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"14 días para la boda" Yeonjun pensó, catorce días de estrés y más preparativos. En cambio, no lo fue, su prometido se encargó de que el pelirrojo esté casi ausente en todo el tema de la boda. El señor Jisub no le diría nada hasta que él pregunte y tampoco haría ningún cambio hasta que él se lo diga.

Yeonjun pasó los últimos momentos de la última semana algo más lejos de su prometido, casi sin hablar o interactuar con él y no quiso pensar en cómo estaría el señor Jisub sin eso. 

— No me gusta hablar del señor. — Comentó el fiel servidor del hombre mayor, respondiendo a la pregunta del joven pelirrojo — Pero si he de admitir que está un poco inquieto y ansioso estos días sin usted.

El pelirrojo asintió observándose en el espejo de cuerpo completo mientras el mayordomo se encargaba de algunos detalles de su ropa.

En diez minutos debía bajar para caminar hacia el hombre que lo acompañaría como esposo quizás hasta el resto de su vida.

Suspiró con un poco de tristeza, sin desviar la mirada del espejo y su traje blanco que hacía un enorme contraste con su rojizo cabello. 

Yeonjun había tenido solo un novio en su vida, jamás esperó que su boda iba a ser así.

"¿Por qué lo pienso tanto ahora y no el momento en el que lo conociste?" — Se dijo a sí mismo y negó manteniendo su cabeza en alto. En ese instante su cuello se tensó y por la molestia tiró su cabeza hacia atrás, sin estirarse tanto, dado que algo sólido lo detuvo. 

Se asustó al principio, pero luego sintió unas manos en su cintura y un cuerpo cálido y tranquilizador que lo rodeaba. Supo quien era inmediatamente.

El pelirrojo se volteó, sin abrir los ojos y haciéndose bolita entre los brazos de su prometido. El hombre mayor sonrió, y con un brazo siguió abrazándolo y con el otro acarició su cabeza.

— Creí que era de mala suerte ver al novio antes de la boda. — Comentó el pelirrojo, con extraña burla entre sus palabras.

— Lo bueno es que ese dicho incluye vestido y novia, no veo ninguno de los dos aquí. — Soltó el hombre — Solo veo al amor de mi vida más deslumbrante que nunca.

Yeonjun se alejó del señor Jisub, con una sonrisa sincera que no enseñaba sus dientes. El hombre mayor tomó las cálidas manos del menor entre las suyas y lo observó.

— Sólo quería verte una última vez antes de que te conviertas en mi esposo. — Admitió, el pelirrojo pudo ver sus ojos, tan húmedos que eran como cristales.

— Tranquilo, me seguirás viendo igual pero como esposo. — Dijo el menor, acompañando sus palabras con la misma dulce sonrisa.

El hombre mayor no dijo nada, solo acarició el rostro de su prometido y besó su frente.

Unos minutos se quedaron en la habitación hasta que la que se encargó del vestuario de Yeonjun abrió la puerta.

— Mil disculpas, pero los estamos esperando. — Dijo la mujer rubia seria sin sonar brusca.

— Claro, lo lamento. — Se disculpó el hombre mayor y se alejó de su prometido, aún tomando su mano hasta que la soltó suavemente.

Cuando el señor Jisub dejó la habitación, la mujer rubia se acercó hasta sentarse junto a Yeonjun.

— Me dijo el señor Jisub que no tienes a nadie que te acompañe al altar. — Dijo ella, sin verlo a los ojos.

— Mi madre está muy débil en estos momentos.

— Comprendo. — Ahora lo mujer levantó la mirada y se percató de que Yeonjun si la veía a los ojos — ¿Te gustaría que te acompañe?

El pelirrojo levantó las cejas de sorpresa.

— Bueno...

— Sé que no tenemos ningún lazo especial, si prefieres caminar hacia al altar, solo y entre personas que no conoces está bien, no tengo problemas.

Y a Yeonjun con tan solo imaginarlo se le erizó la piel.

— Sí, acompáñame. — La rubia asintió.

Cuando Yeonjun bajó, su cuerpo se tensó. No esperó ver a tanta gente, creyó que sería algo más pequeño.

Rosé lo notó y apretó su brazo.

— Solo mira al señor Jisub, es él tu objetivo ahora. — Susurró ella y Yeonjun levantó más la cabeza.

Escuchó uno que otro murmullo que no lograba entender por completo, pero no se detuvo ni mucho menos volteó a ver quienes eran.

Finalmente la mujer dejó a Yeonjun a pie del altar y este se acercó a su prometido de traje negro.

Recuerda haber acordado eso con el hombre. 

"— ¿Por qué de blanco?" — Había preguntado el pelirrojo.

"— Me recuerda a la unión entre un elefante y una paloma. " — Yeonjun lo había visto con una gran confusión y el hombre rió "— Olvídalo, príncipe, ponte el color que quieras. Con finalizar la noche siendo tu esposo estoy conforme."

Yeonjun sintió todo tan frio, se sintió desnudo frente a esas personas que no parecían tan contentos ante la vista. Esas personas no transmitían lo mismo que el señor Jisub.

El señor Jisub no dejó de ver al joven en ningún momento, menos en el momento donde el padre dió el espacio para dar sus votos matrimoniales.

— Yeonjun, mi príncipe. — El hombre tomó en sus manos las de su prometido — Te demostré mi amor de tantas formas que has de pensar que me he quedado sin palabras. — Yeonjun sonrió sin mostrar sus dientes y cerró los ojos un segundo — De tantas cosas de ti, amo tu forma de verme, de verme como un artista, alguien que siempre quise ser. — Dijo — Además de amar el arte, amé la idea de encontrar amor en y con el arte y así demostrarte lo que sentía. Como no encontraba una palabra para expresar tal cosa, ese mismo sentimiento, encerrado en mi, comenzó a susurrarme al oído; contarme sobre ti y todo lo que amaba de ti. Y todos sus relatos me dieron lo necesario para hacer lo que un artista, plasmar en mi lienzo los colores de las notas musicales y así darte las piezas que has estado escuchando estos últimos años. Prometo seguir siendo el artista que estás viendo hasta que deje de respirar.

Yeonjun permaneció con los labios entreabiertos y su mirada fija en el hombre, sin saber si debía ahora hablar.

Probablemente quede como un idiota con algo tan corto. Parpadeó y relamió sus labios torpemente, desviando la mirada a los invitados y luego al padre, paseando sus ojos con ansiedad.

— Jisub...— Comenzó después de que el padre le haya dado el permiso de hablar y más bien recordado que debía hacerlo — Nunca pensé que esa noche tan horrible me encontraría con un hombre tan dulce y talentoso como tú y quiero que sepas que siempre voy a tenerte en mi corazón por tu personalidad y amor tan inmenso. Prometo estár contigo pase lo que pase mientras sigas siendo el artista que conocí

"A pesar de no estar enamorado" — Pensó.

Finalmente, el padre dió el permiso y el cello tradicional de cerrar los votos de amor. 

El hombre mayor se acercó para dejar un suave beso en los labios de su ahora esposo y el pelirrojo acarició la nuca del mayor en eso. La multitud se paró de sus asientos y aplaudieron.

Cuando los labios de la pareja se separaron, el hombre mayor abrazó su esposo, recostando su cabeza en su hombro.

Yeonjun se sorprendió, pero sonrió y correspondió al abrazo.

— Gracias. — Susurró el señor.

— ¿Por qué? — Preguntó el pelirrojo.

— Por decir lo que quería oír.

— Jisub-

— No necesito que me digas si es mentira o verdad, así está bien. — Dijo el hombre y Yeonjun no dijo nada, solo siguió abrazándolo.

El horario de la ceremonia no fue muy temprano, por lo que el anochecer llegó rápido y sin aviso.

El pelirrojo buscó a su amigo por toda la fiesta, ahora con un atuendo oscuro.

Beomgyu alzó el brazo, con una copa en su mano, para llamar la atención de su amigo. El pelirrojo lo notó casi de inmediato y se acercó.

— ¡Jun! — Dijo el castaño con una sonrisa mientras el nombrado se acercaba para sentarse a su lado — Jaja, el señor Jimun te dejó en el piso humillado. — Tiró riendo y Yeonjun giró los ojos volteando a ver quien estaba junto a Beomgyu.

— Hola Taehyun. — Dijo el pelirrojo y el joven sonrió saludando con un asentimiento de cabeza.

— Taehyun está con nosotros porque... — El castaño se estiró, recostándose por su amigo como si estuviera en algún lugar de su casa — Taehyun, ¿por qué estás aquí?

— ¿Estás borracho? — Preguntó Yeonjun y luego volteó a ver al rubio, que asintió lentamente. — ¿El día de mi boda, Gyu?

— Jun, esta boda es falsa. — Soltó muy cerca del rostro de Yeonjun, quien hizo una mueca por su aliento a alcohol — Tanto como el idiota de mi hermanastro y el idiota de mi padre.

— Taehyun, deberías regresarlo a su casa. — Dijo el pelirrojo y el chofer asintió.

— Vamos, Gyu.

— ¿Por qué? Hay-... — Hipó antes de seguir hablando — Hay cerveza gratis.

— Joven, es millonario, puede comprarse todo lo que quiera. — Recordó el rubio y el castaño lo empujó con torpeza y Yeonjun tomó a Beomgyu para llevarlo al auto.

— No por mucho. — Murmuró Beomgyu.

Finalmente Yeonjun y Taehyun pudieron dejar a Beomgyu en la parte trasera del auto.

— Cuídalo, por favor. — Soltó el pelirrojo y el rubio asintió.

Cuando Yeonjun entró, su fiesta de bodas se veía más como una fiesta de fraternidad informal.

"¿El señor Jisub se encuentra entre todo este escándalo?"

Lo buscó entre las personas y caminó entre ese mar que lo movía de un lado al otro. Cuando llegó al otro lado de la fiesta se encontró con su esposo hablando con otras personas.

— ¿Qué pasó, príncipe? — Dijo el hombre poniendo toda su atención en su esposo al notarlo.

— Te estaba buscando... — Susurró el pelirrojo con la bebida en mano y el hombre sonrió con dulzura tomando la mano de su esposo para hacerlo sentar junto a él y con la otra mano agarrar la copa.

— Yeonjun, ellos son algunos de mis socios. — El pelirrojo sonrió ante los hombres que iban acompañados de sus parejas y les saludó cordialmente.

Hasta que tuvo que saludar a una mujer, también pelirroja que lo saludó casi obligadamente y con asco. Yeonjun borró lentamente su sonrisa y desvió su mirada mientras arrastraba un rebelde mechón de pelo suyo tras su oreja.

— ¿Trabajas, Yeonjun? — Preguntó el esposo de la pelirroja.

— No, señor Lee. — Dijo el pelirrojo dejando su bebida sobre la mesa, sintiendo la mano de su esposo en su cintura — Estoy terminando de estudiar medicina y así empezar para mis estudios de médico cirujano.

El señor Jong Suk sonrió hacia el pelirrojo sin decir nada, luego observó al señor Jisub.

— Es un chico joven, apuesto e inteligente. — Dijo el hombre pelinegro — Perfecto para ti.

El señor Jisub asintió y notó a la acompañante del hombre muy inquieta por lo que su esposo había dicho.

— La mujer que te acompaña es muy hermosa y joven también, no dudo tampoco de que sea inteligente. — La pelirroja volteó a ver a su esposo y este solo acarició su mano.

Yeonjun, ahogado por el incómodo ambiente y por el cuello de su camisa, soltó dos botones de ella y acarició cuello sintiendo que el peso del ambiente se desvanecía.

El hombre pelinegro se fijó en las clavículas sobresalientes del pelirrojo y su esposa giró los ojos ante la acción de Yeonjun.

El señor Jisub frunció el ceño y carraspeó haciendo que toda la atención caiga en él.

— Yeonjun, príncipe. — Yeonjun volteó hacia su esposo emitiendo un suave "¿Hm?"

— ¿Puedes traerme un poco más de hielo? — El pelirrojo asintió tomando entre sus manos la copa y dirigiéndose a la cocina.

Sirvió los hielos y bebió de una botella que anteriormente estaba cerrada, para calmarse un poco.

— ¿Yenjun se llama?

— Yeonjun...

El pelirrojo al oír su nombre dió unos pasos hacia atrás y se ocultó a un lado del refrigerador.

— Me parece de muy mal gusto esto, es una ridiculez. — Se escuchó la voz de una mujer — Ese niño se ve de apenas 19 años, a Jisub debería darle vergüenza.

— Por favor, el único que debería sentir vergüenza es ese joven. Pobre hombre, se aprovecha de él y su obsesión. 

— Ya sabes, el padre de Jisub siempre decía que iba a ser como Da Vinci y tuvo razón.

— ¿Artista?

— No, homosexual y gusto por menores. 

Ambas mujeres se fueron riendo y Yeonjun frunció ceño con enojo.

Salió de escondite pero las mujeres ya estaban, se recostó por la mesada soltando un suspiro largo y cansador para luego beber de la botella.

Escuchó unos pasos de tacón acercarse pero no le dió importancia.

Cuando levantó la mirada observó a la pelirroja, esposa del señor Lee, servir en una copa una bebida.

La mujer siquiera veía lo que hacía, solo observó seriamente al joven de veinticinco años.

— ¿Tiene algo que decirme? — Preguntó el pelirrojo fuera de sí ante la penetrante mirada de la mujer.

— No. — Dijo — Pero como amiga del señor Jisub, esperaba que el día que vuelva a casarse sea con una mujer que lo adore y lo ame tanto como él. — Yeonjun tragó duro y parpadeó unas cuantas veces.

De pronto, la música se detuvo y se escuchó un jadeo en multitud.

Ambos abrieron los ojos en demasía y caminaron fuera de la cocina, para saber qué ocurría.

Cuando Yeonjun notó que las personas se agolpaban alrededor de donde se encontraba Jisub, aceleró el paso y se abrió paso entre la multitud hasta llegar a su lado.La escena del señor Lee tratando desesperadamente de reanimar a su esposo y los sirvientes ocupándose de llamar a emergencias lo dejó paralizado. El corazón le latía con fuerza en el pecho y su mente se nublaba de confusión.

— ¿Q-qué pasó? — intentó articular palabras, pero su lengua parecía retorcerse en su boca.

— No lo sabemos. — respondió un sirviente, frotando ansiosamente sus manos.

— ¡No, no! Él estaba bien, no pudo... Jisub — susurró Yeonjun, sintiendo cómo la ansiedad y la desesperación lo consumían por dentro.

La ambulancia llegó rápidamente y el señor Jisub fue atendido de inmediato. Sin embargo, la multitud que se había congregado alrededor no se dispersaba y Yeonjun temblaba incontrolablemente.

Su rostro estaba enrojecido por las lágrimas que no podía contener y se sentía completamente impotente.Solo se había ido por un segundo.

— El señor no parece tener pulso — informó uno de los paramédicos, con preocupación en su voz.

— ¡¿Cómo?! — exclamó el señor Lee, mientras Yeonjun se aferraba a su saco, sus labios temblaban sin control.

— ¿Qué f-fue lo que pasó? Estaba bien — logró balbucear el pelirrojo, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

— Estaba tranquilo, luego se retorció un poco y se desmayó — le explicó uno de los sirvientes, con la voz cargada de angustia.

El enfermero continuó realizando los primeros auxilios, esperando desesperadamente una respuesta positiva. Los minutos parecían eternos mientras los paramédicos luchaban por revivir a Jisub. Cada compresión en el pecho, cada intento de reanimación cardiopulmonar, era un rayo de esperanza que se desvanecía rápidamente. La tensión en el ambiente era asfixiante, y el silencio solo era interrumpido por los sonidos de las instrucciones médicas y el zumbido de los equipos de emergencia.

— No, no parece responder — informó el hombre, observando con preocupación su equipo médico.Las puertas de la ambulancia se cerraron con un sonido ominoso. 

Yeonjun dio unos pasos hacia atrás, cubriéndose el rostro, casi tropezándose con sus propios pies. Tratando de no explotar en llanto.

El fiel sirviente antes mencionado se acercó para tomar a Yeonjun evitar que este caiga.

