
𝐂𝐚𝐩 𝟕: Ceder
Michael
Después de un tedioso viaje para llegar a mi edificio por fin me encuentro en mi ático el único lugar donde puedo desprenderme un poco de mi rutina y disfrutar de la vista, ya que una de las paredes más largas es de cristal el cual siempre me brinda una de la mejores vistas de Nueva York.
Camino hacia mí decente y para nada pequeño bar donde me sirvo una copa de whisky.
—¿Quieres una? — preguntó hacia Mara la cual aún se encuentra parada en la recepción mientras sostiene su típica tableta esperando anotar una orden.
—No señor, así estoy bien, gracias.
—Y entonces hay algo que deba hacer antes de ir al hotel — digo mientras tomo un trago de mi bebida.
—No, ya no tiene más compromisos.
—Muy bien — doy otro trago para servirme más —, puedes retirarte te veré allá y Mara…
—¿Si señor?
—Retira la investigación hacia la chica de la semana pasada — volteó a verla para deslumbrar la pequeña sonrisa en sus labios — prefiero no vincularme más en esto.
—Si así lo desea, detendré la investigación. Si no necesita nada…
Se calla al ver llegar a Bill al piso como si fuera este su edificio y viviera aquí.
¿Y a éste quién le dio llave?
—Pero si está ahí mi abandonado favorito — pongo los ojos blanco al ver qué no tuvo suficiente con toda la semana pasada para burlarse aún necesita más días.
—¿Cómo entraste? — pregunto.
—Por la puerta obviamente — se calla al ver mi asistente y todo cambia —, un gusto saludarte Mara — he ahí alguien idiotizado por tu asistente.
—Si no necesita más yo me retiro —Mara se dirige hacia mí evitando mirar a Bill — y un gusto volverlo a ver señor McCartney — dice un tanto nerviosa, para sin más retirarse.
—Al parecer alguien aquí es rechazado — me burló para tomar asiento en uno de mis sillones de cuero.
—Cállate Jackson, me devolvió el saludo eso no es rechazo es esperanza — dijo antes de que el sin vergüenza fuera a mi bar y se sirviera de mi whisky.
—Claro sírvete, estás en tu casa — comento con ironía.
—Lo sé, pero no me cambies el tema, que hoy es el segundo capítulo de mi novela favorita — camina hacia mí para sentarse en uno de los sillones de a lado —, ¿volverás a ver a la chica?, ¿Te volverá a abandonar?, ¿Acaso admitirás que te enamoró?
—Para empezar deja de hacer tu tonto intento de conductor de televisión barata y segundo no estoy enamorado de ella, solo llamó mi atención — digo restándole importancia, no puede significar tanto alguien a quien solo vi una vez.
—Si claro — identifico la ironía —, niega lo que sientes.
—Niega que te interesa Mara pero que ella jamás te aceptara porque sabe que estás detrás de todas — contraataco.
—Eso fue un golpe bajo, para mí que soy tu alma gemela — dramatiza para beber de un trago de whisky en su intento de dolido —, y para que sepas por Mara podría ser hombre de una sola mujer.
Reí esperando que fuera un chiste porque la idea de Mara y Bill como pareja no era algo que me agradará del todo, conocía la vida sin normas de Bill y conocía lo centrada que era Mara y no creo que ellos funcionen pero sobretodo Mara era como mi familia y mi posesividad de hermano mayor no le agradaba del todo la pareja.
—Mejor dime Jackson, ya estás preparando para ver a tu candente pelinegra — comenta divertido, lo cual en verdad me hace cuestionarme.
¿La volveré a ver?, ¿Se alejara porque la bese?, ¿Irá?, Mi mente empezó a hacer un sinfín de interrogativas la cual ninguna tenía una respuesta, sentía una curiosidad inmensa pero a su vez también incertidumbre.
Solo de una cosa estaba seguro, no la dejaría ir, no está vez
Kristen
Al igual que la vez pasada me dirigí hacia el bar, sentándome en una silla a lado de la barra, alise mi vestido de seda plateado el cual recuerdo haber usado una vez en un evento de recaudación de fondos, obviamente iba por cuestiones laborales.
Dude mucho en venir, porque no sabía si esto sería una buena idea ya que la vez pasada hui y bese a alguien sin contar que estoy usurpando el lugar de alguien de estas fiestas. Pero no podía engañarme una parte de mí quería volver a verlo o algo así.
—¿Esta vez no piensas huir? — voltee hacia la profunda voz en mi espalda la cual hizo que cada terminación nerviosa despertara.
Lo observe en silencio mientras al igual que la vez pasada se sentaba a lado mío, un chico del bar se acercó a él para entregarle lo que parecía ser un whisky. En eso breves minutos me permití observarlo; lucía un traje oscuro, con camisa blanca debajo la cual no llevaba corbata y lo que parecía ser una vestimenta casual, él tenía el poder de hacerlo lucir elegante, caro y sofisticado.
Algo en él lo hacía destacar de todos los demás hombres de este lugar, tal vez sea su porte o esa aura atractiva que dejaba mudo a cualquier persona.
—Entonces, ¿huiras? — volvió a preguntar con un bajo tono de burla.
—Si no me das motivos tal vez no — contrataque lo cual le hizo sonreír.
—Bueno al menos es un tal vez, haré que sea un no rotundo.
—Mucho egocéntrismo y seguridad en sí mismo, la primera me agobia — le quite el vaso de las manos para beber del líquido.
Falta alta de mala educación pero por algún motivo un instinto me decía que para nosotros era todo menos eso, era tentarnos hasta que uno de los dos cediera.
Sentí el líquido pasar mi garganta, observe como un poco de pinta labios se quedó en el vaso el cual le regresé.
—¿Qué otra cosa no está permitido para que no huyas? — preguntó divertido.
—mmm, los mandones o las personas controladoras, no las tolero porque soy igual y no es buena combinación.
—Lastima tendrás que ceder — bebió del whisky del mismo lado donde estaban restos de mi pintalabios, y por algún motivo aquella imagen hizo sentir algo caliente en mi vientre bajo —, no soy de ceder el control.
—Bueno, siempre existen las primeras veces.
—Entonces entre nosotros empezarán mucho las primeras veces — sonreí tratando de ocultar mi nerviosismo.
—Eso podría parecerse a una promesa, pero quién te asegura que no volveré a huir — dije tentada por este juego que estábamos empezando a crear.
—Ahora no permitiré que te alejes de mí.
—Eso suena algo controlador — fruncí el ceño pero el antifaz no me lo permitió del todo —, ¿Qué harás para que me quedé y no me vaya de ti?
—Solo permite mostrarte.
No dijimos nada más porque nuestras miradas hablaban, la tensión se podría cortar con un cuchillo, ambos sentíamos ese ambiente erótico, nuestras miradas lo decían y mi cuerpo empezaba a delatarse.
—Acompáñame — ordenó — a menos de que prefieras retirarte — negué lentamente, mientas me tomaba de la mano y nos dirigimos hacia unas escaleras.
Fue en ese momento en que por primera vez en este lugar me sentí vista, todos los presentes parecían algo sorprendidos y con una interrogante en sus ojos. Al subir a lo que era el según piso se encontraban más personas incluído un chico de tez aperlada quién miraba divertido a mi acompañante pero pronto se centro en la pelirroja que tenía a su lado.
Continuamos caminando para llegar a una puerta que por no ser abierta jamás me había dado cuenta que se encontraba ahí, ambos caminamos hacia el otro lado donde se encontraba un pasillo con un elevador al final.
Mi acompañante cerro la puerta con llave a mis espaldas, para después volver a tomarme de la mano y dirigirnos hacia el elevador, una vez las puertas cerraron paso una tarjeta por una pequeña pantalla y el elevador nos llevo al piso deseado.
—No te obligaré a nada — su voz me hizo girar a verlo, pero él no me observaba a mí —, si quieres irte dímelo y te llevaré devuelta a la fiesta o a recepción, jamás te obligaría a hacer algo que no quieres.
Lo observe unos segundos atónita, sabía que pasaría si aceptaba y aunque una parte de mí se sentía nerviosa y aterrada, también estaba mi lado aventurero que quería experimentar esto y que quería estar con él un poco más. Pero si decía que no, aquí se acabaría todo, posiblemente sea la última vez que lo vea o tal vez podríamos seguir platicando.
No entendía el como me sentía era como si un tornado hubiera arrasado con toda pizca de racionalidad y hubiera echo un caos con mis emociones, pero no era un tornado era él mi epicentro del desastre.
Las puertas del elevador se abrieron, mi acompañante se giro a verme esperando una respuesta.
—Aún no quiero irme, quiero que me muestres como no huir — sonrió con una sonrisa genuina la cuál por algún motivo atesoraría en mi memoria.
—Buena elección.
Ambos caminamos por un pasillo un poco más corto el cual llevaba a una puerta de madera negra, en la cual él volvió a pasar la tarjeta y la puerta cedió dejando ver su interior.
Podría jurar por el tamaño y los lujos que esto era penthouse, el suelo era se madera pulida, los muebles eran oscuros y todo en el lugar lucía caro, desde los muebles, las pinturas en las paredes y los sillones de cuero.
—Vaya que sabes cómo hacer que alguien no huya — comenté con ironía mientras caminaba al interior.
El sitio no tenía habitaciones establecidas por su estilo tipo loft la única división era la puerta corrediza negra que se encontraba abierta y dejaba ver la habitación.
—Esta no es la manera que tengo para que no huyas — oí sus pasos acercarse a mi, hasta sentirlo a mi espalda.
Con la yema de sus dedos recorrió mis brazos, haciendo que mi piel se erizara, gire sobre mis talones para en penumbras observarlo. La única luz que teníamos era la de la luna que se colaba por una ventana. Observe sus ojos marrones los cuales ahora más que nunca transmitían una electricidad que me encendía pero también me hacía sentir tranquila como si perteneciera aquí.
—Porque me resultas tan enigmática y difícil de descifrar — pregunto más para si mismo que para mí.
—Lo mismo podría preguntar — sonrió para observar mis ojos y de mis ojos mis labios.
—Bueno podemos descubrirlo — sin más me tomó del mentón para besarme con incluso más intensidad que la vez pasada.
Sus labios y los míos se entrelazaron pero no de una manera linda y decorosa eso no iba con nosotros, lo de nosotros era desenfrenado y apasionado, eso era algo que acabamos de descubrir. Yo tomaba todo del él mientras que yo le entregaba todo de mí.
Mi acompañante empezó a caminar por lo tanto yo igual, por lo antes ya visto imaginé que nos adentrábamos a la habitación no lo confirme hasta que mis piernas chocaron con la cama.
Aquel hombre de mirada intensa, dejo de besar mis labios para descender hacía mi cuello, no fue hasta que por iniciativa le quite el saco y él me empezó a despojar del vestido que fui consiente de lo que pasaba y de lo que estaba apunto de ocurrir, que me di cuenta que aquí era donde tenía que estar, cegada por la lujuria y sin racionalismo.
Después de un breve descanso un capítulo un poco largo.
Voten, comenten y recomienden está historia.
Canción recomendada: Ride - SOMO
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