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Angeline

El frío de la noche me abrazo. Estaba en medio del bosque que rodeaba la casa de mi abuela, mire a mi alrededor filas y filas se altos árboles que casi alcanzaban las nubes grises. Las hojas crujían bajo mis pies y el olor a tierra húmeda invadía mis fosas nasales.

Llegué al pórtico de la casa, limpie con la manga de mi suéter el cristal de la ventana intentando ver algo adentro, pero nada, oscuridad total. Me aleje dos pasos atrás, volviendo a pisar la tierra y las hojas, observando bien cada esquina de la casa donde crecí. Estaba intacta, tal y como la dejamos cuando huimos con Ares, solo se veía más triste y sola, la pintura del exterior se estaba cayendo, había manchas de moho en las esquinas de las ventanas y la hierba alta que se apoderaba de los pilares.

Quizás y solo fue una trampa de parte de Ares y mi abuela se mantenía a salvo》pensé como posibilidad, pero no, mi corazón dictaba que entrara y yo misma lo averiguara, si era una trampa de Ares para que viniera al menos le daría el beneficio de la duda.

Me pare frente a la puerta estirando la mano para sujetar la perilla, más una gota de sangre volvió a caer entre mis dedos. Intenté verme en el reflejo de la ventana, mi nariz volvía a sangrar.

Se que fue por aparecer aquí, no estaba en mis cinco sentidos y a decir verdad me sentía algo débil, todo por el impacto de esas imágenes que Ares me mostró. Sí Alarick hubiese venido, también se hubiese lastimado, aparecer y desaparecer requiere de gran fuerza física y mental.

El cielo empezaba a tronar, debía hacer esto rápido. Intente abrir la perilla pero estaba cerrada era obvio, saque mi varita y apunte para lanzar un "alohomora" cuando la mano de alguien se posó sobre la mía, causándome un susto de muerte y que pegara un grito camuflado por los truenos del cielo.

—¡Mierda! ¡Alarick! —sostenía mi pecho con mi mano, sentía que el corazón se me saldría —.¿Estás bien?

Alarick estaba apenas apoyándose en su bastón, respiraba constantemente, se había lastimado al intentar aparecer.

—Te dije que no me siguieras...

—Soy el mayor por 12 minutos...—dijo intentando hacerme reír pero mi enojo se mantenía firme. Alarick aclaró la garganta y se enderezó —. Está todo igual.

—Pues es se verá en un rato —abrí la puerta con ayuda de mi varita y el hechizo, esta se abrió lentamente dejando a su paso un rechinido.

Todo estaba oscuro, Alarick iluminó con un "lumus" nada parecía haberse movido, solo había polvo cubriendo los muebles y algunas telarañas en los rincones del techo.

—Está intacto —dijo Alarick.

—Eso parece. Ve y revisa arriba, yo me quedo aquí —dije caminando en dirección al viejo estudio de la abuela.

—¿Qué? Angeline no hay nada ¿lo ves? Fue solo un truco de Ares, debemos irnos y ya.

—No, si tú quieres irte, bien. Yo me quedaré, no pienso abandonar a mi abuela —contesté.

—Pero ella no está aquí ¿O acaso la vez? Todo está bien, todo está en lugar ¿no te das cuenta? Los muebles, las decoraciones, las fotos...

—Las fotos...—mire la estantería, inclinando un poco mi varita para ver mejor —. Las fotos...¡Alarick! Están las fotos aquí.

—Claro, porque no hay nadie aquí, no...—se quedó pensando unos segundos, camino lo más a prisa que pudo y tomó entre sus manos un portarretratos polvoriento de la repisa —.Es la abuela con nosotros, pero...ella ¿por qué estamos?

—Se supone que Ares nos borró de sus recuerdos. Todo está intacto...y...

—¡Shhh! —dijo Alarick con el dedo índice entre sus labios.

El ambiente se volvió tenso, los truenos se escuchaban y el viento silbaba atravesando la madera y haciéndola crujir.

Mirábamos a nuestro alrededor buscando respuesta a nuestras dudas. El silencio comenzaba a jugar con nuestras mentes.

Caminé hasta el arco que dividía la sala de estar del comedor, moví una pequeña mesa y observé detenidamente la pared desde abajo hasta arriba tocando con la yema de mis dedos el tapiz.

—Ayúdame a iluminar mejor —le pedí a mi hermano y se acercó hasta mí. Pero ni las dos varitas juntas me dejaban ver bien.

—¿Qué pasa? —preguntó Alarick.

—Revelio

Apunte a la pared y poco a poco las paredes y el resto de la casa, comenzaban a desvanecerse. Todo lo que se encontraba intacto se convirtió en la escena de un crimen, un desastre total.

El tapiz de la pared estaba desgarrado, los muebles rotos y tirados por todos lados, aquella estantería yacía en el suelo con las figuras y fotografías rotas.

—Estaba encantada... —dije —. ¿Lo olvidaste? Cada año la abuela nos medía justo en esa pared — señale los desgarres de la pared y las marcas que apenas se dejaban ver.

Alarick miró la fotografía entre sus manos, permanecimos en ella, lo que indicaba que a mi abuela se la habían regresado sus recuerdos y que, por ende, era víctima de Ares.

—¡Desmaius!

Me posicione delante de mi hermano y ataque a la figura que apareció frente a nosotros.

—Era una trampa—confirmó mi hermano, colocándose a mis espaldas esperando el siguiente movimiento.

—No, esto es lo que él quería. Traernos aquí —respondí.

—Tenemos que irnos.

Alarick comenzó a caminar a mis espaldas, supuse se dirigía directo a la puerta pero yo no me iría. Cuando de pronto un rayo cayó cerca de la casa, iluminando todo el lugar causando un estruendo estremecedor. Ambos nos mantuvimos quietos, y, por si fuera poco, entre la oscuridad y las gotas de lluvia que empezaban a caer del cielo, vimos como la puerta se abría lentamente con ese horrible rechinido de madera vieja.

Alarick me regresó a ver sobre su hombro, indicándome con la mirada que se acercaría a observar mejor.

Mientras tanto caminaba entre los muebles rotos, percibiendo un aroma desagradable de sangre y tierra.

Un relámpago iluminó un poco y en el suelo se reflejo la sombra de alguien alto parado justo detrás de mí. Me di la vuelta y me encontré con los ojos azules y esas pupilas dilatadas de Greyback. No logre pronunciar palabra alguna, Greyback envolvió perfectamente mi cuello con su mano, apretando ligeramente, sentí mis pies despegarse del suelo y la falta de aire en mis pulmones.

Greyback sonrió entre abriendo los labios y dejándome ver sus asquerosos dientes amarillentos. Movía las piernas con desespero y de mi boca apenas y salían pequeños quejidos inútiles por querer llamar a mi hermano.

—No hay nadie...¡Angeline!

—¡Cruc—¡Expulso! —contraataco Alarick justo a tiempo antes de que Rodolphus lo golpeara con un hechizo.

El esposo de Bellatrix inició una pequeña batalla con mi hermano, ambos desviaban los hechizos. Rodolphus se reía.

—Ala...rick —la cabeza comenzaba a dolerme y solo escuchaba y veía destellos de luces rebotar por toda la casa.

—¡Confundos! ¡Expulso!

Esos dos hechizos bastaron para que Alarick mandara a volar a Rodolphus contra Greyback y al fin me soltará, apenas toque el suelo busqué la forma de que el aire volviera rápido, el cuello me ardía y me dolía. Alarick me ayudó a ponerme en pie rápido e intentar buscar una forma de salir.

—¡FUMUS!

El hechizo fue lanzado por Lestrenge casi de inmediato una cortina de humo cubrió toda la habitación. Junte espaldas con Alarick y mantuvimos las varitas en alto, esperando cualquier movimiento que viniera. La tormenta caía y la tensión aumentaba.

—¿Y no querías que te ayudará? —reprimió una risa Alarick.

—¡Cállate! No es momento.

La tormenta golpeaba el techo de la casa, el viento silbaba y el humo comenzaba a dispersarse. Habia que idear un plan lo más pronto posible, o todo acabaría mal.

—¡PETRIFICUS TOTALLUS!

Ataque a Greyback, estaba a punto de correr hasta nosotros. Lo vi caer frente a mí como un maniquí con las manos en alto y las de fuera quedando con la boca abierta.

De inmediato otros mortifagos aparecieron rodeandonos. Estaban Rodolphus, Rabastan y Walden Macnair. Alarick y yo intercambiamos miradas, estábamos rodeados.

—¿Dónde está Ares? —pregunté, apuntando contra Rodulphus.

—¿La niña necesita de papi? —Y, con ese comentario sarcástico de parte de él, dio inicio a una batalla.

