Capitulo 18
18 | Padre
Narra Inari.
—¿Que haces? —preguntó Megumi entre risas observando como daba saltitos mientras caminaba.
Aquel día estaba realmente feliz, después de todo no solo estaba a unos días de tener mi propia casa sino que también había aporvado con éxito uno de los exámenes más difíciles de este corte en el semestre.
—Bueno, aprovechando que he pasado mi examen de contaduría, misma materia que aborrezco con todo mi ser —expliqué—, compraré un par de cervezas para celebrar, invité a Nobara e Itadori a casa. Espero no te moleste.
—Voy contigo —preguntó Megumi.
—Estaré en la tienda de al lado, ve y lleva las mochilas primero y luego vienes a ayudarme.
Caminé hacia la tienda felizmente, estaba tan distraída en lo que iba a hacer que no noté que frente a mi se encontraba aparcado un auto que conocía perfectamente.
Sin embargo solo alcancé a darme cuenta cuando mi padre agarró mi brazo con fuerza, deteniéndome. Me di la vuelta, sorprendida, y quedé paralizada cuando vi su cara.
—Sigues viva —dijo, soltandome de mala manera—. Que sorpresa.
Lo miré de arriba a abajo, intentando procesar que aquello no era una pesadilla.
—¿Que haces aquí? —pregunté, incrédula y un poco asustada.
Miré de reojo la puerta del edificio en el que se encontraba el apartamento de los Fushiguro, calculaba que a Megumi le faltarían unos dos minutos para bajar, solo tendría que entretenerlo unos minutos y tendría su ayuda para que se fuera.
Por favor, ven ya.
—Venir a ver que hace mi hija —me clavó un dedo en la mandíbula, enfadado—. Porque no responde mis mensajes o mis llamadas, eso está claro.
—¿Tu hija? —aparté su mano, frunciendo el ceño—. Dejé de ser tu hija el día que te atreviste a levantarme la mano y golpearme.
—Pensé que ya lo habíamos arreglado.
—No, no es así, simplemente actué como víctima del miedo y cedí a perdonarte porque no quería que me hicieras daño.
—¡No sabes lo que piensas, Inari! Eres muy joven para saberlo.
Me agarró del brazo con menos fuerza que antes, pero no por ello me molestó menos. Tiré de su brazo con fuerza.
—¿Que haces? ¡Suéltame ahora mismo!
—Vas a venir a casa y vamos a actuar como la familia que somos.
—¡¿Familia?! —repetí sin poder creerlo—. Tú y yo hemos dejado de ser familia hace años.
—Inari, soy tu padre, así que déjate de tonterías y sube al auto.
—¡No! —exclamé, soltandome de su agarre—. ¡Me has golpeado! ¿No ves lo mal que está eso?
—Inari...
—No quiero hablar contigo, no quiero subir a tu auto, ¡Y puedes estar seguro que no quiero estar en tu casa nunca más! —respiré hondo cuando me di cuenta que había levantado la voz—, ¿como tengo que decirte que me dejes en paz para que lo hagas?
Me miró unos segundos, entonces, me di cuenta que se había enfadado. Muchísimo.
Megumi, ¿dónde estás?
Puñetazo o patada. Cuello o ingle. En caso de emergencia tenía esas dos posibilidades.
No quería permitir que me volviera a golpear.
—sube al auto —dijo en voz baja.
—No —di dos pasos hacia el edificio.
Me agarró del brazo de nuevo, furioso.
—Sube al auto o voy a matar a tu amiguito.
—¡Que me sueltes de una vez, psicópata!
—Estoy harto de que me trates como una mierda, soy tu padre —masculló, abriendo la puerta del copiloto—. Se acabó, pórtate como una...
Di un paso atrás, trastabillando, cuando me soltó de repente. Megumi había aparecido de la nada. Lo agarró del cuello de la camiseta con un puño y lo estampó contra la puerta del auto, cerrandola de golpe, abrí lo ojos con sorpresa.
—Sueltame ahora mismo o...
Mi padre intentó zafarse pero Megumi lo azotó de nuevo contar la puerta del auto.
—Llevátela de aquí —habló mi novio, haciendo que me percatara de la presencia del señor Fushiguro.
Él me puso la mano en el hombro suavemente.
—Vamos, Inari.
—¿Qué? —miré a mi padre, rojo de rabia, iba a matar a Megumi en cuanto pudiera—. ¡No!
—Llevatela —repitió Megumi, ignorandome completamente.
Y, para mi sorpresa, Toji se agachó y me cargó sobre su hombro hacia el ascensor sin que to dejara de retorcerme para que me soltara. Desde ahí no podía ver nada. Empecé a patalear como una niña, enfadada.
—¡Sueltame, Toji!
—Ahora mismo no quieres estar abajo —dijo, sujetandome sin hacer el mínimo esfuerzo.
—¡QUE ME SUELTES!
Y me ignoró, de nuevo.
—¡Puede estar haciéndole daño, sueltame, necesitamos ayudarlo!
—Megumi no necesita nuestra ayuda.
—¡Me da igual, quiero que él esté bien!
—¡Inari, no quiere que lo veas así, deja de insistir!
Me frustré, entre más intentaba escaparme más fuerte me sostenía, claro, sin lastimarme. Dios, el solo pensar en Megumi con el rostro lleno de hematomas por mi culpa me daban ganas de llorar.
Narra Megumi.
Le di un puñetazo al padre de Inari con todas mis fuerzas la parte de su rostro que no se encontraba contra el vidrio del auto, justo en el momento en el que mi padre se la había llevado. El muy imbecil se giró hacia mi mano y le di directamente en la nariz, haciendo que esta comenzará a sangrar cuando lo solté y cayó al suelo. Se sujeté del cuello de la camisa y le di otro en la mandíbula.
Lo sostuve del cuello de la camisa y lo estampé de nuevo contra el auto.
—Escúchame bien...
—¡Voy a llamar a la policía! —me quedé helado cuando escuché la voz de esa señora.
Miré por encima de mi hombro sin soltar al imbecil y vi que un grupo de gente se había reunido a nuestro alrededor, mirándonos con horror. Bueno, no me extrañaba, apenas estaba comenzando y el imbecil ya tenia el rostro cubierto de sangre.
—¡Voy a llamarla! —repitió—. Suelta a ese muchacho ahora mismo.
Suspiré y miré a la mujer.
—Creame, se lo merece.
—¡Nada se soluciona con violencia! ¡suéltalo o llamaré a...!
Solté al imbécil y me puse de pie, furioso. La mujer retrocedió un paso, asustada, al igual que el resto de los que me rodeaban. Pero yo solo señalé al idiota.
—Este hombre tan simpático y ensangrentado que ves aquí le dio una paliza a la chica que amo y la ha estado torturando psicologiamente durante años años sin que yo pudiera hacer absolutamente nada porque solo se atreve a atacar a la gente que sabe que no le va a responder.
Hice una pausa, frunciendo el ceño.
—Así que no, la violencia no soluciona todo, pero te aseguro que voy a darle unos golpes más a este imbecil. Y lo voy a disfrutar. Si quieres llama a la policía, pero soy más de espectáculos privados.
Hubo un momento de silencio cuando todo el mundo se quedó mirándome. La mujer bajó la mano lentamente y se escondió el móvil en el abrigo. Al cabo de unos segundos, todos empezaron a marcharse. Me giré hacia el imbécil con una sonrisa al ver que se intentaba sujetar la nariz torpemente.
—¡Me has roto la nariz! —exclamó.
—Callate, si te hubiera roto la nariz estarías retorciéndote de dolor y no sentirías esto.
El ahogó un grito cuando le sujeté el puente de la nariz con fuerza suficiente para que le doliera pero no tanta como para que comenzará a sangrar. Le apreté la nariz entre los dedos y él comenzó a retorcerse para escapar, pero tenía el auto atrás así que era imposible.
—Escúchame bien —le apreté la nariz y él se centró en mi—. Solo te he dado dos golpes y te he dejado así, ya imaginaras que pasaría si siguiera ¿no? Pero estoy intentando ser bueno, sé que a Inari no le gustaría que te hiciera más daño del necesario. Aunque ahora mismo tengo muchas ganas de seguirte golpeando.
