🦋Capítulo 11-Primera vez🦋
El silencio se rompe con el eco de pasos que se acercan, una marcha lenta y deliberada hacia mi oficina. La puerta, con su habitual chirrido, se abre con una lentitud que parece burlarse de mi impaciencia.
Y entonces, ahí está él.
Mi rostro traiciona mi corazón con una sonrisa. Una sonrisa que brota de forma espontánea, inexplicable, como si en el fondo, una parte de mí anhela su presencia. ¿Qué me pasa? ¿Por qué, su imagen tiene el poder de desarmarme con tal facilidad?
—¿Qué haces aquí? —pregunto con voz temblorosa, incapaz de ocultar la sorpresa y el nerviosismo que me invade al verlo.
—¿Es cierto que sales con Jung Hoseok? —Su pregunta directa me toma por sorpresa. No esperaba que los rumores llegaran a sus oídos, y mucho menos que le importaran.
¿De verdad ha venido a preguntarme eso? ¿Por qué sigue en la oficina a estas horas? Se supone que ya debería ir camino a casa.
—No respondiste mi pregunta —insisto, con una firmeza que contrasta con la suavidad de sus ojos.
—Estoy aquí porque tengo un caso difícil —responde finalmente. Me mira a los ojos y yo miro los suyos. Tan brillantes, tan oscuros, tan... Tan invadidos de inocencia que me resulta difícil sostener la mirada.
—No salgo con él —digo con firmeza, esperando que eso ponga fin a la conversación.
—Todo el mundo dice que sí —replica, y puedo notar un atisbo de decepción en su voz.
—Pues que todo el mundo se vaya a la mierda, Jungkook —digo con un suspiro, intentando ocultar el fastidio que me causa esa situación. Él sonríe, como si mi respuesta le hubiera aliviado de alguna manera.
—¿Cómo has estado? —pregunta acercándose a mí, y no puedo evitar sonreír ante su cercanía.
—¿De verdad vienes luego de tres meses de ignoración total para preguntarme cómo estoy? —mi voz se quiebra ligeramente, revelando más de lo que quisiera.
—Sí, algo dentro de mí me pide a gritos que venga a preguntarte —dice con una sinceridad que me desarma.
Se acerca tanto que hace que choque contra el escritorio, y por un momento, todo lo demás deja de importar. Solo estamos él y yo, y la tensión que flota en el aire entre nosotros.
—Estoy bien —respondo con una calma que no siento, intentando mantener una fachada de indiferencia.
—¿Superaste a Namjoon? —Suspira, y puedo sentir la pesadez de su aliento—. ¿Ya puedes corresponder mis sentimientos como se debe?
—Jungkook, ¿te estás declarando? —pregunto, mi voz apenas un susurro, mientras mi corazón late con fuerza ante la posibilidad.
—Estoy averiguando qué es lo que pasa en tu vida sentimental —dice con una seriedad que me descoloca. Pone ambas manos en el escritorio, al lado de mis caderas, atrapándome entre su cuerpo y mi mesa de trabajo. La proximidad es abrumadora, y me siento atrapado no solo por su presencia física sino también por la intensidad de su mirada.
—¿Por qué quieres averiguar? —mi voz tiembla, traicionando la confusión y el anhelo que siento.
—¿No es obvio? —Mira mis labios mientras se relame los suyos, un gesto que envía un escalofrío por mi espina dorsal—: Porque me gustas —confiesa, y las palabras caen entre nosotros como una sentencia, cargadas de significado.
El silencio se extiende, pesado y expectante, mientras procesamos el alcance de sus palabras. La tensión entre nosotros es palpable, un hilo eléctrico que conecta nuestros cuerpos y corazones con una fuerza que parece inquebrantable.
—¿Por qué te quedas callado? —pregunta en un susurro.
—Me tomas por sorpresa.
—Créeme que yo también estoy sorprendido de lo que estoy haciendo, Jimin.
—Dilo de nuevo. —Coloco mis manos en su pecho con suavidad.
—¿Qué quieres que diga?
—Mi nombre, me gusta escucharlo salir de tus labios.
—Jimin —dice, luego suspira y me toma por la cintura con suavidad jalándome a su cuerpo, yo deslizo mis manos por su pecho para rodear su cuello—. Ya sabes que me gustas, ¿qué harás al respecto?
Me relamo los labios porque deseo probar cada parte de su cuerpo, porque anhelo que sea únicamente para mí, porque también me gusta. Era esa la razón de mi enojo, de mi falta de concentración, de mi deseo nulo de tener sexo con alguien más durante estos tres meses. Siento mi miembro erguirse, mi cuerpo pide a gritos ser poseído por Jungkook, por él, y nadie mas que él.