— Señor... — El hombre susurró y Yeonjun sollozó.

— Kyungsoo, comuniquen que la fiesta acabó, por favor. — Dijo con una voz rota, como su garganta le permitía hablar.

El sirviente le comunicó ello a los encargados.

Finalmente, los paramédicos lograron estabilizar a Jisub lo suficiente como para llevarlo a la ambulancia. Yeonjun observaba con los ojos llenos de lágrimas mientras Jisub era colocado con cuidado en la camilla y llevado hacia el vehículo de emergencia. El sonido de las sirenas resonó en el aire, anunciando la urgencia de la situación.

Al llegar al hospital, la realidad golpeó con fuerza. A pesar de los esfuerzos desesperados de los médicos por revivir a Jisub, su corazón no respondía. La sala de emergencias se llenó de un silencio pesado y sombrío, solo interrumpido por los susurros apagados del personal médico.

La realidad se estrelló contra Yeonjun como una ola de dolor y tristeza abrumadora. El hombre que había sido una figura paterna para él, alguien en quien confiaba y amaba, ahora yacía inerte, convertido en un cuerpo sin vida. El impacto emocional fue devastador, dejando a Yeonjun sin palabras y con el corazón destrozado.

•bd•

Yeonjun caminó sin dejar de pensar si de verdad estaba pasando todo. Cuando entró a la habitación observó la cama matrimonial y caminó hasta sentarse en ella, observando un punto fijo en el piso.

— Lo siento mucho, ¿quieres algo?

— Quiero... dormir. — Soltó, sin ver al sirviente y este asintió cerrando la puerta al irse.

Cuando estuvo finalmente solo y realmente solo, abrazó la almohada de la gran cama y la abrazó, rompiendo en llanto como quería. 

Se había ido de su vida tan repentinamente alguien tan maravilloso, que lo llenó de más amor y poemas que cualquier pretendiente que haya tenido, el hombre que lo trató de conquistar todos los días, hasta el último, tratando de que sus sentimientos sean correspondidos.

Que aunque Yeonjun no sintió ese mismo amor, no fue difícil amar lo cariñoso que el hombre era.

Y ahora no estaba, cuando se había acostumbrado.

Lloró en la cama hasta que sus lágrimas se secaron, su garganta ardió y su cuerpo se desplomó, finalmente descansando.

Cuando Beomgyu se enteró, no pensó dos veces en ir a ver a su amigo. Habían pasados dos días en los que el castaño no podía dar con su amigo.

El primer día el señor Jisub había sido enterrado y Beomgyu estaba enfermo por haber tomado.

El mayordomo Kyungsoo le comentó que Yeonjun no paró de llorar todo el funeral y que más triste le pareció que fue el único llorando.

El segundo día le habían dicho que Yeonjun no quería ver a nadie por el momento.

Abrió la puerta de la habitación encontrando a Yeonjun en la cama, mirando la luz natural de sol siendo opacada por las cortinas.

— Yeon... — El castaño se acercó hasta sentarse en la cama tras su amigo— Ya sé lo que pasó, lo siento mucho. — Dijo acariciando los hombros y espalda de su amigo, este siquiera se movió. — Yeon... odio verte así ¿quieres hacer algo, hablar de algo?

El pelirrojo se volteó hacia su amigo, con las mejillas rojas y ojos hinchados.

— Yeon... — Susurró el menor acariciando su cuero cabelludo.

— Solo quédate conmigo, quiero dormir bien.

El castaño suspiró y se acostó con él, acariciando su cabello hasta que Yeonjun pudo dormir. El pelirrojo se hizo bolita en el pecho de su amigo y lo abrazó. Beomgyu suspiró con tristeza, abrazando a su amigo.

Los minutos se hicieron horas y Beomgyu tuvo que obligarse a tomar una siesta para no alejarse de Yeonjun.

Beomgyu no supo qué tanto Yeonjun se había acostumbrado a dormir con alguien, hasta que tuvo acompañarlo una semana entera.

Los padres de Beomgyu ya no le creían cuando él decía dónde era que dormía pero el chofer se encargó de dejarles claro que él era quien lo llevaba y traía.

