
::02::
Angeline
Nos encontramos en el pasillo al perfecto de Ravenclaw. Un chico lindo al cual mi hermano no dudo en intimidarlo con una mirada severa.
—Bie-Bienvenida, Angel-Ange..
—Angeline, pedazo de idiota, se llama Angeline. ¿Es difícil pronunciar su nombre? —Calle a mi hermano con un codazo en la costilla, antes de que siguiera comportándose de esa forma tan fastidiosa.
—Si, lo- lo siento —aclaro un poco la garganta— mi nombre es Anthony Goldenstein, soy el prefecto de la casa Ravenclaw, te doy una cordial Bienvenida esperando que...
—Si, si nadie quiere escuchar tu sermón, Goldenstein —apareció el tal Malfoy, interrumpiéndolo y haciéndolo de lado soltando todos sus aires de grandeza que escurrían por todo su rostro —¡Felicidades Edevane! te dije que encajarías muy bien, por lo menos uno de los dos tiene el privilegio de estar en Slytherin — me miro de arriba abajo, creyendo que podía intimidarme —es una lástima, serias una preciosa Slytherin.
—De verdad es el sueño de toda mi vida —respondí sarcástica, se notó que mi comentario le pareció un insulto, aún más cuando Anthony trato se no reírse— nos vemos Alarick.
Junto con Anthony salimos por la entrada principal del castillo, la puerta era tan alta que me parecía interminable cruzamos los jardines cubiertos del manto nocturno de la noche, siguiendo el camino hacia lada oeste del gran castillo, caminando por un largo pasillo rodeado por altos arcos que daban vista al pateo, mientras intentaba memorizar muy bien el largo camino hasta mi sala común. Entramos una vez más al castillo pasando por un pequeño pasillo lleno de pinturas que se movían y me saludaban amablemente conforme caminaba. Hasta que por fin, luego de subir unas cuantas escaleras más estábamos a fuera de la torre de Ravenclaw, estaba demasiado alto pero la vista lo valía, podía ver el conocido lago negro el sauce boxeador y el bosque prohibido, además de sentir una fresca brisa nocturna volar mi cabello y acariciar mi rostro.
La puerta a la sala no tenia perilla o picaporte, solo una figura del animal de nuestra casa.
—¿Qué fue primero? El fénix o la llama —pregunto el águila.
—Adelante —me sonrió Anthony.
Debía analizar muy bien la pregunta antes de responder, no queria parecer estúpida en mi primer día, por algo el sombrero me coloco en esta casa, debía honrara.
—Mmm...Un circulo no tiene principio —trate de parecer segura ante mi respuesta.
—Excelente, pueden pasar— se abrió lentamente la puerta.
La sala común es completamente tan hermosa todo lo que imaginé, llena de libros y mesas para estudiar, los sillones, cortinas y alfombras eran en tono turquesa, no podía sentirme más soñada, inmediatamente me sentí como en mi nuevo hogar. Tal y como me indico el perfecto, ya en mi habitación estaban mis pertenencias y mi querido gato negro, descansando en la que sería mi cama. Tenía la cama de en medio.
Anthony me dijo que debía bajar de inmediato a la cena de bienvenida por lo mismo opte por cambiarme rápido.
Al estar lista, Anthony me llevo hasta el gran comedor 4 grandes mesas repleta de alumnos, y una más en el centro con profesores que ya degustaban del gran festín. Lo que me llamo la atención fue ese horrible punto rosa que destacaba de los profesores, supuse al instante de verla que estar cerca de esa mujer solo podría significar una cosa: problemas.
Mi hermano se encontraba ya con los Slytherin y solo unas horas aquí y ya tiene una araña aferrada a su brazo, una chica pelinegra que no se le quitaba de encima. Lo único que me reconfortaba era que él ni siquiera le prestaba atención.
—¡Angeline!
—Hola Neville —sonreí gustosa de verlo.
—Felicidades, eres Ravenclaw aunque claro. No es mejor que los Gryffindor —hizo referencia a su casa con un tono orgulloso.
—Que lindo, espero poder seguir hablando.
Claro que sí —Me guiño el ojo y se fue con el resto de su casa a continuar el banquete.
Ni si quiera en mi escuela muggle, recibía tantas malas miradas por parte de las chicas. Me senté en el primer espacio que encontré, quería ocultarme de tantos ojos, para mi suerte a mi lado estaba Luna.
—Eres Angeline ¿verdad? — pregunto Luna con su tono adorable — Es bueno encontrar a alguien igual de curioso que yo —sonrió, causándome más comodidad ante mi primer día.
Empezamos a degustar de las delicias que nos brindaban, mi madre no mentía en que de verdad aquí devorabas un gran festín.
—Mi familia no mentía que la comida aquí es muy deliciosa —me lleve un pedazo de pollo a la boca.
—Espera que pruebes el pavo de la cena navideña. Por cierto, soy Cho Chang — me saludo la chica de rasgos asiáticos, bastante linda.
—Hola, yo soy Angeline —limpie con algo de pena la comisura de mis labios.
—Llamas mucho la atención ¿sabías? — Luna me miro, se miraba adorable comiendo su tan adorado pudin.
—Eres muy hermosa ¡era obvio! —hablo Cho-Hasta los Slytherin no te quitan la mirada de encima.
Sonreí ante esos halagos. Esas dos chicas me hacían sentir más tranquila. Tal vez podría considerarlas ya mis amigas. Trate de no tomarle importancia a ninguna mirada, pero no podía ser posible. La mayoría de las miradas de Slytherin estaban sobre mi >nada nuevo < entre ellas la de Malfoy. De un momento a otro nuestras miradas se conectaron, no me sentí incomoda y sé que es lo que él quería lograr, no bajó la vista hasta que torcí mis ojos y él se burló, volviendo a lo suyo.
Mire hacía la mesa de Gryffindor, salude a Neville quien no paraba de comer postres, y a su lado un pelirrojo, admito que era guapo, cuando se dio cuenta que lo miraba me guiño un ojo y yo por instinto aparte la vista, ese gesto me sonrojo y bastante.
—¿Te pasa algo? —pregunto Luna, limpiando el pudin de sus labios, yo negué.
Alarick
Al terminar la cena de bienvenida, volvimos a la sala común, compartía la habitación con tres chicos más entre ellos Malfoy, el bobo de Crabbe y un tal Blaise, mi cama estaba junto a la de este último.
—Edevane, ¿por qué apenas vas entrando a Hogwarts? Si tengo entendido que tu familia es sangre pura —pregunto el moreno.
—Eso no es tu asunto —conteste frívolo, algo muy típico en mí ya. No me gusta hablar mucho, normalmente la parlanchina es mi hermana. Si por ella fuera le diera nuestra ubicación y contaría toda nuestra a vida a cualquier extraño.
—No hay duda nos llevaremos bien. Aunque la verdad es una lástima que tu hermana no terminara aquí —Malfoy le dio una mordida a la manzana verde que trajo del gran comedor.
—Es cierto ¿Qué no son gemelos?
—Mellizos —corregí a Blaise— supongo es común que aun gemelos terminen en casas diferentes.
—No lo creo, ve a los repetidos Weasley — se burló Crabbe.
—Como sea, esperemos tu querida hermana sepa que amistades le conviene —agrego como comentario final Malfoy.
No era necesario entrar en su mente para saber sus asquerosos pensamientos sobre mi hermana. La sangre me hervía de siquiera imaginar que es lo que él deseaba. Si estuviéramos en la escuela muggle probablemente le hubiera dado una paliza, pero esto es Hogwarts y por todo lo que alardea Malfoy, su padre tiene mucha influencia, prefiero no meterme donde no me llaman.
Traté de conciliar el sueño, lográndolo solo por un rato, pasada la media noche desperté tras una pesadilla. Mi pijama estaba empapado en sudor, y no podía controlar las palpitaciones de mi corazón, talle un poco mi rostro, me puse mis zapatos y con cuidado salí de la habitación, haciendo el menor ruido posible.
Antes de bajar el último escalón a la sala común, escuché el crujir del fuego, creí que algún compañero estaba despierto, pero no era así. Era un hombre parado frente a la chimenea, traía puesto un abrigo negro, tan negro como su cabellera larga y ondulada, peinada con una coleta decorada con un listón azul marino.
—¿No puedes dormir? —el tono de su voz me causo escalofríos.