—Voy a desvestirte y te voy a hacer mío, eso es lo que haré.
Él sonríe con cinismo y choca sus labios contra los míos. Besándome distinto a aquel día. En esta ocasión parece más decidido, más fuerte, más seguro de lo que hace. Yo por mi parte me dejo guiar por sus labios hábiles invadidos de experiencia, entrelazo mis dedos con su cabello y él aprieta todavía más mi cintura pegándome a su cuerpo. No conforme con eso me eleva para sentarme en el escritorio provocando que se caigan algunas cosas de encima pero no le damos importancia porque en ese momento somos únicamente él y yo. Abro mis piernas permitiéndolo pegarse más a mí, comienzo a desabotonar su camisa y él besa mi cuello con deseo, con anhelo. Estoy dispuesto a dejarme poseer en mi escritorio, me pongo de pie para quitarme el cinturón y entonces escuchamos un ruido, algo se cae afuera de la oficina. Jungkook se abotona la camisa y riendo sale a ver si hay algún guardia.
«¡Namjoon», pienso.
—¿Hay alguien? —pregunto nervioso y niega con la cabeza. Después cierra la puerta con seguro.
—¿En qué estábamos?
—Jungkook... —Hago señal de alto con la mano—. Mejor vamos a mi casa, ahí estaremos más cómodos.
—Bien. —Se acerca para darme un beso en los labios, un piquito tierno—. Jimin. —Me mira a los ojos y le presto atención.
—Dime.
—¿Puedo hablarte de tú en público?
Busco su mano con la mía, entrelazo nuestros dedos y asiento con la cabeza.
—Puedes.
Caminamos juntos a la salida, siento mi corazón latir al mil por hora. La emoción me embarga, una mezcla de alegría y nerviosismo que me hace sentir vivo. Estoy feliz, estoy contento, estoy... ¿enamorado? Es una pregunta que resuena en mi mente mientras observo su silueta a contraluz. Le doy las llaves de mi automóvil y las acepta con facilidad, como si fuera un gesto ensayado. Después subimos, nos colocamos el cinturón de seguridad y arrancamos directo a mi mansión.
La música comienza a sonar, una melodía suave que parece acompasar nuestros latidos. Lo veo conducir con destreza, y no puedo evitar perderme en pensamientos, imaginándome las posiciones en las que lo pondré una vez estando en casa. Jeon Jungkook, no voy a dejar que te escapes de mis brazos nunca más.
El portón eléctrico se abre con un zumbido suave y entramos a la casa. Estando en el patio, lo tomo de la mano de nuevo y ambos corremos al interior, como dos adolescentes a punto de hacer travesuras. Subimos las escaleras con prisa, cada paso resonando con la anticipación de lo que está por venir. Entonces, en un impulso, decido ir a mi habitación, cerrando la puerta de un golpe que sella nuestro mundo privado.
La habitación se convierte en un santuario, un espacio donde solo existimos él y yo. Las sombras bailan en las paredes al ritmo de nuestras respiraciones entrecortadas. Me acerco, y con una mirada que lo dice todo, le hago saber que esta tarde es solo el comienzo de nuestra aventura juntos.
—Es mi primera vez con un hombre —admite mientras desabotona mi camisa y asiento con la cabeza.
—Lo deduje cuando me dijiste que tu primer beso fue aquel día.
—¿Qué debo hacer? —pregunta mirándome a los ojos, puedo sentir su nerviosismo.
—Solo... Bésame mi amor.
—¿Mi amor? —pregunta y siento que mi estómago se revuelve con las mentadas maripositas.
—Sí, mi amor.
Entonces me besa, lo beso, nos besamos. Lo desvisto, me desviste, quedamos completamente desnudos y me arrodillo, yendo directo a su miembro para probar el dulce placer del pecado. Lo escucho gemir y coloca sus manos en mi cabeza, alzo la vista y lo veo hacer el cuello para atrás. Está disfrutando.
—¿Te gusta? —pregunto y me quedo quieto para escuchar su respuesta.
—Me encanta, Jimin, me encanta.
No digo nada y vuelvo a hacer lo mío, probando y sintiendo sus venas gruesas tocar mi lengua, mi paladar. Me separo, y lo miro a los ojos.
Me pongo de pie sintiendo una inmensa felicidad a medida que avanzo hacia el cajón de mi mesita de noche, ahí está la caja con preservativos. Se lo entrego para que lo utilice y se lo pone con facilidad.
—Voy a doblarme para ti —le digo con voz ronca—. Solo... Solo penetrame. —Asiente nervioso—. Y Jungkook, no te preocupes, esta no es mi primera vez.
—Entiendo.
Me subo a la cama, poniéndome de rodillas, después me doblo haciendo que mi cabeza quede pegada a la cama. Siento sus manos en mi trasero, está mirándome y eso me prende todavía más. Después siento sus manos acariciarme y su lengua invasora en mi aro. Me muerdo los labios para evitar maldecir o gemir, no quiero asustarlo, quiero que disfrute su primera vez conmigo porque esta experiencia será imborrable para su memoria. Comienza a mordisquear mi trasero, después me da una nalgada leve y siento la punta húmeda de su miembro en mi piel.
—Jungkook...
—Dime, mi amor.
Mierda, su voz hace que mis hormonas se alteren. ¿Mi amor? Dime mi amor todo el tiempo con esa voz ronca que me desestabiliza.
—¡Hazlo ya! —grito.
Escucho una risita, después siento sus manos en mi cintura y la deliciosa sensación de ser tomado, poseído, la sensación de ser suyo.
Estando en lo más profundo de mi ser, no hace nada más que quedarse quieto, yo comienzo a moverme para sentir más placer pero me detiene presionando mis caderas con sus manos.
—Quiero guardar esto en mi memoria, espera —dice en un susurro y sonrío ruborizado. ¿Puede ser más dulce?
—Haremos esto las veces que quieras —le digo.
—Sí, pero no habrá otra primera vez. —Suspira—. Jimin...
—Dime...
—Quiero que seas el primero y el último —confiesa y siento que mi corazón se estremece. Jungkook va muy en serio con la relación, yo, yo también quiero ir en serio.
Estoy a punto de contestarle con algo romántico pero comienza a moverse frenéticamente, de adelante hacia atrás dejándome sin aliento, lo único que resuena en la habitación es el sonido de nuestras pieles, después comienzo a gemir, él hace lo mismo pero con voz más profunda y de pronto estamos en una combinación de gritos, gemidos y ruidos que invaden la habitación, los pasillos, la mansión.
Me corro y Jungkook deja de moverse en ese instante porque al parecer también ha terminado, siento como sale de mi cuerpo, sus manos calientes me toman con facilidad moviéndome para dejarme acostado boca arriba, él me mira manchado de mi elixir, yo lo veo retirarse el condón y amarrarlo para ir a tirarlo al baño. Regresa con una toalla, se acerca a mí limpiando mi cuerpo con cuidado y después se tira en la cama jalándome hacia él para darme besitos en las mejillas, en la frente, en la punta de la nariz y en la barbilla. Yo le devuelvo las caricias de la misma manera. Ambos estamos exhaustos pero hay algo en el ambiente, un cariño genuino que acaba de surgir entre nosotros, un sentimiento que me provoca querer abrazarlo y no soltarlo nunca.
—No fuiste el primero, pero quiero que seas el último —le digo en un susurro con voz dulce y sonríe.
—Eso me parece extraordinario —dice con voz cansada.
—¿Cómo estuvo la experiencia? —le pregunto—. ¿Te arrepientes, volverías a hacerlo?
—Jimin, desde que entré a tu oficina ya sabía que quería hacerlo. No me arrepiento y jamás lo haré porque quiero estar contigo. Y estuvo magnífico. —Me toma por la barbilla con la punta de sus dedos—. ¿A ti te gustó?
—Muchísimo, no parecía tu primera vez.
—Bueno, lo hice con bastantes mujeres.
—Ah, eres un don juan...
—Era —admite.
—Tenemos eso en común —confieso—. Pero después de hoy solo soy tuyo.
—Yo soy tuyo desde el primer momento que te vi —dice y recuerdo su primer día en la empresa—. En ese momento supe que me atraían los hombres, bueno no los hombres; solo tú.
—Me gustaría decirte que el amor a primera vista también vino de mi parte pero no fue así.
—¿Ah no? —Niego con la cabeza—. ¿Entonces cómo supiste que te gusto?
—El día que les di las llaves de su oficina... Yo te entregué la más grande porque quería lo mejor para ti y... —Aprieto los labios recordando la noche que estuve con Jin.
—¿Y?
—Y me enfurecía pensar que no querías estar cerca de mí. Yo... Yo te quiero conmigo Jungkook.
—¿Todo el tiempo?
—Todo el tiempo —digo abrazándolo.
—Que así sea, me quedaré a tu lado para siempre.
—Por cierto, tengo en mi clóset toda la ropa que te compré. La devolviste y no quise tirarla.
—¿De verdad?
—Ajá, duerme aquí y mañana te la pones para ir al trabajo.
—¿Iremos juntos o en autos separados?
—Como tú prefieras, mi amor —digo cerrando los ojos pues el sueño me está venciendo.
—Juntos...
Y me quedo dormido.
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