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Parte única.

|Antes de caer en una noche sin amanecer, ven y toma mi mano|

Era un día laboral como cualquier otro, por lo que Gohan se hallaba en la escuela donde impartía clases; aunque, más específicamente, se encontraba en la sala de profesores, acomodando los papeles que tenía en su escritorio. Cuando estaba metiendo el último folder a un cajón, sintió cómo su celular se hacía presente con una notificación, lo que le extrañó al instante; además de su novia y profesión, no tenía una vida muy social pese a ya ser un adulto titulado con honores de veinticinco años. Tras volver a repasar su pensamiento, percibió su pulso incrementar al rememorar a su pareja, así que sacó su móvil del bolsillo de su pantalón y divisó un mensaje, notando que, efectivamente, era su enamorada.
Cuando leyó el simple y frío «adiós» en el chat, sintió su pecho dar un vuelco.

Estaba volviendo a suceder.

Sin más preámbulo, tomó su maletín y salió del lugar, soltando un breve «hasta mañana» a los demás maestros que se encontraban en el área.
El conjunto de apartamentos donde vivía no estaba demasiado lejos de su oficio, por lo que bastaba con caminar para llegar; aún así, iba a paso apresurado. Estaba angustiado al prácticamente saber la razón de aquella frívola despedida (aunque, muy dentro de él, tenía la vaga esperanza de que fuese una equivocación y su mente estuviera en paranoia).
Después de unos ajetreados minutos, divisó el edificio y no perdió el tiempo para dirigirse hacia las escaleras —el elevador se encontraba ocupado— e ir directamente a la azotea, tal y como le dictaba su presentimiento pesimista. Al llegar notó en el borde una silueta femenina que, sin siquiera verla bien, identificó inmediatamente: su novia. Esta miraba de forma embelesada el cielo próximamente nocturno, dejando balancear su vestimenta y cabello al son del viento.

Si se veía de otra perspectiva, la imagen era... simplemente inefable.

No era la única vez que Gohan se hallaba en aquella crítica situación, de hecho, era la cuarta ocasión.
Lo más curioso era que la primera vez que se conocieron fue de dicha forma: ella intentando saltar al vacío, justo en aquel preciso lugar. El profesor aún recordaba cómo se le abalanzó para sostenerla y llevarla a un lugar seguro, asustado de que esta de verdad se tirara. Después del pánico, finalmente se dignó a verla directamente al rostro para tratar de entablar una conversación y distraerla, pero... la vista que lo recibió lo dejó sin aliento. La que en ese entonces era una desconocida poseía unas facciones delicadas y cautivantes —a su mirar, era preciosa—, empero, sus ojos denotaban una tristeza sin igual; aún así, eso no le restaba belleza, todo lo contrario: de alguna forma la hacía ver más hermosa, tal y como una pintura abstracta.

Pese al claro mal momento, Gohan percibió su corazón saltar después de tanto tiempo; probablemente fue amor a primera vista lo que sintió al ver a aquella solitaria chica.

Desde aquel primer intento de salto, inevitablemente se empezaron a acercar, más cuando el Son se enteró de que eran vecinos ya que la fémina se había mudado al conjunto de apartamentos no hacía mucho tiempo atrás; ese fue el punto de partida para su relación, en realidad.
Gohan tenía más que presente el tipo de situación que la mujer estaba atravesando y, aún así, accedió a salir con ella. Al final de cuentas, la chica era como un hermoso ángel, un pequeño rayo de luz en su mundo de soledad y monotonía. Y él quería significar lo mismo para ella.
Creía firmemente que, estando juntos, encontrarían la ordinaria felicidad y, tras tantos golpes contra la pared, podrían ver un esplendoroso amanecer sin pesares en sus almas.

Y así fue como llegaron a esos momentos, donde Gohan intentaba que su novia no se viese seducida por saltar a un vacío sin retorno.

—¡Espera!

Gritó Gohan entre jadeos de cansancio, tomándola desesperadamente de la mano y consiguiendo jalarla consigo, alejándola del borde. Después la abrazó con fuerza, como si con ello la protegiera de todo mal.

—Déjame ir —la escuchó exclamar en un hilo de voz, manteniéndose estática.

—¡¿Por qué haces esto?!

Exigió, casi al borde de las lágrimas ante la acumulación de sentimientos en su interior y la frialdad que su pareja le mostraba. Aunque no lo pareciese, Gohan era susceptible ante esos desplantes, mucho más cuando se trataba de su contraria. Ella era su única razón de ser, después de todo.

—Solo... quiero morir.

El pecho del Son se contrajo ante esa contestación; su pareja se escuchaba... tan indiferente, como si morir a voluntad fuese la cosa más normal del mundo, como si él fuese el único que estaba exagerando la situación. ¿Por qué ella era así? ¿Por qué estaba haciendo eso? ¿Por qué le estaba haciendo eso? ¡¿No era suficiente sus esfuerzos por mantenerla en tierra?! ¡Él de verdad lo estaba intentando todo! ¡¿Por qué la vida le quería arrebatar lo único que tenía?!

—¡¿Por qué?!

Soltó, pero no supo si era para ella o para... Bueno, no importaba. Lo único importante era alejar a su novia del precipicio. Todo lo demás era absolutamente irrelevante.

—Porque el dios de la muerte me llama —su pareja susurró con un tono ilusionado, tono que parecía como el de una persona ansiosa que esperaba la llegada de alguien muy importante. Gohan apretó la mandíbula.

Allí iban con lo mismo...

Estaba consciente de que existía la famosa leyenda sobre dos dioses, los cuales regían a la humanidad: Eros, el dios de la vida, y Tánatos, el dios de la muerte. Quienes eran gobernados por el primer mencionado, era gente que hallaba la felicidad entre los infortunios y se dedicaban a reproducirse (la mayoría de la población, en pocas palabras); pero del lado del último... la situación era muy, pero muy diferente.
Aparentemente, a quienes ya no encontraba razón para vivir y solo estaban en el plano terrenal por estar ya que no tenían el valor suficiente de aceptar su realidad, se les presentaba abruptamente una persona que solo ellos podían ver, la cual parecía ser el reflejo de los propios ideales y deseos más profundos de su subconsciente; empero, pese al bonito panorama que podía parecer a primera instancia, era todo lo contrario: aquel ser perfecto les inducía a acabar con su vida.

Pero, por supuesto, aquello eran meras falacias. Todo se había formado a base de la teoría de un famoso psicoanalista, teoría que fue distorsionándose hasta volverse lo que era en esa actualidad. Así que, de forma escéptica y amarga, Gohan contestó:

—Él no existe.

—¡¿Por qué no lo entiendes?!

Bramó su compañera de vida y se zafó del agarre bruscamente, viéndolo con resentimiento. El pecho de Gohan se llenó más de amargura al ver el cambio abrupto de su novia. Claro, siempre que tocaban el tema y él se ponía reacio a la creencia de esos seres mitológicos, ella se ponía agresiva. Odi... Le dolía eso.

—¿Por qué te empeñas tanto con eso? Mírame, yo estoy aquí, a tu lado. Yo soy real —sus propias palabras sonaron como una súplica. Y, para enfatizar su punto, tomó la mano de su pareja.

Él existía. Aún lo hacía. Definitivamente aún estaba presente en el mundo terrenal, tal y como debía ser.

—¡De verdad que no lo entiendes! —Reclamó e intentó dar un paso hacia atrás, tratando de alejarse de él, pero Gohan, por acto reflejo, ajustó más su agarre—. Duele...

E inmediatamente la soltó, asustado. ¿La había lastimado genuinamente?

—Y-yo... Lo siento, de verdad no quería...

—¡El dios de la muerte no haría esto!

Su pecho escoció más ante la afirmación sin titubeos de ella. Y ese... vacío se acentuó más en su ser.

—¿Por qué...?

Dejó al aire su cuestionamiento, claramente herido. ¿Por qué no lo miraba a él, quien realmente estaba allí, quien la amaba, quien la ponía sobre todas las cosas? Se percibía idiota porque sentía celos de una entidad que ni siquiera existía. Era tan... patético.

—Estoy harta de esto, Gohan.

Gohan nuevamente intentó tomar la mano de la chica de forma desesperada, sintiendo pavor de lo que podría acontecer, pero la contraria se apartó de inmediato y le miró con recelo. A punto de quebrar en llanto por no saber qué hacer, simplemente agachó su cabeza, tal y como un cachorro reprendido.

—Estoy tan cansada —ella prosiguió con un tono inexpresivo, sin el más mínimo ápice de culpabilidad.

Gohan sintió una punzada en su pecho y un revoltijo en su estómago, lo que causó que una sensación amarga se apoderara de su laringe. Nunca lo había dicho en voz alta e, incluso en esa situación, se negaba a aceptarlo, pero... ya estaba llegando a su punto límite...

—Quiero acabar con esto, Gohan.

—¡Yo también quiero acabar todo con esto! ¡Yo también estoy harto de estar aquí! ¡Ya no puedo más...! ¡De verdad ya no puedo! ¡Lo he intentando todo y... este vacío no se va! ¡Estos sentimientos no se van! ¡Maldita sea! ¡Estoy tan cansado...!

Cuando Gohan se percató de sus propias palabras llenas de dolor y resignación que salieron de forma automática, se llevó las manos a la boca y se echó atrás por inercia, totalmente incrédulo. Fue allí que cayó en cuenta de las lágrimas que descendían de sus mejillas, como afirmándole su cruda realidad que tanto tiempo llevaba evadiendo.
Tembloroso, y en un ataque de pánico, se abrazó desesperadamente a sí mismo, aún intentando negar la evidente situación. ¿Qué diantres? No, él estaba bien. Estaba estupendamente bien. La situación que atravesaba era simplemente un bache que pronto superaría, como siempre. Él no quería desaparecer del plano terrenal. Aún tenía mucho de sí mismo para ofrecer al mundo, a sus estudiantes, a su amada pareja. Quería seguir peleando, quería dejar una huella de que existió, por más diminuta que fuera. Él quería probar su existencia, demostrarse a sí mismo que podía con eso y más. Y... si su novia seguía a su lado, definitivamente podía continuar sin importar qué.

Él no quería... Definitivamente no quería. No, no y no. ¡Absolutamente no!

No importaba lo exhausto que estuviera por más que durmiera; tampoco era relevante que esa horrible sensación de vacío en su pecho siempre estuviera presente cada mañana que se levantara para continuar un nuevo día de jornada laboral, ni que, incluso tras un día satisfactorio dando clases y avanzando los reportes de su investigación de la flora y fauna, no disminuyera. No se iba, hiciera lo que hiciera. Nunca se iba.
Pero eso no era importante. Era solo un gaje de la vida que superaría algún día. Solo un minúsculo detalle. Todos pasaban por ello y aprendían a sobrellevarlo, ¿no? Lo importante era persistir. Y él aún quería vivir. Aún tenía por lo que vivir. Definitivamente lo tenía..., ¿verdad?

Él no... ¡Claramente no! ¡Maldita sea, obviamente no! ¡¿Por qué dudó por un segundo, siquiera?! ¡No! ¡No...! No... ¿No...?

Sin que lo esperara, sintió unas cálidas y reconfortantes manos en sus pómulos, lo que consiguió que regresara a ver de forma borrosa a la chica frente a él. Ella pasó dulcemente sus manos por sus ojos, limpiando sus lágrimas con una atención que hacía años no experimentaba. Cuando pudo ver a través de esas gotas saladas que resbalaban sin contención de sus párpados, fue recibido por una sonrisa que desbordaba cariño, y no pudo evitar sentirse más que impactado; nunca la había visto darle aquel gesto de una forma tan... sincera. Sin poder contenerse, sollozó más fuerte y se aferró a ella. Más caricias dulces no se hicieron esperar, para su alivio. Una ola de tranquilidad lo fue arrullando poco a poco; era como si su novia le dijera silenciosamente que todo estaría bien, que no tuviera miedo del inminente destino.

En un parpadeo, su mundo pareció cambiar súbitamente. Todo se percibía... menos asfixiante, tal y como si hubiese liberado una carga que lo llevaba carcomiendo tanto tiempo. Ese vacío en su pecho ya no estaba.

—¿Ya te diste cuenta?

El cuestionamiento y el sentir que su pareja se iba separando de él lentamente, lo trajo de vuelta a su realidad.

—Sí... —murmuró Gohan, aún en un leve trance. Cerró brevemente sus ojos y, para cuando los abrió, lo hizo con sus comisuras alzadas—. Finalmente lo entendí.

—¿De verdad? ¡Es genial! Tardaste tanto en aceptarlo, Gohan —solo atinó a reír entre dientes ante eso, notablemente relajado. Más relajado de lo que alguna vez había recordado. Estar en ese lado de la balanza... no era tan terrible como supuso con anterioridad; tenía a alguien a su lado, después de todo—. Entonces, ¿nos vamos?

—Sí. Estoy listo.

Su novia soltó una sutil risa y entrelazó sus manos para después darle un pequeño apretón, en un signo de apoyo que lo hizo sentir más cálido que nunca. De verdad agradecía tenerla a su lado.
Sin más, la chica lo jaló suavemente hasta llegar al borde del edificio, donde ambos se colocaron a la par, aún sin soltar su agarre. Por última vez, Gohan buscó la mirada de ella, quien, sonriente, le asintió con la cabeza y miró ilusionada al horizonte ya nocturno; ese gesto le terminó de dar el último impulso que necesitaba. Soltó un suspiro mientras disfrutaba de la suave brisa nocturna, la cual era como una dulce caricia en su rostro. Todo era tan liviano, como jamás lo había experimentado.

Con una sonrisa, finalmente corrió hacia la interminable noche.

Desde hace un considerable tiempo tenía ganas de escribir sobre esta canción, pero estuve rompiéndome la cabeza para darle sentido a la trama y que, a su vez, fuese algo medio... psicológico(?). No creo haberlo logrado, pero acá está el intento.

De verdad espero que la lectura sea comprensible sin tener que darle demasiadas vueltas. En fin, ¡nos leemos!

-Lindassj1

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