🌹𝑴𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒖𝒏 𝒉𝒆𝒄𝒉𝒊𝒛𝒐, 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏🌹
La cocina del castillo era un desastre, la ropa del príncipe tenía manchas de distintas cosas como: huevo, harina, chocolate líquido y demás cosas que iba batiendo. Las chicas veían preocupadas al chico y con ligera desconfianza hacia sus instrucciones, en vista del relajó que se esparcía en la mesa, no creían que algo bueno saliera de ahí. Sin embargo, confiaron cuando el príncipe llevó el pastel al horno y ya fuera lo adornó perfectamente dejándolo precioso.
De otra bandeja más pequeña sacó otro pastel del horno, el cual adornó de la misma manera que el primero. Ya puestos ambos en la mesa sacó unas cucharas y se las dió a las ambas mujeres que seguían con desconfianza.
Seokjin estaba feliz y sonriente, él ya lo había probado, y había quedado justo como los que su abuela hacía.
—Pruebenlo. Les aseguro que no está mal.
Las hermanas se acercaron al pastel más pequeño y tomaron un pedazos del postre con sus cucharas, con duda se lo llevaron a la boca sintiendo la explosión de sabores; estaba el sabor del chocolate y el relleno de dulce de leche que había colocado entre las tres capas del pastel.
Estaba más que delicioso, y ambas lo hicieron saber con sus gestos y la emoción con la que empezaron a comer cucharada tras cucharada del pastel.
—Esto… esto es maravilloso.
—Les dije que no estaba tan mal —se jactó un poco de su talento en la repostería. Al segundo siguiente se sintió nervioso por el propósito por el que había hecho aquél postre—. Chicas… Necesito que me ayuden a preparar una cena.
¿Si estaba loco? Completamente, pero quería hacerle saber al rey sus aprecio por él, quizás estaba confundiendo sus sentimientos y estos no fueran para nada recíprocos, pero igual quería tener algo especial con él.
—¿Una cena? Pero si todas las noches cenas con su majestad… Oh —la chica quedó muda y ambas lo miraron con ternura al comprender todo, más por el rostro sonrojado y cabizbajo del menor—. Ay, cariño. Pero claro que te ayudamos.
—Solo dinos qué hacer —Siguió Dahyun.
Jin se encontraba alistándose para la cena, quería que esa noche fuera especial y poder tener algún acercamiento a Namjoon. Conforme pasaron los días se dió cuenta que ese sentimiento era mucho más que una confusión de admiración, había leído tantas veces sobre los sentimientos del amor, de hecho su lectura favorita era el romance. Había pasado tanto tiempo observándolo para descubrir qué era exactamente eso que sentía en su pecho, aquellos nervios y la forma en que su piel se erizaba cuando él lo sorprendía viéndolo. Después de muchas teorías, uno que otro diálogo interno y un par de lágrimas de frustración al no saber lo que sentía, se dió cuenta de algo. Estaba enamorado del rey.
Cada vez que lo veía su corazón se aceleraba, una sonrisa boba aparecía en su rostro automáticamente y veía lo mismo de su parte, así que esperaba no quedar como un tonto ante él. Bajó las escaleras hacia el comedor, quedando frente a la mesa con el mini banquete que habían puesto ambas chicas perfectamente sobre ella con una delicadeza maravillosa. Se había sonrojado demasiado al ver un par de velas en medio de dónde estarían sentados ellos con un jarrón de rosas, eso no lo había pedido él.
Y tampoco hubo tiempo de quitarlo para evitar la vergüenza.
—¿Acaso se celebra algo y yo no me dí cuenta? —su voz subió un escalofrío desde sus pies hasta sus hombros, que moría en sus mejillas más sonrosadas, el principe nada más se quedó ahí jugando con sus dedos viendo como Namjoon veía maravillado aquello— ¿Tú lo hiciste?
—Si… bueno, no… las chicas me ayudaron.
—Mmm —Namjoon seguía viendo aquello sin creerlo, más porque un pastel adornada uno de los extremos de la fila de platillos, y sabía perfectamente de qué era por que el olor que se sentía en el ambiente le abrió el apetito por completo haciéndole agua la boca— ¿Y esto por qué es exactamente?
—Eh… yo… no lo sé. Pensé que… le gustaría.
Nada estaba saliendo como lo planeó. No cuando sus nervios estaban interfiriendo. El rey se sentó en una de las sillas, acomodándose.
—La verdad no me gusta… me encanta, pero… ¿Sabes que lo haría mucho más hermoso?
SeokJin sentía mariposas en su estómago.
—No… ¿qué cosa?
—Un precioso príncipe de cabello castaño y ojos color como la miel que me haga compañía, ¿Tú conoces alguno?
El principe caminó sonriendo nerviosamente, eso había sido claramente un halago hacia él, se mordió el labio riendo con ese brillo que lograba soltar chispas en el corazón del rey. SeokJin tomó asiento frente a él, dispuesto a seguir el juego del mayor.
—Me temo que no conozco ningún príncipe con sus descripciones. Pero si no le molesta, yo puedo hacerle compañía. —Namjoon sonrió.
—Aún mejor. Igual no creo que otro príncipe se hubiera comparado con su belleza.
Entre risas nerviosas de parte de Jin, y miradas más seguras y confiadas de parte de Namjoon la cena fue maravillosa, más de lo que cualquiera de los dos pudo imaginar. Cuando acabaron y llegó la hora del pastel. Seokjin pudo ver los ojos del mayor brillar con más intensidad al probar el primer bocado y acabarse él sólito casi la mitad del postre con una fiereza no propia de la realeza. Sonreía cada vez que lo veía y notaba como parecía un pequeño niño comiendo feliz.
Ahora se encontraban yendo hacia el salón, acercándose a las escaleras de las habitaciones. Seokjin se adelantó a subir un par de estas con lentitud, sin querer realmente acabar aquella velada de ambos. Pero no esperó que al dar la vuelta el rey estuviera al pie de las escaleras viéndolo de una forma extraordinaria.
—¿Quieres salir un rato? —propuso el mayor, esperando no ser rechazado. ¿Pero como podría rechazar Seokjin una invitación a pasar más tiempo con el hombre del que se había enamorado?
Asintió felíz, siguiendo al rey hacia la salida. Sintiendo el frío de la noche golpear su rostro cuando las puertas fueron abiertas. Ambos avanzaron, bajando por las escaleras hacia la fuente. Ninguno decía nada, pero estaban de más las palabras para aquellos dos corazones que se atraían cual imanes y que no querían permanecer separados.
Jin se adelantó un poco hacia la fuente, tocando el agua con su mano y sentándose a la orilla de esta.
—Jamás te pedí disculpas por haber hecho lo que hice —Namjoon sentía en su pecho la tremenda necesidad de decir eso.
—No tiene porqué hacerlo, supongo que ya eso puede quedar en el olvido.
La luz de la luna era intensa, tanto así que rebotaba en el agua que fluía en la fuente que caía a quedar estancada para volver a correr. El brillo se reflejaba hermoso, golpeando en el rostro del príncipe, dándole un aspecto muy fantasioso y surrealista que solo lograba acelerar el corazón de Namjoon.
—¿Por qué eres tan lindo? —No quería decirlo en voz alta, pero tampoco se iba a retractar ni se sentiría apenado por decir la verdad.
SeokJin lo observó un poco sorprendido pero tímido. Claro, ahora podía ver qué la atracción era mutua y eso lo hacía sentir aliviado y muy feliz de ser correspondido.
—¿Lo soy? —Namjoon asintió—. Usted también es muy hermoso —dijo viéndolo fijamente, obteniendo como respuesta la cabeza gacha del mayor, se podía ver un poco incrédulo e incómodo.
—No juegues con eso.
—¿Cree que lo hago? Lamento si así es. Pero es verdad, me gusta mucho. —se atrevió a decir sin arrepentimiento.
El rey se quedó congelado sin saber que decir o hacer a continuación. El chico se acercaba cada vez más a él, y por más que la voz de su cabeza le dijera que estaba mal, no quiso detenerlo hasta no sentirlo casi mezclando sus respiraciones. Fue entonces cuando reaccionó y se alejó aunque su pecho doliera y agonizara por dentro.
—Lo siento, no quería verme muy atrevido. —Dijo Seokjin con una vocecita que lo destruyó aún más ante su propia realidad.
Quedó de espaldas, no era capaz de ver la desilusión en sus ojos y que pensara que lo había rechazado solo por qué sí.
—No, tú no sabes el enorme deseo que tengo de besarte. Solo… no puedo.
—¿Por qué?
—Te lastimaría mucho. Tú… no puedes tocarme.
—¿Cómo que no puedo hacerlo, eso qué significa?
Namjoon suspiró para volver a tomar asiento en la orilla de la fuente, ésta vez a unos pocos centímetros del príncipe.
—Significa lo que escuchaste. Nadie puede tocarme sin salir lastimado. Te quemarías si lo haces.
—¿Quemarme?
—Si, y no quiero que eso suceda.
—Eso… ¿Tiene que ver algo con su aspecto? —Namjoon asintió— ¿Puedo saber?
Quedaron en silencio unos segundos, Seokjin comprendió que ese tal vez era un tema delicado y del cual no le gustaba hablar. Pero tras un suspiro empezó a contar aquél suceso por el cual había estado encerrado por quince años.
—Yo… no era una buena persona…
Contó cada detalle sin ser interrumpido, solo ligeras onomatopeyas, risitas que lo hicieron sentir que el chico lindo no estaba molesto escuchando como es que fue un completo imbécil, interesado y egocéntrico en un pasado. Aunque aún tenía pequeños rasgos así dentro de él, había aprendido a que las pocas personas a su alrededor no tenían porqué soportar ese lado desagradable de él. El chico escuchaba tan atento, tan sumido en la anécdota y el como sus gestos se relacionaban a sus palabras.
SeokJin ya sabía que nada bueno se debía esperar de un hechizo tan poderoso como para cambiar su apariencia. Pero eso había hecho que su corazón se transformara para bien, y eso era algo bueno. Porque la persona que llegara para revertir aquél hechizo sería una que tuviera que conocer el lado más hermoso de su ser, y no el monstruo que alguna vez fue
—Y… ¿Qué tienen que hacer por tí la persona que te ayude con el hechizo?
—No lo sé —dijo Namjoon negando—. Pero si de algo estoy seguro es que esto no es un hechizo.
—No comprendo, entonces ¿Qué es?
—Para mí es una maldición. No podría ponerle otro nombre a lo que me impide tocarte.
Jin se estremeció ante la respuesta, él también quería tocarlo y estar muy cerca suyo, pero había comprobado en medio de la plática, cuando alzó su mano hacia la mejilla del rey para tratar de tocarlo, que a solo menos de centímetros sintió lo caliente en sus dedos. Él no estaba mintiendo, y aquello lo había sentido en lo más profundo de su pecho, que Namjoon no pudiera tener contacto con él, le quemaba más que el propio calor que podría causarle tocar su piel.
Ahora que sabía que él y el rey sentían lo mismo el uno por el otro, quería pensar que podría existir algo para revertir aquél hechizo mal intencionado; entonces una idea se instaló en su cabeza, buscar a la hechicera que le había hecho eso al rey.
Namjoon sabía que eso no iba a funcionar, ya había buscado a esa mujer por cielo, mar y tierra en los cuatro reinos divididos para librarse de esa espantosa condena, de una maldición que le estaba costando la vida y lo torturaba cada vez que tenía cerca al príncipe Seokjin.
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