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Prólogo


Hace varios años atrás, Choi Yeonjun solía creer firmemente que el dinero no podía comprar la felicidad.

Para él, la verdadera alegría se encontraba en las pequeñas cosas de la vida, en los momentos simples y en las conexiones humanas genuinas.Sin embargo, a medida que pasaron los años, Yeonjun se encontró en una situación desesperada.

Estaba en bancarrota, ahogado en deudas y sin una salida clara. La realidad de su situación financiera lo golpeó con fuerza, y se vio enfrentado a la dura realidad de que el dinero sí era necesario para sobrevivir en este mundo.

En su desesperación, Yeonjun decidió buscar consuelo en el bar, donde se encontró con su amigo Beomgyu. Aunque los padres de Beomgyu nadaban en riqueza, Yeonjun se resistía a pedirles dinero, ya que sentía que sería demasiado vergonzoso y una carga para ellos.

Fue en ese momento, en un giro del destino o una casualidad fortuita, que Yeonjun se encontró con un hombre mayor que quedó completamente cautivado por su presencia. Era un hombre alto, de cabello oscuro y tal vez alrededor de los 46 años, aunque Yeonjun no estaba seguro de su edad exacta. Era algo que nunca había hecho antes, y aunque era legal, se sentía incómodo en esa situación.

El hombre lo invitó a su casa, y Yeonjun no pudo evitar sentir una mezcla de repulsión y temor al imaginar las posibles intenciones ocultas de este desconocido.

Pensamientos de tráfico de órganos y otras situaciones peligrosas cruzaron por su mente, alimentando su inquietud.Mientras caminaban hacia una imponente mansión, Yeonjun se sorprendió por la magnificencia del lugar. Nunca antes había visto algo así, y se preguntaba cómo alguien podía vivir en un espacio tan lujoso.

Una vez en la casa, el hombre tomó suavemente la mano de Yeonjun y con la otra acarició su cintura mientras subían unas elegantes escaleras que conducían a un amplio pasillo y finalmente a la habitación del hombre. Le ofreció a Yeonjun que se sentara en el borde de la cama, y el joven accedió, aunque su mente estaba llena de dudas y preguntas sobre por qué estaba allí.

Mientras Yeonjun se cuestionaba su decisión y se arrepentía de haber aceptado la invitación, el hombre se sentó frente al piano y lo observó con una sonrisa.

Una dulce y tranquila melodía comenzó a fluir de sus hábiles dedos, y el hombre cerró los ojos, sumergiéndose en cada nota.Yeonjun sonrió con nostalgia y se acercó para ver más de cerca. La música lo transportó a un tiempo que apenas podía recordar, pero que despertó una profunda necesidad de seguir escuchando, como si estuviera buscando reconectar con un recuerdo perdido en el tiempo.

— Tus ojos son hermosos — dijo el hombre de repente, interrumpiendo la melodía — De una manera tan extraña, me inspiraron a tocar. Son profundos pero tienen un toque delicado, me transmiten paz. ¿Puedes sentir eso en la melodía?Las palabras del hombre impresionaron a Yeonjun. Aunque aún tenía sus reservas y pensamientos de precaución, el piano había logrado tocar una fibra sensible en su corazón.

"Tal vez este hombre no sea solo un traficante de órganos", pensó Yeonjun, permitiéndose abrirse un poco más a la experiencia.

A medida que pasaron los minutos, el hombre nunca mostró ninguna intención vulgar hacia Yeonjun. No era simplemente un viejo que solo quería aprovecharse de él y darle dinero a cambio. Había algo más en juego, algo que iba más allá de lo superficial.

— Tocas bien — fue lo único que Yeonjun pudo decir, mientras se recostaba en el piano, dejando que la música lo envolviera.

— Hace unos días ni siquiera podía tocar el piano. No tenía ánimos — confesó el hombre, deteniendo su interpretación.

— ¿Y ahora? — preguntó Yeonjun, curioso por saber más.

— Cuando un artista carece de inspiración, el lienzo queda en blanco — explicó el hombre con sinceridad — Pero cuando te vi, algo en mí despertó. Tu presencia me inspiró a tocar de nuevo. En ambos elementos, la música y la pintura, hay un amor profundo. Solo necesitaba un empujón para encontrarlo de nuevo.

Yeonjun asintió, dejando que su mirada vagara por la habitación. La conversación había tomado un giro inesperado, y ahora se encontraba en una encrucijada, debatiéndose entre la cautela y la posibilidad de una conexión genuina.

— Ven aquí, Yeonjun — invitó el hombre, y el joven se acercó con cautela.— Sé que necesitas dinero — continuó el hombre — Lamento haber escuchado tu conversación en el bar, fue incorrecto de mi parte. Pero quiero proponerte algo: quédate conmigo a cambio de una suma de dinero.

— ¿Qué? Acabo de conocerte — respondió Yeonjun, sorprendido por la propuesta.

— No, no me refiero a eso. Quiero que estés conmigo, que compartamos momentos, que me ayudes con mis canciones y que nos conozcamos mejor. ¿Qué te parece?

El hombre sabía que Yeonjun nunca estaría con alguien como él solo por dinero. Había algo más en juego, algo que iba más allá de las apariencias.

— ¿De verdad me pagarías por eso? — preguntó Yeonjun, aún cauteloso pero intrigado por la propuesta.

— Por supuesto, y además, serás mi modelo — respondió el hombre con una sonrisa sincera. 

 Yeonjun asintió, y en los ojos del hombre se reflejó una chispa de felicidad. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para ver el rostro del joven cada mañana, porque había encontrado algo especial en Yeonjun que no había sentido en años. 

 Así, Yeonjun terminó en la cama de un hombre, pero para su alivio, no ocurrió nada de naturaleza sexual. En cambio, lo que encontró fue un hombre que parecía estar enamorado, brindándole cariño y apoyo en un momento en que más lo necesitaba. 

 Agradecido de haber terminado su relación anterior hacía tres meses, Yeonjun se dio cuenta de que esta nueva situación podría ser un salvavidas para él. Aunque había muchas incógnitas y desafíos por delante, estaba dispuesto a explorar esta nueva dinámica y descubrir qué significaba realmente para ambos.

•bd•

El 13 de septiembre, Yeonjun finalmente alcanzó los 25 años, y con ello llegó la promesa de una hermosa sorpresa por parte del señor So Ji-sub, quien había estado presente en su vida durante los últimos años. 

Aunque Yeonjun no había desarrollado un vínculo amoroso con el señor So, este último se había entregado por completo al joven, brindándole todo el amor que podía ofrecer.

Sin embargo, Yeonjun transformaba ese amor en dinero. Su ego se encontraba en las nubes, ya que el señor So le había regalado un departamento, ropa, un celular e incluso un automóvil. Además, había cubierto todos los gastos necesarios para la quimioterapia de su madre. La vida de Yeonjun había experimentado un cambio drástico, y ahora se encontraba en una posición de poder y comodidad que nunca había imaginado. 

En la mañana de su cumpleaños, Yeonjun se despertó con ansias, observando su habitación que ofrecía una hermosa vista de la ciudad. Era un contraste notable en comparación con su antigua habitación, que parecía sacada de una película estadounidense de adolescentes rebeldes en el sótano de sus padres.

Bostezó y, como todas las mañanas, reflexionó sobre los últimos tres años de su vida. A veces, sentía arrepentimiento y anhelaba una relación real, pero luego su mirada se posaba en su precioso Bugatti Divo en el garaje, y esos pensamientos se desvanecían.

Podría parecer materialista después de haber pasado por tantas dificultades económicas durante 20 años, pero ningún automóvil lujoso podría opacar el amor que sentía por su madre. 

