🌹¿𝒀 𝒔𝒊 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒂 𝒖𝒏 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆?🌹
Tenía la respuesta. SeokJin tenía la respuesta para poder pasar su tiempo al lado de su rey, del amor de su vida. De ese hombre que a pesar que tenía una actitud a veces un poco ruda, era un completo niño por dentro. Lo extrañaba, sentía que ya había estado suficiente tiempo fuera del castillo, por lo que el recorrido le fue aún más corto que antes.
Cuando ya estaba frente al castillo suspiró feliz entrando por el portón que aún estaba semi abierto y lo suficiente para pasar. Al entrar, ni bien estuvo frente a las escaleras corrió empujando con fuerza las grandes puertas de madera. Viendo con alegría el panorama que había visto durante el último medio año.
Corrió hacia la biblioteca pero estaba vacía, eso le extrañó un poco porque normalmente el rey estaba ahí siempre. No estaba, pero al darse la vuelta lo vió entrar triste, con la mirada al suelo y los labios temblando como si quisiera llorar. Debajo de sus ojos había un ligero tono más oscuro, y al levantar su vista su mirada cambió casi al instante.
No lo soportó más, corrió hasta aferrarse a su cintura, haciéndolos tambalear a ambos cuando se pegó a su cuerpo y lo abrazó con fuerza.
—Jinnie... por más que me duela tienes que alejarte, no quiero lastimarte —murmuró entre suspiros entrecortados. Su corazón había vuelto a latir con normalidad al volver a verlo.
Le hubiera gustado decirle otra cosa, estaba dispuesto a gritarle que lo quería a su lado y que se había sentido en agonía los momentos que creyó que lo había abandonado. Pero había algo que no podía ignorar, y eso era el hecho que podía hacerle daño.
—Lo amo —Namjoom abrió los ojos sorprendido.
—¿Có...mo?
—Te amo, Namjoon —Jin despegó su cabeza del pecho del rey, viéndolo a los ojos-. Te amo mucho.
Volvió a recostar su cabeza en su pecho, logrando escuchar como el corazón del más alto latía con mucha rapidez y fuerza. Sonrió al sentir nuevamente ese aroma particular en él, era un aroma a madera muy fuerte con un ligero toque cítrico. Si, lo extrañaba muchísimo. Y lo amaba mucho más.
—Ji...Jin.
—Shhhh. No tiene que decir nada, solo quería que supiera mis sentimientos por usted. No necesito que usted lo diga por obligación.
Debido a las mangas largas que portaba Namjoon, le dió la oportunidad de abrazar su cuerpo delgado sin lastimarlo con el contacto directo de sus manos o piel.
—Jinnie. No te merezco, pero haré todo lo que esté a mi alcance para hacerte feliz —prometió estrechando aún más su cuerpo al suyo.
—Ya lo haces.
Los días pasaban y SeokJin veía lejana la esperanza que algo cambiara en el rey. No entendía, había hecho justamente lo que aquella bruja dijo que era necesario para romper el hechizo en él. Pero nada parecía cambiar.
En cambio, su rutina si lo hizo. Ahora salía del castillo al mercado libremente, y a veces se paseaba por todo el pueblo hasta llegar a la biblioteca en donde adquiría más y más libros de los que en realidad podía leer, y era muy gracioso para Namjoon ver regados libros que ya no cabían en los estantes de la biblioteca. Sin embargo, no le importaba, si era necesario hacer un anexo u otra biblioteca para su príncipe, así lo haría.
En los almuerzos y las cenas no estaban solos, ahora Yoongi, DaHyun y JiHyo les hacían compañía en la mesa, todo a petición de Jin. El príncipe logró conocer al señor que podaba y mantenía en buen estado las instalaciones del castillo. Hace poco más de dos semanas que no se le permitía pasar hacia una de las partes del castillo, estaba extrañado, pero aún así obedeció por encima del impulso que le gritaba escabullirse para ver qué era lo que había en esa parte del castillo.
Cada que le preguntaba a las hermanas, ellas sonreían cómplices, queriendo revelar su sorpresa, pero no lo hacían. Mucho menos Yoongi, que a pesar que ya lo había correteado por el castillo, él no decía nada. Y Namjoon, bueno, él solo sonreía mientras veía los berrinches del príncipe por saber qué le escondía.
Desde aquella vez luego de su expedición para buscar a Jieun, no le había vuelto a decir al rey que lo amaba, no era necesario, sabía que el rey siempre tenía en cuenta su amor. Por otro lado, Namjoon no perdía la oportunidad para decirle "te quiero", con mucha más frecuencia, hasta si solo se quedaba quieto viendo hacia la nada ahí estaba el rey para hacerlo sonrojar con sus palabras, así de la nada.
Ahora se encontraba tratando de acomodar libros en la cúspide de los estantes para no tenerlos regados por todo el salón. Estaba arriba de una escalera, tratando de llegar a la punta de una torre de libros y dejar el último, Pero la escalera se tambaleó demasiado haciéndolo caer desde casi dos metros de altura, Buscó de dónde agarrarse, y supo que sus intentos eran vanos aceptando el dolor que vendría al chocar con el piso. Pero jamás llegó a tocar esa superficie dura, en cambio, cuando abrió los ojos pudo ver unos dorados viéndolo con diversión.
Namjoon se veía radiante, y no es porque literalmente así fuera, ese día se veía diferente, más feliz. Extrañado y con una sonrisa sus pies tocaron el piso, pero las manos del rey no abandonaron su cuerpo, se mantuvieron exactamente en su cintura.
—Te tengo una sorpresa.
—¿Sorpresa? ¿Por qué?
—Porque sé que te gustará, y porque prometí hacerte feliz. —las manos de Namjoon tomaron las suyas y acariciaron estás suavemente. Si, suave por la tela de los guantes que cubrían las del rey.
Esa era la única forma que podía tocarlo, y se había acostumbrado a eso.
—No es necesario sorpresas, es usted quien me hace feliz.
—Ah —el rey suspiró alzando su mirada al techo—. No sé cómo competir contra eso, eres muy bueno con las palabras, yo no. Al menos, déjame demostrártelo de otra forma ¿Si?
SeokJin soltó una risita asintiendo.
—Entonces vamos.
—Ah, espera —del bolsillo de su pantalón un pañuelo de seda—. Voltéate.
Jin hizo lo pedido por el rey, se volteó y dejó que la tela suave tapara sus ojos hasta terminar en un nudo detrás de su cabeza. Las manos de Namjoon acariciaron sus brazos y tomó su mano entrelazando sus dedos con los suyos y guiando al menor por el castillo hacia esa parte del castillo que tenía prohibido ir. Al llegar pasó sus manos por su cintura pegando su espalda a su torso, teniéndolo demasiado cerca. Era casi imposible no morir por tocarlo y tenerlo cerca.
Con cuidado se inclinó hasta dejar un beso en el hombro del menor, susurrando que ya podía quitarse el pañuelo de los ojos. Y así lo hizo, al quitárselo trató de acostumbrarse a la luz bastante fuerte en comparación con él resto del castillo.
Al fijarse en cada detalle no pudo evitar que sus ojos se humedecieran, dejando escapar un jadeo de impresión. Namjoon soltó su cintura para dejarlo libre.
—Nam...
—Es tuyo.
Las lágrimas se acumularon en sus ojos. Era lo más hermoso que había visto; era un espacio tan grande como la biblioteca en la que ambos compartieron tantos momentos, los estantes estaban vacíos, todo el espacio era de un color blanco perla; la luz que iluminaba provenía de todas las ventanas alrededor del cuarto circular, haciéndolo ver como una cúpula hermosa. Luces de colores chocaban en algunos lugares, y alzando la mirada se dió cuenta del tragaluz con vidriería de colores cálidos que iluminaba como un arcoiris. Más allá, había un diván grande tapizado de color blanco, que bien se podía utilizar como una cama para descansar.
Casi leyendo sus pensamientos, el rey llamó su atención.
—Varias veces ví como te quedabas dormido en el sillón... así podrás estar más cómodo.
Y no solo eso, por las paredes blancas trepaban raíces verdes con rosas rojas idénticas a las del jardín, tan bellas e indescriptibles.
—Hay una diferencia de estas rosas con las del jardín. —Escuchó nuevamente su voz.
—¿Cuál?
—Éstas no sé marchitan.
—Esto es hermoso... Nam, yo... no sé qué decir, gracias.
—No tienes que decir nada. ¿Te gusta?
—¿Bromea? ¡Claro que me gusta!... Es precioso
—Me hace feliz que te guste, ahora podrás poner aquí todos los libros que ya no alcancen en la biblioteca.
—Pero... ¿Me acompañará aquí? —SeokJin se volteó hacia él.
—¿Quieres?
—No sería lo mismo sin usted —se volteó hacia él diván, caminando hasta sentarse en él, era demasiado grande y cómodo, bien podría dormir ahí si llevaba sábanas y almohadas—. Podemos pasar tiempo aquí, es demasiado grande, podríamos acostarnos juntos y aún así habría mucho espacio. —rió ante su imaginación, pero su risa se borró gradualmente al recapacitar en lo antes dicho, observó al rey y este se veía algo distraído y avergonzado—. Lo siento...
—Ya casi es hora del almuerzo, iré a... a ver qué están preparando.
Estaba avergonzado, ni siquiera había dejado que contestara cuando ya había salido del lugar. SeokJin sentía en la boca de su estómago una sensación pesarosa, como un vacío que se hacía más grande conforme pasaba el tiempo.
No podía evitar pensar que aquella mujer le había mentido de la peor manera. Pero claro, no se podía esperar menos de una bruja. Ahora estaba dolido y furioso, quería buscar nuevamente a aquella mujer.
La hora del almuerzo llegó, éste siendo un poco más incómodo que los demás por los acontecimientos previos. No hablaban y eso lo podía palpar cada integrante de aquella mesa, en especial Yoongi.
La comida terminó, y con ello la retirada de todos los presentes excepto ellos dos, Jin se levantó y caminó hasta la par del asiento del rey, tendiendo la mano hacia él recibió una mirada confusa.
—Vamos, acompáñeme.
Namjoon tomó la mano del príncipe y este caminó siendo seguido, con sus dedos entrelazados como una pareja, tal vez lo eran aunque no de manera formal, ya que en ningún momento el rey le había propuesto una relación, pero sabía que estaban en una especie de cortejo.
Caminaron hasta la biblioteca, en dónde ya se podía ver parte de los libros que había trasladado SeokJin, quería agarrar fuerzas para lo que estaba pensando hacer. Solamente Namjoon podía darle una respuesta a lo que su corazón preguntaba.
—Va quedando bonito. —Comentó el rey. Estaban nerviosos y Jin era la primera vez que lo veía de esa forma.
—¿Qué quiere, su majestad?
—¿Eh? ¿Por qué la pregunta?
—Conteste, ¿Qué es lo que su corazón más desea?
Namjoon se quedó quieto, soltó la mano de SeokJin ya que él siguió caminando por el lugar.
¿Qué quería? La respuesta era simple, estar con ese chico por el resto de su vida, poder tocarlo y complacerlo de todas las formas posibles.
—Estar contigo de todas las formas posibles, hasta que deje de respirar o hasta no poder caminar bien. Quiero hacerte feliz cada día de mi vida y ver esa sonrisa cada amanecer —el rey agachó su cabeza triste, sabiendo que eso no sería posible—... Eso es lo que más desea mi corazón.
—¿Y si eso fuera posible? —El mayor sonrió con tristeza.
—Eso no es posible. Esto nada más un "mientras tanto", mientras tanto te aburres de mí y te alejes a buscar a tu verdadero amor.
—Pero... usted es mi verdadero amor.
—Por ahora... —dijo pensando en su corazón el hecho de imaginar a SeokJin con otro hombre.
—¿Y si fuera un para siempre?
—Daría toda mi riqueza y hasta mi vida para que así fuera.
Esa, exactamente esa respuesta necesitaba para intentar convertir ese para siempre en realidad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro