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22

El toque suave y delicado sobre sus cabellos lo incitaba a un sueño profundo en los brazos de morfeo, pero sabía que no podía quedarse dormido, sus amigos esperaban por él para llevar a Jungkook a casa. Observó el rostro de Yoongi desde abajo, continuaba recostado sobre sus piernas. El mayor estaba pensativo, miraba la pared de al frente con atención, como intendo leer unas letras invisibles que ahí se encontraban.

Jimin se aclaró la garganta—. ¿Cómo se encuentra, hyung? —preguntó. Había perdido la noción de cuánto tiempo llevaban ahí, como aún no podía comprarse un celular, siempre estaba perdido con la hora.

Lo vio sonreír—. Estoy mejor —paso sus dedos por el rostro de Jimin, luego bajó por su cuello hasta llegar a su pecho y se detuvo justo en su corazón, abrió la palma y descansó su mano ahí—. Me da tranquilidad sentir tu corazón.

Jimin no sabía muy bien qué decir, se había acostumbrado a conversar con su mayor en el interior del burdel, la mayor parte del tiempo desnudos sobre una cama, verlo ataviado con una bata blanca le era un tanto extraño. Lo vio fruncir el ceño, y luego volvió a hablar—. Ahora que lo pienso...¿Qué haces aquí? ¿Te sientes mal? Es...segunda vez que te veo en la semana.

Sonrió, le gustaba la forma sutil que tenía de expresar preocupación—. No, solo venía a buscar a un amigo. Se quemó en el incendio del burdel.

Yoongi meditó antes de hablar—. Es...el de la habitación 32, ¿no? Es el único afectado por ese incendio que queda aquí.

—Sí —le respondió. La habitación 32 era la de Jungkook—. ¿Lo conoce? —preguntó.

El mayor bajó la vista, lo escudriñó unos segundos con la mirada, eso hizo que Jimin se removiera incómodo y se levantara, quedaron frente a frente otra vez—. ¿Estás preguntándome si me acosté con él alguna vez?

Jimin sonrió, le gustaba lo astuto que podía llegar a ser a veces—. Sí —confirmó, eso era lo que realmente quería saber.

—No lo hice —Yoongi continuaba observándolo—. Fui al burdel solo un par de veces antes de que llegaras tú a mi habitación. Aún recuerdo los rostros de los chicos con los que dormí, y sé que él no es uno de ellos.

Asintió, la respuesta lo satisfacía. No era su intención pedir algún tipo de explicación, tan solo era curioso por naturaleza. Si después se arrepentía de saber algunas cosas, era problema del futuro. La curiosidad no era lo que terminaría matándolo, de eso estaba seguro.

Las manos de Yoongi subieron hasta su rostro y acercó sus labios para besarlo. Jimin suspiró ante la sensación de escalofrío que recorrió toda la extensión de su espina dorsal, le gustaban los labios de ese hombre, le gustaba su olor corporal, su tacto y todo lo que lo involucrara a él. Se había vuelto adicto a uno de sus clientes, algo que prometió que jamás ocurriría—. ¿Conoces el río Han? —le preguntó Yoongi sin separar sus labios por completo.

Jimin no abrió los ojos, quería disfrutar de esa sensación solo un poco más de tiempo—. Recuerdo haber pasado por ahí un par de veces ¿por qué?

No alcanzó a escuchar la réplica de su mayor, ya que en ese momento, la puerta del cuarto en el cual estaban se abrió por compelto y ellos se separaron—. Por todos los santos, Min Yoongi, no entiendo cual es tú obsesión por... —el médico recién llegado frenó su regaño de golpe al ver que Yoongi tenía compañía—. Ocultarte en este cuarto todo roñoso...¿eres personal nuevo? —preguntó confundido al ver a Jimin.

Yoongi se aclaró la garganta y se colocó de pie—. Seokjin hyung, yo...estaba a punto de salir —Jimin también se levantó—. Él...vino a buscar a su amigo, está internado aquí. No trabaja en el hospital.

Seokjin juntó el entrecejo, luego rodó los ojos e hizo un ademán de mano—. De igual forma no me interesan tus explicaciones —volvió a mirar a Yoongi ignorando por completo la presencia de Jimin—. Entrégale la guardia a Daegi y ve a tu casa. Vuelves mañana.

—Pero Seokjin hyung...—no alcanzó a decir nada más, el médico cerró la puerta, dejándolos a ellos al interior del cuarto de insumos otra vez.

Jimin lo observó—. ¿Sucedió algo malo? —preguntó con cautela. No entendía mucho sobre cómo funcionaba un hospital más que lo que su mayor le había contado las noches que durmió con él.

Yoongi suspiró, se dio la vuelta para observarlo—. No, solo están con un programa de salud mental para el personal médico, o al menos lo intentan —colocó sus manos sobre los hombros de Jimin—. Cuando se muere un paciente bajo tu guardia, te dejan tomarte el día libre para poder procesar el sentimiento y así. No me gusta en absoluto pero...Seokjin es mi jefe.

Jimin lo abrazó mientras asentía, no quería irse, no quería separarse de su cuerpo ni dejar de sentir su olor, pero sabía que sus amigos lo estaban esperando. Yoongi pasó los brazos por su cintura y lo estrechó un poco más contra su cuerpo, calzaban como un molde. Tenían poca diferencia de altura.

Se separaron. Aún tenían un asunto pendiente del cuál hablar, y ambos lo sabían—. ¿Cuándo puedo verte de nuevo? —preguntó Yoongi—. Está vez no saldré corriendo, lo prometo.

—Por ahora estoy en busca de un nuevo trabajo, así que estoy libre todos los días —desvió la vista, le daba vergüenza confesar algo como eso. Que era un desempleado, con deudas y sin hogar, aunque eso último Yoongi no lo sabía—. Y...aún no he comprado un celular, así que solo estoy algo incomunicado.

Lo vio sonreír—. Entonces te daré mi número, así me llamas cuando puedas comprar uno ¿tienes dinero, verdad?

Jimin asintió rápidamente—. El dueño de Secret Garden cobró el seguro y nos pagó —observó los ojos negros de su acompañante. Tenía dinero, sí, pero también tenía algunas deudas—. También dijo que quería reconstruirlo.

—¿Planeas volver a trabajar ahí?

Juntó los labios y desvió la vista—. No lo sé —confesó. Si ya salió de ahí ¿cuál era la idea volver? No había renunciado antes porque no estaba seguro de saber hacer algo más que acostarse con hombres por dinero, pero ahora que se vio forzado a salir de ahí, quería tomarlo como una especie de señal, algo que le decía que ese no era su destino final.

Yoongi emitió un sonido de asentimiento. Sacó un lápiz de su bata blanca y una pequeña libreta, anotó un número y luego le entregó la hoja a Jimin. Este la recibió en sus manos, no creyó que alguien como él, alguien que se dedicaba a la prostitución, estuviera viviendo un momento como ese. Quería creer que el cariño que Yoongi le expresaba era sincero, pero su mente se rehusaba a aceptar que era merecedor de algo bueno. Era como luchar contra sí mismo una y otra vez, con nulas posibilidades de ganar.

Sin embargo, cuando recibió el dulce beso en su frente antes de que Yoongi abriera la puerta para salir, todo su estómago se revolvió. Odiaba lo fácil que era quererlo, y a la vez, odiaba lo difícil que era guardarle rencor.

Allí afuera, vio a sus amigos. Jungkook estaba sentado en una silla de ruedas siendo sostenida por Taehyung mientras Hoseok le daba las gracias a la enfermera. Cuando sus ojos se cruzaron con los de su amigo pelirrojo, supo que algo no andaba del todo bien, Hoseok lo miraba de forma extraña, como si tuviera unas cuantas preguntas en su mente que no lograba responder.

Se dio vuelta para despedirse de Yoongi, pero este ya caminaba por el pasillo hacia la salida. Jimin se aclaró la garganta y fue hasta donde estaban sus amigos.

—¿Ese sujeto no iba al burdel? —le preguntó Hoseok apenas estuvo frente a él.

Jimin lo miró de reojo—. Sí, es médico —le respondió tratando de no darle tanta importancia, no quería que Hoseok sospechase algo, no quería romper su corazón por segunda vez, prefería que se mantuviera en la ignorancia—. Trabaja aquí, qué coincidencia ¿no?

Su amigo siguió al médico con la mirada hasta que lo perdió por el pasillo—. Sí, demasiada.

Jimin se volvió a aclarar la garganta—. ¿Nos vamos? Creo que Jungkook quiere descansar —el mencionado lo observó dudoso, literalmente había estado tres días postrado en una cama ¿Qué más descanso que ese? Jimin tan solo le hizo una señal con las cejas para que le siguiera el juego—. Y aún hay que comprar las pizzas y bebidas ¿verdad?

—Eh...sí, estoy muy cansado Hoseok hyung —puchereó Jungkook lo mejor que pudo. El pelirrojo desvió la vista al oír su nombre y relajó su expresión seria—. Además, los padres de Tae nos están esperando para comer.

Taehyung asintió mirando su celular, ajeno a todo lo que sucedía pero ratificando lo que decían de sus padres.

—De acuerdo. Salgamos de aquí —musitó Hoseok.

Jimin soltó el aire que había estado conteniendo. Luego de ir por Jungkook habían quedado en pasar a comprar pizzas y ver películas hasta tarde en la casa de Taehyung. Necesitaban relajarse y celebrar que su menor había sido por fin dado de alta. Jungkook lo continuaba escudriñando con la mirada, pidiéndole una explicación.

Tendría que contarte algunas cosas a su amigo si quería mantener esto en secreto.

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