Beomgyu llegaba y dormía la siesta con su amigo y realmente no se quejaba.

Un domingo, cuando Yeonjun despertó, al fin con un cálido cuerpo abrazándolo, quiso seguir su siesta pero ya no pudo. Se sentó en la cama y observó a su amigo a un lado, ya no tenía lágrimas para desparramar y tampoco quería.

El teléfono de línea a un lado de la cama sonó despertando a Beomgyu y drenando el poco sueño que Yeonjun tenía.

— Taehyun, atiende el teléfono. — Murmuró Beomgyu medio dormido cubriendo su rostro con la almohada.

Yeonjun atendió para no molestar más a su amigo y llevó el teléfono a su oreja.

— ¿Choi Yeonjun? — Oyó del otro lado de la línea.

— Sí, soy yo.

— Lamento su pérdida. — Yeonjun frotó sus ojos y no dijo nada — Soy el abogado encargado del testamente del señor Jisub y quería su permiso para arreglar eso en su casa.

— Sí, claro, abogado. — Dijo y aclaró su garganta. — ¿Aquí a qué hora?

— ¿La nueve de la mañana le parece?

— Sí, no hay problema.

Yeonjun cortó y volteó a ver a Beomgyu.

— Que rápidos son esos hijos de puta. — Soltó el castaño — ¿Crees que el señor Jisub le haya dejado algo a sus familiares?

— El señor Jisub era un hombre bueno y humilde, estoy seguro que sí.

— Tu madre está preocupada por ti.

— Mañana luego de hablar con el abogado iré a verla. Sigamos durmiendo.

— Yeon, ha pasado una semana, vayamos a tomar aire fresco. — El castaño se levantó de la cama.

— Gyu...— Gimió con flojera, cubriéndose completamente con las mantas.

— Nada de Gyu, ven, Taehyun me enseñó una receta riquísima y quiero enseñarte.

El pelirrojo fue levantado obligadamente y Kyungsoo sonrió al verlo con más ánimos.

• bd •

Yeonjun no podía creer que hay más gente en la repartición de bienes del señor Jisub que en su funeral.

— Abogado... — Susurró el pelirrojo — ¿Usted los citó?

— No a todos. — Dijo el hombre y Yeonjun suspiró alejándose lentamente para sentarse a un lado de Gyu.

El hombre de traje caminó hasta quedar frente a todos y carraspeó.

— Los cité aquí a algunos de ustedes aquí porque unas semanas antes, el señor Jisub me dió unas indicaciones sobre esto así que sin muchos rodeos, voy a leer el documento. — Yeonjun no volteó a ver a nadie, solo miró sus manos — Yo, So Jisub, cuarenta y ocho años de edad, en uso de mis facultades mentales y legales, por medio del actual testamento, manifiesto que una vez que haya fallecido, mis bienes sean repartidos tanto mi cuentas de ahorros como muebles, inmuebles, cuentas bancarias, acciones, propiedades cuales se encuentran en poder de mi abogado a mi esposo Choi Yeonjun.

Todos voltearon a ver al joven.

— Hasta el 5 de diciembre del 2024, luego de esa fecha el 100% de las acciones, sucursales  y mansión que residía estarán en su poder. Muebles, inmuebles, cuentas de ahorros, bancarias  y otras propiedades quedarán en manos de mi hijo único; Choi Soobin. Ningún tipo de inversión o retiro se llevará a cabo sin la firma de ambos.

Yeonjun jadeó de sorpresa levantando la mirada y observó a las personas que miraban hacia atrás y volteó también. Cuando lo hizo, pudo observar a un joven alto de cabello azul oscuro, con una leve sonrisa, casi oculta.

— ¿Acaba de decir "Choi" ?— Susurró Beomgyu y Yeonjun solo observó a su amigo sin comprender.

Luego volvió su mirada al joven y este le sonrió levemente.

— Él no estaba en el funeral. — Susurró Yeonjun para su amigo y Beomgyu negó, casi indignado.


se vienen cositas

se vienen las clases tmb ptm

Avisen errores uwu

Cap concluido un sábado 30 de julio del 2022 a las 01: 14 escuchando spring day xd

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