—Es...es la pesadilla... la de siempre —trate de hablar lo más relajado posible.
Él se dio media vuelta, dejándome bajo la frialdad que transmitían sus ojos verdes esmeralda que resaltaban en su pálido rostro. Tenía una cicatriz que pasaba desde su ceja a mitad de su ojo derecho, dándole un semblante más atemorizante.
—Creí que el tic de tus manos se había ido— parecía molesto por este acto. Desde pequeño, cuando me encuentro ante una situación que me pone nervioso, mis manos empiezan a sudar y automáticamente juego con ellas, tratando de que todo pare.
Señalo el sillón negro individual, seguí la orden de sentarme en él, escondiendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón.
—¿A qué debo tu visita?
—He venido a felicitarte por haber quedado en Slytherin y, hablar sobre tu pesadilla.
—Lo lamento —agache la mirada.
—Lo lamento —se burló —no eres más un niño. Vas hacer que empiece a sospechar y no he desperdiciado tantos años para que...
-Tendré más cuidado, lo prometo — lo interrumpí.
—Eso espero, no tarda mucho en que pase y tú en cualquier momento puedes echar todo a perder...
—¿Edevane? — me pare de inmediato al escuchar la voz de Blaise— ¿qué haces despierto? - pregunto aun adormilado —Te oí hablar.
—Hablaba para mí solo
—La chimenea esta encendida —arqueo una ceja, buscando por todos lados.
—Pues hace algo de frío, además ¿qué te importa lo que haga o no? —Mi actitud lo convenció. Antes de subir a la habitación, un ruido nos hizo girar en una de las mesas de estudio donde estaba un gato negro que nos alertó con su maullido.
—¿Y esa bestia? —señalo Zabini.
—Es mío, bueno de mi hermana —tome a Salazar entre mis brazos— debió escaparse.
No logre dormir después de eso, pase toda la noche en vela, tratando de no quedarme dormido. Esa pesadilla es la misma de casi todas mis noches.
Siempre me veo a mi en un lugar oscuro, nada a mi alrededor más que miseria y oscuridad y, el. Gozando de mis miedos y mi sufrimiento, burlándose de mi debilidad. Y solo hay una pequeña luz intentando llegar a mí: mi hermana. Cada vez que está cerca, algo me aleja impidiendo encontrarnos.
Después de cambiarme, tomé a Salazar en mis brazos y salí de la habitación, nadie se encontraba despierto aún, es de esperarse, apenas el sol estaba saliendo. Tenía que esperar a que mi hermana se levantara para entregarle a su gato, aunque en realidad es la mascota de ambos. Solo que ella es más apegada a el, claro, si es despistada, a veces olvida darle de comer y suele perderlo con facilidad.
Tal y como imagine, Angeline estaba despierta y al verme corrió arrebatándome a Salazar de las manos.
—¡Es la millonésima vez que lo pierdes!! Se responsable ¿puedes?
—Quizás, pero es la primera vez que lo pierdo aquí — intento excusarse. A pesar de su gran sonrisa, no pudo ocultar el cansancio en sus ojos, se veía tan desvelada como yo.
—No dormiste ¿verdad? —intente evadir la pregunta— ¿Tuviste la misma pesadilla?
—No, Angeline.
—Por favor, no puedes mentirme en eso, lo sabes. Alarick, no es normal ¿Crees que signifique algo?
—No y ya deja de fastidiar.
—Buenos días —A nuestras espaldas nos sorprendió al parecer un profesor. Uno bastante serio, tanto por su tono de voz y su apariencia —Veo que son los nuevos, los Edevane.
—Sí —aclare la garganta— soy Alarick y ella es mi hermana Angeline. Usted es el profesor Severus Snape ¿no es así?
—Ahora lo recuerdo, estaba en la cena de bienvenida. Es el profesor de pociones ¿no? - pregunto mi hermana con una sonrisa nerviosa, claramente intimidada por el profesor.
—Tengo entendido que su padre era excelente alumno para esta materia...
—¿Conoció a nuestro padre? — pregunto mi hermana.
Snape no respondió, nos miró de una forma extraña, luego observo a Salazar el cual me di cuenta nunca aparto la mirada hacía Snape, hasta que este se perdió en los pasillos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro