Capitulo 5
05 | Nanami
Inari acomodó su cabello por tercera vez, observó con inquietud a su compañera de curso, con el cual le había tocado hacer sus practicas, ambos esperaban estar en el mismo sector.
—Señorita Kujō, usted trabajará en el departamento del área A —dijo la secretaría, señalando a Inari—. Usted, señorita Momose, trabajará en el departamento del área D.
Ambas se miraron y suspiraron.
Inari siguió a la oficinista que la esperaba amablemente en la entrada a su bloque, despidiéndose de su compañera, acto seguido, tomó su blog de notas y comenzó a anotar todo lo que su superior le decía.
—Por último, te presentaré a tu jefe —dijo ella—. Mi nombre es Hikari Uzuki, por cierto, si necesitas ayuda en algo. Llámame.
—Muchas gracias, señorita Uzuki —susurró Inari, dando pasos firmes hacia la oficina a la que Hikari la guiaba.
Al llegar a la puerta, la mujer castaña la miró con una sonrisa.
—Hasta aquí llego yo, debo volver a trabajar, suerte en tu primer día —dijo, dando dos palmadas en el hombro de Inari y sonriendo ampliamente.
Inari se enderezó antes de tocar dos veces la puerta de entrada a la oficina y entrar al escuchar una voz masculina, rasposa, permitirle la entrada.
—Buenos días, señor, mi nombre es Inari Kujō. Soy la nueva pasante —se presentó ella, demostrando seguridad.
Creía en sus capacidades, debía hacerlo si quería ser la mejor y adquirir los créditos necesarios para graduarse antes de tiempo.
Al analizarlo apropiadamente, ella notó que su jefe era un hombre de cuerpo bien proporcionado y bastante alto, lo notó gracias a que él se encontraba de pie cerca de un estante con varias carpetas. Su cabello era rubio, sus cejas delgadas y ojos pequeños, era bastante atractivo a su parecer.
—Bienvenida, señorita Kujō —su voz rasposa y ronca le puso a Inari la piel de gallina.
Él la repasó, ella era una mujer joven con cabello rubio —brillante y hermoso—, hasta la mitad de la espalda. Tenia ojos entre ámbar y rojo. Usaba una camisa de vestir blanca, unos pantalones tiro alto hasta la cintura de color negro y un saco de este mismo color.
Él sacó una carpeta y se dirigió a su escritorio, sentándose en la silla giratoria, haciendo que Inari fuera capaz de leer el nombre escrito en la placa sobre este.
Nanami Kento.
—A partir de hoy, señorita Kujō, usted será mi asistente personal y secretaria —dijo, Inari asintió, recibiendo la carpeta que Nanami le extendía—. Ahí está el instructivo del sistema operativo de la compañía, cualquier duda que tenga llame a la señora Uzuki o a mi en su defecto. Puedes retirarte.
Inari asintió, revisando la carpeta mientras se dirigía a la puerta, sin que ella lo supiera, Nanami la observó caminar hacia la puerta. Ella no se dio cuenta de eso.
La rubia salió de la oficina, levantando la vista y sonriendo mientras Hikari la señalaba un escritorio vacio cercano a la oficina de Nanami, en el cual no tardó en tomar. Lo primero que hizo fue leer el instructivo, escuchar recomendaciones, hacia todo lo posible por recolectar información que le ayudaría a hacer un trabajo perfecto.
Al terminar, estiró sus brazos y comenzó a ojear los archivos antiguos de su computadora, observando algunos balances.
Realmente no supo cuanto tiempo había tardado hasta que Hikari se acercó a ella con una sonrisa.
—Ya es hora de la comida, ¿quieres venir? Iremos todos al restaurante de ramen que está en la esquina. Te presentaré al equipo —dijo ella amablemente.
—Claro, acomodaré mi escritorio y los alcanzo —Hikari asintió, sonriente, alejándose mientras se acercaba al elevador.
Una vez ya lista, Inari tomó su cartera, dispuesta a bajar por el elevador, sin embargo, antes de pedirlo, se dirigió hacia la oficina de su jefe y tocó la puerta, recibiendo un "pase" como respuesta.
—Señor Nanami, ya es hora del almuerzo. ¿Necesita que le traiga algo?
—Estoy bien, gracias.
Inari sonrió felizmente, cerrando la puerta y dirigiéndose al elevador. Al subirse y bajar hacia el primer piso, justo cuando las puertas se abrieron, la recibió una sonriente Hikari con la cartera en la mano.
—Te va a encantar, a demás, te presentaré a mi cuñado. Es joven y apuesto, se llevarán bien —dijo ella con una sonrisa.
Inari la imitó:—¿Eres casada? Te ves muy joven.
Hikari soltó una risita.
—Si, ya llevo cuatro años de casada, también te presentaré a mi esposo —respondió, abriendo su cartera y sacando un par de fotos de dos niños, la niña tenía cabello rubio y el niño cabello castaño—. La mayor se llama Sakura y el menor se llama Rino.
—Son preciosos —dijo, observando a los pequeños con detalle, notando como en una de las fotos había una tercera niña de cabellos negros—. ¿Y ella?
—Es la mejor amiga de Sakura, Keiko —dijo.
Luego de almorzar y presentarse con sus compañeros de trabajo, Hikari e Inari volvieron a tiempo para seguir con su jornada laboral, sin embargo, esta última no contaba con que una figura reconocida estuviera esperando fuera de la oficina de su jefe.
—Se-señor Gojo, ¿qué hace aquí? —preguntó ella, acercándose al albino.
El hombre sonrió.
—Estamos en un mundo realmente pequeño —dijo—. Soy amigo de tu jefe y, por favor, dime Satoru. Ya somos lo suficientemente cercanos como para tutearnos.
El tono burlón en las palabras de Satoru hizo que Inari se sonrojara.
—Prefiero no hacerlo aquí, señor Gojo.
—¡Señorita Kujō! —la llamó la voz de Hikari.
Ella se despidió de Gojo, quien la siguió con la mirada mientras caminaba hacia la castaña, quien susurró algo en el oído de Inari que la hizo sonrojarse.
—¿Te gusta el engendro? —susurró la mujer.
—¡No! Quiero decir..., no —exclamó, nerviosa—. ¿Por qué le dices engendro?
—Bueno, es un amigo del señor Nanami, pero, entra a la oficina cuando quiere y hace escándalo cada vez que viene. La última vez le hizo una escena al guardia de seguridad mientras estaba ebrio —dijo ella entre risas—. Creo que solo lo hace para molestar al jefe, pero no estoy segura.
Inari soltó una risita, desviando su vista a Gojo, quien le guiñó el ojo antes de entrar a la oficina de Nanami.
Megumi se sentó en el sillón, agotado, luego de salir de sus practicas habían sido secuestrado junto a Inari por Nobara para ir al gimnasio, donde se encontraba Itadori felizmente usando la caminadora.
—¿Como les fue? —preguntó Toji, recargado en la pared, observando a ambos respirar rápidamente.
—Casi muero —dijo Megumi, recargando la cabeza en el espaldar del sillón.
—No entiendo, solo falté tres meses al gimnasio, ¿por qué estoy tan cansada? —dijo Inari, tomando agua y dirigiéndose al sofá, desplomandose dramáticamente al lado de Megumi.
—Me iré a bañar, luego te metes tú —susurró Megumi, levantándose.
Mientras caminaba, Inari miró su trasero, acto seguido, sonrió.
—Si te sirve de consuelo y motivación, me gustas así, te ves bien toda sudadita —dijo Toji, sentándose a un lado de Inari mientras encendía el televisor.
—¿Gracias? —dijo ella, dudosa.
¿Le gustaba? Inari creía que aquello simplemente había sido un gesto de cortesía, sin embargo, no podía evitar pensar que aquellas palabras significaban otra cosa.
Ninguno de los dijo nada, solo miraban el televisor.
Toji había puesto una película de acción y comedia, por lo menos eso era lo que parecía antes de que los protagonistas comenzaron a besarse desesperadamente luego de una pelea en la que casi se matan el uno al otro.
Los sonidos de gemidos resonaron por todo el salón cuando los protagonistas comenzaron a despojarse de sus prendas.
—Pareces incomoda —dijo Toji, con un tono burlón—. ¿Quieres que ponga caricaturas o una mierda así?
Inari lo miró con el ceño fruncido, cruzándose de brazos mientras lo miraba, él tenía su ceja levantada mientras sonreía con diversión.
—Tengo diecinueve años, señor Toji, no me trate como a una niña pequeña —aclaró, Toji se limitó a reír sin decir nada.
A pesar de que realmente estaba algo incomoda, Inari no dijo nada, quería mantener su orgullo y ver la película completa. Luego de que pasara media hora, Inari frunció el ceño al notar que las escenas que aparecía en el televisor eran sólo sexuales.
Ella cruzó sus piernas sin despegar la mirada del televisor, aprentando estas mientras soltaba un pequeño suspiro, sabia que la película había provocado que su cuerpo estuviera algo caliente.
Toji bajó la mirada hacia las piernas de la rubia, sonriendo al notar lo que hacía.
—¿Es la primera película que ves con escenas de adultos?
Inari no se atrevió a mirar al padre de Megumi.
—No, incluso he visto porno —susurró ella.
Toji soltó una carcajada, haciendo que Inari se sonrojara aún más.
—Entendido, eres una niña grande.
Ambos se miraron, al verse, notaron algo atrayente en los ojos del otro. Era como si pudieran perderse en ellos y mirarlos durante un día entero.
—yo...
—Inari, la ducha está libre —al escuchar la voz de Megumi, ella se levantó de inmediato y se dirigió al baño—. ¿Que le pasa?
Toji se encogió de hombros, apagó el televisor y se encerró en su habitación.
El sonido de sus pieles chocando entre sí, los gemidos que sonaban en la habitación, aquella sinfonía era la única que podía escucharse en aquella habitación:—Vamos, preciosa, Quiero escucharte hablar —susurró él, sonriendo mientras aumentaba el ritmo de sus embestidas.
Inari echó su cabeza hacia atrás, soltando un gemido largo y clavando sus uñas en la espalda del mayor, haciéndolo gruñir ante aquella acción:—¡Más rápido! Toji, más rápido, por favor —dijo la rubia, sintiendo un extasis de placer inexplicable cuando su orden fue acatada.
—A tus ordenes.
Fue entonces cuando Inari despertó, su pecho subía y bajaba, su respiración era entrecortada. No podía creer lo que acababa de soñar.
Temblorosa y aturdida por lo que había sucedido en su sueño, Inari sale de la habitación en busca de algo para beber, debía calmarse un poco y pensar con la cabeza fría. Estaba bien soñar con hombres guapos, hubiera aceptado aquel sueño con los brazos abiertos si se hubiera tratado de su pareja sexual más reciente —Gojo Satoru—, sin embargo no había sido así.
Cuando salió de la habitación, dejando a Megumi durmiendo tranquilamente, notó que una de las lámparas de la sala de estar estaba encendida. Dispuesta a apagarla —pensando que aquello se trataba de un descuido de algo de ellos al olvidarse de apagar todas las luces—, Inari caminó hacia donde se emitía aquella luz. No pudo evitar abrir los ojos con sorpresa al notar que Toji se encontraba allí, sentado en el sillón, no llevaba camisa y bebía algo que parecía ser Whisky.
—¿Señor Toji? ¿Que hace aquí? —susurró, acercándose.
Toji desvió su vista hacia Inari. La fuerza en su mirada era tante que la rubia luchaba para que sus piernas no temblaran.
—¿Que haces tú aquí? —respondió Toji.
—Em..., no podía dormir —respondió, algo incomoda.
Era natural, pensó, después de todo había soñado como tenía sexo con él hace unos minutos.
—Yo tampoco... —susurró Toji.
Ambos se quedaron en silencio por un momento.
—¿Quieres beber conmigo? —ofreció el mayor.
Inari dudó un momento antes de responder, aceptando.
La rubia se sentó a un lado del pelinegro, quien la miró por un largo rato mientras ella se servía su vaso de whisky, el cual se bebió de un solo trago, aquello sorprendió a Toji.
—Vaya...
Inari se sirvió su segundo trago, el cual, tardó un poco más en beber.
—Ya se lo dije, señor Toji, no soy una niña pequeña.
—Eso veo —respondió él, sirviéndose otro trago y bebiendo de este sin despegar la mirada de los ojos de Inari.
Ella acomodó se inclinó ligeramente hacia adelante, haciendo que su cabello hiciera lo mismo, Toji tragó duro al ver como ella lo miraba desde abajo con inocencia.
—¿Le molestaría si me acerco un poco más a usted?
—En lo absoluto.
Fue así como ambos pasaron la noche. Un par de tragos después, ambos notaron que habían bebido demasiado, lo supieron ha que todo parecía moverse más rápido de lo normal. Ambos estaban conscientes de sus actos, sin embargo, sus cuerpos se encontraban un poco más calientes de lo normal.
Las mejillas de Inari estaban rojas por el efecto del alcohol, Toji, por otro lado, reflejaba más seriedad de la usual, controlando sus impulsos.
Toji levantó una de sus cejas, observando como la mirada graciosa de Inari había cambiado a una más intensa.
Inari, por su parte, vio frente a ella la oportunidad de hacer su sueño realidad. Si al día siguiente se arrepentía, podría decir que estaba bajo los efectos del alcohol.
Ella traga, reuniendo todo su coraje, toma la mano de Toji y frota su pulgar en el centro de esta hasta que él la mira con cierta curiosidad. Los verdes curiosos la miran a los suyos, pero después de otro momento de vacilación, Inari siente que su corazón está a punto de explotar. Rápidamente se obligó a sí misma a seguir adelante y chocar sus labios con los de Toji.
Enseguida, siente que es un gran error y se aleja, ¿En que estaba pensando? Hace poco había tenido sexo con el amigo de Toji y, a demás, acababa de terminar una relación. No se suponía que debería besar ni tener sexo con nadie y estaba bastante segura de que el hecho de que esa persona con la que se besaba en aquellos instantes fuera el padre de su mejor amigo lo hacía mucho peor.
Inari se levantó del sofá lo más rápido que pudo, pero algo le impidió irse, Toji le estaba agarrando la muñeca con fuerza. Parecía estar pensado, sus ojos estaban bien abiertos y fijos en el rostro de de Inari, su mandíbula se encontraba tensa. Parecía dudoso de lo que pensaba hacer.
—Lo siento...
<< Esto está mal. >>, pensó Inari.
Bien podría estarlo, pero lo que le importaba ahora no era eso, lo realmente importante era que Toji le había regresado el beso.
Inari no tardó en corresponder.
Aquel era un beso intenso, hambriento, las lenguas de ambos jugueteaban en un ritual de fuego por saber quien era el mejor. Ella puso sus manos alrededor del cuello de Toji para hacer el beso más profundo, sentándose sobre sus piernas.
Ahí fue cuando Toji se detuvo.
—¿Que sucede? —susurró.
—No voy a hacer esto.
Inari abrió los ojos, avergonzada, dispuesta a bajarse del regazo de Toji. Él la detuvo.
—Inari, estás ebria, no me aprovecharé de ti —dijo, con un tono seguro—..., a demás, cuanto de haga mía, quiero que recuerdes cada detalle de esa noche. Quiero que recuerdes cada sensación que provocaré en ti, quiero que recuerdes cada beso, cada mordida...
Inari volvió a juntar sus labios con los de Toji, sin dejarlo terminar, él le correspondió, sonriendo a mitad del beso.
Tal vez se arrepentiría de eso, pero al menos no se quería con la duda del que hubiera pasado.
Buenas.
Espero les haya gustado el capítulo de hoy ♡ no olviden votar y comentar.
♡ Gracias por leer ♡
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