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𝗧𝗿𝗲𝗶𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝘂𝗻𝗼

Minho había estado algo nervioso y necesitaba irse rápido para poder ver si aquella caja que había visto en la mañana aún estaba ahí.

El día era frío, pudo dejar que su sudadera tapara a esos pequeños que estaban ahí.

—Eso es todo por hoy—dijo el profesor haciendo que el castaño saliera del salón con rapidez.

Fue a la cafetería a comprar una leche y compro también vasos desechables, tendría que ir a comprar comida para los pequeños. No entendía como la gente podría abandonar a esos pequeños seres en una caja sin nada que los pueda ayudar a protegerse del frío.

Tal vez iba demasiado ocupado pensando en que haría para ayudarlos que chocó con una chica alta de cabellos rubios que lo veía con la ceja alzada.

—Lo siento mucho—dijo de forma rápida haciendo una reverencia. No dejo que le contestara y salió corriendo, no tenía todo el tiempo del mundo para hacerlo.

Cuando llegó a la caja que estaba afuera de la facultad decidió meterla a la escuela y llevarla a la parte de atrás de los salones de economía. Colocó la caja debajo de uno de los árboles, los pequeños chillaban de hambre.

—Les traje leche—con suavidad hablo cortando el vaso a la mitad y echando la leche en el—Aun son un poco pequeños y no sé que tipo de comida pueden comer.

Con cuidado saco a los dos gatitos que con tropezones llegaron a la leche bebiendo de ella con rapidez, eran delgados... Estaban desnutridos.

Minho acomodo su sudadera dentro de la caja a manera de que cuando los dos gatitos se acostaran estuvieran calientitos. Saco su celular y vio la hora aún faltaban 20 minutos para su siguiente clase.

No podía llevarlos a su casa, su madre era alérgica a los gatos por ello a pesar de sus inmensas ganas de criar uno no podía, tampoco podía decirle a sus amigos que se encargaran de ellos y no quería llevarlo a un albergue.

Su madre lo tenía que perdonar por esto que haría.

—Aquí estás—la voz gruesa de Felix lo hizo voltear viendo que su amigo se acercaba a él—¿Qué haces?

—¿Cómo me encontraste?—preguntó acariciando el lomo de uno de los gatos.

—Aquí siempre vienes cuando algo malo pasaba—contesto pasando su vista a los bonitos seres que se encontraban tomando leche y buscando con ímpetu que su salvador los acariciara.

—Son hermosos—dijo el pecoso acariciando la cabecita de uno de ellos—¿Estaban aquí?

Nego con la cabeza, tenía un semblante triste:—Estaban a lado de unos botes de basura en la mañana, los traje aquí apenas.

—Maldita gente—el rubio miro al otro gatito que se acercaba a su hermano para jugar—¿Qué vas a hacer?

—No sé, no puedo llevarlos a casa y tampoco quiero llevarlo a un albergue. Ya veré qué hago—los metió con cuidado tapándolos con su sudadera—Vendre por ustedes más tarde.

Se pararon, Minho pensaba en todas las posibilidades, llevarlos a casa era la más fácil aunque su madre... Su alergia no era tan grave, el problema era el dinero. Podía cuidar a uno más el otro... Sería difícil. Tal vez podía buscar otro trabajo para así cuidar de ambos y que su mamá no se preocupara por ellos.

Ya no quería ser una carga para ella.

—Podemos buscar juntos Minho, te ayudaré—su amigo le sonrió haciendo que el castaño aceptara.

—Debemos llevarlos a la veterinaria, no sé cuánto tiempo estuvieron así, pueden estar desnutridos. También debemos ponerles las vacunas—enumero con los dedos siendo escuchado por Felix que asentía con la cabeza—¿Tienes clase, ahora?

—No, iré a la facultad de medicina. Me voy a ver con Chris—contesto el rubio.

—Yo tengo seguidas hasta las 12-rodo los ojos con fastidio—¿Podrías ir a verlos?, si ya no tienes clases.

—Claro—respondió.

—Nos vemos, me saludas a Chris—le dijo moviendo las cejas de arriba a abajo.

—Le pasaré tu saludo—dijo el chico sonriendo—También le diré a Hyunjin que le mandas muchos saludos.

Minho nego con la cabeza riendo, comenzando a irse por el pasillo que lo llevaría a su facultad y a sus salones. Esperaba que el profesor llegará tarde. Caminaba con los audífonos puestos, sumergido en sus pensamientos que tenían que ver solamente con aquellos gatitos.

Cuando llegó a su salón se sentó en donde siempre lo hacía, era fantástico que el salón estuviera casi solo y que el profesor aún no llegara.

Saco un libro comenzando a leer, minutos después vio que se sentaron en la banca de enfrente cerró su libro y alzó la mirada pensando que sería Momo. Su sonrisa desapareció cuando vio quien estaba sentado viéndolo con una sonrisa divertida.

—¿Por qué me bloqueaste Minnie?—sus manos temblaron, siempre que estaba él tenía miedo.

Era como cuando eran novios, cuando sabía que una vez terminadas las clases tenía que ir con él. El miedo que lo invadía al caminar a su lado no podía ser normal, no sabía en qué momento podía volverse violento, en que momento podía golpearlo o gritarle.

Aún se quedaba inmóvil. Y ahora no estaban aquí para defenderlo, no estaba Momo, tampoco Felix, ni estaba Jeongin ni Changbin. No había nadie que lo ayudara.

Tenía que ser él, no tenía que depender de sus amigos.

—Po-porque no quiero hablar contigo, creo que quedaba claro—dijo maldiciendo al tartamudear, dejo sus manos debajo de la banca, rasguñando el dorso de su mano por el miedo, ansiedad.

Odiaba hacer eso porque sus manos quedaban rojas y aunque ahora no doliera después si lo hacía.

—¿Por qué?—le miraba con intensidad.

—¿A qué veniste?—preguntó viendo cómo una de las chicas que estaban en el salón salía.

—A verte, a ver a mi omega-quiso reír incluso una sonrisa traicionera salió de sus labios—¿De qué te ríes?

—¿Tu omega?, recuerdo que siempre me decías que eso era imposible, que no dijera estupideces—hablo con ironía, tenía que ser fuerte.

Además no estaba solo, estaba ese tonto lobo que a pesar del miedo estaban listos para mandarlo a la mierda.

Ya tenemos alfa, aquella afirmación en su cabeza le hizo sentir más seguro. Aunque supiera la connotación en la que su querido amigo lo decía; no tenía porque pensar en eso ahora.

—Estaba preocupado, éramos jóvenes no quería algo serio Minho—dijo sin más viéndolo sin ninguna pizca de culpabilidad.

—Jamás te pedí nada, solo que me respetadas, por sentido común es lo que tenías que hacer—dijo mordiendo la piel interna de sus labios con fuerza.

—Quieres que diga que lo siento-con agresividad lo dijo, levantándose y haciendo una reverencia—Lo siento, cariño. ¿Feliz?

Se levantó con el ceño fruncido, su olor era picante. No le gustaba.

—No quiero tus falsas disculpas, quiero que me dejes en paz—sentencio con seguridad—¿Para que quieres que seamos amigos?, lo siento pero yo no puedo olvidar tan fácil todo el dolor que me hiciste sentir.

—Minho, de verdad lo siento—su olor decía algo totalmente diferente.

—Por favor vete, el profesor está por llegar—el pelinegro lo vio con enojo.

—Te buscaré después de clases—tomo su mochila con brusquedad.

—Ni te molestes. No quiero saber nada de ti, no vengas —ni siquiera lo miro, tomo sus audífonos y se los coloco abriendo su libro en la página donde se había quedado.

Cuando notó que ya no estaba en el salón pudo dejar ir todo el aire que había estado reteniendo.

Lo enfrentó... Lo hizo.

Pocos segundos después por la puerta entro su amiga preocupada sentandose frente a él.

—¿Estás bien?, lo ví salir del salón—la chica le miro con preocupación vio su rostro, Minho no pudo evitar reír.

—Tuve tanto miedo, pero, lo hice. ¡Momo por fin pude enfrentarlo!—la chica lo miro con tanto orgullo que creyó que en algún momento lloraría, lo abrazo con fuerza haciendo que el chico también la abrazara.

—Eso es, ese idiota ya sabe que no tiene más control sobre ti—poco segundos después y de que Minho comenzará a platicarle todo el profesor llegó comenzando la clase.

Cuando Minho por fin termino sus clases, tuvo un poco de miedo por encontrarse al idiota de su ex. Salió del salón viendo que no estaba, suspiro aliviado comenzó a caminar a la facultad de economía dónde estarían los pequeños gatitos.

—¡Minho!—volteo al escuchar su nombre.

—Jinnie, ¿terminaron tus clases?—preguntó comenzando a caminar cuando el alto se colocó a su lado.

—Las clases si, pero, a las 2 tengo practicas en el hospital—dijo con una mueca fastidiada-¿Ya terminaste tu?

—Ya, ya me iba a ir a mi casa—dijo, se sentía cómodo con Hyunjin, seguro. ¿Tendría que ver con ser destinados?

—¿Vas a ver a Lix?—preguntó de repente al ver que entraban a la facultad de economía.

—No—sonrió al recordar a esos pequeños que esperaban ahí—Ya que estamos aquí te los presentaré.

—¿Presentar?—preguntó el alto viendo la sonrisa emocionada de Minho.

—Vamos—tomo su muñeca jalandolo a la parte trasera de los salones, el alto sin negar nada lo siguió.

Minho lo soltó caminando a una caja agachándose Hyunjin hizo lo mismo viendo a dos pequeños gatos abrazados durmiendo.

—Son lindos, ¿verdad?—preguntó el castaño acariciando a ambos con suavidad.

—Lo son—las manos delgadas del rubio acariciaron sus cabecitas.

—No sé que hacer—comenzo a hablar el chico a su lado—Yo no puedo tenerlos a mi cuidado, supongo que buscaré a alguien para que los adopte.

—¿No puedes tenerlos?—preguntó con una ceja alzada.

—Mi madre es alérgica y cuidar a ambos requiere dinero que no tengo, cuidarlos va a ser difícil. Prefiero que estén con alguien que si pueda cuidarlos—en sus ojos había decepción, su olor incluso era triste.

—¿Por qué no cuidamos a uno de ellos entre los dos?—preguntó sin pensarlo mucho.

—¿Ah?—lo miro curioso.

—S-si, yo puedo llevármelo al departamento y cuidarlo, tu puedes ir a verlo y si quieres puedes llevártelo a tu casa por algunos días. Por el dinero podemos compartirnos los gastos—sonrió al ver la mirada pensativa del omega.

—¿Harías eso?, ¿no tendrías problemas?—el castaño indagó con una ceja alzada.

—Claro que no, seguramente también en el departamento estarán felices por uno de los pequeños. Si no estoy yo puede cuidarlo cualquiera que si lo este—alzo los hombros acariciando de nuevo a los gatos que despertaban poco a poquito.

—Acepto—Minho no podía ocultar su felicidad—Tenemos que buscar otro hogar, estoy pensando en Jeongin.

—¿Por qué él?—preguntó sintiendo pequeñas mordiditas en sus dedos.

—Hace unos meses dijo que pensaba adoptar—Minho saco la leche de su mochila y volvió a servir.

—Así puedes verlo también y podemos juntarlos para que no se sientan tristes—dijo el alto sonriendo al ver a uno de ellos de color gris con leves manchitas jugar con su mano.

—Exacto, los llevaré al veterinario, se ven algo desnutridos—dijo el chico viendo cómo el otro tomaba leche de forma tranquila.

—¿Te acompaño?—se miraron, Minho podía jurar que su corazón saldría en cualquier momento.

—Si quieres—se levanto recogiendo la leche y el vaso para tirarlo en la basura.

—Vamos—el alto tomo la caja con los gatitos ya dentro de ella, un poco asustados.

—Gracias Hyunjin—agradecio cerrando la caja—Llamare a Lix y a Momo.

—Bien—contesto el alto caminando alado del omega.

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