
𝐂𝐚𝐩 𝟑: Labios rojos
Michael
—Créeme, podríamos expandirnos y tener más ganancias de las que ya tenemos — me tome el último trago de whisky que quedaba en mi vaso para mirarlo aburrido.
—No me interesa de hacer estás fiestas un negocio.
—Pero lo es — contraataco.
—Esto para ti inicio como un pasatiempo el cual no vi problema de que tuviera sede en uno de mis hoteles. Si he de admitir que me sorprendió que se volviera una gran fuente de ingresos para ambos — sonrió dándome la razón esperando a que aceptará — pero prefiero que sigamos tal como todos estos años.
—Si quieres que alimente tu ego lo hago, Jackson eres el millonario exitoso de la década, tienes hoteles en todo el país, incluso en Europa porque no continuar con las fiestas privadas en otras ciudades — me quitó la botella de whisky justo cuando estaba apunto de servirme para tolerar está conversación.
—Si quieres expandir las fiestas privadas, hazlo, no necesitas mi autorización — sonrió satisfecho — pero no cuentes con mis hoteles - su sonrisa se borró — si acepto que estás fiestas estén en mi hotel es porque yo mismo puedo supervisar que todo vaya en orden, lo cual no podré si es en simultáneo en otras ciudades — estaba apunto de replicar pero continúe —, se que podría contratar más personal pero no, gasto de dinero innecesario, sigamos tal y como vamos.
Le arrebate la botella de whisky para darle un trago y proceder a ponerme el antifaz, odiaba con toda mi alma asistir a las fiestas pero como ya se lo había mencionado a Bill prefería mantener en control de todo, porque si dejaba el cargo a otra persona las cosas jamás se harían a mi manera.
Hace cinco años atrás Bill se presentó en mi oficina con una idea algo irracional pero tentativa lo cual me hizo escucharlo, se trataba de hacer fiestas privadas de gran estatus en Nueva York, pero su idea era que fueran fiestas de antifaces para qué así nadie pudiera conocerse — tal vez si ya sabían de quién pudiera tratarse ya que todos estábamos en un mismo estatus, pero le daba el misticismo necesario —, pero esto a su vez ayudaba a no generar vínculos amorosos y solo pasarán una buena noche.
Obviamente acepte por dos razones Bill era mi mejor amigo desde la preparatoria, y una idea así sonaba muy bien a mis veinticuatro años, ahora con mis veintinueve tal vez ya no es la mejor propuesta que he aceptado pero sinceramente las ganancias son demasiado buenas.
Las fiestas se llevaban a cabo en unos de mis hoteles más prestigiosos imperial hotel, al principio dudé que fueran aquí pero era el único que contaba con un salón demasiado escondido que ayudaba a todo el misterio que envolvía la esencia de las fiestas.
Ambos salimos de mi suite para ir al salón donde fin de semana tras fin de semana se llevaban a cabo aquellas fiestas.
—Ya que no pude convencerte de expandirnos, déjame subir a este piso — lo mire divertido, seguramente tanto alcohol ya se le había subido y afectó su cerebro.
—¿Para que?, Para que folles con alguien en mi suite, estás mal — ambos subimos al elevador que nos llevaba directo a un pasillo que conectaba con el salón.
—Nunca lo utilizas, de hecho todos los años que hemos hecho esto jamás te has involucrado con alguien.
—¿Y?, mi hotel, mi suite, mis reglas. Además sino me involucró con nadie es porque nadie logra captar mi atención — las puertas del elevador se abrieron, dejando ver un pasillo bastante estrecho dónde al otro lado se divisa una puerta.
—Eres imposible Michael — sonreí de lado, subiendome de hombros, Bill salió del elevador poniéndose su antifaz en el camino.
Cuando llegue del otro lado, abrí la puerta demasiado bien escondida para cualquier ojo curioso, aquella puerta se encontraba en la segunda planta del salón dónde no cualquiera podía entrar.
