
𝟎𝟏
Lumine estaba recogiendo cada brote de bambú que se encontraba junto a Aether y Paimon ya que su amada esposa por algún motivo quería sopa de brotes de bambú por lo que había tenido que venir hasta Liyue desde Mondstadt.
Arrancó uno y secó el sudor de su frente con el brazo mientras suspiraba, volteó a ver a sus ayudantes, sonriendo al verlos interactuar.
Realmente la hacía feliz saber que dos de las personas más importantes en su vida se llevaban bien, al inicio fue complicado para Paimon confiar en Aether gracias a su historial en el abismo y él mismo no la culpaba, les tomó un tiempo, pero ahora parecía como si incluso hubiera viajado junto con ellas.
Se acercó a ambos y colocó sus brotes junto al resto.
—Bien, con esos serán suficientes, gracias de nuevo. —
—Está bien, no tenía nada importante que hacer de todas formas. —
—¡Paimon está feliz de ayudar! —
Lumine tomó asiento en la hierba fresca junto a ellos.
Después de que la guerra contra Celestia terminara y todo estuviera bien, ella y Paimon se asentaron en Mondstadt, donde más tarde se casó con Amber; la persona que ama con todo su corazón, ella fue quien le dió la bienvenida al inicio de su viaje además de enseñarle muchas cosas útiles y ayudar con la búsqueda de su hermano aún si solamente fueran letreros, no había nadie en todo Teyvat que pudiera compararse con ella y es por eso que se enamoró.
Aether en cambio decidió quedarse en Liyue (decisión impulsada por cierto general Yaksha), y Lumine estaba feliz con su decisión, era un lugar tranquilo donde podría aprender a disfrutar de la belleza de este mundo, aprender lo que no hizo hace quinientos años; además era la nación vecina de Mondstadt así que siempre estarían cerca si algún día necesitaran el uno del otro.
—¿Cómo te sientes, Aether? —
—Realmente no llevo tanto tiempo como ella así que no es tan malo, solo algunas náuseas matutinas y vómito; pero no es tan malo. —
—¿No es divertido? Mi bebé será mayor que el tuyo aunque yo sea la menor. —
El chico soltó una suave risa mientras tomaba la mano de su hermana, acariciando sus nudillos.
—Si, supongo que lo es. —
Ambos hermanos se miraron a los ojos, estaban juntos desde hace tres años, no tenían porque tener miedo a ningún nuevo cambio.
[...]
—¡Amber, cariño estamos en casa! —
Lumine dejó los brotes sobre la mesa mientras Paimon iba a inspeccionar la casa en busca de la castaña.
Después de unos minutos de escuchar un golpe y un llanto haciéndola suspirar con cansancio, estas situaciones eran tan complicadas.
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