🦋Capítulo 17-Doncel🦋
El lunes me presenté a la oficina acompañado de Yoongi, en mis manos la carta de renuncia, en mi mente el anhelo de terminar con Jimin y en mi corazón la sensación terrible de querer ponerme a llorar en sus brazos por lo que me sucedió el fin de semana. Pero la traición dolía más que cualquier deseo de estar en sus brazos. Lo primero que hice fue ir a la que era mi oficina, puse todas mis cosas en una caja de cartón, mi cuerpo dolía e incluso tenía unos moretones en los brazos y en el pecho pero el traje los ocultaba. Si no fuera por Yoongi que me ayudó a cargar todo y subirlo a la camioneta de su madre hubiera dejado todas mis cosas allí. Mientras guardaba mis pertenencias me encontré algunos obsequios de Jimin, todos los tiré a la basura. Kim Taehyung se acercó a la puerta para verme sin decir nada, solo tenía una sonrisa de triunfo en el rostro porque era obvio que me iba. No hizo ningún comentario porque Yoongi lo miró con cara de pocos amigos y lo sacó del lugar.
Cuando todas mis cosas estaban en sus cajas y en la camioneta del señor Min decidí ir a la oficina de Jimin. Él todavía no llegaba, tal vez se retrasó su vuelo, o tal vez seguía divirtiéndose con Hoseok. Cualquiera que fuera la respuesta me dolía. Leia no me dijo nada cuando entré porque estaba acostumbrada a que entrara sin avisar, yo estaba nervioso mientras esperaba y cuando miré que la puerta se abrió me puse más de malas porque era Jung Hoseok.
—¡Hola! —Se acercó sonriendo—. ¿No estás enojado conmigo, verdad? Porque si estoy perdonado te contaré un secreto.
—¿Qué secreto? —pregunté de mal humor.
—El día que grabaron el bochornoso video tuyo con Jimin, ese día, ¿sabes quién fue? Porque yo tengo la respuesta.
—No me digas que fuiste tú. —se echó a reír.
—No corazón, yo no grabo porno. —Sonrió mostrando sus dientes blancos y perfectos, maldito.
—¿Quién fue?
—Kim Namjoon. Supongo que lo conoces, es el ex novio de Jimin y por lo que me contó Jimin en el viaje fue a encararlo y hasta se abrazaron. —Apretó los labios para evitar reír—. Jimin lo esperaba a él aquel día, así como tú esperabas que durante nuestro viaje a china Park te fuera fiel.
—Bueno, supongo que el que se lo queda pierde. ¿No? —Alcé las cejas.
—No me importa perder.
En ese momento la puerta de la oficina se abrió y ahora sí era Jimin. Lo miré cruzar la puerta y sonrió. Que descarado.
—¿Qué haces en mi oficina? —preguntó. ¿A quién? ¿A mí? ¿A su amante?
—Los dejo solos, creo que necesitan hablar unas cositas... —Hoseok salió arrastrándose como serpiente.
—¿Qué te dijo? —me preguntó al acercarse a mí. Jimin intentó tocarme pero me hice para atrás al mismo tiempo que negaba con la cabeza—. Oye, te estuve marcando por teléfono. ¿Por qué no contestabas? —Porque perdí el puto teléfono cuando me violaron, Jimin, por eso.
—Cambié de número.
—¿Le pasó algo al tuyo? ¿Me extrañaste?
—Namjoon grabó el video. ¿Cómo lo supo?
—¿Saber qué cosa? —Sus ojos bailaron un par de segundos a causa de mi pregunta sorpresiva.
—Esa tarde fui a tu oficina y Namjoon sabía dónde estabas. ¿Por qué sabía dónde estabas? —Se quedó callado y dejó caer ambos brazos a sus costados en señal de rendición—. Lo esperabas a él. ¿Verdad?
—Todavía no eras mi novio, bebé.
—Si yo no te hubiera buscado, tú y él hubieran hablado y probablemente estarían juntos y lo nuestro nunca hubiera pasado.
—No, ese día yo iba a terminar todo tipo de contacto con él... Es que él insistió en querer verme.
—No me lo contaste, creí que teníamos confianza.
—Jungkook.
—Me lo contó Hoseok, supongo que él dice la verdad.
—Ujum, dice la verdad.
—Entonces también es verdad que dormiste con él en tu viaje a china...
—Jung...
—Terminemos. —Lo interrumpí—. A decir verdad en este fin de semana sin ti sucedieron cosas que no me atrevo a contarte, y he descubierto que no quiero estar contigo. Eres libre de hacer lo que te plazca. —Dejé la carta de renuncia en el escritorio para mirarlo a los ojos después.
—¿Qué es eso?
—Mi renuncia.
—Jungkook todo se trata de mentiras...
—¿Mentiras? ¿No acabas de decir que Hoseok dice la verdad?
—Mi amor... —Se acercó a mí y al tocar mis hombros sentí una sensación horrible. De inmediato me transporté al césped, a la lluvia, al momento en el que fui abusado. Empujé a Jimin furioso, atemorizado y con unas ganas inmensas de vomitar.
—¡No me toques! —grité.
Salí de su oficina dando pasos largos, casi corriendo. El aire fresco de la tarde me envolvió, y mi corazón latía con una mezcla de ansiedad y liberación. ¿Cómo podía ser que todo lo que creía cierto se desmoronara en un instante?
Mi madre me esperaba en casa con las maletas hechas. Sus ojos, normalmente cálidos y llenos de amor, estaban ahora nublados por la tristeza.
—Es hora de que conozcas la verdad —dijo con voz temblorosa—. Tu padre biológico está esperando.
Donceles. La palabra resonó en mi mente como un eco lejano. Había escuchado historias sobre ellos, hombres que vivían en las sombras y que solo los más adinerados sabían quienes eran porque de diez mil hombres en el mundo, uno era doncel. Pero para ser sincero siempre pensé que eran solo leyendas. ¿Cómo podía ser que mi vida estuviera entrelazada con la suya?
—Los donceles son domados por degenerados sexuales —continuó mi madre—. Por eso tu padre te dejó conmigo. Para protegerte. —Sus palabras se clavaron en mi corazón como espinas. ¿Qué tipo de mundo era este en el que vivíamos? ¿Qué es exactamente lo que soy?
Había muchas mentiras de por medio, tantas que la verdad parecía inexistente. ¿Quién dice la verdad?
Caminé hacia la puerta, sintiendo el peso de las verdades develadas sobre mis hombros. Afuera, el sol se ocultaba, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados. ¿Qué secretos ocultaban los donceles? Y, sobre todo, ¿quién era realmente yo?
Un automóvil lujoso estaba parado frente a mi casa, sus relucientes puertas se abrieron, y un chofer impecablemente vestido me invitó a subir. Mi "madre", si es que aún podía llamarla así, me siguió con pasos lentos y mirada esquiva.
Las maletas, pesadas con secretos y recuerdos, fueron acomodadas en la cajuela. El motor rugió, y el auto se puso en marcha. El camino nos llevó a una mansión lujosa, majestuosa como un castillo de cuentos de hadas. Sus torres se alzaban hacia el cielo, y las ventanas parecían ojos curiosos observando nuestro llegada.
La entrada principal, flanqueada por estatuas de mármol, se abrió ante nosotros. El chofer nos ayudó a bajar, y mi madre (o quien fuera ella) me miró con una mezcla de tristeza y arrepentimiento. ¿Qué verdades me esperaban detrás de los muros de este hermoso castillo?
Caminamos por pasillos amplios, con alfombras mullidas bajo nuestros pies. Los candelabros de cristal arrojaban destellos dorados sobre las paredes.
En la sala de estar, los muebles eran antiguos y elegantes. Un retrato al óleo colgaba sobre la chimenea, mostrando a una hombre con ojos tristes y cabello oscuro, cuya belleza desafiaba las categorías convencionales. Su piel era pálida como la luna, y sus ojos, de un color indescifrable, parecían contener todos los secretos del universo.
Sus rasgos eran delicados, como si hubiera sido esculpido por un artista renacentista. Labios suaves y curvados, cabello que caía en mechones oscuros sobre su frente. Vestía una gabardina negra, y su figura se movía con una gracia etérea. ¿Era un ángel caído o un demonio ascendente?
—Bienvenidos. —Escuché la voz de un hombre, era tan dulce como la miel, como una melodía bien entonada.
Al girar mi rostro para ver quién era el dueño de aquella voz me encontré con el hombre del retrato parado ante nosotros. Sus piernas eran largas y su cintura muy, muy delgada. Era idéntico a la pintura, incluso la tristeza en sus ojos se podía ver reflejada en la vida real.
—Señor Jeon. —Se inclinó mi madre.
—Mi Suk, hiciste un buen trabajo. Ahora si me permites, quiero hablar a solas con mi hijo.
—¿Hijo? —pregunté—. ¿Usted es mi padre?
—Así es, muchacho.
—¿Y por qué me dejó solo todo este tiempo?
—Es por eso que quiero hablar contigo. ¿Me acompañas?
A pesar de mis sentimientos encontrados de furia y decepción no pude decirle que no porque poseía una voz seductora y amable que me hizo obedecerlo. Lo seguí hasta sentarnos juntos en la sala de estar color blanco. Se cruzó de piernas y sonrió mirándome a los ojos.
Nuestra conversación fue larga, me contó su vida como doncel, las cosas terribles que tuvo que hacer para complacer a los hombres, me contó que soy idéntico a mi otro padre y que él murió antes de que yo naciera. Se supone que me envió con mi madre para protegerme de este mundo porque nací doncel y me recalcó varias veces que agradece que mis rasgos andróginos no sean tan pronunciados.
—A simple vista pareces un hombre común y corriente —dijo mirándome de arriba a abajo.
—¿Qué distingue a un doncel de los hombres promedio? Quiero saber porque hay muchos rumores.
—Bueno, nosotros podemos procrear en nuestro vientre, somos atractivos para hombres y para mujeres y... Tenemos la facilidad de que la gente a nuestro alrededor caiga rendida ante nuestra dulzura. ¿Cómo te va en el amor?
—Mal. Mi pareja acaba de engañarme —dije con total sinceridad.
—Oh, eso no es muy doncel de tu parte.
—Creo que no soy el estereotipo de doncel porque no tengo la belleza tuya —dije mirando el suelo.
—Jungkook, eres hermoso. Por eso debo cuidarte, cuidar que nadie te lastime. Dime, ¿quién te dijo que eras un doncel?
Mi piel se erizó, no quería contar lo que había sucedido porque me obligaría a realizar una denuncia. Además mis labios no querían hablar acerca de eso, tampoco mi corazón. Ya bastante duro fue contarle a Yoongi aquella noche y lo hice porque no me quedaba de otra.
—Un sujeto en la calle, estaba muy sucio y... —dije sin mirarlo a los ojos, no quería ser atrapado en mi mentira pero me interrumpió.
—Los donceles Jeon son buscados por todas partes porque somos excelentes incubadoras humanas. Nosotros tenemos mellizos y gemelos, de hecho tú tienes un hermano pero él... Bueno, se encuentra en nuestro jardín. —Suspiró—. El hombre que te seguía era enviado por los Kim, familia de magnates que se encarga de sexualizarnos, esclavizarnos y básicamente nos cazan como si fuéramos conejos.
»Te dejé solo para protegerte porque incluso a mí me tienen vigilado. Solo que logré, utilizando mis encantos, crear y construir este hermoso castillo. Ahora tengo sirvientes a mi disposición y una suma considerable de dinero.
»Aunque tú no vinieras a buscarme yo iba a hacerlo porque... Bueno, estoy enfermo Jeon. Tener tantas parejas sexuales y ser abusado provocó que contrajera una enfermedad incurable y ahora, ahora no me queda mucho tiempo de vida.
—¿Qué enfermedad tiene? —pregunté.
—VIH —dijo pero sonrió haciéndose el cabello para atrás—. No me afecta emocionalmente, pero sí me hubiera gustado estar contigo más tiempo. Lamento mucho ser tu padre.
—No debiste abandonarme.
—Si no lo hacía morirías de hambre como tu hermano, o serías violado como yo. Me alegra que nada de eso te haya pasado.
Mis ojos se llenaron de lágrimas porque a pesar de sus esfuerzos yo finalmente, hace un par de días sí fui abusado y ahora que sabía que estaba enfermo no iba a decirle nada porque después de todo me abandonó para protegerme.
—¿Mi hermano murió? ¿No estaba en el jardín?
—Sus cenizas —dijo mirando a la ventana—. Las utilicé de abono en el jardín. Jeon Jackson, ese era su nombre. El pobre, mi niño murió de hambre porque yo no fui bueno para amamantar ya que al no tener dinero para comer no me salía leche suficiente para los dos. Tú estabas desnutrido y fue por eso que te llevé con Mi Suk. ¿Ella te trató bien?
—Ha sido buena madre.
Nos quedamos en silencio un par de minutos.
—¿Y el suyo? ¿Cuál es su nombre, señor?
—Jeon Jackson, tu padre se llamaba igual que tú y era idéntico a ti.
De huevo nos quedamos en silencio, hasta que yo lo rompí.
—Bueno, ya está hecho. ¿No? —Mis ojos estaban llenos de lágrimas que estaban a punto de desbordarse como cascadas—. Creo que ahora nos queda afrontar nuestros actos.
—Quédate conmigo. —Su propuesta me tomó por sorpresa—. Quédate aquí en mis últimos días de vida y hereda todo esto. Yo... Yo lo construí para ti. —Jackson comenzó a llorar y yo también.
—Señor, yo no lo conozco.
—Pero lo harás, solo quiero morir sabiendo que al final de todo mi pequeño hijo gozará de lo que construí en vida. Además tus maletas y las de Mi Suk ya están aquí.
—Sí, pero yo planeaba quedarme unos días. Vivir por siempre, eso tengo que pensarlo porque yo...
—¿Quieres traer a tu novio? Tráelo.
—Ya le había dicho que me engañó, terminamos.
—Bueno, trae a Mi Suk.
—Tengo que pensarlo. —Me puse de pie.
—Jungkook, perdóname. —Sus palabras sacudieron mi corazón y es que parecían simples pero estaban cargadas de verdad.
—Lo he hecho, señor.
Analizando las cosas, decidí mudarme a la mansión del señor Jackson. Ahí estaba protegido de cualquier peligro, además estaba alejado de Jimin, de mi barrio, de los problemas. Convivía con mi madre y con mi padre todos los días y de poco en poco la confianza fue aumentando. Sin embargo, al caer la noche mi cuerpo comenzaba a temblar y lloraba. Lloraba por Jimin, porque lo extrañaba, porque me dolía la traición y lloraba por el suceso de aquella noche, por eso abusó, el dolor, la marca imborrable que me dejó aquel mal hombre. Yo solía ser un abogado recién egresado con un montón de sueños y esperanzas pero ahora me encontraba viviendo en la cruel y dura realidad.
No ejerzo y soy un doncel.
Al menos he aprendido que, en el intrincado juego de mentiras y verdades, siempre encontraremos verdades a medias y mentiras absolutas. La cuestión es: ¿quién posee el conocimiento de la verdad absoluta? Ese es el gran enigma que envuelve la existencia misma, la esencia de la vida que nos desafía a cada momento. Por esta razón, he aprendido a no seguir ciegamente como un cordero las palabras de los demás, porque incluso las personas más honestas pueden llegar a mentir en algún momento.
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