Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

➽᙭ᐯI

❝ᴇʟʟᴏs ɴᴏ ᴇsᴛᴀʙᴀɴ ᴇɴ ʟᴏs ᴅɪᴀʀɪᴏs, ᴠɪᴠíᴀɴ ᴇɴ ʟᴏs ᴇsᴘᴀᴄɪᴏs ᴇɴ ʙʟᴀɴᴄᴏ ᴀʟ ᴄᴏsᴛᴀᴅᴏ ᴅᴇ ʟᴀs ɪᴍᴘʀᴇsɪᴏɴᴇs, ʏ ᴀ ᴘᴇsᴀʀ ᴅᴇ ᴛᴏᴅᴏ, sᴇ sᴇɴᴛíᴀɴ ʏ ᴇʀᴀɴ ʟɪʙʀᴇs, ᴠɪᴠíᴀɴ ᴇɴ ʟᴏs ʜᴜᴇᴄᴏs ᴅᴇ ʟᴀs ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs, ᴘᴇʀᴏ ᴇʀᴀɴ ʟᴏs ᴘʀᴏᴛᴀɢᴏɴɪsᴛᴀs ᴅᴇʟ ᴛᴏʀᴍᴇɴᴛᴏ ᴅᴇ ʟᴏs ᴄɪᴇʟᴏs ʏ ʟᴀ ᴄᴀʟᴍᴀ ᴇɴ ʟᴀs ʟʟᴀᴍᴀs ɪɴғᴇʀɴᴀʟᴇs.❞

Al rededor de las dos de la mañana, Ryusei y Chifuyu salieron de la habitación y se encontraron con Takemichi en el atrio. Tuvieron varios inconvenientes con el sacerdote de guardia para llegar ahí, pero nada importante. Ahora debían esperar ahí hasta las dos y media.

Ryusei pudo percatarse del ceño fruncido de Chifuyu, su mirada parecía preocupada, nerviosa, e incluso algo asustada. Se acercó unos pasos hacia él, tomó su mano en un roce suave que le hizo estremecerse, entonces dirigiendo su mirada verdosa hacia él.

—Todo estará bien —le sonrió levemente, Chifuyu suspiró bajito al escucharle, estaba bastante nervioso, ¿y quién no?, ahora iría a un mundo donde no conocía nada.

—Tengo miedo —aceptó en un murmuro, no apartando la mirada de los ojos oscuros que le veían con dulzura.

—No pasará nada malo, yo estoy contigo. ¿De acuerdo? —se acercó, dejando un beso en su frente, Chifuyu logró sentirse un poco más relajado, luego recostando su cabeza en el hombro del chico.

Por otro lado estaba Takemichi, les miró por unos segundos y sonrió antes de apartar la mirada, un poco alejado de ellos. Podía ver a través de la ventana las hojas de los árboles moverse con la brisa fría de la noche. Estaba todo extrañamente tranquilo para él, no estaba nervioso como Chifuyu, tal vez era porque a diferencia de él no le temía ni sabía de la personificación de los ángeles, o tal vez solo porque confiaba demasiado en Manjiro.

A la hora indicada todos salieron en silencio, rodearon el atrio desde fuera y siguieron un pequeño sendero en el césped, incluso Chifuyu se sorprendió de que hubiese sido tan fácil llegar a la reja de hierro que daba a la parte exterior del convento. Allí pudieron ver un auto negro, con cristales polarizados impidiendo ver el interior. La puerta se abrió y salió aquel chico de cabellos negros, Takemichi no dudó en pasar el límite del convento y correr a sus brazos. Manjiro ni siquiera se había volteado, por lo que le tomó por sorpresa, aún así le aceptó gustosamente, dejando salir una leve carcajada de sus labios.

—¿Estás bien? —le miró suavemente, Takemichi asintió repetidas veces, en su expresión reflejándose lo alegre que se sentía por estar con él otra vez.

—Chifuyu... —escucharon a Ryusei hablar, ambos se voltearon hacia él, este ya había cruzado la reja, que extrañamente en un inicio no estuvo cerrada. Observaba al ojiverde, quien parecía no querer caminar, más bien, no podía, su rostro parecía asustado como antes, y a pesar de sostener la mano de Ryusei, solo observaba sus pies sin moverse, y aún así le era demasiado difícil—. Hey, todo está bien —intentó calmarle nuevamente, el rubio le observó, su expresión temblando.

Manjiro se encargó de detallar en su cabeza la forma en que le hablaba tan delicadamente, incluso más de como él trataba a Takemichi. El de ojos azules recibió una seña de su parte, entonces viendo la puerta del auto abierta para él, observó unos segundos el convento otra vez, luego suspiró y subió al auto.

—Cuando salgas de aquí no vas a querer volver —los chicos alzaron la mirada hacia Manjiro, este cerrando la puerta por dónde había entrado Takemichi, su mirada siendo más fría ahora que el ojiazul no estaba delante—. Si tanto quieres a Ryusei, no te debería ser difícil arriesgarlo todo —pronunció, indicándoles que suban al auto desde el otro lado, luego solo entrando en el asiento del copiloto.

Chifuyu tragó con dificultad al escucharle, y no pensó en otra cosa, tenía razón. No dudó en dar el paso fuera al final, Ryusei sonrió relajadamente, entonces ambos fueron junto a aquellos dos. Cuando estuvieron dentro pudieron encontrar con la mirada a aquel chico de cabellos rosa en el asiento del conductor, les saludó cálidamente, y después comenzó a conducir en dirección a quién sabe dónde.

Chifuyu pudo ver las edificaciones poco después, cada vez eran más grandes y llenas de luz que ni dejaban ver la oscuridad de la noche, a diferencia del convento dónde a esas horas no había ni una vela encendida. Ryusei le vió parpadear pesadamente, el sueño comenzaba a vencerle ya que realmente era tarde. Se acercó a él y le hizo abrazarse a su cuerpo, el rubio descansó su cabeza en su pecho y cerró sus ojos.

Takemichi tuvo que soltar la mano de Manjiro cuando el auto se estacionó al lado de un enorme edificio, más grande que los que le rodeaban. Ryusei despertó a Chifuyu y todos bajaron del vehículo. Los dos rubios siguieron a Sanzu, seguidos de aquellos dos de ojos negros, quienes parecían estarse presentando, después de todo aún no habían intercambiado palabras.

Chifuyu y Takemichi parecían bastante impresionados con su alrededor, y las personas parecían verles con extrañeza, es decir, a diferencia de los demás ellos iban vestidos con aquellas túnicas. Subieron al elevador, al inicio no entendieron por qué estarían en un lugar tan pequeño, luego entendieron cuando comenzaron a elevarse, la pared interior siendo un cristal que dejaba ver todo del otro lado, ellos se apoyaron allí, asombrados con la vista, incluso a Ryusei llamándole un poco la atención.

Ni siquiera vieron el número del piso en el que ahora estaban, solo sabían que era verdaderamente alto.

—Sigan el pasillo y busquen la puerta número siete, se pueden quedar allí, en la mañana hablaremos todo lo necesario, porque veo que si ese chico sigue de pie en algún momento se va a caer —sonrió algo burlón, observando a Chifuyu, Ryusei le miró y rió también, el chico sintió sus mejillas arder ante las miradas curiosas encima, y es que realmente se veía cansado.

—Está bien —tomó las llaves que el pelinegro le extendía.

—Muchas gracias, Manjiro. Que tengan linda noche —le sonrió el de brillantes ojos verdes, podía perder la inocencia pero no sus buenos modales, el mayor le sonrió asintiendo.

—Igualmente, Chifuyu —le vió alejarse—. Es buen chico —pronunció viéndoles entrar a aquella habitación al final del pasillo, Takemichi fijó su atención ahora en él, a este al igual que Ryusei pareciéndole que los dos rubios tenían esa presencia cálida y amable—. Se parece a ti.

