Capitulo 19
19|Notas, tragos y besos
El semestre había terminado y con él, el episodio depresivo que sufrió Inari tras los exámenes finales también lo hizo, lo único malo de eso fue que provocó que un pequeño episodio maniaco apareciera.
—Ya vas a ver que aprobaste todo —dijo Megumi, observando a Inari pasear por la sala de estar mientras barría por tercera vez.
—¡Es que no lo entiendes! No quiero perder mi beca, soy feliz con dinero extra que tengo para despilfarrar —exclamó ella, dejando la escoba en su lugar y dirigiéndose a su novio.
—¿Por qué no te pones algo de ropa? Mientras te cambias las calificaciones pueden aparecer.
La situación es la siguiente.
Inari había llegado de sus prácticas luego de una atareada tarde de trabajo, recientemente había salido de exámenes y realmente necesitaba un baño, mientras se daba una relajante ducha, disfrutando de los aceites aromáticos que su novio le había regalado para que se relajará un poco, recibió una llamada de Nobara, interrumpiendo la melodiosa tonada emitida por su teléfono "Say It Ain't So, de Weezer."
"¡Tienes que revisar la página de la universidad ya! Las calificaciones salen hoy, no puede ser que haya perdido dos clases, malditos profesores de mierda que no saben reconocer el talento cuando lo tienen jodidamente en frente", exclamó su dulce mejor amiga a través de la línea telefónica.
—¡No necesito ropa, necesito mis calificaciones! —chilló, sentándose en el mueble mientras cruzaba las puertas.
—¡Amén! —exclamó Toji desde su habitación.
Megumi lo había encerrado anteriormente al ver como Inari se paseaba por la casa solo con una bata puesta y una toalla sobre la cabeza.
—¡Callate, anciano! —exclamó Megumi.
Megumi se puso detrás del sofá y retiró la toalla que llevaba Inari en la cabeza, de esta manera, repartió su cabello rubio por los lados y comenzó a peinarla con los dedos para tranquilizarla.
—Te sienta bien el acondicionador que te regalé.
—Aún no entiendo como siempre le atinas a los regalos, siempre son perfectos.
Megumi se encogió de hombros, restandole importancia al hecho.
—Simplemente te escucho. Te había oído hablar anteriormente con Nobara sobre esa línea de cuidado para cabello y simplemente te la compré —respondió—. No es para tanto.
Inari tomó las manos de Megumi y se giró para verlo.
—Megumi Fushiguro, esas son las palabras más sexis que le he escuchado decir a un hombre.
Megumi levantó las cejas, sorprendido.
—¿Qué?
—No debería sorprenderte, llevo una larga lista de relaciones toxicas, abusivas o que terminaron porque él o yo hicimos algo mal en la relación.
Él le dio la razón, aunque ciertamente sentía un mal saber en la boca ante la parte de "relaciones abusivas", sin embargo recordaba con alegría aquella vez en la que había golpeado a su padre cuando este intentó llevársela a la fuerza.
Inari tomó a Megumi y comenzó a sacudirlo luego de recordar aquello que la mortificaba.
—¡¿Por qué no salen las calificaciones?!
—¡No lo sé!
—¡Quiero mis calificaciones!
—¡Mira, ya cargó! —dijo él, señalando la computadora.
Inari instantáneamente lo soltó y corrió a ver la pantalla que, a pesar de que Megumi solo había dicho eso para que Inari lo soltara, realmente reflejaba sus calificaciones.
La rubia observó su computadora, atónita.
—No tengo ninguna calificación por debajo de nueve punto cinco —dijo, boquiabierta.
Megumi la miró con una ceja levantada.
—Ya lo sabía, eres la persona más lista que conozco, Inari. Aunque eres una genio algo tonta.
La felicidad incandescente que ella sentía se reflejó en su rostro cuando este se iluminó con una gran sonrisa que a Megumi le habría encantado captar en una foto para tener guardado aquel recuerdo para siempre.
—¡Seré becada hasta mi último año! —chilló con felicidad, dando pequeños saltitos mientras Megumi se sentaba en el sofá y suspiraba.
Ella no tardó mucho en lanzarse sobre su novio y sorprenderlo con un beso. Mismo que poco a poco comenzó a subir de tono.
El cuerpo de Megumi se encontraba a merced de Inari, quien lo encerraba contra su cuerpo mientras movía sus labios agilmente contra los de Megumi, sus lenguas juguetearon mientras las manos de Megumi eran guiadas por Inari para acariciar su piel desde sus piernas hasta su trasero.
Cuando se separaron para tomar aire, un pequeño hilo de saliva aún unía sus bocas.
La vista era ciertamente excitante para Megumi. Un pequeño sonrojó teñía las mejillas de Inari mientras que una de las mangas de la bata que llevaba se había deslizado durante el toqueteo, provocando que Megumi tuviera una vista perfecta de los pechos de Inari.
Sus respiraciones se combinaban ante la cercanía que había entre ambos.
Sin embargo, aunque Inari quiso seguir, Megumi la detuvo apretando su trasero de tal manera que la hizo sobresaltarse.
—No, aquí no —sentenció, con voz gutural y algo grave.
—Si, aquí si —rogó ella, rodeando el cuello de Megumi con sus brazos y besando sus labios de la misma forma de antes.
Inari no cedería, por ello, mientras mantenía sus labios unidos, Megumi la llevó hasta su habitación. Una vez que los dos finalmente entraron a su habitación, él la subió a su escritorio, ella se alteró cuando varios de los papeles que Megumi tenía allí se arrugaron o cayeron al suelo y fueron pisoteados por él.
Inari se quejó internamente de su destructividad, mientras él miraba con hambre, inclinándose frente la intimidad de Inari. Megumi lanzó un suspiro frío, haciéndole gemir cuando el aire frío golpeó su sensible hendidura, las piernas temblaron cuando Megumi le agarró los muslos con dureza.
—Megu…—
—Silencio ―ordenó, mientras empujaba dentro de Inari dos de sus dedos. La espalda de la rubia se arqueó de placer, sus paredes se contrajeron alrededor de sus dedos cuando otro pequeño gemido salió de sus labios.
—No estás en posición de decirme qué hacer —Se burló él, con los dedos bombeando furiosamente dentro de Inari.
Ella lanzó un gemido bajo cuando su dedo se movió de nuevo, y se preguntó por un momento si estaba bien saltarse los juegos previos. Los ojos de Megumi se movieron de su intimidad a su cara, disfrutando el sonido que salió de tus labios. Él podía sentir cómo ella se estaba poniendo más húmeda que antes, jugos resbaladizos cubrían sus dedos hasta sus nudillos, resbalando también sobre la mesa.
La habitación se llenó de salpicaduras, gemidos y gruñidos ocasionales. Megumi le sonrió a su nerviosa novia, disfrutando del enrojecimiento que cubría sus mejillas mientras sus ojos estaban fijos en los de él. Su pulgar comenzó a tocar su clítoris con movimientos circulares, aplicando la cantidad adecuada de presión.
―¿El gato te comió la lengua? ―preguntó, la diversión era clara en su voz mientras la veía luchar por mantener a raya tus gemidos. No satisfecho con el silencio de Inari, se agachó, rodeando su sensible clítoris con su lengua, moviéndolo y chupándolo con entusiasmo, finalmente ganándose un gemido más fuerte de parte de Inari.
Añadió otro dedo dentro de ella y aumentó la velocidad, metiéndolos apresuradamente. Tan pronto como los muslos de Inari empezaron a temblar bajo sus manos y sus paredes se apretaron alrededor de sus dedos, él supo que ella estaba cerca. Sus movimientos se volvieron más duros, empujando sus dedos lo más profundo que pudo, amando cómo sus gemidos eran más fuertes.
Finalmente, le rodeó los dedos con un gemido sin aliento, pero él no se detuvo. Lamió todo su jugo en su boca antes de comenzar una vez más a comerla, devorando su intimidad como si fuera la mejor comida que haya tenido en su vida mientras agregaba un tercer dedo, bombeando violentamente dentro de ti.
―Megumi..., estoy...―Inari era un desastre quejumbroso, patéticamente tratando de detenerlo.
La temperatura de su cuerpo se elevó, el calor se extendió desde entre las piernas hasta el estómago y bajó por las piernas. Entonces, el interior de sus muslos tembló y la necesidad de liberarse fue insoportable. Pero él no escuchó, sus súplicas cayeron en oídos sordos mientras él seguía disfrutado de tu agujero y clítoris. Sus piernas temblaron por el placer que Megumi le estaba ofreciendo, y luego, se corrió por segunda vez.
Megumi se detuvo, separó su rostro de la intimidad de su novia y miró, satisfecho el lío que hizo: la superficie de la mesa en la que estaba sentada tenía un pequeño charco de agua, mientras que las gotas caían del borde, todos los papeles que habían caído estaban mojados. Ella tenía la boca abierta, jadeando mientras intentaba recuperar el aliento. Sus mejillas estaban cubiertas de pigmento rojo mientras sus piernas estaban abiertas y todavía temblaban un poco.
―Si crees que hemos terminado, estás equivocada, esto es solo el comienzo, mi hermosa, hermosa Inari ―sonrió, tomando un agarre de su cabello y tirándole en un beso desordenado, en el que pudo saborearse a si misma. Aunque terminó demasiado rápido para su gusto. Él la tomó por los hombros y la empujó al suelo mientras se enderezaba.
―Ahora, quiero estar dentro de esa bonita boca tuya ―dijo, empujándola hacia abajo, hasta que su cara estuvo frente a su bulto. Ella desabrochó sus pantalones y tomó su considerable longitud, finalmente libre, acercándolo a su boca, untando su líquido pre seminal en tus labios regordetes. Megumi sonrió internamente e impaciente empujó su miembro caliente y palpitante dentro de su boca, amortiguando todos sus ruidos.
La rubia ahuecó sus mejillas cuando él comenzó a empujar ferozmente en su boca húmeda, amando la forma en que amordazaba su miembro. Un hilo de saliva corría por la barbilla de Inari mientras se formaban pequeñas lágrimas en la esquina de sus ojos, gracias a la sensación repentina, tratando de girar su lengua alrededor de su eje. Megumi empujó su miembro casi hasta el fondo de su garganta y tomó la vista: era algo tan increíblemente erótico ver su miembro casi desaparecer en su boca ansiosa, amorosa y húmeda que lo volvía loco.
Le encantaba verla toda despeinada, llevándolo a su boca y sintiendo la textura de su lengua a su alrededor. Alejándose, dándole tiempo a Inari para que se recuperará, observó cómo la saliva corría por la barbilla de la chica hasta llegar a su bata, que estaba arrugada, mientras su cabello, rubio, sobresalía desordenadamente en todas las direcciones posibles. Sonriendo para sí mismo, se agachó, la tomó por la cintura y luego, sin gracia, la arrojó sobre la cama. Su cara pronto fue empujada hacia abajo sobre el colchón, con el trasero en el aire mientras él comenzaba a burlarse de su húmeda intimidad.
―Estás empapada, amor ―murmuró, mientras ella gemía cuando sus dedos helados entraron en contacto con su clítoris caliente.
―¡Megumi..., hazlo ya! —exclamó, Megumi chasqueó la lengua, golpeando con dureza su trasero, seguramente dejando la marca roja de su mano.
―La palabra mágica, amor ―dijo, golpeando de nuevo el mismo lugar, esta vez su mano se encontraba un poco mas caliente. El cambio de temperatura hizo que un escalofrío recorriera su espina dorsal de puro placer, yendo directamente a su centro cuando se le puso la piel de gallina.
―Por favor…, ¡Por favor! ¡Hazme venir de nuevo! ―rogó la rubia, cuando finalmente él empujó su miembro dentro de ella con un rápido empuje. Ella hizo una mueca de dolor cuando él comenzó a penetrar su intimidad, pero pronto la mueca se disipó cuando una sensación de felicidad invadió su cuerpo y su mente.
Megumi seguía golpeando su trasero, amando el efecto que tenía en su novia, luego, tomó un agarre de su cabello rubio y tiró de ella mientras le metía en la boca tres dedos.
―Chupa —ordenó, jadeando un poco junto a junto a su oreja.
Observando, con la boca abierta y con lujuria en sus ojos, ella giraba su lengua alrededor de sus dedos, chupándolos como si fueran su miembro. Megumi sintió que las paredes de Inari se tensaban a su alrededor y, de improviso, empujó sus dedos más profundamente en su boca, haciéndole arcadas cuando sus ojos se abrieron con sorpresa.
Cuando llegó a cierto punto, su cabeza comenzó a dar vueltas, sus ojos se volvieron hacia atrás, sintiendo que otro orgasmo la golpeaba. Al escuchar el más mínimo cambio en sus gemidos, Megumi, aceleró, golpeando el mismo lugar repetidamente cuando finalmente ella se corrió sobre su miembro con un gemido agudo.
Megumi sacó su miembro de su intimidad, girándola, haciendo que su espalda golpeara el colchón. Megumi tomó las piernas de Inari y las colocó sobre sus hombros, mientras sus manos retiraban por completo la bata. Sus manos agarraron sus pechos, pellizcando, girando y tirando de sus duros pezones.
Sin previo aviso, empujó su miembro hacia atrás en su intimidad: las caderas de Megumi empujaban brutalmente contra las de Inari. Megumi se encontró disfrutando demasiado de sus patéticos gritos de placer, mientras ella se encontraba amando cómo él era la razón de tu placer. No importa cuántas veces tengan relaciones sexuales los dos, él siempre amará y apreciará esos momentos íntimos ella, especialmente sus reacciones.
―¿Ya terminaste con las burlas? ―Se burló, otra vez, mientras su mano fría golpeaba su pecho izquierdo antes de tirar de él con brusquedad, haciéndole gemir de dolor y placer. Ella intentó hablar, pero tener su miembro golpeando profundamente dentro de ella lo hizo un poco imposible.
―Joder..., me recibes tan bien ―gruñó, apretando el agarre en sus pechos rebotantes mientras se inclinaba para besar los labios de Inari. Megumi dejó que sus labios se arrastraran por su mejilla, salpicando el rostro de Inari con besos como plumas, que definitivamente contrastaban con sus ásperas y despiadadas embestidas.
―No puedes entender lo caliente que estás ahora ―susurró, mientras una gota de sudor corría por su frente. A ella le empezaban a doler las caderas, pero valió la pena. Después de un par de embestidas más, finalmente soltó un orgasmo dentro de Inari mientras silenciaba sus gemidos con sus labios.
Se quedó así unos minutos, amando cómo lo envolvían las cálidas y resbaladizas paredes de Inari, pero en algún momento tuvo que sacar su miembro. Vacilante, se deslizó fuera, con los ojos fijos en tu agujero hinchado, que goteaba, manchando sus sábanas.
Megumi sonrió de todo corazón mientras se agachaba sobre ella, sosteniendo su peso con sus codos mientras besaba suavemente sus labios.
―¿Cómo estás? —preguntó, en un tono de fondo mezclado con, lo que ella podría describir como, inocencia, lo cual a Inari le dio ganas de reír.
Megumi era, honestamente, la única persona que tendría sexo contigo como si no hubiera un mañana y luego se comportaría como si nada hubiera pasado.
―¿Tu qué crees? ―dijo, acariciando suavemente el contorno de su mejilla derecha. Megumi tarareó con felicidad, inclinándose hacia su toque mientras presionaba un pequeño beso en la palma de su mano―. Se suponía que ahora tenía que ir a ver a Nobara.
―Ve donde quiera, pero ahora quiero que me abraces.
Inari se encontró a sí misma distraída mientras Nobara hablaba sin parar sobre ella y lo emocionada que estaba por tener su primera pasarela.
¿Cómo era eso posible? Siempre prestaba total atención a las cosas que ella decía porque no quería que sintiera que lo que le sucedía no era importante para ella, entonces, ¿por qué estaba tan distraída y ansiosa porque Nobara terminara de hablar?
Tal vez era porque había estado hablando mucho tiempo de si misma o porque simplemente ya había escuchado aquel discurso cientos de veces.
Pero seguía siendo confuso para Inari que sus pensamientos solo se encontrarán en ella misma y en Megumi.
Se sintió un tanto egoísta por eso.
—¿Piensas invitar a Maki? —preguntó ella, tratando de adentrarse a sí misma en el hilo de la conversación.
—Ya lo hice, me dijo que me confirmaría luego, pero no estoy segura de que vaya. De todas maneras tampoco es que me importe —Nobara trató de restarle importancia, aunque era claro que la presencia de Maki era algo que querría tener en aquel día tan especial para ella.
—Tranquila, dirá que si.
—No estoy tan segura, Nari —Nobara apoyó su mejilla en su puño, observando su cóctel mientras jugaba con la sombrillita de decoración—, últimamente me ha hablado mucho sobre Yuuta Okkotsu.
—¿El chico que se fue de intercambio?
Nobara asintió.
—Sus ojos se iluminan cuando habla sobre él, posiblemente vuelva a Japón para estas fechas, tampoco es como si hubiera esperado que algo entre las dos sucediera. Creo que a ella no le gustan las chicas —dijo, desanimada.
—Yo creo que no debes de dar las cosas por sentado —Inari sonrió, tratando de animar a Nobara—. Si está destinado que ustedes estén juntas, ahora o después, sucederá. Simplemente disfruta de lo que sucede ahora y no te preocupes en el que sucederá.
Nobara soltó una risita.
—¿Desde cuando eres buena dando consejos de amor? Eras un desastre.
Inari se encogió de hombros.
—Un amigo me dio ese consejo, sentí apropiado decirte lo mismo.
Inari apoyó su cabeza en el hombro de Nobara y entrelazó sus manos, era su manera de darle apoyo, su manera de hacerse sentir. No quería verla sufrir.
—¿No quieres bailar?
—¿Megumi no es celoso? La última vez que vinimos a un bar solas y tenías un novio dijiste que no podía bailar con extraños porque él te había dicho que no lo hicieras.
—No, de hecho, antes de venir le pregunté si podía beber y bailar. Él me dijo que no era mi madre como para prohibirme hacer cosas —respondió Inari, algo sonrojada, sintiendo su corazón latir al recordar a Megumi.
—Te gusta mucho, ¿no es así?
Inari miró a Nobara, sonriendo como nunca lo había hecho antes.
—Lo amo, Nobara.
La castaña sonrió para luego levantarse y extender su mano hacia su mejor amiga.
—Bueno, vamos a bailar, siendo soltera no quiero escuchar sobre tu relación perfecta. Menos cuando tu novio es uno de los dos tontos.
Inari soltó una pequeña risita antes de aceptar e ir a la pista de baile con Nobara.
Inari caminó delicadamente hasta la habitación de Megumi, teniendo cuidado de que sus pasos no fueran ruidosos y llegarán a despertar a su novio o a su suegro, sin embargo al llegar a su habitación se llevó una sorpresa.
Megumi se encontraba tranquilamente viendo televisión.
—Bienvenida —dijo él a penas notó su presencia, sonriendo.
—¿Megumi? Son las tres de la madrugada.
—Lo sé.
—¿Que haces despierto?
—Estaba esperando a que llegaras —sonrió—. Ven aquí, déjame besar tu linda cara, te extrañé.
Aquello movio ciertas cosas dentro de Inari, y, pese a que Megumi había dicho aquella primera frase con un tono suave, no pudo evitar recordar a Alexandre.
Ella se quitó los tacones y gateó en la cama hasta llegar a Megumi, de esta manera, le dio un beso en los labios.
Tal vez Megumi necesitaba su cuerpo y por ello la había estado esperando despierto.
—¿Inari? —preguntó Megumi, algo extrañado.
Ella no respondió, simplemente volvió a unir sus labios, profundizó el beso al abrazar el cuello de Megumi, inclinándose hacia él.
—Inari —volvió a decir.
La rubia había logrado que Megumi se recostara en la cama, quedando ella sobre él, su rostro estaba sonrojado pero, al ver sus ojos, Megumi podia notar que sus pensamientos realmente no estaba allí con él.
—¡Inari! —exclamó, deteniendola.
Megumi se sentó, teniendo a Inari sobre su regazo mientras a ella lo abrazaba con su rostro a escasos centímetros del suyo.
—¿No me deseas? —preguntó ella.
—¿Que si no te deseo? No puedo imaginar no desearte —confesó él, abrazándola—. He querido estar contigo desde hace mucho tiempo.
—¿Pero?
—Pero acabas de llegar a casa cansada, probablemente bebiste un poco de alcohol y tus decisiones no van a ser por completo dentro de tus cabales, no quiero sobrepasar mis limites como novio —explicó, mirándola a los ojos—. A demás, por tu mirada, puedo saber que no estás cómoda con esto ahora.
—¡Lo estoy! Me encanta besarte —exclamó ella de inmediato—. Pero...
—Dime
—Que me estuvieras esperando..., eso era algo que..., creí que me esperabas para que tuviéramos sexo.
—Entiendo, no tienes que decir nada más, creo que sé porque pensaste eso. Pero estás equivocada —Megumi pasó un mechón de cabello por detrás de la oreja de Inari—. Me preocupaba que algo malo te sucediera mientras estabas fuera y que yo estuviera dormido. Te esperé porque te amo y me preocupo por ti, no me importaba la hora a la que llegaras, simplemente quería verte llegar segura a casa.
Inari se sintió un poco avergonzada al haber pensado aquello. Sabía que no debía comparar sus relaciones anteriores con su relación actual, pero era sencillamente difícil.
—Un beso puede ser solo un beso, no tiene porque ser más si no quieres, eso es todo lo que quería de ti. Y estás en todo tu derecho de rechazarme si en algún momento no deseas besarme por alguna razón —continuó Megumi.
—Tengo miedo de que dejes de desearme —admitió Inari, su rostro realmente demostraba tristeza y preocupación.
—No creo que eso sea posible —dijo él, tomando su mano—. Por favor, nunca sientas que debes complacerme, tus deseos y necesidades son tan importantes como los míos o como los de cualquiera. Nunca podrías perderme por ser fiel a tus necesidades.
Megumi unió sus labios en un beso corto y dulce que fue muy significativo para Inari.
—Un beso puede ser solo un beso —dijo, al separase, sonriendo mientras la miraba.
Inari asintió y luego soltó una risita.
—De todos modos, creo que fue suficiente con lo de antes, aún me duelen un poco las caderas y las piernas.
Megumi rió, levantándose.
—Iré al baño, de paso traeré tus desmaquillantes, ¿te darás un baño o dormiremos enseguida?
—¡Dormir! —exclamó ella, quitándose el corto vestido negro para rebuscar en el closet una camisa de Megumi y unos shorts.
—Vengo enseguida, entonces.
Inari se dejó caer en la cama, girando sobre esta y dando pequeñas patadas de emoción, todo sobre Megumi la hacia sentir una inexplicable felicidad que no había sentido con nadie.
¿Realmente se le podía permitir ser tan feliz?
Long time no see.
Siento la desaparición, he estado comenzando otras historia, tengo la universidad y tuve que conseguir un trabajo para poder pagar mis estudios.
Lastimosamente ahora tengo una vida.
En fin, espero lo hayan disfrutado, la verdad amo escribir a Megumi y como él le muestra a Inari como es una relación verdaderamente sana.
Es bastante triste el hecho de que ella tome ciertas decisiones por su experiencia con Alexandre aunque sabe que Megumi jamás sería así con ella.
Pasa eso con las personas que han tenido relaciones abusivas.
Como sea, también quiero aclarar, los episodios maníacos posteriores a un episodio depresivo no están representados apropiadamente sino de manera suave. Normalmente los episodios maníacos se dan de manera diferente.
Por otra parte, espero les haya gustado el lemon, creo que el de Megumi es el mejor hasta ahora. De tal palo tal astilla.
No olviden dejarme sus votos y comentarios (si es que aún hay alguien leyendo esto), son muy importantes para mi.
Gracias por leer ♡
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