Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌹𝑶𝒃𝒔𝒆𝒔𝒊𝒐𝒏🌹


No, no era obsesión lo que sentía al mirarlo, no se le podía llamar de esa forma a como se le quedaba viendo o al raro hobby que tenía por prácticamente seguirlo, no, era simple afán de vigilarlo y tener con qué entretenerse. Los días se había vuelto más llamativos gracias a él, mucho más ruidosos con sus risas escandalosas que lograban recorrer cada rincón de donde se encontrará, y con sus ojos azules estaba seguro que iluminaba cualquier oscuridad, y su cabello, su cabello lo podría proclamar como su color favorito, le gustaba cuando se movía cada que se giraba, o los gestos delicados que hacía siempre hasta para comer.

No, no era una obsesión.

—Estás demasiado obsesionado con ese chico.

—No lo estoy —respondió mecánicamente, harto que su amigo le dijera lo mismo.

—Si lo estás ¿Por qué no te das a conocer frente a él?

—¿Estás loco?. No, podría asustarse.

—¿Asustarse de qué?

—¡No me ves! ¡Soy un monstruo!

—Nam, siempre has sido exagerado respecto a esto —dijo Yoongi—. Tu apariencia es la misma de siempre, excepto por unos detalles pequeños.

—¿Y si él se asusta? —preguntó ansioso.

—¿Te preocupa? —Namjoon parpadeó nervioso.

—No… bueno, no sé… quizás… —Tartamudeó. Yoongi no pudo más que sentir su corazón latir con fuerza de alegría por su amigo.

—Es cierto, no es obsesión. Estás enamorado del príncipe Seokjin.

Namjoon se levantó con rapidez y caminó hacia las puertas dobles de la biblioteca.

—Estás demente, no hay tal cosa como eso para ese niño, nada más me llamó la atención y ya. Cuando me aburra de él lo dejaré libre.

—Si como no.

—Dile a Dahyun que me lleve el almuerzo a mi habitación, estaré ahí.

—Claro, como si no lo supiera. Si no estás ahí estás detrás de Seokjin.

Salió gruñendo, parecía un niño inmaduro caminando en calcetines por todo el castillo, Pero eso era para que Seokjin no se diera cuenta de su presencia cada vez que se acercaba. Era un desafío permanecer quieto observándolo sin nada más que hacer, pero valía totalmente la pena si era para apreciar hasta la forma en la que respiraba.

No estaba obsesionado. No.

Escuchó unas voces provenientes de la cocina y se asomó por la puerta, observando a Dahyun y JiHyo charlando con Seokjin, quien se encontraba de espaldas a él. Se recostó en el marco de la puerta, de manera que nada más las chicas pudieron verlo, no hizo falta que señalara no revelar su presencia, pues ambas sabían que no podían.

Escuchó aquella conversación. ¿Eso pensaba? ¿Que lo odiaba solo por no dejarse ver?, por otro lado sintió algo extraño en su pecho. El principe había preguntado algo sobre él para complacerlo, no sabía cómo tomar exactamente aquello. En tantos años era la primera vez que dejaba que alguien aparte del servicio entrara al castillo, y estaba empezando a creer que tomó las cosas muy precipitadamente. Tenía que matar ese sentimiento.

Sintió una mano en su hombro, Yoongi lo había seguido y al igual que él había escuchado la conversación, este le dió una mirada significativa, pero Namjoon negó y se giró para seguir su camino hacia la biblioteca.

SeokJin volteó hacia atrás al escuchar un suspiro y unos pasos, Yoongi había entrado a la cocina.

—Iremos de compras al pueblo, tengan a mano las bolsas y sacos para traer las compras.

—Si, señor. —Asintieron ambas mujeres. Yoongi se dió la vuelta y se retiró.

—¿Me quedaré solo en el castillo? —preguntó Jin en un chillido.

—Bueno… no tan solo. —respondió JiHyo limpiando la mesa del centro de la cocina, ella se refería claramente al supuesto rey fantasma.

—A pues gracias, muy buena compañía la de un hombre que más bien parece un espíritu en pena.

Ambas mujeres retuvieron una risa, claramente el rey era de todo menos como lo pintaba el príncipe, pero ese era un concepto que no se iría hasta que el mismo monarca no lo quisiera.

—No nos tardaremos, príncipe Jin. Normalmente solo nos tardamos unas tres horas. —Dijo Dahyun

—Traeremos los ingredientes del pastel —Siguió la hermana con un guiño de ojo.

Luego de un largo rato, ambas mujeres buscaron las canastas y demás y pronto dejaron sólo al príncipe, que con la mirada perdida golpeaba la madera lisa del mesón c9n sus dedos esperando no morir de aburrimiento, esas chicas eran las únicas que aguantaban su tan parlanchina forma de ser.

Se dirigió a la biblioteca y entró, quedando perplejo al instante. Un sillón de una plaza estaba de frente a él, y detrás de él pudo ver que una mano con guante se asomaba a colocar una taza en una mesa que abarcaba los dos sillones, uno de espaldas al otro. El hombre fantasma estaba ahí sentado, podía caminar rápido y lograr verle el rostro, pero algo se lo impedía.

—¿Te quedarás ahí de pie todo el día? —la voz ronca lo sacó de sus pensamientos.

Sin responder se encaminó al sillón y notó el libro que había estado leyendo los últimos días encima del asiento, lo tomó y se sentó en el sillón con vista a las puertas por donde entró.
Suspiró y abrió el libro para continuar su lectura, aunque largos minutos despues cerró el libro con fuerza, incapaz de concentrarse sabiendo que estaba a nada de distancia del hombre misterioso.

—¿Qué lee? —se atrevió a preguntar si poder estar un minuto más callado. Namjoon del otro lado no pudo evitar reír, y a Jin le pareció la risa más seductora y atractiva que había escuchado nunca.

—Cumbres borrascosas. —contestó.

—¿No me preguntará que leo? —inquirió luego de unos segundos, sabiendo que era ridículo preguntar, pero igual no quería quedarse callado.

—¿Para qué? Alicia en el país de las maravillas, es muy fantasioso, todo lo contrario al coronel no tiene quién le escriba  ¿No crees?

—No, me gusta la fantasía, lo extraordinario y lo poco común —un silencio se hizo entre ambos, los dos estaban pensativos, más Namjoon—. ¿Le gusta el terror?

—Últimamente sí.

—Lo más cercano a eso que he logrado leer es Frankestein. Es buena, pero no puedo decir que fue mi favorita.

—Lo poco común… —susurró Nam, ignorando lo antes dicho por el joven— ¿Crees en lo poco común?

—¿Por qué no? —preguntó, sintiéndose mejor de hablar con él—. Hace no mucho entré a un castillo abandonado. ¿Ha escuchado hablar de los cuentos del castillo fantasma de Ghalella?

—No.

—Pues entré al jardín, no parecía para nada un castillo fantasma. Las rosas ahí son preciosas —dijo recordando su belleza—. No sé si lo vaya a creer, pero hablé con una, me contestó, pero fuí interrumpido por los guardias de mi castillo. —los último lo dijo con tristeza— ¿Puede creerlo?

¿Creerlo? Claro, él había hecho aquello para espantar al que creyó que era un intruso, pero no había podido lograr su cometido, menos cuando el chico descubrió su rostro y pudo ver su belleza brillar bajo el sol de su palacio.

—Te creo.

—¿En serio?

—Si.

Más silencio se instaló entre ambos, dándole paso nada más al sonido de sus respiraciones. La concentración no existía más en Namjoon, no pudo seguir su lectura y mucho menos Jin.

—¿Por qué se esconde? —No sabía qué contestarle a eso, decirle la verdad sería una buena idea, pero no quería por una extraña razón, así que mintió a medias.

—Porque soy un monstruo.

—¿Cómo Frankestein? —el tono de voz sorprendido le causó ternura.

—Si así fuera, ¿te asustarias?

—Mmmm. No lo sé, imaginarme la descripción de él me dió temor, supongo que tal vez no.

—¿Y si te diera miedo… me evitarías?

—No creo que sea tan feo… tal vez un par de imperfecciones, pero nada del otro mundo. ¿Sabe? En Alicia en el país de las maravillas hay personas poco comunes y parecen divertidas, a mí me lo parecen.

—Eres muy hablantín para mí gusto —dijo Namjoon intentando sonar serio, pero en realidad estaba sonriendo.

—Y usted muy amargado para el mío —contestó.

Namjoon se levantó tras un suspiro, y caminó hacia el pasillo de enfrente que se tenía de oscuridad. Jin se asomó, pudiendo ver su cabello. Se quedó estático, era como ver muchas hebras de oro juntas, que aunque hubiera oscuridad se veían a la perfección por el tenue brillo de ellas. No podía dejar de verlo, estaba esperando a que se volteara para ver su rostro, estaba seguro que escondía algo más allá de esas palabras frías.

—Si estás esperando a que voltee…

—No lo hará.

—Que inteligente.

Cerró el libro en sus manos y tomó otro del mismo estante ojeando su siguiente lectura.

—¿Terminó de leer Cumbres? —su voz sonó cerca, casi en su espalda. Su cuerpo se tensó al sentirlo más cerca—. Tranquilo, no pasaré esa línea. No lo veré a menos que usted quiera… —se relajó y luego de unos minutos lo escuchó despedirse—. Descanse.

Escuchó los pasos alejarse cada vez más,  hasta que la puerta se cerró y entonces volteó con el corazón latiendo rápidamente. Sentía esa sensación amarga, como si hubiera desilusionado a alguien importante. 

Por otra parte Jin estaba con el libro en el suelo, con su cuerpo boca abajo leyendo atentamente. Creía que era más o menos de noche, o cerca al menos, Yoongi y las chicas ya habían vuelto y le habían ido a dejar su cena a la habitación. No quería comer, se sentía un poco triste. Creyó que por un momento había tenido alguna especie de conexión con ese ser, quizás necesitaban hablar más, si, tal vez estaba siendo demasiado negativo. 

Sus ojos pesaban, bostezó profundamente y sin proponérselo su cabeza se recostó en las hojas del libro, completamente rendido por el sueño cayó dormido.

No se dió cuenta ni cuando fue levantado por unos fuertes brazos, ni cuando el portador de ellos se tensó al sentir como se acurrucaba en su pecho. Fue dejado en la cama con suavidad, y desde su posición el rey veía como el rostro angelical del príncipe quedaba frente suyo y como sus párpados se abrían suavemente, como dos capullos de flor al amanecer. Lo veía, su rostro estaba siendo iluminado por la fogata en la chimenea, y sabía que lo estaba observando.

Seokjin abrió los ojos detallando cada parte de su rostro, sus labios se entreabrieron con sorpresa. Nam no podía negar que su corazón latía más rápido que el de un conejo, tanto así que sentía que en cualquier momento tendría un paro cardíaco al ver esos ojos claros observando fijamente a sus ojos. Seokjin no veía su rostro, ni su cabello o labios, él veía sus ojos bañados en un color dorado.

Su propósito era solo levantarlo y cargarlo hasta la cama, no era que él se despertara y lo viera, aún no se sentía preparado para eso.
Intentó alejarse pero Jin se lo impidió tomándolo de su saco.

—¿Cuál… es su nombre?

—Namjoon. 

—¿Por qué dijo que era un monstruo?

—Porque lo soy ¿no me ves?

Jin observó a detalle su rostro, el brillo de la iluminación rebotaba en su rostro dorado y brillante por finas partículas de oro en su piel, y espaciado en algunas partes de su cara había algunos diamantes como si estuvieran incrustados. Sus labios gruesos eran rosáceos y brillantes, sus ojos dorados que combinaban su color a la perfección con su cabello. Asintió ante lo dicho.

—Lo veo… y créame que lo que menos veo es un monstruo. 

Namjoon se levantó rápidamente con los nervios al mil, su labio inferior temblaba buscando qué decir, ya sé había expuesto y no sabía cómo revertir eso. No sabía qué hacer.

—Buenas noches. —atinó a decir para salir casi corriendo de la habitación hacia la suya.

Al cerrar los ojos acostado en su cama no podía dejar de ver aquellas gemas ámbar, todo eso pasó por su hobby de verlo muy de cerca, sentir la necesidad de llevarlo a la cama y que no sintiera la incomodidad del frío piso.

Quizás…

Quizás si era una obsesión. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro