo.

—Sí...Todo está en orden, no te preocupes.

La voz de Astrid había sonado neutra, suave y sin ningún tipo de expresión.

El hombre frente a ella asintió levemente y con el pánico floreciendo en su interior.

Astrid se volvió a girar para ingresar a su auto, cerrar la puerta y salir de allí...A donde sea que la estaba guiando el trance y aquella voz.

Garren se quedó paralizado en su lugar mientras veía el deportivo negro desaparecer de allí.

Deseaba que lo que recién había visto fuera una mentira.

Pero antes de que el auto desapareciera por completo sacó de su bolsillo una especie de pistola, la cual la apuntó al vehículo y disparó algo que logró pegarse en la parte trasera de este.

Y luego el auto se fue.

Rápidamente el hombre tomó su celular y marcó para hacer una llamada de urgencia. La persona tardó en contestar, pero cuando lo hizo dijo con voz débil:

¿Hola...?

—Señor Stark— habló con rapidez— Que gusto que por fin responda.

¿Que sucede?— la voz del millonario cambió a una de alerta— ¿Está todo bien? ¿Por qué el llamado?

Aunque en el fondo Tony sabía por que era.

—Eh...— Garren suspiró, no sabía cómo iniciar— Es que...La señorita Stark estuvo aquí hace unos minutos y...No se veía nada bien...

Stark suspiró pesadamente.

¿Y te dijo algo? ¿Qué pasó?

El hombre guardó silencio unos segundos, le costaba encontrar las palabras para continuar.

—Llegó demasiado alterada y acelerada señor...Salió casi corriendo de la casa...Con un maletín.

El ingeniero asintió en su lugar, se sentía algo aliviado de que al menos la chica ya tuviera en sus manos aquello que le pertenecía.

Entiendo...

—Pero ahora se fue...Peor de lo que entró— el hombre al otro lado de la línea se tensó— Estaba alterada y...

El jefe se detuvo otra vez, las imágenes que había visto volvieron a consumir su mente.

¿Qué Garren? ¿Qué?— preguntó Tont alterado.

—Estaba en...En una especie de transe...Estoy muy seguro ella no se dio cuenta pero repetía: "sé donde debo ir, sé donde debo ir"

Y era verdad.

Cuando a Astrid la invadió aquella voz en su cabeza empezó a hablar inconscientemente.

A Stark se le pusieron los pelos de punta.

—Y...— el hombre tragó saliva— Sus ojos...Sus ojos...Eran plateados.

Y con eso el temor contenido dentro del millonario explotó.

No puede ser...— el ingeniero pasó una mano por su cara— Rayos...

—Señor ¿Qué ocurre? ¿Qué fue eso? ¿Es...Es...Es real?

Garren se encontraba muy nervioso, nunca espero ver algo así...Menos en la joven.

Tranquilo, tranquilo, todo estará bien— intentó calmarlo— ¿Sabes a dónde fue?

—Sí...Acabo de disparar un rastreador en su vehículo...Le enviaré el seguimiento de inmediato.

Gracias Garren.

—Eh...¿Señor?— preguntó temeroso.

¿Sí?

—¿La señorita está bien?

Eso hizo que el dolor en el pecho de Tony volviera, pero tomó aire para tratar de responder.

Espero que lo esté— y cortó.

Stark se volteó bajo la atenta mirada del equipo y Sarah que seguían junto a él en aquella oficina.

—¿Qué ocurrió?— preguntó Woods.

—Astrid fue al SECDE...— comenzó— Y encontró el maletín— aquello lo dijo más para la pelinaranja que para el resto.

Ella se llevó las manos a la boca y asintió. Ella también sabía sobre aquello.

—¿Qué maletín?— preguntó Romanoff.

—Les explicó luego— habló el millonario con voz rápida y comenzando a buscar cosas en su escritorio— Debemos irnos.

—Espera ¿Qué? ¿A dónde?— esa fue la voz del Capitán.

El ingeniero paró en seco—Garren dijo que vio salir a Astrid muy alterada de la mansión, y que...Parecía que había entrado en una especie de...Trance.

Las miradas de asombro entre los presentes comenzaron.

—¿Qué...?— susurró Sarah.

—Dijo que ella hablaba...Inconcientemente sobre que tenía que ir a algún lado— Stark tragó saliva— Y que...Vio sus ojos plateados.

Ahora quejidos se escucharon en la sala.

—Y aquello no me da buena espina...Creo que...Es como si alguien se hubiera metido en su cabeza...Dándole órdenes.

—Podría ser— habló Barton— Ella mencionó algo sobre voces en su cabeza...

Y eso fue suficiente para todos.

—Debemos ir por ella, no puedo permitir que algo malo le suceda...Menos ahora— dijo el millonario.

—¿Y sabes a dónde ir?— preguntó Banner.

Justo en ese momento el holopad en el bolsillo de Tony vibró, lo sacó y era el rastreador del vehículo de la chica.

—Por su puesto que sí.

Mientras todos debatían el plan de acción para ir por la joven, ella ya se estaba acercando a su destino.

Aquel trance le impidió ser consciente de a donde estaba yendo, ella sólo...Conducía.

Cuando llegó a su objetivo detuvo el auto y se bajó de el. No había nadie allí debido a que la noche ya había avanzado.

La castaña cerró la puerta del auto y comenzó a dar lentos pasos al interior de aquel lugar.

Central Park.

Sus ojos no habían disminuido de su color debido a que aquella débil brisa aún la seguía, producto de el hipnotismo.

Pero una vez que ya estuvo sumida entre los árboles y cerca de la laguna el trance finalizó y ella volvió a la normalidad.

Al inicio se desesperó y comenzó a mirar asustada a su al rededor. Al instante reconoció el lugar, pero no el como había llegado.

Allí su color plateado y la brisa se detuvieron.

—¿Qué demonios...?

Quiso correr y salir de allí. Lo último que recordaba era que salía del SECDE con un maletín y...

Que había oído una voz.

En ese momento el rompecabezas de su mente comenzó a armarse, pero no pudo ser terminado por que escuchó una voz a sus espaldas.

—Veo que te llegó mi mensaje.

Al oír la potente y grave voz comenzó a temblar. Lentamente se giró para quedar cara a cara con aquel que no deseaba ver.

Kurse.

El Conquistador había sido el que había traído a la chica hasta allí.

Al verla sonrió y comenzó a acercársele, Astrid quiso correr, pero luego recordó el motivo de su estancia allí y trató de mantenerse firme.

—No fue de la mejor manera...Pero sí.

El personaje frente a ella se sorprendió al oír su voz.

—Así que...Ya te lo dijeron— le habló observándola— Que triste debió haber sido todo.

La castaña quiso lanzarle todo su arsenal de maldiciones pero se las tuvo que tragar para no...Bueno, para no morir.

—¿Cómo me trajiste aquí?— cambió rápidamente el tema— ¿Cómo me hipnotizaste?

Como si con eso los hubiera llamado los dos elegidos restantes aparecieron detrás de él.

—Por su puesto...— susurró Astrid sarcásticamente.

—No fue difícil entrar a tu mente— la joven se sorprendió al oír la voz de la chica elegida por primera vez, con su distintivo acento.

—¿Qué?— preguntó la aludida— Pero...¿Por qué no hicieron eso desde un inicio? ¿Por qué no me trajeron así antes?

La bestia suspiró— Porque ahora estabas en tu punto más débil y lo aprovechamos— dijo— Antes no lo podíamos lograr...Tu mente...Es demasiado fuerte.

La chica sonrió por lo bajo al notar aquel punto a favor que ella tenía.

—Pero ahora— habló la elegida— Estabas tan atacada por tu situación que no me fue difícil colarme en tu mente— dijo haciendo que la joven se diera cuenta de que Wanda era la que la había hipnotizado.

Hubieron unos segundos de silencio.

—Y ¿Qué? ¿Quieres que me una a tu bando?— le preguntó Astrid descaradamente— Por que eso no va a pasar...Yo vine por lo que dijiste y luego me largo de aquí.

La bestia la examinó unos segundos hasta que soltó una corta risa.

—Por supuesto— dijo— Soy una criatura del espacio...Es obvio que sé parte de aquella historia...Me considero un ser conocedor.

La chica en frente de él soltó una risa sarcástica.

—Eres patético ¿Te lo habían dicho?

La bestia soltó un rugido, pero Astrid estaba tan decidida de sus palabras que casi ni se inmutó.

—¡No me faltes el respeto! Estás aquí porque necesitas oír lo que sé.

—¿Y la vas a compartir?— cuestionó la chica desafiante.

Kurse se le acercó y se agachó un poco para mirarla directamente a los ojos. Aquello hizo a la castaña estremecer.

—Yo espero estés lista...

Y sin decir otra cosa con uno de sus dedos tocó la frente de la castaña, haciendo que nuevamente ella se sumiera en un trance. Sus ojos y su vista se tornaron negros sin saber que sucedía.

Pero este era distinto, más que un trance...Era un visión.

Cuando la chica volvió en sí miró a su al rededor confundida otra vez, pero ahora más asustada.

Ahora sí que no tenía idea de donde estaba, observaba el lugar una y otra vez pero no lo reconocía. El terror y la desesperación volvieron a consumirla y pensar que Kurse le había hecho algo la consumía.

Sintió como su al rededor se mecía levemente y tuvo que sostenerse de la pared para no caer.

El lugar era oscuro, sólo entraba luz de las pequeñas ventanas, y por lo que alcanzaba a ver estaba en una especie de habitación.

Luego sintió como una puerta se abría causando el ingreso de más luz, por lo que ella tuvo que tapar sus ojos. Como nadie apareció por ahí tomó valor para acercarse, y cuando lo hizo se dio cuenta que aquella puerta la guiaba a unas escaleras ascendentes donde había más claridad aún.

Comenzó a subirlas y mientras más se iba acercando arriba más se daba cuenta de el lugar donde estaba.

Un barco.

Astrid se preocupó al inicio por aquello. Observó como habían hombres yendo y viniendo, cargando cosas o limpiando el piso, todos muy similares a Kurse, pero sin armaduras y de menor estatura.

Al inicio la joven se asustó por qué pensó que la habían hipnotizado para secuestrarla, pero cuando chocó con un hombre y vio que lo atravesó se dio cuenta que todo era una ilusión.

Aquello le pareció muy extraño, así que evitó chocar con alguien más.

Miró a su alrededor confundida y esperando que algo sucediera, y en ese instante la figura de Kurse apareció a su lado.

—¿Te gusta?— preguntó refiriéndose al barco.

—¿Dónde estamos? ¿Por qué me trajiste aquí?— le cuestionó ella desesperada.

—Tranquila, esto es sólo una visión, no te hará daño— se volteó al frente— A menos que me obligues.

La castaña lo observó y ahogó un quejido.

La bestia comenzó a caminar y temerosa la chica lo siguió. Observaba toda la embarcación y le recordaba mucho a la película de Piratas del Caribe.

Un sonido de una puerta abriéndose la hizo dar un brinco, era una de las criaturas que venía saliendo de una especie de subterráneo en el barco. Ella se inclinó para mirar que era y frunció en ceño al notarlo.

—¿Esclavos de galera?— preguntó al ver al gran grupo de hombres mover los gigantes remos, ellos permitían que la nave pudiera navegar.

—Sí— le respondió el Conquistador y continuó caminado— Una pequeña idea que robé cuando visité Midgard por primera vez. Dime ¿Aún conservan este auténtico medio de movilización?

La chica hizo una mueca— Eh...Ahora tenemos algo llamado Derechos Humanos.

Ella comenzó a seguirle otra vez, la bestia la miró confundido ante sus palabras.

Caminaron hasta llegar a babor y allí se quedaron mirando el océano.

—¿Por qué estamos aquí?— preguntó otra vez la joven ganándose una mirada de reojo del personaje a su lado.

—El mar de Gertbef es uno de los más inmensos y majestuosos de todos los nueve mundos y uno de mis lugares favoritos— dijo— Es sin duda inigualable.

Astrid miró al frente y observó las aguas, eran cristalinas y muy extensas. Lo podría contemplar mejor si no fuera por que el día estaba completamente nublado.

—Sí, de acuerdo, muy bonito y todo pero...¿Por qué?

La criatura soltó una corta risa y miró a la joven a su lado.

—Porque es un buen lugar para mostrarte...Esto

Kurse extendió una mano al frente y la movió en círculos haciendo que un par de nubes se acercaran y se pusieran en medio del océano.

La chica observaba sin creer lo que veía, pero luego recordó que aquello era posible ya que estaban en una visión.

El conjunto de nubes formó una más grande y con un movimiento de los dedos de la bestia esta se abrió en el centro dejando ver el interior.

—¿Qué es eso?— cuestión la joven viendo que la nube les mostraba algo...Como si fuera una especie de...Pantalla.

—Esto...Es el día que todo comenzó.

Los pelos de la castaña se pusieron de punta y centró toda su atención en aquella visión.

Las nubes dejaron ver un paisaje...Un paisaje que se le hacía familiar.

—Aguarda...Eso es...Es...— se inclinó un poco, sorprendida— Es las afueras de Nueva York...

—Así es...Pero veintiséis años atrás.

La castaña tembló de sólo oír eso y la historia contada por Tony volvía a golpear su mente.

Estaba muy asustada.

El Conquistador notó como la chica había quedado paralizada y extendió uno de sus brazos al frente indicándole que observara.

La imagen en la nube comenzó a moverse, como si estuvieran viendo una película.

—Hace ya casi treinta años los reinos alrededor del Yggdrasil se vieron envueltos en una batalla como ninguna otra...

Las imágenes comenzaron a correr en aquella ilusión, pero la chica lo que esperaba ver figuras reales, en cambio lo que había eran especies de pinturas...Ilustraciones de lo que la bestia iba narrando.

En la visión se mostraban distintas criaturas que ella no podía reconocer en una pelea.

—La llamaron...La Ultra Conquista.

Astrid observó a Kurse y tuvo que limitarse soltar un: vaya que abundan sus nombres raros.

—Era un tiempo donde todos los gobernantes y líderes de los reinos...Peleaban por ser superiores. Cada uno atacaba el reino vecino con el objetivo de derrocar a sus regentes y poseer las tierras.

La imagen cambió y la chica pudo observar reinos cayendo o sumiéndose en llamas.

—Fue una total masacre...Y la mayor amenaza para esto eran los herederos...Los niños.

La joven suspiró pesadamente y comenzó a sudar.

La ilustración ahora mostraba a bebés siendo robados y a sus madres llorando a la distancia. Era horrible.

—Pero todo terminó un día...Un día en el que alguien hizo un sacrificio.

La imagen volvió al paisaje neoyorquino y en él se veían dos criaturas peleando, tal y como el millonario había descrito.

Haber oído la historia la había puesto nerviosa, pero ahora estar viendo una ilustración de aquello...La ponía aún peor.

Intentaba con todas sus ganas reconocer a aquellos personajes...Pero no podía.

—Oh sí...Esa es la batalla sobre la que te tienen que haber contado— siguió la bestia— La tierra de aquella mujer era la única que no había recibido algún impacto de la rebelión, pero había alguien que quería romper aquel triunfo.

La batalla en las ilustraciones seguía y se iban acercando más y más a la ciudad.

—La batalla había sido tan dura que terminaron cayendo en Midgard, pero aquello no cesó su disputa.

La joven estaba aterrada, tenía miedo de que el personaje a su lado llegara a algo que le iba a doler aún más.

Y comenzaba a pensar en si es ir allí estaba siendo una buena idea.

—Pero aquella mujer ya estaba agotando sus fuerzas...Veía que estaba a punto de ser derrotada...Así que tomó una decisión.

En las imágenes se vio como la mujer de armadura dorada se elevaba al cielo causando una gran nube de polvo que cegó a su contrincante.

Ella desapareció por unos segundos y cuando volvió cayó en tierra causando un gran estruendo y así perdió de vista a la otra criatura.

Luego la pintura mostró como ella atravesaba la puerta de una casa y se encontraba con una familia.

Eso a Astrid le dolió como una apuñalada en el estómago. Tuvo que ahogar un sollozo pero una débil lágrima cayó de todos modos.

—Esa parte ya te la tienes que saber— siguió Kurse mirando su tristeza— Su oponente sabía que si lograba matar a la mujer...Podría deshacerse de la niña— hizo una pausa— Eras una bebé recién nacida cuando tu madre tuvo que dejarte en Midgard.

La castaña se llevó las manos a la boca al ver...La ilustración de su familia recibiéndola de parte de la mujer.

Las palabras y las pinturas estaban siendo un dolor horrible para ella.

—No puedo creerlo...— susurraba.

Las imágenes continuaron moviéndose y se vio cuando la mujer salió de la casa para seguir combatiendo a su contrincante, pero ahora fuera de la Tierra, habían vuelto al espacio y ella ya no tenía de que preocuparse...Ya que lo importante en la batalla...Ya estaba asegurado.

—Al final la batalla fue ganada por su reino, y la criatura contrincante fue encerrada...Y olvidada.

La imagen de la nube se volvió negra, como si aquella película hubiera finalizado.

Kurse observó a la castaña a su lado, ella estaba paralizada, sus manos estaban en su boca y habían unas sigilosa lágrimas resbalando por su rostro.

—¿Te das cuenta como te han mentido tus amigos?— le dijo haciendo énfasis en la última palabra—¿O tu...Familia?— volvió a hacer énfasis— No eres importante para ellos...No eres nada más que una niñita que se vieron en la obligación de recibir.

—Basta...— susurró la chica.

—Te apuesto a que ellos nunca pensaron sobre la adopción— siguió él ahora detrás de ella— Sólo te aceptaron porque era lo que debían hacer...

—Ya detente...— volvió a decir

—Nunca fuiste una de ellos, nunca fuiste una Stark...Todo es mentira ¡Mentira! ¡Tú no eres como ellos!

—Para...— las manos de la joven se fueron a su cabeza, le dolía.

—Dime ¿Qué se siente saber que no eres quien creías ser? ¿Duele? ¿Te enfurece? ¿Te dan ganas de volverte en su contra...?

—¡Suficiente!

El grito de Astrid fue tan fuerte que hizo sacudir el barco, la gente allí se tambaleó...Incluyendo a Kurse.

Sus ojos habían vuelto a su color plateado y el viento a su alrededor se hizo más fuerte.

Al darse cuenta de lo que estaba haciendo tomó rápidas respiraciones para tratar de calmarse. Su ritmo cardíaco volvió a la normalidad, al igual que sus ojos y el viento.

Luego miró a la bestia fijamente a los ojos.

—No te confundas, Kurse— le dijo— Ninguno de tus intentos hará que me una a ti y a tus marionetas...Eres un demente.

La bestia soltó un bufido.

—Pero ahora quiero que me respondas...¿Quién era la mujer?— preguntó de repente.

El resto del Conquistador cambió y se volvió un poco más tenso, pero terminó soltando una risa.

—Eso no lo sé...Y si supiera...Tampoco podría decírtelo— la castaña frustrada golpeó con su puño la orilla del barco.

Aunque Astrid no sabía...Que en eso la bestia le estaba mintiendo.

—¿Y la otra criatura?— continuó ella— El contrincante de la mujer...¿Quién era?

Ruidos externos comenzaron a escucharse, eran ajenos a aquella visión.

Kurse no le respondió, lo que la hizo desesperarse.

—¡Vamos responde! ¡¿Quién era el oponente?!

La visión comenzó a perder estabilidad, la situación fuera de allí estaba complicando las cosas.

—¿¡Quiénes eran!?

Las imágenes al rededor de la chica comenzaron a temblar, como si la embarcación se estuviera cayendo a pedazos.

Todos los marineros corrían de un lado a otro en desesperación.

—¡No!— exclamaba ella tratando de sostenerse.

Pero de un momento a otro su vista volvió a ponerse negra y sintió que caía al vacío.

Al final su cuerpo cayó en algo duro y su mente volvió a la normalidad. Miró a su alrededor asustada y se dio cuenta que estaba de vuelta en Central Park.

La visión se había acabado.

Miró a su lado izquierdo y vio a los causantes del término de la ilusión:

El equipo.

Los Vengadores— menos Bruce— habían llegado al lugar siendo guiados por el rastreador del auto de la chica.

Ellos estaban atacando a los elegidos y ahora a Kurse.

—No, no, no— susurraba la castaña tratando de ponerse de pie— Espera aún no obtengo más respuestas...— aquello lo dirigió a la bestia.

Ésta junto a sus secuaces la miraron por unos segundos, luego la joven de nombre Wanda creó un portal rápidamente que los absorbió a los tres y los hizo desaparecer.

—¡No!— exclamó Astrid llevándose las manos a la cara con frustración— No, no, casi lo obtengo...

A lo lejos escuchó como el grupo se le acercaba.

—¿¡Qué creen que están haciendo!?— les gritó— ¡Estaba consiguiendo respuestas!

—¿¡Con el enemigo!?— el grito de Tony la hizo guardar silencio, éste sacó la mascara de su traje para mirarla— ¿¡En quéestabas pensando!?

—¿¡Cómo me encontraron!?— continuó la chica— ¡Les dije que los quería lejos de mi!— los apuntó.

—¡Eso no importa ahora!— respondió el millonario— ¿¡Estás loca!? ¡Pudo haberte matado!

Astrid guardó silencio y su semblante se volvió duro, asustando a todos los presentes.

—No lo creo...Por que ya estoy muerta.

El grupo no dijo nada, ya que si lo hacían podrían empeorar las cosas.

El ingeniero tomó aire antes de decir:

—Nos vamos a la Torre, no puedes quedarte aquí, lo que hiciste fue una locura.

Ella bufó, sabía que era verdad pero lo había hecho con un propósito más profundo.

—Nat, llévala en su auto, nosotros nos iremos en el jet— le pidió el castaño a la rusa la cual asintió.

Romanoff se acercó a su amiga y quiso tomarla por los hombros pero esta se alejó rápidamente y caminó por su cuenta hacia el auto.

Todo había sido un desastre.

El regreso a las instalaciones fue incómodo y en silencio. Astrid se fue en el asiento trasero mientras la pelirroja conducía. La última no dijo nada en todo el trayecto, sólo se limitó a echarle un par de miradas por el retrovisor para asegurarse de que estaba bien.

Pero no lo estaba.

Cuando llegaron a SHIELD el desastre que ya tenían se acrecentó. Nick Fury ya se había enterado de todo y estaba furioso esperándolos en el hangar.

—¿¡Acaso perdiste la cabeza!? ¡Estamos enfrentando una situación de peligro mundial! ¡Y tú simplemente vas a convivir con el enemigo!

La alterada voz del director estaba dirigida hacia la castaña, la cual estaba sentada en una silla frente a un escritorio negro y detrás de este estaba Fury junto a todos los involucrados, menos Sarah que ya se había ido a casa.

—No lo hice para perjudicar nuestra misión...— dijo ella entre dientes— Lo hice para obtener respuestas de algunas de las mentiras que me tendieron.

Al decir aquello miró al equipo, pero estos no fueron capaces de decir algo.

—Mentiras de las cuales tú también participaste ¿O no, Nick?

El moreno la observó y suspiró, aquello era cierto, él sabía sobre el accidente de la joven.

—No voy a tolerar este tipo de actitudes— siguió cambiando de tema— Pusiste en peligro a tú equipo y probablemente a toda la ciudad ¡Ya estoy cansado de esto!

La profunda y seria mirada de Astrid se mantuvo en él por unos segundos.

—¿Y crees que yo no?— habló con voz titubeante— Acabo de descubrir lo que en realidad me pasó en aquella misión...Lo que me hicieron...Lo que le pasó a mis amigos— sorbió su nariz— Y...La verdad sobre quien soy.

La voz de la chica se quebró al final haciendo estremecer a todos los presentes.

Todos se sentían de lo peor.

—Soy yo la que ya no tolera más— soltó un corto suspiro— Siento que...Gasté todas mis lágrimas en un solo día, nunca me sentí...Tan débil.

Tony miró a la chica, tenía tantas ganas de ir, darle un abrazo y pedirle perdón cuantas veces fuera necesario, pero sabía que ella no lo quería cerca.

—Por eso es que tomé una decisión— continuó la joven llevando una mano a su cabello, luego se puso de pie bajo la atenta mirada de todos— Me voy.

La sala se llenó de murmullos negando aquellas palabras.

—Espera...¿Qué?— susurró el millonario.

—Que me voy— alzó sus brazos— Ya estoy demasiado rota como para seguir aquí con ustedes— limpió su nariz— Lo que pasó este día...Cambió mi vida por completo...

El equipo suspiró y algunos cerraron sus ojos ante lo mal que se sentían.

—Y no sé...Si me podré recuperar de aquello...

La castaña se volteó para cruzar la puerta de aquella oficina, pero antes de hacerlo se detuvo al recordar algo.

—Ah— dijo y se llevó la mano a la muñeca en donde removió el brazalete— Ya lo controlo a la perfección, gracias.

Luego lanzó el objeto sobre la mesa y éste se arrastró hasta llegar al borde de esta, hacia el equipo.

Les echó una última mirada a todos, pero específicamente a Tony y a Steve, su corazón le dolía más al saber que ellos dos estuvieron involucrados en las mentiras.

Su vista se quedó un par de segundos en los ojos del rubio, el cual tampoco los apartó mientras la miraba con angustia y culpa, deseando con todas sus fuerzas que ella no se fuera.

Y sin decir otra cosa la joven dio media vuelta para irse de allí de una buena vez.

Astrid se fue.

┍━━━━━━━┙◈┕━━━━━━━┑

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH

QUE EMOCIOOOOOOOOOOOOOON

perdón si alguien quedó con algún ataque cardíaco, eh? me perd0nan?:c

no puedo creer lo mucho que hemos avanzado y que ya haya llegado el día de este capitulooooo!!!!

estoy muy feliz de verdad y les agradezco todo el apoyo hasta ahora♡

peeeeero, no se asusten que aún nos queda un poquito que recorrer.

*suspense music playing*

lxs amoooooo

nat x

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