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31 de mayo, 2024
Actualidad
Hospital Asan
—¿Estás bien? —Jimin miró hacia un lado al oír la pregunta. Hoseok se encontraba observándolo. Sus otros dos amigos hablaban entre ellos cosas que él no alcanza a escuchar del todo, había dejado de prestar atención desde hace unos minutos.
Se llevó una mano hacia el pecho, sentía un pequeño dolor en ese lugar—. Sí —le respondió. Contiuaban al interior de la habitación—. Solo necesito salir un momento, el aire está muy encerrado aquí. Iré al baño y vuelvo.
Hoseok asintió y se hizo a un lado para dejarlo pasar. Jimin corrió la cortina lo suficiente para salir, el chico de la otra camilla continuaba durmiendo, no había nadie con él. Suspiró al verlo. Si tu familia sabía a lo que te dedicabas, tu vida en ese mundo estaba destinada a ser solitaria, a nadie le gustaba rodearse con personas como ellos. Atravesó el cuarto y abrió la puerta en silencio para evitar despertarlo, cuando llegó afuera, continuaba sintiendo el aire denso, pero el dolor en su pecho había disminuido un poco.
No alcanzó a dar ni siquiera un paso cuando un cuerpo que iba corriendo por el pasillo chocó contra el suyo y ambos cayeron al suelo. Jimin se golpeó la espalda y soltó un gruñido de dolor al sentir el peso de la otra persona sobre su costilla. Cuando abrió los ojos para reclamarle por su imprudencia, solo quería que la tierra se lo tragara de una vez por todas—. Yoongi hyung... —susurró cayendo en trance. El pelinegro lo había derribado como si estuvieran en un juego de rugby.
Su mayor se levantó tan rápido como pudo, y entonces Jimin se dio cuenta de que luego del incendio había ido hacia el hospital. Tenía el cabello negro revuelto, grandes ojeras debajo de los ojos y estaba más pálido de lo usual. Es como si estuviera enfermo—. Lo siento —le tendió una mano a Jimin para ayudarlo a levantarse. En la otra llevaba un monton de papeles que no soltó ni siquiera con la caída.
Se observaron mutuamente por unos segundos al estar de pie, y el estómago de Jimin tuvo un revoltijo de emociones al verlo ataviado con su bata blanca, estaba tan acostumbrado a verlo vestido de negro, que sus ojos no se acostumbraban al contraste de colores claros.
—Yoongi hyung... —volvió a repetir, no podía salir de su estupor, y sus manos continuaban unidas.
—Yo...debo irme, lo siento —dijo soltando su agarre bruscamente. Le dio la espalda y salió corriendo otra vez por la misma dirección en la que iba antes de chocar con él. Por su lado pasaron dos enfermeras con un carro lleno de jeringas y demás cosas a la rastra, los tres entraraon a la habitación y cerraron la puerta.
Jimin llevó una de sus manos hacia su corazón, latía fuerte y rápido incluso en sus oídos, necesitaba calmarse o sentía que le daría algo en cualquier momento. Caminó algo aturdido hacia el baño, se metió dentro y observó su relfejo en el espejo, en esos momentos desconocía quién de los dos estaba más demacrado, Yoongi parecía un fantasma y él un zombie recién salido de la tierra.
Cada persona lidia con sus propios problemas, pequeño.
Cerró los ojos e intentó regular su respiración al recordar las palbaras de su madre
Pero en la compañía adecuada, a veces esos problemas pasan a ser tan solo un pequeño obstaculo.
Mojó su rostro con agua helada, necesitaba calmarse, necesitaba que su corazón dejara de latir como si quisiera escaparse de su pecho. El habérselo encontrado no significaba nada, solo fue una casualidad, Yoongi tenía una emergencia y debía concentrarse en ella, eso era todo.
Tan solo se habían acostado por trabajo, fuera del burdel no eran ni siquiera conocidos, Jimin lo sabía.
No puedes, ni debes enamorarte de los clientes
Sacudió la cabeza, no quería escuchar a su jefe, él no estaba enamorado, eso sería demasiado estúpido de su parte
Para ellos solo eres un objeto, un trapo sucio con el cual limpiar su mierda. Jamas te tomarán en serio.
Se llevó las manos a los oídos y se arrinconó entre la puerta y la pared, el dolor en el pecho había ido en aumento y de sus ojos brotaban lágrimas de angustia. Era la misma sensación que experimentó cuando Yoongi rozó accidentalmente sus herdias en la espalda. La diferencia es que ahora estaba solo y no tenía idea de como lidiar con una crisis de ansiedad, como él la había llamado.
Si el dia de mañana te los topas en la calle, ellos te van a ignorar, se van a olvidar de todas las veces que se acostaron contigo. Porque les das asco.
—Basta... —susurró contra sus rodillas, taparse los oídos era inútil, esas voces no estaban en la habitación, ellas vivían en sus recuerdos, y aparecían cada vez que él les daba espacio, cada vez que lo veían débil.
No supo en que momento de su crisis sucedió, pero perdió la conciencia al interior de ese baño. Y cuando despertó, fue porque sintió los toques en la puerta y las voces de sus amigos sonar como un eco dentro del lugar—. ¿Jimin? ¿Estás aquí? —otros golpes—. Ya nos vamos, terminó el horario de visita.
Jimin se llevó una mano a la cabeza—. Estoy aquí —respondió algo aturdido—. Salgo en un segundo.
Fingió tirar la cadena y lavarse las manos con jabón, no tenía idea cuanto tiempo había estado ahí encerrado. Cuando salió, Taehyung lo regañó con la mirada—. Creímos que te habías ido, no te encontrábamos por ninguna parte.
Jimin intentó sonreír—. Ah, lo siento mucho. No encontraba el baño.
Salieron al pasillo y miró hacia la puerta donde vio entrar a Yoongi, justo afuera del cubículo, estaba él anotando algunas cosas en una carpeta que traía en las manos. El pelinegro interceptó su mirada otra vez, y una breve chispa de reconocimiento surcó sus ojos de aceituna, igual a cuando chocaron. Pero luego negó con la cabeza, desvió la vista y continuó escribiendo, luego de unos segundos le dio la espalda.
Yoongi lo había reconocido en la caída, Jimin estaba completamente seguro de eso, pero incluso estando en el mismo pasillo y sin una emergencia por delante, había escogido ignorarlo.
Jimin suspiró, se sentía idiota por esperar algo de quien fue su cliente alguna vez.
Mientras ellos caminaban hacia la salida de aquel tormentoso y desagradable hospital, Yoongi comenzó a caminar calmadamente en dirección opuesta, perdiéndose de su vista al doblar hacia la derecha por uno de los pasillos. Jimin fingió que nada sucedía para no preocupar a sus amigos, pero su corazón se arrugaba como si fuera una hoja de papel siendo arrancada del cuaderno de un niño. Jamás le había dolido la indiferencia de alguien hasta que obtuvo la de Yoongi.
Jamás había anhelado el tacto de alguien hasta que conoció el de ese médico.
Y ahora que tenía la oportunidad de verlo fuera de su lugar de trabajo, tan solo obtenía una mirada indiferente, sin ningún tipo de reconocimiento.
Y pensar que por el rompió tantas reglas que habían sido sagradas durante mucho tiempo.
Incluso lo besé.
Sí, lo había besado, también le contó sobre las pastillas que ellos tomaban, le dijo lo mucho que Soogun lo odiaba y que no tenía idea de porqué. Le contó sobre su intento de suicidio, incluso le había hablado sobre la muerte de su madre.
Salieron del edificio y caminaron hacia el interior del estacionamiento, incluso había estado dispuesto a decirle su nombre.
Romperé solo una regla a la vez, hyung.
Jimin suspiró y siguió caminando junto a sus amigos, no podía creer lo estúpido que había sido al pensar que algo de eso sería diferente. Ninguna persona que pisa un burdel es alguien decente, Jimin se había negado a creer eso luego de haber conocido a Yoongi y su forma de actuar con él, pero luego de ver como se comportó en el interior del hospital, fue toda la evidencia que necesitaba para que esa afirmación se hiciera realidad ante sus ojos.
—Nos vamos a casa —dijo Hoseok más para si mismo que para los demás. Encendió el auto sin esperar respuesta y comenzó a andar. Jimin agradecía que su amigo no hiciera demasiadas preguntas, no tenía cabeza para pensar en un problema más.
Una regla a la vez me hará sentir menos culpable.
Que idiota había sido al confiar en él, al creer que podría ser distinto a los demás hombres con los que se había acostado alguna vez.
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