🌹𝑬𝒑𝒊𝒍𝒐𝒈𝒐🌹
Sus brazos lo rodeaban con fuerza, se sentía bien entre las sábanas, no quería salir nunca de ahí, del calor que le proporcionaba el cuerpo desnudo de Nam pegado a su espalda, de su respiración haciéndole cosquillas en su nuca. Pero en algún momento se tendrían que levantar, y él no soportaría estar sudoroso un minutos más dentro de ese sauna en el interior de los gruesos cobertores que los cubrían.
Escapó de su agarre y volteó para verlo, le encantaba observar mientras dormía plácidamente. Pero su sorpresa fue enorme. Gritó asustado, alejándose y cubriendo su cuerpo desnudo, despertando al hombre que dormía a su lado.
—Por los cielo ¿Qué pasa?
—Nam.
—¿Qué? ¿Qué ocurre?
—¿Nam?
Sus ojos coincidieron, unos hermosos ojos café claro con destellos dorados. Lo veían sorprendido, y temeroso Namjoon se alejó más de él.
—¿Qué clase de broma es esta? Ayer tú… eras diferente, y ahora… ¿Qué carajo está pasando?
Era más hermoso de lo que imaginó. El cabello castaño caía por mechones gruesos por los costados de su rostro. Sus labios, esos que había besado con tanto deseo la noche anterior, no habían cambiado en nada, solamente su color rosáceo; su piel era mas morena que la suya, definitivamente se había enamorado más de él. Pero al parecer Namjoon no se había dado cuenta de su cambio.
—Eres hermoso —dijo dejándose caer en la cama, sonriendo mientras lo veía.
—SeokJin, esto es serio ¿Cómo es que ayer tú tenías el cabello y los ojos de otro color?
—De la misma forma que tú también cambiaste. —Contestó risueño, por un momento si le asombró aquello, pero ya lo estaba esperando.
El rey lo vió extrañado alzando su mano, y vaya que había cambiado. Volvía a ser un hombre normal.
—No es posible.
—Si lo es. Eres más guapo de lo que imaginé.
A pesar de su impresión, trató de dejarlo de lado y se acostó a su lado, atrayéndolo a su cuerpo.
—Buenos días, mi amor. —Dijo el rey acariciando todo el cuerpo de Jin.
—Buenos días, cariño.
—¿Cariño?... Me gusta.
Se ocultó en su cuello, Seokjin podía sentir su calor y como empezaba a restregarse en él al compás de besos que bajaban a su pecho.
—Nam. Quítate, no me siento bien.
—¿Mmh? ¿Qué tienes? —preguntó preocupado.
—Que no me gusta así, estoy sudado y no me gusta la sensación, iré al baño.
—Ahhh —el rey se apartó rendido, respetando a Jin, a él sinceramente no le importaba en lo absoluto, y a su erección entre sus piernas tampoco. Así que hizo lo que mejor supo en el momento, hacer su primer berrinche—. Pero yo quería…
—Y yo también, pero podemos hacerlo en el baño. Vamos.
SeokJin se adelantó al cuarto de baño, en dónde abrió el grifo y el agua empezó a salir llenando la gran tina. Nam se quedó unos segundos procesando ese gran cambio en su vida. Había sido un rey egoísta por quince años, dejando su reino en manos de cuatro naciones separadas que regían sinceramente mal, viviendo de los matrimonios arreglados como al que estuvo expuesto SeokJin, viviendo de lo que la economía del pueblo y no al revés.
Estaba descubriendo que aquél hechizo había servido de algo, hacerlo madurar. Él también pensaba dirigir Ghalella y no de la mejor forma, pero ahora pensaba en muchas cosas que podría hacer para mejorar todo, para dirigir con sabiduría como sus padres alguna vez lo hicieron. Pero, no iba a poder solo…
Si, necesitaba a alguien que lo guiará, a alguien digno con un corazón noble y con un carácter fuerte, que pudiera contra cualquiera, incluso contra él. Alguien que le amara, alguien que hiciera lo imposible para conseguir lo que quería, que no se rindiera. Y gracias al cielo que ese alguien había dormido a su lado, dándole la mejor noche de toda su existencia. SeokJin era ese alguien, y no estaba dudando en lo más mínimo de hacerlo su rey y su vida entera.
Su madre era la reina consorte de Ghalella mientras sus padres reinaron, ahora sabía a lo que se refería su padre, aquella frase que una vez le dijo perduraban en su mente: “Podré ser el rey de una nación, pero tú madre es la reina de mi corazón y mente. Varias de las decisiones las ha tomado ella, y le tengo plena confianza porque fue quien escogí para compartir mi vida”
Escuchó un suave llamado desde el cuarto de baño y no lo pensó ni dos veces para encaminarse hasta allá al lado de su pareja. Esa mismo día le pediría matrimonio, ese sería el inicio de sus vidas juntos.
SeokJin se sostenía con fuerza de sus hombros para que su espalda no chocará contra el vidrio de la ventana, estaba sentado en el marco de la ventana en donde había un espacio lo suficiente grande para sentarse. Sus piernas eran forzadas a permanecer separadas por los antebrazos del moreno que lo estaba follando sin cansancio.
Parecía no tener ningún control, y no era como que eso le molestara, pero si por naturaleza Namjoon era así de caliente dudaba un poco de poder seguirle el paso.
Nam se aventuraba en el cuerpo del menor, estaba aprendiendo exactamente los lugares del cuerpo contrario, esos que al rozarlos o estimular la zona lo hacían gemir más de lo normal, retorcerse de placer o devolverle el placer arañando su piel, porque mentiría si dijera que aquello no le encantaba.
—Nam, nos… pueden ver. Esto no es… ético.
—A la mierda la ética y la realeza. Quiero follarte hasta que yo no pueda respirar y tú no puedas caminar.
En medio de un gemido fuerte sintió las piernas de SeokJin apretarse intentando cerrarlas por el placer intenso que estaba sintiendo al correrse, lo cuál impidió con las últimas fuerzas que le quedaban, sintiendo ya próximo su clímax. Buscó sus labios con desespero, devorando su boca, gruñendo en ella cuando al fin terminó en su interior.
Se quedaron un momento en esa misma posición, respirando completamente cansados. Al menos SeokJin más que Namjoon. El mayor cargó al príncipe hasta el baño, dónde nuevamente se asearon para luego salir juntos. Esta vez SeokJin se apresuró a ponerse su ropa para evitar que el líbido de Namjoon volviera a despertar ante un mínimo de sus movimientos.
—Cielo, si piensas que teniendo ropa puesta evitas que quiera joderte… —el mayor negó divertido, riendo cuando sintió una almohada chocar contra su rostro—. Usando mi ropa creas el efecto contrario.
—Bueno ¿Y es que piensas que la pasaremos en la habitación todo el día y todos los días?
—No. No exageres.
—¿Ya ves?
—Al menos el primer mes si.
Esperó de todo, estaba esperando incluso algo menos generoso que una almohada en su rostro, pero no esperaba un ardiente beso, que al separarse, dejó un hilo de saliva entre sus bocas que se deshizo con la lejanía.
—¿Y te quejas de que por qué quiero comerte a todas horas? —Seokjin rodó los ojos disgustado. A lo que Nam lo jaló hacia él nuevamente—. Te amo, eres el amor de mi vida, no sabes lo afortunado que soy de tenerte.
—Yo también, cariño. Yo también siento exactamente lo mismo —pronunció en sus labios, siendo sostenido con un cariño sincero.
De más estaba mencionar la sorpresa de las los que vivían en el castillo al ver al rey. Yoongi sonrió de oreja a oreja viendo al fin a su amigo ser feliz, enamorado de verdad y amando a un chico que daría todo por él. Las dos chicas, en cambio, no pudieron con la sorpresa, ambas habían dejado caer la bandeja con platos que llevaban hacia el comedor.
Gracias a eso el almuerzo se había retrasado un poco, lo justo para que la pareja saliera por un rato hacia el jardín del castillo. Ambos ahí caminaban agarrados de las manos, sin que nada les impidiera el contacto, era maravillosa la sensación para ambos.
Namjoon caminaba abrazando la cintura de Jin, inclinándose para poder colocar su mentón en su hombros mientras caminaban casi como pingüinos, sin querer soltarse.
—Te amo —dijo por vez número treinta en el día.
SeokJin giró su cabeza para sostener su mirada mientras se detenían de avanzar.
—Yo te amo más —alzó un poco más la cabeza para poder besar sus labios, estaba claro que ninguno se aburrirían de probarse.
—Me consta, mi amor.
Nam había escuchado con atención el cómo había logrado dar con aquella mujer, impresionándose. Claro que se molestó ¿Cómo no?, si se había puesto en peligro. Pero lo tenía a su lado y eso era lo que más importaba, que ahora cuidaría de él con su vida, dándola si era necesario.
Si se preguntan, no. Namjoon no hubiera sido capaz de decirle un “te amo” a Jin, si este no hubiera recurrido a un hechizo para estar con él, la razón era simple y muy justa a su parecer. El hecho que en algún momento él se iría de su lado, lo sabía, presentía muy bien que aquello hermoso no iba a durar para siempre si no podían tener contacto, y no precisamente íntimo. Es por eso que se había tragado sus sentimientos en un principio, pero la noche anterior había sido mágica en un millón de aspectos.
Empezando que por fin pudo tocarlo, sentirlo, besarlo y hacerlo suyo hasta el cansancio. Continuando con qué podría recuperar lo que por su mal corazón había perdido. Y terminando, con que estaba nervioso, muy nervioso besando las manos del menor, que lo veía un tanto curioso por el repentino y extraño actuar del rey.
Se veían fijamente, como si sus ojos tuvieran una conversación que su entendimiento no alcanzaba a entender o procesar.
—Jinnie… —susurró despacio.
—¿Si?, dime qué te tiene tan nervioso.
—Jinnie, amor mío.
—¿Mmh? —esperaba paciente a que el rey se dignara a hablar.
Lo acercó más a él, rozando sus nariz en su cuello y mejilla hasta que sus labios se encontraron en una caricia.
—Kim Seokjin… ¿Me harías el hombre más feliz de este mundo casándote conmigo?
—Ya te estabas tardando —contestó sonriendo, con lágrimas en los ojos.
La boda…
Fue en realidad una reunión entre los del castillo y la persona que los había unido en sagrado matrimonio.
Y luego de unos pequeños días los cuales la pasaron juntos, Namjoon decidió recuperar lo que por derecho le pertenecía.
El reino volvió a ser uno solo, y jamás nunca volvió a haber un matrimonio regido por un convenio, ahora nada más existía el amor real, como el de ambos reyes, que demostraban cuánto se amaban a kilómetros de distancia.
—¡Esa historia no puede ser cierta! —gritó el niño.
—¿Por qué no?
—Porque en la realeza no ha habido nunca matrimonios arreglados.
—¿Y quién te lo asegura? —preguntó el hombre.
—Mamá me lo dijo —el niño agarró el libro de las manos de su abuelo y lo cerró para ponerlo en la mesa al lado de su cama.
—¡Siempre arruinas los cuentos del abuelo! —se quejó una niña, la hermana gemela del niño que se disponía a estar en desacuerdo con su abuelo, quien los veía risueño —. A mí si me gustó, abuelo. Es mi historia favorita.
El hombre mayor acarició la mejilla de la niña. Sonriendo y besando su frente.
—Lo sé, cariño. Ahora deben dormir. Un par de principios no pueden estar despiertos a esta hora.
—Buenas noches, abuelo. —Se despidieron ambos niños de ocho años.
—Buenas noches, amores. Descansen.
El mayor salió de la habitación de sus nietos y cuando se disponía a seguir hacia el salón, una figura se vió en uno de los pasillos a su lado, sonrió observando cómo se acercaba con una rosa en su mano. Al llegar a él, el más alto lo estrechó en un abrazo y al separarse dejó un beso en sus labios.
—Una flor para otra flor —dijo su esposo ofreciéndole aquella hermosa rosa— ¿Quieres salir un rato antes de dormir?
—Contigo, al fin del mundo.
Entre risas caminaron agarrados de la mano. Sus hijos debían estar en sus habitaciones con sus parejas, y ellos podían disfrutar un rato a solas como todas las noches. Si no fuera por unas rosas que escucharon no muy lejano a dónde se encontraban. Ambos reconocieron las voces de inmediato.
—Esos dos… nunca pueden estar más de un minuto separados, parecen unos viejos que apenas se acaban de conocer.
El rey menor volteó a ver a su esposo con cara de si encerio había dicho tal cosa.
—Ve quién habla. Déjalos, después de todo Yoongi y Jimin ahora son felices.
—Y nosotros —concordó, abrazando a su pareja— ¿Cielo mío?
—¿Si?
—¿Ya te había dicho lo hermoso que eres?
SeokJin rió, Namjoon siempre, todas las noches que salían a caminar alrededor del castillo le hacía la misma pregunta.
—No. Pero es bueno saberlo. Tú también eres hermoso.
—Lo sé, ¿A quién crees que salieron nuestros hijos y nietos?
—A mí por supuesto, soy mundialmente el rey más guapo ¿Qué esperabas? —Los dos rieron ante lo dicho por el rey menor.
Ambos, tomados de la mano a la luz de la luna seguían siendo como cuando eran jóvenes, dos almas enamoradas, que no importaba cuánto tiempo pasara… ellos se iban a amar, siempre y para toda la eternidad. Como su amor, Sempiterno.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro