
::14::
~Angeline~
Fueron bastante difíciles estos días, la noticia de la muerte del padrino de Harry el regreso de Voldemort y, la verdad de mi familia...
Nadie más sabía y creo que es mejor así ¿Cómo le diría a los chicos que nuestro padre es mortifago? Todo este tiempo creí que estaba muerto, que quizás la muerte de mamá lo volvió loco y se fue, dejándonos solos, y que murió en algún momento...eso nos habían dicho, aunque sigo sin entender el porque no podía recordarlo, creo que es otra cosa que se sabrá con el tiempo.
Estaba sentada en el borde de mi cama, mirando al suelo sin ninguna intención de pararme. ¿Qué pasará con nosotros? ¿Qué pasara con la abuela? Ahora me preguntó, si tiene idea de todo. Estoy quebrada emocionalmente, compruebo que la verdad siempre duele, y duele muchísimo.
La puerta de la habitación se abrió, era Cho, me miro unos instantes. Toma algo de su cama, había olvidado su suéter, me sonrío ligeramente y yo desvíe la mirada al espejo frente a mi, notando mi apariencia descuidada, mi cabello estaba suelto, más no tenía algún listón, tiara o broche con lo que usualmente lo decoraba, incluso mi rostro se veía más delgado, mis pómulos muy marcados, al igual que mis notorias ojeras.
Se sentó junto a mi, tomando la tiara que Malfoy me obsequió, acomodo unos cuantos mechones castaños y luego, colocó la tiara en mi cabeza, como si fuese una princesa. Me miro a través del espejo, y después de mucho tiempo sonreímos.
—Así te ves mejor...— susurro, acariciando la punta de mi larga cabellera. Se levanto, colocándose su suéter.
—Cho — la detuve antes que se fuera, me miro desde la puerta. — Lo lamento...
Mi amiga volvió a sonreír, conteniendo algunas lágrimas, ahora es que entendía lo mucho que Umbridge pudo hacerla sufrir, quizás no todos somos fuertes, más eso no implica que no fuera leal a Harry, simplemente estaba asustada y el miedo nos lleva a hacer muchas cosas de las cuales nos arrepentimos.
— Nos vemos pronto, Angeline. — cerró la puerta tras despedirse.
Suspire antes de levantarme, acomodando mi falda. Ese día opte por usar una camisa color gris de manga corta, con algunos pequeños puntos blancos, mi falda azul marino que llegaba 4 dedos arriba de la rodilla, mis medias negras, mis botines y un suéter negro algo ligero. La tiara le daba un toque de vida, pues me sentía apagada, tome mi bolso y salí observando una última vez mi habitación.
Me encontré con Neville en los pasillos mientras buscaba a mi hermano, caminamos un rato más juntos, mientras me hablaba sobre lo mal que se sentía por quebrar su varita, aunque claro fue un accidente. El me informó todo lo sucedido en el departamento de misterios.
—¿Qué hicieron en ese rato? Nos asustamos mucho...
—Ya se los dije Neville, apareció Dumbledore y nos regresó aquí con ayuda de las chimeneas...
Esa fue la versión que les dimos a todos. Claro que se notó nuestra ausencia, pero como decirles la verdad, a lo lejos mire a Fred junto a George.
—Es su último año — me susurro Neville — ¿Iras a despedirte?
—Sí...— le sonreí y me devolvió el gesto, le di un gran abrazó de despedida y empecé a caminar hacía Fred, creo pensamos lo mismo porque el también se acercaba — No te irías sin despedirte ¿o si Freddy?
—Por supuesto que no — se agachó para darme un cálido abrazó — te extrañaré, Angeline...— me miró a los ojos, sin apartarse mucho de mi.
—Créeme que yo también, más que nunca. — susurre lo último, sea lo que sea me esperé el siguiente año, me hará falta su compañía y su gran sentido del humor.
—Angeline, yo...no quiero irme sin antes...— se estaba acercando poco a poco, no sabía que hacer, si moverme o no, solo esperé.
—Angeline — gritó Alarick desde el otro lado del pasillo.
—Creó que ya es hora...— dijo renegado, incorporándose nuevamente.
—Así es — aclaré la garganta, mirando a mi hermano desde lo lejos. — Adiós Fred.
—Hasta luego, querida Angeline...
Antes de darme la vuelta, lo vi alejarse junto a su gemelo, si supieras Fred que extrañaré tener alguna buena razón para sonreír. Ya con mi hermano, caminábamos en completo silencio, no hemos hablado mucho desde que se supo la verdad, creó que aún no encontramos las palabras correctas.
—Edevane. — Malfoy se acercó y mi hermano solo se siguió de largo, llevándose a Salazar en brazos.
—Draco, veo que ya puedes hablar sin vomitar. — traté de bromear, pero era tan evidente mi tristeza y la pena que sentía por el. A estas alturas no se aún si sabe lo de su padre, por lo que Neville me contó, Lucius Malfoy, es mortifago y ahora mismo esta en Azkaban.
—¿Estas bien? — creí notar algo de interés en su tono de voz.
—Por supuesto. ¿Por qué la pregunta? — empecé a caminar.
—Bueno, en primera me llamaste por mi nombre y...
—Oh, entonces te gusta que te insulte — mordí mis labios.
—Prefiero eso a que me rompas la nariz, aunque creo que una nariz chueca le sienta mejor a Parkinson.— me guiño el ojo con una sonrisa cómplice. Me tomó de la mano, algo tan repentino que me causo escalofríos y sentirme nerviosa, pero a el le encantaba ponerme así, se notaba en su sonrisa. Sin embargo, no me sentí incómoda. Se agachó, dándome un beso muy cerca de mis labios. — Nos vemos Edevane, ya quiero ver tus nuevas ocurrencias el próximo año.
Me brindó una sonrisa amigable, la más sincera que he percibido de su parte, se alejó y me quede observándolo, deseaba sonreír, sentir algo de felicidad por ver que Draco, no era del todo un fastidio. Más ahora, tenía ganas de correr con el y cerciorarme que se encuentre bien, después de todo, su vida también cambiará.
Llegué al tren, buscando entré los vagones a mi hermano. En uno estaban, Harry, Hermione y Ron, me miraron unos segundos y me sonrieron. Me siento la peor amiga, si es que me han llegado a considerar su amiga. Todo esto me a causado un terrible dolor de cabeza.
No quisiera irme a casa, cualquier lugar sería mejor que llegar y afrontar la realidad.
Mi padre asesinó a nuestra madre frente a nosotros, la razón aún no la se y no se si querré saber. Esa noche que me enteré quien era nuestro padre, me rehusé a escuchar toda la verdad, era demasiado y aún no se si estaré preparada mentalmente para saberla toda, Ares nos dio indicaciones, cortas pero muy específicas de lo que nos espera.
Escuché maullar a Salazar, estaba de pie en el medio del pasillo lo seguí hasta el compartimiento donde mi hermano se encontraba, mirando por la ventana.
Me senté frente a Alarick y Salazar se acomodó a mi lado.
—Al...— le hablé por primera vez después de días.
—No sé si deseó preguntar esto o si deseó saber tu respuesta pero...— me miró fijamente con sus cansados ojos. — ¿Me odias?
—¿Por qué? ¿Por intentar protegerme de una dura verdad? — agachó la vista, mirando la punta de sus zapatos. — Alarick, eres mi hermano y yo...hubiera hecho lo mismo si eso te mantendría a salvo, y emocionalmente bien...
—¿Y cómo estas ahora? — guardamos silencio — no estás bien, se que no duermes y apenas comes...y eso es solo con descubrir la verdad, como será cuando...
—Estaré bien — interrumpí — contigo a mi lado todo será fácil, es fácil ser valiente junto a ti...
Mi hermano hizo un gestó similar a una sonrisa. Me acerqué hasta el, sentándome a su lado, tome su mano y ambos nos miramos a los ojos.
—Seguiremos haciendo lo mismo que hemos hecho toda la vida. Estar juntos.
Un ruido extrañó nos hizo mirar al frente, ya no estaba Salazar frente a nosotros, en su lugar. Se encontraba Ares, sentando delante de ambos, con sus manos apoyadas en su bastón y sin dejar de borrar esa sonrisa arrogante de su rostro.
Alarick ya no mostraba temor, pero si respetó ante la figura que es Ares, yo, por el contrario deseaba notará mi odio por el. Sin importarle eso, nos miro a ambos con un rostro ansioso.
—El legado Edevane, va empezar.
::FIN DE LA PRIMERA PARTE::
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