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30 de mayo, 2023
Hace un año
Burdel "Secret Garden"
Vacío la última caja de botellas de Soju que le quedaba y las guardó al interior de la heladera, no quería iniciar su turno de mañana haciendo eso, así que siempre que le tocaba el inventario a él prefería dejarlo listo la noche anterior. Guardó los vasos en sus lugares, cortó el paso del agua que daba hacia el lavaplatos y apagó las luces de la barra. Aún quedan clientes en algunas habitaciones, pero ya eran las 9 am y su turno había terminado hace media hora atrás, Hoseok solo quería llegar a su casa a dormir por el resto del día.
Revisó su celular antes de colocarle el seguro a la puerta, no tenía ningún mensaje de Jimin, no había llegado a trabajar esa noche y eso lo mantuvo preocupado durante todo el turno, sabía que no era su día libre, y también sabía que él no se ausentaba sin antes avisar. Quizás había tenido algún inconveniente de último minuto y por eso no logró llegar. Se despidió de Soogun con un ademán sutil de mano y salió, el aire gélido de la mañana lo recibió con un golpe en el rostro, la primavera estaba llegando a su fin para darle paso al verano, pero las temperaturas aún seguían siendo relativamente bajas en las primeras horas del día.
Se subió a su auto que mantenía estacionado a un costado del burdel y comenzó a manejar con tranquilidad hacia el departamento de Jimin, sabía como llegar de memoria, ya habían compartido unas cuantas botellas de cerveza antes. Así como también sabía que Jimin guardaba una copia de sus llaves bajo la alfombra de bienvenida debido a que era demasiado olvidadizo.
Saludó con una inclinación al hombre que custodiaba la recepción del edificio en que vivía Jimin y fue directo hacia los ascensores. Marcó el piso 7 y se apoyó en la barandilla metálica de aquel cubículo. Hoseok cerró lo ojos, estaba realmente cansado, le dolían las manos por el agua helada que usaba para lavar los vasos y una lave migraña iba en aumento detrás de su ojo izquierdo. Cuando llegó al piso deseado, esperó a que las puertas se abrieran y comenzó a caminar por el pasillo en dirección a la puerta de Jimin, no había nadie en los pasillos, todo estaba sumido un silencio abrumador.
Tocó la puerta una y luego dos veces seguidas, revisó su teléfono y aún no tenía ninguna respuesta—. ¿Jimin? —volvió a golpear al no oír nada—. ¿Estás en casa, Ji?
Marcó el número que tenía registrado y al interior del departamento escuchó la melodía sonar, pero nadie le contestó. Rebuscó un poco más preocupado que antes debajo de la alfombra de bienvenida y sacó la llave que abría esa puerta. Al interior estaba todo oscuro, solo había una pequeña luz encendida en el pasillo izquierdo, dando justo hacia las habitaciones y el baño. Hoseok apuró el paso al escuchar el sonido del agua correr—. Ay, Jimin, creí que te había pasado algo ¿por qué no...?
Sus palabras quedaron suspendidas en el aire al notar que la puerta del baño estaba semi abierta y por ella salía agua, es como si se estuviera inundando el departamento—. ¿Qué...? ¿Jimin?
Se acercó dudoso, abrió la puerta despacio, y lo que vio al interior hizo que su alma saliera de su cuerpo y luego volviera a él en un intento desesperado de salvarlo—. ¡Jimin! —atravesó la estancia salpicando agua hacia todas partes y se agachó a la altura de la bañera, sus rodillas y zapatos quedaron mojados.
Ahí dentro, con el agua hasta la barbilla y completamente roja producto de la sangre que emanaba a borbotones de sus brazos, se encontraba Jimin, inconsciente, pálido y con los labios morados. Hoseok lo sacudió de los hombros en un intento desesperado de que despertara, pero no funcionó—. ¡Jimin! ¿¡Qué hiciste!? —sintió las primeras lágrimas descender como un caudal abierto por sus ojos, pero aún así se obligó a levantarse para ir en busca de ayuda, el hospital Asan quedaba a tan solo unos minutos en auto. Podía lograrlo si se daba prisa.
Se metió a la primera habitación que encontró y sacó una manta y un par de sábanas. Volvió al baño, tomó a Jimin de la espalda y le pasó uno de sus brazos por debajo de las piernas, su ropa y cuerpo habían quedado empapados en agua con sangre, pero era lo que menos le importaba en esos momentos. Tendió a Jimin sobre la manta e intentó frenar la hemorragia de sus brazos cubriéndolos con las sábanas. Los cortes eran profundos y decididos, iban desde la muñeca hasta el interior del codo. Hoseok solo rogaba porque no hubiera pasado mucho tiempo, su corazón no soportaría tener que ir a verlo al cementerio. No a él.
Jimin había intentado desangrarse, y si aquello no le funcionaba para acabar con su vida, terminaría ahogándose de todas formas, ya que estaría lo suficientemente débil como para salir de ahí.
Hoseok emitió un sollozo, las lágrimas nublaban su visión—. Jimin... —lo envolvió lo mejor que pudo y lo cargó en sus brazos por todo el edificio hasta llegar al estacionamiento. El señor de la recepción salió corriendo tras él, pero no tenía tiempo de dar explicaciones, la vida de Jimin estaba en juego justo ahora. Lo acostó en la parte trasera del auto y él se subió al volante—. Por favor resiste —susurró al aire, nadie lo estaba escuchando—. Por favor...solo un p-poco.
Pisó el acelerador hasta el fondo, se saltó unas cuantas luces rojas y condujo rompiendo cada regla del tránsito que se le atravesaba por delante con tal de llegar lo más rápido al hospital Asan. Si el día de mañana tenía un parte justo en la pierta de su casa, no le interesaba, Jimin lo valía. Cuando llegó a la calle del hospital, se subió a la vereda y quedó atravesado justo en la puerta de entrada a la urgencias. Sacó a a Jimin del auto y lo llevó dentro—. ¡Necesito ayuda! —gritó al borde del llanto otra vez—. ¡Necesito un médico! Ti-tiene cortes en s-sus brazos.
Por el pasillo vio llegar a dos enfermeros con una camilla a la rastra, detrás de ellos venía corriendo un joven médico alto y moreno con su bata blanca, Hoseok lloró al verlos, dejó a Jimin sobre la camilla—. Por favor ayudenlo... —suplicó—. Se intentó...intentó, sus brazos...—ni siquiera podía terminar la frase.
—Lo ayudaremos, tranquilo —le respondió uno de ellos.
El médico se terminó de colocar los guantes y le tomó el pulso colocando sus dedos en el cuello—. Llévenlo a pabellón y preparenlo para sutura, necesito suero intravenoso, oxígeno y coagulantes ¡rápido! —Hoseok se tapó la boca al oír todo eso para evitar el llanto que quería salir de su interior. No era complicado adivinar lo que había sucedido, las mantas llenas de sangre que continuaban envueltas sobre los brazos de Jimin eran el mayor indicio de lo que había intentado hacer, el médico lo había entendido de inmediato.
—¿Sabe si hubo ingesta de pastillas? —Hoseok observó a una mujer que apareció a su lado, ella no se había ido junto a los demás, estaba con un formulario en las manos—. ¿Algún antidepresivo, ansiolítico, alguna droga?
Hoseok negó con la cabeza—. Yo no...no vi nada de eso en la bañera —murmuró—. Solo la sangre, mucha agua y un cuchillo.
—¿El paciente es alérgico a algo?
Se encogió de hombros—. Hasta donde sé, no es alérgico a nada —sorbió su nariz y reprimió otras lágrimas que amenazabn con salir. Estaba mojado desde el pecho hasta la punta de los pies, pero lo que más le dolía era no saber si volvería a ver a Jimin.
—Bien —la chica lo miró otra vez—. Le sugiero que vaya a casa y se cambie de ropa, aún no podemos saber nada del estado de su amigo.
—No, no ¿Qué está hablando, señora? —preguntó frunciendo el ceño—. Yo no me iré a ninguna parte hasta que no me digan si Jimin está vivo o muerto —espetó.
La enfermera suspiró, había comenzado a mirar algo que estaba detrás de su espalda—. De acuerdo, lo entiendo. Pero aún así...necesito que saque el auto de ahí, no es un lugar para estacionarlo.
Hoseok miró hacia atrás, su auto tapaba la mayor parte de la entrada a urgencias ya que estaba montado sobre la vereda. Carraspeó algo avergonzado e hizo una reverencia, no supo como es que logró hacer eso—. Sí, por supuesto —murmuró—. Lo quitaré ahora mismo.
Se enjugó las lágrimas con la manga de su chaqueta húmeda y salió a la calle otra vez, encendió su auto y se metió al subterráneo del edificio buscando un lugar para estacionar. Cuando lo encontró, ya no quería salir del interior, la adrenalina había bajado y ahora estaba sintiendo los estragos—. Perdóname...Jimin —apoyó su cabeza en el volante y continuó llorando—. Te intentaste suicidar y yo te traje a un hospital —lloriqueó, sintiendo los espasmos de su cuerpo—. Perdóname...pero no podía perderte.
Luego de diez minutos de espasmos incontrolables produto del llanto, Hoseok volvió a respirar con un poco más de normalidad. Tenía frío, le dolía el pecho y no sentía los ojos, debían estar horriblemente hinchados. Levantó su cabeza y se reclinó en el asiento, ya había pasado por la mayoría de las emociones.
Miró el techo de su auto, y cuando sintió las lágrimas acumularse en sus ojos otra vez, se tapó el rostro con el antebrazo, no quería seguir llorando, tan solo quería que su corazón dejase de doler, quería volver a abrazarlo—. ¿Qué hiciste, mi Jimin? ¿Por qué no me llamaste? —puchereó con dolor en la soledad del estacionamiento—. Hubiera ido corriendo, lo sabías.
Había una vez, una rosa marchita que cayó al vacío. Había otra vez, donde esa misma rosa, se aferró con sus espinas a la tierra. Y nació de ella, la canción misma del amor: el llanto.
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