De un momento a otro mi hermano y yo nos separamos, cada quien en duelo con mortifagos. La tormenta se volvió más salvaje, los truenos más fuertes y el viento violento. Todo se acomodaba para una larga batalla.

Los Lestrenge hicieron moverme hasta llegar al viejo estudio de la casa. Cada hechizo rebota contra las viejas estanterías, causando más destrozos. Uno golpeó el cristal de la ventana, los cristales volaron, unos cuantos cortaron mi piel, pues la fuerte ventisca aprovechó ese momento para entrar.

Rodolphus lanzó su siguiente ataque, pero no me dejaría intimidar, saque ventaja de mis habilidades, me esfume delante de sus ojos y aparecí detrás suyo, pero él, era más que claro que tenía más años de experiencia, su varita desprendió una intensa luz, nuestros hechizos se conectaron por un largo rato, mi nariz comenzaba a sangrar, mal momento para todo. El se burlaba al ver mi esfuerzo. Agité mi varita con todas mis fuerzas, desviando y rompiendo la conexión de nuestras varitas contra la pared, Rodolphus se esfumó y ahora, quien entró a duelo fue Rabastan, no tardó en atacar.

Hubo un momento en que mi estado físico fue crítico, me sentí cansada y débil. Me recargué sobre el escritorio volteado, Radastan se reía, y tan pronto se fue, su hermano apareció una vez a su lado.

Sus hechizos eran rápidos, trataba de esquivarlos todos pero empecé a fallar, lo único que pude hacer fue correr y esconderme tras todo lo que encontraba, muebles, pilares. Terminé escondida detrás de una estantería, sentada en el suelo con mi espalda recargada en la madera.

La nariz me sangraba otra vez. En medio de burlas y relámpagos escuche el grito de Alarick, me olvide por completo que él estaba en duelo y su gran desventaja. Debía ayudarlo, me apoyé en mis rodillas y me puse en pie, ambos hermanos esperaban en medio de la habitación impacientes por mi.

—Eres igual de terca que tu padre —dijo Rodolphus con tono burlesco.

Lo que más odiaba en la vida, ser comparada con Ares. Limpie la sangre de mi nariz, me aferre al mango de mi varita. No me dejaría intimidar por ese par.

El duelo comenzó otra vez.

Sus risas, sus burlas y esos comentarios innecesarios comparándome con Ares, me llenaba de adrenalina. Me oculté tras un pilar, antes de que un hechizo me golpeara, sentí la velocidad de este pasarme de lado, llevándose trozos del pilar. Otro grito de Alarick.

—Parece que tu hermanito te necesita —dijo Rabastan, intentando provocarme —. Algo más que tienen en común, Ares y tú, es que nunca podrán proteger a los que aman.

El pecho se me lleno de aire, una corriente caliente me corrió por el cuerpo. Salí dispuesta a darlo todo, lance un expulsó contra uno de ellos, inmediatamente lo arrojé lejos, atravesando la pared de la habitación cercana. Un desmaius fue directo a Rabastan, no se lo esperaba, conseguí aturdir y, finalmente lo desarme.

Estaba tan impresionado como yo. Su rostro cambió de burla a llenarse de vergüenza, tal vez pensó que diría Lord Voldemort al verlo ser derrotado por una simple chica.

—¡LeviCorpus!

Radastan quedó colgando en el aire por el tobillo. Me acerqué a recoger su varita del suelo y luego lo miré directo a los ojos.

—Tu grave error fue compararme con mi padre —arrastré esa última palabra con odio y asco. Él soltó una fuerte carcajada y, sin esperarlo, di un fuerte puñetazo en el rostro, noqueando al instante.

Las piernas me falsearon, caí de trasero al suelo, estaba cansada y débil. La nariz me seguía sangrando. Pero aún debía ayudar a mi hermano.

Alarick

Experimentar el del hechizo de tortura es algo que no se puede explicar, ese dolor que invade tu cuerpo, esas descargas que te tensan los músculos, esas risas del mago quien provoca y disfruta verte sufrir. No, definitivamente no desearía que nadie pasara por esto.

No podía hacer nada más que gritar, sacar el dolor que causaba. Macnair esperaba, sin duda, que suplicara para detenerse, pero no, no le daría el gusto. Soportaría hasta poder tener las fuerzas necesarias para ponerme en pie y atacar.

—Esto es aburrido...—Macnair se detuvo, yo respire lo más que pude, sintiendo alivio —.No entiendo como lo hacen, ¿Cómo soportan esto? Ni siquiera el hombre más masoquista podría aguantarlo...

No entendía muy bien a lo que se refería, Macnair caminaba en círculos alrededor de mi, su silueta la iluminaba la luz de la tormenta y los truenos. Me apoyé sobre mis rodillas, pero no era sencillo ponerme en pie, mi pierna estaba más dañada ahora, tome el bastón tirado junto a mi, y luego la bota de Macnair me pisó la mano con fuerza, ahogue un quejido, no le daría más gusto de verme sufrir.

—No te lo he dicho pero ese bastón te hace lucir bastante elegante —dijo él. Levante la mirada para verlo, tenía una sonrisa en el rostro —.Te miras igual de miserable que tu padre —reprimió una carcajada, y presionó más su bota sobre mi mano, inclinándose un poco hacia mí,bajé la mirada—.Físicamente eres su vivo retrato, incluso ese orgullo, ese afán de querer pretender ser fuertes, cuando en realidad...son un par de cobardes.

Levante mi cabeza con todas mis fuerzas, golpeando su cara, Macnair retrocedió llevándose las manos al rostro, su nariz sangraba, y maldecía de dolor. Me puse en pie y tomé mi bastón, golpeándolo con punta de este en las piernas, tumbándolo al suelo.

—¡Ascendio!

Envolví su cuerpo con el hechizo, lo elevé lo más alto que pude, tanto que traspasó el techo de la casa, la madera y la lluvia caían en mi rostro. La poca fuerza de mi pierna me hizo perder la concentración y ahora, Macnair gritaba mientras caía golpeando finalmente el suelo con su cuerpo. Estaba inmóvil sobre una cama de escombros.

—Esto sirve más que solo hacerme ver elegante —dije con elogió.

Angeline apareció, suspire aliviado de verla intacta. Miro el cuerpo de Macnair y luego me miro a mi, desconcertada por la escena.

—¿Y los otros? —pregunté.

—Me encargué de ellos.

No logré decir mucho, mi cuerpo se fue hacia atrás, por suerte, mi hermana me sujetó a tiempo.

—Tenías razón...ya no tengo la ventaja de antes —la miré, y luego miré el bastón que me acompañaría por siempre.

Caminamos al centro de la casa, donde todo comenzó, pero ahora, había algo peor. Greyback no estaba.

—No está...—observé todo el lugar pero no había nadie más que nosotros. Preste atención y escuche las fuertes y firmes pisadas de alguien a mi derecha. Me separe un poco de Angeline y me coloque delante suyo.

Por el pasillo entre tantos escombros se abría paso con su bastón y su maldito semblante frío. De reojo logre ver a los Lestrenge de pie otra vez, llegando por el lado de mi hermana. Angeline no les perdía el rastro a ese par, nuevamente estábamos espalda con espalda, esperando quien se dignara a dar el siguiente ataque.

—No esperaba menos de ustedes —dijo Ares, saliendo de la oscuridad.

—¿Dónde está? No lo preguntare dos veces —Angeline se dio vuelta para verlo, y yo la detuve del brazo, estaba dispuesta a atacar.

—¿Así es como reciben a su padre después de tanto? – dijo entre una risa seca y empezó a caminar alrededor de ambos —Dime, Angeline,¿Cómo te diste cuenta de todo este teatro? —exclamó con voz teatral, agitando su mano señalando la casa.

—Fue difícil al principio pero al ver las fotos...supe que había de dos; Regresaste sus recuerdos o, simple, hechizo de ilusión...

—Mi querida hija, no hay duda alguna en que eres una ravenclaw hecha y derecha —se paró firme frente a nosotros. Esta vez lo note más delgado, su cabello sujeto pero con algunos cabellos saliendo a sus lados, su ropa estaba sucia. Ares alzó el brazo y chasqueo dos veces los dedos.

Detrás de él, llegaba Greyback con una sonrisa perversa dibujada, sosteniendo una soga en sus manos, entre cerré mis ojos para ver mejor a quien traía con él, se miraba una silueta mucho más baja comparada con la gran altura del licántropo. En cuanto un relámpago iluminó el lugar, haciendo ver a quien traía Greyback el aire me comenzó a faltar y el corazón se me estrujo. Greyback traía a nuestra abuela con una soga atada al cuello. Ella estaba sucia con su cabellera despeinada y algunos cortes en su rostro y brazos.

—¡No! ¡Déjala en paz! —detuve a mi hermana, sujetando su mano con fuerza y Ares cerrándole el paso -- .Déjala ¡He dicho que la dejes! —gritaba con lágrimas reprimidas.

—¡Vamos a calmarnos primero! —dijo Ares con voz neutral, pretendiendo hacernos entrar en razón —. Su abuela está bien, como pueden ver. Ella y yo, solo...tuvimos ciertos desacuerdos —decía, volviendo a caminar alrededor de nosotros, apreté la mano de Angeline —. Hubo que tomar medidas, eso es obvio.

—¿Qué quieres lograr? —preguntó Angeline con voz quebrada.

—Eso es simple, mi niña. Ustedes dos, volverán conmigo y cumplirán todo lo que el señor tenebroso ordene.

—No, niños no...

Mi abuela guardó silencio al momento en que Ares puso su varita muy cerca de ella. Tenía mucha ira dentro, quería acabar con todos ellos de una vez. Estaba enfurecido, pero no podía demostrarlo, si actuaba impulsivo o dejaba a mi hermana hiciera algo, estoy seguro que Ares no lo perdonaría y quién pagaría por nuestras imprudencias sería nuestra abuela.

—Hijos, entiendan que como padre, es duro ver sufrir a sus pequeños —Lestrenge sonrieron burlones al escucharlo —.pero de alguna forma tenía que hacerlos venir. Alarick, me decepcionas bastante hijo, creí que cuidarlas bien de tu hermana y solo dejaste que sufriera con esas pesadillas, cuando, claro esta...se podrían evitar.

Angeline me miró con desprecio. Estaba siendo atacado con lo que más me dolía y Ares lo sabía perfectamente. De nada sirve arrepentirse ahora.

—Así que tuve que tomar medidas drásticas y...decidí visitar a mi querida suegra.

—Eres un jodido psicópata —dijo Angeline, Ares la miro —.Por favor...Ares, te suplicó...—camino hasta él, totalmente en calma que hasta él mismo se sorprendió —. Haré lo que quieras pero por favor... solo detente...

Ares escéptico a lo que mi hermana decía. Ordenó que siguieran torturando a nuestra abuela. Greyback apretaba de la soga, asfixiando a mi abuela, sus lastimadas rodillas pegaron contra la madera y sus manos intentaban apartar la apretada soga de su cuello. La impotencia estaba acabando conmigo. Angeline entonces gritó.

—¡Basta ya! Iré contigo —se resignó mi hermana —pero déjala, por favor...—gota tras gota de lágrimas descendían por su rostro, acercándose a Ares —. Iré contigo, por favor...solo déjala, haré lo que quieras. Por favor, Ares, por favor....padre.

Esa palabra fue tan fuerte como los truenos del cielo. Quedé asombrado tanto o más que Ares de escuchar esa palabra salir de la boca de Angeline.

Ares alzó la mano, Greyback hizo un gesto como el de un niño al que le quitan su juguete favorito. La abuela aspiró todo el aire que pudo, intentando pronunciar palabra alguna.

—¿De verdad? —incluso el ambiente se volvió calmado, Ares tenía otro semblante, más relajado, con algo de esperanza por esa palabra.

—Sí...—dijo Angeline entre el mar de llanto que era —.iré contigo, padre...

Ares irradio ilusión, incluso el mago más ruin, tenía una debilidad.

Ares acercó con temor su mano al rostro de Angeline, limpiando sus lágrimas. Una imagen irreal.

—No lo hagas, Angeline...—dije, ambos volvieron a verme —.No puedes hacerlo —Ares me miró furioso.

—Tengo que hacerlo, Alarick —me miró directo a los ojos, clavando muy bien su mirada, noté sus pupilas dilatarse —.¿Entiendes?

—Entiendo...

Me acerque a mi abuela, quien me envolvió en sus cansados brazos. La vida volvía a mi por un pequeño instante, extrañe mucho su calor y ese gran amor que tenía.

—Angeline...—dijo la abuela apenas en susurro, observando a mi hermana junto a Ares.

—Todo estará bien, abuela...—contestó ella.

—Es una lástima, Alarick no poder llevarte conmigo —exclamó Ares —. Jamás estuve tan decepcionado de ti.

—Hubiera sido un placer y un grave error acompañarte...padre —dijo Angeline con una sonrisa casi perversa en su rostro, Ares la miró --.¡Ahora Alarick!....

Angeline lanzó un BOMBARDA al techo, y yo me esfume de ahí con mi abuela. Todo esto fue un plan ideado por Angeline, lo supe cuando me miró a los ojos y usó la legeremancia para contarme acerca de esto. Aparecí en el dragón durmiente, la abuela se quedó con Dagna y Laionel y yo me fui de ahí con Malfoy, quien fue inmediatamente avisado por mi hermana de la misma forma en que me contó su plan.

—Vamos con ella —dijo Malfoy acomodando su saco y esfumándose.

—Estoy con ustedes —Sam sujetó mi mano y ambos desaparecimos para volver y apoyar a Angeline.

Angeline se las había ingeniado para iniciar su lucha contra todos. Se mantenía en duelo con Ares, en cuanto aparecimos los Lestrange se fueron contra Malfoy, Greyback corrió conmigo y Samantha corrió ayuda a Malfoy. No solo ellos aparecían, más mortifagos empezaron a salir definitivamente esto se había salido de control. Rodulphus le estaba dando batalla a Malfoy burlándose una que otra vez llamándolo

—decepción para los Malfoy —

Samantha y yo estábamos lado a lado sobre una gran pila de muebles rotos de lo que alguna vez fue nuestro hogar. Angeline seguía su lucha contra Ares, de un momento a otro Ares se esfumó, estaba fuera de la casa, lo vi por un hueco en la pared, Angeline se percató de esto y fue tras él.

—Angeline —gritamos tanto Malfoy, como yo, no quería abandonarla, pero tampoco deseaba dejar sola a Sam.

—¡Ve con ella! —me dijo, golpeando con un hechizo a Greyback —.Yo estaré bien

Asentí, susurrándole que volvería por ella. Baje la pila de escombros y corrí con mi hermana, Malfoy intentó seguirle pero le habían bloqueado el paso.

La lluvia caía con mucha fuerza y apenas me dejaba ver mi alrededor. El frío calaba mis huesos y me hacía difícil caminar, el dolor en mi pierna se intensificó.

—Edevane —Malfoy camino hasta mí, estaba por gritar e insultarlo por abandonar a Samantha — .Relájate, se fueron...Samantha volvió al dragón durmiente para estar con tu abuela —sus palabras me calmaron, solo faltaba mi hermana —.Te ves terrible.

—Sí y tú te ves muy apuesto, seguramente —dije, el dolor era insoportable.

—Tienes que irte...estás muy mal —Malfoy insistió.

—No, no sin Angeline, esta en el bosque con Ares...no la dejaré sola —empecé a caminar. Pero el dolor con cada paso se intensificó, tanto que ni el bastón lograba sostener todo mi peso. Malfoy me sujetó, pasando mi brazo sobre sus hombros —.¿Qué crees que haces?

—Teniendo una cita romántica con mi cuñado ¿Pues que crees Edevane? Te estoy ayudando a ir con Angeline.

La lluvia se apaciguó, dejando ver entre ramas y oscuridad de los árboles las luces de los hechizos.

—Ahí están...

Insistí en caminar lo más a prisa que podía, Angeline estaba furiosa y se que con ese estado todo podía salir mal.

—Creí que yo tenía problemas familiares, pero sin duda, ustedes me ganan — Malfoy río a duras penas, aunque fue poco, dio una buena batalla.

Escuchamos a mi hermana gritar y quejarse. Las luces se detuvieron.

—¡Angeline! —Malfoy me soltó, me tambaleé un poco.

—¡Malfoy! —Hice un torpe intento por correr hasta él. Le lance un hechizo a sus pies que impidió se moviera, cayó de frente contra la tierra, ya esperaba su sermón por haberlo ensuciado —. ¡Te he dicho que pares!

—¿Qué haces Edevane? Angeline nos necesita —me miró de muy mala gana, escupiendo y limpiándose la tierra de la boca —. Quítame esto.

—¡No! Tienes que esperar, si nos ve podría ser peor.

—¿Peor? ¡Por un demonio, Edevane ya libérame!

—¡Shhh! —lo calle.

Las voces de Ares y Angeline se escuchaban muy cerca, camine a mi derecha, escondiéndome tras el tronco de un árbol, aparte algunas ramas para ver mejor. Ares estaba en el suelo, recargo a un tronco y con sangre escurriendo por su regazo. Angeline estaba parada delante suyo, con la varita en alto y la mano temblorosa.

