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━MANIPULATION

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11 αñσs αηтєs*

¢ιυ∂α∂ ∂є ηυєνα yσяк

EL SOL COMENZÓ A dar en la cara de la joven Stark lo cual la hizo comenzar a despertarse. Se removió en su cama tapándose el rostro con las sábanas pretendiendo que así iba a evitar el contacto de la luz con su cuerpo

Pero cuando ya estuvo más consciente se levantó de golpe recordando algo muy importante:

Hoy era su cumpleaños

Sonrió a pesar de que nadie la viera y se levantó de un salto de el colchón. Se apresuró a vestirse y una vez que estuvo lista bajó corriendo las escaleras de la gran mansión de los Stark

Cuando llegó a la primera planta se llevó la gran sorpresa de ver a su familia junta en el comedor con amplias sonrisas en sus rostros.

—¡Feliz cumpleaños!— gritaron los tres al unísono

La chica saltó y aplaudió en su lugar antes de ir a abrazarlos con efusividad a lo que ellos correspondieron

—Feliz cumpleaños princesita— dijo su madre María— No puedo creer lo grande que estás— ella tomó sus mejillas.

—Gracias mamá— respondió ella con la voz apretada debido a la fuerza con la que María la sujetaba

Nuestra Astrid ya tiene quince años— habló su padre pasando un brazo sobre la castaña— Que viejos estamos.

—Sí y no olvides que mientras más va creciendo más molesta se va poniendo.

La castaña se volteó con una ceja alzada para ver a su hermano que estaba de brazos cruzados

—¿Así como tú?— le respondió ella al joven Tony.

Este puso los ojos en blanco— Feliz cumpleaños, pulga— le extendió los brazos y Astrid fue a abrazarlo

Amaban molestarse entre sí, hacerse bromas e incluso tratarse mal.

Pero ellos sabían que no podrían vivir sin el otro.

—Muy bien, muy bien— habló María llamando la atención de todos, los menores se separaron—¿Qué te parece si tomamos desayuno todos juntos?

La joven abrió sus ojos como platos y sonrió.

—¿En serio? ¿Todos?— su mirada de ilusión viajó sobre todos los presentes hasta que se detuvo en su padre.

Y allí toda emoción se esfumó.

La cara del millonario reflejaba algo de culpa y una mueca en su boca se hizo presente.

—Oh— dijo la castaña dejando a relucir su tono sarcástico—No me digas, tú no te puedes quedar ¿Verdad?

El hombre soltó un suspiró y frotó sus ojos para tomar valor y mirar a su hija.

—Lo lamento, pero debo irme a trabajar—dijo haciendo que la chica pusiera los ojos en blanco.

—Cuando no...—susurró entre dientes.

—Hey— Howard se le acercó y puso una mano en su hombro— Sabes que tengo deberes que cumplir, no puedo evitarlo.

Astrid tuvo que tragarse las ganas de decir un mal comentario, había perdido la cuenta de todas las veces que había oído esa frase.

—Como digas— habló tratando de no sonar tan molesta—No te preocupes.

—Esa es mi cumpleañera— respondió su padre despeinando su cabello—Pero volveré para tu celebración de esta noche, no lo dudes.

La castaña suspiró—Seguro.

Aunque ella en el fondo sabía que eso no iba a pasar.

María hizo una mueca y miró a su esposo negando con la cabeza, pero este sólo se encogió de hombros, no había nada que hacer.

La mujer tomó a su hija por los hombros y la guió para que tomara asiento en la mesa del comedor.

—Vamos, te aseguro que vas a amar tu desayuno—le dijo y ella se fue a la cocina.

Astrid dirigió una vez más su vista hacia la puerta donde vio a su padre tomando su abrigo, su maletín y a Jarvis acompáñandole.

—Feliz cumpleaños señorita Stark— habló el ayudante de la familia—Espero que disfrute mucho su día.

—Gracias Jarvis— respondió ella con una sonrisa ladeada y moviendo su mano.

Y sin decir nada más ambos hombres se retiraron de la casa, pero antes Howard miró a su hija por última vez, aunque ella ya no estuviera viéndole.

La joven se dirigió a la mesa para tomar asiento pero fue interceptada por su hermano.

—Te apuesto— le dijo— A que sigue con su asunto de buscar a su preciado Capitán América.

Aquello le sacó una risa—No lo dudo.

Ambos hicieron una mueca de asco al mismo tiempo y comenzaron a reír.

María llegó luego de un rato acompañada de unas mujeres que traían la comida. Y así los tres se sentaron para el desayuno de cumpleaños.

Trataron de que aquella mañana fuera lo más agradable posible para la menor, y así fue. Juntos rieron y disfrutaron de la deliciosa comida que se había preparado, además de abrir los primeros regalos que ellos le tenían a la cumpleañera.

A pesar de lo desarmada que fuera su familia, Astrid estaba contenta de al menos...Tener una.

Cuando el desayuno finalizó las mujeres encargadas retiraron todo y la familia se dirigió a hacer sus quehaceres.

La servidumbre de la casa ya había comenzado su trabajo preparando la mansión para la fiesta de cumpleaños de la joven Stark en la noche. Luces, mesas y adornos estaban llegando y posteriormente serían colocados.

Por otro lado los hijos Stark fueron a disfrutar los primeros días del verano en la piscina del jardín. El sol brillaba y su calor se hacía presente.

—Si me dices que invitaste a ese chico Ian te juro que le haré la fiesta imposible— dijo el mayor.

La castaña nadó hasta la orilla de la piscina y puso sus lentes de sol sobre su cabeza para mirar a su hermano.

—¿Cuál es tu problema?— rió.

—Es un idiota— se puso de pie dejando la reposera en donde estaba—Y tú eres muy pequeña.

La joven no alcanzó a rebatirle ya que sin previo aviso saltó a la piscina causando que la menor quedara más empapada aún.

Ella secó su cara—Tengo quince, no ocho, Tony— respondió molesta.

El mayor subió después de sumergirse
—Sigues siendo una bebé— ella puso los ojos en blanco.

—Ridículo— bufó— Además ni siquiera me gusta...Sólo es atractivo.

Tony volvió a acercarse a ella—Eres muy pequeña, acabas de cumplir quince— la castaña volvió a bufar—No te voy a repetir...

—Oye yo no me meto en tu vida— le reclamó su hermana— Relájate, sé lo que me conviene y lo que no.

El castaño la observó negando—Eres un dolor de cabeza— la empujó—Sólo quiero asegurarme de que estés bien—pensó un poco sus siguientes palabras—Y sé que tú estás para cosas mejores...Mucho mejores.

Astrid no entendió mucho a lo que se refería su hermano pero en ese momento sólo le restó importancia.

La chica no dijo nada más y miró al frente, en donde estaban las sillas. Y al darse cuenta de algo bufó.

—Olvidé mi toalla— se quejó y nadó hasta las escaleras de la piscina— Iré por ella.

—Pide que te la traigan— habló su hermano en tono obvio.

Rió—Es algo que puedo hacer por mi misma, Stark.

La castaña salió del agua y comenzó a caminar hacia la mansión otra vez sin importarle que la gente la viera circulando con su traje de baño amarillo puesto.

Subió las escaleras y caminó hasta su habitación y en uno de los armarios encontró su toalla, la puso sobre sus hombros y comenzó a irse de vuelta al jardín.

Pero algo la detuvo.

Cuando pasó afuera de la habitación de sus padres divisó que la puerta estaba entre abierta, y allí dentro se encontraba su madre sentada en la cama con un maletín gris abierto frente a ella.

Se le veía nostálgica, incluso un poco triste, así que la castaña se dispuso a entrar para ver que le ocurría.

—¿Mamá?— la mujer levantó la cabeza—¿Todo en orden?

Rápidamente María cerró el maletín y observó a su hija con una sonrisa.

—Sí preciosa, todo bien— respondió, pero la joven no estaba convencida.

Caminó unos leves pasos mientras débiles gotas de agua caían al suelo debido a su cuerpo mojado.

—¿Qué tienes ahí?— preguntó señalando el maletín.

El nerviosismo en la mayor comenzó a florecer y en su mente las posibles respuestas empezaban a formularse.

—Eh...No es nada cariño— la aludida frunció el ceño— Son sólo cosas viejas.

Astrid se acercó aún más, la curiosidad la invadía por completo.

—¿Estás segura? Te vi algo triste.

—Estoy bien, es en serio—le aseguró.

—Vamos déjame ver que hay ahí— insistió la menor.

—Cariño, dije que no...

—Por favor, tengo curiosidad.

—Déjalo tranquilo, hija.

—Mamá, no seas aguafiestas— ella trató de alcanzar el objeto pero la mayor se lo impidió.

—Astrid, es personal...

—Pero mamá...

—¡No!

La seriedad en el tono de la voz de María hizo que la castaña se detuviera. Ambas se miraron a los ojos guardando silencio.

—De acuerdo...— la joven comenzó a retroceder— Lo lamento...

Se volteó para dirigirse a la salida e irse de allí un poco avergonzada, pero la voz de su madre a sus espaldas la detuvo en su trayecto:

—Espera— la mayor suspiró y con cuidado de que su hija no viera abrió el maletín. Astrid se giró a verla— Está bien, te puedo dar esto.

De la caja color gris María había sacado rápidamente una fotografía, la observó y se la extendió a la castaña.
Ella miró a su madre unos segundos algo confundida, para luego estirar su mano y tomar el pedazo de papel.

Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro al ver lo que era: Su padre, su madre, su hermano y ella juntos a las afueras de las grandes Industrias Stark. La castaña sujetando fuertemente la mano de María, a su lado Tony y al otro extremo Howard.

Astrid nunca había visto esa foto, ni siquiera la recordaba, se veía que allí ella tenía no más de tres años.

Y se le hacía tan peculiar ya que todos estaban...Sonriendo.

—Te lo dije, son cosas viejas y personales— la voz de la mujer a su lado la trajo a Tierra.

La quinceañera sonrió de lado y le volvió a extender la fotografía a su madre, pero ella negó.

—No, no, quédatela— dijo con una sonrisa— Que sea otro regalo de cumpleaños.

La menor amplió su sonrisa y se acercó para abrazar a María. Esta rió ya que el cuerpo de Astrid seguía empapado. Se quedaron así unos segundos mientras disfrutaban ese momento tan personal.

—Gracias— susurró la chica en el hombro de la mujer— Te amo.

—Y yo a ti, princesa— se separaron. María pasó una mano por el rostro de su hija y sonrió.

Astrid volvió a alejarse para irse de vuelta a la piscina donde su hermano la estaba esperando. Pero en su camino no dejaba de admirar aquella foto que llevaba en sus manos.

Sin embargo, María dejó escapar un pesado suspiro una vez que la joven desapareció. Pasó sus manos por su cara con angustia en su corazón y su vista volvió hacia el maletín color gris. Lo tomó y lo volvió a abrir para apreciar el interior.

Tomó con tristeza aquella manta de lino blanca y se abrazó a ella aspirando aquel aroma que tenía.

Pensaba en lo mucho que su hija había crecido, en como se estaba desarrollando y...En todo su futuro.

Y no sabía cuánto más podría aguantar ocultándole la verdad.

Toda la verdad sobre ella.

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α¢тυαℓι∂α∂
мαинαттαи, ¢ιυ∂α∂ ∂є иυєνα уσяк

Astrid Stark sostenía con nostalgia entre sus dedos aquella fotografía que su madre le había regalado el día de su cumpleaños número quince. Observaba cada detalle de ella, admirando los cuatro rostros plasmados allí.

Su corazón se retorcía al ver aquellas sonrisas en sus rostros, como si nadie esperara lo que iba a pasar años después.

Esto.

Ya habían pasado dos semanas de ese día, el día en que todas las verdades fueron soltadas.

Cuando Astrid salió de la oficina de Nick Fury ese día, estaba hecha un revoltijo de emociones. Tenía ganas de gritar, llorar y maldecir al mismo tiempo.

Corrió a su auto evitando que alguien la viera en ese estado y condujo rápidamente lejos de allí. Al inicio no llevaba un rumbo específico, pero terminó en el centro de Manhattan, en el penthouse que ahora—y antes también— compartía con su amiga Hannah Watts.

Los primeros días fueron difíciles para ella, los sentimientos de angustia la invadían y había tenido ataques de pánico demasiado contrastes, casi no dormía y a penas comía.

La compañía de su amiga la ayudó un poco y a causa de la confusión que Watts tenía, Astrid tuvo que explicarle todo lo que sucedía. Desde sus habilidades hasta la verdad sobre quién ella es.

Ella se espantó al incio, pero el ver a su amiga en ese estado la hizo tomar valor para quedarse y apoyarla.

Astrid comenzaba a recomponerse, a seguir luchando en contra de todas las cosas horribles que estaba sintiendo. Pero todo se le desmoronó el día que alguien tocó la puerta de su penthouse:

Tony.

La mujer lo echó de allí como pudo, pero el hombre se rehusaba a irse sin hablar con ella. Quería hablarle, quería decirle que lo sentía, pero la castaña simplemente no quería.

Verlo le dolía, oírlo le dolía y saber que estaba en su hogar mucho más.

Pero después de estar insistiendo y empujando la puerta en contra de él por una hora, el millonario dejó de pelear y se retiró de allí entendiendo lo que la chica necesitaba:

Estar lejos de ellos.

El mayor se retiró derrotado de allí mientras oía los sollozos de la joven apoyada en la puerta.

Cuando su hermano se fue pudo recomponerse y sintió que podría estar en paz de una vez por todas.

Pero no fue así.

Alguien más llegó a tocar su puerta al día siguiente, aunque esta vez le fue un poco más difícil echar al personaje.

Steve.

Al abrir la puerta su corazón se apretó al verlo. El rubio estaba parado sin poder articular palabra alguna por los primeros segundos, estaba atónito al ver a la chica en ese estado.

Necesitaba verla, necesitaba pedirle perdón.

—¿Qué estás haciendo aquí...?— susurró a penas la mujer.

—Astrid...— trató de acercarse pero ella se lo impidió poniendo una mano entre ambos.

—No...— dijo— No quiero oír nada.

—Por favor...

—No— volvió a decir con voz un poco más dura— ¿Qué no entienden que no quiero verlos?

Aquello había roto algo en el interior del Capitán, pero le costaba admitirlo.

—Necesito hablar contigo...

—Pero yo no— siguió ella— Lo lamento.

Y sin decir otra cosa la castaña cerró rápidamente la puerta en la cara del Primer Vengador. Este cerró sus ojos decepcionado, deseando poder entrar y conversar con la chica.

Pero allí entendió lo mismo que Tony el día anterior: Astrid necesitaba estar lejos de ellos.

La mujer soltó un pesado suspiro aún apoyada en la puerta. Haberle cerrado así a Steve le había dolido bastante. Se volteó y se deslizó hasta quedar sentada en en suelo. Tomó su rostro en sus manos mientras soltaba pesados suspiros.

Todo le dolía.

Todo se le estaba haciendo muy pesado.

Las visitas de aquellos hombres le habían afectado demasiado.

Especialmente la última.

Pero el tiempo pasó y estuvo tranquila, ya que al día siguiente no hubieron más sorpresas, estuvo tranquila y tuvo tiempo para pensar.

Pero llegó un momento en donde se cansó de aquello, se sentía inútil y sin nada que hacer. Sabía que tenía que averiguar sobre ella misma, le había quedado demasiado claro después de todas las revelaciones que había tenido.

Así que comenzó su investigación. La primera semana estuvo pegada en su computadora buscando algo que le pudiera servir en base a las pocas pistas que tenía. Buscó sobre Kurse, sobre la Ultra Conquista, sobre dioses nórdicos, griegos, egipcios, romanos y todo lo que le pudiera dar algo de información.

Pero no obtuvo nada, nada que le diera las respuestas que ella necesitaba.

Estuvo día y noche sumida en su investigación, Hannah le pedía que parara y descansara, pero simplemente ella no podía.

Necesitaba saber la verdad.

Incluso llegó un momento en el que trató de repetir aquella visión que había tratado de imitar tiempo atrás en compañía de Thor. Aquella en la que supuestamente debía ver a sus padres...Pero no vio nada...Ya que ellos no eran sus verdaderos padres.

Entonces ella trató recrearla, y así tal vez...Ver a su familia verdadera.

Pero tampoco consiguió nada, sólo un vacío y personas que no podía distinguir.

La segunda semana dio inicio y ella optó por otro medio para encontrar información: Libros. Pasó días enteros en la Biblioteca Pública de Nueva York tratando de encontrar cosas que le pudieran servir. Incluso realizó un viaje rápido a Washington DC para visitar la Biblioteca del Congreso y buscar material.

Habían sido días igual de duros y largos donde sólo se enfocaba en su investigación.

A pesar de que los resultados se vieran negativos.

Astrid dejó la fotografía que estaba observando a un lado de ella en el sillón, bebió otro sorbo de su café mientras observaba la vista de la ciudad a través del gran ventanal de la sala. Había pasado casi toda la noche estudiando, y ese café que estaba bebiendo era el número nueve.

Volvió su vista al libro que descansaba en su regazo y trató de retomar la lectura de este, pero su vista ya estaba nublada, cansada. Quitó sus anteojos y los puso a un lado para pasar sus manos por su cara.

—Buenos días— escuchó a sus espaldas, por lo que volteó.

—Hola Hannah— susurró al ver a su amiga.

—Oh cielos, déjame adivinar ¿Otra linda noche de estudio?— Watts comenzó a acercarse al sillón.

—Podría decirse— respondió la castaña.

Su amiga llegó a su lado y la observó negando con la cabeza, caminó otros pasos para acercarse a la mesa de centro que allí había, la cual estaba repleta de distintos libros.

—Wow— murmuró tomando unos libros— Estoy segura que esta docena de libros es nueva— Astrid soltó una débil risa.

—Sí, los adquirí ayer— la mirada de la pelinegra en frente suyo se fue a otros papeles que estaban en la mesa.

—¿Y esto?— los tomó— Son...¿Pergaminos?— frunció el ceño— Oye, no te dan esto en una biblioteca...— la castaña bebió de su café evadiendo la mirada de su amiga— ¿Qué hiciste?

—Nada— levantó las manos a la defensiva— Sólo puedo decir que ser abogada y tener buenos amigos del mismo rubro es bastante beneficioso— Hannah rió.

—¿Se los robaste?

Bufó—No, sólo me debían un par de favores...Y se los cobré.

Hubieron unos segundos de silencio en el que ambas mujeres se miraron mutuamente. Luego de un rato Watts dejó el pergamino donde lo había encontrado y se sentó al lado de la chica mientras negaba con la cabeza.

—Sé y he logrado entender lo importante que es este asunto para ti— le dijo— Me ha costado y me ha asustado, te lo reconozco— rió— Pero también debes tomarte un tiempo para descansar—tomó el rostro de la castaña— Mira esas ojeras, por Dios.

—Hannah estoy bien— la aludida alzó una ceja— Te lo juro, aunque me vea del asco estoy bien, podría seguir todo el día— la ceja de la pelinegra se levantó más—Oye, Einstein dormía tres horas al año, y ya sabes lo que consiguió.

—Eso no es cierto— la castaña fue la que alzó una ceja ahora—Y si así fuera tú no eres él...Eres una chica que ha sufrido demasiado y lucha por saber...Quien es— guardó silencio— Necesitas descansar, por favor hazlo.

Ella suspiró—Bien, bien, lo haré— Hannah sonrió— Ahora vete antes de que llegues tarde al trabajo.

La susodicha se puso de pie y tomó su bolso y su chaqueta, pero antes de irse se volteó a la mesa de centro donde algo le llamó la atención.

—Aguarda— tomó uno de los libros— ¿Magnus Chase y los dioses de Asgard?— rió leyendo la portada de aquel libro de ciencia ficción— ¿En serio?

Ella se encogió de hombros—Soy una mujer desesperada.

Watts volvió a reír— De acuerdo mujer desesperada, ahora ve a dormir— comenzó a retirarse— Y si quieres y te hace sentir mejor te puedo traer algo del trabajo.

Astrid celebró—No me molestaría tener un par de zapatos nuevos— le dijo con una sonrisa. Hannah era asesora de imagen en la tienda Louis Vuitton.

—Hecho.

—Amiga te hago un altar— la mencionada rió llegando a la tienda.

—Nos vemos.

—Adiós.

Cuando vio desaparecer a su amiga, la castaña trató de ponerse de pie. Apartó la manta que la cubría, junto con otros libros que también estaban sobre ella, estiró sus piernas y empezó a levantarse, aunque le costó ya que sentía el cuerpo muy pesado. Con taza de café en mano caminó hacia el gran ventanal y observó la vista matutina de la ciudad.

Y por un segundo se preguntó que estaría haciendo el equipo, pero de inmediato sacudió su cabeza borrando aquel pensamiento.

Dejó escapar un suspiro y se volteó para ir a la cocina, dejó su taza en la isla y se dispuso a ir a su habitación y dormir tal y como la pelinegra le había sugerido, o mas bien, obligado.

Pero algo la detuvo. A sus espaldas escuchó un pequeño rechinido, como el de una puerta abriéndose, aquello le fue bastante confuso ya que su amiga tenía llave para entrar.

Se volteó algo asustada y comenzó a caminar en esa dirección con sigilo. Caminó de puntitas y se apoyó detrás de una corta pared que estaba contigua a la puerta. Lentamente estiró su mano y un trozo de hielo se empezó a formar allí, preparada para lo que fuera.

Luego dos unos segundos ella tomó aire para salir de su escondite y encarar a lo que sea que estuviera ahí. Una vez que lo hizo sorprendió al intruso llevando el trozo de hielo al cuello del personaje.

Pero ella se sorprendió más al ver quien era.

Bufó—¿Es en serio? ¿Cuántas veces más les tengo que pedir que me dejen sola?

La persona frente a ella estaba asustada del inminente ataque de la castaña. Alzó las manos en signo de rendición y suspiró antes de hablar:

—Lo lamento.

—Lárgate Romanoff— Astrid quitó su mano del cuello de la pelirroja, deshizo el hielo y comenzó a caminar en otra dirección— No lo quiero repetir.

La recién llegada volvió a suspirar—Necesito hablar contigo.

—¿No oíste lo que dije?— se volteó la aludida— No quiero hablar con ninguno de ustedes, muchas gracias— la rusa iba a hablar pero la joven la interrumpió— ¿Y cómo fue que entraste?

Ella se encogió de hombros—Tu amiga dejó la puerta abierta— la menor golpeó su frente— Lo lamento, pero en serio debo hablarte— repitió.

—Y yo te vuelvo a decir que yo no— se acercó— Necesito estar sola ¿No lo entienden? ¿No han tenido suficiente con verme completamente rota?

Natasha la observó detalladamente, se veía pésimo. Las bolsas debajo de sus ojos eran evidentes, no estaba maquillada ni arreglada como siempre, sus mirada estaba apagada, su cabello desordenado, y todo en ella decía: Cansancio.

La pelirroja pensó bien sus palabras—Sé que te dañamos, que cometimos un gran error...Y sé que Tony y Steve ya vinieron a aparecerse por aquí— la castaña suspiró— Pero por raro que parezca no estoy aquí para pedirte que me perdones...Al menos no ahora.

Astrid frunció el ceño levemente—Entonces...¿Qué haces aquí...?

—Vine a hablarte de algo muy importante— extendió un maletín color negro que tenía en la mano.

La castaña tomó aire asustada—Tienes cinco minutos.

Ella guió a Nat para que fueran juntas hasta una pequeña mesa que había en la cocina, se sentaron y la rusa puso el objeto sobre esta.

—Bien, suéltalo ¿Qué sucede?

Ésta tomó aire—Bueno, no creas que estas dos semanas sin ti han estado exentas de complicaciones...Los elegidos restantes han atacado la Torre dos veces, buscando el pulso...Y a ti...—la chica suspiró— Pero al ver que no estabas allí se rindieron, y por lo que veo no han podido encontrarte.

