𝐈𝐗
June se hundió en la depresión un par de días. Por seguridad, se quedó con Byul y Yomi. DaHyun tuvo que cambiar la contraseña del apartamento por las dudas y evitar la llegada de un indeseado. Mejor repuesta fue a su lugar de trabajo y le contó absolutamente todo a la directora de la institución. La mujer mayor la escuchó sin interrumpir e incluso prestó por momentos su mano como consuelo o algún pañuelo para que secara sus lágrimas.
Luego está le comentó que habían intercedido por ella pues todo se trató de un terrible malentendido y la junta decidió no tomar represalias pues June jamás dentro de sus tres años trabajando en el instituto tuvo problemas o altercados. Aparte, tanto los padres como sus compañeras hablaban maravillas hacia su persona.
No la hizo sentir cómoda y simplemente decidió renunciar.
No sé despidió de nadie. Juntó todas sus cosas en una caja mediana y salió al estacionamiento donde DaHyun la esperaba. Guardó en los asientos traseros sus cosas y subió al copiloto. Suspiró.
—¿Estás segura de lo que quieres hacer?
No tenía mente para nada. Tampoco fuerzas. Era como si la hubieran consumido por completo.
—Lo estoy. Solo quiero irme.
DaHyun no estaba del todo contenta con la decisión de su amiga, pero consideraba que era lo mejor para alejarse de toda la mierda que aún seguía rodeándola. El viaje de regreso fue en completo silencio, al llegar al edificio el conserje, una vez más, como las anteriores, les indicó que había llegado otro presente para June.
Seguía sin darse por vencido.
Un enorme bouquet de flores blancas junto a una tarjeta con las mismas palabras: “Lo siento, preciosa.”
Está vez las tomó entre sus brazos de forma involuntaria. Subieron al apartamento sin sospechar que dentro estuviera TaeHyung esperándoles. Su sonrisa se fue desvaneciendo al ver a June con ese ramo que depositó sobre la mesa del comedor.
—¿Por qué no las tiraste?
—¡TaeHyung! —reprochó, DaHyun, sirviendo un vaso de jugo para su rubia amiga.
June se dejó caer pesadamente en el sillón luego de beber. Entonces TaeHyung pudo ver la caja con artículos del trabajo y su ceño se frunció en confusión.
—¿Qué pasó? ¿Les explicaste lo que realmente sucedió?
June se tomó su tiempo. Estaba muy agotada que hasta hablar le costaba. Odiaba sentirse así de miserable por un miserable mucho mayor.
—La junta directiva recibió una explicación mucho más razonable de alguien más poderoso. Me dijeron que puedo retomar mi puesto cuando quiera. —suspiró, levantándose. Tenía poco tiempo para terminar de armar su valija hasta la hora de su viaje—. Decidí renunciar.
La respuesta no le simpatizó ni un poco al azabache.
—¿Por qué decidiste renunciar?
June tenía la intención de tomar aquel bouquet para tirarlo a la basura y TaeHyung lo malinterpreto al ver un brillo inusual en sus ojos.
—¿Vas a permitir que ese siga rondándote? Él no te va dejar en paz, ¿lo sabes?
—¡TaeHyung!
Reprochó una vez más DaHyun y el azabache ignorando a su hermana siguió a la rubia observando sus acciones. Con el pie tocó el pedal del basurero y la tapa se abrió tirando con rabia aquellas hermosas flores. Giró con brusquedad y lágrimas en sus ojos anunció.
—Por eso decidí renunciar. Está tarde me vuelvo a Daegu.
TaeHyung quedó pasmado. Volteó a mirar a su hermana quien ya lo sabía pues había ayudado a la rubia a comprar el boleto esa misma mañana. Volvió mirando a una June inexpresiva.
—No puedo creerlo. —negó—. No puedes tirar todo tu esfuerzo a la basura por un cretino malnacido. —la siguió, ella no poseía energías para discutir—. ¿Cómo puedes permitir que afecte tu vida como para dejarlo todo? ¡June!
—¿A ti en qué te afecta? —lo confrontó. No comprendía su actitud— ¿Por qué te importa tanto?
Y TaeHyung llevado por todas sus emociones se lo dijo al fin.
—¡Porque te amo!
Un silencio sepulcral e incómodo se formó. DaHyun decidió mantenerse alejada aunque orgullosa de su hermano por al fin confesar lo que tanto le carcomía. Los otros dos simplemente se miraban fijamente esperando a que uno de los dos hablara primero. TaeHyung lo hizo teniendo la valentía suficiente para terminar lo que tenía que decir.
—No soporto que le hayas entregado todo de ti a ese maldito imbécil y yo que siempre estuve a tu lado fui invisible para ti. —no cabía en ella la sorpresa—. Sí, June, me gustas, estoy enamorado de ti desde que tengo uso de razón.
De repente su voz no salía y tan solo atinó a expresar un bajo.
—No...
Que para TaeHyung no sonó bien.
—¿Por qué lo ves tan complicado? ¿Acaso no soy digno de ti como lo fue ese?
La urgencia de llorar también lo atacó, pero supo disimularlo perfectamente.
June estaba anonadada, confundida y con sus emociones revueltas.
—¿Por qué no me lo dijiste antes?
Aunque sentía un peso menos en su pecho y conciencia. La desilusión de un rechazo siempre estuvo más latente.
—¿Qué hubiera cambiado? —June vio claramente su postura derrotista—. Temía perderte, siempre me trataste únicamente como tu amigo y pensé que en algún momento te darías cuenta de lo obvio.
Rabia, desazón, bronca fueron algunas de las emociones que sintió por ser ignorante de aquella confesión, por ser tan estúpida y no haber visto las señales. Por permitirle a un ser tan despreciable entrar en lo más profundo de su ser cuando a su lado había un hombre que pudo darle algo real y verdadero. Entonces su razón habló por ella.
—No puedo corresponderte ahora.
—Lo sé, no te preocupes. No me quita el sueño. —era momento de marcharse. June quiso detenerlo pero su cuerpo entero paralizado se lo impidió—. Solo te pido que la próxima no seas tan estúpida de enamorarte de un psicópata manipulador porque mereces algo mucho mejor que eso, June. —y antes de abrir la puerta añadió con una sutil sonrisa—. Busca ayuda, trata de sanar y tomate tu tiempo. Ese tipo volverá a buscarte.
Tras la puerta cerrase el silencio volvió.
•••
Dos horas después June descendió del tren llegando al Seodaegu Station de la ciudad de Daegu. Tenia una mochila mediana en su espalda, un bolso de tela colgando de su hombro y una valija enorme con sus demás pertenencias. Apenas reparó en el hombre mayor parado más atrás sonriendo y elevando su mano ella soltó todo y corrió a sus brazos sintiéndose reconfortada cuando esté le correspondió. JaeGeum la sintió temblar entonces la aferró un poco más entre sus brazos.
—Mi niña. —besó su cabeza. Aún cuando no compartían sangre el lazo de padre e hija era fuerte. Ese hombre la había criado y visto crecer, June le debía mucho—. Será mejor movernos.
Apenas se distanciaron le sonrió otra vez y con delicadeza secó las lágrimas en el rostro de su hijastra. La ayudó llevando su enorme valija y la mochila mientras June caminaba a su lado admirando una parte de su hermosa ciudad natal. El aire a hogar la hizo sentir reconfortada y por primera vez en días sonrió. También se apoyó contra la ventanilla baja de la camioneta en movimiento disfrutando de la brisa golpear su rostro y del paisaje. Tres años no habían cambiado mucho a su ciudad pero si a ella. Era como volver a su época más feliz e inocente.
—Tu madre piensa que vienes de visita. —giró viendo al mayor. Su semblante era serio mientras conducía—. No sabe lo que pasó en verdad.
Se asombró.
—¿Tú sabes? —el hombre asintió— ¿Quién te contó?
JaeGeum la miró significativamente con esos ojos gatunos y ella entendió soltando un pequeño gruñido. Se lo había contado a una sola persona, su hermanastro, pero solo porque él lo supo gracias a que cierto azabache lo hizo a través de una llamada telefónica.
—No pretendía hacerlo, June.Yoongi estaba muy preocupado por ti y se le escapó.
—Es un chismoso.
—Agradece que no lo dijo delante de tu madre. Ella hubiera ido a Seúl hacer justicia por mano propia.
June se preguntó muchas veces a quién había salido. Demasiado paciente, dulce y tranquila mientras que su madre era un polvorita explosiva. Lo más seguro es que si se hubiera enterado lo del pelinegro, como dijo el hombre, terminaría yendo a Seúl solo para colgarlo de los testículos. Es entonces que recordó la manera en que JungKook la categorizaba, como una persona de escasos recursos.
