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Capitulo 9

09 | Inari


Inari Kujō.

He vivido una vida algo dramática. 

No dudo que otras personas hayan vivido situaciones similares o peores que las mías, pero realmente no conozco a esas personas y, para mi, mis problemas han sido realmente grandes.

Mi serie de eventos desafortunados comenzó cuando tenía siete.

Muchas personas creen que mi madre biológica es Yui, después de todo siempre la he llamado “mamá”, sin embargo no es así.

Antes de casarse con Yui, mi padre y mi madre biológica —Aria—, habían tenido una relación. Por un tiempo vivimos como una familia normal, en nuestro hogar nunca faltó el amor ni el dinero, pero todo cambió cuando mi padre perdió a un amigo cercano que consideraba un hermano. Desde ese día comenzó a refugiarse en la bebida, cosa que a mi madre realmente le afectaba bastante, sobre todo teniendo en cuenta que cada vez se volvía más y más violento.

Fue así como, un día, ambos se separaron y mi madre le impuso una demanda de divorcio en donde ambos peleban por quien se llevaría mi custodia completa.

Durante los diversos juicios mi padre hacía quedar mal a mi madre, me manipulaba para ponerme en su contra, finalmente. Él ganó la custodia y gracias a esto mi madre se terminó suicidando.

Muchos dicen que lo que le pasó a mi madre no habia sido mi culpa, pero habia sido mi testimonio el que le habia hecho perder el caso y, por ende, la habia empujado al suicidio.

Estaba destrozada.

Ese mismo año mi padre se relacionó con otra mujer con la que se casó después de un año de relación. Cuando tenía nueve años, ambos me dieron la gran sorpresa de decirme que estaba por convertirme en hermana mayor.

Si soy sincera, nunca entendí por qué Yui y Akihiro se habían casado. Estaba claro que nunca se habían amado. O quizás al principio, pero después del nacimiento de Levi, ambos se habían vuelto adictos al trabajo y lo que fuera que los había unido en un principio había terminado de extinguirse. La diferencia era que Yui intentaba buscar tiempo para estar conmigo —a pesar que realmente no era su hija—, y claramente con Levi, mientras que mi padre no.

Supongo que yo adoraba a mi padre por el simple hecho de que era mi padre, pero con él no me sentía en casa. Su ausencia, su desinterés, su mal humor y su adicción al alcohol hacen que nuestra relación penda de un hilo.

Supongo que tengo los famosos “daddy issues”.

Tal vez fue por ello que el primer hombre que me interesó cuando tenía quince años fue mi profesor de inglés.

En mi defensa, era muy atractivo. 

Él tenía veinticinco años.

La primera vez que me encontré con él, mi corazón latió con fuerza.

Yo me encontraba sentada en una banca, cerca de las canchas deportivas, comía mi almuerzo sola, después de todo había peleado con mi padre y no quería estar con nadie.

Y entonces él llegó, como un ángel.

Se sentó a mi lado y conversamos por un rato. No pude quitar mis ojos de él. Ahí me di cuenta de lo que significaba enamorarse.

Durante seis meses estuve junto a él, podía jurar que él sentía una ligera atracción hacia mí, me quería.

Lo sabía porque, a medida que pasábamos más tiempo juntos, era cada vez más dulce y exigente conmigo, él quería que yo fuera la mejor alumna y yo quería cumplir con todas sus expectativas.

Un día recordé algo que había escuchado una vez: "la mejor forma de cautivar el corazón de un hombre es con el cuerpo de una mujer".

Entonces, una tarde, cuando todos se habían ido y él se había quedado hasta tarde calificando exámenes yo me quedé junto a él. Quería que me viera como una mujer, estaba dispuesta a entregarle mi cuerpo y, si me lo permitía, mi corazón.

Cuando me desnudé frente a él sentí como si mi corazón fuera a estallar. Quería ver el deseo en su mirada.

El momento en el que sus labios tocaron los míos se sintió terriblemente eterno.

Él me hacía sentir ebria. Lo único que sabía era que jamás quería despertar de aquel sueño.

"Me estás volviendo loco" dijo, retirándose el saco se su traje "Está bien, te enseñaré todo sobre el sexo".

Él sonrió. Sus caricias eran tan tenaces como su carácter.

A pesar de la vergüenza que sentía, lo deseaba, no quería parar.

Esa fue la primera vez en la cual sentí un cosquilleo enorme por todo mi cuerpo. Era como si estuviera a punto de estallar por dentro. Él hizo que sintiera cosas que nunca había sentido.

No podía volver a mis sentidos, era una nueva sensación de dolor que nunca antes había sentido.

Tenía miedo.

Estaba aturdida.

Perdí mi fuerza. Perdí mi voz. No pude hablar después de eso.

Estaba confusa, me preguntaba a mi misma: ¿por qué lo había hecho?

En mi cuerpo estaban mezclados dolor y un extraño placer. Tenía que irme a casa, pero tenía un problema, mis piernas temblaban.

Después de vestirme fui a casa a toda prisa, él se había ofrecido a llevarme pero yo lo rechacé.

En la calle, mientras caminaba, lloré. Sentí como si hubiera hecho algo malo, algo que no podía echar marcha atrás.

Realmente lo deseaba, lo ansiaba, pero algo dentro de mí me decía que no estaba bien.

Estaba ansiosa por que me reconociera como mujer, por ello me forcé a mi misma y me quité la ropa.

Mis acciones fueron tontas. Antes pensaba que el sexo venía de la mano con el amor. Si existía uno el otro no tardaría en aparecer, pero no podía estar más equivocada.

Un día él desapareció sin más, sin despedirse ni explicarse.

A partir de esa situación, los hombres que iban llegando a mi vida variaban, desde buenos, hasta malos, mayores o de mi misma edad.

El peor de todos fue Alexandre.

Salimos juntos cuando fui de intercambio a Francia y gracias a él había normalizado los golpes que me propició mi padre.

—Procederemos a mostrar hablar con la testigo del demandante, señorita Inari Kujō, por favor pase al estrado.

La voz del juez me distrajo de mis pensamientos, temblorosa, bajo la mirada furica de mi padre, caminé hacia el lugar en el que doce años atrás había condenado a muerte a mi madre.

Tragué duro.

Todos me miraban horrorizados.

Los hematomas aún estaban presentes en mi rostro, razón por la cual decidí ir ese día sin maquillaje alguno.

Yo era la prueba andante de que Akihiro no podría encargarse de Levi. Y pese a que el juez me hacía preguntas con respecto a la demanda de divorcio de mi madre biologica, respondí siendo lo más sincera y cruda que pude.

Hablé sobre las adicciones de mi padre, las noches en vela que solía pasar al no saber donde se encontraba, hablé sobre la noche en la que recibí los golpes en mi cuerpo, sobre cómo poco a poco mi padre había recaído en aquel vicio que provocó que llegáramos todos hasta este punto.

Gracias a mi testimonio, esta vez el juicio no se alargó, cuando el jurado volvió y dio el veredicto sentí que por fin podía respirar.

Yui había ganado.

No contuve la felicidad y corrí hacia ella mientras lloraba, la abracé.

No solo lloraba por la felicidad que sentía porque ganó el juicio, lloraba porque por fin podría alejarme de mi padre, lloraba porque ya no pasaría más por ese infierno al que solía llamar hogar.

Pero no contaba con algo ese día.

Megumi había ido al juzgado para recogerme con un ramo de rosas y, al ver los golpes en mi rostro, su sonrisa se desvaneció al instante.

Hello hello.

¿Como están? Espero les haya gustado este capitulo.

No olviden votar y comentar.

Gracias por leer ♡

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