Ella era la única persona que realmente valía la pena en su vida, y él estaba dispuesto a darlo todo por ella.Después de pasar por ese túnel del pasado, Yeonjun se levantó de la cama decidido a bañarse, vestirse y disfrutar de un desayuno tranquilo, como lo hacía todos los días. 

Mientras preparaba su café, tomó su celular que comenzó a sonar. Sin revisar quién era, contestó la llamada y se sentó en uno de los asientos del comedor.

— ¿Hola? — dijo Yeonjun al contestar, sin prestar mucha atención a quién estaba al otro lado de la línea.

— ¿Vas a venir o estás ocupado con tu viejo millonario? — preguntó su amigo, riendo por la pregunta.

— Estoy desayunando, en un momento voy — respondió Yeonjun entre risas.

— Bien, te espero — dijo el castaño antes de colgar.

Su amigo ya lo había llamado a medianoche para felicitarlo por su cumpleaños, y habían acordado salir a comer y luego ir de compras, ya que el señor So le había prometido algo especial después de la cena.Mientras tanto, el señor So Ji-sub se encontraba preparando todo para la ocasión.

Quería ofrecerle a Yeonjun una cena especial antes de proponerle algo que había deseado durante tres años. Se había enamorado profundamente de Yeonjun, y ya no le importaba si sus sentimientos no eran correspondidos. Había caído sin paracaídas, rendido ante la sonrisa y los ojos del joven. Su figura, su personalidad divertida y el simple hecho de pasar tiempo juntos eran momentos de felicidad inmensa para él.Yeonjun nunca se había sentido incómodo en presencia del señor So. De hecho, disfrutaba mucho de su compañía. Pero no lo amaba de la misma manera. Ji-sub siempre había cuidado de Yeonjun, colocándolo en el centro de su mundo.

Si algo disgustaba a Yeonjun, el hombre no tardaba en darle un sermón. Incluso cuando salieron juntos a una fiesta privada y alguien tocó el trasero de Yeonjun, Ji-sub se aseguró de hacerle la vida imposible a esa persona. Cualquier hombre que mostrara cierta atracción hacia el pelirrojo se encontraba con una barrera infranqueable.Yeonjun siempre estuvo agradecido con Ji-sub por nunca cruzar los límites y respetar sus decisiones.

Si Yeonjun no estaba listo para tener una relación íntima con él, el hombre asentía y aceptaba su decisión sin presionarlo.

Tiempo después, el pelirrojo confió su cuerpo a las manos del hombre en una hermosa habitación que Ji-sub había preparado para su cumpleaños número 24, sin esperar que algo así sucediera esa noche. Sin embargo, Yeonjun no podía evitar preguntarse por qué nunca había sentido una atracción más profunda hacia el hombre de 44 años, quien era bastante atractivo y se mantenía en buena forma. Había sentido más amor por su primer amor de la infancia que por el señor So.Era una verdad dura, pero Yeonjun no podía negarla. A pesar de todo lo que el señor So había hecho por él, su corazón simplemente no podía responder de la misma manera.

• bd •

Beomgyuomgyu, el amigo de Yeonjun, levantó la vista de su celular cuando su chofer le habló y sonrió, esperando a que le diera más información.

— Joven — dijo el chofer — Su amigo Yeonjun está aquí. ¿Debo llevarlos o irán en su auto?

— Por hoy está bien, Taehyun — respondió Beomgyu al rubio, levantándose de su asiento — Puedes tomarte el día libre.

El chofer asintió y se retiró, mientras Beomgyu se dirigía hacia la sala donde siempre esperaba a su amigo.

El pelirrojo sonrió cuando vio a Beomgyu extender los brazos para un abrazo, y él correspondió de inmediato, levantándose del sillón para recibirlo.

— Feliz cumpleaños, Junnie — susurró Beomgyu.Cuando se separaron, Beomgyu le entregó una pequeña bolsa a Yeonjun. El pelirrojo la tomó con una linda sonrisa en sus labios.

— Tu madre ayudó — dijo Beomgyu.Yeonjun observó una foto enmarcada que estaba dentro de la bolsa. Ya había olvidado el rostro de su padre.

La foto mostraba a un pequeño Yeonjun junto a su padre, ambos jugando con una pequeña pelota roja en el suelo rodeados de almohadas.Inconscientemente, unas lágrimas comenzaron a formarse en los ojos de Yeonjun.

— También dejó una grabación — continuó Beomgyu — Era muy antigua, así que la mandé a convertir en un pendrive.Yeonjun miró más adentro de la bolsa.

— ¿Es un video?

— Es un audio. Dijo que lo escuches más tarde.

— Gracias, Gyu — dijo Yeonjun, abrazando a su amigo una vez más, pero con más fuerza.

— No es nada, vamos — respondió Beomgyu, acariciando la espalda de Yeonjun.

— Bien.El pelirrojo le dedicó una última sonrisa antes de caminar hacia el auto, seguido por su amigo.

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Diez de la noche, el pelirrojo se encontraba ansioso,

El hombre acarició su cintura gentilmente mientras se acercaban a una mesa, la única en el lugar.

La luz de la noche acariciaba muy suavemente el ambiente en aquella habitación. Ji-sub con una sonrisa corrió la silla dejando que el pelirrojo se siente, éste lo hizo y luego observó al hombre hacer lo mismo.

— Hoy es un día muy especial. — Afirmó el pelinegro.

— Así lo creo.

— Mi príncipe ya cumple 25 años. — Dijo con una sonrisa y Yeonjun sonrió igual.

Comenzaron una cálida plática, sobre el futuro y el pasado. Mientras cenaban, claro que algún favorito de Yeonjun por el día.

La música de fondo era realmente relajante para los sentidos auditivos del pelirrojo. el hombre observaba al joven con ternura.

— Cuando te vi por primera vez...sabía que eras lo que necesitaba. No había sido un buen día.

Aquello explicaba por qué había pensado en ir a un bar a ahogar sus penas.

— Había conocido a mucha gente, me tenían harto y mal humorado. — Afirmó el hombre — Pero cuando te vi ahí... maldición, Yeonjun. No sé qué me hiciste y mucho menos cómo, pero hablarte fue algo que no tenía pensado, solo pasó y desde ese día no dejaste de enamorarme.

Yeonjun no sabía qué decir al respecto.

— He pensado ésto durante tres años, tres años... quería que estuvieras listo.

— Señor Ji-

— Yeonjun...— El hombre acarició el rostro del chico cuando se levantó de su silla.

El pelirrojo se puso de pie igualmente, el hombre tomó con su otra mano su cintura y acercó al joven hasta juntar sus frentes.

— Te amo Yeonjun. — Dijo antes de dejar un suave beso en su cabeza — Quiero que seas mi esposo.

Y el corazón del menor dejó de latir, o así lo sintió.

El pelirrojo observó con nervios como el hombre se arrodillaba y de una caja de terciopelo salió un bello anillo de compromiso con un diamante en él.

Probablemente ese anillo era más caro que su ropa de esa noche.

— Señor...

— Príncipe, no hay hombre en ésta tierra que pueda brindarte más amor que yo. Cásate conmigo, tendrás lo que mas deseas. Una casa para nosotros dos ¿Qué dices?

— ¿Y-y mi departamento?

— Seguirá siendo tuyo si quieres o podemos venderlo, como gustes.

— ¿Mi mamá?

— Ella estará completamente bien, bajo el cuidado de todos los especialistas que quieras. Es la madre del amor de mi vida y la cuidaré como si fuera mía.

El hombre se puso de pie y Yeonjun parpadeó unas cuantas veces.

— Está bien. — Soltó luego — Me casaré contigo...

Ji-sub sonrió de oreja a oreja atrayendo al pelirrojo hacia él, dejando un beso en su mejilla.



Bueno, prólogo concluido el viernes 20 de noviembre del 2021 a las 00:14AM


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