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𝐕.

Capítulo con contenido +18
Lealo bajo su propia responsabilidad.
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JungKook había logrado bastante con June según pasaban los meses. Sus contadas salidas se habían vuelto demasiado frecuentes y para mantener las distancias la niñera pasaba a buscar a GuiJu. Solo las veces que él lo hacía no perdía la maña de murmurarle lo hermosa que se veía con el delantal puesto o remarcar algún detalle de su aspecto.

Luego empezaron a tener citas. La llevaba al cine, a museos, festivales de musica en el vip o a cenar en algún restaurante que ni con tres sueldos ella podría pagar. También le había presentado a su grupo de amigos haciéndole sentir pequeña e insignificante ante la manera en que la miraban, como si fuera un pedazo de carne con la cual comenzarían a jugar por simple diversión. Entonces JungKook aparecía con su labia y volvía a hacerla sentir lo más importante de su mundo.

June comenzó a darle lugar a sus sentimientos, a la irrisoria ilusión de enamorarse. Pretendiendo con el correr del tiempo que JungKook la presentará como algo más que tan solo una amiga. La voz  de su conciencia —ignorada y acallada obligatoriamente— le gritaba que estaba obrando mal, que cometía un grave error, así que accedía a muestras de cariño que para su posición no eran debidas.

Un beso, habían logrado dar ese gran paso una noche en que JungKook la llevó al departamento después de cenar juntos. Ambos en el interior del auto, él se acercó lo suficiente para besarle la mejilla como despedida entonces June llevada por las dos copas de vino que había bebido hizo que sus labios se unieran. Comenzó siendo lento y dulce, casi con temor, y a los minutos se volvió profundo y apasionado quitándoles el aliento.

June anhelo con todas sus fuerzas que se repitiera.

Y fue lo que ocurrió un par de veces mas.

JungKook. Su anhelo era ir mucho más allá y probarla.

—¿En qué tanto piensas? —saltó del susto, GoNeul la miraba expectante. Últimamente la rubia andaba muy distraída.

—En nada. —suspiró. Los niños se mantenían ocupados en sus hojas, estaban aprendiendo a escribir las vocales—. Necesito que me cubras unos minutos, ¿puedes? —la morena entrecerró sus gatunos ojos para mirarla— por fa, necesito hacer una llamada muy importante.

Hizo una expresión infantil y eso fue todo para hacer reír a su compañera. June le agradeció, dando saltitos salió del salón. Caminó por el pasillo vacío revisando Kakao. Le había enviado a JungKook un mensaje a las doce de la madrugada por su cumpleaños y siendo las once de la mañana no había obtenido respuesta. Ese día GuiJu tampoco asistió a clases porque el mayor le había dicho que pasaría ese día con su hijo y padres.

No quería atosigarlo ni nada por el estilo, solo quería saber de él. Se mordió el labio, sus manos nerviosas sostenían el celular mientras pensaba en si llamarlo. Total, ¿qué podría pasar?

Apretó el icono del teléfono en la pantalla y se llevó el aparato a la oreja.

—Hola.

Hola.

—¡Feliz cumpleaños!

Gracias preciosa. Discúlpame sino contesté antes. Anoche llegué agotado a casa y fui directamente a dormir. Está mañana desperté con GuiJu a mi lado y desde entonces no hemos parado.

A June le alegró, siempre que él tenía oportunidad se deshacía en puros halagos para su pequeño. Se notaba que ambos se adoraban y la hermosa relación padre e hijo que llevaban. De hecho, logró escuchar de fondo la risa del menor llamando a su papá y la voz de una mujer.

Trató de no hacerse la cabeza.

—Se que tal vez te sea imposible, pero —se mordió el labio, nerviosa— ¿habrá oportunidad de que hoy nos veamos? Quiero darte mi regalo.

¿Tienes un regalo para mí?

Podía imaginarse perfectamente su sonrisa de satisfacción.

—Aja. ¿Puedes?

Cuando June suplicaba él tan solo…

De hecho iba hablarte más tarde. Está noche iré al club, los chicos quieren agasajarme y pensé que podrías acompañarme, ¿te apetece?

Lo pensó un poco, era día de semana. No podía desvelarse mucho al otro día debía trabajar. Aunque la fecha era especial y ella podía hacer excepciones.

—Sí, obvio que quiero ir contigo.

Volvió a escuchar la voz de una mujer al otro lado, a GuiJu llamarlo otras vez, voces ininteligibles. Sintió algo de envidia.

Bien, debo dejarte, preciosa. Pasaré a buscarte. Quiero que luzcas muy hermosa para mí.

—Mmh.

Su estómago era un enorme revoltijo de mariposas. Le sería imposible estar presente en sus actividades ya que su mente trabajaba a mil pensando que se pondría para esa misma noche. No tenía vestidos de gala ni de fiesta. Lo suyo era casual y simple. De hecho, en las salidas que habían tenido llevaba ropa prestada de DaHyun y saliendo del jardín de infantes acudió con ella al centro comercial.

Visitaron todas las posibles tiendas en las que pudieran encontrar alguna prenda del agrado de June pero lo suficientemente bonito, elegante y femenino para llegar a ese concepto que JungKook deseaba y que ella quería dárselo. También pasaron a la estética, se hizo las uñas y arregló su cabello. Llegando a casa se bañó. Solía ser muy meticulosa con su aseo y aspecto, tenía muchas cremas y las que contenían olor frutal eran sus favoritas pues dejaban su piel suave y resplandeciente.

Una vez lista se miró al espejo de cuerpo entero satisfecha por la imagen. Había comprado un vestido corto de satén negro, era ceñido al cuerpo con un volado no tan pronunciado en la falda. Le llegaba hasta mitad del muslo por lo que dejaba sus piernas expuestas y las sandalias de tiras con tacón le daban el toque perfecto de estilismo y altura. El escote era recto y las tiras sobre sus hombros tenían un pequeño fruncido. Era precioso y le quedaba perfecto. Esperó y cuando JungKook le avisó que ya se encontraba esperándole abajo tomó un saco junto a su bolso de mano y salió.

Lo vio afuera de su auto recostado sobre la puerta del copiloto y mientras él parecía distraído en su mundo lo detalló. Iba de negro —como la mayoría del tiempo— la camisa de botones se adosaba perfectamente a su torso como una segunda extensión de su piel, al tener los brazos cruzados la tela permitía exhibir su voluminosa musculatura y el que tuviera tres botones abiertos le permitía ver parte de sus clavículas y pectorales. Ni hablar de los pantalones de vestir amoldándose a sus bien entrenadas piernas largas. June tragó, nerviosa. Era la primera vez que un hombre le removía absolutamente todo amenazando con nublar su buen juicio.

JungKook advirtió el profundo escrutinio hacia su persona y tuvo casi la misma reacción que ella, excepto que él se la comía con la mirada sin disimular absolutamente nada. Se acercó acortando los pocos centímetros que los separaba también porque June se había cohibido demasiado. Sus brazos rodearon la cintura femenina haciendo que se estampé contra su pecho y el sutil jadeo que ella soltó por sus labios de un rojo bermellón lo encendió a tope.

—Te pedí que lucieras hermosa, pero jamás pensé que sería bendecido con la misma perfección.

—Gracias.

El perfume que él tenía esa noche era otro, un poco más fuerte, envolvente. Y si seguía aferrada a sus brazos de esa manera cometería la estupidez de besarlo. Lo deseaba con una fuerza inhumana y no entendía la razón o tal vez sí. JungKook estaba en la misma batalla, la de mandar todo a la mierda y pasar directamente a lo que tenía planeado al finalizar la velada. No, no podía dejarse llevar por sus instintos mas salvajes y tampoco quería hacerlo de esa manera. Quería disfrutar esa noche a lado de June, quitarse frustraciones y olvidar quien era. 

June creyó que se incomodaría con el grupo de amigos del pelinegro, sorprendida de que la tratarán como una más se relajó y aceptó los ricos tragos frutales. También se divirtió con todas las anécdotas de la adolescencia de JungKook y cuando su cerebro comenzó a adormecerse por tanto alcohol decidió que en medio de la pista de baile con él sosteniéndole por la cintura mientras podía sentir su cálida y pesada respiración en su cuello se dejaría llevar ocurriese lo que ocurriese. Ya no podía contener mucho más tiempo lo que sentía y se lo hizo saber cuando lo besó. Con determinación y fogosidad.

Se volvió la ocasión perfecta para Jungkook y después de despedirse de algunos de sus amigos sacó a June de la discoteca.

—¿A dónde vamos?

Hacia todo lo posible por mirar al frente y no a las piernas femeninas.

—Si me lo permites, quiero llevarte a un lugar especial.

Ella aceptó, jamás le diría no.

Veinte minutos de viaje los llevó a un complejo de lujosos edificios en las cercanías de Seocho. June comenzó a sentir nervios, muy en el fondo comprendía lo que estaría por pasar y la euforia mezclada con sus sentimientos no dejarían espacio para ninguna negación. JungKook la mantuvo distraída con un reconfortante abrazo contra su pecho mientras subían por el ascensor. Veinte pisos después June se encontró ingresando a un lujoso piso de esos que solo se veía en kdramas. Cada centímetro de ese enorme espacio destacaba por la sobria decoración o los impecables acabados de un material costoso e importado.

Su piel se erizó en el momento en que JungKook le ayudó a quitarse el abrigo y entrelazando sus manos la guio todavía más al interior. En silencio lo vio destapar una champaña y servirlo en dos copas. Aceptó una y rápidamente probó el líquido burbujeante. Una explosión de frescura combinada con el amargo sabor hicieron que lo disfrutará a ojos cerrados.

—¿Qué querías mostrarme?

Le quitó la copa de la mano depositando ambas sobre el mármol de la isla, cruzó la espaciosa sala donde unas cortinas blancas parecían cubrir toda la extensión de la pared y las hizo a un lado. June se sorprendió del enorme ventanal de piso a techo y se acercó para admirar mucho mejor la hermosa vista de la ciudad nocturna y al fondo el río Han con el puente Banpo iluminado por luces de colores. La expresión fascinada en el rostro dulce de June hizo sonreír a Jungkook.

—Este es mi refugio, suelo venir cuando todo es un caos y mi vida no tiene sentido. —giró, haciendo que le prestará atención—. Descubrí que tú también empezaste a ser una parte esencial de mi tranquilidad y estoy empezando a considerar que debo hacer todo lo posible por retenerte. —su corazón empezó a bombear más rápido. Su respiración a agitarse y su cabeza a doler—. ¿No sientes lo mismo, June? ¿No crees que lo que ocurre entre nosotros está escalando a un nivel superior? —asintió, dándole la razón. Entonces JungKook la apretó contra su cuerpo haciendo que sus narices se pegaran y June soltó un bajo gemido cuando él susurró contra sus labios—. Te necesito, June. Se mía por favor.

No lo considero, tampoco lo pensó, ni le importó el gran detalle de que JungKook aún estaba casado. No. Su corazón, —y su cuerpo también— clamaban por el pedido de él. Le correspondió el beso, desenfrenado y desmedido. Permitió que sus manos la tocaran sin pudor y se metieran por rincones ocultos. Estaba temblando, extasiada, nublada de tanto fuego inexplicable que surgía de su interior. Apenas reparó dónde se encontraba posicionada cuando el vestido cayó a sus pies. Una habitación en penumbras, detrás de ella una cama matrimonial con sabanas negras, él devorando su cuello aún vestido. Una de las masculinas manos se anclaba a su cintura, la otra apretaba con algo de brusquedad uno de sus senos.

Su toque, era tan. No podía describirlo, por más intentos de querer entrar en razón y apartarlo su lado contrario perdido en los inicios del placer triunfaba. Entonces comenzó a desistir reprochándose el porqué no lo tocaba como deseaba desde hace rato. Sus manos involuntariamente comenzaron a explorar aquel cuerpo masculino, a quitarle la camisa con acelerada desesperación, a deleitar a las yemas de sus dedos con la tersa piel caliente y sus duros músculos. JungKook era consiente que su físico llamaba la atención, le llenaba el ego y le sacaba provecho pues terminaba disfrutando al final. Sin embargo, su atención estaba en ella, en verla disfrutar primero, en cada resquicio de ese femenino cuerpo que lo estaba volviendo loco a cada segundo. Era la primera vez que le ocurría algo así y en partes era extraño.

Su mano descendió por el abdomen, sin aviso se aventuró dentro del encaje hacia la húmeda abertura. Se dio cuenta que aquello la hizo vibrar entera, hacerla gemir y por consecuente que tironeara de sus cabellos mordiendo su labio. Su dura erección apretada rozando la tela de sus boxer dolió, quería liberarla, ansiaba calmar su voraz apetito, probarla, pero no podía parar de besarla, de enredar su lengua con la de June ni tampoco quería separarse de ella. Entonces cuando estaba decidido a prepararla un poco una nueva confesión hizo que todo cambiara.

—Soy virgen.

Lo dijo así, entre medio del beso, con la voz ahogada por el placer y el agotamiento a falta del aire. No podía creerlo, pensó que había escuchado mal, pero verla a ella agazapada en si misma cubriendo sus pechos con sus delgados brazos, sonrojada y alborotada produjo en él un efecto estremecedor. Sería el primero. Se sintió el peor monstruo al enredarse con una mujer inocente cuando él aún le debía cierto respeto a otra. Pero June le podía. June era la única que tenía el poder de sacudirle el alma y contra eso no había oposición. Él quería eso, lo deseaba, la deseaba con una locura tan abismal que haría de esa noche una inolvidable para ambos.

—¿Quieres que siga? —ambos respiraban agitados. La envolvió entre sus brazos y despacio la acercó—. Si me pides que me detenga lo hare, pero si me das la oportunidad, —suspiró, ansioso—, voy hacer que está noche sea única, June. Voy hacerte el amor despacio. ¿Lo quieres? ¿Lo deseas tanto como yo, mi amor?

Su razón se nublo con la forma y últimas palabras. Atacó la boca de JungKook y le permitió llevarla a la cama. La besó y tocó despacio poniendo algo de ímpetu. Jugó con sus pechos y cuando le quitó las bragas su boca se dedicó a estimularla. June se encontraba perdida en algún lejano planeta inexistente de su caótica mente. Su cuerpo temblaba con cada toque, quemaba, su garganta dolía por los gritos que reproducía y de repente sintió como si algo la absorbiera, no podía poner en palabras lo que sentía y cuando alcanzó la cúspide se dejó abrazar por el intenso orgasmo.

JungKook no pudo evitar sonreír, June parecía seguir sufriendo por su primer orgasmo. Se encontraba empapada, lista para recibirlo y aún así quería disfrutar de verla retorcerse. Apenas logró que lo mirase a los ojos insertó dos de sus dedos y escarbó dentro de su sexo. June se arqueó abriendo todavía más las piernas, tenía una ligera capa de sudor sobre su blanca piel y él experimentó la impetuosa necesidad de marcarla con sus besos. En ningún momento apartó la mirada del cuerpo femenino, sobre todo cuando ella comenzó a mover sus caderas. Otro orgasmo se avecinaba, está vez oprimió con más fuerza su hinchado clítoris y siguió embistiendo hasta que la segunda oleada la atacó.

Entonces bajó de la cama y terminó despojándose de lo último que lo cubría, su dolorosa erección dura salto libre y con prisa buscó un preservativo. Se lo colocó mientras se tocaba a si mismo, su deseo ardiente ascendía a cada segundo y no habría nada ni nadie que lo detuviera de sentir a June. Se acomodó sobre ella, entre medio de sus aún temblorosas piernas. Se encargó de tocarla y besarla de forma suave. De susurrarle lo hermosa que era mientras su glande jugaba entre sus pliegues vaginales, de a poco, con lentitud, como si quisiera que su pene aprendiera lo que sus dedos, lengua y boca ya habían aprendido. June sabía dulce, deliciosa.

Y cuando logró estar dentro al fin, moverse implicó de todo su autocontrol. Lo apretaba mucho, y la mezcla de calidez con la excesiva lubricación causó que se tomara el tiempo suficiente para disfrutar cada nueva sensación. Escucharla gemir en su oído lo estremeció y que las uñas se enterraran en la piel de su espalda le indicaban que le gustaba el movimiento que realizaba pidiendo más. Su boca buscó la suya, June le correspondió de inmediato. Se sorprendió cuando sintió las caderas femeninas moverse creando más fricción. Estaba alcanzando su propia cúspide y apenas había empezado.

No quería contenerse, quería hacerla suya, sola y únicamente suya. Deseaba profanar cada rincón del cuerpo de June con sus manos, boca y cuerpo. Es lo que haría esa noche y las próximas ocasiones que vinieran, porque de algo estaba muy seguro y era que se volvería loco sino le hacía el amor cada que le apetecía.

Entiendo totalmente que quieran darle a June con palos, con tazas, con cadenas, tirarla de una silla de ruedas desde un precipicio, darle con un sartenazo en la cara al estilo Rapunzel pero sepan entenderla (aunque sea un poquito) es su primera ilusión y se vino a enamorar del peor idiota existente. Es ingenua y cree en todas las personas. Es obvio que no le iba a creer a TaeHyung porque está cegada e iba cometer muchos errores como el que acaban de leer y como todo va tener su consecuencia... eso no quita que sea una estúpida y que a JungKook le salga el tiro por la culata y termine siendo vencido por su propio juego. 😐🙄

Lamentablemente estás situaciones son más comunes de las que imaginamos en la vida real y muchas mujeres (también contados hombres) terminan quedándose en una relación llena de toxicidad y violencia (y hay muchos tipos, no solo la física). Sin embargo, creo que siempre se puede salir, sanar y tener una mejor y merecedora vida. No sean como June, tampoco como el JK.

Vean está historia también como un tipo de catarsis, se desquitan de un personaje inexistente y se sacan la mala vibra 😆

Pero como dicen: siempre hay una luz al final del camino. Y June se va dar cuenta de su error, tarde pero lo hará. 😔

Más allá de la cólera y el todo el reporte. Espero hayan disfrutado del capítulo 😁✌🏻

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