🌹𝑼𝒏𝒂𝒔 𝒔𝒊𝒎𝒑𝒍𝒆𝒔 𝒑𝒂𝒍𝒂𝒃𝒓𝒂𝒔 𝒔𝒊𝒏𝒄𝒆𝒓𝒂𝒔🌹
Había dado vuelta en su cama toda la noche, pensando en las palabras de Namjoon. No sabía qué le había dado el derecho de dejarlo en libertad si con él se sentía feliz y más libre que nunca. No obstante, lo que lo llevaba a sus pensamientos era exactamente su reacción al hablar de una muestra íntima entre ambos.
Vaya. Que sería mentiroso, el más grande de todos si dijera que no había tenido pensamientos de todo tipo con él, si decía que no lo veía de una forma poco apropiada cuando él no se daba cuenta. Y es que él tampoco ayudaba, el hecho que tuviera un extraño tipo de hechizo encima no alteraba tanto su físico, y realmente era muy atractivo, para él y para cualquiera que tuviera dos ojos.
Ahora estaba en un debate mental súper difícil, porque no sabía que ese tema era tan importante para Namjoon como para creer que por eso tendría que dejarlo. Cierto, el príncipe estaba cien por ciento consciente de que no podrían tener algo íntimo, pero también llegaban a su mente cosas que podían hacer fuera de ese ámbito que eran mucho más importantes para él.
Luego de un buen rato se durmió y por la mañana empezó a arreglarse en cuanto abrió sus ojos. Tenía que encontrar a Yoongi, porque ni de chiste quería toparse con el rey sin querer golpearlo.
Al llegar a la cocina las chicas le dijeron exactamente donde podría encontrarlo, y le pareció curioso el lugar.
Al entrar, no estaban equivocadas, pues el hombre mayor se encontraba relajado moviendo sus dedos por las teclas del piano.
—Oh, príncipe SeokJin ¿Desea algo? —preguntó cuando observó al joven.
—Si, necesito de su ayuda.
—Díme, hago lo que me pidas.
SeokJin le contó al pie de la letra su plan. No sabía si estaba haciendo lo correcto, pero al menos tenía que intentar algo para ambos.
—¿Y? —preguntó cuando el hombre pálido se quedó perplejo.
—Estás demente. Por supuesto que no te ayudaré a algo como eso, Namjoon se entera y me mata.
—¡Lo prometió! ¡Prometió que me ayudaría!
—No a eso, es peligroso.
—Por favor —dijo con vos sutil, ya desesperado—. Solo dígame su nombre, prometo no incolucrarlo. Esque… él trató de echarme del castillo con esa absurda excusa —dijo sintiendo las gotitas acumularse en sus lagrimales—… dolió mucho. Pero comprendo que eso es importante para él, también lo es para mí en cierto grado aunque no tanto. Solo… quiero intentar algo por ambos y que vea que yo enserio quiero estar con él.
Yoongi lo pensó mucho antes de levantarse y caminar hasta quedar frente a él.
—¿Lo amas? —SeokJin sonrió limpiando sus mejillas y restregando sus ojos. Asintió.
—Si lo amo. Y si puedo hacer algo, no lo dudaré.
—Bien, eso quería escuchar. Su nombre es Song Jieun.
—Gracias.
—Por favor, ten cuidado. Ve al establo, te daré uno de los caballos para que vayas.
El chico asintió felíz y corrió a su habitación a prepararse para ese largo viaje.
Por otro lado Yoongi se quedó casi como una estatua pensando. Ese chico estaba moviendo cielo, mar y tierra para poder estar verdaderamente con Namjoon, y él era incapaz de impedir eso. Aunque le sorprendió que el chico supiera de la existencia de pueblos de hechiceros y brujos. Él mismo no sabía acerca de ellos. Tal vez por pasar mucho tiempo en el castillo e ir pocas veces al pueblo y quedarse ahí un par de días junto a su pareja.
Con anterioridad las personas no magicas y los hechiceros y brujos vivían mezclados en una misma población, pero en el transcurso de años fueron desapareciendo y no sabía el por qué hasta ese día que SeokJin le reveló esos pueblos que conocía por ser el príncipe y que casi nadie sabía de su existencia, excepto la realeza. Claro, nadie le había dicho porque en realidad nadie sabía, y tampoco se detuvo a preguntarle a alguien de la realeza. Por supuesto que no lo haría, sería demasiado sospechoso.
Ni bien dejo en orden el piano, se dirigió a los establos, donde estaban los caballos y uno de ellos sería el acompañante del príncipe.
SeokJin estaba preparándose con otra ropa menos ostentosa y una capa que cubriera su cabeza. Al salir caminó por los pasillos, observando las estatuillas de oro en las paredes. No lo pensó ni dos veces y tomó dos de ellas echando las a su bolsillo para seguir caminando. Al llegar a la salida Yoongi ya lo estaba esperando con el caballo y pudo observar el portón abierto.
—Ten mucho cuidado.
—Lo tendré. Gracias por ayudarme, Yoongi. —el aludido le dedicó una sonrisa.
—Si es por él —se quedó callado, transformando su mirada en una angustiada—... Por favor, vuelve. Él no soportaría si lo abandonas.
—Claro que no, volveré tan pronto encuentre a esa bruja.
—¿Qué harás cuando lo hagas?
—No lo sé, pero intentaré convencerla que revierta todo esto.
Yoongi asintió alejándose. SeokJin puso un pie en la montura y de un brinco ya estuvo arriba del animal grande.
—Suerte.
Dió un latigazo a las cuerdas del caballo y éste este salió corriendo a gran velocidad, el viento abrazaba su rostro y por primera vez en meses podía sentir lo tranquilo del exterior.
El pueblo de Qorsia, estaba a medio día de distancia, un recorrido bastante largo por lo que primeramente pasó por el pueblo cambiando una de las estatuas de oro por monedas para comprar algunas frutas para el camino. Avanzando por el mercado observó una tienda de artilugios que vendían objetos como cuchillos y navajas, por protección decidió comprar una navaja mediana en tamaño. Entonces emprendió el camino por horas.
Se detenía cada cierto tiempo a descansar, ir a caballo todo el camino no era tan agradable. Y otras veces se detenía a que el animal bebiera agua en los ríos o riachuelos que se encontraban en medio del recorrido entre muchos árboles.
En menos de lo que creyó, para su suerte, el pueblo de Qorsia lo recibió, los hechiceros que pasaban a su lado lo veían extrañados y en guardia listos para atacar, no era común ver viajeros en ese lugar, y cualquiera que se interpusiera en su paz iba a sufrir muchas malas consecuencias. SeokJin se quitó la capa revelando su identidad, su vestimenta a pesar de ser más sencilla también daba un indicio de quién era. Y respetando aquello los hechiceros se inclinaban al verlo. Porque a pesar de todo ellos seguían respetando a la realeza.
—¿Qué hace una persona de la realeza aquí? —preguntó un hombre mayor, supuso que algún anciano sabio del pueblo—. Eso es peligroso.
SeokJin se bajó del caballo quedando frente al hombre.
—Lo siento, mis intenciones no son molestar a nadie. Solamente vine a buscar a una persona, hablaré con ella y prometo que me iré de la manera más pacífica. —el anciano lo observó escéptico pero curioso.
—¿Y a quién buscas, jovencito?
—Su nombre es Song Jieun —el hombre cambió su rostro a uno sorprendido— ¿Dónde puedo encontrarla?
—A ella no la encontrarás aquí. Ella ya no es más una hechicera. Búscala en Nursia, desde que pecó con un hechizo maligno se convirtió en bruja.
—¿Bruja?
—Así mismo. Vete recto por el sur, a dos horas de aquí está el pueblo. Ten cuidado, ellos no son como nosotros.
SeokJin asintió.
—Muchas gracias.
SeokJin no esperó ni dos veces para montarse nuevamente en el caballo e irse por dónde había vuelto para tomar el camino sur. Efectivamente hubieran sido dos horas a paso lento, pero él no quería ser lento, hizo correr al animal hasta que aproximadamente se dilataron poco más de la mitad del tiempo.
Al llegar todo era un poco más tétrico, no tenía aquella vibra hogareña, y las miradas que lo rodeaban eran burlonas y hasta malvadas. Las ramas crujían bajo las espuelas del caballo haciéndole tensar por lo escalofriante del sonido.
Preguntó a cada brujo y bruja que pasaban por su lado, y aunque no le respoendían mal, se sentía incómodo por estar ahí rodeado de esa gente. Hasta que se topó con una mujer un poco mayor.
—Señora, ¿conoce usted a Song Jieun?
—¿Para qué la buscas, niño?
—Necesito hablar con ella.
—Ella no suele recibir visitas —dijo desconfiada—. Además, tampoco creo que las quiera, es una vagabunda que persigue hombres para atormentarnos. Estás cavando tu propio tumba, muchachito.
—No la busco para nada malo. Quiero aclarar un hechizo que ella hizo y tiene que revertir.
La mujer se quedó pensando un momento hasta que chasqueó su lengua.
—Búscala un poco más adentro del bosque, tal vez la encuentres.
La mujer se alejó y el agradeció con un escalofrío corriendo su columna vertebral. No sé iba a retractar, no podía y tampoco lo haría estando tan cerca de encontrarla. No echaría a perder su oportunidad de poder tener algo más profundo con Namjoon solo por su miedo.
Siguió su camino, hasta que con pavor observó como todo a su alrededor se hundía en una espesa neblina que empezó a preocuparle al ver todo a su alrededor oscuro. Saltó del caballo sacando aquella navajas para protegerse, cuando vió de entre las sombras a una mujer con un vestidos negro, sencillo y hasta los tobillos; descalza, observándolo fijamente.
—¿Quién eres? —alzó la voz para pretender ser fuerte.
—Eso debería preguntarte a tí. Discúlpame que tenga mis propios métodos de defensa, pero no confiaré en alguien que me anda buscando con una navaja en mano.
La mujer se reveló, era realmente preciosa, un cabello que iba más allá de sus caderas, un rostro angelical, pero una mirada como la de una fiera.
—¿Usted… es Song Jieun?
—La misma ¿Qué haces buscándome?
SeokJin guardó la navaja de nuevo en el bolso al costado del corcel. Dando un solo paso hacia al frente para que la mujer pudiera verlo mejor.
—Mi nombre es Kim SeokJin…
—Un príncipe —interrumpió ella al reconocer el nombre, pues todos conocían los apellidos de la realeza—. Qué puedo hacer por usted, su majestad.
—Yo, no necesito mucho de parte suya. Solamente vengo a pedirle que revierta un hechizo que hizo hace muchos años.
—¿Un hechizo? ¿Eso es todo? Bueno, supongo que eso podría hacerlo ¿Qué hechizo es?
—Hace… hace muchos años usted conoció a un rey y se enamoró de él… él ha vivido así por toda su vida ¿No cree que ya es demasiado castigo para él?
La mirada de la mujer se endureció y su mandíbula se vió más marcada ante la presión de sus dientes.
—Jamás va a ser demasiado castigo para Kim Namjoon.
—Pero…
—El me rompió el corazón de la peor manera.
—Lo sé, y estuvo muy mal. Pero… por favor, él está muy arrepentido de lo que le hizo.
—¿Él lo dijo? —la mirada de ella se encontró entre sorprendida e incrédula. SeokJin asintió.
—No hay dia o noche que no se lamente de haber sido malo con usted y con cada persona.
—Yo…
—Por favor, se lo suplico.
El corazón de la mujer quiso flaquear, ella no había nacido como bruja, ella era buena. Pero al hacer ese hechizo que condenó al rey, su corazón se volvió oscuro de tanta ira y dolor que sufrió a su causa, convirtiéndose en una mujer fría y sin corazón, apática que no le interesaba nadie más que ella misma. Tragó saliva para volver su mirada ruda hacia el príncipe.
—No, no lo haré. Además, no puedo. El hechizo solo se puede romper de una sola forma, y la respuesta está en él.
—¿Qué? No comprendo.
—Para que el hechizo se rompa, solo deben haber dos palabras que reflejen el amor hacia esa persona. Palabras del corazón.
—¿Palabras? —Jin lo pensó un poco—. Un “te amo” ¿Es eso?
—Vaya, que inteligente.
—¿Solo eso y se revertirá el hechizo? —preguntó desconfiado recibiendo un asentimiento.
No creía que cosa tan sencilla como esa fuera la respuesta.
—Nada más que unas simples palabras sinceras.
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