23.
AVISO: CONTENIDO NSFW.
-¡Felix, llegué a casa amor!- Avisó, entrando por la puerta principal. D
Desde hace tiempo usaba vestidos y hoy, llevaba un lindo vestido rosado con estampado de fresas. Estaba tan enamorada.
-¿Felix?...- Habló de nuevo, acercándose a la sala de estar. Varias botellas de alcohol estaban tiradas por todos lados. Felix ebrio daba miedo, al menos a Samantha. -No me gusta esto, vamos, sal.- Murmuró, abrazándose a si misma. Suspiró al final y comenzó a recojer todo.
Luego de unos minutos, la casa estaba más decente. Felix habría salido de igual forma.
Se sentó en el sofá, esperándolo. No respondía llamadas, menos mensajes, estaba como desaparecido.
Y luego de casi una hora, Felix llegó por fin, pero, no como Sammy desearía.
-¡Ouh!, ¿tomaste?, sabes que no me gusta que estés así. Parece que debo vigilarte como si fueras un niño pequeño.- Rodó los ojos, acercándose a el. -Estás actuando raro, ¿qué pasa?... ¿Por qué hueles a perfume se mujer?- Frunció sus cejas. -¡No huele como el mío!- Se aparto de el con los brazos cruzados. -¡Responde!-
Su cuerpo, tan pequeño a comparación de él, temblaba. No le gustaba pelear, no tenia buenas experiencias se ninguna pareja pasada y,ahora, está terminaría igual.
-No te interesa, Samantha.
-¡Somos novios, claro que me interesa!
-No me hagas perder la paciencia. Ya te dije que no es nada.
-¡Mentiroso!- Entrecerro los ojos, mordiendo su labio para evitar soltarse a llorar. -¡Acabo de pasar el divorcio por ti!, ¡me fui de donde estaba mejorando por ti!, ¡iba a terapia para no dañarte!... ¿¡Así lo pagas!?-
Y Felix perdió la paciencia. Su mano fue directo a la mejilla de Samantha con un fuerte golpe; después, la tomó por la muñeca y la arrastro prácticamente hasta su habitación, tirandola en el suelo.
-¿¡Qué mierda te sucede!?- Gritó Samantha apenas escuchó el seguro de la puerta. -¡Felix!- Retrocedió como pudo. Su pareja le dió una fuerte patada en el abdomen, lo suficientemente fuerte para dejarla tirada en el piso unos segundos, segundos suficientes para el ponerse sobre ella. -¡No!, ¡quítate!- Pataleo varias veces, tratando de alejarlo cuando sintió besos en todo su cuello y hombros. Ahora odiaba el escote que llevaba el vestido ese día. Las manos de el fueron hacía el término de su prenda, levantandola así.
-Tu jodida culpa.
Murmuró, iniciando el infierno para Samantha.
-¡Te dije que no hicieras mierda mi paciencia!- Una cachetada más y Samantha estaba llorando.
-Por favor... No me hagas esto.
-Calláte.
Sollozo, empujándolo más fuerte, pero esto solo lo empeoro y lo hizo enojar aún más.
Quitó su vestido, rompiendolo en varias ocasiones.
Samantha solo lloraba, rogando mentalmente que pasará rápido o se detuviera en algún momento.
El peor momento llegó de un momento a otro, sentía que se desmayaria en algún momento. Si antes era rudo en la intimidad, ahora era muchísimo más. Y dolía como el infierno.
-P-por favor, para... ¡Por favor!- Chilló. Un orgasmo de parte de Felix la hizo temblar. No era fácil el embarazo, pero, se sintió horriblemente asquerosa que le dieron ganas de morir allí y en ese instante. -¡Para!- Reunió todss sus fuerzas y golpeo fuertemente su rostro, haciéndolo retroceder.
Pero le salió peor, el dio un golpe tras su rodilla, haciéndola caer así al suele y provocando un golpe en su cabeza, desmayandose.
Y el aprovecho aquello, sería menos molesta.
Se despertó luego de un rato. Había marcas y marcas.
Sus piernas dolían, al igual que todo su cuerpo.
Aquella persona que juro protegerla le hacía tanto daño como el que el prometió sanar.
Planearon una vida juntos, y ahora Samantha solo quería huir de nuevo.
Al día siguiente, cuando despertó, Felix no estaba allí y casi llora de felicidad al saber eso.
Dejo una carta en la mesita de noche de Samantha.
Respiro hondo y se levantó como pudo.
"Idiota. No me volverás a ver, ya me imaginé estando en la idiotez que hacen las feministas el 8 de Marzo. Jódete, no quiero nada contigo. Es tu culpa lo que paso en la noche, así que no me molestes más."
Se sentía cansada, agotada, mal. Hace unas horas fue violada y, ahora debía pasar todo ella sola.
Se levantó como pudo y fue directo al baño con su teléfono y una toalla.
Cerró con seguro, aún sabiendo que no haría la diferencia.
Puso música a todo volumen y prendió el agua caliente.
Un baño hirviendo la ayudaría ahora.
Quemarse la piel quizá.
Matarse... No, ella no era así.
Se miro al espejo, marcas y chupetones por su pecho y hombros, esperaba que se fueran pronto o las cortaría.
Cuando la tina estuvo llena, apagó el agua y se sumergió un rato. Mantiendo su cabeza bajo el agua unos segundos, hasta sentir que casi se desmayaba allí.
Flexiono sus piernas, jugueteando con un moretón en sus rodillas.
Fue tan rápido y espantoso que solo recordarlo ya la tenía llorando.
Toco su vientre y muslos, ardían. Su cabeza era un caos ahora.
Se quedó pensando un rato, lloró un poco.
Ojalá muriera.
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