Capitulo 11
11 | Beso de despedida
—¿Me repites que hacemos aquí? —dijo Megumi, levantándo una ceja mientras caminaba al lado de Inari.
—Quiero ir de compras y, como agradecimiento, te compraré todo lo que quieras —respondió, sonriente—. Hoy seré tu Sugar Mommy.
—¿No se supone que tienes que ser mayor que yo para eso? —preguntó Megumi con una sonrisa.
Inari hizo su cabello a un lado, golpeando con este el rostro de Megumi a propósito.
—Una vez el chico de intercambio que viene de Colombia me dijo "mamacita", así que si cuenta —declaró, sonriente.
Megumi soltó una pequeña risa.
—La última vez que fuimos a una tienda Kugisaki y tú escogieron todo. A demás, todas estas tiendas son lujosas —resaltó—. El capitalismo, Irari, ¡El capitalismo!
Inari miró a su mejor amigo con una sonrisa burlona, tomando del café que había comprado previamente.
—No nos iremos hasta no haber gastado antes una cantidad obscena de dinero —exclamó—. Haremos que mi madre de revuelque en su tumba.
—No creo que sea bueno hacer chistes sobre tu madre muerta...
—No creo que ella vaya a escucharlos.
—Sigue sin estar bien.
—Ella no lo sabe.
—¿Y si su espíritu te está vigilando?
—Créeme, si me estuviera vigilando lo sabría, no te cuento todo, Megumi —.
Después de decir aquello, Inari arrastró a Megumi hacia una tienda de ropa masculina, en donde agarró dos camisas y las puso frente a él.
—Comencemos con algo sencillo —dijo—. ¿La negra o la azul?
—La camisa negra —dijo enseguida.
—¡Pregunta capciosa! Nos llevaremos las dos.
Inari dejó salir una risa malévola, haciendo que Megumi se riera de ella.
—Tú también deberías comprarte algo más.
—Estoy bien, compré camisas, estaba toda la tienda al dos por uno. También compré una falda y un pantalón.
—Es menos de lo que sueles comprar.
—Es porque soy tu Sugar mommy, hoy gastaré el dinero en ti no en mi —declaró.
—Inari, no es divertido si solo lo hago yo.
La rubia sonrió ampliamente.
—Bueno..., si tú insistes...—dijo, alargando algunas palabras—, vi mi tienda favorita cerca de aquí. No tardo.
Ella le dejó su tarjeta a Megumi —a quien ya le había compartido la contraseña—, y se fue tan rápido que él la perdió de vista.
Luego de una hora, misma en la que Megumi compró cosas baratas con su propio dinero para despistar a su mejor amiga, Inari apareció. Cargaba diez bolsas, cinco en cada brazo, mientras sonreía ampliamente y sus ojos brillaban.
—Compré ropa, accesorios y, los más importante, cosas de oficina —chilló, emocionada—. Había tantos marcadores que no sabía cuales elegir, también compré muchos bolígrafos, un par de cuadernos. Te las mostraré cuando lleguemos a casa.
—Déjame ayudarte —susurró Megumi, haciendo un ademán para tomar algunas de las cosas que Inari llevaba, pero ella se apartó.
—No hasta que gastes mi dinero.
—¿Que? Eso hice —evidenció Megumi, mostrandole las bolsas que tenia en las manos.
—Megumi, no soy estúpida, en mi aplicación del banco no se evidenciaban otros gastos más que los míos —dijo ella, acomodando sus bolsas para apoyar su mano en su cintura.
—No pensé en eso.
—Evidentemente.
—¿Te molesta que no quiera gastar tu dinero?
—En lo absoluto —dijo Inari mientras sonreía—. Es normal, te sientes incomodo en gasta el dinero de alguien más y es entendible, por lo menos déjame invitarte el almuerzo.
—Gracias por entender, es más fácil gastar dinero en alguien más que gastar el dinero de alguien más en ti.
El sonido intermitente que provenía de su teléfono hizo que Inari se levantara a tropezones, cayendo al enredar sus piernas con la sabana, desde el suelo se arrastró hacía la mesita de noche y tomò su teléfono, observando somnolienta el nombre reflejado en la pantalla iluminada.
Ella de inmediato abrió los ojos con sorpresa.
—¿Quién es? —preguntó Megumi, bostezando mientras fruncía el ceño.
Emocionada, Inari le mostró el teléfono, colgando accidentalmente justo después de mostrarle a Megumi el nombre de quien la llamaba.
—¿Que hace ese idiota llamando en la madrugada? —gruñó, mientras Inari se reprochaba a sí misma por haber rechazado la llamada por accidente, sin embargo, su rostro se iluminó cuando otra llamada de esa misma persona volvió a hacer que su teléfono sonara.
—¿Luka? —contestò, intentando ocultar su emoción.
—Antes me decías “mi amor” hoy soy solo Luka —dijo, con voz entrecortada—. Dios, te extraño tanto…
El rostro de Inari se distorsionó. Luka estaba borracho.
—¿Estás en tu casa o en algún bar? —preguntó ella.
—Estoy frente a la casa de Fushiguro.
Inari rápidamente tomò una bata de baño, se puso las pantuflas de Megumi y salió de la habitación de este para dirigirse a la puerta de entrada a la casa, ella le quitò el seguro a la puerta con las llaves que le había regalado Toji y salió, encontrándose a Luka sentado en las escaleras mientras lloraba.
—Lo arruiné todo —sollozó.
Inari se sentó a su lado y lo abrazó, apoyando su cabeza en el hombro de Luka.
—Ambos cometimos errores —susurró Inari.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, lo único que podía escucharse eran los sollozos de Luka.
—¿Puedo besarte? —preguntó él.
Inari se separó de él, lo miró por un momento, dudosa, asintió luego de pensarlo por un momento.
El hombre se acerca a Inari y ella tomó aire antes que sus labios rozaran los suyos. Su boca sabía a vino. El contacto es suave, era nostálgico, el sabor de los recuerdos los inundaban. Los labios de Luka son cálidos y reconfortantes, justo como Inari lo recordaba, mientras ambos movían sus bocas gentil y suavemente, ambos cayeron en cuenta que aquel era el beso del adiós.
Al separarse ambos suspiraron, mirándose el uno al otro.
—Te amo.
—Ya te pedí un taxi —susurró ella, sonriendo con nerviosismo.
Inari miró como un auto se encontraba frente a ellos, era el auto que había pedido para Luka hace unos minutos, sin embargo, el auto no era lo único frente a ellos.
—Hola —dijo Toji, mirando a Inari con el ceño fruncido.
—Hola —susurró ella, tomando la mano de Luka para guiarlo al auto.
Antes de entrar, él tomó el rostro de ella entre sus manos y plantó varios besos en sus labios, haciéndola reír, Luka no quería decir “adios”.
—Adiós, Luka —dijo ella.
—Hasta pronto, Inari.
Cuando Luka se fue, ella suspiró, girandose hacia la casa y notando como las dos personas que conformaban la familia Fushiguro la miraban.
Megumi se encontraba sin camisa, con pantalones de pijama, descalzo. La miraba desde el marco se la puerta con una ceja levantada.
—Me estaba despidiendo.
—¿No lo habían hecho ya?
Inari se quedó callada por un momento.
—Extraño...—al comenzar a hablar, Inari se sintió confundida—, extraño su amistad..., solo eso. Ya no amo a Luka. No de esa manera.
Quería nombrar algo que extrara de su relación con Luka, sin embargo no pudo.
Aquello la dejó pensando por toda la noche.
¿Acaso había superado a Luka?
Le era imposible de creer.
La rubia cruzó las piernas, revolviendo su café mientras fruncía el ceño, suspiró mientras ponía un mechón de cabello detrás de su oreja.
—Pareces la CEO sexy de una empresa —susurró Nobara mientras la miraba.
—En un futuro lo seré —respondió, llevándose el café a la boca, bebiendo de este.
Nobara suspiró, observando con el ceño fruncido como Itadori y Megumi se acercaban a ellas con las corbatas de sus trajes mal hechas.
Inari miró su reloj de muñeca, luego miró a Megumi y se acercó a él, con el café en la mano, entregandoselo mientras le amarraba la corbata de la manera apropiada.
—¿Iras con el cabello suelto? —preguntó él.
—Si, últimamente me duele mucho la cabeza —susurró Inari.
Megumi, quien observaba a Inari desde abajo, bebió un poco del café de la muchacha.
—Me gusta —dijo él.
Ella levantó la mirada, agradeciendo silenciosamente, sin cortar el contacto visual que se había formado entre ellos. Megumi aprovechó aquello para acariciar el cabello de Inari delicadamente.
—Inari…
—¿Si? —susurró ella, nerviosa ante la cercanía y el ambiente que se había formado entre ellos tan repentinamente.
—¿Planeas vivir sola cuando compres la casa de tu madre? —preguntó él, ella asintió—. Podría vivir contigo…, pagaré renta, claramente.
—Me parece bien —susurró ella, desviando la mirada.
—Genial.
—Super genial.
—Maravilloso.
—Estupendo.
Nobara soltó una risa, haciendo que Megumi e Inari se separaran rápidamente.
—¿Por qué ríes, Nobara? —preguntó la rubia.
—¿Yo? de nada, simplemente encontré un entretenimiento inesperado.
Inari la miró con confusión. Nobara desvió su mirada hacia Megumi, quien la miraba irritada, rápidamente sonrió.
—¿Quieres que te lleve? —preguntó la castaña de repente.
—Tengo un auto, Nobara.
—Si, pero conduces como el demonio, ahórrate la multa.
Megumi soltó una risa mientras el rostro de Inari enrojecía.
—¡Cuando sea una emergencia y necesiten ir rápido a algún lugar me necesitaran!
Inari se dirigió hacia la cafetera, tomando el único termo rosa en aquel lugar, y llenó el recipiente de café.
—Buenos días —la voz ronca detrás de ella hizo que se sobresaltara.
—Buenos días, Señor Toji.
—No me digas señor.
—¿Cómo quiere que le diga entonces, señor?
Toji sonrió ante la provocación de Inari.
Ella, por otra parte, lo miraba fijamente. Se veía realmente atractivo con los cabellos revueltos y el rostro somnoliento.
Nobara se puso a un lado de Inara y la imitó. Toji frunció el ceño al ver a la castaña.
—Sé lo que piensas, y estoy totalmente de acuerdo —ambas compartieron una mirada de complicidad para luego desviar su mirada hacia Megumi.
—¿Le decimos?
—Los amigos son sinceros entre si.
—Algunas verdades están mejor ocultas.
—Tienes razón.
—Siempre la tengo —Inari miró a Megumi—¿A que hora me dijiste que salías a almorzar?
—A las dos.
—Yo también, te llamaré a esa hora.
—¿A que debo el honor?
—¿No puedo llamarte sin ningún motivo en particular?
—No.
Inari soltó una risita.
—Puede que te extrañe porque ya no nos vemos siempre en el campus —confesó ella, sorprendiendo a su mejor amigo.
—Dormimos juntos.
—No es lo mismo..., estoy acostumbrada a pasar mi día entero contigo.
Megumi se sonrojó un poco mientras sonreía.
¿Acaso era aquella la oportunidad que se encontraba esperando desde hace tiempo?
—Entonces, estaré esperando tu llamada.
Espero les haya gustado el capítulo ♡
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Gracias por leer
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