—Siempre nos han dicho eso —rió levemente, luego sintiendo como el azabache sostenía su mano, guiándole junto a Sanzu quien estaba algo alejado de ellos.

A la mañana siguiente, Ryusei comenzó a abrir sus ojos cuando no sintió la calidez del rubio a su lado, observó la cama y no estaba allí, por lo que algo preocupado se levantó de golpe, luego suspirando al verle no muy lejos, apoyado en el muro del balcón.

—¿Cómo estás? —susurró cerca de su oreja, logrando estremecerle cuando sintió su aliento cálido erizar su piel, sus manos ahora sosteniendo su cintura delicadamente.

—Muy bien, la verdad demasiado —le sonrió al cielo aún levemente oscuro, y no sabía cómo era que se había levantado tan temprano si se habían acostado tan tarde. Probablemente la emoción de estar en un nuevo lugar, o dormir en una nueva cama.

—¿Y eso? —murmuró, dejando suaves besos en la zona de su cuello, Chifuyu riendo bajo al sentir como le hacía cosquillas.

—Creo que me siento más libre aquí. Es extraño, pero estoy feliz. Y te tengo a ti —se volteó, quedando frente a frente con él, tomando su rostro entre sus manos para besarle castamente, la brisa mañanera moviendo sus cabellos, el sol comenzando a salir mientras sus cuerpos se juntaban en un abrazo, los colores del cielo aclarándose poco a poco, y lo supieron por milésima vez, era ahí donde debían estar, dónde se sentían bien, y ahora que se tenían, no se podían imaginar una vida sin el otro.

Permanecieron allí por unos cuantos minutos más, hasta que escucharon varios toques en la puerta. Chifuyu fue quien abrió, de repente Takemichi abalanzándose sobre él.

—¡Chifuyu, Sanzu es muy genial, tienes que ir con nosotros! —le dijo, el chico puso los ojos en blanco, apartándole de él.

—Buenos días también.

—Sí, sí. Ahora vamos —tomó su mano jalándole fuera, con fuerza ya que Chifuyu se resistía, observando a Ryusei, este riendo por la escena.

—¡Espera! —intentó sostenerse de la puerta, pero cada vez estaba más lejos de poder ganarle en fuerza.

—Tranquilo, yo iré ahora —pronunció Ryusei entre risas, entonces se soltó y ambos salieron corriendo.

—Primero vamos a mi habitación, hay ropa para ti ahí, a Ryusei ya se la están llevando —le dijo, él asintió, ni siquiera se había percatado del atuendo que llevaba su amigo.

Entraron al cuarto y Chifuyu se cambió, era ropa casual, un pulóver gris con una capucha, y unos jeans negros, además de unos tenis completamente blancos.

—Te ves genial —le elogió el de ojos azules.

—Gracias —le sonrió, terminando de verse en el espejo para luego salir de allí y encontrarse con aquel pelirosa en el comedor, delante de él había una enorme mesa llena de todo tipo de comida, Chifuyu quedó impresionado.

—¡Ah!, ¡Takemichi, Chifuyu, vengan aquí! —les dijo, sonriendo grandemente, ellos se acercaron, Takemichi pareciendo tener más confianza, pues ya había hablado con Sanzu al amanecer.

El de cicatrices les dió de probar muchos dulces, Chifuyu nunca había sentido esos sabores al igual que su compañero, por lo que estaban realmente fascinados, y Sanzu parecía disfrutar mucho verles comer, ellos siendo atraídos cada vez más a seguir comiendo todo lo que les ponían en frente, les era muy fácil caer, ni siquiera sabiendo por qué les era tan satisfactorio.

Pero el recién llegado sí que lo sabía.

—Van a explotar si siguen comiendo así —escucharon la voz de Manjiro alzarse sobre ellos, este tomando los espaldares de las sillas dónde estaban sentados y alejándolos de la mesa—. Sanzu, no los hagas pecar el primer día  —le miró burlón, ellos no entendieron, pero Sanzu soltó una leve carcajada, luego fue Ryusei quien apareció y ordenó sus ideas, percatándose de que Sanzu no era un mortal, pues a diferencia de los rubios ellos si podían identificarlo.

—¿Son hermanos? —les dijo, caminando hacia ellos, Sanzu asintió—. Entonces si no me equivoco debes ser Gula, ¿verdad?

—Sí, soy Gula, tercer pecado capital —sonrió grandemente, enseñando orgullosamente las marcas a ambos lados de su boca.

—Oh. Por eso... —pronunciaron los dos mortales allí, viendo hacia la mesa.

—Sí. No se acerquen mucho, quien sabe qué podría pasar cuando están solos con Sanzu y una mesa llena de comida —bromeó el de cabellos negros, sentándose al lado de Takemichi al mismo tiempo que Ryusei lo hacía con Chifuyu.

Sentarse, no sean mal pensados.

El ojiverde observó al de cabellos blanquecinos de arriba hacia abajo, él le miró maliciosamente.

—Si me sigues mirando así vas a hacer que me sonroje —le dijo, y el menor fue quien hirvió en vergüenza, él solo estaba viendo la ropa que llevaba puesta, ahora todos reían por su comentario.

—Idiota —golpeó su muslo, recibiendo un quejido entre risas como respuesta. Luego y después de hablar más tonterías, concentrándose en lo importante.

—Hay un apartamento para ustedes no muy lejos de aquí. Cuando quieran ir me dicen y los Haitani pueden llevarles.

—¿Los Haitani? —interrumpió Chifuyu, Manjiro procedió a explicarle.

—Ran y Rindou Haitani, ellos son Ira y Pereza.

—Preferiblemente que sea Ran, porque Rin es capaz de quedarse dormido en media carretera —se burló Sanzu, Mikey riendo también al escucharle, y Chifuyu y Ryusei solo creyeron que el de tatuaje de dragón era mucho más luminoso cuando estaba al lado de Takemichi, incluso Sanzu logrando percatarse de ello.

—Sí lo haría —pronunció entrando al lugar junto al Haitani mayor, a Sanzu se le iluminaron los ojos de inmediato, corriendo hacia ellos con euforia, Rin abrió los brazos, sin embargo, el pelirosa a quien abrazó fue a Ran, este riendo burlón al ver a Rindou disimular que solo estaba estirándose.

—¿Qué hacen aquí Ryusei y Chifuyu? —preguntó Ran mientras Sanzu abrazaba su cuerpo aún, ahora que lo tenía ahí olvidándose de todo—. Y... ¿tú quien eras? —ahora miró a Takemichi, ellos tres solo devolviéndole las miradas en gestos confusos cuando parecía conocerlos de antes. Mikey se percató de eso, y rápidamente sonrió, levantándose mientras hablaba.

—Ahora Takemichi y yo somos pareja —dijo emocionadamente mientras abrazaba al mencionado, luciendo como un niño pequeño con su juguete favorito. Los Haitani quedaron boquiabiertos ante su declaración, esa no se la esperaban—. Ryusei y Chifuyu iban a escapar del convento, así que vinieron junto con él —se encogió de hombros, sonriendo de forma maliciosa hacia ellos, su cabeza estando en una posición donde aquellos tres no podían visualizar su expresión, sin embargo, Ryusei no confiaba para nada en él, así que no le fue difícil encontrar algo más que explicaciones amistosas en su tono.

—Oh. Ya entiendo —Ran sonrió ampliamente, Ryusei frunció el ceño al verle tan contento de pronto—. Entonces es un gusto tenerlos con nosotros, sean bienvenidos.