La realidad era que sus padres eran dos de los profesores más prestigiosos de una escuela primaria y secundaria. Ganaban bien, lo suficiente para disponer una vida acomodada pero nada ostentosa. Sin embargo, ella aprendió lo que era el sacrificio y trabajar arduamente para conseguir sus sueños manteniendo siempre la humildad.
Apenas entró a la casa, el aroma a comida casera invadió sus sentidos. Su padrastro dejó los bolsos a un costado y le extendió unas pantuflas afelpadas. Este con voz fuerte avisó de su llegada y rápidamente tuvo a su madre invadiendo su espacio con un apretado y sofocante abrazo.
—Omma —se quejó al está besar sus mejillas mientras hacia un aegyo chistoso.
—Ay mi niña, estás preciosa. Siempre fuiste hermosa porque saliste a mí.
Rieron, June se dejó arrastrar al interior de la casa admirando los nuevos cambios que había hecho su madre. La nueva alfombra de la sala que coincidía con el color de las cortinas y los cojines redondos del sillón o las plantas de interior. Se sentaron a comer los tres juntos y prefirió dejar que ellos le contarán las últimas noticias. Ella solo les contó lo justo y necesario. Después de acomodarse en su habitación y cambiarse de ropa por algo mas cómodo. Se quedó sola en la tranquilidad del jardín trasero de la casa.
—Pero miren a quien tenemos aquí.
Volteó, admirando a su hermanastro salir por las puertas corredizas. Llevaba una bolsa blanca de plástico en sus manos y June no dudó en hacer lo primero que dictó su corazón.
—¡Auch! Loca, ¿por qué me golpeas? —sobó su brazo— ¿Así es la manera de tratar a tus mayores?
—Tampoco te golpee tan fuerte.
—Iba ser muy considerado por tu visita y decidí comprar mandarinas. —los ojos de June se iluminaron—. Ahora no te daré nada.
Está vez lo pellizco y Yoongi se colocó en guardia con sus brazos como escudo.
—¿Por qué le contaste appa lo que pasó en Seúl?
—Se me escapó —le indicó que tomarán asiento en la plataforma de madera bajo un radiante sol—. Jamás tuve un chisme tan jugoso desde que supe que TaeHyung sería padre.
Se dio cuenta que nombrar al azabache cambió por completo la actitud de su hermana y decidió cambiar de tema.
—No estés molesta. Cuando supieron que llegarías appa me preguntó porqué me veía nervioso. —abrió la bolsa colocando en medio de ambos y tomó una fruta para dárselo a ella primero—. No creyó que vendrías solo de visita, no es tonto, ¿sabes? Dijo que te escuchabas muy triste al teléfono. A omma tuvo que mentirle.
June suspiró.
—No le va gustar nada cuando le cuente que renuncie y que volví para quedarme.
—Aun no es tarde, June. Puedes volver. —negó, sus ojos se nublaron de nuevas lágrimas entonces Yoongi hizo usó de su humor—. Ah mocosa, te lo advertí, no te lo advertí. —le quitó la mandarina a medio pelar y lo hizo él, la partió en gajos y la obligó abrir la boca para darle uno—. Al menos dime qué lo pateaste en los bajos, esa clase de gente no debería reproducirse.
—¡Yoongi!
Comió dos gajos él haciendo ademanes con sus manos.
—No me considero el hombre del siglo, en serio. —June rodó los ojos. Ya sabía lo que se venía—. Pero soy inteligente, sé escuchar, soy buen conversador, amable, empático, un mil en la cama...
—No necesitaba saberlo.
—...profesor de música, los niños y ancianos me adoran. Las mujeres todavía más. Aún así no me metería con alguien estando casado. —entonces picó con su índice la mejilla de la rubia—. Que tontita eres hermana.
—¿Algo más? —se cruzó de brazos aceptando otro gajo en la boca—. Me dirás te lo mereces.
Yoongi masticó comenzando a pelar otra mandarina y respondió con una fingida seriedad que la hizo reír.
—Si. ¿Cómo le crees a un hombre atractivo y con dinero?
—Entonces nadie debe creer en ti.
—Oye, soy jodidamente atractivo pero sin dinero. Aún así tampoco mentiría a nadie, mi corazón de pollito me pesaría por la culpa. —dramatizó. June se sintió más liviana, así que se hizo lo que otra vez su corazón le dictó—. ¿Qué haces? ¿Por qué me abrazas? Asco, suéltame.
Se aferró más a él, situando la mejilla contra su hombro y cerró los ojos.
—Recién dijiste que eras amable y empático, debes serlo con tu hermanita.
—Ni siquiera compartimos sangre, hipotéticamente no somos...
—Cállate y abrázame.
Yoongi resopló una risa y la rodeó con sus brazos apoyando su cabeza contra la de ella mientras se hacía un cómodo silencio.
—June, eres fuerte. No merecías el trato que te dieron al ser sincera con tus sentimientos. Mereces algo mejor y es tiempo que sanes y dejes ir. Todo pasara y solo será un mal recuerdo, mmh. —sus ojos ardieron, eran hermosas palabras que llegaron a su corazón—. Papá, mamá y yo estaremos para ti.
Sintió un peso menos en su herido corazón.
—Gracias, oppa, Te quiero.
—De nada.
June conocía lo seco y ácido que Yoongi solía ser. Solo debía alentarlo un poco.
—No seas malo y responde.
Lo zarandeo y recibió un gruñido en respuesta.
—Te estoy abrazando, eso es demasiado. Valoralo.
—Aun no es suficiente.
—Mmh.
—¿Oppa? Dilo.
—Mmh.
—¡Oppa! Dilo. Te quiero.
Volvió a zarandearlo. Yoongi riendo la apretó un poco más contra él y al fin lo escuchó decirle.
—Te quiero mucho, June.
•••
Un mes después.
Se despidió de las chicas de recepción una vez confirmó su sesión con la psicóloga para la próxima semana. Era una amiga y compañera recomendada de Yoongi que trabajaba en el departamento de psicopedagogía de la secundaria. Fue todo un dilema tener que contarle la verdadera situación a su madre y como JaeGeum dijo, Yuna a los gritos amenazó con colgar de los testículos a ese malparido imbécil por haber lastimado a su única hija. También le reprochó a June duramente por haberse dejado jugar de esa manera y luego le pidió disculpas por ser tan dura con ella pues no nadie la merecía.
Saliendo del edificio acomodó su bufanda, el día se presentaba nublado pero al menos no nevaba aún. Revisó su teléfono celular. Por obvias razones debió cambiar de número. Un mensaje de su madre le avisó que la esperaba frente al café que quedaba cerca de la escuela donde trabajaba. June no podía estar más agradecida por todo el amor y contención que tenía de su propia familia. Le dieron su espacio para su duelo y la acompañaron en su peor momento cuando empezó terapia. Era liberador y gratificante, pero el camino todavía se veía demasiado largo.
Guardó el teléfono en el bolsillo de su chaqueta y levantó su vista encontrando cierto rostro conocido caminando distraído en su dirección.
—Hola, TaeHyung.
El ahora castaño volteó su rostro al reconocer esa dulce voz. Por un momento su corazón retumbó tan fuerte que creyó se saldría afuera. Entonces relamió sus labios primero para luego formarlos en una línea e inclinar su cabeza como saludo.
—¿Cómo estás, June?
—Bien.
Se veía tan bonita con su gorra blanca de lana. Y quiso reír ante sus palabras llenas de indiscreción.
—¿Viajaste para venir a verme?
Esa misma mañana habló con DaHyun, le pareció extraño que en ningún momento mencionara a TaeHyung en Daegu.
—No, viaje porque el fin de semana es cumpleaños de mi padre, ¿lo recuerdas?
—Claro. —se sintió tonta y se cohibió—. ¿Yomi?
—Esta con Byul, se quedaron entretenidas en el mercado con mi madre. —indicó—. DaHyun no pudo viajar con nosotros, aún no sabe cuando llegara. —silencio. June agachó la mirada. TaeHyung la observaba—. ¿Estás bien?
Se sentía bonito verlo después de tanto tiempo separados. Lo que lo había extrañado no tenía nombre. Ella suspiró y asintió.
—Hace un tiempo empecé terapia. —contó—. No estoy trabajando pero ayudo a la señora Moon cuidando a su hija pequeña por las tardes. Es algo, ¿no?
—Lo es. —no quiso pero debía seguir—. Supongo que te veré pronto.
June asintió. TaeHyung pasó por su lado, y antes de que ambos tomarán sus caminos, le dijo de manera dulce.
—Cuenta conmigo, June. Siempre estaré para ti.
El próximo es el final 😌
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