
일곱
Con el inicio de las vacaciones, también llegó el invierno. La época favorita de Mark, y no por nada, ¡Si se podían hacer tantas cosas divertidas con la nieve! Además su mamá siempre le hacía galletas de vainilla y chocolate caliente con malvaviscos y chispitas de colores. Podía usar lindos abrigos y guantes, junto a sus botitas favoritas para que sus pies no se congelen.
¡Se sintió tan feliz cuando vio por su ventana que había nevado esa noche que corrió por toda su casa buscando su ropita para salir y se vistió él solito!
Salió luego de haberse dado halagos a sí mismo por comenzar a ser tan "independiente". Le dijo a su mamá que saldría al jardín a hacer muñecos de nieve, esta asintió, observando como el pequeño comenzaba a jugar y a reír. Recordó vagamente al amigo pelinegro de Makku, sonriendo cuando recordó como el pequeño le había confesado que en realidad era su novio y quiso llamar a su mamá para que jugaran juntos como lo habían estado haciendo regularmente los últimos meses.
Dejando de lado todo lo que estaba haciendo, buscó su celular y marcó el número de la señora Nakamoto, quien felizmente aceptó llevar a Yuta a jugar con el rubio. Llegando media hora después, Yuta corrió a abrazar a su pequeño, que se veía completamente adorable con su abrigo mil veces más grande que él y sus mejillas sonrojadas por el frío. Quería llenar su rostro de besitos para ayudarlo a entrar en calor. Pero prefirió hacerlo luego, pues no importa cuantos besitos le diera, hacía suficiente frío para volver a congelar su carita. Le pareció más razonable seguir abrazándolo, sintiendo su corazón desbordarse al sentir la naricita de Mark olfateando su pecho.
—¿Makku? ¿Qué haces? —río por las cosquillas que le causaba y tomó las mejillas del rubio para verlo.
—Me gusta tu olor hyung —el menor sonrió contagiando al mayor— Es invierno, pero hueles a primavera. Siempre hueles así sin importar que estación sea. Hyung es un rebelde —Yuta apretó las mejillas de Mark. Tratando de no morir de la ternura.
El pelinegro pasó sus manos por el cabello del contrario y acercó su rostro a este. Aspirando el aroma del menor— Tú hules a cacao, pequeño. Es casi como si tuvieras al invierno dentro tuyo —el menor sonrió y llevó sus manitas a su propio cabello, tiró de este intentado llevar algún mechón a su nariz para poder olerlo, pero no era lo suficientemente largo como para lograrlo. Puchereó decepcionado y Yuta sonrió en grande.
— ¿El invierno huele a cacao? —su rostro se desfiguró en una mueca.
—Síp.
— ¿Y a qué huele el cacao, hyung?
—A invierno —el menor hizo un puchero y golpeó suavemente el pecho de Yuta, mientras este reía.
—Si yo huelo a cacao, entonces el cacao no huele a invierno. Huele a mí —cruzó sus bracitos en su pecho y le sacó la lengua en un gesto infantil al mayor, quien sólo se limitó a asentir.
—El cacao huele dulce —Mark descruzó su brazos al oír la explicación del mayor, asombrado por lo inteligente que era su hyung— Es casi como el chocolate, pero no es tan dulce como tú —el rubio se sonrojó, comenzando a correr por el jardín, intentando huir de los brazos del mayor, mientras este lo llamaba con nombres cariñosos que no ayudaban a calmar el corazón de Mark.
El invierno sería su estación favorita del año, siempre y cuando Yuta esté ahí para pedirle cosas lindas que revuelvan la pancita y para tomar chocolate caliente juntos.
Son unos cositos 🥺🥺😍😍
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