Desde la segunda planta tenía la vista perfecta para notar cualquier movimiento en este lugar, el cual ya se encontraba lleno, me gustaba el control y más poder ejercerlo así que sí prefería por mi cuenta revisar que todo fuera conforme quisiera.
—Que te parece si te conseguimos una buena compañía está noche — cerré los ojos exasperado, quería a Bill pero a veces era un dolor de cabeza.
Estaba apunto de replicar cuando note un movimiento y todos mis sentidos se agudizaron. Voltee hacia las puertas de la entrada y note a una mujer de vestido negro cerrar las puertas detrás de ella.
Volteó a ver todo a su alrededor haciéndome saber que era la primera vez que venía a este lugar, después de su breve escaneo del lugar camino hacia el bar, su caminar era decido y elegante pero algo me hacía notar su nerviosismo.
—Ahorita te veo — me despedí de Bill mientras bajaba las escaleras apurado por llegar al bar y acompañar a aquella mujer.
Cuando estuve detrás suyo algo, no sé que pero lo sentí.
—Me permite acompañarla — más que una pregunta sonaba a una petición, aquella mujer de cabello negro volteo a mi dirección y lo primero que pude observar fueron sus labios rojos
Y mierda, jamás tuve tantas ganas de arruinar un maquillaje como el de ella y está noche.
Sus ojos no lograban despegarse de los míos, eran de un café claro, los cuales reconocería en donde fuera.
—Claro — sonrió.
Me senté a lado suyo, mientras que uno de mis empleados le entregaba un Martini.
—Lo de siempre — James asintió reconociéndome.
—¿Lo de siempre? — jugó con la aceituna de su Martini — sueles venir muy seguido — afirmó algo curiosa.
—Tal vez o simplemente soy muy importante — sonrió con burla.
—Creo que alguien es un poco egocéntrico — hizo énfasis en el poco para hacer notoria su burla —, pero me iré por el vienes muy seguido — James interrumpió dejándome mi Bourbon mientras la chica de labios rojos bebía de su Martini.
—¿Tu vienes muy seguido? — pregunté pesé a ya sospechar su respuesta.
—Tal vez o simplemente soy alguien muy importante que viene poco — sonreí al oír su respuesta.
Debido a las estúpidas reglas que pusimos Bill y yo no podía preguntar sobre su vida privada o cualquier cosa que pudiera decirme quién era ella, pero como se supone que logré establecer una conversación.
En eso empezó a sonar una canción que conocía muy bien I put a spell on you de Annie Lennox
Me levanté del banco para posicionarme a un lado de ella.
—¿Bailamos? — le ofrecí mi mano, ella primero me observo a los ojos después mi mano, observando la duda cruzar sus ojos, para finalmente aceptar.
La lleve a la pista donde más personas bailaban, puse mis manos en su cintura quien al sentirlo contuvo el aire unos segundos, después puso sus manos en mis hombros cómo si tratara tener en menor contacto físico conmigo.
Simplemente bailamos dejándonos llevar por la música
—Se supone que así impresionas a las chicas — debido a la cercanía, sentía su respiración chocar contra mi rostro.
—Puede que si pero tengo unos ases bajo la manga por si no funciona — nuestras miradas conectaron, debido a los tacones que usaba estábamos a la misma altura, ojos con ojos, boca con boca.
—¿Cómo qué? — pregunto aún más interesada, tentada a cruzar la línea.
—Porque la curiosidad, ¿No está funcionando?
—Puede que no.
—En dado caso que no funcione - me acerque un poco a su oído — las beso — murmuré.
Me aleje un poco para ver su reacción la cual no me decía nada y yo cada segundo estaba más tentado, me acerque a sus labios esperando que me diera su aprobación o simplemente me abofeteará por mi atrevimiento, no hizo ninguna de las dos, así que la bese.
☾ Voten y comenten que les parece está nueva versión. Al igual que recomienden así más personas pueden leerla.
Siento que hace mucho que no escribí por acá y parece que todo cambio.
Les recomiendo que en la escena de baile pongan la canción recomendada, juro da otro plus
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