Ellos asintieron, Rindou fue el primero en acercarse a los dos rubios y conversar suavemente con ellos, y como a Ryu y Mikey, él encontró sus voces tan agradables que tuvo que apoyar su mano en la mesa, sosteniendo su cabeza para no quedarse dormido y poder hablar un poco más con ellos. Chifuyu vió a Ran y Sanzu marcharse juntos, Mikey se quedó con ellos, no participando en la conversación pero sí dejando caricias en el cabello y manos de Takemichi. Cuando el ojiverde se volteó hacia Ryusei lo encontró dormido sobre la mesa, su ceño pareciendo fruncido, en su interior estando preocupado de si era un buen lugar para mantener a Chifuyu. El rubio se le acercó, sentándose a su lado mientras dejaba atrás a Takemichi y Rin, sonrió al mismo tiempo que apartaba varios mechones de su cabello para ver mejor su rostro, luego dejando un beso en su frente que hizo al mayor relajar su expresión, ahora luciendo realmente tranquilo, solo las manos de Chifuyu logrando eso.

Y fue que lo recordó, nunca le preguntó por qué era que le costaba dormir en las noches, pues había notado cuando se quedaban juntos que solía moverse demasiado, incluso si intentaba no hacerlo para no despertarle.

Pronto los demás se marcharon, Manjiro teniendo que ayudar a Rindou a ponerse de pie y llevarle a su habitación, pues lucía lo suficientemente cansado. Ahora ambos estaban solos en aquel lugar. Ryusei abrió los ojos minutos después, y lo primero que vió fue el rostro de Chifuyu apoyado igual que el suyo sobre la mesa, mirándole con suavidad.

—Hola —le dijo, él le miró del mismo modo, acercando una mano a su rostro y dejando una caricia allí.

—Hola —sonrió un poco, Chifuyu luego acercándose a él cuando se levantaron, besando sus labios delicadamente, el ambiente siendo tan ligero que suspiraban cerca del rostro de su contrario.

—¿Por qué no duermes bien? —preguntó directamente, Ryusei inclinó su cabeza hasta juntar sus frentes, no sorprendiéndole la pregunta.

—Los demonios duermen de día, los humanos de noche. Soy una mezcla, así que es algo relativo para mí —murmuró cerca de sus labios, Chifuyu entonces entendiendo todo, no lo había pensado.

—Vaya, ¿no es molesto?

—No en realidad, estoy acostumbrado  —se apartó luego de besarle otra vez, mirando a su alrededor—.  ¿Y los demás?

—Ran y Sanzu se fueron a no sé dónde, Mikey llevó a Rindou a su habitación y Takemichi se fue con ellos —se encogió de hombros al decir, restándole importancia.

—Ya veo... Chifuyu, no sé si confiar en ellos.

—¿Por qué?. Son muy amables. ¿Es porque son pecados? —preguntó, resultándole extraño cuando él era un semidemonio.

—No. Es solo... no conozco nada de ellos, y si son pecados es porque hicieron cosas prohibidas. No me generan confianza —dijo, no sabiendo cómo explicarse en realidad, sabiendo que estaba contradiciendo sus propias acciones.

—Ryusei, también hicimos cosas prohibidas —negó con la cabeza.

—Lo sé, pero... No quiero que te pase nada —aceptó en un tono bajo, Chifuyu solo lo encontró adorable, tomando su rostro entre sus manos.

—Está bien. Estoy bien. Pero si no te sientes cómodo aquí, podemos irnos como dijo Mikey —le sonrió suavemente, Ryusei pensando por milésima vez que era un ángel lo que tenía en frente.

Poco después le dijeron a Mikey que querían irse ya, Ran les llevó a su nuevo apartamento y a sus pertenencias también, diciéndoles que incluso había ropa y comida allí para ellos, no tendrían que gastar el dinero que no tenían por ahora. Cuando llegaron acomodaron todo a su gusto, era un lugar bastante grande para su sorpresa, Mikey les dijo que después les conseguiría uno mejor, fuera de un edificio, pero la verdad ahora pensaban que no necesitarían otro.

En el convento había un solo televisor, y solo los altos mandos podían verlo de vez en cuando, pues decían que ahí habían cosas que ellos no debían ver. Y sí que era cierto. La película frente a ellos de un momento a otro se tornó un tanto incómoda de ver, por lo menos para Chifuyu, quien ya no podía evitar apartar la mirada.

—¿Te da vergüenza?. Que tierno —rió Ryusei al percatarse, acercándose un poco en el sofá hacia él. Chifuyu le miró alterado.

—¿Eh?. C-claro que no —le dijo frunciendo el ceño, pero el sonrojo en sus mejillas lo delataba por completo.

—¿Ah sí?, ¿entonces por qué no miras la pantalla? —le sonrió maliciosamente, de un momento a otro estando sobre su cuerpo, Chifuyu mirándole nerviosamente—. O si quieres podemos ponerlo en práctica nosotros mismos —acarició sus labios con uno de sus dedos, el rubio tembló bajo el tono de su voz y su mirada intensa, entonces percatándose de que la escena ya había cambiado, luego se levantó un poco, porque estaban solos, sin nada que les impidiese hacer algo, y ahora que lo pensaba, le daba algo de miedo.

—¿P-por qué mejor no terminamos de ver la película? —sonrió nerviosamente, Ryusei rió en voz alta ante sus acciones, siendo realmente adorable para él.

—Como se pone nervioso —pronunció entre risas que le impedían respirar bien, Chifuyu sintió su rostro arder aún más.

—Ya —desvió la mirada, queriendo escapar de la situación, en realidad sabiendo que Ryusei no le obligaría a hacer nada que él no quisiera.

—¡Oh, mira eso! —escuchó la voz del mayor alzarse emocionadamente, se volteó en su dirección para ver qué era eso que le gustó tanto, pero lo único que pudo hacer fue contener la respiración, al girarse solo encontrándose el rostro de Ryusei tan cerca que no tuvo que acercarse más para tener sus labios sobre los suyos.

El movimiento fue suave y dulce, sintió sus manos acercarle más por su cintura, y se rindió bajo sus movimientos, besándole con lentitud también.

—Eso es jugar sucio —hizo una mueca que casi fue un puchero al separarse, ahora Ryusei habiéndole sentado sobre sus piernas, los brazos del rubio rodeando su cuello mientras este le sonreía satisfecho.

—En ningún momento pusimos reglas —sonrió con malicia, acercándose y lamiendo los labios del menor unos instantes, este bajando la mirada todo sonrojado cuando lo hizo.

—Idiota.

—Hermoso —rió levemente, y Chifuyu solo se sintió más avergonzado que antes.

—Te odio.

—Te amo —sonrió ampliamente, el rubio golpeó su pecho con poca fuerza entonces—. Ahora sí no respondes —dejó salir una carcajada, luego al percatarse de todo su comportamiento Chifuyu sonrió.

—Ahí está otra vez —pronunció de pronto, Ryusei le miró confundido.

—¿Mm?

—Mi novio bromista y juguetón —le dijo, a Ryusei se le subieron los colores al rostro al escucharle llamarle así, ahora él siendo el que estaba todo colorado, entonces escondiéndose en su cuello, evitando sus ojos.

Así pasaron el día, entre risas y sonrojos, besos y abrazos. No tenían nada que hacer más que pasar tiempo con el otro, en la mañana irían a pasear por la ciudad, pues a Chifuyu parecía llamarle demasiado la atención, después de todo nunca sus ojos habían visto tal cantidad de luces y personas, o edificios tan altos y hermosos. En ese momento todo siendo felicidad, sin saber cómo los cielos comenzaban a caer sobre ellos, o como los festejos de Kazutora podían escucharse incluso más allá de los límites del infierno. Ellos no estaban en los diarios, vivían en los espacios en blanco al costado de las impresiones, y a pesar de todo, se sentían y eran libres, vivían en los huecos entre las historias, pero eran los protagonistas del tormento de los cielos y la calma en las llamas infernales.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro