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Capítulo 10 |Lluvia.

|Las cosas más íntimas entre parejas no solo constan de lo carnal|

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El sonido de las gotas cayendo y chocando contra la ventana es lo que predomina hoy en el ambiente: está lloviendo consecutivamente desde hace alrededor de media hora, lo cual agradezco porque es relajante para poder estudiar los próximos temarios que darán en la universidad, cosa que no venía haciendo debidamente desde que empecé a ayudar a mi novia para su futuro examen de admisión.
Casi de manera involuntaria, regreso a ver hacia mi cama vacía, logrando que suspire y niegue con la cabeza antes de centrarme en mi libro; es un poco extraño no tener la presencia de Yuzuki rondando por aquí, ya sea husmeando en la cocina, acostada en el colchón o jugando en sus consolas de videojuegos.

Hoy también le tocó hacer guardia en la ciudad, así que por ello no he podido verla en estos días.

Me supongo que ahora ella debe de estar en su casa cenando con sus padres o haciendo sus deberes escolares, es decir, ya son las ocho de la noche y su rutina ya culminó.
Continuo estudiando por un rato más, con la idea de mandarle un mensaje a Yuzuki dentro de un rato, pero mis pensamientos terminan de golpe cuando escucho que el timbre suena consecutivamente y de forma desesperada, lo cual me extraña ya que no espero a nadie, y menos a estas horas. Sin más, me levanto de mi silla y me encaminó para abrir para ver quién es, pero vaya sorpresa me llevo al ver a mi pareja toda mojada por la lluvia y con su chaqueta escolar abrazándola —aún posee el uniforme de la preparatoria—, como si hubiera algo allí que intenta proteger.

—¡Yuzu, ¿qué haces aquí?! —Pregunto exaltado al verla en esa condición, haciéndola pasar y ayudándole a quitar su mochila húmeda.

No creo que sus útiles se sequen para mañana.

—Después te lo explico, ¿pero puedes traer trapos o ropa que ya no uses? —Pide al tanto que deja ver lo que trae protegiendo: un pequeño gato siamés que también está mojado y parece sufrir de desnutrición por su apariencia.

¿Y ahora qué habrá pasado?

—Está bien —accedo y me pongo a buscar lo que me encomendó y una muda de ropa mía para que ella se cambie y no se vaya a enfermar después, así que regreso cuando ya tengo los trapos y noto que ella está hirviendo un poco de leche en la cocina, la cual supongo que debe de ser para el pequeño felino. Me acerco a Yuzuki y le coloco una toalla en su cabeza, sacándole un estremecimiento: no percibió mi presencia—. Aquí está todo, Yuzu —aviso mientras señalo con la mirada lo que traigo.

—Gracias —susurra con una pequeña sonrisa al tanto que apaga la estufa y vierte la leche en un pequeño recipiente, tomando la tela con su mano restante.

Observo cómo se dirige al sofá, se sienta en el suelo y acurruca al minino antes de ofrecerle la bebida tibia, la cual no tarda en comenzar a tomar con un tanto de desesperación: se nota que llevaba un considerable tiempo sin ingerir nada.
En cambio, Yuzuki parece más aliviada por esa acción, ni siquiera parece importarle el hecho de que se puede resfriar o darle fiebre mañana, su atención está centrada en el cuadrúpedo totalmente. Pese a que estoy preocupado por su salud, no puedo evitar sonreír al verla así, al poder volver a comprobar lo pura que puede llegar a ser a pesar de su reacio carácter y orgullo.

Realmente amo a esta chica.

—¿Qué fue lo que pasó? —Indago sentándome a su lado, colocándole mi zurda en su hombro.

—Lo encontré en un callejón cuando estaba destranformándome para irme a casa, alguien debió de haberlo abandonado allí —relata despegando la mirada del felino, posando sus ojos grisáceos en mí finalmente—. Lo siento por haber venido de imprevisto y de esta manera, pero es que no podía llevarlo a mi casa; mi mamá es alérgica al pelo de gato. Y eres el único con el que podía acudir —confiesa con un toque tímido en su voz, sonriéndome de igual manera. Y de inmediato una ola de ternura me invade.

—No te preocupes, Yuzu, no tengo problema con ello —río al tanto que tomo la toalla blanca y la sacudo en su cabeza, secándole así levemente su cabello húmedo—. Ve a cambiarte y bañarte, te dejé una muda de ropa en la cama, yo me encargó del gato por lo mientras —comento descendiendo mi mano hasta su mejilla para acariciarla con cariño, notando cómo se sonroja levemente ante mi gesto—. Anda, ve —reitero y ahora tironeo un poco de su cachete, apreciando cómo pasa de la vergüenza a fruncir su ceño y nariz con disgusto. Es tierna.

—Vale.

Ella, antes de levantarse del suelo, acaricia un poco al gato, pero allí es donde me doy cuenta que ya no trae la falda escolar, sino un short negro y corto que deja al descubierto sus muslos, sin contar que la camisa blanca de su uniforme se le transparenta un poco gracias a la humedad, dejando apreciar la silueta de su figura más directamente —ya que suele usar ropa holgada todo el tiempo— y parte su abdomen. Reacciono rápidamente y desvío mi vista, centrándome en cualquier otro lugar de la sala que no sea mi novia, sintiendo mi pulso acelerar y rostro arder por lo que presencié. Ay, no.

¿Por qué me haces esto, Dendé?

Comienzo a respirar debidamente cuando Yuzu se retira, así que solo me limito a sacudir mi cabello para olvidar ese episodio y enfrascarme en el pequeño felino que está frente a mí, el cual ya acabó su leche y se lame una pata tranquilamente, enajenado de todo. Lo cargo para verificar si no está lastimado, y no, el único problema que posee es la falta de alimento por suerte. Su pelaje aún no está completamente seco, así que me dedico a quitarle la humedad con el sonido de los gotas caer de fondo, esperando a que Yuzuki termine de asearse y regrese.

Supongo que ella se quedará hoy aquí a dormir, después de todo, la lluvia no parece querer disminuir, sino aumentar.

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Después del corto ajetreo de hace un rato, hice de cenar para los dos e improvisamos con la comida para el pequeño gatito ya que ninguno de los dos podemos salir a comprar gracias a la tormenta. Yuzuki habló con sus padres y les explicó la situación, así que la dejaron quedarse a dormir sin mayor problema; ahora el único inconveniente es con sus libros y libretas que se le mojaron con la lluvia, los cuales, espero, se logren secar un poco para mañana.
Termino de acomodar las almohadas en la cama y me acuesto, esperando a que mi novia regrese para que descansemos debidamente: fue a revisar por última vez al felino, a quien se le hizo una improvisada cama en el sofá para que pase la noche.

—Ya se quedó dormido el gatito —escucho su voz al tanto que la puerta de la habitación se abre, captando por completo mi atención. Yuzuki camina hacia la cama, acostándose de medio lado, por lo que quedamos frente a frente, solo mirándonos en silencio; ella está sumergida en sus pensamientos, por lo que me deja poder apreciar sus facciones sin problema alguno—. ¿Crees que se recupere? —Pregunta con latente preocupación en sus ojos, logrando que termine mi ensimismamiento.

—No te preocupes, mañana antes de ir a la universidad lo llevaré con Dendé para que lo cure —inquiero sonriéndole para brindarle confianza—. Y se lo encargaré al señor Piccolo por lo mientras, ya en cuando nuestro horario escolar termine vamos por él, ¿está bien?

—Está bien —afirma con sus comisuras levemente alzadas y noto que titubea, como si se debatiera internamente por algo, lo que me confunde de momento, y estoy a punto de preguntarle qué sucede, pero de la nada me abraza y se acurruca en mi cuello, estremeciéndome por su rápido actuar, y más cuando percibo su cálida respiración en mi piel—. En serio, gracias —murmura con aquel tono inusual en ella.

—No tienes que darlas, Yuzu —susurro divertido, correspondiéndole el gesto y pasando mi brazo por su cintura.

Nos quedamos de esa forma por no sé cuántos minutos, yo disfrutando del calor que me transmite, pero estoy más que consciente que mi novia sigue despierta gracias al compás de su respiración. Además, ella no tiende a dormir temprano.

—Por cierto... —oigo su voz baja al tanto que la siento separarse un poco de mí, notando que alza su rostro para verme—. Umh, ¿crees que se pueda quedar aquí el gatito? Es que no creo que mi mamá me deje tenerlo por su alergia y...

—Yuzu, creo que ya se te olvidó lo que te dije hace un par de meses atrás —la interrumpo juguetón.

Parece buscar en su memoria unos instantes hasta que lo recuerda, lo que la hace sonrojar y desviar la mirada rápidamente, volviéndome a enternecer ya que percibo su pulso acelerar; me refiero a cuando le dije que quería formar una familia con ella y adoptar a un gato.
En realidad no me molesta en lo absoluto criar una mascota con Yuzu, todo lo contrario: me hace ilusión poder compartir algo como esto con mi contraria.

—¿Eso significa...?

—Que no tengo ningún problema —aseguro sonriente, inclinándome para besarle la mejilla con la intención de levantarme y apagar la luz después, pero soy jalado súbitamente hacia ella, no dejándome alzar, para después ser recibido por sus cálidos labios, sintiendo cómo pasa sus brazos por mi cuello y... su cuerpo completamente pegado al mío, sobre todo de cierta parte de su anatomía.

¡Ya deja de pensar en eso, por Dios!

Corto el beso más rápido que de costumbre —y de lo que me hubiera gustado—, sintiéndome nervioso y con la necesidad de alejarme de su persona para no hacer ninguna tontería ni faltarle al respeto imaginándome cosas que no son. Noto que Yuzuki me mira extrañada, como no entendiendo mi comportamiento, y no la culpo. Sin más, solo me levanto para apagar la luz y acostarme de nuevo cuenta para dormir al tanto que le doy las buenas noches, tratando de ya no divagar en cosas inapropiadas más de la cuenta.
Sé que dentro de unos meses vamos a tener dos años de relación y a esas alturas muchas parejas ya han... experimentado, pero nosotros jamás hemos tenido contacto más de lo necesario, y es que no lo veo como algo fundamental o indispensable ni tampoco hemos tocado el tema. Pero así estamos bien.


Con la presencia de Yuzuki acurrucada contra mí me basta.

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-Lindassj1

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