>> Quiero que dejes en paz a Inari de una vez, no quiero volver a a verte, no quiero volver a oír tu voz insoportable. Porque te aseguro que, si existe una próxima vez, ya no me va a importar que seas el padre de Inari y solo te veré como el pedazo de mierda que golpeó a mi novia y la descuidó por años.
Solté su herida de la nariz, que volvió a sangrar, el suspiró aliviado al librarse del dolor.
Dios, sentía como si me hubiera sacado un peso de encima.
Subí por el ascensor con una sonrisa. No sentía los nudillos. Realmente le había dado con mucha fuerza. Sacudí la mano antes de dirigirme al departamento y abrir la puerta.
Mi sonrisa se desvaneció al ver a Inari, estaba pálida, y parecía estar asustada.
—¿Estás bien? —le pregunté enseguida.
La revisé. Quizá le había hecho algo antes de que to llegara, pero parecía estar bien.
—¿Yo? ¿Se puede saber que te pasa? —espetó.
Parecía asustada mientras me revisaba con los ojos.
—Inari...
—¡No tienes ni idea de lo loco que se vuelve cuando se enfada, Megumi! —exclamó.
—Estoy bien —le dije.
—¡No vuelvas a quedarte solo con él! —gritó, enfadada, casi al borde del llanto—. No me importa lo bueno que seas peleando.
—Inari, Escúchame.
—¡No! ¡escucha tú! ¡no vuelvas a hacerme esto! ¡No vuelvas a dejarme al margen mientras tú vas a hacer algo así! ¡Nunca!
Creo que en pocas ocasiones me había quedado sin saber que decir. Esta era una de ellas. Parecia estar enfadada pero también preocupada, por eso no estaba muy seguro de que decir para que se calmara.
Me acerqué a ella y la abracé.
—Tranquila —murmuré—, estoy perfectamente bien.
Ella suspiró hondo y volvió a recorrerme con la mirada, deteniéndose en mis manos, observando mis nudillos rojos.
—Siento no haber llegado antes.
Y lo sentía de verdad, si hubiera llegado antes ella no se hubiera puesto mal por haberse encontrado con él.
Aunque me sorprendió un poco ver como esbozaba una sonrisa.
—Estaba a punto de darle un puñetazo en la nariz y una patada en la ingle.
—Entonces menos más que he llegado antes de que lo noquearas —bromeé.
Inari suspiró y se acercó a mi, abrazándome, estaba por sugerir que nos fuéramos a la habitación pata descansar un rato pero el viejo se aclaró ruidosamente la garganta y nos interrumpió.
—No es por interrumpir —mentiroso—, pero, ¿quién demonios era el idiota que estaba allá abajo y por qué le has dado una paliza?
Miré a Inari y ella me miró a mi.
—Déjalo, prefiero no saber —dijo.
—Pues no preguntes —le dije, poniendo mala cara.
—Lastima que no te haya dado aunque sea un puñetazo —murmuró, de mal humor.
—Lo ha intentado.
—Menos mal que tu eres un ninja —dijo Inari, interrumpiendo nuestro intercambio de palabras.
Sonreí, mirandola, dando por zanjada la conversación al acercarme a ella. Le pasé un brazo por encima de los hombros a mi novia y fuimos los dos juntos a nuestta habitación.
Mi novia...
Que palabra tan hermosa..., novia.
Ultimamente se me ha dado por dejar preguntas a los seguidores de mis historias en los capítulos, así que:
¿Cual es su libro o saga favorita? Puede ser fanfic o algún libro normal, ¿Cual es su personaje favorito de ese libro?
Mi saga favorita es Acotar, soy Azriel y Lucien kinnie, y mi fanfic favorito se llama "10 canciones para Castiel" del fandom de Supernatural.
Aunque no sé, podría cambiarlo, hace mucho no leo fanfics, simplemente me dedico a escribirlos.
De mi propia autoria, podría decir que mi fanfic favorito es Siniestro, el segundo lugar se lo lleva Enchantress. Mi personaje favorito de Siniestro es Kotaro ya que puse cosas de mi en él, al igual que en Dai.
Espero les haya gustado este capitulo, espero dejen su voto y su comentario.
Gracias por leer ♡
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