—Es por mi mente— dijo la castaña—El otro día Kurse me confesó que mi mente es demasiado fuerte y le estaba jugando en contra para tratar de traerme con algún tipo de magia...Oh, bueno, a excepción de ese día que terminé en Central Park. Allí estaba débil y lo supo aprovechar— la rusa asintió— Desde entonces he tratado de mantener mi mente firme a pesar de las circunstancias. No puedo verme débil o él me encontrará.

Natasha volvió a asentir lentamente sabiendo su propósito en ese lugar, lo que debía hacer y decir.

—Bueno...Imagino que Kurse no ha estado muy contento por eso, y...No creo que se rinda.

—¿Por qué dices eso?

Suspiró—Ayer nos llegó un mensaje a la Torre y Stark me pidió que yo viniera a contarte sobre ello.

—Claro, la única oveja que no ha venido al matadero— ironizó—¿Y por qué hablarme sobre ese mensaje...?

Romanoff miró a otra parte por unos segundos, meditando en las palabras correctas para usar. Era un tema delicado y Astrid estaba bastante sensible, pero era consciente que debía decírselo sea como sea.

—Porque es para ti.

La castaña abrió los ojos como platos y sintió como su corazón empezó a tomar un ritmo acelerado. Tomó aire antes de hablar:

—¿Por...Por qué?

La rusa abrió el maletín y sacó unos papeles que habían allí para ponerlos sobre la mesa.

—¿Conoces este lugar?— la rusa le enseñó una foto.

—La fábrica Dutchfill, la que cerró hace un año por qué quebró— frunció el ceño—¿Por qué?— Natasha guardó silencio—Oye vamos, me estas asustando.

Romanoff cerró los ojos y tomando valor tomó una nueva fotografía que estaba en el maletín. Pero antes de pasársela a su amiga dijo:

—Porque Kurse tiene a Sarah allí.

La rusa le enseñó la foto y Astrid la tomó con sus temblorosos dedos. Su respiración se volvió agitada e intentaba controlarse, pero no podía.

Ese había sido un golpe muy bajo.

—No...— habló en un susurró con los ojos cerrados— No puede ser...

En aquella fotografía se podía apreciar parte de la figura de Woods. Estaba sentada en el piso atada de pies y manos, con una mordaza en su boca y se notaba que había estado llorando.

—Ese infeliz...— la chica dejó la foto en la mesa— ¡Me está manipulando!—golpeó la mesa con su puño y se puso de pie.

—Astrid...— la pelirroja la siguió.

—Esto no puedes estar pasándome— de lamentaba con las manos en la cara
—No....Sarah.

Nat puso una mano en su hombro—Hemos estado averiguando si es verdad o una farsa...Pero en el trabajo dijeron que no había aparecido por tres días y su casa también estaba vacía— pronunció con suavidad—Kurse dijo que la única manera de liberarla era que...—tragó saliva— Tú te entregaras...

La joven volteó a verla en silencio, sus pensamientos divagaban en aquello, odiándose por haber dejado que eso pasara

—Es astuto— susurró la neoyorquina— Una astuta manipulación.

Se separó de la rusa y caminó unos pasos cerca del ventanal.

—Sabemos lo importante que es ella para ti...A pesar de lo sucedido— eso último lo murmuró—Por eso quisimos que lo supieras.

Astrid permaneció en silencio otros segundos, no podía articular palabras. Aquello le había pegado muy duro y de sólo imaginar a la pelinaranja allí le rompía el corazón.

Romanoff se le acercó un poco y tomó aire antes de preguntar:

—¿Y qué vas a hacer?

Mientras tanto, el desorden y el caos estaban abundando en las instalaciones de SHIELD, los Vengadores iban y venían de un lado a otro sin parar.

—¡Estoy seguro de que son coordenadas!— exclamó el millonario.

—Ya estoy aburrido de las coordenadas— le siguió Banner un poco molesto.

—Cap, acerca esas pantallas— el aludido obedeció y las empujó hasta quedar en frente de Tony— Muy bien, es hora de descifrar esto...

—No puedo creer que el Tilgen nos escondiera esto— habló el asgardiano observando la máquina— Confieso que me tomó por sorpresa.

—A todos— habló Rogers— Las inscripciones ocultas en los laterales del Tilgen deben de guiarnos a alguna cosa.

—Y espero que esa cosa sea buena —siguió el ingeniero mientras tecleaba en la pantalla—Estoy cansado de caminar en círculos.

—Siento que nos vamos acercando—habló Thor—Quizás esta batalla pronto vea su fin.

—Espero que tengas razón amigo— le respondió el arquero planeando su espalda—Ya que todos estos ataques y peleas me tienen cansado.

—Bien—se escuchó a Stark—Dejaré corriendo los datos con Jarvis, ahora debemos...Ver el otro asunto— la sala guardó silencio.

—No hemos recibido alguna otra amenaza de Kurse así que supongo que Sarah sigue en el mismo lugar.

—Contamos con ello— respondió Tony a Barton— Será mejor que vayamos por ella lo antes posible.

—Pero Kurse quiere...A Astrid— las palabras de Banner hicieron que el grupo se tensara.

—Lo sé...— se lamentó Tony.

Hubieron otros segundos de silencio.

—Tenemos que confesar que esta misión ha sido más difícil desde que ella se fue— todos estuvieron de acuerdo con las palabras de Thor.

Todo ha sido más difícil...— susurró Steve solamente para sí mismo.

—Lo sé— habló Tony—Nada es igual.

Y no era mentira. Las misiones se habían vuelto más pesadas, las investigaciones infinitas, incluso el mismo día a día se había vuelto diferente.

Ella era algo demasiado especial en el equipo.

—¿Crees que venga?— preguntó Rogers en relación a que Natasha la había ido buscar, tratando de convencerla.

—Por su puesto que sí.

Todos los hombres del grupo permanecieron en silencio, incluso llegaron a temblar en sus lugares al oír esa voz. Con lentitud comenzaron a voltearse para ver quien había hablado:

Astrid.

La castaña había ingresado a la sala justo en ese momento con Natasha a sus espaldas. La desaparecida se cruzó de brazos con una potente mirada hacia todos.

Su apariencia cansada y deshecha ya no estaba, por primera vez en esas semanas ella se había recompuesto y vuelto a ser la empoderada que era.

—Astrid...—susurró Tony a penas. Comenzó a acercarse—Estás aquí...

Ella puso los ojos en blanco—Quiero dejar algo claro— interrumpió la mujer con voz dura—Yo estoy aquí solamente para salvar a Sarah. No quiero oír nada de ninguno de ustedes referente a ese asunto...Es lo que menos necesito ahora.

El grupo guardó silencio. El millonario echó una mirada a la agente Romanoff y ella con una mueca en el rostro asintió.

—No dejaré que Kurse me siga manipulando—continúo la castaña—Y tampoco dejaré que use a Sarah para lograr sus sucios y terribles objetivos.

A pesar de lo callados que estaban, todos estaban de acuerdo con eso.

—¿Y qué? ¿Estamos esperando otra cosa o iremos a salvar una vida?

Y luego de las palabras autoritarias de Astrid—como si ella le hubiera robado el mando al Capitán— todos comenzaron a trabajar para ir a su destino.

El jet estuvo preparado rápidamente y todo el equipo se dispuso a ir por sus trajes respectivos y todos sus implementos necesarios. Nadie interrumpió a la castaña en su estancia allí. Por mucho que quisieran hablarle eligieron respetar su espacio en ese momento. Aunque eso no fue nada fácil, especialmente para Tony y Steve que morían por ir a hablarle a la chica.

Cuando todo estuvo listo subieron al avión a prisa con destino a Nueva Jersey, a la fábrica abandonada donde debía encontrarse la bestia, sus elegidos...Y Woods.

El trayecto fue rápido y silencioso, y también se podría decir que incómodo. De lo único que se hablaba era sobre la misión y algunas estrategias para entras, pero nada más. La castaña se mantuvo lejana todo ese tiempo, aislada en la parte trasera del jet. El único momento en que se acercó fue cuando ya estaban llegando.

—Es aquí— anunció Barton mientras comenzaba a aterrizar.

Astrid se puso de pie y comenzó a caminar hacia el equipo que ya estaba reunido al rededor de una pequeña mesa de operaciones. Cuando el grupo la vio acercarse le abrieron paso y la miraron con atención.

Hubo un incómodo silencio.

—¿Cuál es el plan?— la voz de Natasha trató de romper aquella tensión.

El Capitán tosió antes de hablar—Sabemos que Kurse está en la fábrica, no hemos recibido nada que nos diga lo contrario. Y allí...Tiene a Sarah— hubo un corto silencio— Ingresaremos sigilosamente para averiguar donde está y así pode...

—No— la voz de la castaña llamó la atención de todos—Debo ir sola.

—¿Qué?— pronunció el millonario confundido.

—Es a mí a quien quiere ¿No es así? Iré y seré la carnada. Una vez que llame su atención y le haga creer que ha ganado ustedes entrarán para sacarnos a mí y a Sarah.

Todo el equipo quedó sorprendido ante las palabras de la mujer y de su fuerte decisión en ellas.

No había tono sarcástico, no había una risa o una broma de por medio. Se podía notar a kilómetros que ella ya no era la misma

—Tiene sentido— apoyó la pelirroja— Si aparecemos todos juntos de inmediato vamos a causar una catástrofe.

Nat miró a la chica a su lado esperando alguna respuesta, pero no hubo nada, ni siquiera una mirada.

—De acuerdo— se oyó a Rogers— Así será...Nos mantendremos alertas a la señal de Astrid cuando sea momento de entrar. Banner monitoreará todo desde la base y nos informará de cualquier anomalía.

Copiado— se escuchó al aludido por los comunicadores.

—Muy bien...—siguió el Primer Vengador— Que comience el juego.

La neoyorquina fue la primera en irse del grupo. Caminó hacia la parte trasera y buscó un arma—en caso de llegar a necesitarla, aunque tenía otras estrategias para defenderse— abrochó sus botas, ajustó el comunicador en su oreja y presionó un botón para abrir la rampa del jet y poder salir.

El aire la recibió y una leve brisa agitó sus cabellos. Miró al frente y allí, unos metros más adelante, se encontraba la fábrica. Tomó aire y se dispuso a salir, pero algo la detuvo.

—Astrid...

La susodicha se volteó al oír la voz de Tony. Éste y el resto de los Vengadores la observaban con detenimiento.

—¿Qué?— habló ella.

El millonario pareció pensar sus palabras unos segundos. Sólo se había enfocado en la figura de su hermana dispuesta a ir a enfrentarse a Kurse.

—Cuídate...— respondió al final.

Aquello sorprendió un poco a la chica, había quedado sin habla, así que sólo se limitó a hacer un asentimiento con la cabeza, voltearse y comenzar a caminar lejos de ahí.

El quinjet pasó a modo furtivo de inmediato para no dar señales de que había más gente en el lugar.

Llegó a una reja de alambres que separaba la fábrica con el exterior y con un dedo encendido en llamas comenzó a fundirla para poder romperla y comenzar a sacarla para abrirse paso.

Una vez allí trató de buscar alguna puerta o algo que le permitiera ingresar al edificio. Una vez que lo hizo corrió sigilosamente hasta una puerta metálica que estaba en la parte trasera del lugar e hizo lo mismo que hace unos momentos: con su mano ardiente derritió la cerradura y con un empujón la abrió.

Cuando estuvo adentro un mal olor invadió sus fosas nasales, pero a pesar de aquel malestar comenzó a caminar buscando sus objetivos. Había mucha oscuridad, la única luz provenía de los cortos ventanales arriba de la fábrica, y aquello la asustaba un poco.

Con una de sus manos tomó la pistola y con la otra encendió su puño en llamas para poder guiarse y defenderse si es que algo llegara a suceder.

No había ruido alguno, a excepción de algunas palomas que volaban por ahí y su agitada respiración.

Caminó un poco más hasta llegar a unas grandes cajas metálicas, las rodeó y buscó si había algo o alguien, pero para su desgracia estaba vacío.

¿Ves algo?— se escuchó la voz del Capitán por su audífono.

—Nada—susurró ella— ¿Están seguros de que no cambió la ubicación?

Eso creemos— se escuchó ahora al millonario.

—Pues este lugar pareciera que está vaci...

Las palabras de la mujer quedaron en el aire cuando escuchó pasos detrás de ella, unos pesados pasos.

Con cuidado comenzó a voltearse y se encontró con aquel que estaba temiendo ver:

Kurse.

El Conquistador esbozó una sonrisa triunfal al verla y comenzó a caminar en su dirección.

—Astrid Stark...— habló la criatura con voz grave y la aludida bufó— Oh lo lamento, había olvidado que ese no es tu verdadero nombre.

La cercanía de la imponente bestia la hacía temblar, pero trató con todas sus fuerzas mantenerse firme.

—¿Quieres dejarte de estupideces? Ya vine ¿No es lo que querías?

Kurse se sorprendió de la seguridad y la altivez de las palabras de la chica. Pero soltó una grave risa para tratar de cubrir aquel sentimiento.

—Veo que recibiste mi mensaje— dijo—Ha sido muy difícil encontrarte estas últimas semanas...—empezó a caminar alrededor de ella, la joven se mantuvo quieta— Eres hábil.

Rió—Eso y que me tienes miedo.

La criatura paró en seco y Astrid se arrepintió de inmediato de sus palabras.

La había jodido.

—¿Qué has dicho?— la encaró Kurse.

Astrid, deja de arruinarlo— susurró casi cantando el millonario a través del comunicador.

La castaña tosió—Lo que oíste...¿O me lo más a negar?— desafió.

Una potente risa se escapó de los labios del Conquistador—¿Asustado de ti? Eres una criatura débil a la cual han destrozado una y otra vez, alguien que sufre por saber que todo lo que creía verdadero era una farsa. A penas sabes quién eres y a penas sabes controlar lo que tienes...¿Cómo podría estar asustado de ti?

La chica guardó silencio evadiendo la mirada de Kurse. Aquellas palabras le habían dolido, la habían quebrado mucho más de lo que ya estaba, pero tenía la obligación de mantenerse firme, debía hacerlo.

—¿Qué es lo que quieres de mí?—soltó ella tratando de ocultar el titubeo de su voz.

Kurse sonrió—Que te nos unas...Que te rindas a mi y a mi dominio.

La neoyorquina levantó la mirada para encarar a la bestia. Pensó por varios segundos sus siguientes palabras y acciones.

La estaba manipulando y lo sabía.

Astrid no lo hagas— se volvió a oír a Tony suplicante.

—¿Dónde está Sarah?— preguntó la castaña y la bestia la ignoró—¿¡Dónde está!? Ese era el trato.

Kurse se detuvo y se volteó para mirarla con una malvada sonrisa en el rostro. Con un movimiento de manos hizo que el hecha apareciera en esta y la golpeó en el suelo.

El lugar se sacudió un poco y en frente de ellos un portal color rojo comenzó a aparecer y de allí salieron tres figuras.

Wanda.

Pietro.

Y Sarah.

Pietro tenía a Woods amarrada de manos y con una mordaza en la boca. Cuando el portal desapareció el hombre arrojó a la pelinaranja al suelo y ella sollozó.

—Pedazo de idiota— la castaña comenzó a acercarse peligrosamente, pero se detuvo al ver a su tía tendida en el suelo y se agachó.

Tomó a la mujer y la ayudó a sentarse en el suelo, con cuidado tomó la tela de su boca y la quitó, dejando que los llantos de ella fueran más audibles. Luego sus ojos verdes cayeron en los de su sobrina.

—Astrid...—susurraba a penas—Viniste...

—Sí, sí...— susurraba—No importa que haya pasado...No podía dejarte sufriendo aquí...

A pesar del dolor que estaba sintiendo Sarah esbozó una débil sonrisa.

—Qué patetico—habló Kurse—Ahora...Te toca cumplir tu parte del trato—comenzó a acercarse.

¿Es esa la señal?— se escuchó al Capitán.

Eh no lo sé...No estoy seguro—siguió Tony.

Creí que nos iba a gritar algo como: ¡Ahora chicos, ahora!

Thor eso sería estúpido.

Oh vamos, dejen de ser unos idiotas, esa es la señal, debemos entrar ya—la voz de Romanoff los puso a todos a actuar.

Astrid alzó sus manos en signo de rendición y ayudó a Woods a ponerse de pie. Cuando ya estuvo a su lado comenzó a acercarse a la bestia.

—No, no, no ¿qué haces cielo?— susurraba la pelinaranja.

—Cumpliendo su parte del trato— le respondió la chica Maximoff.

La gran mano del Conquistador se extendió hacia la mujer, aquello fue bastante terrorífico para ella, era como una pesadilla, como una película de terror.

—No ¡Astrid no lo hagas!— seguía exclamando Woods.

—Sarah...— la castaña se volteó lentamente—Ahora vete, no te precupes, yo estaré bien...

—No por favor, no vayas con él— se cubrió la boca—Él sólo te hará daño, te está manipulando...

Kurs se molestó por aquellas palabras y estuvo apunto de avanzar hacia la mujer, pero Astrid lo detuvo.

—¡No!— se puso delante de él—Déjala, yo te estoy haciendo caso. Iré contigo...Cómo querías...

Aquello hizo que la criatura formara una sonrisa en su rostro. Volvió a extender su mano hacia la mujer y está tragó saliva para volver a caminar.

—Ahora...Conocerás mi verdadero poder.

La castaña escuchó unos murmullos en su comunicador. Ella estuvo apunto de tomar la mano de la bestia pero la retiró y se detuvo en seco, lo cual confundió a la figura frente suyo.

—¿Sabes qué? Paso por hoy.

Y de inmediato el equipo hizo ingreso al lugar.

Thor y Tony volaron y se pusieron enfrente de la neoyorquina para detener a Kurse y a sus elegidos, Rogers se les unió después. Clint y Natasha estaban atrás cubriendo a Woods.

El rostro de la bestia era de total asombro, aquello no se lo había esperado para nada.

—¡Rompiste el trato!—exclamó

Ella rió—Es para que te quede claro...—se acercó—Que nadie me puede manipular...

Rápidamente los elegidos comenzaron su ataque lanzando al asgardiano, al millonario y al Capitán lejos de allí. Kurse se dirigió directamente hacia Astrid y así dar inicio a su primer combate juntos.

Aquella fabrica se había transformado en un campo de batalla. Los elegidos trataban de alcanzar a Sarah, pero estaban siendo detenidos por los Vengadores, una ardua pelea debido a las alteraciones en las habilidades de aquellos gemelos.

Mientras tanto la criatura luchaba contra la castaña, tratando de someterse el uno al otro. La mujer había hecho llamas en sus puños y con ellos trataba de alejarlo. Nunca pensó que llegaría el momento en el que pelearía con él...El Conquistador.

Kurse encendió su hacha y lanzó una ráfaga de fuego hacia la neoyorquina, pero esta rápidamente levantó un gran torbellino de viento que comenzó a suprimir el fuego.

No tenía idea como carajos lo había logrado, pero estaba feliz de que así fuera.

Pero sus fuerzas empezaron a escasear y el viento a debilitarse así que se vio en la obligación de hacerse a un lado, causando que el fuego se estrellara en su antigua posición.

Volvió a estirar su mano y lo que hizo ahora fue crear una capa de hielo en el suelo, la cual dejó inmovilizado a Kurse e iba avanzando por su cuerpo.

La criatura luchaba por safarse y evitar quedar completamente congelado. Pero lamentablemente, para la joven, tomó fuerzas y destruyó el hielo que lo rodeaba. Aquello asustó a Astrid y tuvo que saltar al momento en que la bestia volvió a lanzarle una llamarada de fuego.

Sabía que lo controlaba y suponía que era algo inmune, pero no sabía que clase de hechizos o particularidades tenía el hacha de Kurse.

Se golpeó la cabeza al estrellarse en el piso al caer. Cuando quiso levantarse su vista se puso nublada y todo le daba vueltas. Intentó ponerse de pie y cuando estuvo completamente estabilizada su vista se fue al frente, y lo que vio le rompió el corazón.

—No, no, no...—susurró y comenzó a acercarse.

Kurse tenía a Woods.

La sostenía por el cuello, levantada en el aire, y en su otra mano tenía una lanza.

—Espera, no, no lo hagas...

—¡Tarde!— le gritó la bestia—¡Nadie rompe tratos conmigo, niña!

—¡No!

Ella no alcanzó a decir ni hacer nada más porque la bestia había apuñalado a la pelinaranja con aquella lanza. Cuando aquello estuvo hecho la dejó caer en el suelo nada más.

Todo pasó como una película en cámara lenta. El corazón de Astrid se apretó y sintió que todo se le derrumbaba.

Era un dolor horrible.

Kurse sólo la miró una vez más y desapareció por un portal rojo hecho por Wanda.

—¡Cobarde!— se escuchó decir a Thor.

Rápidamente Astrid corrió y se dejó caer a un lado de su tía mientras ella se quejaba de dolor.

—No, no, no...— la volteó y buscó el origen de la herida, y cuando lo hizo comenzó a hacer presión—Tranquila...Todo va a estar bien, todo va a estar bien.

La herida era horrible, incluso le daba miedo mirarla.

—¡Ayuda por favor!— exclamó la castaña hacia sus amigos.

Woods temblaba como gelatina, su piel estaba más pálida de lo que ya era y sus labios se ponían morados.

—Sarah...— la chica palmeó el rostro de ella—Tía, por favor, responde...—su voz empezó a quebrarse.

Luego de unos segundos la pelinaranja observó a la chica y con debilidad llevó su mano a la mejilla de ella.

—Oh cielo...Perdóname...Por...Favor...—habló a penas y tosió.

—No, no, no— dijo Astrid acunando su cuerpo cerca del suyo—No hables, por favor. Vas a estar bien, vas a estar bien...

—Perdón...Por...Haberte mentido...—tosió— Y...Por todo lo demás— una lágrima resbaló por el rostro de la castaña.

—No digas eso por favor—sollozó—Te perdono...Te perdono ¿Sí? Pero no me dejes...Por favor no me dejes...

Woods tomó firmemente a la chica por los hombros con las pocas fuerzas que tenía para decir:

—...Debes...Des...Cubrir quién eres...—volvió a toser, pero ahora con un poco de sangre — Eres mucho más...De lo que tú crees.

—No...No, no...Sarah.

—Pero siempre...Vas a ser la mujer valiente y valiosa...Que tuve el honor de cuidar...

—Deja de hablar, debemos llevarte al jet. Allí estarás bien...Te vas a poner bien, te lo prometo.

La mujer en sus brazos no dijo nada más, sus ojos se volvieron pesados y los comenzaba a cerrar.

—No...Sarah, resiste, por favor— lloraba la chica.

Sentía como pasos apresurados venían detrás de ella, eran los chicos con una camilla.

Astrid volvió su vista a su tía y trató de moverla haciendo presión en la herida. Pero no había respuesta.

—¿Sarah...?

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(*) yo sé que los Stark fallecieron en 1991, pEEERo en estas historias vamos a jugar mucho con las líneas de tiempo, so, por ahora vamos a fingir que no fue en ese año, más adelante lo vamos a compartir, pero eso, pequeña aclaración jiji♡

ahora al pánico.

AAAAAAAAAAAAAH

ME VAN A QUERER MATAR POR EL FINAL QUE LES DEJÉ, PERO BUENO

ME PERDONAN???!!!!

ah saben que lxs amooo♡

AH QUE EMOCIÓN

¿qué les pareció? les confieso que terminé de escribirlo temblando AH

espero que les haya gustado gente preciosa ♡ ESTOY NERVIOSA PORQUE YA NO QUEDA MUCHO PARA EL FINAAAAAAAL

según mis cálculos unos 3 o 4 capítulos aprox, pero ahí voy viendo

AY Y VIERON NUESTRO BANNER GIF???? está precios00000 por fin tenemos uno osiosi♡ si quieren saber quién lo hizo pueden verlo en la sinopsis ♡ ahí dejo todos los créditos uaua.

Y BUEEEENO, será hasta la siguiente...

nat x

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