—Edevane te juro que...

—Shhhh —insistí. Libere a Malfoy del hechizo, él se acercó más calmado, se sacudió la ropa y aun mirándome mal le dije que se acercara para observar y escuchar.

—¿Por qué niegas tu realidad? —preguntó Ares bañado en sangre y débil —. Todos mienten, Angeline...y todos lo hacen para protegerte...¿Por qué no te dejas cuidar?

—Yo no necesito que me cuiden...si eso los va llevar a engañarme, no lo quiero —contestó ella, afligida y cansada —. De todos los mentirosos en este mundo, tú eres el peor que he conocido...estoy harta de ti.

Ares se carcajeo, la sangre salía de su boca y escurría por su barbilla.

—Entonces hazlo, adelante...—insistió —.conoces el hechizo, me viste usarlo...con tu madre.

Incluso a mi esas palabras me golpearon. Malfoy nos miró a cada uno.

—No eres una asesina Angeline, pero estoy seguro que te convertirías en una con tal de proteger a los que amas. Y es ahí cuando se repite la misma intención de los Edevane, somos capaces de mentir, de matar y...de morir por nuestros seres amados.

—Tú no conoces el amor...

—Te equivocas, querida...a sido mi amigo por tantos años.

Angeline secó sus lágrimas, levantó la varita y abrió la boca. Pero solo un grito se escapó de sus labios, se derrumbó sobre la tierra y Ares se esfumó.

Malfoy me pasó de lado de inmediato y la cobijó con sus brazos, Angeline al verlo buscaba corte o moretón en su rostro, pero estaba bien, estábamos bien. Se abrazaron con todas sus fuerzas. Al percatarse de mi presencia se separaron, estaba sería.

—Estoy frente a las dos personas que más amo en la vida —nos miró por unos segundos a cada uno, sus ojos verdes estaban llenos de tristeza y desilusión —. Y también las que más me han mentido.

Golpe bajo, Malfoy y yo, desviamos la mira de ella, por lo menos yo, no me sentía cómodo mirándola a los ojos, no más.

—Estoy cansada que se expongan por mi, que me mientan, que crean que es necesario engañar para que esté a salvo. Estoy harta, y de alguna forma ofendida que me vean como una chica frágil.

—Sabemos que tú no...

—No he terminado, Draco —se molestó, Malfoy guardó silencio —. Toda mi vida han sido mentiras, todo el tiempo me he encontrado bajo una montaña de mentiras. ¿Por qué? ¿Por ser débil? No, no lo soy...y si lo fui, ustedes me ayudaron a recobrar mi fortaleza...Las guerras causan más destrozo emocional que ninguna otra cosa. Nos une, nos separa, no quiero estar más alejada de nadie. No quiero que nadie cargue con el peso de cuidarme, de eso me encargaré yo. Solo, —paso un segundo, miró al cielo, el amanecer se acercaba —. Quiero proteger a todos los que me importan, sin mentira alguna.

—¿Y qué piensas? —pregunté.

—Pienso que el acto más cobarde de mi parte sería continuar enfadada, eso no significa que no lo esté. Me mintieron, ambos, y por eso, Luna...mi amiga Luna está en problemas. Y es ella quien me enseño, que, cuando te importa tanto alguien y le eres leal, soportar algo tan duro, como una mentira o la peor tortura...no es nada comparado a lo que podrías sentir si algo malo le llegase a pasar a esa persona que tanto importa.

Sus palabras se grabaron con pesar en mi mente y corazón.

—No me quedaré neutral. Ya estuve de ambos lados, y se donde esta mi lugar.

—¿Y, dónde está? —Malfoy sonrió orgulloso de verla tan decidida, y más valiente.

—Con ustedes.

El sol salió, iluminando al fin tan terrible día. Los tres estábamos exhaustos, débiles, era hora de volver a casa y descansar. Pues ahora, sabíamos lo que seguía, enfrentar a Lord Voldemort. 





Hola mis queridas lectoras. Hoy les dejo un capítulo bastante largo. Y es el final de la segunda parte. En corto, se viene lo shido 7u7

Chicas, ando un poco sad, ya no veo tantos comentarios como antes y eso me desanima bastante, por eso a veces incluso demoró en actualizar :( siento que les a dejado de gustar la historia.

Esperó el capítulo les guste y estén ansiosas por los siguientes capítulos n.n

Las quiero, nos leemos luego


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