여덟
Yuta tenía fiebre, había terminado atrapando un resfriado al negarse a abrigarse bien cuando salió a jugar en la nieve.
Tendido en su camita, esperaba pacientemente a que su mamá le llevara un poco de sopa, a pesar de no tener apetito. Debía comer para poder recuperarse.
Tomo el trapito que había en su frente y lo quitó, dejándolo caer junto a él. Se aburría estando sentado sin hacer nada. Y no podía dormir por ser la "hora de comer". Cruzó sus brazos y miró el reloj inexistente en su muñeca izquierda para luego fruncir los labios.
La puerta fue abierta por una mujer castaña que le dio una pequeña sonrisa a su hijo, sintiendo algo de pena por el pequeño, pues debía estar encerrado en casa, acostado todo el día en vez de estar jugando como cualquier niño de su edad en vacaciones. Claro que ella trato de advertirle las consecuencias de jugar sin un abrigo afuera y este no la escuchó.
—Ya sé que estás como un gatito gruñón por el resfriado y que no quieres hacerme caso, pero te tengo una sorpresita. —Una cabecita rubia se asomaba por la espalda de Momo. Vio los bonitos ojos café de su pequeño, animando inmediatamente a Yuta— Mark insistió en venir a cuidarte cuando se enteró que estabas enfermo, Yu —el menor pudo jurar que en cuanto cruzó miradas con el pelinegro vio un par de orejitas negras moverse en su cabeza, pero lo más probables es que sólo fuera su activa imaginación infantil.
—Pero ¡Si se acerca se va a contagiar!
—No lo hará —la castaña se acercó a su hijo, dejando en la mesita de noche junto a él una bandeja con un plato de sopa— A diferencia de ti, Makku si le hace caso a su madre y no sale a jugar con la nieve sin abrigarse antes, por lo tanto tiene buenas defensas —tocó suavemente la nariz de Yuta haciendo un leve "boop" cosa que hizo estornudar al menor, ganándose una risa por parte de Momo y Mark.
Momo se retiró de la habitación con una sonrisa después de dejar en claro a Yuta de que debía tomar la sipa y luego ella iría para darle el jarabe que estaba tomando, haciendo que el pelinegro hiciera una mueca de asco.
—Vamos hyung, di "ah" —Mark abrió en grande su boca para que el pelinegro lo imitara, pero este se rehusó apretando los labios.
—No quiero, comer la comida de mamá es una muerte segura —el menor le dio un pequeño golpe en la frente, su hyung debía comer para poder mejorarse y así volver a jugar juntos.
— ¡No seas un llorón! —le sacó la lengua y Yuta río— Si comes esto te daré muchas gomitas de dulce —habló alargando las sílabas, con la esperanza de convencer al mayor. Este suspiró y abrió la boca con el ceño fruncido, haciendo sonreír a Mark mientras tomaba un poco de sopa en la cuchara y la llevaba hasta el rostro contrario.
—Espero que esas gomitas sean ricas, porque esta sopa sabe a tierra —y si hablamos de comer tierra, señores, Yuta era todo un experto.
— ¡Vamos hyung! Cuando te recuperes podremos jugar todo el día y además podré darte muchos besitos —el pelinegro se sonrojó hasta las orejas. Llevó sus manos hacia su rostro donde sólo dejó una pequeña abertura para que Mark pudiera seguir alimentándolo, porque con esa motivación tomaría todos los platos los platos de sopa sabor a tierra que su mamá pudiera hacerle.
Pequeña aclaración:
Yuta tiene nueve años, es decir él y Mark se llevan por tres años nwn
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro